Serpiente, elefante o sombrero

El otro día, durante un taller de Poesía Visual que impartí, recordaba la historia del Sombrero que era una Serpiente que se había comido a un Elefante. Aquella divertida e ilustrativa anécdota de El Principito:

Recordaba esto porque me parecía que quien no era capaz de ver más que el sombrero, no podría nunca entender la Poesía (ni visual, ni textual). Es necesario ver el elefante y la serpiente… pero, por si no ha quedado claro, ver otras posibilidades que no me hayan dicho que existan. En caso contrario, estamos viendo el sombrero.

Me ha gustado encontrarme, divertido, el siguiente dibujo que juguetea con esa imagen de una manera nueva y, sin embargo, clásica.

Relojudías

relojudía

Dentro del Taller de Poesía Visual y Escénica que coordiné en El Patio de Martín de los Heros, durante el fin de semana del 18 y 19 de Enero de 2014, propuse hacer algo con 12 judías a cada asistente.

Yo, pasado el tiempo, acabé por hacer algo que tuviese que ver con eso, con el tiempo; e hice este relojudía.

Ahora, las judías quedarán guardadas para poder repetirlo cada cierto tiempo por otros lugares o sugerirle a otras personas que inventen otro objeto con ellas.

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Concluye el X Encuentro de Arte de Acción Acción!MAD13

acciones cotidianas

Con ocasión de la conclusión del X Encuentro de Arte de Acción Acción!MAD13, fui invitado a participar en la despedida, realizada desde hace años mediante una convocatoria muy abierta de acciones mínimas.

Esta vez, se contextualizaban dentro de la exposición de Velada de Acciones Cotidianas // Viernes 29 de noviembre de 20 a 24 h.

Participan: Joan Casellas, Yolanda Pérez Herreras, Pedro Bericat, Fernando Baena, Nieves Correa, Luis Fores, Giusseppe Dominguez, Analía Beltran, Marianela León, Seafree, Belén Cueto, Lucas Agudelo, Alba Soto Isabel Corullón, Alexander Rios, Pepe Murciego, Violeta Nicolas, Luis Elorriaga y otros…

En el marco de la exposición: ACCIONES COTIDIANAS 2010/2012 de Abel Loureda / CAM Centro De Arte Moderno-Madrid.

La exposición de Abel fue de lo más sugerente, basada en fotografías que había tomado gente a lo largo de varios años durante los cuales él había escrito en su muro de FaceBook el microguión de una «acción cotidiana», del tipo: «Peínese con un tenedor».

El lugar elegido para la exposición y para esta clausura fue también acertado, pues Matadero de Madrid para algo tan claramente «familiar» que casi parecía una fiesta privada, era un lugar mucho menos adecuado. Quizá este desconcertante ambiente fiestero, de cenita informal, es lo que menos me agradó, me resultó complejo pensar en atraer a alguien que no sea un incondicional del sector a un evento que no tenía mucha organización, salvo la que pudo imponer Abel.

Sin embargo, el número de cámaras de fotos y/o vídeos por metro cuadrado daban fe de que se trataba de algo importante. Aunque era difícil distinguir qué era lo importante. Hasta el punto de que me preguntaba si mientras Yolanda Pérez Herrera estaba cortando el jamón para repartir entre los asistentes no era más importante o más dignamente merecedor de ser fotografíado, registrado para la posteridad, que cualquiera de las acciones/performances que se realizaron.

En mi caso, mostré la siguiente idea:


Contrato de Sustitución

Hasta la semana anterior a la convocatoria no tenía nada pensado, ni siquiera si iba a participar, pues tenía que hacer ingresos con las clases particulares. Pero el viernes previo me encontré con Ana Matey y Analía Beltrán quienes me preguntaron qué iba a hacer. Les contesté que no estaba seguro y Analía afirmó que ella tenía demasiadas ideas.

Aquí surgió la mía: Contrataría a alguien (a ella, por ejemplo) para realizar una performance.

Era difícil cuantificar el salario de una performer que tenía que realizar una acción durante 3 minutos. Pero sabido es que el precio/hora no ha de atender únicamente a criterios cronológicos. Ella negociaba tan mal que estaba dispuesta a cobrar 8 €/hora. Le dije, por ello, que era «demasiado artista».

Inmediatamente vino a la memoria esa petición de dinero de Isidoro Valcárcel Medina, cuando quiso recibir 1000 pesetas para presentar un trabajo y le dijeron que era muy poco.

Así que centramos la cantidad en 6 euros. Para mí, había de ser el pago del tiempo de 3 minutos, no el de una hora (3 minutos es la veinteaba parte de una hora).

