Crispación

Leo la información que tengo en FaceBook y solo encuentro crispación.
De un lado
de otro lado
todos parecen estar crispados
y todas parecen estar crispadas
y yo estoy crispado
o parezco estarlo
pero no lo estoy
hasta que leo la información que tengo en el entrecruce de muros de facebook
y me crispo
porque no hay otra manera de reaccionar
(y me digo que sí, que sí hay otra manera, al menos una más)
y nos contagiamos
crispándonos
que
por muy bella que sea la palabra
genera un malestar permanente
entre la impotencia, la frustración
y la ira.

No sé cómo escapar
y no sé si quiero escapar
así que no sé
si quiero hallar la forma de hacerlo
o sumergirme en una de esas sensaciones próximas
como la ira
por poner un ejemplo
y dejarme ir
irracionalmente
hacia alguna cristalera de
por poner un ejemplo
una sucursal de un banco
y lanzar algo con la intención de romperla
o dirigirme hacia la salida de algún organismo oficial
del que salga algún político
por poner un ejemplo
y escupirle a la cara
o al café, como propone un amigo,
para que sepa que puede ocurrirle
y viva con miedo
con el miedo que yo ya vivo
para contagiarle
contagiarle
crispación.

La crispación es una plaga
que está librándose de la población europea
como en su día lo hizo la peste
bubónica
(que no borbónica)
y no se ha encontrado
aún
cura
pero
por poner un ejemplo
la ira
no parece la mejor forma de enfrentarla.

jo nooo

es que
no me gusta
quiero de eso
no
de eso no
es que
jo
yo
eso no me gusta
ni eso
vale
venga
ponme un poco de eso

y a mí
y a mí
y a mí
pero esperar
no hay para todos
jooo
pues yo quiero
y lo otro no me gusta
ni a mí
ni a mí
pues a mí me sienta mal
y a mí me da alergia
jooo
pues vaya
ya
venga
¿te pongo esto?
no
yo quería eso
y esto no me gusta
no quiero
venga…
que no
que no quiero
que no es bueno
pero venga
es lo que pude traer
pero a mí esa marca no me gusta
pero bueno
que no
que no me gusta
venga que da igual
a mí no me da igual
ni a mí
ni a mí
pónselo a aquel
¿tú no quieres un poquito?
no
de esto no
quiero de eso
como yo
y yo
y yo

he traído esto de postre
pues vaya
¿no había otra cosa?
estaba en oferta
y era de aquí al lado
es que a mí lo que me gusta es lo de todos los años
en esa tienda que sabes
pero es muy cara
ya
pero no me gusta otra cosa
pruébalo
que no
que no quiero
ni yo
ni yo tampoco
pues vale
esto es lo que hay

pues vaya
jo
qué mierda
oye
no hables así
es que…
¿no tienes hambre?

pero eso no me gusta
yo quiero el de siempre
y yo
y no entiendo porque no se puede
pues porque no
es que es muy caro
ya
pero para eso no como
pues bueno
no tendrás mucha hambre
bueno

pero no quiero eso
no quiero
no me gusta
joooo
ni a mí
ni a mí

venga
vamos a hablar un poco de la crisis
para distraernos
vale
es que yo entonces
me aburro
y yo
y yo
pues nada
dejemos pasar el tiempo
o de que quieres hablar
de mí
y yo de mí
y yo
¿y de otros?
no
no
no
mejor de mí
sí pero después de hablar de mí
y de mí
que no
que no se puede hacer así
pues vaya
jooo
qué mierda
que te he dicho que no digas mierda
pero es que es una mierda
te voy a castigar
pues hala
castígame
esto es un rollo
y me aburro
y yo
y yo






un ratito de silencio
en ciertos casos
no viene mal
porque ya está todo
dicho.

De buenos y malos

Si ayer hablaba sobre una serie inolvidable que terminamos pertinentemente de ver el fin de semana anterior a las elecciones presidenciales norteamericanas, más propiamente hablando, estadounidenses, hoy quería hablar de una pequeña morralla que veo de cuando en cuando para «desconectar» mi cerebro, para dejar que se vaya a pasear un rato a un lugar tontuno, simplón, sencillote, que me haga sentir que el mundo (sabiendo que no es así) puede ser fácil, comprensible, de buenos y malos.

