El Tango NO es un baile social

Estoy harto de oír que el Tango es un baile social, se insiste tanto como en aquellas cosas que no son ciertas que acaba por demostrarme, casi, su irrealidad.

En las milongas, sitios donde se baila tango, se insiste (porque todo en este mundo va de insistir) en que hay que respetar códigos para poder convivir en un espacio social compartido: códigos que, en muchos casos, mantienen la separación de roles/géneros asignando al hombre el papel dominante y a la mujer el sumiso y obediente, que ha de llegar bien mona, preferiblemente ser joven y lucir carne, pero sin excederse, so pena de ser considerada vulgar, que resulta ser el más ofensivo de los insultos en ese mundillo anquilosado a la pretensión romántica de vivir de una nostalgia de tiempos que no existieron nunca.

[youtube_sc url=http://youtu.be/FJ2gXqfg-4M «width=100%» rel=0 fs=1]Otros códigos insisten (porque todo en este mundo va de insistir) en la necesidad de respetarse circulando en una única dirección, como en la secuencia del Expreso de media noche en la que todos caminan en círculo (aunque sería más correcto decir en circunferencia, pues se camina en una curva y no en una superficie… aunque esto tampoco es del todo correcto, quizá podría ser una corona circular).

La razón que se aduce para ello es que, si no fuese así, nos chocaríamos sin parar. Y yo pienso que eso es así porque el Tango NO es un baile social. Caminar por la calle es una acción social. No es necesaria ninguna regla explícita para no chocarse. Sabemos caminar sin golpearnos e, incluso, diría más: aunque nos choquemos, somos capaces de disculparnos, sonreírnos y continuar el camino sin que ello nos impida disfrutar del paseo.

Caminar es una acción social. Caminar en las calles de Madrid en esta época del año es especialmente agotador, teniendo en cuenta que la densidad de gente en el centro se multiplica por un entero superior a cuatro e inferior a diez (no sé porque dije por un entero… es bastante improbable que sea un entero, pero esa cuestión la dejo para otro día).

La gente (mucha, perdón por la generalización) a veces sale de una tienda sin mirar, sale de un cine sin mirar, no se detiene a pensar si estorba en ninguna parte, sintiendo que todo el espacio es suyo, ahí están las personas que se sitúan a la izquierda de unas escaleras mecánicas en una ciudad acelerada que requiere un carril rápido, ahí están las parejitas de viejitos que caminan por la calle sin darse cuenta de lo mucho que ocupan, ahí están las múltiples personas que invaden nuestro espacio físico y acústico (que también es físico) con sus móviles, sus dispositivos varios y sus voces más o menos irrespetuosas del espacio público compartido.

Pero convivir es una actividad social: no requiere reglamentar todo, como si fuese la ley antitabaco, sino dejar a los humanos la posibilidad de desarrollar capacidades de comunicación (que SÍ es algo inherentemente social) para poder compartir ese espacio en una mezcla de respeto y tolerancia.

Pero no. En Tango, no puede dejarse a la gente esa posibilidad porque el Tango no es una actividad social, no es un baile de grupo social: el Tango es un baile celular. La célula que ha de protegerse es exclusivamente la pareja, el laureado abrazo, la relación bipersonal que se establece y que es la única base verdadera del Tango.

Un concierto de Ska es social: la célula básica es el grupo, de modo que la convivencia ha de ser grupal y el respeto es algo que se asume, no que ha de imponerse insistentemente. Unos saltan sobre otros sin que pase nada por ello, es más, si no pasa esto, no hay interés.

Y hay quienes insisten en comparar las normas de circulación en la pista de Tango con las normas de circulación viales. Es un mal ejemplo y un buen ejemplo al mismo tiempo para acabar con el mito de que el Tango es un baile social.

En primer lugar, las normas de circulación viales se establecen para prevenir de posibles problemas derivados de choques entre vehículos, pero también por la necesidad de proteger a peatones y otros móviles en el espacio de circulación. Las calles son más o menos ya una guía de la que no salirse, es una actividad funcional y no placentera, cuyo único objetivo es ayudarnos a desplazarnos, no a disfrutar del acto del desplazamiento.

En segundo lugar, y para mí el más relacionado con este texto, se imponen normas de circulación viales especialmente para que las células de vehículos privados no afecten a lo que ocurre en las células de otros vehículos privados: moverse dentro de un autobús SÍ es un acto social. Estar dentro de un coche privado no es social, sino celular.

No quiero que me afecten, a mí que estoy encerradito en mi recinto asocial, a mí que estoy dentro de un lugar que considero inafectable por los otros, es decir, no quiero que se metan en mi entorno en lo más mínimo: así que hago unas normas de circulación… vale… pero porque el Tango NO es un baile social.

El objetivo no es proteger la sociedad que se forma, sino evitar que se forme. Formar un grupo de células aisladas cuya única interacción quede reducida a miradas de soslayo no siempre amigables, a sonrisas de pura cortesía, a aceptar una convivencia que no se tolera, pero se acepta siempre y cuando no me afecte. Eso no es respeto y no es tolerancia: es únicamente aceptación y cumplimiento de normas que eviten una guerra.

