Hoy he soñado una película

No me gusta mucho soñar. Me parece cansado. Cuando lo que quieres es descansar, resulta que te toca ir de acá para allá por algún motivo desconocido. Interpretar los sueños me parece divertido, pero solo eso, me resulta un tanto cómico creer que se puede asegurar sin temor a equivocarse que soñar con un cañón tiene algo que ver con el sexo fálico.

No me gusta soñar y puede que se deba a que, de niño, tenía innumerables pesadillas. Quizá porque vivía en un ambiente que me inquietaba. Quizá era el preludio de lo que viene siendo mi vida: una inquietud permanente. Mi vida consciente, claro está. La vida inconsciente, de la que no digo mía, porque el sentido de la propiedad me parece algo tremendamente consciente, me resulta ignota hasta la saciedad. Es solo un batiburro de imágenes inconexas que, si perviven en la consciencia, pueden ser interpretadas arbitrariamente.

Tenía frecuentemente pesadillas en las que yo era un humano que se enfrentaba a vampiros que me convertirían en uno de ellos. No me preocupaba la muerte, ni la vida eterna, sino dejar de ser independiente de una masa que era esencialmente diferente a mí y, con ello, yo diferente de ellos. Entre la consciencia y la inconsciencia, estaba mi miedo a creer (firmemente) que mis padres, mi familia toda, mi entorno, eran unos extraterrestres que se habían apoderado de mi cuerpo y lo estaban manipulando para que la percepción fuese alterada, para que pudiese verles como deseaban ser vistos, para que me viese a mí mismo con una visión que pretendía ser tranquilizadora o narcótica.

Con el tiempo, la explicación me fue pareciendo demasiado compleja, ya que tantos extraterrestres en la tierra era un poco absurdo que estuviesen poniendo su atención en mí, así que la adapté a la más plausible que venía a sugerir que yo era el extraterrestre en un mundo que había delegado el cuidado de la tapadera de mi descubrimiento a mi familia y entorno, aquellos que me medicaban para hacerme creer que era parte de ellos. Pero no lo era. Lo grave es que en ocasiones sigo pensando de la misma manera.

Cuando vi Matrix (ya me había pasado en otras ocasiones) recuerdo mirar a los lados para ver si los que estaban viéndola junto a mí sabían lo evidente o no. Sentía que era un mensaje que debía de descifrar, pero me parecía que podía ser tramposo… yo no lo había hecho: eran ellos.

Así que pasé gran parte de mi adolescencia intentando dormir sin soñar, incluso, no dormir. Siempre dije que no podía probar las anfetaminas ni semejantes inhibidores del sueño porque su efecto habría sido totalmente deseado por mí haciéndome un adicto inmediato.

Ahora sueño poco, aunque llevo una época un tanto agotadora, en la que sueño inquietantes sueños que no intento recordar al despertar, así que se van alejando de mi memoria a medida que me levanto, me ducho, me pongo en marcha.

Hoy sé que he soñado con dos parejas musulmanas de un pueblo muy pequeño en el desierto montañoso, necesitaban, para casarse, un pequeño lugar donde poder cohabitar, cada una por separado, pero los únicos habitáculos que quedaban disponibles eran dos pequeñas chozas que habían sido usados como prostíbulos a la entrada del poblado.

Uno de los hombres de las parejas, se animaba a reformar el más cercano y se deshacía de los enseres que habían formado parte de la habitación de la prostitución, llevando muebles que la transformasen en una morada más o menos decente, pero sabiendo que no iba a ser suficiente para los fundamentalistas.

El segundo (creo que en el sueño era mi alter ego), olvidando las advertencias de su padre, le preparaba clandestinamente, para darle una sorpresa, a su pareja la habitación más alejada del poblado, para tener un lugar donde pasar la noche de bodas. Casi no tenía enseres propios y los de aquella casa no le parecían tan inútiles como para tirarlos, así que los dejaba estar.

Después, supongo, ambas parejas estaban cohabitando en sus sendas chozas mientras una turba de hombres agresivos y mujeres con burka se dirigieron al poblado con la intención de eliminar cualquier atisbo de inmoralidad como la que se atribuía al hecho de estar ocupando lupanares como lugar de vivienda de parejas que pretendían ser parte integrante de la sociedad.

No les iba a bastar con expulsarlas de la sociedad, sino que debían conformarlas a ella, debían hacer que estas parejas aborrecieran hacer lo que estaban haciendo, desearan que sus mujeres respectivas llevasen vestuarios represores con la excusa de la moralidad, de la tentación, mientras que ese segundo hombre de la celda alejada no hacía más que sentir que no podría vivir sin la sensualidad de su mujer, sin la libertad de una mirada infantil que no hallaba en la piel al demonio sino una obra perfecta y divina, sí, divina.

Mientras tanto, esa manifestación integrista era observada por unas periodistas parapetadas en lo alto de un edificio de adobe y unos policías al fondo de un patio dejaban hacer a los vándalos moralistas. (Este simplismo de los sueños es poco maduro, pero lo cuento como lo he soñado). Los policías reían y hacían bromas, armados, con cascos, eran antidisturbios que iban a impedir que aquellos exaltados acabasen con la vida de las dos parejas.

Menos mal que las ganas de hacer pis me han despertado. ¡Ah, no! ha sido el despertador, que ha sonado obediente a las 08:30. Pero he podido orinar y volver a la cama, calentita, al lado de mi amada Carmen que genera una radiación infrarroja de alta frecuencia, capaz de dormir plácidamente a una culebra.

Ayer nos acostamos tarde y me he permitido una hora más de sueño, antes de empezar una semana que tiene pinta de que va a ser cansada. Casi tan cansada como un sueño.

Sobre el precio de una performance (Respuestas)

Hace unos meses, publiqué un artículo titulado Sobre el precio de una performance en el que planteaba la cuestión de ¿de qué manera debe financiarse el arte contemporáneo?.

Procedí a enviar el siguiente email a varias personas que tuvieron a bien contestarme y lo que voy a hacer es reproducir sus respuestas sin hacer ningún comentario al respecto. Como mucho, incluyendo mis respuestas a las suyas, que, en todo caso, fueron muy de agradecer.

De: Giusseppe Domínguez
Para: DISTINTOS DESTINATARIOS del ámbito de la Performance, la Danza Contemporánea y algunos amigos cuya opinión aprecio especialmente.
Enviado: martes 8 de noviembre de 2011 14:18
Asunto: Me gustaría tu opinión

Me gustaría saber tu opinión, porque he escrito un articulo pero tengo
dudas… no voy a negarlo.

https://giusseppe.net/blog/archivo/2011/11/08/sobre-el-precio-de-una-performance/

Un abrazo,
Giusseppe

El primero en responderme, casi como si esta pregunta se la hubiese hecho tantas veces que supiese la respuesta, fue el gran Bartolomé Ferrando:

Giusseppe:

Yo sí que soy partidario de que se pague a un performer.. pero ese dinero debería conseguirse de la Institución pública a la que pagamos todos. No sé hasta qué punto soy partidario de cobrar una entrada al público. Yo la pagaría..pero hay personas interesadas que disponen de muy poco dinero

Un saludo

btmé

Y le respondí agradeciéndole su claridad:

Muchísimas gracias por tu opinión.
Estoy de acuerdo en que si pagamos todos a esta Institución debería ser para la divulgación y el fomento de la cultura (la cual debería (de una vez) contemplar la cultura contemporánea), pero me preocupa que no la tenga o, como tú dices, que si se hace de manera privada mediante cobros de entrada, podría ser porcentual a renta o similar. No contemplé este punto y me parecería muy interesante.
Gracias otra vez y un cordial saludo,
Giusseppe

La tercera respuesta fue de Hilario Álvarez, quien mantiene un interesantísimo blog sobre sus opiniones sobre el Arte de Acción, entre otras cosas.

