Cambio de paradigma

paradigma
Del lat. tardío paradigma, y este del gr. παράδειγμα parádeigma.

1. m. Ejemplo o ejemplar.

2. m. Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento. El paradigma newtoniano.

3. m. Ling. Relación de elementos que comparten un mismo contexto fonológico, morfológico o sintáctico en función de sus propiedades lingüísticas.

4. m. Ling. Esquema formal en el que se organizan las palabras que admiten modificaciones flexivas o derivativas.

Cuando uno deja un trabajo de, pongamos, consultor tecnológico o administrador de sistemas para dedicarse a escribir poesía o impartir talleres de escritura creativa no está cambiando de trabajo, sino de paradigma.

A veces se me olvida e intento pensar u organizarme como si estuviese en un nuevo empleo del antiguo paradigma y, claro, «la cosa» no funciona. No me salen las cuentas, no me cuadran los tiempos consumidos.

El otro día, un amigo, muy bienintencionado, me habló de las oportunidades que brinda la nueva economía de escala a la que se puede acceder, pongamos, a base de menudeo, paquetizando contenidos en charlas TED o similares a las que podría dar salida en un mercado ávido de pequeñeces fácilmente accesibles.

Es cierto que, quizá, con una determinada cantidad de esfuerzo podría lograr monetizar conocimiento que, actualmente, ofrezco en los talleres con unas posibilidades de crecimiento muy limitadas por el aforo presencial, amén del tiempo simultáneo de asistencia.

Estaba de acuerdo con él en esas posibilidades, pero no en que me interesase. ¿Por qué no me interesa? ¿Es que no quiero ganar dinero?

No es el caso. Sí que quiero ganar dinero, pero no es una prioridad. Si lo fuese, habría hecho muy mal abandonando un trabajo estable con una nómina creciente y más o menos garantizada.

Abro o exploro nuevas formas de ganar dinero, como las clases particulares de matemáticas, física y química a adolescentes más o menos interesados y a quienes me gusta hacer pensar de otras maneras sus odiadas disciplinas, amén de resultar una manera bastante estable de garantizar un suplemento económico que sustente mi vida capitalista, muy a pesar de reducir el consumo a veces más allá de límites razonables.

Especial mención merece la voluntad de crecer como editor o como artista (incluso como artista editor), que está llevándome una enorme cantidad de recursos de tiempo, dinero y dedicación, pero que me entusiasma o me llena de maneras que no sé explicar.

Todas son actividades que me encanta hacer y que requieran o no esfuerzo, me apetece llevarlas a cabo. Sigo planteándome la vida como si me quedasen 3 meses de vida. ¿Me estaría arrepintiendo de algo que estuviese haciendo?

Pero ¿no sería la propuesta de este amigo una nueva forma de ganar dinero haciendo algo que me gusta?

Pues no creo que tampoco sea el caso.

Gran parte de lo que me gusta de los talleres de poesía y escritura creativa que defiendo es la presencialidad (incluso online), la no trivialidad, el compromiso de quien se apunta a ellos, que se demuestra con años de asistencia. No, no quiero ponerlo fácil y consumible. No es en absoluto mi objetivo ni forma parte del paradigma que decidí aceptar, incluso aunque sea estar viviendo a la contra el resto de mi vida.

Por otro lado, tengo la impresión de que no se comprende (desde la óptica del «otro» paradigma) lo que suponen determinados trabajos, lo que implican o requieren, ya sea logísticamente, como sería el caso de convertirme en un talentoso youtuber, o ya sea en tiempo de dedicación a aprender herramientas cuyo interés cae muy fuera de lo que quiero aprender, como puede ser el posicionamiento SEO, el marketing digital, la captación de audiencia/seguidores…

Ni tampoco se comprende (desde esa ajena óptica) lo que supone en términos de tiempo requeridos por mi actual trabajo (he dedicado mi vida), y no solo por horas dedicadas sino, sobre todo, por atención o foco exigido.

Cuando trabajaba de consultor a media jornada, un compañero me dijo una vez que yo no quería dedicarme a eso, pues ser consultor tecnológico, para él, era una actividad que requería una total dedicación, una vocación… y yo no la tenía. Y era verdad. Así que acabé por darle la razón y buscar una salida lo antes posible.