Se dice que es difícil bailar sin esas normas: Y estoy de acuerdo, porque esas normas sirven para evitar que pueda haber un contacto social indeseado. No discuto la posible utilidad (no necesariedad) de las normas, sino su verdadero sustento y objetivo que no es otro que defender la unidad asocial, individual y aislada de la pareja en el abrazo, en un mar de otros con los que no se desea tener ni el más mínimo atisbo de intercambio social.

La dificultad de algo no implica su imposibilidad. Puede bailarse sin esas normas. Habría más choques, sí, claro, pero no necesariamente más si desarrolláramos la capacidad de mirar con respeto y tolerancia a los otros en todos los entornos sociales en los que vivimos. Es posible hacerlo, pero no se desea hacerlo. No queremos realizar el esfuerzo SOCIAL de intentar convivir en un espacio común respetándonos y tolerándonos, es una vía mucho más rápida y sencilla prohibir, obligar, acabar con la posibilidad de interacción social de la que tanto se recela porque provoca, siempre (parece ser) conflictos indeseados. Sí, eso es lo normal en una sociedad intolerante e irrespetuosa.

Resumen:

  • Respeto != Cumplimiento de normas
  • Tolerancia != Aceptación
  • Respeto y Tolerancia = Aptitudes a desarrollar en un entorno social
  • Normas y Aceptación = Estructura básica de sistemas autoritarios
  • Entorno Social = Algo vivo que no siempre me gusta
  • Sistema Autoritario = Algo muerto que no siempre me gusta

Un artista imposible

[FMP width=»480″ height=»360″]https://giusseppe.net/blog/wp-content/uploads/2011/11/artista-que-prueba-todo.mp4[/FMP]
Un artista debe hacerlo todo, según dicen en este pequeño pedacito de un capítulo de SixFeetUnder… una serie de culto que estoy viendo con mi chica.

Según el personaje: «Un artista debe probar todo lo que se le ponga a su alcance», pero no parece darse cuenta de la paradoja que esto encierra.

Probar todo sería también probar a no probar cosas, lo que es claramente imposible de resolver dentro de la lógica bievaluada. Esta afirmación tan habitualmente oída es la excusa perfecta para probar cosas que se desea y para las que precisamos algún tipo de justificación que nos exima de nuestra moralidad y su cumplimiento o para justificar porqué no se es un artista. Ambas cosas son mezquinas y miserables.

Relacionar probar cosas (algunas y nunca todas) con ser artista sería, sin embargo, tanto como no decir nada, puesto que siempre se prueban cosas (algunas y no todas) lo que no es una condición suficiente para ser artista. Ni siquiera necesaria.

Un artista que lo probase todo sería tan solo posible si fuese dios, pero un dios omnipotente que estuviese por encima de la lógica y que, por tanto, pudiese hablar incluso de una creación ex-nihilo… pero ese artista dista mucho de ser un objetivo a lograr.

El error y la creatividad

Me encanta que alguien lo diga con total claridad, como este señor:

Si no estás dispuesto a equivocarte, nunca llegarás a nada original.
Ken Robinson

Isidoro Valcárcel MedinaHe de reconocer que es algo que ya sabía. Es más, sobre creatividad, me gusta más la idea de vivirla como una actitud, como nos recuerda Rafael Lamata en su libro, prologado, como no podía ser menos, por el ejemplo viviente de esta idea: Isidoro Valcárcel Medina.

Pero es agradable que se oigan estas voces, como las de este hombre, Ken Robinson, entrevistado por Eduardo Punset (quien me genera cierta repulsión por su tonillo un tanto pedante, pero cuyo programa considero de lo mejorcito que hay en la divulgación científica/cultural en TV). Es posible que estos programas tengan los días contados como los tuvo CNN+ para ser el gran hermano 24h. ¡Manda huevos!

Al menos, tenemos en hemeroteca estos programas de la TV2 que será desmontada en breve, con la excusa de los recortes, dejando un TV1 mermada, escasa, de contenidos basurescos, competidores de AnaRosas y Terelus, de peliculitas de serie B en el mejor de los casos y algún evento deportivo o cultural considerado de interés nacional, como un partido de furbol o una corrida de toros, además de, los domingos, la misa. Lo demás, al olvido de la web en el mejor de los casos.

De momento, aprovecho para enlazar los vídeos desde aquí:

  • El sistema educativo es anacrónico. No puedo estar más de acuerdo. Hay que verlo completo y entender que sin el desarrollo completo del ser humano, las máquinas siempre serán más eficaces.
  • Todos tenemos la capacidad de ser creativos. Algo que repito sin cesar en mis talleres y que espero ayudar a divulgar para que cada uno encuentre lo que verdaderamente le apasiona y le mueve. El motor de la vida. Y siento estar consiguiéndolo en cierta medida.

Rogaría a todo aquel que encuentre estos textos y vídeos que los vea, al menos una vez en la vida.
De momento, los dejo aquí para no olvidarlos nunca y poder referenciarlos de cuando en cuando. No quiero perderlos. Son de lo mejor que he visto en programas de entrevistas (aunque el Punset me siga pareciendo un soso pedante).

Reciclado hasta el último minuto

Y más allá. O en el más allá. O después de. O tras la caída de la última cortina o el telón.

Hace algunos días una muy buena amiga me preguntó ¿Qué pasaría si yo muriera mañana? y contesté en torno a la reacción de la gente de mi alrededor, así como al pensamiento subjetivista e hiperperceptivista y su inevitable conclusión de que el mundo se acabará conmigo.

