Pido perdón

Pido perdón
sin preocuparme lo más mínimo
por las catastróficas guerras en las que haya participado
cualquiera de mis antepasados
por las violencias infligidas
incluso
por aquellas que lo fueron
sin intención.

Pido perdón
por la opresión a la que sometimos
en un momento pasado
e incluso
en un momento futuro
a otros seres humanos.

Pido perdón
por la esclavitud de la que se lucró
sin reparar en crueldades
toda mi ascendencia
e incluso
toda mi descendencia.

Pido perdón
por el eurocentrismo
por el etnocentrismo
por el espacentrismo
por el albocentrismo
por todo fanatismo.

Pido perdón
por el patriarcado
e incluso
por el matriarcado
si fuese menester.

Pido perdón
por una realidad que mi pasado
hizo como es hoy en día
para lo bueno
y
para lo malo.

Pido perdón
por no hacer lo suficiente en el presente
por modificar el futuro
para que no se repitan errores del pasado.

Pido perdón
por no definir con claridad
a qué me refiero con error
a qué me refiero con horror
a qué me refiero.

Pido perdón

pido perdón
por tener unos compatriotas que no se solidarizan
con peticiones de otros patriotas
con los que no puedo ser compatriota
por tener unos congéneres que no se solidarizan
con peticiones de otros géneros
con los que no puedo ser congénero.

Pido perdón
por no haber acabado aún con las patrias
por no haber acabado aún con las guerras
por no haber acabado aún con las miserias
por no haber acabado aún con las injusticias
por no haber acabado aún con las enfermedades
por no haber acabado aún con las pulgas.

Pido perdón
por hacer que este escrito parezca una burla
por burlarme de la seriedad de peticiones
de perdón
pero sigo pidiendo perdón.

Pido perdón
por la contaminación atmosférica
por la contaminación acústica
por la contaminación medioambiantal
por la contaminación social
por la contaminación cruzada
por la contaminación.

Pido perdón
por haber dicho alguna vez
que es mejor pedir permiso
que pedir perdón
y también
por haber dicho alguna vez
que es mejor pedir perdón
que pedir permiso.

Pido perdón
por no ser más que un ser humano
que no representa a nadie más que a sí mismo
y carecer de entidad
para pedir perdón en nombre de otros
seres humanos
que no se representan más que a sí mismos.

Pido perdón
por herir sensibilidades
por herir idiosincrasias
por herir trascendencias
por herir colectividades
por herir individualidades
por herir.

Pido perdón
por no saber completamente
a qué más pedirle perdón
y tener que pensar
en a quién puedo haber afectado
con mi mera existencia.

Pido perdón
por no saber a quién
pudo afectar negativamente
la existencia y las acciones
de todo ser humano que me precedió
incluso
si nacieron en la misma cama de hospital donde yo nací
si nacieron en el mismo hospital donde yo nací
si nacieron en la misma ciudad donde yo nací
si nacieron en el mismo país donde yo nací
si nacieron en el mismo continente donde yo nací
si nacieron en el mismo mundo donde yo nací.

Pido perdón
a seres humanos
a animales
a fauna
e incluso
a rocas, mares, ríos y montañas.

Pido perdón
por pisotear derechos
por aprovecharme de la desigualdad social en el planeta
por beneficiarme de la especulación inmobiliaria
por enriquecerme a costa del capitalismo neoliberal
por poder dedicarme a la poesía.

Pido perdón
por no saber lo suficiente
por saber demasiado
por saber que no sé
por no saber lo que sé.

Pido perdón
por no pedir suficientemente fuerte
perdón
e incluso
por pedir demasiado.

Pido perdón.

¿Pero la poesía sirve para algo?

