Sean A, B y C tres adultos responsables

Sean A, B, C tres adultos
en pleno uso de sus facultades mentales
y responsables de sus actos.
Llamemos a A, B y C conjunto triángulo.

Sean A y B dos adultos
del conjunto triángulo
que decidieron en un momento dado
de un pasado más o menos alejado en el tiempo
conformar un segmento recto
con tan solo dos extremos ocupados
por ambos elementos del subconjunto A-B.

Sea C un ser independiente que conoce a B
(podría haber sido A, sin mucha diferencia)
y deciden por ambas partes
entablar un nuevo segmento cuyos extremos
sean B y C respectivamente.

La longitud del segmento A-B
no necesariamente coincide con
La longitud del segmento B-C

Supongamos que A conoce de la existencia
del segmento B-C
que no afecta al segmento A-B
salvo en el hecho de que A-B-C pasa a conformar
un triángulo
escaleno
con un segmento aún por definir A-C.

La relación de este último segmento
depende de la calidad de ambos extremos
y de cómo decidan
voluntariamente
(como toda decisión que se precie)
aceptar la existencia de ese vínculo B-C
del que C es clara y obviamente consciente.

Supongamos que A decide enfadarse con B
por entender que el segmento A-B
queda afectado por el surgimiento
del nuevo segmento B-C.

Supongamos que ante tal enfado
A decide atacar violentamente a C
que no es el vértice del ángulo
que articula ambos segmentos en conflicto.

A no deja de ser un ser humano violento
a pesar de que haya sido B
quien haya roto el acuerdo
de exclusividad del segmento A-B.

C en ningún caso tiene relación alguna con A
salvo que conozca a A con anterioridad
aunque no hayan acordado en puridad
conformar un segmento bipolar A-C.

Supongamos que ante tal enfado con B
A decide atacar violentamente a B
que es el ser humano responsable
de abrir ese segmento a la dimensión dos
salvo en el caso de que el segmento B-C
comparta la misma dirección vectorial que el segmento A-B.

A no deja de ser un ser humano violento
a pesar de que haya sido B
quien haya roto el acuerdo
de exclusividad del segmento A-B.

Sea B un ser humano cuidadoso
con cualquiera de los extremos de los segmentos que conforma.

Es previsible que B hubiese eliminado
la exigencia de exclusividad del segmento A-B
o la misma existencia del segmento
pasando a ser un par de puntos
solitarios
en la recta real
antes de entablar con C un nuevo segmento.

Sea A un ser humano no violento:
A tiene en su poder eliminar su membresía
del segmento A-B
o aceptar formar parte de un conjunto triángulo
sin romper el segmento A-B
estableciendo
o no estableciendo
un segmento inexistente (previamente)
e innecesario A-C.

La longitud del segmento A-C
no necesariamente coincide con
La longitud del segmento A-B
ni necesariamente coincide con
La longitud del segmento B-C

Sean A, B, C tres adultos
en pleno uso de sus facultades mentales
y responsables de sus actos.
Llamemos a A, B y C conjunto triángulo.

La pregunta es:
¿Serías capaz de trazar las mediatrices del mismo?
¿Dónde está el circuncentro del mismo?
¿Por qué A habitualmente se comporta violentamente?

Cosificando, que es gerundio

Una amiga comparte una publicación de otra persona en su muro de facebook y me da por sospechar que el personaje que está haciendo esas publicaciones esconde un cierto tipo de machismo, sutil y bastante consentido, para mi gusto, que consiste en adornar los textos que se escriben con mujeres que no vienen a cuento ni por asomo, salvo por el hecho de que son bellas, jóvenes y lejanamente (o nada) emparentadas con las palabras que las preceden.

Pero cuando lo que te encuentras es un texto de Margaret Atwood, sí, la celebérrima, ahora, autora de «El cuento de la criada», la cosa ya se pone para incendiar la estulticia…

¿Estoy hilando fino o me parece a mí que no se ve más allá de lo que se quiere ver?

Ahora seguimos hablando de lo que nos digan

Listado de feminicidios y otros asesinatos de mujeres cometidos por hombres en España en 2019

81 feminicidios y otros asesinatos de mujeres en lo que va de 2019.
Superaremos el centenar.

¿Dónde está la emergencia nacional?
¿Dónde están los antidisturbios en este caso?
¿Dónde está la exigencia de mano dura?
¿Dónde está la condena unánime y sin ambages?
¿Dónde están los gritos en las calles?
¿Dónde está la manifestación semanal hasta que esto termine?
¿Dónde está la dedicación masiva de prensa?
¿Dónde está el rechazo social unificado?
¿Dónde están los políticos que gritan?
¿Dónde?