Pero unos días después, charlando con Carmen al respecto del hecho de sentir que hay papeles que no tenemos resueltos pensando en el futuro, le dije que había una disposición que me gustaría apuntar o apuntalar, que es la concerniente al tratamiento de mi cuerpo tras la muerte.

¿La muerte del cuerpo? ¿O acaso hay alguna otra muerte que me interese? Voy a centrarme en la muerte física, de momento.

Deseo que mi cuerpo (no es tanto un deseo, como lo que me parece razonable, es más, no sé si tiene sentido que desee algo con respecto a mi cuerpo una vez muerto, pues el mundo habrá desaparecido… ver artículo citado) sea o pueda ser de algún interés.

¿Qué es mi cuerpo una vez muerto?

Carne y órganos con alguna función aún disponible.

Obvio: que todo lo que se pueda aprovechar sea aprovechado por otros seres humanos aún vivos, es decir, dono mis órganos (que ya no serán míos) a quien pueda precisarlos. ¡Faltaría más!

Aún no he tramitado ninguna solicitud de donante (acabo de hacerlo en la web de la Organización Nacional de Trasplantes) y no lo he especificado en ningún tipo de testamento vital… pero quiero dejar constancia de que es mi deseo, que reiteraré cuantas veces sean necesarias a todos los de mi entorno familiar y afectivo.

El hecho de tener que declararte donante es algo que siempre me ha parecido ilógico, puesto que debería ser lo que se realizase por defecto con los cuerpos de los humanos fallecidos, salvo que algún tipo de objeción religiosa (siempre la mierda de las religiones paralizando la posibilidad de curación de personas por salvar sus presuntas almas, espíritus u otras entidades de dudosa existencia frente a la existencia bastante concreta de los cuerpos salvables).

Dado que parece que no va a cambiar en breve esta prioridad de lo religioso frente al planteamiento racional y laico, heredero de la revolución francesa a la que tanto debemos, he decidido comenzar algunos de los trámites requeridos para ir contra un sistema que sigue defendiendo los valores puramente religiosos por encima de los verdaderamente morales. Necesitando la existencia de una moralidad impuesta o revelada por algún dios suprahumano. ¡Qué maldita desgracia!

Así, hoy he solicitado mi tarjeta de donante de órganos. Mañana (o en breve) solicitaré mi apostasía, o mi excomunión, si es más fácil conseguirla, en vistas de que no es suficiente con no participar de sus ritos para que dejen de considerarme cristiano.

Pero ¿Qué hacer con lo que queda una vez que se han repartido los órganos?

Las opciones habituales son: entierro, incineración o donar el cuerpo a la ciencia.

Por supuesto, me decanto por donar el cuerpo a la ciencia, pero ¿y si no lo admiten? Es bastante probable que no sirva de mucho después de descontados los órganos, así que… ¿qué otra opción me queda?

Lo de enterrarme dentro de un ataúd, me resulta tan estúpido como no donar órganos: me gustaría que mi cuerpo, al menos, pudiese servir de alimento a los animales. La verdad es que lo que me haría especial ilusión es que pudiese donarse mi cuerpo para alimento de animales carroñeros (a veces digo dárselo de comer a los cerdos, pero creo que esto no sería muy apropiado para la ingesta posterior de los mismos por humanos, aunque el tema del rechazo a la antropofagia nunca lo he podido entender, aunque sí comprendo que las medidas sanitarias recomiendan que el fallecimiento del animal a consumir se produzca de manera controlada para no generar una carne que puede ser de ingesta dañina).

Descuartizar los restos humanos que queden tras mi muerte y tirarlos a algún contenedor (no sé de qué color) me parece la opción más razonable. Pero no está muy extendida, por no decir que es bastante puesta en duda. El tratamiento de residuos orgánicos humanos no parece estar entre las prioridades de ninguna agencia de reciclado. Y yo no entiendo el porqué.

La incineración tiene la ventaja de que los restos son reducidos al máximo, pero a un coste energético elevado, pues llevar a cabo la combustión de mi masa corporal (descontado lo donado) genera una cantidad de dióxido de carbono innecesaria. Si al menos esa combustión alimentase algún generador termoquímico, me sentiría mejor. Eso sí, los restos más o menos pulverizados desearía que pudiesen servir de abono o fertilizante en alguna huerta, porque almacenarlos como objeto de culto vuelve a llevarme a hacer sentir la claustrofobia de no poder escapar del sentimiento religioso que tiene la inmensa mayoría de la población en torno a la muerte… y que no comparto en absoluto.

Carne. Carne muerta. Carne que se va pudriendo y que ha de ser reciclada, como cualquier otro residuo orgánico, vuelta a la vida, de manera que lo que quede vivo tras mi muerte (suponiendo que quede algo) pueda beneficiarse de ella. Como un disco duro extraído de un viejo ordenador, que puede servirle a otro.

Tengo que trabajar tanto por pensar diferente a la mayoría…
(por, no para)

Los tecnócratas en Italia

He oído ya varias veces que en Italia ha habido un cambio de gobierno y que ahora el país es gobernado por técnicos en contraposición a políticos.

No me gusta la forma en que ha ocurrido, pero haría una aclaración o lanzaría una pregunta ¿Berlusconi era un político?