Hola Giusseppe:

He leído tu artículo y contesto «a vuela pluma». Aviso esto para que no te crees expectativas (O tendrías que pagarme, según expones).

Porque tal vez te ayude en tus dudas sobre qué es arte contemporáneo (¿qué es arte?, en realidad) te recomiendo un libro que, no por casualidad, estoy releyendo estos días:
«La transfiguración del lugar común. Una filosofía del arte» de Arthur C. Danto. Ed. Paidos Estética 31. Es un libro de 1981 editado en España en 2002, es decir, absolutamente contemporáneo.

En cuanto a la pregunta clave de tu artículo, ¿cómo remunerar una performance? te diré, y no es salirme por la tangente, que depende.

Depende de qué idea del arte tiene quién realice la performance.

Si es alguien que considera el arte como un trabajo, lógicamente reivindica una remuneración por su trabajo. Músicos, bailarines (tango incluído) cantantes, compositores, escritores, cineastas y videoastas editores y escritores y últimamente también los poetas y sus declinaciones escénicas de spoken words, forman parte (si quieren) de lo que se llama «las industrias culturales» y como tales trabajadores de la industria cultural reclaman un «salario».

(Como anécdota, hace pocos días publiqué en el blog de la Oficina de Ideas Libres lo siguiente:

UN TITULO CLARIVIDENTE

La industria cultural: Ilustración como engaño de masas.

De Adorno y Horkeimer. 1947.

Lógicamente estos trabajadores de la industria cultural necesitan, como bien dices, crear expectativas. De hecho lo que todos nos envían es el anuncio de su actuación. Luego ninguno nos envía el documento de lo hecho. Su necesidad es la de crear audiencia, tener un público, a ser posible fiel, que les mantenga. En ese aspecto, deben atenerse a las reglas del negocio del espectáculo (show business).

Otra posición es no considerar el arte como un trabajo, sino como una labor, una actividad que paga en si misma. El pago es el hecho de hacerla. Entonces lo que se comunica a los demás es el documento fehaciente de lo realizado. Por ejemplo la primera acción, con conciencia de tal (que yo sepa) que se hizo en la España contemporánea, la hizo ZAJ. Consistió, como ellos mismos dijeron, en el traslado de varios objetos de una calle a otra de Madrid. Y después de hacerla enviaron una postal para comunicarlo.

La última vez que estuve con Isidoro me «contó» una acción que había hecho: Fué al Museo del Prado, donde había una de esas exposiciones que atraen masas, se puso en la cola y cuando iba llegando a la zona de la entrada iba dejando pasar a quienes venían detrás de él en la cola. Así se pasó la mañana.

Algo más sobre Isidoro, que no citas en tu texto y que para mí, que tuve que convencerle para que la hiciera, es fundamental: el título de su acción en el Círculo de Bellas Artes fue (es) «Una mala acción». Y ese titulo es toda una declaración de guerra y, como bien dices, de repudio de lo que allí estábamos haciendo los demás.

Puestas así las cosas, ¿de qué vive un artista? A esta pregunta Robert Fillou respondía que en ese terreno los artistas están al nivel que todas las demás personas: tienen que buscarse la vida como mejor puedan. Y, además, hacer arte.

En algunos países tenían (no sé si siguen teniéndolo) un salario muy mínimo pero vitalicio para quienes salían de la facultades de Bellas Artes, con la condición de que entregasen al estado algunas obras cada año y siempre que no realizasen exposiciones y ventas en el mercado del arte. Pocos se conformaban con ese salario mínimo y en cuanto podían entraban en el circuito profesional del mercado, pero al menos les servía como rampa de lanzamiento y supervivencia en esos primeros tiempos.

Otra posición es la de considerar el arte y la cultura general, como una necesidad social y por tanto como una obligación del estado, la de mantener el arte y la cultura como un servicio público. Durante los años de la gran depresión en Estados Unidos, la Unión de Artistas consiguió presionar al gobierno para que pagase salario a algunos artistas que trabajaban en proyectos de lo que hoy llamaríamos arte público.

Si tienes curiosidad teclea en tu navegador de internet: ART WORK: A national conversation about art, labor, and economics

Seguro que te sorprenden los muchísimos artículos en los que artistas americanos, ahora mismo, se plantean y exponen sus posturas ante las preguntas que te haces, y algunas propuestas muy curiosas (Chris Burden en un programa de radio) sobre cómo conseguir financiación.

Un par de cosas sueltas más: sobre el precio de una obra de arte, Wittgenstein en «Aforismos Cultura y Valor» dice (cito de memoria) «Una obra de arte debe valer lo que te cueste hacerla» y en cuanto a la calidad de la obra y la necesidad que dice Rilke, tuve un maestro de arte (Gerardo Delgado, arquitecto y pintor contemporáneo) que decía que si para alguien hacer arte era una necesidad, lo mejor que podía hacer era hacérselo mirar. Seguro que es más barato que vaya al psicólogo que nos aburra a los demás con sus carencias.

Voy a poner un enlace a tu artículo en el blog de la OIL.¿puedo?

Un abrazo

Hilario

A lo que yo no pude evitar responderle:

Muchísimas gracias por la argumentadísima y bien expuesta respuesta.

Que generes expectativas es necesario, pero no suficiente para que te pague… ;-)))

Estoy deseando dar con ese libro que estás releyendo. Lo buscaré. También tengo pendiente revisar obra de Adorno, a quien tengo un poco de manía (prejuicio) por su famosa afirmación de «Después de Auschwitz era imposible escribir poesía». Menos mal que Paul Celan le contestó con su no menos famoso TodesFuge.

Me encanta la respuesta que das sobre la remuneración de una performance:
Depende de qué idea del arte tiene quién realice la performance.

Completamente de acuerdo. La subscribiría 100%. Pero esto sigue sin resolver el enigma, lo traslada a saber ¿Qué idea tiene del arte quien realiza la obra (en general)? ¿Quién evalúa la verdad o falsedad de la idea que el artista dice tener del arte?

Sé que son preguntas que un ajeno a la formación académica del arte puede formularse incluso con cierta ingenuidad, pero que vienen rondándome la cabeza desde hace años.
Quizá porque vengo viviendo como recomienda Fillou desde hace años y es tan cansado…

Cuando releo a Maiakovski (Te recomiendo Conversaciones con el inspector fiscal sobre la poesía) me encuentro con que el planteamiento que más me gustaría es el que dices que existía en algunos países, de pagar un mínimo a quien diga dedicarse al arte (acreditándolo no sé muy bien como… lo de la carrera no sé si me convence, pero puede ser una forma, a falta de otra). Y también completamente de acuerdo con la idea de que aquel que opte por vivir del mercado, inmediatamente está renunciando a la subvención.