Busqué un contrato adecuado y lo rellené con aquellos campos que me parecieron oportunos. Estaba claro que no iba a poder tener validez legal.

La acción, en resumidas cuentas, consistía en pagar a alguien 6 euros para que realizase una acción en sustitución de una mía.

Esto era una contradicción intrínsica, puesto que el acto de pagar era una acción, pero podríamos decir que se trataba de una metaacción, una acción que contenía una acción.

Además, ponía de manifiesto el hecho de que los que estábamos allí, estábamos realizando obras de arte que regalábamos a los demás, a cualquiera que desease asistir, pues era un evento de entrada gratuita. Es decir, hablaba de un tema recurrente que era el de la financiación de una performance.

Está claro que Analía Beltrán no podría mantenerse con el cobro de un contratista tan miserable como yo que pagaba tan solo 6 euros / performance. Es imposible. Y aún así, ella consideraba que era mucho dinero. Y el resto de los asistentes comentaron en varias ocasiones que se trataba de una cantidad considerable…

Tras aceptar las condiciones del contrato mediante la firma de ambos ante testigos, Analía procedía a realizar su acción sustitutiva de la mía. Aquella por la que yo iba a abonar una cantidad de 6 € en fracciones de pequeñas monedas: 100 de 1 céntimo, 100 de 2 céntimos, 60 de 5 céntimos.

Sentado en una silla, dentro de una caja de cartón marrón, de pequeñas dimensiones, iba depositando las monedas a medida que la acción de Analía tenía lugar.

Transcurridos los 3 minutos, alguna persona comentó que ya se había terminado el tiempo, pero sin embargo ella siguió realizando la acción y yo seguí estirando el abono del efectivo, sin detenerla. Tan solo comentando socarrón que se trataba de horario flexible. Lo cual no deja de ser bastante aproximado a lo que supone un contrato laboral habitual. Al fin y al cabo, ella estaba trabajando el lo que le gusta y, como parece extendido creer, entonces no merece ser pagada.

Al terminarse las monedas, honradamente, le pedí que se detuviese, si lo tenía a bien. Dándole el dinero y agradeciéndole su trabajo. Ella me agradeció a mí el mío y nuestra relación contractual llegó a su fin.

La acción tuvo lugar el 29 de noviembre de 2013 en el Centro de Arte Moderno de Madrid, en el X Encuentro de Arte de Acción Acción!MAD13.

La experiencia religiosa de Ryoji Ikeda

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Si los Cylon tuvieran iglesias, de su único dios verdadero, serían como la instalación data.path del músico y video-creador Ryoji Ikeda, que está expuesta en la tercera planta del ESPACIO de la Fundación Telefónica, abierta al público hasta el 5 de Enero de 2014.

Las instalación consiste en un pasillo de pantallas sobre las que se va proyectando un sinfín de datos sin sentido, pero que forman, acompañados por la desasosegante música de este compositor originalísimo, una experiencia mística, una aproximación a un espíritu digital, a una desgarradora visión de los mecanismos subyecentes a un mundo virtual, a un mundo discreto en el que las matemáticas y la cibernética se hubiesen unido para generar una realidad que traspasa la frontera de lo tecnológico e invadir nuestro analógico cotidiano.

Caminar entre ellos, bajo ellos, sobre los datos, es una sensación única, que nos funde con la naturaleza de aquello que ya forma parte permanente de nuestras vidas, como este teclado sobre el que estoy escribiendo, estos píxeles que están permitiendo, encendiéndose o apagándose, que leas este texto, nos funde con la cartografía secreta de unas galaxias que solo existen en una simulación tan bella como improbable.

Se proyectan datos, puntos que sabemos que están relacionados con una instrucción matemática, programados, acordes a «un plan» secreto, que Ikeda conoce, pero que nosotros tan solo podemos atrevernos a intuir, sabiendo que existe, pero inescrutable, como aquellos caminos del Señor. Datos y puntos acompañados, en ocasiones, de sus referencias posicionales, de sus coordenadas, de su lugar en el mundo, referenciándonos al dudoso lugar que nosotros, humanos, tenemos que ocupar en él.

Atrapamos las letras proyectadas en las manos, intentamos capturarlas como agua de un río que nunca es el mismo río o siempre es el mismo río, vieja controversia presocrática.

Miro absorto el ir y venir de puntos, de dígitos, de letras, de píxeles, en última instancia, que pretenden ser discretos, binarios, blancos sobre negros, pero que no lo acaban de ser, la percepción humana, la mía, se lo impide, quizá la miopía contribuye, pero no es lo único, la escala macroscópica de la proyección hace inviable la apreciación cuántica, discreta, bievaluada.

