¿libertad o socialismo?

Ha ganado esta falacia de confrontación como si ese «o» fuese una disyuntiva y no una conjuntiva (ambas podían ser ciertas y lo son si se comprende el significado tanto de socialismo como de, fundamentalmente, libertad).

Hoy vivo en una triste democracia que ha elegido aniquilarse.

Nada sorprendente, pues, como dice Carmen, no ha ganado la libertad, sino el individualismo. Y sí. Completamente cierto: esa era la verdadera forma de ese eslogan que ha arrasado en las últimas elecciones de la comunidad autónoma de Madrid, donde habito cada día más desencantado.

Individualismo o socialismo.

Y de eso se trata, de que la mayoría ha elegido individualismo (porque ha sido una sobrada mayoría sin excusas de «es que la izquierda no ha ido a votar«, «es que no está bien representada»…).

Un individualismo cortoplacista que piensa en obtener un rédito en reducción de impuestos (que luego, no obstante, no se produce) o en una «libertad» del haga usted lo que le dé la puta gana. Eso no es lo que entendemos por libertad quienes creemos en una libertad responsable de las medidas a largo plazo, que no desean tener que vivir en una sociedad estratificada socialmente, que implique más conflictividad, más enfrentamientos derivados del reparto injusto de la riqueza generada (por todas las partes que conforman la sociedad, no sólo por empresarios, ni sólo por trabajadores).

Un individualismo que dice «Si lo quiero, lo tengo».

Un individualismo que piensa «Ya me preocuparé del clima en otro momento»

Un individualismo que opta (cuando lo hace) por la caridad y no por la reforma estructural que no la haga precisa.

Un individualismo que quiere fiestas, diversión, entretenimiento y no cultura (porque a lo que se le llama cultura…).

Un individualismo que hace gala de incorrecto, de irreverente, de maleducado, que afirma que lo contrario es de progres afeminados… o similar, así, desvergüenza sin complejos.

Un individualismo que apuesta por las apuestas para saltar cuánticamente de clase.

Un individualismo que habla de una meritocracia que no puede suceder pues la intervención de la estructura formativa la hace imposible para quien no pueda pagársela. Muestra de ello son las formaciones basadas en másteres que tanto se estilan, las universidades privadas y cada día más orientadas a fabricar engranajes (Bologna mediante).

Un individualismo que opina que la empatía es ingenua, pero que no tiene reparos en defender «a los suyos» de la manera más tribal posible.

Un individualismo que somete a las mayorías de diferentes a la minoría de homogeneizadores como si apartarse de la norma fuese delictivo (y pronto…)

Un individualismo que considera innecesario tener un servicio asistencial que cubra a la totalidad de los individuos que conforman la colectividad, sino tan sólo a aquellos que puedan permitírselo, porque en realidad es un individualismo de mentira: No es la libertad del individuo la que se persigue, sino la libertad del consumidor. Si no tiene capacidad de consumir, no es ciudadano.

Hoy estoy triste y no merece la pena hablarlo mucho más. Sé lo que hay. Lo palpo en la calle. Lo vivo en mi portal. Lo veo en cada excursión.

Hoy la voz de la sociedad ha dicho: no quiero ser una sociedad, quiero ser un grupo de consumo, quiero ser la quintaesencia del capitalismo más despiadado, pero quiero ser rico… y a los demás que los folle un pez.

Hoy no me atrevo a expresar otra cosa que la que salga del diccionario, sin más añadidos, así que me he lanzado a este juego definicional oulipiano:

libertad o socialismo

Estado de quien no está preso o sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio de quien no está dominado por un sentimiento o conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

individualismo o socialismo

Tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales
o
sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Idea religiosa, económica, política, artística, etc., que se orienta a combinar ideas en la mente y ejecutar o practicar algo con condición de independiente del resto de las personas, o sin poner en una cosa algún objeto para que no se caiga por reglas que se deben seguir o a que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades comunes a todos los individuos que constituyen un todo, o a muchos objetos, aunque sean de naturaleza diferente
o
conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

vs

libertad o socialismo

Estado de quien no está preso
o
sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio de quien no está dominado por un sentimiento
o
conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

Fuck VOX

Por supuesto que estoy de acuerdo con Fuck VOX: no es complicado, pues es un partido que representa todo aquello que repudio con todas mis fuerzas: machista, racista, clasista, violento, intolerante, etc, etc, etc.