Para mí, ese señor es un empresario que consiguió tener el aparato mediático tan importante como para convencer al electorado repetidamente, haciéndole creer que era la única opción viable para el gobierno del país. Ese señor era poco más que un dictador camuflado de elección, como lo fue Franco quien llevó a cabo algún que otro referendum tras crear la Ley de Referendum dos años antes:

Ley de Referéndum de 1945
(22 de octubre de 1945)

Abierta para todos los españoles su colaboración en las tareas del Estado a través de los organismos naturales, constituidos por la familia, el municipio y el sindicato, y promulgadas las Leyes básicas que han de dar nueva vida y mayor espontaneidad a las representaciones dentro de un régimen de cristiana convivencia, con el fin de garantizar a la Nación contra el desvío que la historia política de los pueblos viene registrando de que en los asuntos de mayor trascendencia o interés pública, la voluntad de la Nación pueda ser suplantada por el juicio subjetivo de sus mandatarios; esta Jefatura del Estado, en uso de las facultades que le reservan las Leyes de 30 de enero de 1938 y 8 de agosto de 1939, ha creído conveniente instituir la consulta directa a la Nación en referéndum público en todos aquellos casos en que, por la trascendencia de las leyes o incertidumbres en la opinión, el Jefe del Estado estime la oportunidad y conveniencia de esta consulta.

En su virtud, dispongo:

  • Artículo 1.- Cuando la trascendencia de determinadas Leyes lo aconsejen o el interés público lo demande, podrá el Jefe del Estado, para mejor servicio de la Nación, someter a referéndum los proyectos de Leyes elaborados por las Cortes.
  • Artículo 2.- El referéndum se llevará a cabo entre todos los hombres y mujeres de la Nación mayores de veintiún años.
  • Artículo 3.- Se autoriza al Gobierno para dictar las disposiciones complementarias conducentes a la formación del censo y ejecución de la presente Ley.

Y ahora nos hablan de pérdida de democracia. Pero en España nunca hemos tenido una verdadera democracia. Esto es así. Nunca hemos podido plantear cuestiones básicas como la monarquía, la religión o la naturaleza más o menos unitaria del estado centralista. Es decir, los tres pilares de la escasa ideología franquista siguen en pie como en 1945.

Adornos, eso sí, tenemos más adornos.

E Italia… bueno, más de lo mismo, pero en su caso involucionaron, yendo a caer en manos de ese señor como antaño lo había hecho Alemania en 1932, también eligiendo «democráticamente» a Adolf Hitler. Quien se encargó rápidamente de deshacer cualquier atisbo de oposición, de crear una opinión única, de personalizar el poder en un único amo y señor del destino alemán. Como Berlusconi en Italia.

Pero las cosas han evolucionado hasta el punto de que ya se sabe que no es buena idea gobernar desde la visibilidad, que es más interesante hacerlo desde las bambalinas, y el señor del que hablo, ese tal Berlusconi, lo seguirá haciendo, pues su emporio mediático, su poder económico no ha sido mermado en absoluto. Pronto podremos apreciarlo.

Y en cuanto a lo del gobierno tecnócrata frente al gobierno político…

Prefiero un gobierno «político», pero las candidaturas que se presentan con opción a ganar las elecciones, presentan un programa técnico, gestor, que, sin embargo, van a poner en práctica políticos al frente. La verdad es que con programas de este tipo, prefiero técnicos al frente.

Lo que desearía son programas teñidos de ideas, de ideologías (aunque esta palabra esté tan mal vista que ha llevado a esta situación), de promesas socio-económicas y visión largoplacista, quiero que me digan qué harían si tuvieran 40 años, quiero que me digan cómo desearían que fuese el mundo… no quiero que me digan qué parche van a aplicar para resolver un problema puntual. Para eso, contrato un técnico…

hummmm…..
Malos tiempos para la libertad.

La tilde diacrítica

Está claro que todos cometemos errores, pero cuando son excesivos acaban por agotar.

Habré escrito con alguna falta de ortografía, claro está (que es como está claro, pero al revés), pero cometer más de 20 errores en una página de una novela considerada finalista de un concurso literario es algo que debería ser inconcebible.

Antes que nada, quiero añadir un enlace a una página que aclarará dudas a quienes, como yo en ocasiones, las tenga y le preocupen: Reglas de acentuación de tilde diacrítica.

diacrítico, ca. (Del gr. que distingue). 1. adj. Dicho de un signo ortográfico: Que sirve para dar a una letra o a una palabra algún valor distintivo. El adverbio más lleva acento diacrítico frente a la conjunción mas.

He empezado a leer una novela de un alumno que está en mis talleres de poesía y que escribió mucho antes de incorporarse a mis talleres (sirva esto como descargo personal) y es interesante, algo densa, pero original y sugerente, dan ganas de seguir leyendo y esto, ya de por sí, es todo un mérito.

Pero cada día llevo peor encontrarme con tanta falta de respeto al lenguaje, pero una falta de respeto por ignorancia, por falta de conciencia, por dejadez. Es tolerable (poco) cuando se trata de alguien que no desea reconocerse escritor, pero que un escritor no tenga la curiosidad de saber si lo que ha escrito está correctamente plasmado en el código que desea utilizar es algo que no puedo entender.