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Me abandono a ese mirar, ese ir y venir, ese fuego lumínico, esa bella sucesión de un periodo próximo a los 10 minutos, me abandono en una especie de éxtasis, de meditación contemplativa, que no puede y renuncia a capturar la ingente amalgama de datos, en ese camino que nos sugiere Ikeda. Me abandono y recuerdo aquella pretensión de Ad Reinhardt y su monocromía oscura y de espiritualidad rayana en el misticismo.

La música, no obstante, sigue siendo un importante factor presente y de la misma trascendencia que la imagen, aquella que en su día me dijo Jaime Vallaure que me gustaría (y tenía razón), aquella que hizo que conociese Spotify, entre cuyas listas tengo la obra completa de este autor tan sugerente. Hace años que quiero usar su música para un proyecto de sonido y vídeo, pero ver esta obra tan poderosa acompleja sobremanera. Su trabajo tiene tal calidad, tal detallismo, tal pulcritud, que no creo estar en condiciones de no manchar el uso que haga de sus temas.

Ryoji IkedaY la mezcla audiovisual realza cierto carácter dramático, podríamos decir, que además de amenizar la pieza, dota la instalación de un atractivo hipnótico, intenso sin ser cargante. Está perfectamente equilibrada, así como la aparición desaparición de las proyecciones, dejando pausas de luz y sonido que dejan al público (que interactivamente (de verdad) pasea entre la obra) en una especie de suspenso estado de reflexión/contemplación.

Mirar los entresijos, las tripas, el backstage de la instalación no hace sino aumentar la sorpresa, la admiración, contemplando cómo ha conseguido este artista una proyección tan exactamente calibrada, tan asombrosamente sincronizada, tan idealmente adaptada al espacio que, hay que reconocer, ha debido de participar activa y diligentemente en el montaje de una obra cuyas complicaciones técnicas, salvando columnas, por ejemplo, aparenta ser más difícil de lo que parece (aunque esto tenga el aspecto de una contradicción).

Sin entrar en detalles de cómo Telefónica ha conseguido tener la difusión insospechada de ocupar las miles de marquesinas que me alertaron de no perderme esta pieza, en comparación con la escasa de un día (único día) de pianos en la calle Serrano de Madrid, he de reconocer que agradezco que lo hayan logrado y espero que la gente de esta ciudad vaya a visitar la exposición de esta obra de arte contemporáneo que igual consigue que no se oiga esta palabra como un estigma, sino como algo propio de nuestro tiempo, como algo que nos es mucho más propio y cercano de lo que creemos, poseedores de smartphones, tablets, portátiles, televisores de plasma o píxeles, asistentes a una revolución, la tecnológica, que también impregna el arte, de cuando en cuando, con una maravilla como esta pieza de este artista al que seguir la pista.

10 Razones para hacer un taller de Poesía

Hace unos días una amiga me decía que mis convocatorias de talleres de poesía no le parecían atractivas, que no se apuntaría, incluso sabiendo que soy un tipo interesante y divertido. Me resultó todo un desafío pensar por qué no estaba siendo atractiva la información. Y repensarla. He escrito estas 10 razones por las que yo recomendaría apuntarse a mis talleres de poesía. A ver si esto resulta algo más claro:

1.- Asistir a un taller de poesía (al menos de los míos) es una actividad divertida, muy divertida, de hecho. Una de las cosas más sorprendentes es que siempre que sale alguien de una clase de prueba dice algo similar a «jo, pues me lo he pasado mejor de lo que pensaba». Lo que no deja de extrañarme. ¿Es que esperaba pasarlo mal? Y puede que sí, que claro, como no digo esto de que es divertido, pues no se lo espera.

2.- Un taller de poesía (de los míos) no es un curso de literatura. Claro que se leen autores, y hasta se contextualizan, pero de lo que se trata es de escribir, escribir, escribir… Y me pongo pocas veces literario, porque no creo que sea lo que más ayuda a escribir. Me he llegado a encontrar (frecuentemente) que la gente me pide que cuente más cosas de las biografías o de las poéticas de tal o cual movimiento o poeta, pero las clases son cortitas y se va al grano: escribir, escribir y escribir.

3.- Ya, pero ¿cómo escribir? Pues de cualquier manera. Es fácil, tan fácil que parece que no hago nada, ¿qué me enseña un profesor de un taller de escritura? ¡Yo no enseño a escribir! Ni siquiera enseño una poética. Propongo juegos que incentivan, que facilitan la escritura, que hacen que no sientas que eso de escribir es difícil o que tienes que tener algo especial que contar.