Pero.

Sí, voy a poner un pero a este «fuck VOX» y no tiene nada que ver con que se utilice el inglés (un idioma que nos coloniza paso a paso), sino con el hecho de que no podemos atraer tan sólo con negativas.

Hay mucho que ofrecer, no sólo la exclusión a VOX sino un mundo en el que estas ideas no tengan cabida, ofrézcanme un ideario, un programa, programa, programa, que me convenza (me tienen casi preconvencido, sólo hay que articular en positivo lo que queremos).

Quiero un mundo igualitario, feminista, inclusivo, quiero apoyos a colectivos sociales que lo están pasando peor en un sistema cruel e insolidario, quiero una república, quiero una república, quiero una república laica, completamente laica, donde la religión esté relegada al ámbito privado, por supuesto sin financiación pública, ni reconocimiento de «el sentir religioso» como si negasen «sentir no religiosos», quiero una sanidad pública, quiero una educación pública de calidad, financiada con una tasa impositiva que repercuta más sobre quien ingrese más, sin ningún tipo de privilegio, quiero que la carta de los derechos humanos no sea papel mojado ni un mero horizonte, sino una realidad a la que ceñirse para incrementar la libertad desde ahí, no desde la estúpida dicotomía de «libertad o XXX».

Quiero una condena contundente a toda violencia más allá de los mínimos límites puestos ahora mismo, que condenen socialmente a cualquier maltratador, hasta el punto máximo aplicado con contundencia a esa lacra que debería acordarse en denominar terrorismo machista.

Quiero una posibilidad de reconocimiento de las diferencias culturales identitarias hasta el punto de que se pueda plantear estructuras federales o diferentes encajes territoriales, como si cualquier asunto de esta índole fuese materia política y por tanto materia de debate parlamentario.

Quiero que el respeto a las libertades individuales no esté por encima de las libertades sociales hasta convertir al ser humano en lobos devorándose a sí mismo para garantizar su derecho a matar a la otredad.

Quiero tantas cosas… que no tengo que «fuck vox» para ello. Quiero que VOX no sea votado porque la población comprenda que lo que pide esa formación es inaceptable en una democracia que dice perseguir unos estándares de libertad, igualdad y fraternidad propios de una civilización que busca mejorar la calidad de vida de la sociedad.

Quiero, claro que sí, que haya un cordón sanitario o como se le quiera llamar, para garantizar que quien hace apología de la violencia machista, racista, etc, no pueda estar en las instituciones que se supone que están para protegernos a modo de contrato social, pero sobre todo, quiero enamorar a quien de mí no se enamora…

Porque sin amor no puede haber una política constructiva que ilusione y gane elecciones.

¡Más amor y menos odio!

Y desde ahí… ¡Yo votaré el 4M!

Vacunaciones de la élite

Las infantas (siempre pienso en Las Meninas velazqueñas) se han vacunado saltándose, como no podía ser de otra manera, el protocolo que aplica a los demás ciudadanos del país.

Pero lejos de suponer un problema, lo veo como un servicio público, pues tanto esta irregularidad como otras de los miembros de la élite (porque hay una élite, casi inalcanzable), están sirviendo para que nos demos cuenta de lo deseables que son las vacunas, disipando de una manera rastrera el debate antivacuna o negacionista, sin más que añadir que ponerse por delante para mostrar su egoísmo.

Y como de egoísmos va el tema: todo el mundo quiere, ahora, vacunarse también. Bueno, pues bienvenida sea la idea, pues ha de alcanzarse un mínimo del 70% de personas vacunadas para que una enfermedad sea erradicada y pueda haber gente que diga que no necesita vacunarse para estar a salvo… dentro de ese 30% o menos de otra élite diferente, o no tanto.

Y seguimos…

El esclavo, de James Oppenheim

James Oppenheim (1882-1932)

Libertaron al esclavo, rompiendo sus cadenas…
Y quedó tan esclavo como siempre.

Estaba todavía encadenado al servilismo,
estaba todavía maniatado a la indolencia y la pereza,
estaba todavía atado por el miedo y la superstición,
la ignorancia, la suspicacia, el salvajismo…
La esclavitud no estaba en las cadenas,
sino en él mismo…

Solo se pueden libertar los hombres libres…
y esto es innecesario:
los hombres libres se libertan solos.