Negocio permanentemente con el paradigma, digamos, mayoritario, con un sistema en el que habito y al que disto de culpar de mis males. Me exige ciertas renuncias a una ortodoxia que tampoco veo como algo tan terrible, pues dulcifica mi carácter de tendencias radicales. Así, por ejemplo, acepto que vengan personas a los talleres de escritura sin acabar de comprometerse como me gustaría que lo hiciesen, pero mi objetivo es persuadirles, disuadirles hasta lograr sus ansias de compromiso, hasta, ¿por qué no?, sacarles de sus propios paradigmas para que vislumbren otros posibles esquemas. Cuando lo consigo, me siento tan inenarrablemente afortunado que todo lo demás parece haber merecido la pena.

Y sigo en la brecha.

Pero… ¿hasta cuándo?

tecnología humanizada

Humanizar: 1. tr. Hacer humano, familiar y afable a alguien o algo. 2. prnl. Ablandarse, desenojarse, hacerse benigno.

¿La humanidad es un hecho o un acto?

Tiene algo de absurdo humanizar una inteligencia artificial.
Quizá, incluso, absurdo del bueno.

¿Puedo yo humanizarme (convertirme en humano)? ¿Puedo dejar de ser humano, incluso demasiado humano?

Escucho hablar de Hitler o Hítleres varios bajo el epíteto de inhumano, pero siempre guardo silencio y pienso que no quiere asumirse la elasticidad de la acción humana, la elasticidad salvaje, brutal, si se desea, pero humana.

Era un bebé más o menos tierno, como bien acierta a apuntar el poema de Wislawa Szymborska titulado Primera fotografía de Hitler. Bebé humano.

humanizar

Formas no personales

Infinitivo

Gerundio

humanizar

humanizando

Participio

humanizado

Indicativo

Pronombres personales

Presente

Pretérito imperfecto / Copretérito

yo

humanizo

humanizaba

tú / vos

humanizas / humanizás

humanizabas

usted

humaniza

humanizaba

él, ella

humaniza

humanizaba

nosotros, nosotras

humanizamos

humanizábamos

vosotros, vosotras

humanizáis

humanizabais

ustedes

humanizan

humanizaban

ellos, ellas

humanizan

humanizaban

Pretérito perfecto simple / Pretérito

Futuro simple / Futuro

yo

humanicé

humanizaré

tú / vos

humanizaste

humanizarás

usted

humanizó

humanizará

él, ella

humanizó

humanizará

nosotros, nosotras

humanizamos

humanizaremos

vosotros, vosotras

humanizasteis

humanizaréis

ustedes

humanizaron

humanizarán

ellos, ellas

humanizaron

humanizarán

Condicional simple / Pospretérito

yo

humanizaría

tú / vos

humanizarías

usted

humanizaría

él, ella

humanizaría

nosotros, nosotras

humanizaríamos

vosotros, vosotras

humanizaríais

ustedes

humanizarían

ellos, ellas

humanizarían

Subjuntivo

Pronombres personales

Presente

Futuro simple / Futuro

yo

humanice

humanizare

tú / vos

humanices

humanizares

usted

humanice

humanizare

él, ella

humanice

humanizare

nosotros, nosotras

humanicemos

humanizáremos

vosotros, vosotras

humanicéis

humanizareis

ustedes

humanicen

humanizaren

ellos, ellas

humanicen

humanizaren

Pretérito imperfecto / Pretérito

yo

humanizara o humanizase

tú / vos

humanizaras o humanizases

usted

humanizara o humanizase

él, ella

humanizara o humanizase

nosotros, nosotras

humanizáramos o humanizásemos

vosotros, vosotras

humanizarais o humanizaseis

ustedes

humanizaran o humanizasen

ellos, ellas

humanizaran o humanizasen

Imperativo

Pronombres personales

tú / vos

humaniza / humanizá

usted

humanice

vosotros, vosotras

humanizad

ustedes

humanicen

Postureo ecologista

Compro estos vasos de papel reciclado pero asegurándome de que lo ponga en algún lado, pues la oferta más económica era de unos vasos de papel reciclado blancos, lo que me hacía sospechar del uso de algún blanqueador no muy ecológico, seguramente, pero estos que he adquirido están pintados, así que posiblemente hayan pasado por un proceso de blanqueado previo a la impresión de la nueva pintura. Pero parecen más ecológicos, porque llevan imágenes que así lo hacen ver y eso es importante, sí, es importante aparentar.