4.- ¿Tengo que esperar la inspiración? Pues no. No, no, y no. La inspiración es importante, pero en un taller de poesía (al menos de los míos, insisto) se busca trabajar el músculo, ampliar la mirada, cambiar la manera de ver el mundo, desarrollar la creatividad, trabajar la recuperación del material cotidiano, es decir, que siempre se tiene algo especial que contar. Aunque parezca que no merece la pena, lo que más importa es contar lo propio, lo que a cada cual le ocupa o le preocupa, y eso es lo verdaderamente «auténtico». Y cuando llegue la inspiración… ¡pues que te pille trabajando!

5.- Pero a mí, ¿qué me aporta un taller de poesía? Especialmente en estos duros tiempos de crisis… Pues entre otras cosas, esa de cambiar la manera de ver el mundo que decía antes, puede ayudar a ver belleza donde no la encuentro, o un rato agradable, un tiempo para mí, un tiempo que me doy con el que descubrir mi lado más creativo, más atrevido, y ese atreverse da una sensación de libertad increíble. Y la libertad creativa (casi algo redundante) es algo que procuro estimular por encima de todo en los talleres de poesía que propongo.

6.- Pues yo no entiendo la poesía. Suele ser la objeción más habitual. Esto es lo que tiene que ver con esta cosa de lo contemporáneo. El mundo ya no es tan fácil, al menos no es tan sencillo de entender, y sin embargo es el mundo en que hacer cosas es más fácil de lo que lo ha sido nunca. Creo que gracias a este tipo de talleres se entenderá mejor… no tanto la poesía, como el hecho de que no sea tan necesario entenderla para disfrutarla.

7.- Un taller de poesía (de los míos) no es terapéutico. No va a hacer llorar a nadie, haciendo que tenga que desgarrar sus vestiduras, romper las barreras de su pudor, confesar sus deseos inconfesables. Cada cual, cuidadosamente, irá decidiendo su grado de compromiso personal, íntimo, su forma de acercarse al hecho de poner en público sus textos. Soy especialmente cuidadoso de hacer entender que no hago terapia, no busco que los asistentes estén más sanos, ni que tengan que pasar por más o menos dolorosos procesos catárticos. Es un taller de escritura. Quien quiera terapia, que me pregunte… tengo unas buenas amigas terapeutas que pueden ayudar.

8.- Estar en un grupo de un taller de poesía es integrador, me hace sentir menos soledad. No soy tan raro o tan rara como siempre pude haber pensado si es que estoy leyendo esto. No, de eso nada, hay mucha gente parecida (y diferente al mismo tiempo) que comparten un rato haciendo algo que une, entretenido e interesante. Y encontrar a esa gente, que se trata bien, que se respeta, que se cuida, que se aprecia, que se admira, incluso, es tan bonito que solo por esto merece la pena probarlo. La gente de mis talleres es tan maja… Y dicen que es por mí, pero no me lo acabo de creer.

9.- Taller de Iniciación a la Creación Poética Contemporánea es un nombre bastante pedante, pero es que tengo una pequeña deformación: ser demasiado fiel a lo que digo que hago. Se habla de creación poética y no de poesía, para poder incluir, sin tener que aclararlo, la prosa poética, la poesía en prosa y otras formas contemporáneas, pero contemporánea porque el único que va a decidir si la obra es buena o mala es el poeta. Y esto es un poco desconcertante, porque estamos tan acostumbrados a que nos digan si lo hacemos mal o bien que eso de que no haya nadie que lo diga resulta un poco desalentador, pero luego, superado el primer impacto, es todo lo contrario: se puede sentir esa libertad de la que hablaba antes, ese aire fresco que permite explorar sin miedo lo que cada poeta tenga que decir. Y es un Taller porque se escribe, se escribe, se escribe…

10.- Seguro que hay más de 10 razones que se me ocurren para hacer un taller de poesía (de los míos, al menos), pero si ninguna de esta te ha convencido todavía, puede que no quieras hacer un taller de poesía. Tampoco es tan importante. Hay muchas otras cosas que hacer en el mundo… aunque una hora a la semana, rápida, divertida, interesante, creativa, económica, que te puede transformar la vida, hacia donde tú quieras, libre, fácil, intensa… ¿De verdad que no quieres probar ni siquiera una clase gratis?

Las habilidades y la reproducción

Hablando con Carmen sobre la desdicha de la performance y el arte contemporáneo, y sostenía (en una visión un tanto catastrofista) que era esencial ese desapego del público potencial para con la performance, debido en parte a que no hay habilidades que demostrar.

