Sobre la mesa
un pendiente pendiente
de su destino.
detalles
Transformer
Esto es un Transformer: desde una figura icónica del cine más palomitero, es decir, capitalista, a un mendigo en la calle Gran Vía, que ha destronado el Cine de su función.
¡Qué pena!
Rombo
No sé si este rombo que habito
es un cuadrado en perspectiva.
Errores sin importancia
A facebook ya le da igual que haya errores de bulto en su aplicación web. Está preocupado u ocupado con su meta en la meta… y no cuidan estas cosas.
A nadie parece importarle un pimiento.
Son erores sin impotancia, como quien dice.
Es un verdadero asquito. Pero ¿qué más da?
¡Gloria a la Inmatriculada Concepción!
El paraguas de la vaca
Que a una vaca le pongan un paraguas
es de una ternura
que no de una ternera
muy humana.
Esa vaca es la imagen de una conocida
tienda de souvenirs
o tienda de recuerdos
y objetos inútiles
que se pueden adquirir
para cualquier regalo
en una de las múltiples ocasiones
en las que adquirir algo innecesario
para alguien a quien queremos.
Esa vaca está
protegida
por un paraguas
que
además
estaba debajo de un toldo
que protegía el paraguas.
Ese toldo estaba
completamente desprotegido
de una lluvia
que apenas tocaba el suelo.
Rectángulos (de papel)
Junto a mí
rectángulos
de papel
en los que anotar
pequeñeces.
Son pequeños
rectángulos
de papel
fruto del recorte
de una publicación.
Apilo con marcas de corte
rectángulos
de papel
residuo
de una impresión guillotinada.
En la esquina de los
rectángulos
de papel
una esquina
marca la sangre.
Son bastantes
rectángulos
de papel
que no consigo
liberar de su obligación.
Quiero dar uso a los
rectángulos
de papel
en alguno de los talleres
de poesía.
Al acumularse
rectángulos
de papel
uno sobre otro (sobre otro…)
forman un volumen.
Cuarenta
rectángulos
de papel
no son suficientes
para apuntar mis miedos.
Tengo
rectángulos
de papel
hasta para los posos
del té.
En la sombra
rectángulos
de papel
proyectan una luz
indirectamente blanquecina.
Sobre la mesa
rectángulos
de papel
viven una agónica huida del tiempo
para convertirse en polvo.
Eco
Las mesas limpias
preludio de comienzos,
eco y silencio.
Luz apagada
por la ventana abierta
entra la sombra.
Aquel botijo
sobre la estantería
preside encuentros.
Libros en cajas
ansían encontrar
quienes los lean.
Candelabro
El candelabro
bajo el sol de verano
derrite el tiempo.
Un paseo por las nubes
Llegar al Hotel Corzo es, como dice su web, un nuevo concepto de escapada, porque no se escapa solo del mundanal ruido de la ciudad, sino que se llega a un lugar donde el cuidado está en todo pequeño detalle, en cada una de las sonrisas de los y las personas que trabajan este negocio de manera familiar, pero sin perder la calidad de lo que encontraríamos en un hotel de cinco estrellas, o en un restaurante de estrellas Michelín (Sí, comí una vez en uno en Segovia y su nivel no era mucho mayor que esta cocina).
El chef, Gonzalo Quintana Trigo, prepara joyas gastronómicas en una cocina de autor cuya carta tiene unos precios más que razonables (comimos como pocas veces en la vida por unos 70€/dos personas, botella de vino incluida) y una variedad que seguro que seduce a cualquiera.
Y no, no son solo las vistas lo que enamora de este espacio, como sería previsible en un enclave como el Puerto de Navacerrada, sino la atención, la delicadeza, la gentileza, la amabilidad de la familia que ha decidido invertir su trabajo y su saber hacer en relanzar el antiguo Hostal El Corzo, (carpetovetónico en varios sentidos) que ha llenado el nuevo hotel con libros de física, de poesía, de turismo, sí, también de turismo, en un intento de conseguir que, realmente la escapada no sea sólo una forma de huir, sino una forma de llegar, no un lugar en el que consumir, sino un lugar para habitar, para recordar (de cardio, corazón), para volver, volver, volver…
Aunar en un espacio simpatía, tranquilidad, suprema comida y lecturas inteligentes, a un precio más que justo, hacen que te olvides hasta del hecho de que estás en un entorno maravilloso.
Por mi parte, ya estoy ahorrando para repetir ese «nuevo concepto de escapada» al menos una vez al año.
De esas cosas que nunca olvidaré.