Los he comprado por Amazon, lo que no es en absoluto nada ecológico, pero me hace perder menos tiempo y son más baratos que los adquiridos, pongamos, en un bazar chino, cuyos vasos a la venta (los que no son de plástico, ese demonio de los mares…) seguramente son vasos de proximidad, que han llegado al comercio desde la esquina de la manzana.

He comprado 400 vasos, para poder ahorrar algo de cartón de embalaje, pero son pequeños, aunque esto casi es ecológico, pues usar el mismo vaso más de una vez por una misma persona ahorra en cantidad de papel por día, por sesión.

Cada una de mis clases obsequio a las personas que asisten a los Talleres de Poesía y Escritura Creativa con un té que procuro que sea comprado en tienda de proximidad a granel para apoyar el pequeño comercio y, además, para obtener una mejor calidad al más bajo precio posible.

Sé que la mejor opción sería ofrecerles tazas de cerámica para que no tuviésemos que tirar tantos vasos de «un solo uso», pero el cuarto de baño es pequeño y no sería muy cómodo limpiar o aclarar las tazas tras cada sesión. Así que opto por este modelo de vasos de cartón, después de que en una clase me afearan el uso de vasos de plástico. No volverá a pasar. Ya gasté todos los vasos de plástico de forma privada, para no tirarlos sin haberlos usado, lo que, obviamente, es más contaminante que no usarlos tras haberlos adquirido.

Ahora son acompañados con 400 palitos para agitar (de un solo uso, también) en caso de utilizar azúcar o algún otro edulcorante (con la miel sería un engorro hacerlo con esos palitos de madera, así que tengo azucarillos (que voy recogiendo de acá y allá cuando me los ponen en desayunos o sobremesas) también de un solo uso, con lo que el ecologista que llevo dentro aúlla cada vez que son utilizados…

Pero no pasa nada. Es mucho mejor, claro está, si los sobrecitos de azúcar son marroncillos, pues así parece más ecológico, pues nos hace visualizar la madera, lo orgánico… Postureo, sí, siento que hago postureo ecologista, lo que puede denominarse «greenwhasing», casi.

Y la nave va.

Mientras tanto, avergonzado, reconozco que reutilizo los vasos de un solo uso para fabricarme cubitos de basura en los que tirar restos de té y poder aprovechar el mismo cubo de basura durante más tiempo, aprovecho los embalajes de plástico (sí, de plástico) donde vienen envueltos los vasos de papel ecológicos para fabricarme pequeñas bolsas de basura o protección de libros o algún material similar, aprovecho los cartones en los que viene el envío para hacer posavasos o letras con las que intervenir un libro.

Siempre necesito más basura para poder reutilizarla… y algo de esta frase me chirría hasta decir basta.

El futuro no pinta muy bien…

El futuro. Una familia ha conseguido embarcarse en una de las naves que dejan atrás la Tierra tras un cataclismo mundial. Sobreviven a una selección férrea de pruebas de aptitud diversas. La familia consiste en un padre, una madre, dos hijas y un hijo. Todo sin ambigüedad «ni cosas de progres«. Sobreviven a un aterrizaje forzoso en una galaxia muy muy lejana a la que no saben cómo han llegado. La madre es la ingeniera aeroespacial que sabe cómo funciona todo en la nave. Sobreviven al ataque de seres extraterrestres. Sobreviven a una noche a la intemperie intergaláctica. Sobreviven a una lluvia de meteoritos. Sobreviven a un hundimiento en un glaciar. Son una familia del futuro. Cenan comida procesada con una impresora 3D. Todo es muy moderno. Se van a descansar mientras la madre (la ingeniera aeroespacial que sabe cómo funciona todo en la nave), la madre recoge la mesa. Solo faltó que fuese a por las zapatillas espaciales, eso sí, y sacase una cerveza termonuclear para que el maridito pueda ver el partido de baseball (a punto estuvo) de su hijo contra un robot alienígena.

Bufff… no siempre el Test de Bechdel es suficiente para ver que el machismo está incrustado en nuestras mentes.

Sé poco

El problema está en los grises.
No en el fondo gris de este dilema
sino en el gris de las respuestas:

Entre estoy informado y no sé un carajo
vivo mi eterno sé un poquito
y aún así tiendo a informarme
y hablo
para ver si así tiendo a informarme
pero la mayoría de las veces
no acabo de entender
(ni siquiera carajo)
y algunas veces sigo en mi empeño
de ir a informarme
y muchas veces sigo en mi empeño
de hablar
para ver si así logro informarme
pues parte de ese hablar
es preguntar
para informarme
mientras me callo
para escuchar
de cuando en cuando.

