El paraguas de la vaca

Que a una vaca le pongan un paraguas
es de una ternura
que no de una ternera
muy humana.

Esa vaca es la imagen de una conocida
tienda de souvenirs
o tienda de recuerdos
y objetos inútiles
que se pueden adquirir
para cualquier regalo
en una de las múltiples ocasiones
en las que adquirir algo innecesario
para alguien a quien queremos.

Esa vaca está
protegida
por un paraguas
que
además
estaba debajo de un toldo
que protegía el paraguas.

Ese toldo estaba
completamente desprotegido
de una lluvia
que apenas tocaba el suelo.

Rectángulos (de papel)

Junto a mí
rectángulos
de papel
en los que anotar
pequeñeces.

Son pequeños
rectángulos
de papel
fruto del recorte
de una publicación.

Apilo con marcas de corte
rectángulos
de papel
residuo
de una impresión guillotinada.

En la esquina de los
rectángulos
de papel
una esquina
marca la sangre.

Son bastantes
rectángulos
de papel
que no consigo
liberar de su obligación.

Quiero dar uso a los
rectángulos
de papel
en alguno de los talleres
de poesía.

Al acumularse
rectángulos
de papel
uno sobre otro (sobre otro…)
forman un volumen.

Cuarenta
rectángulos
de papel
no son suficientes
para apuntar mis miedos.

Tengo
rectángulos
de papel
hasta para los posos
del té.

En la sombra
rectángulos
de papel
proyectan una luz
indirectamente blanquecina.

Sobre la mesa
rectángulos
de papel
viven una agónica huida del tiempo
para convertirse en polvo.

Un paseo por las nubes

Llegar al Hotel Corzo es, como dice su web, un nuevo concepto de escapada, porque no se escapa solo del mundanal ruido de la ciudad, sino que se llega a un lugar donde el cuidado está en todo pequeño detalle, en cada una de las sonrisas de los y las personas que trabajan este negocio de manera familiar, pero sin perder la calidad de lo que encontraríamos en un hotel de cinco estrellas, o en un restaurante de estrellas Michelín (Sí, comí una vez en uno en Segovia y su nivel no era mucho mayor que esta cocina).

El chef, Gonzalo Quintana Trigo, prepara joyas gastronómicas en una cocina de autor cuya carta tiene unos precios más que razonables (comimos como pocas veces en la vida por unos 70€/dos personas, botella de vino incluida) y una variedad que seguro que seduce a cualquiera.

Y no, no son solo las vistas lo que enamora de este espacio, como sería previsible en un enclave como el Puerto de Navacerrada, sino la atención, la delicadeza, la gentileza, la amabilidad de la familia que ha decidido invertir su trabajo y su saber hacer en relanzar el antiguo Hostal El Corzo, (carpetovetónico en varios sentidos) que ha llenado el nuevo hotel con libros de física, de poesía, de turismo, sí, también de turismo, en un intento de conseguir que, realmente la escapada no sea sólo una forma de huir, sino una forma de llegar, no un lugar en el que consumir, sino un lugar para habitar, para recordar (de cardio, corazón), para volver, volver, volver…

Aunar en un espacio simpatía, tranquilidad, suprema comida y lecturas inteligentes, a un precio más que justo, hacen que te olvides hasta del hecho de que estás en un entorno maravilloso.

Por mi parte, ya estoy ahorrando para repetir ese «nuevo concepto de escapada» al menos una vez al año.

De esas cosas que nunca olvidaré.

calendario

Muchas veces, el mejor calendario es el más analógico de todos: simple, presente, elocuente, fácilmente modificable, y que en un primer vistazo muestra lo agotador que suelen resultar los fines de curso.

Esta es una prueba de mis fines de semana (lo más difícil de recordar) de mayo y junio. El ocio se entrelaza con el negocio en una trenza algo perversa y contradictoria.

Yo soy el SPAM

Invitado por Andrea Vidal Escabí a participar en una iniciativa de arte postal en principio orientada a los 7 asistentes (ella incluida) de su grupo del Taller de Poesía de Clave 53 en el que se encuentra, decidí hacer extensivo del mismo a mi querida Carmen de la Rosa y enviarle esta postal fabricada con una fotografía orientada a una renovación de DNI o Pasaporte que, por la razón que fuera, había quedado sin usar. 8 fotos no usadas para una renovación que posiblemente ya no me servirían por el paso del tiempo fueron lo utilizado para la cara A de la postal, que rezaba SPAM.

La propuesta de Andrea era la de generar postales/collages con el correo no deseado, pero hace años que no recibo nada que no desee recibir. Es extraño, es como si hubiese dejado de existir como consumidor. ¿Se habrán dado cuenta?

Pero como no recibo SPAM (correo no deseado) en papel, estuve tentado de realizar algún tipo de collage con el SPAM electrónico, pero implicaba imprimirlo en algún momento y me parecía contrario al espíritu de la propuesta, que trataba de recuperar el papel innecesario, no tanto de generar nuevos papeles innecesarios.