El silencio del ruido

Una forma
perversa
perfecta
de llegar al silencio
es mediante el ruido
mucho ruido
tanto ruido
que el ruido
no deje oír
no deje escuchar
no deje saber
no deje prestar atención
a nada que no sea
el ruido
mucho ruido
tanto ruido
que el ruido
es el único estímulo
para que el silencio
se imponga
sobre lo que no sea ruido
y no se oíga
no se escuche
no se sepa…
nada más
que
el
ruido.

La pérdida de tiempo ecologista

Concienciado como estoy con la reducción de papel innecesario, llevo varios días intentado imprimir un documento cuyas páginas tienen unas dimensiones atípicas, de 20 centímetros de ancho por 9 de alto, de manera que cada par de páginas caigan sobre un único folio DinA4 de 21×29,7 cm. Pero me está resultando tan difícil que estoy gastando papeles por prueba y error que no debería gastar. Todo por ahorrar un total de 40 páginas y sus correspondientes recortes (pues la superficie externa a las páginas es sobrante) que aunque intento pensar en maneras de aprovechar sé que, de alguna manera, podrían haberse evitado.

No obstante, llevo tanto tiempo pensándolo y probado con el ordenador que quizá el desastre lo esté provocando por otro lado, en lugar de darle al botón de imprimir y recortar con el cutter correspondiente posteriormente.

Y entonces caigo en que ser ecologista, o intentar serlo pues es una carrera imposible, es algo nefasto en el sentido de la productividad, puesto que cualquiera o casi cualquiera en mi situación ya tendría hecho lo que yo estoy tardando en hacer varios días por ahorrarle al planeta 40 folios.

Puedo pensar en usar papel reciclado y así sentirme algo menos culpable o, incluso, papel reutilizado por la otra cara, aunque quede más cutre, lo que me lleva a esa otra consecuencia de intentar ser coherente a costa, incluso, de acabar teniendo menos repercusión porque el trabajo final está «peor acabado», aunque más medioambientalmente sostenible.

Por otro lado, voy a pegar (con pegamento, otro pequeño monstruo antinatura) las páginas recortadas sobre pedazos de cartón que están siendo recuperados de la basura pero que difícilmente saldrán de ser poco más que basura. Sí, muy concienciada basura, pero no tan glamurosa como una elección de papel Munken Pure sobre Cartulina Gráfica negra muy porosa, por ejemplo.

Vivo rodeado de basura. Intento sacarla de lo que he generado. Intento minimizar, no ya mi huella ecológica, sino mi huella consumista (si es que hay diferencia), pero en ese permanente intento, acabo olvidando que debo ser competitivo para poder financiarme y poder seguir haciéndolo.

Y así sigo…

Sin respuestas.

El arte de vestirse tras una ruptura

No dejan de sorprenderme los temas que ampara la prensa antaño herramienta seria de contrapoder. El otro día leí este artículo sobre el sujetador de Katie Holmes, aunque no sé por qué fui capaz de leerlo hasta el final salvo el «cariño» que le tengo a su personaje en aquella lejana en el tiempo serie de Dawson Crece que era amable y tierna (amén de moralista y proselitista cristiana). Para mí Katie Holmes siempre será «Joey Potter». Ni siquiera le tengo en cuenta su matrimonio con Tom Cruise y las exigencias demenciales que le hizo firmar el cienciólogo.

Pero lo que me parece bochornoso de ese artículo es que en ningún momento (y no esperaba otra cosa, pero quería encontrar una sorpresa) no menciona de qué manera se viste un hombre tras una ruptura. Tan sólo las mujeres recurren a su vestuario para «recuperarse» o recuperar vaya usted a saber qué.

Luego escucho de cuando en cuando que ya está bien de reclamaciones feministas, que hay igualdad, etc, etc… pero este artículo prueba completamente lo contrario. Aunque sea algo «voluntario» eso de vestirse. Lo que no es igualitario es darle importancia a cómo lo encara una mujer y, de algún modo, enardecer esa manera de hacerlo, luciéndose cual florero más o menos aparente.

Para colmo, las opiniones en los comentarios tan solo entraban a valorar si se había o no gastado demasiado en lo que a ella le había dado la gana comprarse.

Simple y llanamente… puagggg….

La primera general en el ejército español

Leyendo este artículo de El País, me encuentro con una imagen que no sé si es intencionada, pero está claro que lo que sí resulta es elocuente:

Preguntada por el proceso de integración de la mujer en las Fuerzas Armadas, Ortega respondía a este diario: “Creo que podemos sentir orgullo. ¿Hay alguna sombra? Obvio. Somos el reflejo de la sociedad y en las Fuerzas Armadas hay cabestros, como en todas partes. Pero institucionalmente se han tomado medidas para que determinadas cosas no pasen y, si pasan, se corrigen”.