Muchísimas gracias otra vez por tu respuesta y, por supuesto que puedes publicar o referenciar cualquier cosa que esté en Internet… mientras no se aplique en exceso la famosa ley SINDE. Todo el contenido de mi web (y mi blog es parte de ella) es público y absolutamente gratuito. No creo ni en el Copyright ni tan siquiera en el Copyleft… o sea, que sí. De hecho, un placer y un orgullo que hayas publicado esta respuesta en tu blog… del que me he hecho hoy mismo seguidor.

Un abrazo enorme y espero que nos veamos pronto,
Giusseppe

Y él enriqueció mi cultura en estos temas con un enlace recomendable:

Hola Giusseppe:

Mira este enlace
http://www.charlotte-lindenberg.com/news-questionnaires/?mid=5261

Como verás hay mucha gente interesada en el tema arte/aconomia y también tienen dudas.

salussss
Hilario

Mi querida amiga Lilian Flores ya me había respondido con su cordialidad habitual:

Me parece claro y lucido! las respuestas habra que buscarlas entre todos los artistas contemporaneos creo yo,,,
en fin marido, se entiende muy bien y deja una puerta abierta a buscar OTRAS FORMAS DE HACER Y SER….
se imprimeeee jaja. lilian

A lo que respondí:

Eso estoy haciendo (lo de buscar respuestas) y ya he tenido alguna de gente tan relevante en este campo como Bartolomé Ferrando, ni más ni menos.

Un abrazo enorme e intenta no imprimir… ahorra papel y árboles.

Un placer de desayuno…
Hasta prontito,
Gsp

Mi buena amiga María Ginzo no tardó demasiado en responder:

Hola Giuppe!!
Qué tal estás? Disfrutando del día de fiesta o has de trabajar en actividades lucrativas?
He leído tu entrada en el blog sobre el precio de las performances, y de hecho me he puesto a trastear en tu blog, y he leído de paso «Sobre la gratuidad y el amor al arte» […]
En cuanto a lo del arte y el precio… es un tema muy interesante pero sobre el que no he pensado mucho aún, la verdad. Quizás por dedicarme a la tarea de intentar enseñar filosofía a unos adolescentes (de forma más o menos agradecida) y en todo caso a cambio de un sueldo.
Parece como si hubiera cosas demasiado nobles como para admitir dinero. El dinero… es como si las ensuciase, como si perpetuase un esquema mercantil del que el artista quiere escapar, porque no es eso, claramente, una performance, por ejemplo, no es una mercancía. Lo que ocurre es que pagar por ir a ver una performance yo creo que no hay que verlo como «intercambio mi acción y algún recurso material por 10 euros», sino que esos 10 euros son un donativo para que el artista pueda seguir trabajando. Lo del mecenazgo democrático me parece interesante. Hay algunos que lo hacen antes de la acción: por ejemplo, tú calculas que una acción te va a costar x, pides subvenciones online para poder hacerla. Lo que pasa es que con este método, a veces se consigue muy poco…
Supongo que también plantea un problema el que, según tú planteas «la contemporaneidad ha roto con la idea de que haya espectador «, porque la retribución debe tener en cuenta la existencia del espectador, no?
Y claro, el ejemplo concreto que mencionas: si pagarías por ver a Isidoro Valcárcel Medina paseándose… parece una broma, pero el caso es que el tal Isidoro también comerá, dormirá bajo techo… cómo soluciona él el tema de las necesidades materiales?
No sé, Giuppe, creo que sé demasiado poco sobre arte contemporáneo! Pero me parece un tema muy interesante que me gustaría seguir discutiendo contigo.
[—]Un abrazo muy fuerte,
María

Y mi respuesta también publicada:

Hola Maria!!!!

[…]Hummm… no sé qué contestarte a tu respuesta.
No se trata de que el dinero ensucie, pero la performance surgió para acabar con la especulación que se estaba produciendo en el mundo del arte objeto, llegándose a pagar cantidades astronómicas por piezas de Jackson Pollock cuyo valor era más que cuestionable, salvo el meramente especulativo. Y el interno para Pollock, que es incalculable. Esta incalculabilidad es la que estoy cuestionando… ¿Ha de establecerse algún método para cuantificar lo que ha sido incalculable hasta hoy por considerarse inherente a la condición de cualquier creación contemporánea o, por el contrario, ha de renunciarse a entender el trabajo de creación contemporánea como algo cualitativamente distinto a la creación clásica en términos de retribución?

No solo el pago condiciona al artista que, en la mayoría de los casos, tiende a pensar en dar algo más espectacular, desvirtuando así la honestidad del acto creativo, también lo hace saberse observado en muchos casos, o exponer y desear (o precisar) un número de espectadores, de asistentes, de público…

En absoluto es «pecaminoso» ese camino, pero desde luego es anticontemporáneo. No hay mucha contemporaneidad desposeída de conceptualismo. Y sin tener en cuenta la coherencia de la obra, poca obra «moderna» se sostendría.

Sí, IVM ha comido poco toda su vida, siendo, como sabes que opino, el mayor artista que ha tenido este país en la segunda mitad del siglo XX, quizá junto con Brossa. Aún vive en condiciones bastante humildes… sobrevive, casi. Pero sigue sin venderse. Lo más admirable de él es esta integridad tan fácilmente olvidada por todo aquel que tiene la posibilidad de ganar dinero o fama y prestigio y renuncia a ello porque sabe que esto puede alejarle de su discurso.

Un abrazo enorme y hasta prontito… espero!
Gsp

La bailarina contemporánea Simona Ferrar, me hizo el aporte siguiente:

Gracias Giusseppe por compartir y por tu llamada al debate.

Te voy a responder con algunas ideas sueltas, pero no tengo respuestas claras obviamente…

1) Es importante plantearnos la pregunta de si ser artista puede ser un oficio o simplemente una manera de ver el mundo que lleva a cada uno a querer expresarse a través acciones, escritos, dibujos, lo que sea, en su tiempo libre, pero sin necesidad de que esto se transforme en una dedicación profesional. Opino lo primero, porque me parece que el artista, además de ser un creador, también es un ser que reflexiona, ofrece una visión sobre el mundo que puede ser útil, saludable, incluso necesaria para que la sociedad también pueda tener un espacio de reflexión a través de las expresiones que ofrece un artista. De la misma forma que un monje, un científico necesitan tiempo para poder hacer bien su trabajo de reflexión, búsqueda y compartirlo con la sociedad, pues el artista hará mejor su trabajo pudiendo dedicarse plenamente a ello. Y para que tenga tiempo para hacerlo, necesita ser remunerado por este tiempo de trabajo, es una obviedad.

2) El trabajo del artista, en muy pocas ocasiones se verá suficientemente remunerado para «vivir», solamente a través del pago de las entradas para su exposición, performance, obra de danza, lo que sea. Para llegar a estas expresiones, habrá hecho un largo trabajo anterior de reflexión y de búsqueda de formas (incluso en el caso de un performer que llega a la acción de andar simplemente). Por lo cual, la cuestión de pedir que se pague o no un acto artístico, tiene que ver sobretodo con invitar al «espectador» a aportar su valoración del trabajo, que suele representar una cantidad simbólica de los ingresos que necesita un artista para vivir.

