¿Perfil de Facebook o SPAM?

De cuando en cuando llegan estas solicitudes de amistad (mujeres exuberantes y de residencia fuera de España) que acepto sin mirar y, lo siguiente que hago es ver su perfil. Cuando me encuentro perfiles como este, lo siguiente que hago, obviamente, es eliminarla de mis amigas.

Pero siempre me queda un estúpido remanente de duda sobre si verdaderamente detrás de ese perfil hay alguien (humano bienintencionado) a quien he rechazado por su apariencia. ¿Seré muy superficial?

😉

Por cierto, rara vez me llegan equivalentes perfiles masculinos. ¿Casualidad?

Hombres que miran a las mujeres con respeto

Por fin una serie en la que encuentro hombres con los que sentirme identificado sin sentir vergüenza ajena. Es una serie de entretenimiento, sin enormes pretensiones culturetas, divertida, de «fantasía»/»ciencia ficción», del canal SyFy, sobre demonios, vengadores con superpoderes, etc…

Además de guapos (eso no podía ser de otra manera en una serie que no pretende dejar de lado el mainstream), hábiles, inteligentes y, sobretodo, respetuosos con las mujeres.

Los dos protagonistas (e incluso el villano antagonista) tienen un trato de la mujer que dista de ser condescendiente, que las consideran iguales, sus iguales, sin ser ni sus príncipes azules ni sus amos y señores. El atractivo Agente Dolls (Shamier Anderson), acaba siendo amigo de la interesante protagonista, Wynonna Earp (Melanie Scrofano), con quien tan sólo cruza un beso en el último capítulo de la primera temporada y, casi diríamos que por accidente.

En todo momento se refiere a ella como Earp (no por el nombre de pila), como si de un igual se tratase. De nuevo, sólo en una ocasión el guion le hace llamarla Wynonna para distinguirla de la otra hermana Earp. Y lo recalca, casi haciéndonos saber que si no fuese por eso, seguiría mereciendo el respeto de su compañera de trabajo y no la familiaridad con la que se suele tratar a toda mujer en una relación cinematográfica.

El guapísimo Doc Holliday (Tim Rozon) acaba enamorado de ella (antes que ella de él, de nuevo un rasgo infrecuente) pero respetando en todo momento su absoluta libertad de elección, incluso en ese beso que encuentra con su «competencia» Dolls, sin repartirse a la mujer cual botín de guerra.

El tópico (casi) de lesbiana policía Nicole Haught (Katherine Barrell), quizá, acabará siendo (espero) lo que menos aporte a este alegato a favor de unas nuevas relaciones interpersonales, alejadas de heteropatriarcados hegemónicos omnipresentes.

De esta serie se recalca en los artículos que encuentro sobre ella el feminismo en las relaciones intermujeriles, satisfaciendo sin problemas el celebre Test de Bechdel, los roles que estas ocupan y las acciones que llevan a cabo, pero yo no dejaría de lado, porque me parece uno de los más importantes avances post-Bechdel (esa mínima exigencia), los roles masculinos, la nueva masculinidad que puede ser, como en esta, viril, masculina, incluso testosterónica, pero no por ello machista ni propia de opresor de tres al cuarto.

¡Ya era hora!

Supongo que no es casual que su guionista sea mujer (Emily Andras). El siguiente paso, será que pudiera haber sido un hombre quien realice estas miradas progresistas. ¿Para cuándo?

Ella le besa a él. Sí, se puede hacer así.

Femenino y conservador

No sé si la pregunta que se hace esta ciudadana virtual es cierta, pero en caso de serlo, que pudiera ser, una respuesta podría ser de perfil antropológico.

¿»los partidos más progresistas y profeministas tienen mayor porcentaje de voto masculino que femenino, y la derecha conservadora mayor porcentaje de voto femenino que el resto»?

Hay teorías que dicen que las mujeres tienden al conservadurismo por cierto «instinto» maternal de protección que ven en estas tendencias mayor estabilidad lo que les es preciso para garantizar la estabilidad del entorno asociada a la seguridad para la supervivencia de la especie.

Es una teoría, no digo que deba ser así, pero lo que más me inquieta no es tanto si esta otra teoría es o no acertada, sino el hecho de que me dé verdadero pánico expresar esta posible explicación ante la segura acusación de machista y heteropatriarcal dominante. Así que me limito al silencio de mi propio blog (que no acepta opiniones).