A la gente le encanta encontrarse individuos que llevan al límite alguna habilidad que los demás no poseen o que realizan proezas, deportivas, dancísticas, teatrales, recitativas, o que tienen una fuerza especial, una brillantez especial, un halo que los convierte en «los más» algo, los únicos en algo. Belleza más o menos superficial también vale. Pero no tener nada «especial«… ¿y entonces para qué mostrarlo?

Acabábamos de ver un formidable trabajo titulado «Fuga Sul Training» de Raúl Iaiza en Residui Teatro y nos fascinó, pero en gran parte, debido a su habilidad casi circense, aunque he de reconocer que él mismo, en una breve charla posterior, comentaba que eso no era importante, que era secundario y que era peligroso quedarse en ello, en la habilidad, en la demostración de la habilidad en lugar de la mostración de un trabajo procesual sin más.

No obstante, la habilidad estaba. Y hablando de ello, acabé citándome a mí mismo en el artículo sobre ¿qué coño es una performance? que había escrito esa misma mañana.

Durante la conversación surgió esta relación: la habilidad «buscada» y la reproducción.

De algún modo, la selección de la pareja con la que llevar a cabo la procreación puede estar asociada con la búsqueda de habilidades que deseemos que la descendencia posea. Así, es posible que se pueda explicar el porqué al espectador medio le atrae aquel arte que de-muestra habilidades y no un arte contemporáneo que no las busca.

Esto permite también explicar cierto paralelismo entre el arte y el deporte, que está relacionado con el éxito o el fracaso, no con la frustración. (Sobre fracaso vs frustración hablaré otro día)

El éxito se busca por el espectador, que busca en el existoso héroe (deportivo, artístico o científico, no importa) una posible pareja reproductiva. Acababa también de encontrarme una relación similar en un libro de correspondencia entre Auster y Coetze, que comenté hablando de la sublimación de la competencia intraespecífica en forma de combate deportivo.

Sigo pensando en ello, en el hecho de que los performers o artistas contemporáneos no parecemos, más o menos subliminalmente, útiles a la manada, ni, desde luego, los especímenes más dotados para generar una descendencia de la especie más apta para lograr el éxito. Sea eso lo que sea. ¿Es posible evitarlo?

¿Pero qué coño es una performance?

Hoy me ha tenido en jaque mi amiga Vicky durante más de 2 horas, acusándome (jejeje) de no explicar con claridad ni saber hacer llegar al público qué es eso de la performance.

Es curioso, porque el domingo, después del debate performático en el que estuve participando en EXCHANGE, Encuentro de Arte de Acción, en Espacio B, el coordinador del espacio me dijo lo mismo. Estuvimos largo y tendido hablando de cómo comunicamos los performers al «público» y a qué tipo de espectador nos dirigimos. Me sentí responsable (en la medida en la que lo soy) de cierta desconexión entre la gente y lo que Yolanda Pérez Herreras llamaba la «gentuza» de la performance.

Es cierto que se hacen cursos de Performance, talleres, etc, pero se suelen promover asumiendo que la persona que se va a interesar en ellos ya sabe algo, si no mucho, de a lo que se acerca. Y acaba requiriendo un trabajo de «limpieza» de prejuicios sobre lo que creen que saben de la performance.

Creo que los que sabemos algo de esto de la Performance (que siempre o casi siempre preferiríamos llamar arte de acción), nos hemos olvidado de aquello que nos acercó a este arte, nos hemos olvidado de que nos hicimos esta pregunta que desató otras:

¿Qué coño es una Performance?

Respuesta (sin mucho contexto): Una manifestación de arte conceptual, en la que aparece la acción como elemento compositivo.

¡Hostia! ¿Y esa es la respuesta? ¿Eso se supone que aclara algo? ¿Qué coño es arte conceptual? ¿Qué es un elemento compositivo? ¿Y una acción? ¿Cualquier acción?

Respuesta (sin mucho contesto): Arte conceptual es un tipo de arte contemporáneo que hace prevalecer el concepto, la idea, por encima de la realización o su materialización objetual.

Y en cuanto a lo de la acción y el elemento compositivo: Pues sí, cualquier acción puede ser usada para componer una pieza performativa o performance.

Bien… ¿Te has quedado a gusto? ¿Arte contemporáneo? ¿Concepto o idea? ¿Realización? ¿Materialización objetual? ¡Venga ya! ¿Y entonces qué queda? Y además, ¿Cualquier acción? ¿Qué me dices? ¿Comerme un plato de lentejas es una performance?