3) Cómo asegurar entonces el «sueldo» del artista? Esto es lo más difícil. El arte, por definición, no suele ser directamente rentable. Por lo cual, si queremos fomentarlo, tenemos que encontrar a quién lo financie. En algunos casos puede ser el gobierno, en otros mecenas. Cada uno vendrá siempre con sus ideas y exigencias, definiendo entonces a su manera los límites de la libertad del artista. Entonces me parece muy importante que los que deciden apoyar económicamente a los artistas lo hagan con consciencia e inteligencia con respecto a sus motivaciones. Para llegar a una motivación consciente e inteligente debemos reflexionar profundamente juntos sobre el por qué queremos fomentar el trabajo de los artistas, sobre el por qué queremos juntos ofrecernos el arte? Y creo que es esta última parte que muchas veces falla y que necesitamos seguir trabajando, y opino que los artistas podemos y debemos contribuir mucho a esta reflexión, y compartirla con el mundo en el que vivimos (más allá de nuestras necesidades personales y de nuestro ámbito).

4) Si estimamos que la expresión y la reflexión artísticas suponen un bien necesario para la sociedad, porqué la gente tendría que pagar? Sobretodo los que no tienen dinero? Pienso que el arte debe ser fácilmente accesible para todos, pero que se recuerde siempre al espectador que el trabajo del artista tiene un valor, y una de las maneras de hacerlo es proponer un precio de entrada (pensando en la opción de rebajar el precio o ofrecer entradas gratuitas a personas que están en dificultad económica). Pero no pienso que el espectador debe ser el único responsable de remunerar el trabajo de un artista, de la misma forma, que el paciente no debe ser el único responsable de remunerar el trabajo de los médicos, enfermeros, o el alumno él de los profesores.

Me enteré hace poco que el gobierno belga, además de ofrecer bastantes ayudas a la danza, también tiene un programa de ayudas para productoras que producen y distribuyen proyectos de creadores, permitiendo de esta forma que estas productoras también se puedan ocupar de artistas emergentes y/o «experimentales».

Voilà, sigamos pensando.

Un beso y gracias,
Simona

A Simona le respondí así, también por puntos, como ella:

Querida Simona,

Gracias, en primer lugar, por tomarte el tiempo de responder. Y hacerlo tan extensamente.

1) Sí, es una pregunta interesante, esta de si ser artista es oficio o no. Para mí, casi, debería ser un trabajo remunerado funcionarial. Pero tampoco lo tengo tan claro: ¿Cómo se harían los exámenes de ingreso / Oposiciones?

2) ¡Qué me vas a contar! Lo que no tengo claro es la forma de remunerar (mientras no se resuelva el punto 1) ), especialmente cuando se trata de una creación contemporánea que desafía el esquema espectador/espectáculo al no existir criterio objetivable con el que saber si se satisfará una expectativa.

3) ¿Qué ocurre cuando la obra pone en cuestión la posibilidad de comercialización? Me encuentro con exposiciones antisistema que se hacen en, por ejemplo, la Casa Encendida y me da repelús… no sé, quizá ser demasiado coherente puede conducir a la inacción.

4) Que alguien tiene que pagar y que, en última instancia será la gente, es algo inevitable. La cuestión es la manera de hacerlo: ya sea a través de empresas que ingresarán beneficios por desgravaciones (impuestos que no se recaudan y que, por tanto, acaba pagando la gente), o a través de impuesto directo, de entradas, etc… no hay forma de evitarlo. Sí que es interesante que se debata sobre si los que tienen más deben pagar más (como en el modelo actual, donde los impuestos subvencionaban el arte contemporáneo y, se supone, quien tiene más dinero ha de pagar más impuestos… y ya, ya sé que este es uno de los puntos débiles de todo lo demás).

Muchas gracias otra vez por la respuesta que posiblemente compilaré con otras para publicarlas en el blog y haceros saber las de otras personas consultadas.

Un besazo enorme!
Gsp

Luis Elorriaga, organizador de los Encuentros de Arte de Acción de Caudete, me dijo:

Hola Guisseppe:

Se entienden tus dudas, pues yo también las tenia, pero 10 €. no es una cantidad que se considere un valor ejemplar, es simplemente intentar cubrir gastos (en ese caso) y un experimento para ver si es posible cobrar por nuestros trabajos.
En cuanto a frase de Rilke: Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad. Habría que añadir que la necesidad debe ser anímica, expresiva, intima, de comunicación ..
Abrazos Luis.

Y le contesté:

Muchas gracias por tu opinión y el tiempo que me has dedicado.
Sí estoy de acuerdo en que en este caso se trata, con esos 10€ de cubrir gastos, pero era no sólo una reflexión sobre este caso sino un poco más general.
En cuanto a lo de la necesidad: totalmente cierto: es una necesidad anímica, íntima, de comunicación. Exactamente esto.

Un abrazo,
Gsp

Mi amigo Jose Eugenio Vicente Torres me apelaba a la falta de resolución:

Querido Gupe, primero perdona por la tardanza en la contestación (Apenas veo los correos).
Acabo de leer tu artículo y me remito a otro que leí hace tiempo y que señalas en este último «La gratitud y el amor al arte» Del primer artículo todavía me acuerdo y lo leí hace tiempo. Era sentido, visceral y comprometido. No exponías una pregunta, dabas unas razones. En este haces una cuestión que no contestas. Muestras ejemplos que quieren justificar algo que no te atreves a definir y en mi opinión, lías la madeja. No te puedes preguntar algo que sabes su respuesta sin darla a conocer. Me gusta tu visceralidad, no tu intento de justificación. Es como si te sintieses culpable. Así que no te andes con remilgos y opiniones de terceros y expón.

Un beso muy grande y gracias por confiar en mí.

Y, por alusiones, jeje, tuve que responderle:

Hola amiguete,

No es falta de compromiso con mi opinión, es que, realmente, no tengo una firme opinión formada y eso es justamente lo que me cabrea, me inquieta, me mueve a escribir este texto que puede que no sea concluyente, pero es que no puede serlo. Quizá lo que quería era denunciar a todos los que sí deciden tenerlo claro y afirman que hay una forma (a veces solo una) de resolver esta aparente paradoja.

De todos modos, muchísimas gracias por tu opinión, que me ayuda a entenderme un poco más.
Un abrazo gigantesco y hasta prontito,

Gsp

La escritora Clarisa Vitantonio, desde Rosario, Argentina, me envió su respuesta:

Giu,
Leí atentamente la nota, y puse en facebook. La verdad que estoy de acuerdo contigo y a mi también se me plantea esa duda. ¿Cuál es el límite?, ¿Cuál es la retribución contemporánea del valor artístico? Y ¿dónde está el concepto del arte fuera o dentro de los lugares establecido que la gente conceptualmente acepta pagarlo o no?. Creo que todavía no están claros los conceptos, o no muchas personas (y sobre todo los artistas) están dispuestos a llevar este debate. Y como siempre que se discute terminan en posiciones fundamentalistas. ¿Donde está nuestro punto de valoración frente a nuestro trabajo? Es extenso el debate y creo que lo has planteado con mucho coraje (y como siempre excelentemente escrito) y pones de manifiesto algo que dentro de la llamada industria cultural no quieren oír, cualquiera sea la posición que tengan del lado.
Espero podamos seguir debatiendo este tema.
Besazos
Clari

Y, como ya estaba un poco cansado de debatir, respondí más escuetamente que de costumbre:

Me alegra que te interesara el tema y que lo compartas.
Un abrazo y sí, seguiremos debatiendo.
Hasta pronto,
Gsp

Y supongo que eso es, seguiremos debatiendo, aunque me ha ayudado a comprender cómo se percibe esta problemática desde distintos sectores (y eso que no me extralimitado, preguntándolo a gente desconectada de lo que podríamos llamar el entorno artístico contemporáneo).

