Guerras de clases

Guerra de clases entre
quienes dominan (la gramática)
y quienes son dominados.

Guerra de clases entre
quienes dominan (la banca)
y quienes son dominados.

Guerra de clases entre
quienes dominan (la fuerza)
y quienes son dominados.

Guerra de clases entre
quienes dominan (las matemáticas)
y quienes son dominados.

Guerra de clases entre
quienes dominan (la virtud)
y quienes son dominados.

Guerra de clases entre
quienes dominan (la ansiedad)
y quienes son dominados.

Guerra de clases entre
quienes dominan (la incógnita)
y quienes son dominados.

Guerra de clases entre
quienes dominan (la zapatería)
y quienes son dominados.

Guerra de clases entre
quienes dominan (la __________)
y quienes son dominados.

Abdica el Rey Juan Carlos I

Sí, hoy ha sido la impactante noticia del día, pero a mí qué me importa. Ante ¿Qué va a pasar ahora? solo me resta pensar que: continuidad, triste y sosa continuidad.

Va a sucederle su hijo, que ahora no será campechano, sino bien preparado y más o menos carismático… pero su hijo, su hijo…

Este es el quid de la cuestión: Felipe va a pasar a gobernarnos por una coincidencia genética reconocida públicamente. Por ADN (que es casi como decir por cojones: los que generaron el esperma que penetró hace tiempo en algún olvidado ovario de su jodida madre (hubo de ser jodida para ello, en aquel entonces)).

No merece la pena explicar el origen de las monarquías y su legitimación sanguínea como descendientes de otras ramas dinásticas… y, en última instancia, validados en su derecho al trono por el supremo religioso de turno.

No puede haber legitimación de una persona por su sangre sin hacer referencia a algún tipo de privilegio que deriva de una verticalidad que dirige la mirada a un ser superior. En resumen: no es compatible un estado laico con una monarquía.

Pero nos empeñamos en decir que vivimos en un país laico, lleno de excepciones, como consentir o obligar a celebrar fiestas de una única religión a lo largo del año, por no hablar del peso en la tradición.

Con respecto a la monarquía, también vivimos en un país que la adora, adora tener un rey, un hombre que cuida de la casa, como si no pudiese hacerlo una mujer, por supuesto, además de que el hombre en cuestión ha de ser «diferente», «superior», «ungido». No puedo ser yo.

Y esto no puedo entenderlo. Yo quiero ser rey.

Hoy veía el vídeo extraído de la película Templario que compartí en este diario hace tiempo sobre qué significa ser rey y recordaba que he escrito sobre esta estupidez anacrónica de man-tener una monarquía después de abolida la idea de que los seres humanos son diferentes dependiendo de su sangre…

Y no quiero entrar en si su familia real está imputada, ni en degradaciones personales sobre lo nefasto de su reinado. No me importa si lo hizo bien o mal, si se folló a su secretaria o a una enfermera o si su mujer tiene miedo a la oscuridad o se aburre o si caza elefantes o si su hija es una persona con síndrome de Dawn o si su hijo tiene canas o si no sabe hablar o si sí que sabe…

Simple y llanamente, creo que los individuos de un país laico son iguales ante la ley y no pueden tener un apartado dentro de la constitución para hablar de sus excepciones.

Creo que tendríamos que tener el derecho a elegir al representante del pueblo español, aunque fuese el mismísimo Jose María Aznar.

Y es que esta es otra de las razones por las que no acaba de haber el acuerdo necesario: no se trata de personas, se trata de roles. No debe existir el rol de monarca.

Y luego vienen las peticiones de firmas y los supuestos deseos de referendums… pero la dura realidad es que a la inmensa mayoría de los españoles les gusta esta gilipollez anacrónica de la monarquía y no van a dejar de votar a un partido por el hecho de que no tenga en su programa el firme deseo de modificar el modelo de estado.