Cabecera de Leverage (Las reglas del juego)
[youtube_sc url=http://youtu.be/2F9JZZwWR0U]

Como se ve, es una serie de buenos y malos al más viejo estilo «El equipo A». Pero algunas cosas llaman la atención: comienza la cabecera diciendo «Los ricos y poderosos cogen todo lo que quieren…» Es un mensaje simplista, populista, que les autoriza a ser buenos robándoles. Será por eso de «Quién roba a un ladrón…», pero es que ni siquiera dicen que «los ladrones…», sino «los ricos y poderosos», de donde se deduce que esta serie implica que si hay riqueza y poder es porque hay latrocinio que lo ha generado.

Es una implicación con la que podría estar de acuerdo, pero no lo estoy. No lo estoy por la simpleza del planteamiento, y por la falta de rigor de la proposición.

Por otro lado, y no viendo que incurren en una flagrante contradicción, ellos acaban en erigirse en los malos, que son los mejores buenos, pero también en los que tienen el poder para hacerlo, de modo que, por su argumento, por su mero argumento, acabarían por tener que atacarse a sí mismos. Lo que no dejaría de ser inteligente, pero dudo mucho que el guionista de turno haya pensado en ello más de 5 minutos.

Pero hay una cosa que aún me cautiva más y es el fácil paralelismo entre esta serie que pretende ser empática con los desfavorecidos y algunas propuestas de partes del movimiento 15M. Que, lamentablemente, he de reconocer, que me parecen, con frecuencia, simplistas.

Supongo o quiero suponer que esa necesidad de simplificar es fruto de la lucha ante la impotencia que genera la complejidad del sistema o del mundo o de lo que sea que se desee modificar. Es más asumible esa lucha si el enemigo es más fácilmente identificable. Como alguna vez oí o leí «Contra Franco vivíamos mejor».

Parece que a falta de una dictadura identificable, sencilla de combatir, nos encontramos en este mundo en el que no hay malos y buenos exclusivamente, sino que el sistema en sí es tan perverso que nos hace a todos partícipes de una maldad repartida en diversos grados, donde, por tanto, la diferencia es cuantitativa y no cualitativa.

¿Significa esto que hay que responsabilizarse por los abusos de poder de algunos políticos y de varios banqueros y otros especuladores de altura? Pues en parte sí, por permitir que estén esos políticos representándonos, por permitir que gran parte de nuestro entorno permita que estén. Pero también asumir nuestra pequeña parte de responsabilidad cada vez que hacemos actos como comprar en el DIA, aunque sea porque es más barato, para poder vivir un poco al margen de la sociedad de consumo, pero acabo comprando en el DIA, una multinacional con relativos pocos escrúpulos.

Eso no es óbice para que no pidamos o exijamos responsabilidades (o hacer públicas las mismas) a los que han abusado del poder, tanto económico como político. Pero démonos cuenta de cuándo lo hacemos nosotros, todos y cada uno de nosotros. Yo lo hago. Yo participo de este sistema que me ha convertido en especulador, por esencia. ¿Cómo no serlo?

Espero que encontremos respuestas. Yo siento reconocer que no las tengo.

El Ala Oeste de la Casa Blanca

Durante varios meses, Carmen y yo hemos estado viendo las siete temporadas de esta serie norteamericana, que narra las peripecias del equipo presidencial de los EEUU, dirigidos por un ficticio líder del Partido Demócrata, interpretado por Martin Sheen (con cierto parecido hacia un parcialmente idealizado Bill Clinton).

Dicen en wikipedia, de esta serie:

El ala oeste de la Casa Blanca (título original: The West Wing) es una serie de televisión estadounidense muy popular y ampliamente aclamada por la crítica. Fue creada por Aaron Sorkin y se emitió desde 1999 al 2006. […] La serie está ambientada en el ala oeste de la Casa Blanca, donde se ubica el Despacho Oval y los despachos de los principales miembros del equipo del presidente, durante la ficticia administración demócrata de Josiah Bartlet (Martin Sheen).

