Un tipo no ayuda

Un tipo no ayuda a buscar una dirección a una chica porque no va a poder tirársela. Damas Club. Las piedras son tan falsas como el amor que venden.

Centenares de coches se hacinan unos sobre otros con miedo.

Pienso en el puto dinero y en cómo obtenerlo 10 veces al día. Nadie se da cuenta de que nos llevan como corderos hasta para cruzar la calle.

Te diría algo, por ser lo más bonito que he visto en media hora, pero te asustaría.

Construyen y construyen viviendas que se destruyen porque no están habitadas.

A veces, el mejor viaje es permanecer inmóvil.

Un hombre sentado en el pescante de un camión va recogiendo cartones.

Trozos de marcas rojas y blancas, cintas de plástico atadas como colgajos a rejas que impiden entrar a robar desperdicios de desguaces. La tinta, pintura, entre los adoquines, parece pis.

Botellas en cajas en el suelo. Charcos. Publicidad en los charcos y en el suelo.

Un tipo ríe como un gallo pero lo de los gallos no es risa.

Ambulancias, a todas horas bajan y suben la avenida dejando, tras su rastro de luces, gente bajo la helada, durmiendo en cajas.

(Burguer)
Son como cerdos
comiendo cerdos

Los peces en el escaparate nunca estuvieron vivos.

Y el camarero del restaurante sale escamado para saber qué hago: la escritura es sospechosa.

Creen amarse
hoy.

Puertas y puertas de locales vacíos. Una escalera de incendios.

No nos entendemos y en las miradas sentimos desconfianza. Los bancos, como las putas, siempre que pueden ocupan las esquinas.

Un hombre se saca los mocos.

Guirigai delante de la furgoneta de la policía.

Es inevitable
llorar.
Es inevitable
reír.
Beber cerveza.
Comer patatas fritas aprovechando que los demás escriben y pensar que me follaría a alguien
y luego sé
que no lo haría.

Humor Negro

humor negro

Ahora que está de moda el humor negro, o criticar el humor, o tener que tener cuidado con el humor negro, me ha encantado encontrarme esta tontería en una cajetilla de tabaco.

Contrariamente a lo que pueda parecer, es oficial el cartel, no se trata de ninguna modificación ingeniosa. Pero sí que es ingenioso: una impecable utilización del lenguaje visual o la semiótica de la imagen. Casi innecesariamente acompañado el mensaje de un texto redundante. Pero de nuevo, el texto, haciendo referencia a lo sanguíneo, también toma nota de lo visual trastocándose en rojo.

Una preciosidad al alcance de la mano. Sin segundas lecturas. 😉

Muy recomendable encontrar estas cajetillas y guardarlas. Seguro que algún día su imagen valdrá dinero. Por ejemplo.

Llega ella, la nueva Botella

cocacola

No pude por menos que leer en clave de nombre propio (o apellido) lo que decía el anuncio. Y me da por pensar que es un cambio muy coincidente con un cambio de alcaldesa en Madrid.

¿Quiero entender que se refieren a Manuela Carmena como la nueva Botella?

Soy muy mal pensado y seguro que eta publicidad es mucho más importante (en tamaño) a lo que ocurra en la alcaldía de la villa y corte… pero no he podido evitar pensar si hay algún tejemaneje malintencionado subterráneo.

La publicidad da tanto juego

El cielo

es azul
pero la explicación
siempre me resultó
soberanamente
desconcertante

pensando que podía haber sido
rosa
y que
dice el chiste que sería ridículo
aunque eso no lo entiendo

el cielo
me sostiene
cuando camino patas arriba
como hoy
que el tiempo me posee

el cielo
me obnubila
cuando el añieblo
quiebra el silencio

el cielo
el cielo
el cielo
y su secreto azul
ming
cae por mi ventana
inundando
o innundando
el olvido

El secreto del color azul del cielo esta relacionado con la composición de la luz solar -integrada por los distintos colores del arco iris- y con la humedad de la atmósfera. (El Sol es quien se encarga de procurar al aire su humedad. Con su calor, hace que parte del agua de la superficie terrestre se evapore. En corriente invisible pero incesante, la humedad se dirige hacia el cielo desde los océanos, mares, lagos y ríos; desde el suelo, las plantas y los cuerpos de los animales y del hombre). […]

El color del cielo, debería ser violeta por ser ésta la longitud de onda más corta, pero no lo es, por dos razones fundamentalmente: porque la luz solar contiene más luz azul que violeta y porque el ojo humano (que en definitiva es el que capta las imágenes -aunque el cerebro las interprete-), es más sensible a la luz azul que a la violeta. El color azul del cielo se debe por tanto a la mayor difusión de las ondas cortas.

Objetos sin objeto

objeto en patio

El viernes pasado estuve asistiendo a la ¿exposición?… bueno, a la convocatoria sin mucha definición de algo relacionado con los objetos en la performance realizada en El Patio de Martín de los Heros.

Me habían pedido un texto para la ocasión que envié y que hace unas semanas publiqué en este diario: (El objeto.)

Al entrar, me encontré con una impresión del texto que había enviado cuidando hasta el detalle que el punto estuviese en un renglón aparte. Y había otros detalles cuidadosos que, con buena intención y buen corazón tanto Genoveva como Denise habían tenido a bien depositar.