Es un poema maravilloso que cada vez que leo me sorprende más, escrito a comienzos del SXX y tan vigente hoy como entonces: ¿Tiene sentido la libertad regalada o consentida? ¿Tiene sentido la libertad si mentalmente somos esclavos? ¿Qué es la libertad? ¿Qué es la esclavitud?

Quizá me hago estas palabras porque no soy esclavo.
¿Pero soy libre?

Como diría Roberto Iniesta, el ínclito Robe de Extremoduro: «Podéis hacer lo que queráis, ya sabéis, estáis en un país libre. Eso sí, que no os vean.»

La infanta se va de España, como su abuelo.

No puedo entender que este letrerito haya causado una polémica que termine con la destitución de las personas que lo han elaborado, más o menos accidentalmente (o no).

¿Acaso hay algo de incierto en el hecho de que Leonor (la infanta, es decir, la persona que por el derecho que le otorga su sangre, su ADN azul, va a tener una paga vitalicia y la posible responsabilidad y honor de representar al estado que no la ha votado, al menos individualmente), esa Leonor hija de rey, nieta de rey, va a irse de España como hizo su abuelo?

Independientemente del motivo (que a continuación comento), se va de España por una serie de años en los que las arcas del estado (vía asignación real) van a financiar su estancia en un privado colegio de Gales.

Es decir, que la educación pública no es suficientemente digna para una persona de su abolengo (que no realengo).

También su abuelo, alias «el emérito», está viviendo fuera de España, parece ser que con otros motivos menos dignos aún, más propios de verdaderos canallas o de sinvergüenzas que huyen de la justicia (también pública) española para ponerse a buen recaudo, aunque nos quieran vender otra motivación.

Si no hubiera (por otro lado) motivo alguno de vergüenza con respecto a la residencia elegida (y financiada también por el erario público) por parte de Juan Carlos de Borbón, seguramente no se habría desatado la estúpida polémica en torno al rótulo en televisión. Pero hay que asegurarse que del rey no se hable, ni siquiera mal, aunque lo merezca.

Y diremos que eso es respeto institucional porque la constitución española protege (blinda) la monarquía de «injurias», pero voy a buscar la definición de injuria a ver si realmente este texto contiene alguna:

injuria. Del lat. iniuria. 1. f. Agravio, ultraje de obra o de palabra. 2. f. Hecho o dicho contra razón y justicia. 3. f. Daño o incomodidad que causa algo. 4. f. Der. Delito o falta consistente en la imputación a alguien de un hecho o cualidad en menoscabo de su fama o estimación.

Claro, no se puede ni tan siquiera incomodar… ¡vaya! Sí que hay razones lingüísticas para justificar el despido de los trabajadores que han redactado ese veraz rótulo que asegura, sencillamente, que LEONOR SE VA DE ESPAÑA, COMO SU ABUELO.

Y además de esto, RTVE (mi televisión, pues la financio con los impuestos) se disculpa, SE DISCULPA, ante esta «irresponsabilidad», depurando responsabilidades… o lo que es lo mismo, despidiendo trabajadores, porque según la misma cadena en un comunicado emitido urgentemente, la más importante institución es la corona, por encima, incluso, de la propia constitución.

Comunicado urgente RTVE

La Administradora Provisional única de RTVE, Rosa María Mateo, lamenta profundamente el grave error que se ha producido esta mañana durante la emisión del programa La Hora de La 1 y ha adoptado medidas inmediatas para que los responsables de esta equivocación sean relevados de sus puestos.

Durante la emisión de una información relativa a los próximos estudios de la Princesa Leonor en Gales, se ha sobreimpreso un rótulo con la leyenda: «Leonor se va de España, como su abuelo«. Una grave irresponsabilidad que no puede empañar el compromiso inquebrantable de RTVE con la defensa de los valores constitucionales y de las instituciones del Estado y sobre todas ellas, la Corona.

Así que para un bloque político, las derechas, la Corona ha de ser salvaguardada aún a costa de censuras (véase el feo caso Pablo Hasél, por el que medio mundo nos está llamando poco democráticos), aún a costa de derechos laborales, aún a costa de inferencias políticas en un medio bastante más conservador de lo que lo suelen tachar.