Es una ficción, no hay que olvidarlo, pero en ocasiones parece un reportaje, un documental dramatizado, más incisivo que los de Michael Moore, y mucho más ameno. Es una ficción y, sin embargo, parece más un oráculo que una obra de imaginación, parece estar hecha con la intención de fabricar un voto favorable a demócratas del tipo Obama, que, como anoche, ha vuelto a ganar unas elecciones dramatizables hasta dar lugar a posibles obras de ficción.

Ha sido una serie tremendamente buena, que no comprendo porqué no se ve en los canales españoles, enseñándonos un poco sobre lo que de verdad esconde la gobernanza de un país. Los capítulos devanaban las diversas situaciones que enfrentaban los «técnicos» de gobierno, teniendo que negociar con una realidad compleja, muchas veces incómoda, que da lugar a conflictos éticos de manera permanente.

No da soluciones fáciles (a veces sí, pero es ficción!), a problemas realmente complejos, incluso puede que insolubles (¿en agua?). Es rápida, dinámica, de una velocidad tal en los diálogos, con una profundidad en las reflexiones que, en muchos casos, exige una atención muy superior a la habitual delante de lo que a veces se desprecia como caja tonta.

Esos diálogos, famosos hasta conseguir ser el sello de prestigio de Aaron Sorkin, se desarrollan a toda pastilla, durante largos travelings a través de los pasillos y los despachos de ese Ala Oeste, son, sin duda, de una calidad inigualada en ninguna otra serie de televisión y en contadísimas películas.

DebateLa última temporada, sin haber perdido fuerza desde las primeras, aunque, como toda serie (¡de ficción!) pierde algo de emoción, algo de novedad, inevitable, acompaña a unos candidatos por el proceso de elecciones, desde antes de la nominación hasta la investidura, siempre el 20 o 21 de Enero.

El candidato republicano (y todo su equipo) es tratado con respeto, con dignidad, sin caer en las fáciles descalificaciones o considerarlo un estúpido que va en contra de lo único respetable. Es interpretado magistralmente por Alan Alda (que consiguió un Premio Emmy como mejor actor de reparto de una serie dramática en 2006) que, de alguna manera, referencia remotamente a McCain, también como este era un senador presentándose frente a Obama (¡pero esto ocurrió en el 2008!). En la serie, presentándose frente al congresista Santos, un latino atractivo, de unos 45 años, con una mujer también joven y bella, resultando finalmente ganador gracias a la participación del voto latino, del voto negro (las minorías) y ganándose los votos de mujeres, de quienes sabe rodearse convenientemente durante la campaña.

Es sublime el respeto que se tiene de toda la fidelidad al protocolo, de toda la documentación y asesoría que se ve en cada gesto de los ayudantes, de los guardias de seguridad, de las secretarias… hasta el punto de tener por momentos la impresión de estar viendo una noticia en un telediario.

Hábilmente, entrelazan la ficción dramatizada de los acontecimientos políticos con una telenovela de relaciones entre personajes más o menos inverosímiles pero con los que resulta tremendamente sencillo empatizar, logrando, de esta manera, dotar a la serie de más de un nivel de lectura posible, para entretener al tiempo que, en gran parte, resultar formativa, ilustrativa, reflexiva.

Cada capítulo es una obra de arte, un pedazo de documento, una maravilla para almacenar en la memoria, pero, sin duda, el mejor fue el primero de la tercera temporada, capítulo especial que se emitió unos días después del famoso 11-S. Con un rigor maravilloso, sin caer en fáciles posicionamientos superficiales, introduce, en la ficción, lo que había ocurrido en la realidad.

Pero, sobre todo, repito, resulta sorprendente que esta serie terminara de emitirse en 2006. Aún no conocíamos a Obama, aún no sabíamos que en 2 años el sistema entraría en una crisis internacional sin precedentes, aún no sabíamos que el tipo de campañas electorales se iba a parecer tanto a la que se retrata en la séptima temporada de la serie… Fue un completo oráculo, resultaba sobrecogedor sentir que se estaba viendo el futuro.