Mientras tanto
mi problema sigue en los infinitos
tonos de gris
de mis escasos conocimientos.

Puede cambiarse, pero hace falta voluntad

Constitución Española, versión del 2011

Desde el 1978, se ha cambiado 3 veces. La última fue, entre otras cosas, derivada de una crisis económica, pero otras crisis no generan voluntad de cambio. La economía es la fuerza arrolladora con la que la humanidad parece moverse.

Pero sólo parece.

Hoy es una de esas fechas que celebro como festiva, aunque esta constitución no sea la mejor posible, ni se esté aplicando en todos los casos en los que yo considero (con mis escasos conocimientos) que debería aplicarse: me refiero al artículo 6, por ejemplo, a lo democrático que resulta la gestión de según cuales partidos políticos, o al artículo 14, que provoca risas, o al 16.3, que niega lo que dice el 16.3, o al 22.2 (esas financiaciones…) y otros tantos que ya no quiero seguir.

Artículo 14
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Para qué hablar del artículo 57.1 (¿Cómo casa esto con el 14?)

Artículo 57
1. La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.

Después de esto, ya no leo más.

Asumo que es una novela de ciencia ficción y hoy tengo otras cosas que hacer.

Yo, en mi santa inocencia, imagino un rey transexual y no puedo pensar en cuál de los dos artículos vulneraría…

girls-boys

Así, sin más, me acaban de dar ganas de comprar en grandes, en enormes, empresas en lugar de pequeños comercios locales, que, parece, mantienen a las «chicas» en clases de danza, mientras los «chicos» juegan a algún deporte competitivo.

¡Qué asco de cartel!

¿A quien puso este cartel motivador en una red social no le dio por pensar en el resto del mensaje?

Será, supongo, demasiado pedir que sea seria una publicación en red social. Soy tan ingenuo…

Metaverso es más allá de un arado

Hoy he estado leyendo sobre realidad virtual, que es lo que parece que se avecina, nos guste o no, en el próximo lustro (no me parece realista una implementación masiva precipitada antes de 5 años), y sobre computación cuántica.

Ambos son temas que hace tres décadas me habrían entusiasmado y supondría (como supongo) que van a ser una revolución en el ámbito de la tecnología, pero también, por ende, en el social.

Hoy, quizá por las heridas (no solo arrugas ni cicatrices) que deja la edad, soy algo más pesimista con respecto a ese futuro, en parte porque sé que no voy a estar dentro: no tengo tiempo (ni muchas ganas) para formarme en nuevas tecnologías, más allá de la curiosidad de leer un par de artículos más o menos divulgativos.

Pero no es la única razón:

Allá donde algo de regulación quedase, algo de protección estatal de abusos y desigualdades derivados del sistema en el que estamos inmersos, va a volatilizarse absolutamente, para convertirse en un nuevo feudalismo, del que ya me ha advertido mi amigo Xabi, pues sólo algunas empresas podrán hacer uso de la computación cuántica y ofrecerán sus servicios como antaño los señores feudales ofrecían sus caballos, su protección (que no era otra cosa que extorsión) pues nadie podía hacer frente a la manutención de las caballerías ni podían costearse las bruñidas armaduras, por no hablar de la tenencia de castillos o fortalezas. A cambio recibían servidumbre y privilegios basados en esa desigualdad. Nada que no sepamos a estas alturas.

Facebook nos habla del «metaverso» olvidándose por completo de la etimología de VERSO y atendiendo únicamente a META, en esa obsesión por ir más allá, por avanzar sin dar un paso atrás, por el crecimiento continuo que ha demostrado ser una carrera hacia un precipicio.

En mi caso, me interesa más esa relación de VERSO con que nuestra palabra verso proviene del latín versos «vuelta, giro», sustantivo derivado del verbo verto, «volver, girar». Era un término aplicado originalmente a los surcos, porque al arar un terreno el arado daba la vuelta y regresaba cada vez que llegaba al límite. Luego la palabra pasó a significar la fila de plantas sembradas en el surco y, finalmente, pasó a designar cualquier tipo de línea, incluidos los versos de la poesía.