Dentro del otro bloque, las izquierdas, desunión, como es habitual. Pero porque en realidad no existen.

Como de costumbre, tengo que encontrar afinidades en los partidos nacionalistas aunque en muchas otras cosas no concuerde con sus propuestas o sus metodologías.

Y mientras, nadie cuestiona que lo más vergonzoso es que para tener una formación de alto nivel, una persona haya de escoger un colegio privado y un colegio fuera de este país.

Y mientras, nadie cuestiona que lo más vergonzoso es que una persona por un motivo tan peregrino como su cuestionable ADN tenga privilegios o posiciones ventajosas de por vida sobre los súbditos del país.

Y mientras, nadie cuestiona que lo más vergonzoso es que uno de esos individuos privilegiados viva en un país de dudosa moralidad escapando de las causas abiertas que deberían tenerlo encerrado en, este, su país.

(Obviamente, por nadie entiendo una minoría tan insignificante como para saber que esta situación no cambiará en toda mi vida).

¿Puede el deporte no ser machista?

Nota aclaratoria: Este escrito no es en absoluto un lamento por pérdida de privilegios (creo)

Hace unos días se daban los pasos necesarios para la aprobación de la conocida como Ley Trans, que pretende eliminar las discriminaciones por razones de género en colectivos o sobre personas cuya identidad sexual no sea cis, amén de aquellas otras personas que tengan identidades no binarias o, incluso, fluidas.

Está claro que hay cavernas donde ni siquiera es menester dialogarlo porque a duras penas entenderán que una persona pueda ser diferente a «como dios manda«, aunque por supuesto ese dios sea barbudo… por la gracia de dios.

Pero fuera de esas cavernas, el tema está siendo abiertamente conflictivo, entre otras cosas, incluso, por parte de colectivos feministas que habían puesto a la mujer (mujer cis) como sujeto de la reivindicación igualitaria (o identitaria).

No menos cierto que parte del mismo conflicto tiene que ver con los intereses relacionados con la explotación económica de los vientres gestantes (vientres de alquiler) y su desregulación que tienen en mente colectivos (cis y trans) que no pueden concebir un nacimiento genético (por llamarlo así) sin ayuda externa (que se está deseando externalizar hasta formar empresas de trabajo temporal para tener bebés por encargo).

Además, es el caldo de cultivo óptimo para desagrupar colectivos combativos e incómodos para el sistema, como el ahora mismo fracturado LGTBIQ+ y aplicar el célebre «divide y vencerás» juliano.

Hay muchas razones para ser precavido en opinar sobre temas como este, que pueden acabar por enfrentar desde lo más irracional posible: la identidad. No se es algo por razonamiento, ni por ideología, sino por IDENTIDAD.

Y ahí radica parte del problema que se viene viendo venir desde hace tiempo: las nuevas generaciones de colectivos (no sólo minorías sexuales, sino también racializadas (aborrezco esta palabra, aunque comprendo la necesidad urgente de ese colectivo aludido de esta manera)) no luchan en el reconocimiento de derechos igualitarios, sino identitarios. Poder afirmar su identidad públicamente sin que ello conlleve un perjuicio ni merma alguna de derechos.

Me parece crucial que así sea, faltaría más. De hecho, cuando pienso en que la lucha está en esta fase, siento cierta satisfacción al creer que se ha avanzado en luchas sociales hasta el punto de poder reclamar ese derecho (en absoluto baladí).

Otras veces siento que se ha perdido el sentido de la lucha, al menos como yo la entendía (hombre cis heterosexual, blanco y de clase media, europeo occidental). Para mí la lucha estaba (y creo que sigue estándolo) en desear los mismos derechos humanos:

Considerando que la Declaración Universal de Derechos Humanos proclama que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esa Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Por motivos de urgencia (por ejemplo el indecentemente alto índice de feminicidios) se ha ido situando la lucha en la defensa emergente de las vidas de personas maltratadas (mujeres cis en la inmensa mayoría de los casos) hasta buscar leyes que las amparen por su identidad.

Por los mismos motivos de urgencia (maltrato generalizado de la transexualidad) ahora también se busca la protección de esos colectivos (que son personas, no sólo abstracciones) que buscan leyes que los amparen por su identidad. Identidad que, incluso, se contempla que pueda ser «elegida».