Por partes (o sea, que se va complicando):

Respuesta(s) (sin mucho contexto):

Arte contemporáneo es un tipo de arte que ha roto con la convención de una academia u organización o criterio más o menos objetivo de calidad que determine su valor artístico.

Concepto o idea: cobra importancia el tratamiento «intelectual» que se da a la realidad que deja de intentar ser capturada únicamente por lo superficialmente sensorial (Ejemplo: Las señoritas de Avignon, de Picasso, son señoritas, pero su representación (o el tratamiento que se hace para representarlas) ocurre en el intelecto, se visualizan sus distintas facetas e intentan plasmarse simultáneamente, no desde un único punto de vista, estático (perspectivo), sino desde varios a la vez. Los futuristas harán más o menos lo mismo que el cubismo, pero simultaneando sucesos cronológicamente disjuntos).

Materialización (o desmaterialización): esta es otra frontera tremenda (y tremendamente actual, por otro lado, por la vertiente virtual que conlleva) porque trae a colación el hecho de que, si la idea o el concepto es tan importante, quizá, esa idea o concepto es el verdadero corazón de la pieza, hasta el punto de que el objeto carece de importancia (en este tipo de arte, que no excluye ni tiene por qué entrar en conflicto con que se sigan realizando otras formas artísticas objetuales).

Con respecto a la acción o si sirve cualquiera: sí. Pero la acción ha de ser la acción, no un sucedáneo de otra cosa que no se realiza, es decir, no se trata de emular beber ginebra bebiendo agua que pueda dar el pego: o se bebe ginebra o se bebe agua, pero no se simula… (en cierta ortodoxia). Si bien podemos hablar de acciones metáfora, pero eso es otra historia. Además de que no exista creación de un personaje que no esté embebido verdaderamente en el momento actual y presente de la acción, sino que se es quien se dice ser. No hay un Giusseppe y un «Giusseppe-Performer», sino que Giusseppe=»Giusseppe-Performer», lo que vendría a ser equivalente a una ecuación que adoran usar los performers: Vida=Arte (y que para mí es más una utopía que una concreción).

¡¡¡Joooooder!!! Esto se dispara: Varias preguntas por partes también:

¿Entonces, en el arte contemporáneo, si no hay valor objetivo de calidad, qué determina qué cosa es una pieza de arte?

¿Pero es posible no ser siempre, de una manera inconsciente, un personaje, una máscara que se muestra cuando se está de cara al público?

¿Si cualquier acción puede ser una performance, qué las distingue de aquellas que no lo son? ¿Todo lo que hago en mi vida es una performance o un conjunto de ellas? ¿Puedo ensayarlas? ¿Si he realizado una acción, puedo repetirla?

Ufff… sigue disparándose el tema y tengo que ir a hacer la comida, pero, respondo como puedo a las múltiples preguntas que surgen:

Al no haber valor objetivo de calidad, la verdadera calidad de la obra radica en algo íntimo que el artista o creador sabe en su interior y no puede comunicar, que tiene que ver con lo que Rilke llamaría «necesidad» de realizarla. Hay una honestidad íntima que se manifiesta en coherencia en la trayectoria… no, no queda otra cosa para saber si un artista contemporáneo es «bueno», que saber si sabe de qué está hablando. Si no lo sabe, la verdad es que está haciendo arte vacuo. No está estafando, es, simple y llanamente, simpleza.

Con respecto a la creación «inconsciente» de personaje, nada que decir: hablamos de lo que es creación consciente. Lo que el inconsciente hace… es inconsciente. No sé si me explico.

Cualquier, insisto: cualquier, acción (o conjunto de acciones) puede ser una performance. Lo que las hace diferentes es algo a lo que llamamos Intención. Como ejemplo aclaratorio de lo que es la intención: aquello que distingue un beso de un beso. (¿Se entiende?) Besar a alguien en una película, o besar a una amiga, o abrazarla… o besar a una persona a quien deseas sexualmente, o abrazarla… todo cambia, aunque desde fuera sea imposible apreciar el más mínimo cambio.

Sobre si puedo ensayarlas: supongo que cada cual puede hacer lo que quiera, como los besos, pero no sabrá lo que es besar (un beso de amor) salvo que bese de verdad (jajajaja, como la española cuando besa…). Y en cuanto a repetirlas, pues lo mismo. Al fin y al cabo, cada cual decide qué desea hacer… y la intención tiene, de alguna oscura y mistérica manera, que ver con el deseo.