No me molesta ni me irrita en absoluto quien desea denunciar la rigidez del código, la innecesaria dictadura de la gramática, quien quiera poner en cuestión la necesidad de unas reglas arbitrarias y consensuadas, porque detrás de ello existe una voluntad de atacar ese consenso social, ese arbitrio de reales academias que se erigen en garantes de una forma de expresión, de un código, que debería ser popular, wikipediado, casi.

Pero en estos casos se aprecia la intención, la voluntad del creador, del escritor, mientras que en otras ocasiones, como la que me ocupa, se ve la falta de voluntad del mismo. Y, para mí, un escritor lo es en base a su voluntad: es lo único que le confiere la condición de tal. Y esa voluntad ha de ser consciente, debe saber valorar el código que utiliza, incluso para destruirlo o atacarlo intencionadamente como muy bien hacen los maravillosos Paul Celan o e.e.cummings, entre otros.

Deseo suponer que el error está (porque también lo está) en el editor, esa figura que, en este caso, parece haberse desentendido del proceso de generación de un objeto libro (en papel o electrónico daría lo mismo) demostrando su dejadez o su ignorancia en esa sucesión de faltas ortográficas principalmente derivadas de ausencias de signos diacríticos como en «para mi mismo» o «contarle a usted el por qué».

Son faltas que no detecta un procesador de texto, son faltas que requieren una lectura concienzuda y cierto nivel de conocimiento de las reglas gramaticales y ortográficas, pero es lo mínimo que le pido a alguien que desea dedicarse a la escritura. No que ya tenga estos conocimientos, sino que tenga la voluntad de adquirirlos y sea consciente de lo conveniente de una revisión pericial.

Ya hablé de la ortografía hace meses y de lo que cuesta convencer a mi querido Mateo (ya en segundo de la ESO) de que le conviene y es útil hablar y escribir con propiedad, cuidando las formas, pero él parece que va aceptándolo y aprendiendo las reglas del juego que nos permiten jugar juntos a esto que llamamos comunicación.

Y, en otro artículo, también mencioné la importancia social o significante que tiene el descuido de estas formas, la dejadez que denota lo poco que cuidamos nuestro medio ambiente intelectual. No quiero seguir insistiendo. Me cansa hablar de ortografía, defenderla casi con uñas y dientes para no dejar morir la principal convención que tenemos: el lenguaje.

Sopa de caldo de puerros con patatas, acelga, pimiento y calabacín.

Otra receta con puerros. Y van tres. Ya escribí una sopa con puerros y unos mejillones con puerros. Es uno de mis alimentos preferidos, de un tiempo a esta parte, a pesar de que lo contrarrecomiendan por su generación de flatulencias o haya que tener precauciones por el alto contenido en fibra.

En esta ocasión solo aproveché la parte verde del puerro. Sí, la que todo el mundo tira a la basura, como me dijo el verdulero. Un compañero suyo, reconociendo mi buen juicio, dijo «Lo que hace es lo mejor, porque la parte verde es la que tiene más nutrientes porque está al sol». Yo no tengo nada claro que eso sea así, lo que sí sé es que es una parte que está muy rica y aporta mucho sabor.

En esta ocasión, la hice con lo que había comprado el viernes pensando en hacerla, pero se puede variar cualquier ingrediente por casi cualquier otro que se tenga, o eliminar alguno. La ocasión, repito, era que venían a comer el sábado los amiguetes Burak y Yaki que nos dijeron que se van a casar. Qué preciosa noticia… por cierto.

Empiezo con la recetilla:

Ingredientes para 6 personas (y me sobró un poquito de caldo que reservé para otro día, una sopita de 2 personas):

Para el caldo:

  • 4 cucharadas de aceite de oliva
  • 2 cucharaditas colmadas de sal (NaCl)
  • 4 dientes de ajo
  • la parte verde de 4 puerros
  • la parte más verde de la acelga y la parte más blanca del tallo de la misma
  • la parte más verde de unas ramas de apio
  • los tallos de un manojo de perejil

Para la sopa:

  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • una pizca de pimentón dulce
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cebollas medianas
  • la parte blanca de un par de ramas de apio
  • 1 acelga entera
  • 1 pimiento rojo de los de asar (carne gruesa)
  • 1 calabacín
  • 3 o 4 zanahorias, según el tamaño. Usé 3.
  • 4 tomates de rama pequeños
  • 2 patatas hermosas

Preparación:

Muy muy larga en tiempo, pero no es muy trabajosa. Con esas cosas de los niveles de dificultad, diría que cualquiera puede hacerla.

Para preparar el caldo que luego voy a usar en la sopa, lo primero que hago es coger una cazuela grande (nunca uso la olla exprés, pero seguro que se haría mucho más rápido) y pongo un poquito de aceite, como cuatro cucharadas, le añado 2 dientes de ajo picados y otros 2 dientes de ajo si pelar siquiera, pero un poco machacaditos, para que suelten más sabor. Cuando comienzan a dorarse, añado la parte verde de los puerros cortada en láminas gruesas y tapo la cazuela para que empiece a soltar el agua. Corto la parte más dura de la acelga, lo que podríamos considerar un tallo, y la parte más verde de las hojas, añado esto a los puerros. Después agrego la parte verde de un par de ramas de apio cortaditas en trozos grandes y los tallos de un manojo de perejil (lo que habitualmente también tiraríamos, pero he descubierto que en procesos industriales se aprovechan este tipo de cosas para preparar esencias de sabores, como las pastillas de carne o verdura o pescado, los aromatizantes, etc… y he decidido hacerlo yo mismo), dejo que siga rehogándose tapada la cazuela con lo que aprovecho el vapor de los alimentos.