Quizá por ello me estoy volviendo cada día más y más analógico, queriendo usar materiales más y más táctiles, menos y menos nobles, más y más cotidianos, como el cartón, el hilo, el papel…

Quizá también porque se escapa de mis posibilidades económicas la inversión en dispositivos de realidad virtual, además de sentir que, actualmente, las aplicaciones son principalmente vídeojuegos sofisticados.

Recuerdo que hará casi 2 décadas, creé una cuenta en SecondLife, entonces desde un PC con Windows, posiblemente, NT o 2000. La cerré al cabo de unos meses después de intentar realizar un recital de poesía en un escenario virtual. Aquello no acabó de cuajar entonces, pero las conexiones era terriblemente malas, la tecnología no podía hacer que aquello no pasase de ser una cutrez salchichera… que ha mejorado, seguro. No le vi la gracia.

Una pandemia global después la mayoría de la población ha usado un dispositivo para tener una vídeoconferencia y le parece normal esa interacción humana, pero no sé si estará preparada para sustituir unos abrazos por la ilusión de un abrazo.

Y ahora el consumo tecnológico se ha instalado y crece sin coto, haciendo que un móvil pueda costar más de 700€ y lo compre mucha gente, así, porque pueden, porque les parece que su vida será más fácil así, porque les han convencido (uso malicioso del impersonal) de que es necesario para su trabajo, para su educación, para su sociabilidad… Y quizá pronto consigan lo mismo de esa realidad virtual que quiere poner de moda de nuevo Mark Z (olvidándonos de los juicios pendientes por prácticas monopolísticas, por ausencia de interés ético, incluso presencia de interés nocivo, en sus objetivos empresariales…).

Con una realidad virtual (y por qué no también realidad aumentada, un verdadero sueño surrealista) a la que acceder puede llegar a costar más de 5000€ (entre un PC con un potente procesador, unos dispositivos de visionado que implican un móvil de alta gama, unas gafas inmersivas, unos auriculares aislantes, un sillón acorde a la experiencia, etc, etc, etc…), por supuesto sin tener en cuenta gastos que en ella puedan realizarse, cuya facturación será un verdadero dolor de cabeza para más de una gestora obsoleta; y una computación cuántica en manos de unas cuantas empresas multinacionales (supranacionales) que ofrecerán su potencia de cálculo a cambio de servidumbre… se avecina un periodo donde la resistencia estará en las trincheras de la madera, del árbol, del abrazo carnal, del beso, de la piel, de la presencia.

Mientras tanto, mientras todo esto ocurre, en España seguiremos debatiendo sobre la «ley sinde» o si hay que aplicar un canon digital a las copias piratas de CDs…

Ni se espera, ni se escucha que los gobiernos de los estados anden pensando de qué manera paliar la desigualdad que se avecina para que no se convierta en inevitable, en endémica, en feudal, generando una sociedad completamente escindida en castas, estamentos con límites infranqueables. Y luego nos preguntamos que ¿por qué la juventud no consigue motivarse en sus estudios?

Oigo hablar de planes de inversión en tecnología con los fondos de recuperación que la Unión Europea ha dotado a las naciones constituyentes para afrontar la salida de la crisis derivada por el COVID-19, pero no parece que esos planes de inversión sean para formación de legisladores capaces de afrontar los nuevos retos éticos que sería conveniente regular si no queremos tener una selva en la que vivir, sino para estimular su aceleración, su implementación, su desarrollo, en un intento descabellado de «no perder la carrera» por tener un liderazgo en lo que basar nuestra economía futura.

Está claro que el turismo ha empezado a ponerse las pilas en este asunto haciendo que se puedan realizar visitas virtuales a museos, calles, barrios, ciudades, para no dejar de ser el parque de atracciones que somos desde hace décadas.

Y todavía hay quien se preocupa por la desaceleración voluntaria del consumo, como si esto pudiese retrotraernos a la época de las cavernas, dicen, pero no parecen ver que lo que está ocurriendo ya nos está haciendo retroceder a otras épocas mucho más próximas, pero no más justas.

Quizá opino esto por ser un heredero de la (parece trasnochada) revolución francesa, heredero del pesimismo/optimismo que generó la Carta de los Derechos Humanos.

Pero sigo leyendo sobre un tema que, aunque me aterre, me inquiete, también encuentro fascinante en cuanto cambio, en cuanto crítico y pensando en la manera de atacarlo o unirme contestatariamente, rebelde sin causa irredento, en resumen, algo adolescente.

Esto no es una broma