Pero faltaba claridad. Faltaba foco. Faltaba objeto… y sobraban objetos. Si es que alguna vez tuvieron algún sentido.

Personalmente, considero la acción como alejada de lo objetual en tanto a obra en sí. El objeto puede usarse (si no se usa siempre, dependiendo de la definición que se dé de esta palabra) pero de ahí a que su presentación separada de la acción tenga algún sentido es mucho más que cuestionable. Quizá, por qué no, pueda tener un valor referencial, digamos, documentativo, pero no es una pieza (no debería, de hecho, ser vendida o tratada como tal), pues distancia del foco que debe estar situado sobre la idea y, en el más matérico de los casos, en su presentación mediante una acción de la misma.

Ni la fotografía, ni el vídeo, ni el objeto de una performance tienen más valor que el del extintor o la puerta del baño o la tapa del váter.

Como curiosidad, encontré muy divertido un «objeto» que su(b)jetaba otro:

las señoritas de aviñon

Recuerdo una frase de El Cantar del Mío Cid:

Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
Sesenta pendones lleva detrás el Campeador.
Todos salían a verle, niño, mujer y varón,
a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor!
Y de los labios de todos sale la misma razón:
«¡Que buen vasallo sería si tuviese buen señor!«

Y es que mi sensación es que a quienes ponen en marcha su corazón para lanzar esta propuesta les hace falta conocer un poco más al señor al que han elegido seguir. ¿No habré podido ayudarles?

Llueve

lluvia desintegrada en la palabra lluvia
con pétalos de simiente
en el cemento
con lágrimas de bocas enceradas

llueve silencios
entre los bastidores del poema
hasta agujerear los versos más calizos
quebrando los poros de la letra a

llueve sílabas átonas
en medio de cualquier esdrújula
como levantando el vuelo para llegar al labio

llueve remos de piel y ornitorrincos
contra la dicha inusual de un verbo impar

llueve #454545
en mitad de una página web con CSS

llueve diluvios diminutos
de hipocondría contraalta
como el rizoma genérico
que abraza párpados mojados

llueve tristeza
siempre
en el hastío

llueve desidia y duda
llueve niebla
y miseria
y anfetaminas
y números primos
y teoremas de completitud
y un transfinito

llueve interrogaciones sobre las exclamaciones
y un sinsabor de besos que hoy
no me has dado

llueve colegios de corbatas azules
con elásticos
pantalones plisados
faldas plisadas
y un plato de lentejas frías con arroz

llueve nostalgia y pasado
como llueve nieve y pasado
como sol y futuro
y Alemania

llueve Sydney
Nueva York
París y Londres

llueve sin parar y sin azogue
llueve un final imposible de vocablos
sobre un diccionario
imperturbable

llueve
y llueve
sobre los campos
sobre los chopos (medio deshojados)

llueve

una tilde en la i

llueve sin tregua
sin olvido
sin lástima
sin pausa
sin hidrácidos
sin meditación
y sin motivo

llueve
una caléndula dorada
llueve un geranio ahíto
llueve un omóplato homofóbico
y un ático mojado
da rienda suelta al brío

llueve
uves
ves
es
s

llueve
almirantazgo y ataduras
un ramillete de bocetos de proyectos
una esmirriada puerta acristalada
la lavadora cargada de promesas
un orinal de una vieja casona de madera sin agua corriente
bajo el frío acuñado en alcarreño

llueve
un véneto idioma emparentado
con idiomas ilíricos o itálicos
un oficial de la marina inglesa
una niña de porcelana Ming

llueve infinito
finito
indefinido
par
y pase

llueve en el bingo y en la ducha
llueve en la dicha y en el mundo
llueve en el castro y el molino
llueve en la cesta y la canasta
llueve en mi cama
en tus senos
en mi sexo
en tus curvas
derrapando gotas hasta el fondo del abismo
sin fondo
de tu piel

llueve
sin lluvia
y sin fuelle
sin pasión
y sin pulsión

llueve sin miedo
y sin medida
sin horizonte final
y con abrigos
un centenar de paraguas arrugados
un millar de capuchas incendiarias
un millón de electrones en una millonésima de milímetro de cable
e incluso
un millón de electrones en una diezmillonésima de miligramo de carne
(sí
de carne)

llueve una pulsación de teclas de teclado
de latidos de corazones
de chasquidos de opacidades
de alteraciones de membranas gastrointestinales

llueve hasta no poder seguir escribiendo
sobre cuánto
llueve
justo
antes
de comer

A contraluz

contraluz irregular

Irregular,
la luz se desplaza en línea recta (mentira euclidiana)
desde tus ojos a los míos
pasando por un puñado de espejos
que confunden sensores inteligentes
ávidos por deslumbrarme
y se deslumbran
enturbiados por un contraluz
que bien podría ser un contraliz
de lides en nuestros lechos.

Irregular,
la imagen vuela de tu palma de la mano
a mi memoria
y de una construcción sobretejada
a una retina cansada de la niebla.

Irregular,
regulada
la regla
que rige
nuestro futuro.

Porque
tenemos futuro.

Esto no es una broma