Reciclaje absurdo

Viene un icono que te recomienda que arrojes esta bolsa cuasi metálica en un contenedor adecuado para que se pueda reciclar, pero poco se menciona que tan sólo contenía unos 8 pedacitos de pan reseco con tantos ingredientes articiales que podrían durar más de un año.

Poco se menciona que lo sirven individualmente por cada pequeña consumición de bebida en un lugar en el que, en el fondo, no deberían existir viviendas, teniendo en cuenta que es un desierto.

Poco se menciona que para llegar a este lugar es preciso (porque casi nadie vive permanentemente aquí, en las urbanizaciones de las playas de Vera, Almería) tener un coche que, poco se menciona, consume más combustible fósil del que yo gasto en calentarme casi todo el invierno.

Poco se menciona que para hacerlas medianamente habitables estas regiones se usa desalinizadora, de cuyo exceso de cloruro sódico no se habla.

Poco se menciona que allí se encuentra uno de los mayores campos de golf de este país cada día más desértico.

Poco se menciona que para soportar las temperaturas hay que recurrir al aire acondicionado casi también en lo que conocemos como invierno.

Con el café, viene otro mini paquetito metalizado que garantice que la mini-cookie es muy cuqui, pero poco eco-friendly, eso sí, deliciosa cantidad de azúcar en una galleta que es la pasión profesional de cualquier dentista.

Tendré que reciclarla también, claro que sí, mientras pienso que el mundo es un lugar absurdo en el que creemos que un icono gana una guerra que, en el fondo, ya hemos perdido.

Nota: Esto es algo sobre lo que me dedico a pensar en navidades cuando, gracias a la generosidad de mis padres, escapo de esta urbe atravesada por hordas de consumismo, a las regiones de la Almería oriental, donde los habitantes estacionales no están, ni su estridencia que delata la tristeza de su cotidiano.

El cementerio de los bolis gastados

Tengo una cajita
que fue el paquete original
de un viejo reproductor de mp3
que tiene un cierre
cautivador
imantado.

Tengo bolígrafos
que gastan una ingente cantidad de tinta
porque son de punta
más gruesa de lo habitual.

Cada semana tengo que desechar
un bolígrafo gastado
que quiero conservar
para posibles acciones
o instalaciones.

Hace años planté varios
en una residencia artística
y no creo que hayan dado frutos
azules.

Tengo en mente rellenar
con tinta de calamar
unos cuantos
y escribir
poemas marinos.

Mientras tanto
los bolígrafos
van siendo enterrados
en lo que yo denomino
mi cementerio de los bolis gastados

esperando
algún tipo de resurrección.

¿Ahorro energético? ¿Quién?

Cada día que veo cómo se va electrificando innecesariamente la publicidad y se nos sigue pidiendo contención en el consumo energético, me irrito y siento que hay un mundo que cada día va más a dos velocidades, la de quienes pretendemos mejorarlo y la de quienes pretenden mejorar. Sin lo.

Es terrible que para mejorar haya que empeorarlo. Este síntoma obvio de enfermedad sistémica no parece desatar enojo en la población que pasea junto a los carteles retroiluminados de marquesinas, de fachadas de centros comerciales, etc…

Y se nos repite que «el calentamiento global…» como si fuese cosa nuestra o estuviese en mi mano, gracias a tener 3 cubos de basura de colorines en mi casa, arreglar un desaguisado claramente estructural.

A veces, yo también quiero «mejorar», así, sin más, sin «lo». Sencillamente, vivir mejor. Y parece ser que no me queda otra que aguantarme con mi moral de sacrificio, moral cristiana, casi diría, subyugado al deber, al categórico kantiano, negándome a permitirme ser parte de ese otro mundo que, a otra velocidad, cada día se aleja más.

Problemas de arranque de mi ordenador

El ordenador de mi estudio me ha dado problemas desde que lo compré, por Amazon (craso error), por ahorrar algo de tiempo y de dinero. Sí, es ya un PC algo antiguo (i7 con 16Gb RAM DDR3), pero es que desde que lo adquirí fue inestable y difícil de actualizar su hardware, cosa que siempre hago pues los computadores suelen durarme bastante tiempo, especialmente desde que me pasé definitivamente y en exclusiva a Linux.