Así que afrontémoslo: estamos solos ante el siguiente Borbón, descendiente de los Borbones que ocupan el trono de este país desde que lo hiciera Felipe V, descendientes de la rama francesa de la casa de los Capeto, a su vez descendientes de los Robertinos:

La Dinastía o Casa Robertina fue una casa noble de origen franco. Fue fundada por Roberto el Fuerte, conde de Blois y muerto durante una incursión normanda en el 866. Sus dos hijos, asentados en París con los títulos de condes, serían reyes de Francia con el nombre de Eudes I y Roberto I. Éstos lucharían contra los últimos reyes carolingios por el trono.

El hijo de este último, Hugo el Grande, Duque de Francia y Conde de París, llegó a ser el noble más fuerte de Francia, relativamente, pues en esta época el resto de nobles podrían poseer en la práctica muchos más recursos que el reyezuelo, puesto a dedo por los nobles por función meramente representativa, y prepararía la sucesión para su hijo Hugo Capeto en el trono. Este último daría origen a la Dinastía de los Capetos.

Y no tiene arreglo: Continuidad por apatía, pero también por falta de compromiso, por falta de responsabilidad… dos de las famosas «marcas españa».

¿Cómo quieres vivir?

Sí, es una pregunta válida. Te la puedes hacer, es más, te la debes hacer. No tienes otra cosa que hacer que esta pregunta. A la respuesta le podríamos llamar, sencillamente, vivir.

Se elige, se está obligado a elegir, que diría Sartre, y es la máxima responsabilidad que se tiene mientras la sangre corre por las venas.

¿Cómo quieres que sea tu vida?

Me consta que hay gente que no se formula esta pregunta y algunos puede que tengan cierta justificación, dado que lo apremiante de determinadas situaciones (estados de guerra, esclavitudes varias) no deja un segundo para detenerse y preguntarse:

¿Cómo quiero vivir?

Pero ¿qué decir de aquellas personas que no tienen esa justificación? Quizá nunca se les ocurrió la pregunta, o quizá sea cómodo (a corto plazo) no formulársela. Se puede tener la sensación de que vivir es correr solucionando problemas… pero no son problemas, son solo chapuzas para tapar huecos de una vida desperdiciada en tapar huecos, es vivir sin enfoque y desorientado, dando palos de ciego al aire en búsqueda de… no, corrijo, sin búsqueda, palos de ciego que no sabe si hay alguna piñata en las cercanías.

¿Qué necesito para vivir? ¿Qué es superfluo? ¿Tengo objetivo? ¿Cuál?

Si no nos hacemos estas preguntas, podemos decir que somos seres humanos, pero no somos más que carne con patas que avanza hacia una grosera masa de naderías, una oveja sin rebaño, que quizá por ello busca rebaños, como un intento desesperado de fabricar un objetivo común en uno propio, una necesidad grupal en una individual.

No se es un individuo pleno sin hacerse estas preguntas (añado que periódicamente) para responder, de cuando en cuando, a la vieja cuestión que formuló Camus en su Mito de Sísifo como ya cité cuando intenté contestar a ¿qué pasaría si me muriese mañana?.

Pero sí, a pesar de los pesares, hay quienes siguen andando por ese camino vacuo de la no-pregunta, avanzando sin ningún tipo de orientación, sin sentido, en un movimiento browniano que calienta el planeta más que el calentamiento global, fomentando el desorden puramente entrópico, partículas de polvo en un universo inmisericorde y sin dios que nos diga por dónde debemos avanzar.

¿Conoces a alguien que no se haya hecho esta pregunta?

Pues ayúdale y hádsela tú. No queda otra si deseas vivir en una comunidad humana, en caso contrario, solo estamos rodeados de becerros purulentos cuya vida no vale nada. Son alimento. Y la antropofagia dejaría de ser abominable.

Hacerse la pregunta no significa, no obstante, tener una respuesta que valga siempre ni para todo el mundo, es más, puede que no se sepa qué responder… eso no es importante.

Lo importante es saber que el ser humano se hace preguntas como esta, que para ser ser humano hay que hacerse preguntas como esta… y no hay excusas…

Salvo que no te importe vivir una vida desperdiciada.