Sé que quedan muchas más preguntas por responder, por formular, por investigar… pero he de reconocer que tengo que hacer la comida, insisto, y no puedo seguir… además de no estar seguro de que lo que estoy respondiendo sea tan cierto como deseo. Seguro que hay otras opiniones bien fundamentadas sobre ¿Qué coño es una performance? que igual no irían por los mismos derroteros que esta conversación más o menos reconstruida a partir de la que he tenido con mi amiga, pero estas son las mías desde el aquí y el ahora.

Espero que sirvan y aclaren…

Plantar un Soneto

¿Una acción o un poema?

No sé muy bien si lo que hice el sábado 14 de septiembre de 2013 en la noche del último Encuentro Internacional de Arte de Acción de Caudete fue una acción o un poema.

En realidad (lo otro era irreal), sí que lo sé: es la acción de escribir un poema visual, convirtiéndolo así en un poema acción. Un poema, en resumen. De hecho, un soneto, un soneto a la cola de los escritos por el gran Joan Brossa, plantado en tierra siguiendo la partitura que presento:

Plantando un soneto

Pensada para ser realizada en el X Encuentro Internacional de Arte de Acción de Caudete, Albacete el 14 de septiembre de 2013.

Acción consistente en plantar poemas (de un libro mío, preferentemente) y regarlos. Puede ser realizada a lo largo de una duración no especificada. En tiesto o en suelo virgen. Fue escrito un primer boceto en Mayo de 2009.

Tomar el libro de Territorios, en una edición de las más antiguas, y elegir 14 poemas a plantar en bloques de 4, 4, 3 y 3, formando una hilera de poemas que a su vez constituyen versos de un soneto visual.

Para que puedan crecer, deben ser regados, creados pequeños alcorques, así como clavadas unas varillas sobre las que vayan a sostenerse a medida que se desarrollen.

¿Cómo y con qué se abona la poesía?

Elegiré un material que me parezca adecuado para llevar a cabo esta función. Tras abonar, tenderé unos hilos entre las varillas verticales, cavaré pequeños canales laterales, enmarcaré el poema. Lo regaré con vino tinto que, idealmente, irá goteando por las hebras de hilo, parafraseando a José Zorrilla: «Hilo a hilo y gota a gota».

Tras terminado el plantío, fotografiar y esperar a que nazca el primer poema.


plantar. (Del lat. plant?re). 1. tr. Meter en tierra una planta, un vástago, un esqueje, un tubérculo, un bulbo, etc., para que arraigue. 2. tr. Poblar de plantas un terreno. 3. tr. Fijar verticalmente algo. Plantar una cruz 4. tr. Fundar, establecer. Plantar la fe 5. tr. coloq. Dar un golpe. 6. tr. coloq. Poner o introducir a alguien en una parte contra su voluntad. Plantar en la calle, en la cárcel 7. tr. coloq. Dejar a alguien burlado o abandonarle. 8. tr. coloq. Decir a alguien tales claridades o injurias, que se quede aturdido y sin acertar a responder. 9. tr. p. us. Asentar o colocar algo en el lugar en que debe estar para ser usado. 10. tr. p. us. Establecer un sistema, una institución, una ordenación, una reforma, etc. 11. prnl. Resolverse a no hacer o a resistir algo. 12. prnl. coloq. Ponerse de pie firme ocupando un lugar o sitio. 13. prnl. coloq. Llegar con brevedad a un lugar, o en menos tiempo del que regularmente se gasta. En dos horas se plantó en Alcalá 14. prnl. coloq. Dicho de un animal: Detenerse obstinadamente. 15. prnl. coloq. En algunos juegos de cartas, no querer más de las que se tienen. U. t. c. Intr.

soneto. (Del it. sonetto, y este del lat. sonus, sonido). 1. m. Composición poética que consta de catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. En cada uno de los cuartetos riman, por regla general, el primer verso con el cuarto y el segundo con el tercero, y en ambos deben ser unas mismas las consonancias. En los tercetos pueden ir estas ordenadas de distintas maneras.

Siempre llevo a cabo modificaciones a la propuesta más o menos controlada inserta en esta partitura, como fue el hecho de elegir que mis vísceras fuesen simbolizadas metafóricamente por mi ropa, que este abono fuese el hilo, a modo de regadío por goteo, o que se realizase sobre un barreño rectangular que pudiese, remotamente, evocar una hoja de papel, o el rectángulo de un ebook. 🙂

Me ayudé de 14 almendras que, metidas en mis bolsillos (8+6), eran utilizadas para, envolviéndolas con ellos, plantar los poemas de mi libro (¡había ido allí a hablar de mi libro!) y los aboné (amén de con mis metafóricas entrañas) con 14 poemas del libro Poesía del Siglo de Oro Español, ejemplar que, al final de la noche, acabó ardiendo en las llamas de una preciosa hoguera.