Reportaje, ficción, documento, información, utopía política, oráculo, reflejo de una sociedad y, además, divertida, entretenida, amena, rápida, profunda, seria, rigurosa… Bufff… por favor, que la gente la vea. Es útil volver a creer en los debates, en la política, representativa o asamblearia, pero en el diálogo, en la razón, en el respeto, en la posibilidad de encarar la realidad con la complejidad que la caracteriza, asumiendo, en parte, los conflictos éticos que serán inherentes a nuestra nueva vida, el modelo de vida que tenemos que encarar, que aprender a manejar, para que no sea quienes sí lo conocen los únicos que lo manejen.

No lo voy a poner más fácil, quien quiera hacer el esfuerzo, que lo haga. Es preciso aprender a responsabilizarse de la necesidad de esforzarse. Es un primer (primerísimo) paso. Pero si no damos este…

Tremenda realidad

Pero bueno, claro que no somos iguales, pero ¿no puede haber igualdad en ese caso? ¿Cuando hablamos de igualdad a qué nos referimos?

En principio, en aquella época remota en la que la reivindicación eran tres palabras, Libertad, Igualdad y Fraternidad, Igualdad hacía referencia a la igualdad de derechos, igualdad de voto, e, incluso, tímidamente, a un horizonte de reducción de la desigualdad social o económica. Pero ¿qué queda hoy de eso?

Leyendo el texto breve sobre la historia de esas palabras en wikipedia, me encuentro con algo que ya había leído, pero que cada día me parece más terriblemente actual:

Durante la ocupación alemana de Francia durante la II Guerra Mundial, el Gobierno de Vichy lo sustituyó por la frase Travail, famille, patrie (Trabajo, familia, patria), para ilustrar el nuevo rumbo del gobierno.

Y hoy…

¿Qué rumbo escogemos para nuestro gobierno? ¿No apetece por momentos agregar la cuarta palabra que completaba aquellas tres?

patético

patético, ca. (Del lat. pathet?cus, y este del gr. ?????????, que impresiona, sensible). 1. adj. Que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía.

Es un adjetivo que uso con mucha frecuencia, lo cual es patético, pero es que siento que muchas de las cosas que veo en gente de mi alrededor son patéticas, tanto sus actos como sus vidas. Quizá, incluso, pueda decir de estas personas que son, en general, patéticas.

Por no hablar de los políticos a los que veo en un medio de comunicación, patético el medio y patético verlo, soltando discursos, cómo no, patéticos, llenos de embustes, de verdades malintencionadas y que demuestran que tenemos un gobierno y una representación política como nos merecemos, o sea, patético el gobierno y patética la representación.

Pero yo leo en patético una intención de ser algo más, algo bello, algo poético, en un intento patético por no desfallecer, e imagino que pathos es algo no necesariamente desgradable y ético es lo más allá que la estética puede concebir, a modo de la metafísica y la física, así me imagino yo la relación entro lo ético y lo estético, y ambos caminos conducen al tercer estadio, al que tanto aspiraba a llegar Kierkegaard, ese estado religioso o espiritual que puede contener a los anteriores, física, metafísica, estética y ética.

Síntesis, síntesis, síntesis.

Etimología: del latín patheticus, con el mismo significado, y este del griego antiguo ????????? (pathetikós), «emocional», de ????? (páthos), «pena», a su vez de ????? (pásjo), de la raíz protoindoeuropea *kwenth-, «padecer»

Pero a mí me sigue gustando la idea, por muy patético que sea ignorar lo que me cuentan, de que patético surge de pathos y ético, qué le voy a hacer.

Lo que hago por dinero

Hago pocas cosas solo por dinero, pero con esto de la crisis (= el miedo a no tener dinero) estoy aceptando alguna cosa que no haría si no fuese exclusivamente por dinero.

Una de ellas (la única que recuerdo ahora mismo, de hecho) es darle clases particulares a un par de hermanos en las cercanías de la plaza Mayor. Me viene estupendo, porque pagan bien y estoy cerca de casa, tan cerca que el tiempo que tardo en desplazarme a/desde su domicilio al mío casi no lo tengo en cuenta. No es que sean mala gente, es que tienen un serio problema de actitud: me ignoran y me tratan como si fuese su criado (en el peor de los sentidos).