Muchísimas gracias a todos los que respondieron y también a aquellos que se tomaron la molestia, al menos, de leerlo.

Lotería

Después de todo, parece que no les tocó la lotería. La gente había estado esperando hacerse ricos de la noche a la mañana, o de la mañana a la noche, como si se lo mereciesen, como si tuviesen que ser ellos, olvidándose de que si les tocaba a ellos era a costa de que no les tocase a los demás.

Siempre me pregunto cómo es de ingenua la gente que es capaz de confiarse a la suerte en lugar de desear cambiar por sí mismos lo que no les guste. Pero esto es muy simplista, sé que hay muchos motivos por los que la gente (que es múltiple y variada) juega a juegos de azar como este, que incluyen la tradición, la compartición de una ilusión (de ilusos) común…

Pero también me pregunto por qué no se plantean jugar de manera que la victoria fuese compartida completamente por todos los habitantes de un mismo entorno, digamos nación. Por ejemplo, cómo habría sido que todo lo ganado fuese siempre aportado a las arcas públicas directamente. Pero no, la realidad es que el estímulo del juego es, principalmente, la ambición, la dura y directa ambición y cuanto más individual mejor. No hay intención de compartir con todos el dinero ganado, como mucho con los muy íntimamente allegados como si los demás no existieran, apelando a la tribu familiar, al viejo llamado de la sangre.

No entiendo la lotería. Sé que no la entiendo. Sé lo que se beneficia el estado, que a punto estuvo de venderla para conseguir efectivo, sin hacer bien los cálculos y darse cuenta de que ingresa más si no la vende, haciendo gala de ese compartido anhelo de bienes materiales que es lo único que se comparte verdaderamente en la vana ilusión navideña.

Y aún soy mirado con recelo cuando digo que yo nunca juego (dinero) o que deseo que el único que se enriquezca sea el estado para que pueda repartirlo racionalmente. Sé que es un planteamiento muy racional, quizá demasiado frío, pero es que no puedo empatizar mínimamente con ese estímulo del afán desmedido de ganar dinero para modificar la vida de quienes no la modificarían nunca.

Le pregunté al padre de Carmen qué haría si le tocase la lotería y me acabé encontrando con que sería igual de infeliz que es ahora, repetiría los errores que le han llevado a estar donde está, quejándose de tener una casa que mantener, me dice que si le tocase la lotería se compraría otra casa… y así, es sólo un ejemplo, otros muchos repetirían los errores que cometen en sus vidas o los aciertos pues puede que lo sean, que sean las cosas que quieren hacer aunque no se lo reconozcan a sí mismos, por que viven inconscientes de sus propias voluntades.

Uno de los pocos textos que no he escrito en primera persona, como si realmente a mí no me pasase nunca. Puede que sí, pero no con los juegos de azar. El azar puede intervenir (e interviene) en mi vida, pero no apuesto o espero a que sea este el que la dirija, el que me ayude a tomar las decisiones que considero que deseo tomar.

El hombre está obligado a ser libre. No serlo es una irresponsabilidad. Y la libertad se ejerce tomando decisiones.

Aunque sé que es una opinión y solo mi opinión.

Han terminado las fiestas

Estas fiestas navideñas que, como su propio nombre indica, son tan religiosas como tradicionales y tradicionalistas. Las aborrezco por ello aunque no parece que nadie me comprenda. Sé que soy radical pero no me arrepiento de ello. Sé que no es comprendido que me niegue a ser partícipe de estas fiestas por motivos de coherencia o conciencia. Sé que eso no es lo que debe regir la convivencia. Sé que sería más social obviar esas connotaciones y olvidarlas, dotando a estos días de un renovado valor lúdico-festivo independiente de su connotación religiosa, pero no me es posible hacerlo.

También se vincula al hecho de que son tradicionalmente indisolubles a la familia, en su concepción más inflexible, más sanguínea, más arcaica. No me importa pasar un rato con mi familia o con la de carmen, con estos parientes de sangre no elegidos, pero me disgusta que haya de hacerse tan protocolariamente, tan obligatoriamente que acaba por resultar asfixiante.

Pero no importa. Hoy ya no importa. Ayer sí. Ayer todavía coleaban los agotamientos derivados de intentar llevarse bien con quien no se comparte más que un porcentaje elevado de alelos en nuestros genes. Desde luego, qué difícil es asumir que se es poco más que carne y que la materia no entiende de afinidad, salvo la electrónica, más allá de la cual cualquier construcción es artificial por más que se intente vestir de natural.

Ya tenía ganas de volver a escribir en este diario abandonado a su suerte desde hace casi medio mes, desde que el 22 de diciembre publiqué una última entrada sobre la elección de nuestro gobernante… ay, qué dolor.

Tenía ganas pero también quería descansar, reposar, soltar amarras, dejarme llevar por la inacción durante un tiempo, no quería hablar, en caliente, de las conversaciones apasionadas que se tienen con las llamadas familias, con esos seres a los que hay que ver en estas fechas como si se tratasen de seres que demandan una atención dedicada, una deuda de sangre, un pacto diabólico que nos mantenga unidos.

¡Qué alegría cuando el encuentro se produce sin ninguna otra razón que la de desear verse! ¡Ninguna otra razón!

Pero hoy quiero comenzar el diario del 2012 pensando en otra cosa.

Me tengo que organizar mejor que el 2011.

El tiempo es algo difícil de gestionar para un autónomo. Soy autónomo. O algo parecido. Trabajo sin cobrar para mí mismo, trabajo en algo no remunerado la mayor parte de mi tiempo y debo ser capaz de dedicarle un tiempo organizado, segmentado razonablemente, para que pueda hacer todo aquello que me propongo hacer (propongo/propuesta/proyecto) como es el mantenimiento diario de este diario, la investigación en poéticas que no conozco, la colecta organizada de las lenguas del mundo, la instalación y divulgación de software libre y abierto…

Amén de las cosas (alguna hay) remuneradas que me permiten comer, beber, pagar impuestos, y todas esas cosas que son maravillosas, como dice la vieja canción. Están mis talleres de poesía, a los que debo dedicar un tiempo semanal estimado en unas 10 horas (preparación: 3 horas, comunicación: 2 horas, impartición: 5 horas) sin tener en cuenta los tiempos previos a la preparación, el trabajo de captación de alumnos y algunos extras. Están mis clases particulares, que este año se van a ver incrementadas con 2 horas de un nuevo estudiante de 4º de la ESO; y que ascienden a un total de 11 horas (2h – Marta, 2h – Mateo, 2h – Carlos, 5h – Desplazamientos y preparación).

Puedo considerarme un trabajador a media jornada, pero una media jornada distribuida a lo largo de toda la jornada así que acabo no sabiendo bien cuándo estoy trabajando y cuándo no. Eso sí, ya querría yo cobrar lo que se supone que se ha de cobrar por un trabajo de media jornada… pero trabajo en lo que me gusta y eso se paga… aunque todavía no entienda por qué se ha de pagar por ello.