En lugar de vino para regar las semillas, usé un añejo martini rojo, que aún era más interesante, entre otras cosas, por estar en el lugar desde el primer encuentro, hace 10 años.

Por lo demás, me atuve a la esencia de la propuesta y me quedé, he de decirlo, bastante satisfecho.

Notas de acciones y otras cosas

Instalación

Oír a otra persona usando un «medio» en directo y en persona. Algo así como usando auriculares aislantes y sendos micrófonos conectados a un aparato que, eventualmente, graba. Podría ser online/skype, con dos portátiles enfrentados.

Recordar la instalación de una pieza de música clásica conocida, por ejemplo, la novena sinfonía de Beethoven, asociada a un ecualizador gráfico. Sala a oscuras. Solo debe ser visto el ecualizador. No oír nada, o, en su defecto, conectar auriculares con sonido de mar que no corresponda al movimiento de luces del ecualizador.

Relación entre música y números y bits. Más o menos como entre líneas, fotogramas y películas. Recordar la música de Ryoji Ikeda. Insertar líneas en fotogramas montando un audiovisual que relacione esa música con la frecuencia de aparición de las líneas, su disposición espacial, vertical preferiblemente, y su grosor o color.

Acción: Abrir 27 puertas en 1 día. Escribir (o poner de algún otro modo) una letra por puerta.

Fotografía

Fotografiar copas con distintos líquidos o sólidos. Quizá también algún gas, visible o invisible. 27 Fotografías.

Fotografiar mesas con distintas cosas a modo de bodegones, con una descripción adyacente. Montar dípticos con las fotografías (cuadradas) junto al texto (en caracteres monoespaciados) escrito en blanco sobre negro.

Escritura y palabra

Empezando a contar algo sin saber el qué (al modo de Conferencia sobre nada, de John Cage) y terminar cuando se acabe la luz solar.

Escribir palabras de atrás hacia adelante hasta finalizar con el comienzo.

Escribir varias personas los avatares de varios personajes que se cruzan en un punto común. Punto de partida para un proyecto de escritura colectiva, quizá para un taller de poesía.

Usar un relato ya escrito y sustituir todo lo poesible por otras cosas hasta que sea completamente nuevo. Ya he realizado algo similar con poemas (de Paul Eluard) pero ver qué tal funcionaría con un relato.

Escribir distintas anécdotas en cartas y barajarlas. Repartirlas.

Recortar la segunda línea de cada artículo de periódico del último año y juntarlas. Modificar mínimamente la gramática para que concuerden y presentarlo como un artículo periodístico nuevo, global, caleidoscópico, simultaneísta.

Hacer un esquema y un resumen de cualquier cosa y pedir «por carta» que unos desconocidos vayan aportando sus historias.

Realizar una serie de tablas de verdad escalables. Por ejemplo en formato vectorial. Mostrar que la verdad puede aumentarse de tamaño, pero no de verdad.

Sobre ciclismo: Mientras la policía no vaya en bicicleta, son patrañas. Las bicicletas son para el Verona.

Senado/r / Senes / Senectud
Ancianos sabios enfermos de las gens / gentes / familias. Genética y vejez. Relación.

Proyecto: Suelos.

Mi padre me decía que no mirase el suelo.

Hacer series de 27 fotos de suelos.
Referencia al proyecto líneas.
Texturas – Series. Mezclar con el proyecto Zoom.
Paredes. Fotografiar paredes. Distintas paredes. Letra / pared.

Mármol y chicle. Son materiales distintos, pero ambos son uniones de protones, neutrones y electrones… ¿o no?

A partir de Lo Neutro de Roland Barthes

  • Texto La Naturaleza no existe donde hay verbo o palabra. El verbo creó la naturaleza. El logos. Demiurgo. Pero ¿creó la naturaleza o la idea de naturaleza en el ser humano?, es decir, ¿no insufló la palabra naturaleza en lugar del objeto?
    • Ref. a Gorgias y su «Dios no existe», si existiese sería incognoscible, si existiese y fuese cognoscible, sería incomunicable. Maravilloso texto. Volver a leerlo.
    • Ref. al Génesis. Verbo/Logos. Dios innombrable frente a Naturaleza nombrable. Las palabras se hacen para adueñarse de la naturaleza. El poder del nombre.
  • Verbo = Hombre (Ser humano). Wittgenstein. Principio de incertidumbre -> Alteración de la Naturaleza por la mera presencia del observador, del humano, del acto de nombrar. Capturar = afectar.
Esto no es una broma