La guerra de Siria acaba de entrar en su octavo año convertida en el conflicto más sangriento del siglo XXI. Los combates no han acabado, pero los frentes se van extinguiendo lentamente. Sin embargo, el inmenso sufrimiento de la población civil —la que se fue y la que queda— está muy lejos de haber llegado a término. El nivel de destrucción es tan grande que se puede afirmar que Siria, el país que existía antes de 2011, ha desaparecido. Más de 370.000 personas han muerto, unas 100.000 se encuentran desaparecidas, 12 millones han abandonado el lugar en el que vivían (5,6 millones como refugiados y 6,6 como desplazados internos sobre una población de 30 millones) y 1,2 millones han sufrido mutilaciones y heridas permanentes. La economía se encuentra arrasada, al igual que el parque de viviendas: una de cada tres se encuentra inservible.

https://elpais.com/elpais/2019/03/18/opinion/1552934234_131262.html

Crea una organización que se llame Madrid For Refugees
financia un proyecto universitario llamado Reacción 28
o pon en tus estatutos fundacionales
como Asociación Cultural Clave 53
que quieres hacer del mundo un lugar mejor
pero esta noticia sigue ocurriendo.

Busca un espacio amable como la Ciudad Invisible
(intrigante nombre para esta convocatoria)
organiza un recital por el Día Mundial de la Poesía
aprovechando que coincide con el Día Internacional
de la Eliminación de la Discriminación Racial
o incluso
por el 70 Aniversario de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos
pero esta noticia sigue ocurriendo.

Elabora un cartel que puedas publicar
una lista de personas con ganas de escribir poemas
recolecta textos para editar un libro con este motivo
planifica un evento de alguna red social
envía la información del mismo a todos tus contactos
convoca a miles de personas de modo viral
(casi virulento)
pero esta noticia sigue ocurriendo.

Agradece a todo el público asistente
su asistencia
su colaboración económica
su disposición a escuchar
su cálido aplauso tras cada poema
su cariño
su comprensión por la falta de medios
su paciencia por algún retraso en la planificación
su conciencia social (o política,
porque sí, esto es un acto político)
pero esta noticia sigue ocurriendo.

Y alguien te pregunta
¿Pero un recital sirve para algo?
¿Pero una manifestación sirve para algo?
¿Pero las elecciones sirven para algo?
¿Pero la concienciación sirve para algo?
¿Pero la poesía sirve para algo?

Tú también te lo preguntas.

Aunque pocas veces te preguntan
¿Las armas sirven para algo?
¿Las fronteras sirven para algo?
¿La guerra sirve para algo?
¿La ambición sirve para algo?
¿El éxito sirve para algo?

Sin embargo…

Tú también te lo preguntas.

Y aquí comienzan las respuestas con otras preguntas:

¿Cómo sería el mundo sin una organización de ayuda a los refugiados?
¿Cómo sería el mundo sin proyectos universitarios solidarios?
¿Cómo sería el mundo sin ingenuidad en la cultura
ni ambiciones poéticas?

¿Cómo sería esta ciudad sin lugares amables?
¿Cómo sería esta ciudad sin recitales, sin eventos culturales?
¿Cómo sería esta ciudad sin poetas?
¿Cómo sería esta ciudad sin vocación de eliminar discriminaciones?
¿Cómo sería esta ciudad sin derechos humanos?

¿Cómo sería esta sociedad sin catalizadores sociales?
¿Cómo sería esta sociedad sin redes sociales (no artificiales)?
¿Cómo sería esta sociedad sin deseo de compartir información?

¿Cómo sería este evento sin público asistente,
sin colaboración económica
sin disposición a escuchar
sin cálido aplauso tras cada poema
sin cariño
sin comprensión por la falta de medios
sin paciencia por algún retraso en la planificación
sin conciencia social (ni política)?

Sí,
la noticia puede que siguiese existiendo
pero no tendríamos intención de que dejase de existir
quizá ni tendríamos intención de escucharlo
quizá ni tendríamos intención
porque es posible
incluso
que hubiésemos perdido el alma.

Se acabó el bipartidismo, por si quedaban dudas

Acaban de tener lugar las Elecciones al Parlamento de Andalucía con un resultado «terrible», pero en gran medida previsible: el surgimiento de una fuerza de ultraderecha (declarada) en la democracia española.

Hay voces llevándose las manos a la cabeza todo el día, pero a mí no me resulta nada sorprendente. Es más, me parece que el resultado de las elecciones que ha tenido lugar este domingo representa, para bien o para mal, la voluntad política y social de los andaluces.