Así que terminé por asumir que mis fotografías (ya obsoletas) eran ese papel innecesario con el que realizar, sobre cartulina negra, un simple mensaje que dijese que yo soy el SPAM, lo que no deja de ser triste: ¿no soy en absoluto deseado? e instaba a hacer «conmigo» lo que se quisiera.

En realidad, no sé si quería decir (sí lo sé, pero no pienso desvelarlo) si ese «conmigo» era conmigo como persona o conmigo como representación de una persona. ¿Quién está diciendo ese «conmigo»? ¿Soy yo (el que escribe) o es mi fotografía o la postal?

En cierto modo, cada cual es libre de interpretarlo a voluntad, teniendo en cuenta que me defenderé de aquello que no me guste que me hagan. Supongo.

nivel de inteligencia perturbada

El otro día me encontré con una de estas imágenes famosas de «fondo/forma», que tan de moda estuvieron hace unas décadas. Incluso llegué a verlas usadas en mis clases de Química Cuántica para explicar la dualidad onda-corpúsculo.

Esta vez era una imagen llamada test-viral-paloma (lo cual indica qué pretenden que se vea antes, aunque no se hayan dado cuenta de que es una indicación explítica).

El artículo en el que estaba anunciaba lo siguiente:

¿Cuál es tu nivel de inteligencia? Mira y responde con la verdad en este test de personalidad.

Una de dos opciones puedes percibir en el primer vistazo. Solo responde honestamente qué figura viste para que el test de personalidad de una respuesta certera.

El problema es que yo siempre veo más de una respuesta a la vez. Quizá sea un problema derivado de mi falta de visión, pues tiendo a desenfocar miopemente hasta que poco a poco voy centrándome en algún foco concreto.

Pero lo que puedo asegurar es que, igual que me ocurre con los «problemas de las 7 diferencias», siempre encuentro muchas más respuestas acertadas, haciéndome dudar de las presumiblemente respuestas acertadas.

Y es que la duda… ay, siempre la duda.

Cartel de presentación de Paraguas

El proyecto ya tiene fecha y lugar de presentación: el 5 de junio del 2022 a las 19:00 en el auditorio de la escuela de música Madrid Music Hall, que dirige Marta Aranda Roig.

He realizado este primer cartel que no acaba de convencerme. Desde luego, es cualquier cosa menos minimalista, como sí que es el libro.

Algo me dice que no será el último y definitivo.

Este es el texto del prólogo del libro, que describe a la perfección en qué consiste, pero no habla demasiado en detalle de las metáforas que me evoca el pensar en paraguas rotos.

Hace más de una década comencé a realizar fotografías de paraguas abandonados por la calle sin la más mínima intervención. Ni los manipulaba, ni editaba las fotografías, ni tan siquiera corregía una posición de los mismos o los rescataba del olvido, del injusto trato con el que alguna persona se había deshecho de ellos.

Ahí estaban, tirados, como llorando en mitad de la calle, en un entorno mayoritariamente urbano, en las proximidades de cubos de basura desbordados por un intento vano de introducir estos elementos en unas papeleras no pensadas para tal fin.

Me acercaba, me detenía, hacía una fotografía, en alguna ocasión más de una, para dejar huella, para dejar constancia del paso por la vida, por la utilidad, de esos enseres rotos, arrancados de su función por una varilla doblada, por una batalla perdida contra el viento, por una repentina mejora del clima.

Ahí quedaban, tras mi retrato, en el velatorio de la calle, en el cementerio de cemento, en la ignominiosa nada, en la desmemoria, tras un fugaz encuentro con una mirada ansiosa de metáforas.

Paraguas rotos.
Tan sólo son paraguas.
Paraguas rotos.

Algo más simple puede que se acabe imponiendo…

Dady-Dada

Dada Daddy es una intervención que alguien (a quien no conozco, no necesariamente anónimo) ha realizado la calle Costanilla de los Ángeles, justo al lado de donde tengo el Estudio 53.

Maravilloso que esté justo al lado de un texto que dice: «Prohibido fijar carteles».

No he podido resistirme a tomar una fotografía y enviársela a mi querida amiga Tanja Ulbrich, que es la persona más dadá que conozco. Pero ni de lejos es la única. En realidad, gran parte de lo que hace que una persona llegue a ser amiga mía tiene que ver con el gusto por las vanguardias históricas (que no clásicas) del SXX. Es muy poco probable que alguien a quien no le interesen o considere que son algo ridículo y tomadura de pelo sea muy buen amigo mío. Pero también puede ocurrir. Faltaría más. En esto no soy tan intransigente como con el machismo, el racismo o la homofobia/lesbofobia (a veces también incluiría el clasismo, pero suele estar incluido en alguna de las anteriores).

Esto no es una broma