Cómo se puede ver, tengo bien cuantificado lo que dedico de tiempo al trabajo remunerado, pero no así el trabajo no remunerado. Esto es algo que debe cambiar para que pueda dedicarle también una cantidad de tiempo bien definida. Esto es de gran ayuda para saber que tengo que respetar mis horarios, horarios absolutamente arbitrarios, como todos, pero que estructuran mi quehacer, mi jornada, mi día a día, hasta el punto de no hacerme sentir perdido en un mar de tiempo lleno de actividad que, después, no sé cuál ha sido con claridad.

Además he de meter en mi agenda algo de tiempo periódico para mis cuidados personales, incluyendo una rehabilitación de mi manguito rotador que debe realizarse, para que sea eficaz, diariamente y preferiblemente a la misma hora, como pretendo hacer con la hechura de este blog (huyo de este término como de la peste), para que no pase un día sin hacerlo. Son una serie de ejercicios que, se supone, irán mejorando mi movilidad, pero es algo tan lento que no me motiva. Tengo poca paciencia para cosas como esta, que no me gusta en su detalle, de la que solo deseo el resultado. Si me platease este mismo acercamiento a tareas como esta de elaborar un diario, jamás lo comenzaría, o el del POFLM.

Voy a retrasar la elaboración diaria de estas entradas, para ver si acomodo mejor mi horario. Hasta ahora, intentaba realizarlas a las 10:30-11:30, pero veo que va siendo inviable, así que lo retrasaré media hora, me levantaré media hora antes (08:30), incluiré mis ejercicios en ese ínterin tras el desayuno con mi amada Carmen, a eso de las (09:30-10:30) y, tras leer los emails para ver si hay algo urgente, acercarme a este cuaderno y escribir mis tonterías entre las 11:00 y las 12:00. Buena hora para dar por terminado este trabajo y pasar a otros. Voy a reconfigurar mi calendario de google, preciosa aplicación que le agradezco a esta empresa californiana.

Y como no me gusta que los «voy a» se eternicen, dejo este diario cerrado por hoy.
Hasta mañana a las 11:00.

Tenemos nuevo gobierno

Y en Madrid, de paso, tenemos nuevo alcalde o alcaldesa. Si es alcaldesa, me da por pensar que seguramente taladrará menos el suelo de la ciudad, sintiendo que esa necesidad que tenía el señor Gallardón, con todo mi respeto, era algo fálica, hombruna, sexualmente necesitada de penetraciones buscando un placer que no siempre se produce, casi violador de un suelo horadado hasta la saciedad de lo superfluo.

Me resulta interesante ver cómo, poco a poco, van ganando cota de poder político, al menos de cara a la galería, las mujeres, incluso en partidos con una base reacia a ello como lo es el partido popular que ha decidido tener en varios puestos importantes a personas como Soraya Sáenz de Santamaría, Esperanza Aguirre, la futurible alcaldesa de la capital, Ana Botella, a la que dicen que nadie ha elegido, tenemos a Rita Barberá, esa divertida estampa que presume de ser también alcaldesa… y en Castilla la Mancha a Maria Dolores de Cospedal.

Sin hacer alardes de igualdad, que serían de risa, teniendo en cuenta que en el verdadero poder, el económico, siguen siendo anecdóticas las mujeres, es relevante el hecho de que la vicepresidencia del país vaya a recaer, después de Teresa de la Vega, en otra mujer, mucho más fácilmente presidenciable, puesto que el señor Rajoy no parece estar para aguantar entera la legislatura, parece viejo y cansado… pero igual luego aguanta el abuelete… Y si se va, claro que ella también se irá. Es poco probable que dejasen gobernar el país a esta mujer, que además es joven.

Y con respecto a lo de que nadie ha elegido a Ana Botella, algo que he leído reiteradamente en diversos foros, siento discrepar y mucho: el sistema electoral actual es el de elegir partidos, no personas. Quienes aún no entiendan esto es que no comprenden el funcionamiento de la democracia española, pero no es verdad que no haya sido elegida: mayoritariamente, a mi pesar, el pueblo de Madrid ha dado su voto al partido popular, no entro a aquí a analizar algo que no acabo de entender, pero lo ha hecho. Que Gallardón haya sido hasta ahora su cara visible es solo una cuestión de marketing, pero no aceptar esto es no entender que no se vota a este señor, que este señor no gobierna en solitario, como ningún otro, sino con el consenso y apoyo político de su correspondiente partido, único al que verdaderamente en un sistema con listas cerradas, se elige democráticamente. O pseudemocráticamente, pero esto es otra cuestión.

En resumen, lo que más me impacta, y creo que no soy el único, es que Rajoy (¿seguro que ha sido él?) haya decidido rodearse de algunos ministros como el de economía, procedente ni más ni menos que de la directiva de Lehman Brothers. No hemos necesitado un golpe de estado técnico al estilo de Grecia o Italia, en nuestro caso, lo orquestamos directamente desde el poder elegido democráticamente, como venimos haciendo en esta débil democracia impuesta por un dictador aún no juzgado en una parodia de transición de la que, encima, nos sentimos orgullosos.

Lo que me impacta visualmente hasta no poder más es que este señor haya jurado su cargo en presencia de un rey (esto de la monarquía y la igualdad de todos los hombres es algo que no acabo de entender cómo pueden convivir) y frente a un crucifijo y una biblia. Pero ¿no presume Europa de no ser, como los países islámicos, aconfesional?

Debería estar absolutamente prohibida la posibilidad de realizar un juramento institucional bajo un símbolo que debería quedar bajo el ámbito puramente privado. No entiendo que esto no sea causa de revolución. No, no lo entiendo.

Así las cosas, me da igual que gobierne Rajoy, Zapatero, PSOE, PP o quien coño sea: las cosas no cambian. Este país es como es porque la gente de este país es como es. Nadie quiere cambiar. ¿Nadie?

Hoy he comenzado el día leyendo la historia de los cimbrios

Un pueblo que procede de las zonas más septentrionales de Europa, antes de que Europa fuese una grande y libre (ah, no que eso es de otra cosa). Pusieron en serios aprietos, junto con los teutones y otros pueblos seminómadas, la existencia de la república romana. Por la incapacidad política y militar de varios cónsules, acabaron estando a la merced de unos ejércitos que superaban (teniendo en cuenta que viajaban con toda la población) el millón de personas, cifra que, en aquel entonces, suponía la mayor amenaza que se pudiese imaginar.

Solo habían estado cerca de ser destruidos de manera semejante, los romanos, en tiempos de la segunda guerra púnica, en la que, bajo el mando de Aníbal, los cartagineses y muchos de sus aliados demostraron la falibilidad de esa potencia entonces emergente.

Aníbal había estado a las puertas de Roma y no supo o no pudo clavar la puntilla. En el tiempo que tuvieron para recomponerse, los romanos terminaron, incluso, por vencer a los cartagineses e imponer su hegemonía de siglos en el Mediterráneo. (Mare Nostrum, entonces).

Pero lo que ocurrió con los cimbrios me preocupa más:

Los políticos romanos, incapaces de ponerse de acuerdo ni siquiera en una batalla de un día, eran tan ineficaces que estos pueblos germánicos habrían cambiado el curso de lo que conocemos por historia si no fuese (parece ser) por las reformas de Cayo Mario.