Trata el espacio público como si fuese…

tu casa
la casa de tus padres
la casa de tu mejor amigo
la casa de tu mejor amiga
la casa de dios
la casa del rey o de la reina
la casa de un político
la casa de un policía
la casa de tu suegra
la casa de tu hermana

pero

en vistas de cómo trata mucha gente
su casa
la casa de sus padres
la casa de su mejor amigo
la casa de su mejor amiga
la casa de dios
la casa del rey o de la reina
la casa de un político
la casa de un policía
la casa de su suegra
la casa de su hermana

te diría:

trata el espacio público como si fuese
la casa de alguien a quien deseas enamorar.

Frases de Thomas Jefferson (Wikipedia)

Leyendo casualmente en wikipedia el artículo dedicado a Thomas Jefferson, me he encontrado con un buen número de frases que se le atribuyen que resultan tan sugerentes como sobrecogedoras: las hizo un fundador de un país que ha evolucionado de manera bastante impredecible (como el resto del mundo, por otro lado) de aquella visión agraria-idealista que aún hoy se intenta colocar como la deseable.

De todos modos, sin contexto, las frases de este señor resultan hueras, puesto que hay que comprender qué situación sociopolítica le tocó vivir, qué momento histórico-económico creaba el ambiente adecuado para estas frases que, el fundador del Partido Republicano (Demócrata-Republicano, en su comienzo), fue soltando por el mundo.

Aquí algunos ejemplos:

«Creo, sinceramente, como tú, que los sistemas bancarios son más peligrosos que los ejércitos».

«Cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía».

«Creo que la ley más importante con diferencia de todo nuestro código es la de la difusión del conocimiento entre el pueblo. No se puede idear otro fundamento seguro para conservar la libertad y la felicidad. […] Aboga, mi estimado compañero, por una cruzada contra la ignorancia; establece y mejora la ley de educar a la gente común. Informa a nuestros compatriotas […] de que el impuesto que se pague con el propósito [de educar] no es más que la milésima parte de lo que se tendrá que pagar a los reyes, sacerdotes y nobles que ascenderán al poder si dejamos al pueblo en ignorancia».
Fuente: Carta con fecha del 13 de agosto de 1786 dirigida a su amigo George Wythe.

«Dios nos libre de pasar 20 años sin una rebelión».

«El árbol de la libertad debe ser vigorizado de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos: es su fertilizante natural».

«El arte de la vida es el arte de evitar el dolor».

«El dinero y no la moral es el principio de las naciones fuertes».

«El hombre que no teme a las verdades, nada debe temer a las mentiras».

«Estoy a favor de un gobierno que sea vigorosamente frugal y sencillo».

«Indudablemente nadie se ocupa de quien no se ocupa de nadie».

«La democracia no es más que el gobierno de las masas, donde un 51% de la gente puede lanzar por la borda los derechos del otro 49%».

«Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado».

«Mi estudio de la historia me convence de que la mayoría de los malos resultados de los gobiernos provienen de tener demasiado gobierno».

«No es posible vivir sin libros».

Feminismo

feminismo

Sí, si yo lo entiendo, de verdad, pero es que algo en la simetría de las palabras y las imágenes me hace pensar que el nombre está mal escogido. Ante esta propuesta pictórica, bien podría verse que, en el medio, también cabría el término de masculinismo, pero que tampoco acabaría de gustar al concurrente.

¿Qué tal, simple y llanamente, igualdad de género («igualismo»)?

Quizá, por mi manía con la simetría, yo lo entendería mucho mejor.

Bebo Coca-Cola

Sí, señoras y señores, sí, un performer, coherente en la mayoría de los casos con una forma de vida de obsesiva conciencia social y política, sí, un tipo así, como yo, bebe coca-cola.