Y estos dos últimos párrafos generan conflictos tan «sencillos» como el que surge al reservar espacios reservados para mujeres (cis) y era algo a lo que estábamos acostumbrados en múltiples contextos: cárceles, iglesias, mezquitas, vestuarios, gimnasios, piscinas, deportes… por no hablar de personas que dicen: «los hombres que se sienten juntos» o «las mujeres juntas» o cosas por el estilo que siempre han sido algo deplorado por mí.

Con respecto al deporte, hoy he leído un artículo que decía que «la ley trans propuesta choca con las normas del deporte» y se argumentaba en función del grado de testoterona que hay en sangre o similar para ver si se pueden aplicar unas nuevas reglas que excluyan o permitan competir a determinadas personas en una determinada prueba so pretexto de que en caso de competirse sin esas pruebas hormonales las competiciones las ganarían previsiblemente mujeres trans (u otras personas que se identifique como mujer).

Es casi imposible que esa ley salga adelante tal y como está escrita y no deja de ser un borrador sobre el que están trabajando para conseguir homologar derechos para todas las personas, pero en parte están haciéndonos ver que la mayoría de nuestras actividades estaban inmersas en un constructo cultural (heteropatriarcado) impuesto a lo largo de milenios y cuya revisión es mucho más compleja de lo previsto.

En mi caso, siempre he considerado el deporte de competición (prácticamente sin excepción) una sublimación de una violencia intraespecífica, una creación cultural para evitar que «los hombres» se peguen (luchen) sin reglas que les sometan a un entorno protegido. En realidad, iría aún más lejos y diría que toda competición tiene en su esencia una guerra en la que individuos humanos pueden competir por sus alimentos, el agua, el espacio, la luz, la posibilidad de aparearse o cualquier otro recurso que puedan necesitar para sobrevivir y reproducirse. Así hasta llegar a pensar que la violencia de género está mucho más profundamente incrustada en nuestra sociedad de lo que se suela suponer, como que el propio sistema capitalista no es ni más ni menos que una emanación de ese constructo socio-cultural.

A mí me diagnosticaron epilepsia siendo un niño, y me dijeron que debía evitar toda competición. Quizá eso fue lo que me apartó de los deportes, pero el caso es que también me apartó del sentido de competición necesario para desear vencer, para desear tener éxito. (No sé si esa recomendación fue algo tendenciosamente eugenésico, pero ahora que lo pienso algo de ello hay).

Obviamente, no tengo soluciones que aportar a un problema de una complejidad que sobrepasa con creces mis conocimientos de todas las situaciones posibles para todas las identidades posibles. Así que este texto es una tontería con la que expresar mis propias dudas a fecha de hoy, que seguramente serán distintas dentro de una década pues, aunque a veces no lo parezca, la sociedad y sus construcciones culturales asociadas mutan más rápido de lo que creemos y, en ocasiones, más lento de lo que deseamos.

El adiós de Iñaki Gabilondo

He seguido durante años la trayectoria de quien considero el mejor comentarista político que ha tenido el periodismo patrio en las últimas décadas, hasta que las redes sociales y el griterío impuesto política y socialmente ha terminado por agotarle (supongo que los 78 años de vida no ayudan, ni una pandemia global…)

Me entristece que abandone, pero le comprendo tanto que el silencio me atenaza cada día más, hasta el punto de que sólo quiero escribir poemas que no tengan el más mínimo sentido o interpretación con la que generar otro altercado airado.

Llevo desde marzo (confinamiento mediante) dejando de lado la mayor parte de las conversaciones que lo único que buscan es convencerme de algo. Sea lo que sea. Me cansa. Recuerdo el texto de «Lo Neutro» de Roland Barthes y no puedo sino subscribir cada una de sus palabras, escritas casi antes de que yo naciese.

También recuerdo la tristeza que sentí (y el enfado, pero antes me enfadaba) cuando cerró CNN para pasar a ser Gran Hermano 24h.

Ahora ya casi ni siento enfado (diría que no me merece la pena) y sí algo de tristeza, pero cada día también menos, quizá porque estoy tan pesimista que me parece el lógico o natural devenir de los acontecimientos.