Reformas que sembraron el germen de la destrucción de las instituciones que habían regulado la política republicana hasta dejar vislumbrar la aparición del imperio, del expansionismo brutal, de la profesionalización de la guerra (del ejército) y la creación, para ello, de un aparato militar que necesitaba comer sin parar alimentándose de muerte.

Eso sí, estarán orgullosos por siempre de este neo-fundador de Roma que les llevó a las cotas más altas de poder internacional, olvidando que mató a más seres humanos que muchos de los antecedentes. Claro que eran seres humanos otrorizables: no eran los romanos los que morían, eran los germanos. Eso está bien, parece ser. Pero yo no lo entiendo. Y especialmente después de que hayamos progresado socialmente hasta haber sido capaces de afirmar, en algún papel mojado, muy mojado, que todos los hombres son iguales.

En Europa, una europa que no acaba de despejar de ser minúscula suma de naciones divisas, los cónsules no llegan a acuerdos y acabarán por ser destruidos, salvo que aparezca un salvador o salvadora, un merkelcito de tres al cuarto o, peor aún, napoleones o hitlercillos, mussolinines… que demuestren que, con mano dura y criterio unificado por cojones, se llega a lo que no puede alcanzarse con diálogo.

¡¡Mierda!! ¿Por qué no hemos aprendido aún a dialogar? ¿Por qué no sabemos pensar en grupos grandes? El mundo está necesitando que seamos (todos (y todas)) capaces de entendernos, de pensar globalmente, para enemistarnos con lo que afecta a la globalidad, esa en la que vivimos lo queramos o no.

Me preocupa enormemente el nacionalismo histérico e histórico del que nunca vemos la viga, pero que señalamos pajas. España es nacionalista y no lo asume. Alemania es nacionalista y no lo asume. Francia es nacionalista y lo asume un poquito más, etc, etc… hasta más de 27. ¿Cuándo Europa será nacionalista?

Me temo que tarde, que será tarde, que Europa va camino de desaparecer, barrida por otros cuyos lenguajes no entendemos y a quienes, por nuestra propia incultura, llamaremos bárbaros.

No aprendemos.

¿¿¿Pero es en serio que aún se atreven a decir cosas como esta???

Parece mentira que aún se atrevan a decir cosas como esta y que se expongan a estar en este tipo de confrontaciones.

Por favor, señores de la iglesia católica, olviden sus trasnochados victorianos y reprimidos juicios de valor y valoren o juzguen a los propios, a esas vigas en ojo doloroso y dolorido… y nunca bien cicatrizado por la falta de intención. Por favor, señores de la iglesia católica, ¡bórrenme de entre los suyos!

Tengo que apostatar con urgencia.

Piel de Mariposa

Piel de Mariposa es una enfermedad genética que afecta a la piel provocando ampollas ante el mínimo roce.

Le he leído hoy en el periódico mientras intentaba comprender cómo aún quedan dudas sobre el trato sexista que se da a la publicidad, con o sin fines benéficos, pero siempre con fines, con ambición, con avaricia, incluso. ¿Cuál es la frontera entre la avaricia y la ambición? ¿Por qué una se ve mal y la otra está potenciada hasta el punto de que te pueden criticar por falta de ambición?

Sé que son cosas distintas. Es más, sé que esta entrada ha entrado dispersa hasta la saciedad, incluso tenía intención de hablar de la fidelidad en la pareja, esa autocensura sociocultural que ejercemos sobre nosotros mismos a sapiencia de que nos quedaremos sin saber a qué saben esos labios, esos miles de millones de labios que besaríamos por el mero hecho de saber a qué saben, cómo es su textura, su carnosidad, su tacto, su humedad, su dulzura, su volumen y su superficie, entre otras cosas que no sé clasificar.

Esta entrada diaria está perdida, está perdida en la noche del desorden, del estruendo mediático que tengo en el cerebro, el que me hace leer despacio, el que me tiene atrapado por todos los tendones, incluso por el del manguito rotador, ese por el que estoy yendo a fisioterapia sentándome en la silla número 4 de una serie que comienza por el número, curiosamente, cero. Sí, como lo lees, con el 0 más radical.

Y mientras hacía mis diez minutos (10) de ejercicios bajo las poleas, miraba las dos posiciones que tenía enfrente, la uno y la cero (1 y 0) y pensaba, no podía evitarlo, en la cantidad de cosas que se han conseguido desde que hemos comprendido que son las unidades básicas de almacenamiento de información. Sí y No. 1 y 0. Todo o Nada. Negro o Blanco.

Unidades suficientes para comprender un mundo simplificado, pero un mundo, al fin y al cabo, modelizado con lo mínimo, lo más mínimo, lo requetemínimo, por decirlo así.

Y luego vuelvo a preguntarme qué hacía leyendo un artículo sobre los almanaques de Ryanair hechos con la intención, presunta, de apoyar una institución benéfica a partir de fotografías de marcado carácter sexual pero que, en realidad, intentan generar una polémica que les dé la suficiente publicidad como para no tener que contratarla. Los medios de comunicación harán lo que tienen que hacer. Ryanair conseguirá la publicidad de ser denunciada y, aunque parezca increíble, eso repercutirá positivamente en sus beneficios. Es algo archisabido desde la famosa frase de un tal Tomas de Aquino: «Que hablen de mí, aunque sea mal».

La respuesta quizá sea que la belleza de algunas de esas mujeres me seduce, claro, que a pesar de la repulsión racional que me provoca la utilización sexista, discriminatorio, de esas imágenes, de esa campaña, veo sus cuerpos sugerentes cargados de una sensualidad artificial como la vida misma y me apetece encontrarme a esas mujeres. Pero también aquellas que caminan por la calle y que sorprendo hablando por un móvil que siente el calor del hálito vaporoso de esos labios que no besaré.

Y, por volver a ese primer párrafo inabarcable, esa reflexión sobre la avaricia o la ambición, me acuerdo de la crítica que he oído esta mañana de la mujer que estaba sentada en la silla numerada con un 3, en la que dirigiéndose a mí, criticaba la avaricia de un familiar del rey de este país que no acaba de darse cuenta de que el verdadero problema es la loa de la ambición, que hace descarrilar algún que otro torpe al otro lado de la delgada línea roja.

Monarquía. Todavía incuestionada a nivel político seriamente en españa, esta que no puedo escribir con mayúsculas, que sigue siendo una herencia más de una dictadura que consideramos aceptable. No hay porqué extrañarse de que haya, dentro de ella, cierta sensación de invulnerabilidad, de estar por encima de la ley, de esa que rige a los plebeyos, a los que tenemos que ser fieles… pero eso es otra cuestión, la fidelidad es un acuerdo de pareja. Al menos, en este país, ya no se lapida a los adúlteros, aunque siga siendo criticada la adúltera más que el equivalente del sexo contrario y, por supuesto, todavía sea denostada la promiscuidad, de nuevo no igualmente para ellos que para ellas.

Binarios, somos binarios en un mundo cuyas lógicas binarias tiempo ha que fueron superadas. Binarios, quizá, por no entender que los órganos sexuales no determinan la identidad. Binarios hasta la muerte, desde la vida, como si no hubiese muertos vivientes y vivos moribundos, en muy distintos grados… de un continuo de números reales, por lo menos.

Disperso, como yo, este pequeño texto del día, que termina aquí.

