10% vs 3%

Cuando las matemáticas pueden ser de vital importancia (vital es una palabra muy fuerte, pero a veces hay a quien le va la vida en ello).

Las matemáticas te sirven, también (especial hincapié en este «también», pues NO SOLO para las cosas prácticas ni para el dinero… sino para desarrollar tu mente, que no deja de ser algo práctico) para la vida diaria.

El otro día eché una mano a una persona que necesita traer algo de dinero desde un país sudamericano a España y se encuentra con el problema de que el envío le retiene un 10% del total del envío.

Por contra, los «bonachones» bancos le ofrecen un muy inferior interés del 3% anual sobre la cantidad que necesita y así no tiene necesidad de ese «usurero» 10%.

La realidad es que las matemáticas te ayudan a tomar la decisión en este mar plagado de tiburones: A partir del tercer año de 3%, en realidad se ha pagado un 10%. Así que si la cantidad es muy grande y no va a poder «amortizarse» o pagarse anticipadamente, lo mejor sería elegir ese 10%.

El crecimiento exponencial es lo que tiene.

La fórmula que podría haberle enseñado alguien con anterioridad es bastante simple:

Cantidad Final (a pagar) = Cantidad Inicial x [(1 + interés) ^ años]

4% a 3 años = 1,043 = 1,126, lo que supone un 12,6% sobre la cantidad inicial. Así que cuidadito con que ese 3% suba una pequeña cantidad (de 3% a 4%) porque eso sube muy, muy rápido.

4% a 5 años ya es más del 20% de intereses y puede llegar (pronto) a ser el 100% de interés, es decir, tanto como la cantidad inicial.

Al 3%, la siguiente fórmula log(2)÷log(1,03) nos da como resultado que en 23 años se habría pagado más al banco que a la propiedad. Al 4%, tan solo en 17 años y al 5% en 14.

Así que igual la opción (usurera, no obstante) del 10% no está tan mal.

Hacer dinero

El lunes comencé un proyecto algo disparatado (¿acaso no lo son todos los que hago?) que se titula «Hacer dinero».

Consiste en recortar billetes poéticos con las dimensiones de los billetes de euro (5, 10, 20, 50, 100, 200 y 500) de las páginas de una de las enciclopedias que más tiempo en mi vida me ha acompañado y que, finalmente, no tiene más validez (desde el punto de vista utilitario) que la de convertirse en polvo, como yo algún día.

Es curioso que esté comenzando este proyecto (o no tan curioso, después de todo) en un periodo en el que estoy especialmente preocupado por mis finanzas.

Y hablando de finanzas, fue muy muy divertido atender a una de tantas llamadas no deseadas que preguntan por el Señor Giusseppe para ofrecerle, con una cálida voz de acento extranjero, la posibilidad de adquirir criptomonedas en el mercado financiero internacional.

No pude substraerme a la posibilidad de contarle que, justo cuando me estaba llamando, estaba midiendo la caja de texto de las páginas del diccionario donde voy a proceder a recortar mis propios billetes, que me parecen tan verdaderos como los que actualmente están en curso y sostenidos por reservas internacionales. Sí, más o menos sé en qué consiste «el dinero» y no tengo un problema con ello. Pero ¿y si todo eso que damos por incuestionable fuese cuestionable? ¿Naciones, Estados, Economía, Finanzas, Dinero, Capital, Mercado, Reservas, Patrón-Oro, Patrón-Dolar…?

Se lo comenté en serio, intentando que no se lo tomase como una burla, ni como una ridiculización de un trabajo que está haciendo que sé lo tedioso que es y lo desesperante que puede llegar a ser. Pero supongo que tiene el protocolo esperable de no perder tiempo con quien, obviamente, no va a contratar productos financieros como criptomonedas en el mercado internacional.

Otro dilema interesante que está planteándome este proyecto es el de optimizar la cantidad de papel de la caja del libro para producir la menor cantidad de papel no utilizable (aunque puedo hacer marcapáginas, posiblemente). Es un problema topológico y de optimización matemáticamente resoluble, pero no quiero afrontarlo sólo desde la perspectiva del cálculo, sino desde la optimización, también, de los cortes a realizar y algunas otras cuestiones que irán surgiendo a medida que me ponga a ello y que ahora mismo, aunque me niegue a creerlo, no puedo prever.

En 2023 quiero convertirme en un banco de dinero poético.

¿Qué es el dinero poético?

Esta cuestión la debatiré otro día.

Esto no es una broma