El otro día, en una reunión informal con una amiga, me afeó este hecho, al pedir en una terracita de un restaurante libanés afincado en la calle Miguel Servet, esquina con Mesón de Paredes, bajo el ventanal en el que pasé mis primeros años de infancia, me dijo que debería pedir otra cosa, que si no me había enterado de lo que estaba haciendo la empresa en cuestión, etc, etc…

Y le contesté que sí, que sí me había enterado, pero que me gustaba la coca-cola, además de otra crítica que hice, esta vez no a ella, pero sí a la estrategia que está siguiendo para, presuntamente, reducir el consumo (penalizando) de tal empresa. Como ya comenté en otra ocasión, hablar tanto de Coca-Cola, lo único que, verdaderamente hace es darle más visibilidad. Le sugerí que, si ella deseaba que se bebiese menos ese producto dejase de hablar de él y hablase de otros.

Y aquí llego a mi pequeña reflexión de hoy: quizá ha llegado el momento de hablar en positivo, con propuestas y no con des-propuestas. En lugar de «No bebas esto o aquello», «No votes esto o aquello», «No hagas con tu dinero esto o aquello», quiero oír propuestas en positivo: «Te podría gustar beber esto o aquello», «Podría cambiar algo votar a esto o a aquello», «Si tienes dinero, podrías hacer esto o aquello».

Me recordó a cuando quería practicar inglés y pensé que no encontraría ningún chico con el que pudiera tener una conversación ni medianamente interesante y pensaba en poner un anuncio tipo «Busco chica con la que practicar inglés», pero claro, esto generaba un problema de posible mala interpretación de las intenciones. Carmen, en su pragmática sabiduría, me aconsejó: «¿Por qué no pones un anuncio diciendo que deseas practicar inglés y que tus intereses son el arte, la danza, la poesía y que no te interesan los deportes?»

Fue genial, porque no ponía las cosas en términos negativos o excluyentes sino en términos de lo que deseaba, directamente. En realidad, excluía también un montón de posibles «chicas» que tampoco me habrían resultado muy interesantes. Finalmente no puse el anuncio (no encuentro huecos «convenientes» en mi calendario), pero la propuesta en caso de que lo llegue a poner sigue siendo la suya.

En el caso de algo que comento muchas veces, sobre el uso de sistemas como FaceBook o Windows o similares, voy cambiando el discurso a estrategias más positivas: no es que windows sea malo, es que hay otros sistemas operativos, por ejemplo Linux, que pueden ser mucho mejores, gratuitos, libres de virus, libres de software pirata y sus exigencias económicas…

No obstante, el resto de la conversación también estuvo plagado de lugares comunes que no siento que aporten nada a un debate que, a estas alturas, ya ni parece tal: solidaridad, desafección a la corrupción, compromiso, irrepresentabilidad, participación, reparto de riqueza, injustificación de deudas (que, no obstante, se adquieren mediante compromisos), desmantelamiento del estado del bienestar (si asumir sus costes y, por supuesto, sin plantear alternativas), en resumen, un discurso que no puede ganar adeptos formulado de esta manera. Es preciso plantearse las estrategias que se están empleando, no solo los fines, que no acaban de estar tampoco bien trazados.

Está bien: sabemos qué no nos gusta, pero ¿qué queremos? ¿cómo podemos lograrlo?

Sí, supongo que tengo que ir a conocer un poco más los movimientos asamblearios. Seguro que hay pequeñas cosas que están haciendo (en positivo) que contribuyen a mejorar el planeta. No hacerlo es algo irresponsable, mucho más que beberme una bebida refrescante un viernes por la tarde.

Deng Xiaoping y la crisis de Europa Occidental

Hoy venía pensando que aún no estamos en «crisis», pero sí preparando el terreno para estar en una situación terrible en los próximos años. Dentro de 15 años, cuando la enseñanza pública y la educación pública sean una ridícula muestra de lo que son ahora mismo, cuando los derechos sociales y laborales estén tan mermados que den risa… o pena, o rabia… es cuando verdaderamente podremos hablar de situación crítica.