Pasa lo que pasa porque no hay lo que tiene que haber

Y con esa frase tan llena de misterio se ha quedado bien tranquila una mujer que estaba en la sala donde estoy realizando la fisioterapia correspondiente para mi hombro derecho que sigue con su manguito rotador molestando un poquito.

Después, la buena mujer, se ha puesto a hablar sobre que ella era española y que su padre había luchado en la guerra y… yo he preferido desconectar mental y auditivamente de esa retahíla de tonterías pseudo-racistas que no me estaban gustando ni poco ni mucho.

He llegado a pensar, incluso, que pasa lo que pasa porque no hay lo que tiene que haber: tenía que haberme levantado y haberle dicho a la buena mujer que tiene razón, que no puede no tenerla siendo tan sumamente imprecisa como para decir que, y no era una cuestión de falta de contexto, lo que pasa es cualquier cosa y lo que hay es cualquier otra.

Expresiones comodín que pueden sustituir absolutamente toda entidad semántica es llenar de significado indefinido, impreciso y vacuo, en una palabra, un significante simple con apariencia, incluso, de paradoja.

Pero he preferido seguir bajo la lamparita de infrarrojos (al menos de rojos) calentando el manguito paara poder, después, hacer unos ejercicios más o menos bien definidos agarrado a una escalerita y otros tantos con un par de poleas. Ya conozco lo que esto me suele provocar, así que no me ha pillado por sorpresa, pero siempre, siempre, siento que no hago lo que hay que hacer, que no pasa lo que debería pasar y que vivo sin vivir en mí.

Y así, hoy, me despido hasta dentro de un ratito, si consigo evitar que siga en funcionamiento el maldito Unity de mi recientemente actualizado Ubuntu 11.10. Si tienes este sistema operativo, busca maneras de evitar caer en las redes de interfaces para memos. O pásate a otros SOs.

Ayer fue la inmaculada concepción

O sea, festivo en este país, «»»laico«»».

El pasado martes 6, día de la Constitución, me encontré teniendo una curiosa conversación con mi sobrina Jimena que me dijo que el jueves era fiesta porque era la inmaculada concepción. Le dije que qué era eso y me contestó, con una seguridad pasmosa, que era que la virgen había concebido sin el pecado original. Y se quedó tan feliz, ella.

No quise ahondar en preguntas que podrían poner en un aprieto su confianza, ni quise saber cuánto sabía de lo que significaba concebir, por si acaso yo acababa en un aprieto.

Está en un periodo curioso porque está a punto de hacer la comunión. Junto con su hermano César, ambos, hijos de una pareja no casada por la iglesia. Pero esta iglesia católica cada día son más permisivos, cosa que no acabo de entender porque acaban por dejar de lado el significado de lo que supone realizar la comunión o el bautismo que deben hacer (no estaban bautizados hasta ahora) para poder comulgar.

Hace un par de meses nos pidieron a Carmen y a mí que fuésemos los padrinos de uno de ellos, aún por determinar, al que, según la definición que da la iglesia católica de bautismo, tendríamos que educar en la fe católica.

Padrinos

Cuando los infantes son solemnemente bautizados, las personas asisten a la ceremonia a hacer la profesión de fe a nombre del niño. Esta práctica viene de la antigüedad y es atestiguada por Tertuliano, San Basilio, San Agustín y otros. Dichas personas son designadas sponsores, offerentes, susceptores, fidejussores, y patrini. El término en español es padrino y madrina. Éstos, a falta de los padres, están obligados a instruir en lo referente a la fe y la moralidad. Es suficiente un padrino y no se permite más de dos. En el caso de que sean dos, uno debe ser hombre y el otro mujer. El fin de estas restricciones es el hecho de que el padrino contrae una relación espiritual con el niño y sus padres, lo que sería un impedimento de matrimonio. Los padrinos mismos deben ser personas bautizadas que tengan uso de razón y deben haber sido designados como padrinos por el sacerdote o los padres. Durante el bautismo deben tocar físicamente al niño ya sea personalmente o por algún otro medio. Lo que es más, se requiere que tengan realmente la intención de asumir las obligaciones como padrinos. Es deseable que hayan sido confirmados, pero esto no es absolutamente necesario. A ciertas personas se les prohíbe actuar como padrinos. Ellos son: miembros de órdenes religiosas, personas de matrimonios distintos, o los padres de los que van a ser bautizados, y en general aquellos objetables por razón de infidelidad, herejía, excomunión o que son miembros de sociedades secretas condenadas, o pecadores públicos (Sabetti, no. 663). Los padrinos también son empleados en el bautismo solemne de adultos. Nunca son necesarios en el bautismo privado.

Fuente: Enciclopedia Católica OnLine

Claro que, yo soy un feliz hereje, seguramente un pecador público y no reconozco la validez de mi bautismo, así que tuve que decantarme por un sonoro no.

No pude decir que sí, pero tampoco acabo de entender cómo sus padres pueden decir que sí, cómo la iglesia les permite bautizarles sin estar casados por la iglesia, sin, reconocidamente, creer en dios ni en los mandamientos de la católica. La verdad es que todo esto me resulta tan extraño que me pregunté porqué ocurría y acabé dándome cuenta de que el problema no era religioso, sino social.

Vivir en una sociedad pequeña a veces puede resultar opresivo, pero también hay que responsabilizarse de la coherencia de las decisiones propias, cosa que yo no puedo evitar hacer, aunque en ocasiones no lo haría para comportarme más amigablemente, encajar mejor con un entorno que tiende a homogeneizar y rechazar la diferencia.

Pero digo no, un sonoro no, cuando no quiero que algo sea como no creo que deba ser. Soy tan simple.

Sé que vivir en un pueblo como Daimiel y mantener esa coherencia implica ciertas recriminaciones sociales, cierto problema en la educación de los hijos que acabarán por sentirse excluidos en muchos entornos, pero creo que la exclusión es algo contra lo que hay que luchar no acatándola sino padeciéndola.

No sé qué habría hecho yo en una situación en la que se encuentran mis cuñados, supongo que no habría llegado a ella, puesto que jamás habría aceptado que educasen en religión a mis hijos, pero puede que, incluso así, ellos hubiesen envidiado a sus amigos (que puede que lo fuesen menos) que tenían formidables fastos ceremoniales, subvencionados por todos los españoles, por cierto, mientras que a ellos tendría que haberles compensado laicamente en una ceremonia artificiosa y falsa… aunque no más ni menos que la religiosa de rigor.

Pero ellos encontraron que nadie llevaba a sus hijos pequeños a otra cosa que no fuese religión (por supuesto católica) en el colegio, así que los suyos habrían sido los primeros en salirse del sistema (salvo un par de niños musulmanes, con los que mejor, parece ser, no relacionarse). Pero alguien tiene que ser el primero, alguien ha de dar un paso valiente, decir no, sonoros noes, cuando hacen falta.

Y para mí, la educación de un hijo (que no tengo, así que muchos me atacarán personalmente por aquí, obviando la argumentación) es dependiente de la coherencia con la que se viva, la vida debe ser ejemplar, el ejemplo ha de ser la base de la educación.

Y lo más importante que pueda haber es la educación de nuestra descendencia. Sin eso, no hay esperanza de futuro, salvo una continuidad improgresiva de un pasado rancio, anquilosado, tradicional(ista) y, por supuesto, excluyente, autoritario, dictatorial, que nunca hemos, realmente, superado.

Esto no es una broma