Es una región tradicionalista, conservadora, en la que el único PSOE que ha podido «gobernar» desde hace décadas, es un PSOE que renegó de sus orígenes de izquierda, con una ambigua Susana Díaz que intentaba hasta hace poco pactar con el PP para gobernar España. Es decir, una dirigente sin brújula indicando a la izquierda.

Suelo encontrarme una forma de pensar en esa zona que se acomoda bien con el resultado electoral, es más, siempre me sorprendió que ganase socialismo, a pesar de conocer amigas que puede que no estén del lado de los que van a gobernar en breve. Pero eran minoría y me consta.

Cada vez que entro en un bar en Andalucía, cada vez que escucho una conversación en la calle, cada vez que hablo con gente en la zona, siento que deberían votar a los que han votado: PP, C’s y, en menor medida, pero también, VOX. Por supuesto que hay votantes de izquierda, pero es una izquierda, como la de Castilla la Mancha, por ejemplo, muy conservadora, que no quiere oír hablar de articular una nueva forma de gestión territorial, centralista como pocas, españolista… y que tiene fácil migrar a la derecha o, incluso, abstenerse con las sabidas consecuencias.

No obstante, no quiero decir que toda la abstención sea de izquierdas. Eso es un error garrafal que se suele cometer tras cada resultado electoral. La abstención está representada en proporción por los votantes.

En resumen: el bipartidismo representaba muy mal (demasiado binariamente) el sentir político de la compleja sociedad española. A medida que se fragmenta en diferentes partidos, el acercamiento a la representación de cada ideología o modelo político se incrementa, y evidentemente, han aflorado todas aquellas personas que consideraban tibia la «moderación» del PP. Lamentablemente hay muchas de estas personas con quienes no comparto ideario.

¿Soy una persona blanca?

Recientemente ha habido un debate en un par de muros de amistades que tengo en redes sociales sobre la estrategia para combatir el racismo.

Tras el debate sobre si tiene sentido o no «segregar» a personas racializadas o no, sobre discriminaciones positivas, sobre necesidad de comprensión, empatía, etc, encuentro en otro muro la siguiente propuesta:

Que comienza con la siguiente frase: ¿Qué debo tener en cuenta si soy una persona blanca?

Pero…

¿Soy una persona blanca?

Sí, lo soy porque mi aspecto (la superficie) no tiene una pigmentación que genere rechazo en mi entorno, está claro. Pero… ¿Soy una persona blanca por lo que sea mi aspecto? ¿No soy solo una persona?

No: soy una persona blanca, heterosexual, de género masculino y de clase media, de religión agnóstico en el mejor de los casos.

Soy todo eso, sí, pero soy muchas más cosas. Si me clasifican por ellas, acabo no viendo lo demás.

No tengo clara mi postura en estas «posturas» aunque acabo por dejarme llevar por lo que me sale hacer. Aunque siempre me queda la duda de ¿Cómo saben que soy una persona blanca?

Me acuerdo del racismo del KuKuxKlan (o el nazismo y su conocido holocausto) que no se detenía en el aspecto exterior, sino que iban al fondo de la cuestión: la sangre. ¿Me harán un análisis de sangre antes de entrar a un evento semejante para determinar mi pertenencia a alguna etnia alguna vez con la justificación de generar espacios seguros para otra etnia?

También me acuerdo del genocidio de Ruanda por hutus vs tutsis. Guerra post-colonial, así que responsabilidad de la avidez del «hombre blanco»… pero hay tantos otros ejemplos posibles…

Sé que soy una persona blanca (aparentemente), del colectivo más afortunado de la galaxia, que estoy lleno de privilegios de los que debo sentirme responsable. Pero…

¿Soy tan importante como para quejarme por este tipo de eventos?

Obviamente puedo no ir. Nadie me obliga. Ni siquiera me prohíben la entrada (de momento en ese no ocurría).

Tengo unos problemas mucho más importante que este…

Porque soy una persona blanca, quizá.

Así que como soy una persona blanca soy racializado, soy de «raza» blanca, aunque eso no exista.