¿A qué cosas se refiere la general? ¿A las dos que se reportan en las imágenes inferiores, es decir, tomar medidas expulsando todo aquello que genere controversia o que denuncie que no se toman otras medidas?

No espero mucho de una institución como el ejército español (ni ningún otro)… pero este artículo me ha resultado divertido y esa frase de Tomar Medidas me ha recordado una acción que realicé el año pasado… sobre lo vacuo de esa expresión que vuelven a usar constantemente.

La guerra comercial es la cuarta guerra mundial

Ahora que el comercio lo es todo,
incluso gestiona nuestra ética
– qué está bien o qué está mal –
llega el conflicto incruento
aparentemente
de boicots a empresas monopolísticas
u oligopólicas
afincadas en un país o en otro
cuando la transnacionalidad es norma,
llega la crisis permanente que excuse lo inexcusable
por ser temporal
– eternamente temporal –
y los daños los sufrimos en el bolsillo
que se desangra
obligándonos a dejar sudor y lágrimas
para que empresas oligopólicas
sigan batiéndose en duelos
– sin quebrantos –
olvidándose de humanidades
dejándonos debatir sobre el color de los manteles
o el aroma de los desodorantes
llamándolo libertad.

Ahora que el comercio lo es todo
la poesía ha pasado a ser
– si alguna vez no lo ha sido –
un verdadero arma cargada de futuro
una revolución
un rayo de esperanza
una aventura absurda
un horizonte de plata
una bala en la línea de flotación del empresariado
y
al mismo tiempo
nada.

¿Nada preocupante o todo lo contrario?

Si yo me hubiese encontrado un problema como ese (lo remarcado en rojo) de posicionamiento de la capa de índice bajo la capa azul, me sentiría avergonzado, yo, que no soy más que un aficionado de la «programación» web, que nunca se debió llamar tal cosa, puesto que es tan sólo un lenguaje interpretado… pero vaya, sin entrar en detalles tontos, ¿nadie se da cuenta de esos píxeles de desajuste o a nadie le importan?

Y aquí mi reflexión:

A casi nadie le importan y quizá a mí me importan demasiado. Es ridículo perder como yo habría perdido, horas en lograr que en cualquier tipo de dispositivo ese posicionamiento ocurriese siempre de manera exacta y sin dejar esa antiestética franja visible… a modo de chapuza. Pero es ridículo, sí, es absurdo. Tanto como todo el contenido junto del periódico en cuestión.

Las faltas de ortografía, gramática y de redacción, sin mencionar los típicos y frecuentes errores numéricos (confundir millones con miles o cosas parecidas) son tan frecuentes en este medio de comunicación que ya ni me preocupo por «hacerlo notar». Así que así seguimos… cada día dándole menos importancia a lo que decimos, a lo que nos dicen, a cómo nos lo dicen… y sin embargo nos atrevemos a llamarlo «información».

Cosas que pasan.

Mientras tanto en otra galaxia…

Despreciando la obsolescencia

No creo mucho en ese término tan manido de la «obsolescencia programada» pues lo que se ha programado es realmente a la sociedad para que no quieran tener más que el último modelo de todo, para que todo sea tan rápido como pueda ser tecnológicamente o tan actual como pueda ser en otro orden de cosas. Modas y tendencias, usar y tirar.

Hace años que tenemos el ordenador de sobremesa (en realidad de torre, pero ahora a todos los llaman sobremesa vs portátiles, aunque ese es un conflicto de nombre tan absurdo como el de PC vs Mac, sin saber que PC significa literalmente Personal Computer, así que si un Mac es usado de manera personal…) Es un Compaq Presario de los tiempos en los que existía esa compañía antes de que HP la hiciese desaparecer formalmente en 2013.

Adquirimos a TOWI (nombramos los ordenadores de una manera muy simplona, aunque de un tiempo a esta parte ando pensando en renombrarlos a orquestas de tango o compositores) en 2010. Venía con un MS Windows 7 con licencia preinstalado, con un disco duro SATA 3G de 640 GB (7200 rpm), 4 Gb RAM en dos tarjetas de 2 Gb cada una, un procesador Intel Pentium E5300 y conexiones típicas para la época: 6 USB 3.0 (4 en la parte trasera y 2 en la frontal), ethernet y ranuras de expansión para tarjetas: 1 PCI (1 libre), 2 PCI-Express 1x (2 libre).