En resumidas cuentas, no argumento, no opino, me callo, me silencio… y sigo mi vida sin mayor problema que el de tener la impresión de que en un ámbito u otro, la libertad va desfalleciendo por las aceras.

Unos minutos atrás había visto otra imagen de esas «con mensaje» presumiblemente defensora de los heterosexuales en alusión al aluvión de comentarios relacionados con el autobús de la discordia, que era claramente discriminatoria, pero tampoco quise comentar nada. Estas redes sociales muestran la sociedad tal cual es… y esta sociedad es definitivamente censora.

Falta de respeto

Iba en el autobús.

Dos filas más atrás
un hombre veía algún vídeo en su smartphone
sin tener en cuenta el ruido que hacía
obligando a escuchar su entretenimiento
a quienes íbamos en silencio
en el autobús.

Pensé
¡Qué falta de respeto!
¡Qué atropello a la razón!
¡Qué escasez de cultura cívica!
¡Qué mala educación!

Me detuve a mirar alrededor
después de que ese tipejo
hubiese encendido su dispositivo
y vi al resto de los que íbamos en silencio
en el autobús.

Pensé
¡Qué cantidad de buena gente!
¡Qué pocos problemas de convivencia!
¡Qué respeto a la compartición del espacio!
¡Qué buena educación!

No eran incompatibles
ambos pensamientos
simultáneos.

Oliver Cromwell y la Infanta

El 4 de enero de 1649, los Comunes aprobaron una ordenanza para establecer un Tribunal Superior de Justicia para juzgar a Carlos I por alta traición en nombre del pueblo de Inglaterra. Los lores la rechazaron y como no recibió el Consentimiento real, Carlos solicitó se le explicara al comienzo de su juicio el 20 de enero en Westminster Hall «¿En función de que autoridad es que yo he sido traído aquí? ¿En función de que autoridad, quiero decir de que autoridad con peso legal?«, para lo cual no existía una respuesta legal de peso según los estatutos constitucionales de esa época.

Por lo menos, no se amparó en un vergonzoso: yo no sabía lo que hacía.

Afortunadamente, a Carlos I le cayó el peso de la ley en la garganta.

Pero era en la Inglaterra de los 3 Reinos, allá en el lejano siglo XVII. En el siglo XXI los reyes han aprendido a quitarse de en medio los problemas que podían llevarles a terminar así. Pero no sus privilegios. A esa astucia se le llama Monarquía Constitucional.

El arte de amar. Erich Fromm

¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno «tropieza» si tiene suerte? Este libro se basa en la primera premisa, si bien es indudable que la mayoría de la gente de hoy cree en la segunda.

Fromm, Erich – El arte de amar

Me parece que debería ser de obligada lectura en la adolescencia. Hacer exámenes y superar tests hasta que se consiga amar correctamente.

Y diferenciar amor de otras cosas como la posesión, sin ir más lejos.

Abunda el fascismo, dicen

He copiado este comentario en una red social porque me resulta sintomático de lo mal que se piensa:

Por temas profesionales he estado unos días encerrada en Twitter y secciones de comentarios de los periódicos y he alucinado. Toneladas de odio y de basura, gentuza diciendo a otro que deberían ir a fosas comunes en las carreteras con sus abuelos, insultos por creencias políticas, religiosas o sexuales. Sobre todo, abunda el fascista que no sabe que lo es, que odia a cualquier modesto socialdemócrata, a las mujeres, a todo lo que no sea fascismo… No comprendo por qué les dejan votar. Incluso no comprendo por qué no se le envía a vivir a un sitio perdido en África.

¿No se da cuenta de que la conclusión es exactamente aquello que recrimina?

Patético, pero sin lógica no puede haber avance social.

Por supuesto, no he contestado en la red social, pues es lugar para indignación fácil, para emoción irreflexiva, para populismos de diversos pelajes, para simplificaciones al máximo, para estupideces, en fin, como esta.

Todo por la Facebook

De la serie Publicidad en Cubierta


Ha sido difícil encontrar una imagen de un cuartel de la guardia civil de buena resolución. Asumo que por motivos de seguridad, están en la mayor parte de los casos ocultos de google y demás buscadores de imágenes. Por momentos tuve miedo de que pudieran ver (ellos…) que estaba realizando estas búsquedas y se plantasen a mi puerta con armas y agresividad acusándome de presunto terrorista. Tener miedo de las fuerzas de seguridad del estado no es un buen síntoma… ¿mío o del estado?

Por cierto, búscandolas, me encontré con esta divertida imagen que no he compuesto yo:

Esto no es una broma