Procuro ignorarlo porque lo único que hago es pensar que me llevo mejor con la sumisa filipina que me trae el agua para que no tenga sed mientras les doy la clase en una habitación tan indecorosamente decorada con derroche de oro y plata, rancia como mansión de castellano viejo, de fortuna hecha con sudor ajeno, apestosa indecencia de ostentación arcaica.

Mientras, espero que pase el tiempo, unas 2 horas durante las que, de cuando en cuando, intento granjearme, ya no su amistad, sino cierto respeto y trato coloquial simultáneamente.

Pero ayer, hablando sobre la mucha gente que seguro que hay en la zona en Navidades, me responde el mayor con su altanería habitual:

Desde que han abierto la estación de cercanías de Sol, vienen gentes de Parla y Móstoles y así. Ya ves, se compran pisos en esos pueblos baratos y no tienen nada mejor que hacer que venir a Plaza Mayor a pasar la tarde en Navidad.

Le habría soltado una hostia si fuese violento. Le habría dicho que era un imbécil imberbe posiblemente homosexual reprimido, aunque esto no tenga nada que ver, y que más le valdría aprender a tener que ganarse la vida por su cuenta hasta darse cuenta de lo que es poder venir a pasear por el centro de Madrid y desahogarse de una vida en la que una tarde sin tener que ir a trabajar era algo lujoso de por sí.

Apunté sus frases literalmente en el cuaderno que llevo a la clase, para no olvidarlas. Pero no dije nada.

Me sentí un kuntakinte perdiendo completamente, no ya un dedo, sino el orgullo, la dignidad. Y tuve que acordarme muy mucho de que me viene bien su dinero. Recordé lo poco que me esfuerzo durante esas clases con ellos, y en especial con este, por que avance en su comprensión de las potencias, por la poca energía con la que gano un poco de dinero… aunque también desgastan estos silencios forzosos.

Cada semana valoro si haría o no esas clases. En cuanto tenga un par de alumnos más, buscaré una excusa, lo sé, para dejar de darles clase. Seguro que no soy el primero ni seré el único en una serie de tutores que no están dispuestos a ser tratados con tal indulgencia, con esa actitud de presunta superioridad en la que creen estar a salvo.

Y pienso en gillotinas.

Y pienso que da igual cómo le dé las clases, que sus padres se asegurarán de que tengan un futuro prometedor como líderes político-económico de este país, que sus padres harán que sus vidas sean tan sencillas como para no tener que pensar en viajar apiñados en un transporte público de masas para visitar, tomándose tan solo un bocata de calamares, un lugar inaccesible como es el centro de esta ciudad, una tarde de las fiestas navideñas.

Por una vez, eso sí, empaticé con esa costumbre que siempre aborrezco de venir al centro por esas fechas, empaticé con esa gente, me sentí esa gente, me sentí gente… y me alegré.

Demagogia mal pensada

¡Qué estupidez!

Podría haber contestado a este mensaje en FB con un simple:

Si no le gusta matar judíos, no lo haga.

Es simplemente demagógico, superficial, irreflexivo, el publicar imágenes como esta. ¿Es que nadie piensa un poco más allá de lo que lee?

Hummm…

Hoy estoy algo cabreado, ¿será que he leído la prensa?

Ya estoy vaticinando la prohibición de un partido por aplicársele la ley de tales. Y entonces los no-nacionalistas volverán a ser (tachán) mayoría. Bufff… Si pasa, estarán las cosas como para creer en el legítimo derecho a la reivindicación mediante lucha armada. (Insisto: si pasa)

Voy a volver a leer sobre los griegos y etruscos. Mucho más entretenido.

Q

Hoy he terminado un libro que me prestó Hilario Álvarez. Uno de esos libros que dejan huella. No creo que pueda olvidarlo. Lo más terrible es que tendré que devolvérselo. Y no es un libro que me vaya a comprar… pero me gustaría tenerlo.

Lo acabo de descargar, como no podía ser menos, de su propia web, la del colectivo ahora denominado Wi Ming Fundation, y antes Luther Blisset que hace de Autor de esta novela formidable.

Por si te apetece descargarlo a ti también, te dejo el enlace desde el que lo hice.