Es un tema complejo.

Consciente de mi racismo, machismo, clasismo, etc, no sólo debido a ser «hombre heterosexual blanco», sino a estar educado en todo ello como toda persona de cualquier ámbito social, yo ya sólo me limito a mi propia actitud diaria, que no es poco, a intentar tratar a las personas como si fuesen personas, no personas blancas, negras, amarillas, a las personas como personas, no como hombres o mujeres, no como heterosexuales, homosexuales, pansexuales, bisexuales, a las personas como personas no como ricas o pobres, a las personas como personas, no como españolas, inmigrantes, emigrantes, africanas, árabes, francesas, «guiris», a las personas como personas, no como cristianas, ateas, musulmanas, animistas, a las personas como personas, no como viejas, jóvenes, guapas, feas… aun a sabiendas de que me es imposible, de que me resulta una utopía a la que dirigirme con paso cada vez más firme, pero con la consciencia de la impotencia para cambiar el mundo desde ahí. Quizá porque soy una persona masculina heterosexual blanca de clase media española y haga peligrar mi carga de privilegios o quizá porque soy una persona mayor, en ocasiones casi anciana, que no tiene fuerzas para luchar contra según qué tipo de molinos de viento.

¿Cómo no darse por aludido?

Leyendo el libro «HISTORIA INTELECTUAL DEL SIGLO XX» de Peter Watson, de quien ya leí recientemente el libro IDEAS al que le dediqué una etiqueta entera de mi diario, me encuentro con esta maravillosa descripción de mi vida… en unas pocas líneas. Y me remueve el alma, por decirlo de algún modo.

Este libro del Siglo XX me ha decepcionado un poco en comparación con el más ambicioso de IDEAS y que, quizá por la lejanía temporal no está tan plagado de predilecciones personales del autor (compilador). Se le ha notado mucho el etnocentrismo casi inevitable, esa querencia a lo nuestro, a suponer que el hombre blanco (añadiría protestante anglosajón) ha alcanzado la cúspide de lo ideado, ignorando en casi todo el libro (quiero pensar que por ignorancia y no por mala fe) los logros de otras regiones del planeta que no sean Europa o Estados Unidos, con contadas excepciones, así como la poca atención prestada a la influencia femenina que ha sido uno de los mayores motores de cambios del siglo, sin duda alguna.

No obstante, no voy a criticar en exceso un pequeño defecto que tenemos quienes vivimos en esta sociedad que nos forma y nos deforma, sin informarnos… incluso a los más avezados. ¿Será que yo también soy un heterosexual blanco de clase media? Seguramente. Pero intento visibilizar lo que no visualizo… y poco a poco sacar del lodo del olvido lo que encuentro tras esfuerzos no despreciables.

Cabecera de Mc-Mafia

No es una gran serie, esta producción de la BBC titulada McMafia sobre la mafia rusa y la interconexión con las mafias internacionales y diversos gobiernos, pero es entretenida y la cabecera de la misma es una verdadera pieza maestra de cómo una presentación dice todo lo necesario y engrandece el producto.

La competencia de Netflix y HBO tiene completamente eclipsada a la «humilde» emisora de vídeo streaming vinculada a Amazon, la curiosa PrimeTV, de la que ya he escrito en alguna ocasión.

Veremos por cuánto tiempo youtube permite que comparta este contenido (sin el más mínimo interés comercial por mi parte):

[youtube_sc url=https://youtu.be/bdgYPJgR8MI]

Culminación de los placeres ansiosos, de Iván Wernisch

Un Bed?ich, de profesión saldoconista, escribió una vez un poemario rimado. Primero había escrito un poema, luego un segundo, un tercero, un cuarto, un quinto etcétera, hasta que obtuvo diez, una antología entera. Le dio el nombre de Culminación de los placeres ansiosos, y se fue a ver a su mejor amigo, también saldoconista, que enseguida leyó atentamente los diez poemas y dijo

«Increíble. Tú, Bed?ich, eres un poeta».
«También tengo esta sensación», dijo Bed?ich y volvió a casa a acostarse, porque se hizo tarde.