Echaré de menos a Iñaki Gabilondo de quien tengo más de 10 artículos comentados en este humilde diario tras haber sido seguidor suyo desde hace tanto tiempo, desde hace tanto que no se llamaba seguidor a quien leía o veía los vídeos de otra persona a quien, por supuesto, nunca se llamó influencer.

The crown

¿Qué hace un republicano convencido como yo viendo un producto como The Crown?

Es una producción cuidada con todo detalle, con un exquisito mimo por la verosimilitud hasta resultar tan creíble que puede ser tildada de falso documental. Pero es falso. Y no, no es documental, aunque documente algún episodio histórico en más de una ocasión.

Pero eso sólo no es suficiente para conseguir engancharme a una serie de la que llevo ya vistas 4 temporadas, principalmente porque a Carmen le gusta mucho ese ritmo lento que lleva y esa ambientación tan maravillosamente recreada.

A mí sencillamente me harta ver a una panda de chupópteros gorrones aprovechados lamentándose de sus vidas como si no pudiesen dejarlas y dedicarse a otras muchas cosas.

No he conseguido empatizar con ningún personaje desde el comienzo de la emisión. Tampoco ahora con la acalorada disputa sobre si Lady Di es más o menos «campechana», como si no tuviese suficiente con nuestro emérito patrio.

Ayer, viendo el episodio 8 de la 4 temporada, tuve un pensamiento extraño:

La primera ministra Thatcher, ejemplarmente interpretado por Gillian Anderson, discutía sobre las sanciones (o no sanciones) que habían de ponerse a Sudáfrica por el fatídico régimen del Apartheid, al que la reina parece que sí quería ponerle fin.

Carmen me preguntó que yo qué opinaba… y no supe qué contestar.

Por muy en contra que pueda estar del racismo clasista de M. Thatcher, no dudo nunca en estar en contra de la monarquía, constitucional o no, así que habría tenido que estar en ese presunto duelo del lado de Margaret. Pero eso era ir contra mis principios… ¿o no?

Más allá de saber que es ficción y no necesito que me lo aclaren (parece ser que hubo presiones para que así lo hiciese Netflix), a veces da en plantear algunas cuestiones que son interesantes.

Por lo demás, es un producto vacuo y bonito. Un lindo blanqueo de unos personajes que, en el mejor de los casos, me encantaría que abdicaran inmediatamente para dejar de quejarse por sus privilegios… y lo cansado que es todo todito.

¡Ay, y yo acordándome de Cromwell!

Búsqueda de palabras en la RAE en línea de comandos

He fabricado un script (un lote de comandos) de bash shell en Linux para descargar y juguetear con búsquedas en la RAE, ya que resulta complicado pedir que tengan la deferencia de hacerla disponible para el público, como si la RAE fuese un organismo público pagado con dinero público.

Es el paso intermedio entre buscar una palabra y descargarme el diccionario completo palabra a palabra. Ahora toca hacer un pequeño programita que lo invoque para cada una de las palabras que tecleé para el proyecto de Isidoro Valcárcel Medina hace unos años y traiga sus definiciones.

Lo he llamado buscaenrae.sh.

Esta versión está modificada sobre la que publiqué hace unos días para subsanar errores relacionados con las palabras que contienen varias entradas/acepciones (no es lo mismo acepciones que entradas y soy consciente de ello, pero no es importante), así como para retirar las conjugaciones en los verbos.

#!/bin/bash

### FUNCIONES ÚTILES PARA EL PROGRAMA
# uso() Instrucciones del programa y salida en caso de error.
uso () {
  echo "Uso: $0 salida palabra"
  echo -e "\tsalida es un valor númerico que identifica:"
	echo -e "\t[0] para generar un archivo HTML con la respuesta"
	echo -e "\t[1] para generar un archivo TXT  con la respuesta"
	echo -e "\t[2] para generar una línea  TXT  con la respuesta"
  exit
}
f_verbos="00000_VERBOS.txt"
f_errores="00000_ERRORES.txt"

# CONTROL DE ENTRADA DE VARIABLES y ASIGNACIÓN
if [ $# -lt 2 ]
then
  # Reportar uso inapropiado
  uso
else
  salida=$1
  if [ $# -eq 2 ]; then
    palabra="$2"
  elif [ $# -eq 3 ]; then 
    palabra="$2 $3"
  elif [ $# -eq 4 ]; then 
    palabra="$2 $3 $4"
  elif [ $# -eq 5 ]; then 
    palabra="$2 $3 $4 $5"
  fi
  # echo "Palabra es #$palabra#"
fi