Reproduzco un texto mecanografiado de este maravilloso volumen:

«Una Europa en que los banqueros alemanes dictan las opciones políticas; en que se lleva la fe religiosa en las banderas de los ejércitos mercenarios; en que poblaciones enteras son sometidas a la ley marcial. Una Europa recorrida por columnas de prófugos, en que la rebelión de los desesperados recibe la firme reacción de los linajes más rancios y de los poderes mercantiles incipientes. La misma asquerosa reacción de siempre: cañones y genocidios, y más hierro y fuego…»

Escrito en un texto que, como afirman en su página web: Transcurre en el Siglo XVI. Dos personajes principales. Uno quiere subvertir el orden establecido y el otro es un espía al servicio de los poderes que lo protegen. Q es un espía contratado por el cardenal Carafa, personaje ultra-conservador y de creciente influencia en la jerarquía de la Iglesia. Una novela épica desde las entrañas de la historia, ambientada en Europa central e Italia septentrional. Algunos han definido a este libro como «un western teológico».

Hay quien lo compara con El Nombre de la Rosa, de Umberto Eco, pero en mi humilde opinión hay algo más revolucionario y rompedor en este libro. Empezando por la declarada lucha antimercado, nuestra religión actual, que se lleva a cabo haciendo disponible el libro de forma completamente gratuita, con una licencia mucho más abierta que las famosas Creative Commons.

Tienen la declaración de guerra en toda forma, la llamada a la lucha a los creativos, a los que generan cultura, lanzándoles la primera piedra:

Desde 1996, por contrato todos nuestros libros llevan este anuncio: Está permitida la reproducción total o parcial de esta obra y su difusión telemática, siempre y cuando sea para uso personal de los lectores y no con fines comerciales; y con la condición de que se reproduzca este enunciado. Para conocer nuestras posiciones sobre copyright, copyleft, cc, uso legítimo-razonable y propiedad intelectual, visitad la sección OMNIA SUNT COMMUNIA de este sitio. Como nuestros libros están traducidos en muchos idiomas que no conocemos y han sido publicados en diversas partes del mundo, es muy difícil tener todo bajo control. Si la edición de vuestro país no contiene susodicho anuncio, significa que ¡habéis sido engañados! ¡Os han timado! ¡Estafado! ¡Os han tomado el pelo! ¡Embaucado! Rogamos presentar una reclamación al grupo editor y enviarnos una copia (con traducción, si es posible).

Y así, es, así nos ponen contra la espada y la pared de la supervivencia económica a partir de la creación, que ya he tratado en otras entradas de este diario que, por supuesto, es tan público y gratuito que no necesita ni siquiera una nota reconociendo su uso.

De su historia, de la de Luther Blisset Project, decir que merece más la pena pasar un buen rato leyendo la página web que esta triste reseña, pero me gusta la síntesis de este párrafo con el que prologan su presentación:

En 1994 cientos de artistas, activistas y bromistas de toda Europa deciden adoptar la misma identidad.

Apodándose Luther Blissett se preparan para desencadenar el infierno en la industria cultural con un plan quinquenal. Trabajaran juntos para contar al mundo una gran historia, crear una leyenda, dar vida a un nuevo tipo de héroe popular.

En enero de 2000, al finalizar el Plan, algunos de ellos se congregan bajo un nuevo nombre, Wu Ming. Este último proyecto, a pesar de estar más enfocado hacia la literatura y la narrativa en el sentido estricto, no es menos radical que el anterior.

Pero que su autor sea tan peculiar, tan único en su género como imposible de ser único, no merma en absoluto todo lo brillante que esta obra Q es.

Creo que, junto con «La Vida, Instrucciones de Uso», ha sido la más formidable novela que haya leído nunca. De múltiples niveles, puede ser leída en clave de actualidad, como si se tratase de un llamamiento a alzamientos del tipo 15M, pero puede ser leída como una novela histórica (he verificado hasta lo posible todos los acontecimientos y personajes que aparecen en la ficción), como un relato de aventuras y desventuras, una lucha contra el fanatismo, un alegato en defensa de la lucha contra el sistema, una lucidísima recreación de un periodo convulso del nacimiento de Europa, de los países como tal, como los conocemos, con la ascensión de la ortodoxia católica y protestante, esa ascensión cuya escisión seguimos viviendo, imposibilitando el nacimiento de una nueva Europa de pueblos, de gentes, que sigue siendo un patio de bandas dirigidas por príncipes y banqueros.