Una vez que arranca el sistema operativo, funciona bien, aunque no es para tirar cohetes, pero recuerdo que pensé que era una oportunidad comprarlo por unos 650€ hace como unos 7 años y pensando en cambiarlo a los 5 años. Ya llevamos 2 años de prórroga y empieza a notarse mucho.

El de casa, no obstante, tiene unos cuatro años más (un i3 con 8Gb RAM DDR3) y funciona mucho mejor, hasta el punto de pensar en hacer el cambio y traerlo al estudio… pero es una solución que no soluciona nada.

Por supuesto ambos han pasado por épocas de «intervenciones quirúrgicas» para aumentar su rendimiento, principalmente mediante discos SSD, así como algunas tarjetas extra PCIe para conectar algunas otras cosas, ya fueran añadir puertos USB o ethernet. Pero ya no merece la pena nuevas inversiones que siguen haciéndome tener un par de equipos que no acaban de estar bien.

Tengo que ir mentalizándome (esta pequeña confesión en el diario forma parte de ello) de que tengo que adquirir un nuevo PC, pero esta vez volveré a hacerlo mediante una compra en una tienda pequeña, personalizando en la medida de lo posible los componentes del mismo pensando en que tiene que durarme otros 10 años…

Nos vamos a la mierda

Si estas cosas no se regulan, pedirle a las personas que sean respetuosas con el medio ambiente es, cuando menos, ridículo. No puede ser que cada particular se haya de encargar de no adquirir estas basuras si se permite que se pongan a la venta. Y en caso de que esa dejación de responsabilidad sea la que se toma, sería razonable hacer lo mismo con cualquier otra cosa que destruya o pueda destruir la humanidad. Véase cualquier «droga», etc.

¿De verdad que a alguien le parece razonable que en una frutería de barrio (por aquello de la proximidad) la piña se venda envasada en plástico con un tenedor también de plástico en una caja de cartón y que te ofrezcan una bolsa de plástico para llevártela a casa?

Trabajo bueno bonito y barato

Podría resumirse en trabajo bien hecho, pero no sé si se ajusta la imprecisión de «bien» a lo que realicé instalando 2 servidores de ficheros linux en, casi, alta disponibilidad y resistencia a fallos, sincronizados, para una escuela de una compañía querida de teatro, llamada Residui.

Partíamos de un servidor (ubuntu 18) que usaban desde hacía décadas (sí, décadas) que había contenido windows que ya no usaban en dual boot, y funcionaba, pero claro, de cuando en cuando les daba sustos como el día en el que no arrancaba por un problema con el disco duro:

Era un equipo en el que había estado «metiendo mano» un montón de personas de manera desordenada, como viene siendo habitual en un entorno como este, de empresa minúscula que quiere gastar lo mínimo posible en esto, para poder dedicar su principal inversión a lo que verdaderamente hacen: Teatro.

Pero ya había llegado a un punto en el que el pobre chisme no daba más de sí. Y también lo necesitaban, así que les recomendé que compraran un segundo disco duro interno SATA (1Tb) como mínimo para incorporar a este PC (usado como servidor de ficheros con protocolo SAMBA/SMB).

Lo hicieron y me contrataron para reinstalar sistema operativo (iba terriblemente lento), borrar lo existente (menos sus datos compartidos), poner algo de orden y añadir el nuevo disco adquirido.

La placa SFF apenas tenía hueco para el disco incorporado, pero se pudo pegar al lateral de una de las paredes de la caja y quedó un poco chapucero pero funcionando por el mínimo precio posible.

Les avisé, no obstante, de que no me quedaba muy tranquilo, pues tener un único servidor y no hacer backups más que una vez cada año, aproximadamente, me parecía estar en la cuerda floja y son actores, no funambulistas.

Por fin, hace unos días, dado que el servidor les hacía mucho ruido, planteamos otra intervención, de nuevo, invirtiendo lo mínimo posible (otro disco duro interno de 2Tb) y un segundo PC que tenía mucho más espacio en la caja así como una placa muchísimo más moderna.

