Miniacción: una A abanadonada

El domingo 18 de febrero de 2018 fuimos invitados a un encuentro de Teatro y Poesía que organizaba Residui Teatro. La Asociación Cultural Clave 53 y con ella Carmen de la Rosa que imparte clases de Tango en la escuela vinculada a esta compañía teatral fue representada por un par de alumnos avanzados que bailaron un bello Tango en la estupenda Sala de Terneras del Matadero de Madrid.

En un lateral había una instalación poco atendida que pretendía hacer un llamamiento para que dejase quien quisiese una pequeña intervención poética bajo un par de paraguas de los que colgaban diversas cosas.

Era momento de librarme de mi querida bufanda de colores. Casi 2 metros de bufanda de pasteles longitudinales con los que compuse una letra A. La construí en el suelo.

Ahí se quedó cuando nos fuimos.

Un par de bocetos para ExChange 5 Aniversario

Me he impuesto la restricción de usar un palimpsesto de cuatro capas, cada una de las cuales ha de contener:

1.- La definición de la palabra Palimpsesto.
2.- Un falso «ideograma» generado manualmente con alambres de cableado o de bolsas de pan de molde.
3.- Un par de textos que redacté para Exchange girados pseudoaleatoriamente.
4.- Las letras de la palabra EXCHANGE que son intercambiadas dejando tan solo como fijas las letras E del comienzo y final. Daría lugar a permutaciones de 6 elementos, lo que equivale a 6! = 6x5x4x3x2x1 = 720 posibles «palabras» diferentes.

El resultado será impreso en tamaño DinA6, plastificado manualmente, intervenidos con una capa analógica de marcador amarillo sobre alguna palabra o frase del texto de la capa 3.

Haré una tirada única de 81 ejemplares firmados, sellados y numerados en el revés de la hoja.

Palimpsesto de Doris Salcedo en Palacio de Cristal

Al fin visité esta exposición de la artista colombiana Doris Salcedo creada ex-profeso para el Palacio de Cristal perteneciente al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Lo hice acompañado de Pablo, el hijo de mi querida amiga María, a través de cuyos ojos pude apreciar otra mirada, la del niño, a quien lo que más le sorprendía y atraía era pasear entre las letras, entre los textos… o subrayar que eran letras de hielo.

A mí me pareció interesante, pero demasiado ruido para tan pocas nueces. Las fotos dan fe de una instalación cuidada y estética, pero algo «demasiado museística» a falta de una expresión mejor que no encuentro. Sabiendo que proviene de la escultura quizá que me resulta más sugerente, pues parece, efectivamente, una expansión de la misma hacia el campo de la poesía, del texto… un texto que se hace tridimensional, casi como la poesía transitable del grandísimo Joan Brossa.

Por momentos, habría preferido una instalación «menor» en un lugar menos grandioso y festivo como el Palacio de Cristal en mitad del Parque del Buen Retiro. Quizá eso mismo habría eliminado la necesidad de las colas de espera y se habría, incluso, podido exigir el caminar descalzo. Pero se habría perdido, lo sé, el efecto del cristal, de esa luz tan indescriptiblemente bella que tiene el edificio acristalado.

Posa besos

Aprovechando la ingente cantidad del mismo que genero mediante los pedidos a tiendas de venta online, he hecho una tirada sobre cartón de PosaVasos que son:

POSA VASOS
POSA VERSOS
POSA BESOS
POSA PESOS
POSA SESOS
POSA QUESOS
POSA YESOS

Tienen la ventaja enorme de que son personalizables, baratos, desechables tras unos cuantos usos, pero al mismo tiempo ligeros, manejables, absorbentes, sencillos y estéticos.

Voy a seguir trabajando con cartón, que es un material estupendo y económico, en lugar de quejarme de lo elevado de los precios para adquirir material de soporte para imprimir, plastificar, fotografiar…

Un último homenaje a una camiseta adorable

En esta época de banderas y abanderados, resulta curioso que dos de las camisetas a las que más aprecio tengo sean banderas:

La primera ha resultado ya muerta en combate tras exhaustivo uso día tras día, hasta que pasó algunos veranos siendo utilizada ya sin las mangas ni el cuello que habían sufrido un desgaste excesivo para aguantar un poco más junto a mí, es una bandera de Cerdeña que homenajea, ni más ni menos, su origen pirata, su famosa «patente de corso»/Patente de sardo, en este caso.

Al final devino en trapos para un postrero y, diríamos, póstumo uso. Pero ya no es una camiseta. No quise por menos que fotografiarla para mantener este último recuerdo de un recuerdo adorable que me trajo Carmen de Cagliari.

La segunda camiseta la compré en el Gure Txoko de Sydney y, por supuesto, incluye una ikuriña junto a una bandera australiana. Tan sólo me la he puesto (a la vista) un par de veces en Madrid y en ambas ocasiones he recibido improperios, asumo que por la ikurriña y no por la australiana.

Quizá por ello ha durado y sigue durando tanto tiempo. Le tengo un cariño especial porque fue una época importante de mi vida y el apoyo que recibí de la gente del Txoko no lo olvidaré nunca. Sigo usándola pero, como dice algún político, tan sólo en la intimidad de mi domicilio.

Esto no es una broma