Cuando ya están sueltos todos los elementos, especialmente las rodajas de puerro, echo 2 litros y medio de agua y dejo que hierva durante 2 horas. (Aproveché para juguetear un rato con el PC)

Pasado ese tiempo, cuelo el caldo resultante y separo un poco para otro día, porque seguro que va a sobrar. Ese poquito, muy condensado, lo mezclo con agua para que no sea tan fuerte y lo guardo en un frasco de conservas en el congelador (cuando se enfría, claro).

Me apena tirar el residuo verde que queda sobre el colador, después de presionarlo para que suelte el máximo de juguito. Seguro que podría hacer algo con ello, pero ahora mismo no sé qué y, de momento, lo tiro. ¿Alguna sugerencia?

Ahora ya puedo comenzar a hacer la sopa.

En la misma cazuela, para no manchar más cacharros de los imprescindibles y así reducir el consumo de agua en su limpieza, así como el consumo de detergentes, pongo un poquito de aceite y 2 dientes de ajo picados, pero antes de que lleguen a dorarse, añado 2 cebollas cortadas en grandes trozos.

Para cortar 2 cebollas, mi forma de hacerlo es bastante matemática, casi geométrica, me atrevería a decir, cortando primero en 2 trozos cada una longitudinalmente por la mitad, para luego, alineando las 4 mitades, cortar longitudinalmente en 2 por un eje imaginario central, haciendo 2 cortes, paralelos a ese eje longitudinal para dividir ambos lados en otras sendas 2 partes, pero haciendo que la incisión tenga un ángulo aproximado de 45 y 135 grados respectivamente. Por último, cortar en 4 cortes transversales las 4 mitades cortadas, cada una en 4 sectores semiesféricos. De este modo, tendríamos 64 fragmentos de sectores esféricos de unos 45º cada uno a partir de 2+1+2+4*4=21 cortes. Desprecio la curvatura longitudinal para no complicar los cálculos, pero me produce cierta desazón saber que estoy despreciando esta característica cebollil. Tampoco tengo en cuenta el número de capas de la cebolla.

Seguro que se puede hacer de otra forma, pero a mí me gusta así.

Pico el apio y, en cuanto la cebolla cambia un poco de color, lo agrego junto con el pimiento rojo cortado más o menos regularmente en trozos grandes, después de vaciarlo bien de semillas.

Corto un calabacín de la manera similar a la descrita para cortar la cebolla. Del mismo modo, corto 4 tomates, preferiblemente maduros. Corto en trozos transversales, de 2 centímetros de longitud aproximadamente, las zanahorias. Corto también la acelga que me queda en tiras, dejando más grandes las más verdes.

Agrego el calabacín y dejo que suelte un poco de agua y que se impregne del aceitito, después la zanahoria, el tomate y, por último, la acelga.

Cuando la acelga se reduce y se mezcla bien todo lo que está siendo rehogado, añado las patatas cortadas con un cuchillo de mantequilla y sin terminar de hacer cortes limpios, para que suelten mejor, parece ser, el almidón que contienen y ayuden a dar consistencia al pote. (En esta ocasión, agregué también un par de trozos expresamente machacados en un mortero para aprovechar esta propiedad de las patatas).

Ya solo queda agregar una cucharadita de pimentón dulce, mezclar bien, añadir el caldo de puerros que tenía preparado y dejar hervir durante 40 minutos, hasta que las patatas estén bien blanditas, algunas deshechas, incluso.

Salió muy bien. No hago muchas fotos, pero se merecía alguna… otra vez será. Tardé, en total, unas 4 horas, pero pudiendo dedicarme a otras cosas más del 75% del tiempo.

España no es un país laico

Festivos del 2011. (En Madrid capital)

  • sábado 1 de enero de 2011, Año nuevo
  • jueves 6 de enero de 2011, Día de reyes
  • jueves 21 de abril de 2011, jueves santo. Semana Santa Madrid
  • viernes 22 de abril de 2011, viernes santo
  • lunes 2 de mayo de 2011, día de la comunidad de Madrid
  • jueves 23 de junio de 2011, Corpus
  • lunes 25 de julio de 2011, Santiago
  • lunes 15 de agosto de 2011, Asunción de la Virgen. Virgen de la Paloma. Fiestas de la Latina
  • miércoles 12 de octubre de 2011, Fiesta Nacional, día de la hispanidad, desfile fuerzas armadas y Día del Pilar
  • martes 1 de noviembre de 2011, día de todos los santos
  • martes 6 de diciembre de 2011, día de la Constitución
  • jueves 8 de diciembre de 2011, Inmaculada Concepción

En Madrid capital serán la Almudena y la virgen de la Cabeza ya que San Isidro cae en domingo.

  • miércoles, 9 de noviembre 2011: Nuestra Señora de la Almudena
  • viernes, 9 de septiembre 2011: Santa María de la Cabeza

Resultado:
11 festivos religiosos
2 festivos laicos
1 mixto

España es un país entre (2/(11+2+1))=14,29% y (3/14)=21,43% laico.