Pero el amigo de Bed?ich no podía pegar ojo durante toda la noche, porque se dijo «Si puede escribir poemas Bed?ich, un saldoconista como yo, además mi mejor amigo, ¿por qué no podría escribirlos yo también?». Y escribió un poema primero, y luego, paso a paso un segundo, un tercero, un cuarto etcétera, con el mismo orden como antes Bed?ich escribió diez poemas rimados, un poemario entero, e igual que Bed?ich, la llamó Culminación de los placeres ansiosos. Y a la mañana siguiente, muy temprano, fue a enseñársela a Bed?ich.
Y esta vez se asombró Bed?ich.

«Me parece amigo, que tú también eres un poeta», le dijo.
«También tengo esta sensación», dijo el amigo de Bed?ich. Y añadió «De verdad que lo soy».

Y Bed?ich declaró «¿Sabes que tus poemas tienen algo en particular? Que son completamente iguales que los míos».
«¿De veras?», se extrañó el amigo. Y después de haber pensado un instante agregó «¿No tienen tus poemas en particular exactamente lo mismo?».
«Pues sí…» se extrañó Bed?ich. «Mis poemas tienen en particular exactamente lo mismo»


De Lásku já nestojím (2001). Iván Wernisch. Traducido por David Matuška Olzín

Palimpsesto: Al menos cuarenta muertos en la ciudad siria de Duma tras un ataque químico

Al menos cuarenta muertos en la ciudad siria de Duma tras un ataque químico

Una lágrima en una red social
y paso a la siguiente noticia
como si ya lo hubiese procesado
y no viendo solución
dijese para mí mismo que una lágrima
en una red social
es más que suficiente para manifestar
mi malestar cuando leo este titular
sobre cuarente muertos
donde la mayoría eran mujeres
niños y niñas que murieron por asfixia
bombardeados
en nombre de alguna paz que se está buscando
siempre buscando la paz a golpe de machete
o arma química.

Escucho de fondo a Silvio Rodríguez
cantar sobre la guerra y cañones de futuro
mientras Spotify me dice que no soy premium
aunque me pueda permitir el ingente lujo
de pinchar sobre un botoncito y hacer constar
mi tristeza
vía una lágrima en una red social
y me siento terriblemente premium
premium de haber nacido en un continente
que lleva exportando sus guerras
desde hace más de la edad de mi madre.

Una lágrima en una red social
y este poema esteticista
sintiéndome impotente
pequeño entre la multitud desesperada
pequeño entre la multitud
pequeño como una publicación
sobre cuarenta personas muertas
en la ciudad siria de Duma
tras un ataque químico
en una red social.

Se ha actualizado la interfaz
y la noticia ya es pasado
mientras sigo en mi ordenador
agradeciendo no haber muerto en un ataque químico
agradeciendo no sé muy bien a quién
aunque temo casi preguntármelo
pues lo más probable es que gracias a que yo
no he muerto un ataque químico
otra persona al otro lado del Mediterráneo
ha muerto en un ataque químico
por asfixia
al mismo tiempo en el que protestaba
porque se me estaba terminando la tinta
en el rotulador azul
con el que estoy haciendo un banal regalo
para una amiga
que ha cumplido cuarenta
cuarenta años sin ser bombardeada
en ningún ataque químico
ni ha muerto por asfixia.

Al menos cuarenta muertos en la ciudad siria de Duma tras un ataque químico
al menos cuarenta segundos de silencio
guardo por cuarenta muertes humanas
y por una publicación
que me ha recordado
que soy premium
que soy humano premium
por tantas
y tantas
razones
como la de seguir vivo
y alejado de amenazas
más allá de la improbable semilla de tristeza
que queda en mi cuerpo o en mi mente
tras leer un titular atroz
bajo la cálida influencia de la estufa
de infrarrojos
a cuatrocientos vatios de potencia
en la plácida silla de mi estudio
escribiendo este inútil poema
sobre lo que siento (lo que «yo» siento)
al leer que
al menos cuarenta muertos en la ciudad siria de Duma tras un ataque químico.

Esto no es una broma