Tiene lecturas que estoy seguro que no aprecio, lo presiento, creo que referencias a movimientos políticos italianos, a pseudonacionalismos locales, pero que sé que se me escapan.

Habría de leerla otra vez, ¡habría de aprendérmela de memoria!

No, no es eso. Pero sí recomendar su adquisición, su difusión, la adquisición de información mediante esta antigua técnica llamada lectura, lectura de información y no sobreestímulo derivado de consumo mediático.

Novela formidable. Colectivo interesantísimo. Generan reflexiones: creemos un colectivo paralelo, en el que el ego se disuelva, que tenga un nombre, una poética. Escribamos la novela. Tenemos la obligación de hacerlo. Vivimos tiempos que nos requieren. Requieren nuestro compromiso. Hagámoslo.

Hierve la sangre

A pesar de que he dejado de leer la prensa porque considero que no me informa con la profundidad que requeriría y no tengo el tiempo para profundizar sobre cada uno de los titulares con fecha de caducidad que proporcionan, me sigo enterando de más cosas de las que en realidad deseo.

En FaceBook alguien colgó este artículo de El País sobre un tipo (no puedo ser más cordial) que afirmó, así, tal cual suena: «las leyes son como las mujeres, están para violarlas». Sí, sin edulcorar, sin modificar, sin necesidad de añadir nada para desprestigiarse a él y a su entorno (no solo su partido político, pero también).

José Manuel Castelao declaró ante algunos consejeros de la mesa que se ocupará de los temas de Educación y Cultura que “las leyes son como las mujeres. Están para violarlas”. (¿De Educación y Cultura? ¡¡¡¡En serio!!!!).

No sé qué pasa, pero me dieron unas ganas terribles de comprar un arma y salir a buscarle.

Dice el periódico, que por supuesto ya ha modificado la noticia, lo siguiente:

El presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior –órgano consultivo y asesor perteneciente al Ministerio de Empleo–, Castelao Bragaño, ha declarado a El País que en las próximas horas presentará su renuncia al director general de Migraciones. Castelao, de 71 años y que fue nombrado el lunes, ha asegurado que su renuncia no tiene nada que ver con el comentario que realizó ante algunos miembros del consejo en una reunión en Santiago de Compostela. Una frase que despertó las protestas entre algunos miembros de este organismo y por la que después pidió perdón.

El tipo, este tiparraco sinvergüenza, se permitió decirlo para violar la ley. Ni más ni menos que mientras la violaba afirmaba esta joya. Y dimite y ya. Se va a su casa con una buena jubilación. Y nadie pide cárcel.

No lo comprendo: Si alguien afirmase que se podía violar la ley, y la violase, y dijese que era tan recomendable como violar a su majestad, lo más seguro es que estuviese en prisión ya mismo. Es más, su partido al completo estaría siendo acusado, por la ley de partidos, de apología de la violencia (y sería cierto) y estaría siendo ilegalizado.

Pero lo hace este facha, este asqueroso canalla y tan solo le piden la dimisión.

Pues no lo entiendo.

Y eso sin entrar en detalles de cómo un «señor» de esta catadura ha llegado hasta esta posición política, este cargo que nos representa a todos los españoles. Sí, ha dimitido y seguro que es más de lo que se podía esperar. Seguro que no es demasiado grave, es un hombre mayor, senil, lo que no le justifica ni lo más mínimo, y con un perfil que lograba pocos votos. No importa su dimisión.

Yo quiero que se le encarcele. Quiero que se lancen contra él acusaciones por incitación a cometer crímenes indecentes, tanto en lo que se refiere a violar mujeres como leyes. Quiero que se olviden también de sus declaraciones y que se fijen en que ha violado la ley. Es un delincuente. Debe pagarlo ante la justicia. O no se podrá creer que España es un país de derecho, como afirma nuestra constitución. Aunque hay poca gente que aún lo crea. Es triste.

No lo entiendo.

Definitivamente, no puedo y no quiero entenderlo.

Entenderlo, asumirlo, aceptarlo… ¿y después?

Esto no es una broma