Sobre el precio de una performance

El 8 de octubre de este año 2011 tuve el placer de ser convocado a participar en un evento interesante: ARTóN planteaba en su muestra Des-Plaza-Miento la cuestión de si el arte de acción o performance puede y debe ser remunerado convencionalmente.

Es decir, propusieron cobrar una entrada de 10 euros, más o menos lo equivalente a lo que se cobraría en una obra de teatro de igual duración, a cada espectador. Este dinero luego se repartía entre gastos de sala, organizadores, performers y un par de colaboraciones en forma de creaciones de vídeo. A mí me supuso un estipendio de 23 euros brutos (mejor no pensar en neto, porque saldría casi negativo).

Y preguntaban a la entrada a cada asistente qué le parecía que se cobrase por asistir a un evento de arte de acción.

La mayoría de la gente contestaba con un «me parece bien» que era más que esperable, puesto que habían decidido asistir sabiéndolo. Es decir, tenían una cierta expectativa. Esta es una de las palabras clave de este texto:

expectativa. (Del lat. exspect?tum, mirado, visto). 1. f. Esperanza de realizar o conseguir algo. 2. f. Posibilidad razonable de que algo suceda. 3. f. Posibilidad de conseguir un derecho, una herencia, un empleo u otra cosa, al ocurrir un suceso que se prevé. a la ~. 1. loc. adv. Sin actuar ni tomar una determinación hasta ver qué sucede.

Yo contesté con dos palabras (como diría un famoso torero), que fueron las siguientes: Piero Manzoni.

La verdad es que, después, e incluso antes, debí haberme planteado responder con tres palabras Isidoro Valcárcel Medina.

Hay algo difícil de responder en esta pregunta de si el arte de acción, la performance y, por extensión, cualquier creación de arte contemporánea puede ser remunerada de una manera convencional y voy a intentar aclarar en mucho más que dos o tres palabras el porqué creo que es una pregunta difícil de formular y de responder.

Partiendo de la base de que entendemos por contemporaneidad una sensibilidad nacida tras la Revolución Francesa de 1789 y culturalmente apoyada en el romanticismo y su posterior desarrollo e implementación, hasta llegar a la ruptura de lo que llamo criterio objetivable, podemos hablar de que vivimos un tiempo ya largo de la edad contemporánea en la que nos vamos acostumbrando a la falta de este criterio para valorar una creación artística.

La contemporaneidad está, por tanto y desde hace tiempo, con el hito máximo de Duchamp exponiendo un orinal, despojada de la dulzura de proporcionar cualquier expectativa por parte del artista hacia el espectador.

Esto es así en Teatro, Danza, Tango (debería), Música, Poesía, Narrativa (debería), Artes plásticas… fusiones varias, etc.

Es decir, de hecho, la contemporaneidad ha roto con la idea de que haya espectador y, casi, artista. Ya no existe más esta convención, este acuerdo tácito y volver a él, en parte, es terminar con la contemporaneidad. Hablamos de que, como diría Rilke, tras Kant:

Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad. En esta cualidad de su origen reside su juicio crítico: no existe otro.
Rainier María Rilke, Rilke – Carta a un Joven Poeta

Además, el hecho de cobrar por una performance genera una cierta expectativa que acaba influyendo en el trabajo que se exhibe ante un público ávido de fotografiarlo, museificarlo, de alguna manera, reintroducir en el sistema convencional de comercialización del arte lo que había surgido como desmaterializador, como desobjetualizador, en un esfuerzo por reivindicar que la verdadera naturaleza del arte o de la creación artística no estaba en el objeto resultante sino en la idea que subyacía y que, de alguna manera, era incapturable, inaprensible, invendible e incomprable.

La mayoría del trabajo performativo que veo (e incluso mucho del que realizo, he de reconocer) me parece cargado (sobrecargado) de un dramatismo teatral, espectacular, incluso, casi de musical o circense. Incluso entre los más ortodoxos encuentro esta necesidad de generar una expectación para atraer espectadores y poder justificar subvenciones o, como en este caso, el cobro de entradas.

Hace algunos meses, tuve el placer de volver a reflexionar con la obra irreverente del ínclito IVM con quien tuve el enorme orgullo de «compartir cartel» durante el VII Encuentro de Arte de Acción de Madrid (acción!MAD10). El 19 de noviembre realizó una acción entre las 19:00 y las 19:30 consistente básica y sencillamente, en caminar entre el público asistente sin mayor pretensión que demostrarnos que una acción no ha de ser espectáculo, ni generar expectativa. Nos estaba haciendo (o así lo viví yo) un tirón de orejas a los propios artistas del sector para recordarnos de dónde venimos, cual es la finalidad del arte de acción y hacia dónde parece que estamos derivando.

Obviamente, todos los que conocíamos su trabajo ya íbamos con ciertas expectativas, pero ¿habría pagado para ver caminar entre la gente a alguien que no fuese IVM? ¿Me habría sentido «estafado«? También conocíamos su máxima (que incluso tengo entre las citas de mi página web) El arte es una acción personal, que puede valer como ejemplo pero nunca tener un valor ejemplar. Así que estaba claro que nos estaba dando una lección.

Pero… ¿Tiene sentido pagar por ver a alguien caminar entre la gente sin más? ¿Pagaría (y cuánto) por un orinal fabricado en serie? ¿Quiere esto decir que no se puede retribuir a un artista contemporáneo? ¿Qué es un artista contemporáneo?