En esta situación, les he instalado el el segundo disco interno de 2Tb (DATOS1) y el que les pedí que comprasen para el antiguo servidor de 1Tb (DATOS2). Con esto, sin hacer muchas modificaciones a su linux mint 18 (que algún día tendrán que actualizar) y sin borrar las particiones que no usan de cuando en ese PC había instado un sistema operativo windows, tenían un flamante nuevo server (R1) en el que todo les funciona mucho mejor.

Pero aprovechando mi habilidad para recuperar cosas de trastos viejos, les dije que un antiguo portátil que tenían sin poder usar porque no funcionaba la fuente de alimentación, ni el conector de la corriente, contenía, sin embargo, un disco duro inutilizado que podíamos trasplantar a su antiguo server (R2). Con esto, teníamos en R2 dos discos duros, el interno de 1Tb (DATOS1) y el de 750Gb (DATOS2) que habíamos rescatado de aquel portátil para tirar.

Así, podíamos hacer un servidor de respaldo ante caídas inesperadas del R1, programando, además, una sincronización entre R1 y R2 con un rsync bastante sencillito, que replicase R1:/DATOS en R2:/DATOS para lo que tuve que configurar las conexiones SSH entre ambos equipos con sus claves públicas RSA intercambiadas.

Me quedé con una bonita sensación de satisfacción por haberles ahorrado todo el dinero posible y, al mismo tiempo, proporcionarles un sistema (2 equipos en alta disponibilidad) gastándonos lo mínimo, reciclando (reutilizando) recursos y, en la medida de lo posible, dándoles toda la autonomía necesaria para que no requieran mis servicios salvo muy puntualmente.

Sé que así no me haré rico, pero…

¿El grande o el pequeño?

Empecemos el años con una tontería:

Siempre me debato pensando en si tengo que pulsar el botón grande o el botón pequeño cuando micciono.

¿Por qué?

Podría pensar que el pequeño corresponde a una pequeña cantidad de agua que es más que suficiente en la mayoría de los casos en tal caso.

Pero…

Podría pensar que el pequeño corresponde a una menos cantidad de veces utilizado, lo que suele ser antónimo de una meada comparada con aguas «mayores».

Con lo cual…

Cada vez que expulso orina por la uretra quedo un poco meditabundo pues la memoria (podría aprendérmelo sin razonamiento asociado) no suele funcionarme en estos casos.

Así que unas veces uso uno y otras veces uso otro… aunque siempre, eso sí, con la tapa bajada completamente, con lo que me sigue quedando la duda de si es el que tenia que haber usado o podía usar otro que no utilizase tanta agua para una labor tan nimia.

Y sí, esta foto es mía y la realicé el jueves 5 de enero en Daimiel. Cosas que pienso en vísperas de reyes magos…

Tener dinero y no saber usarlo

Tenemos un dinero inesperado
y queremos usarlo
para renovar
mobiliario
y no sabemos usarlo.

Nos decantamos por comprar algo
y según llegamos a casa
pensamos
que no lo necesitamos.

No pensamos que las compras
no se basan en la necesidad
salvo contadas ocasiones.

Nos decantamos por comprar algo
y nos plantea el problema
de qué hacer
con lo que sustituimos.

No pensamos que las compras
justifican la obsolescencia
que queremos creer programada.

Nos decantamos por comprar algo
y para poder usarlo
necesitamos comprar otro algo
que tampoco necesitábamos.

No pensamos que las compras
están organizadas como un dominó
y está cayendo la primera ficha.

Tenemos un dinero inesperado
que estamos seguros
de que
(por suerte y privilegios)
no nos va a hacer más felices.

Espacio libre de humos

No me puedo creer que este ayuntamiento permita (y ayude) a que se plante este cartel y un recinto marcado con líneas verdes en el suelo, como si eso lo hiciese más «verde» en un claro ejemplo de lo que se llama «greenwashing» después de haber puesto todas las trabas del mundo mundial a la reducción de tráfico de coches por el centro de Madrid.

Porque, por cierto, este recinto «verde» de aire puro y todo eso… está instalado ni más ni menos que el puñetero centro de Madrid, en la Plaza de Callao.

Libres de humo de tabaco en una plaza abierta por cuatro costados al tráfico que hace que haya corrientes de aire enrarecido. Pero no, de tabaco no moriremos… 🙁

¡Ridículo!

Esto no es una broma