No obstante, seguí intentando pensar el porqué de esta situación que nos lleva a esta dramática reducción de la calidad de vida, al desmonte del «Estado del Bienestar» y creí poder trazarlo hasta la burbuja inmobiliaria y/o la financiera.

Pero pensé que eso era un efecto y no una causa: ¿Qué nos llevó a los occidentales a vivir volcados en burbujas como estas, altamente especulativas y de riesgos, como hemos visto, altos?

Y pensé que era la inexistencia de bloques soviéticos, que podía explicar el auge y despegue sin restricciones de la neoliberalidad salvaje que campa a sus anchas por el planeta tras el decaimiento (inevitable) del muro que había mantenido un ilusorio status quo hasta los 80. Las desregularizaciones han ayudado a hacerse mucho más ricos a empresarios completamente «desescrupulados» (si es que alguna vez han tenido de aquellos) sin ya reparar en, ni siquiera, nacionalismos o fronteras.

Pero creí pensar que algo ahí se me estaba olvidando… hasta que me acordé de un artículo de wikipedia que estuve leyendo el otro día sobre la Revolución Cultural China. No sé por qué en ese momento no me llamó la atención, pero algo sí me quedó claro: fruto del fracaso de la misma, de su propia autoaniquilación, abrió paso a un proceso de liberalización de la economía hacia una «de mercado».

Incluyo parte del artículo porque está bastante bien explicado:

La Gran Revolución Cultural Proletaria fue una campaña de masas en la República Popular China organizada por el líder del Partido Comunista de China Mao Zedong a partir de 1966 y dirigida contra altos cargos del partido e intelectuales a los que Mao y sus seguidores acusaron de traicionar los ideales revolucionarios, al ser, según sus propias palabras, partidarios del camino capitalista.

En realidad supuso una radicalización de la revolución china. Mao, apoyado por un sector dirigente del Partido (Banda de los Cuatro), utilizó una gigantesca movilización estudiantil (Guardias rojos) para desacreditar al ala derecha, pro-capitalista (encabezada por Liu Shaoqi, Peng Zhen y Deng Xiaoping), dentro del aparato del Partido Comunista Chino. Esta recorrió todo el país, afectando también a las áreas rurales, terminó por extenderse a la clase obrera y, finalmente, a los soldados del Ejército Popular, convirtiéndose en un cuestionamiento generalizado contra las autoridades del Partido, que amenazaba con escapársele de las manos. Este proceso dio lugar a la conformación de Comités Populares de obreros, soldados y cuadros del partido por cerca de la mitad del país, los cuales funcionaban como órganos de doble poder popular en las distintas tareas de administración y gobierno; situación que Mao logró encauzar, situándolos bajo la dirección del Partido. Esta situación duró hasta 1976, momento en que un golpe de Estado militar encabezado por Deng Xiaoping, con una dura represión, restauró en el poder a la facción encabezada por él mismo, procediéndose al arresto de la Banda de los Cuatro y la vuelta al statu quo, emprendiendo los cambios en la economía que, bajo el nombre de socialismo con características de mercado, iniciarían la vuelta a la economía de mercado capitalista.

Y aquí sí, en esta última frase es donde pude haber parado de buscar: teniendo, desde ese año, un millar de millones de trabajadores potenciales muy baratos, había que garantizar la posibilidad de movilidad de capital y de empresas… y comenzó el desmonte del «paraíso occidental».

Ahora no es posible entender el mundo sin este protagonismo chino en la economía, pero la situación proviene de una contra-revolución de una revolución que no conocemos mucho en occidente. ¿Por qué se había ocasionado realmente la Revolución Cultural y su contrarevolución correspondiente o golpe de Xiaoping? ¿Eran fenómenos evitables?

Me surgen muchas más preguntas, pero lo que veo es que esta conexión no era muy evidente y ahora no puedo dejar de verla: es un elefante rosa en la habitación. Me encanta habérmela encontrado.

Sobre qué hacer ahora… mejor para otro día, pero si sabemos orígenes, puede que podamos pensar mejor de cara al futuro. Puede.

Esto no es una broma