Estas preguntas no son nuevas. Llevamos haciéndolas más de 100 años. Pero aún siguen sin responderse.

Varias veces me he encontrado con esta paradoja: creación contemporánea vs retribución clásica.

Ya hace tiempo escribí un largo artículo sobre la Gratuidad y el Amor al Arte, en el que citaba, íntegro, el texto que había incluido en el apartado de Financiación de mi proyecto Lejanías.

Sigo subscribiendo la conclusión de este artículo, es decir, debe haber un debate sobre la supervivencia de la retribución al creador contemporáneo, puesto que es imposible su sostenimiento sin recursos, aunque ha de pensarse también en la necesidad de una moderación en los gastos, y en nuevas formas (contemporáneas) de financiación.

Claro que realizar una creación contemporánea es un trabajo, pero la naturaleza del mismo no es igual a la naturaleza de otros trabajos. El tipo de medio de pago no ha de serlo tampoco.

Entre otras razones, hablando de las mismas cosas que he hablado hasta ahora en el artículo, en una creación contemporánea no existe un criterio objetivable con el que poder establecer su valor, ni su precio, así que tampoco debería, a mi juicio, existir una remuneración objetivable, ejemplo de lo cual es el empleo de dinero, cuyo principal servicio fue el de objetivar un intercambio de bienes o servicios.

¿No puede cobrarse?

Yo no digo eso, lo que digo (repito) es que la remuneración de una creación contemporánea no debería ser convencional ni objetivable. Y ¿Qué forma hay de retribuir por un trabajo semejante y de tal manera? Ahí es donde tengo que reconocer que me atasco y no sé muy bien seguir.

En una performance que realicé hace tiempo, titulada Subasta, ya planteaba la posibilidad de usar bancos de tiempo, u otros medios de pago. Volver al trueque o la donación también han sido otras de mis propuestas, pero no tengo claro cuál ha de ser la manera en la que retribuir el trabajo del artista contemporáneo.

Creo que este debate sigue abierto y necesitando, más que nunca, de una respuesta o algún tipo de aproximación a la misma, dado que la financiación pública y subvenciones administrativas que hasta ahora venían siendo la principal fuente de supervivencia económica de este tipo de manifestaciones artísticas van a desaparecer de por vida (aunque ya eran bien exiguas).

Dejo sin contestar, lo sé, qué es un artista contemporáneo, aunque citaré una y otra vez a Joseph Beuys.

¿Cuándo un referendum no tiene sentido?

Europa (sus líderes políticos, cabría añadir) está preocupada por el anuncio de Papandreu de la convocatoria de un referendum. La prensa critica desde casi todas las posiciones que se dé la posibilidad a los griegos de decidir sobre su destino. He oído que el New York Times, en una editorial que no encuentro, alaba la medida de pedir un referendum, pero parece ser una excepción (o que les queda bastante lejos).

A mí me parece estupendo todo lo que sea aprobar en consenso decisiones del tipo que sea, si bien considero difícil que la democracia esté lo suficientemente madura para que el ciudadano medio sepa cuales son las consecuencias de sus decisiones. Esto es lo que en ocasiones me aleja del movimiento asambleario tan en boga últimamente en España.

Está claro que los griegos pueden votar sobre lo que afecta al pueblo griego, la cuestión que emerge es si no es un referendum que debería ser tomado en el ámbito de su verdadera competencia: Europa.

Si nos olvidamos de una maldita vez de nuestras pequeñas patrias obsoletas, si vamos a una Europa capaz de sostenerse un poco más de tiempo sobre sus pies de barro, aprovechando los resquicios de su imperialismo decimonónico, si queremos que exista de verdad una moneda única, debemos dejar de lado el sostenimiento de la soberanía nacional de entidades como españa, francia, grecia, italia, …, y hablar, de una vez por todas, de Europa.

Así las cosas, ese referendum habría sido una irresponsabilidad, pero aún no están así las cosas.
Así las cosas, no se habría tardado tanto en tomar una decisión de salvar la situación financiera de otro país, sino de salvar las del propio (Europa), que incluiría esa parte llamada grecia. Pero no están así las cosas.
Así las cosas, no harían falta horas de debates innecesarios y en gran medida redundantes, sino que tendríamos un gobierno capaz de decidir continuamente. Pero no solo un Banco Central Europeo. Es necesario valorar cuales son los objetivos político-sociales del gobierno en cuestión, algo que, ahora mismo, es imposible.

He oído cosas como que se planteará ese referendum pero que los griegos no tienen opción a decir no. Es gracioso, creía que un referendum era justo lo contrario: dar la posibilidad de tomar una opción o la contraria. Sé que no siempre ha sido así y aún recuerdo la tendenciosa pregunta del referendum de la OTAN en españa. Sí, está claro que no podía decirse que no… ¿o sí?

Lo que cada día me parece más evidente es que tenemos que revisar qué entendemos por Democracia, qué entendemos por Nación, por Gobierno, por Mercado, por Política.

Es precisa una reflexión profunda sobre estos términos para poder avanzar en el mundo actual con un léxico actualizado. En caso contrario, seguiremos moviéndonos con ideas del siglo XIX en el XXI.

El nombre de las entidades nacionales españa, francia, etc… han sido escritas intencionadamente con minúsculas para acentuar su minúsculo valor político actual.

Esto no es una broma