Han pasado casi 10 años desde que lo adquirimos y ha ido creciendo por dentro, añadido un disco SSD, usando esas ranuras de expansión disponibles, así como por fuera con las conexiones con almacenamiento externo por USB.

De las primeras expansiones «internas», abriendo la torre y adquiriendo pequeñeces para aumentar su funcionalidad o para reutilizar algo disponible, fue cuando compramos un pequeño dispositivo que permite convertir un disco de conexión IDE (mucho más antigua que los modernos SATA) a USB sin carcasa para no convertirlo en un disco externo. Inicialmente lo tuvimos así, pero la caja dejó de funcionar, extrajimos el disco y con ese mínimo aparatejo tuvimos un disco interno que se conectaba por USB.

Para no tener que sacar un cable USB de las tripas de TOWI hacia un conector externo y, aprovechando para aumentar el número de conexiones USB disponibles (que se nos habían quedado en muy pocas a partir de la adquisición de discos externos, ratones, teclado, impresora, webcam, pendrives…), nos pedimos para reyes una tarjeta PCI en enero de 2017 que incluye cuatro conexiones USB 2.0 externas y una conexión hacia el interior de la caja.

Hace un año que el ordenador, con un Linux (Ubuntu/TangoStudio) que sustituyó al preinstalado de MicroSoft, iba algo lento, lo que podríamos llamar gajes de la edad, pero le hemos dado un poco más de vida con la instalación de un disco duro de estado sólido (SSD) conectado a la placa mediante un cable SATA. Para poder llevar la corriente al mismo tuvimos que comprar un adaptador (mínimo gasto de menos de 2€) que bifurcase uno de los conectores MOLEX de 4 pines hacia conexión de corriente SATA.

El disco SSD particionado tiene 120 Gb, lo que no parece mucho, pero es suficiente para el sistema operativo y algunas carpetas que requieran acceso de lectoescritura más rápido. Fue una compra que hice por 27€ en su día para intentar darle algo más de vida a otro ordenador (en esta ocasión un portátil HP Pavilion) que no acabó de lograr su objetivo, así que lo reutilizamos en TOWI.

Towi, por tanto, tenía ya un SSD como disco principal, Lacie (que tiene otra larga historia relacionada con su adquisición como disco de almacenamiento externo LaCie Desktop Hard Disk 320GB USB 2.0, 7200 RPM, Negro, para luego pasar a una caja que soportase interfaz IDE cuando dejó de funcionar la que venía de serie) como disco conectado con ese adaptador IDE-USB a la tarjeta PCI-USB, por supuesto el disco que traía de serie de 640 Gb al que llamamos COMPAQ. Aproximadamente 1Tb de capacidad repartida en 3 discos muy diferentes.

En el exterior, por otro lado, había ido aumentando la cantidad de discos conectados por USB. Pero las interfaces USB 2.0 hacían algo lento el tener conectados discos que podían ir a la velocidad de USB 3.0 en las existentes, para ese momento 10, conexiones USB externas disponibles.

Carmen necesitaba cada vez más espacio y ya no había forma de distribuirlo sin que resultase muy incómoda su gestión. Así que le propuse adquirir un disco USB 3.0 de «gran capacidad» (2 Tb) MAXTOR que le compró a su hermano. Pero ahora quedaba la cosa de cómo aprovechar ese disco rápido y grande con sus anticuadas (que no obsoletas) conexiones USB 2.0.

Hace unos días compré para ello unas tarjetas PCI-Express (aprovechando que quedaban aún 2 slots disponibles) una de ellas para proporcionar 2 USB 3.0 traseros con un conector USB de 15 pines interno al que se le podía conectar la otra, que no es más que un sofisticado USB 3.0 hub que dota al equipo de salidas frontales 3.0.

Ambas tarjetas necesitaban ser conectadas a la corriente (necesitan alimentación eléctrica) y fue bastante complicado desplegar el cableado para que pudiese llegar a todas las tarjetas y discos duros que este pequeño Frankenstein necesita. Habría sido conveniente un alargador de cable MOLEX que cuesta menos de 2€ y que no tenía. Lo logré sin ello, si bien el disco IDE (Lacie) queda algo «colgado» en un dudoso equilibro en el espacio interior de la torre.

Puede que llegue un momento en el que no sea rentable seguir invirtiendo mínimas cantidades para hacer que este viejo ordenador siga siendo uno de los equipos principales que tenemos, pero de momento me resisto a abandonarlo y seguiré diciendo que la obsolescencia no está programada en los dispositivos, sino en los humanos.

Esto no es una broma