# CONSULTA DEL SERVIDOR de la RAE simulando ser uno de los diversos navegadores posibles
navegador=(
  "Mozilla/5.0 (X11; Ubuntu; Linux x86_64; rv:15.0) Gecko/20100101 Firefox/15.0.1"
  "Mozilla/5.0 (Windows NT 10.0; WOW64; rv:77.0) Gecko/20100101 Firefox/77.0"
  "Mozilla/5.0 (Windows NT 6.1; WOW64; rv:77.0) Gecko/20190101 Firefox/77.0"
  "Mozilla/5.0 (Macintosh; Intel Mac OS X 10_9_3) AppleWebKit/537.75.14 (KHTML, like Gecko) Version/7.0.3 Safari/7046A194A"
)
rnd=`echo $(($RANDOM%${#navegador[@]}))` # Elegimos un navegador al azar
# Hacemos la petición a la web de la RAE
curl -s --user-agent "${navegador[$rnd]}" https://dle.rae.es/"$palabra" > ./"$palabra.html"

# PROCESAMOS EL ARCHIVO OBTENIDO (Cortamos, retiramos lo innecesario, etc)
# Si se trata de un verbo, quitar las conjugaciones
id_conjugacion="
" esunverbo=`grep -c "$id_conjugacion" ./"$palabra.html"` if [ $esunverbo -gt 0 ] then echo "$palabra es un verbo" >> $f_verbos # ELIMINAMOS la(s) CONJUGACIÓN(ES) sed -i "/${id_conjugacion}/d" ./"$palabra.html" fi # Si tiene más de una acepción (Calcular cuántas después de saber si es un verbo) id_acepcion="
" num_acepciones=`grep -c "$id_acepcion" ./"$palabra.html"` # Si no tiene acepciones, la palabra no existe. No continuamos. if [ $num_acepciones -eq 0 ] then echo "$palabra no se ha encontrado en la RAE" >> $f_errores rm "./$palabra.html" exit fi # PARTIR en $num_acepciones EL FICHERO $palabra.html" # acepciones y acepciones_fin son 2 arrays de líneas PRECISO CONVERTIRLOS a cortes[] acepciones=`grep -n "$id_acepcion" ./"$palabra.html"|awk -F":" '{print $1}'|sed ':a;N;$!ba;s/\n/ /g'` c=0 for i in $acepciones do let cortes[$c]=$(($i)) let c=$(($c+1)) done acepciones_fin=`grep -n "$id_acepcion_fin" ./"$palabra.html"|awk -F":" '{print $1}'|sed ':a;N;$!ba;s/\n/ /g'` c=0 for i in $acepciones_fin do let cortes_fin[$c]=$(($i)) let c=$(($c+1)) done # GENERA FICHEROS palabra.X.html por cada ACEPCIÓN for (( i=0; i<$num_acepciones; i++ )) do # echo "El comienzo del corte está en ${cortes[$((i))]}" # echo "El fin del corte está en ${cortes_fin[$((i))]}" sed "${cortes[$((i))]},${cortes_fin[$((i))]} !d" "./$palabra.html" > "./$palabra.$i.html" # Distintas salidas del programa, en función de la variable "salida" if [ $salida -gt 0 ] # Salida a modo TXT then w3m "./$palabra.$i.html" > "./$palabra.$i.txt" if [ $salida -gt 1 ] # En una sóla línea then sed ':a;N;$!ba;s/\n/ /g' "./$palabra.$i.txt"|sed 's/ / /g' > "./$palabra.$i.1linea" fi fi done # BORRAR indica si dejar o no los archivos que no se deseen como salida BORRAR=1 if [[ $BORRAR -eq 1 ]] && [[ $salida -gt 0 ]] then rm "./$palabra."*html if [ $salida -eq 2 ] then rm "./$palabra."*txt fi fi # SALIDA FORZADA exit

Las primeras pruebas las he realizado con la palabra palabra, como debe ser.

buscaenrae.sh 2 palabra
Esto no es una broma