Maldito Olivo

Aquí una explicación del porqué he pasado un mes de mayo tan espantoso este 2020 sin que tenga nada que ver con el coronavirus de moda. Fuente: polenes.com.

NIVEL DE ALERTA:

Baja: < 100 granos/metro cúbico

Media: 100 – 200 granos/metro cúbico

Alta: > 200 granos/metro cúbico

 

Pasando de 100 granos/m3, para un alérgico como yo es bastante molesto… así que el año pasado por estas fechas, sentí algo de picor, estornudos, etc, un par de días… pero ¡¡¡este año he superado la barrera de los 600 granos/m3!!!

2019
Olivo y Gramínea en Madrid 2019

2020Olivo y Gramínea en Madrid 2019

Evidentemente, odio el polen del olivo con todo mi alma (ánima, que se creía que reposaba en el pulmón), pues sí, algo de esto hay.

Casualidad o no, Ciudad Real batía records con más de 1600 granos/m3, cuando yo empiezo a sentir los efectos del polen de olivo en los 100 granos/m3 (es decir, unas 16 veces más de polen del que yo podría aguantar), lo que, en resumidas cuentas quiere decir que Le tengo alergia a Ciudad Real. No quiero ni pensar cómo habría pasado este año si hubiese visitado a la familia política…

Blackout Felicitación

Por el cumpleaños de Carmen, mis padres tuvieron el detalle de enviarnos un desayuno sorpresa con una variedad de delicatesen como este jamón ibérico para tostadas, acompañado de un bote de tomate triturado con ajo y aceite.

Les quise bromear con esta extracción de texto a modo de «blackout poetry», como en algunos de mis poemas visuales menos originales…

Por «Nuestros cerdos», yo quise entender que se referían a mi hermana y a mí, y por «la mejor», a Carmen, la maravillosa en su punto óptimo de maduración, para mi disfrute…

La tumba 404 estaba desierta

Estaba en la galería 3
del crematorio
donde estaban depositando
las cenizas del marido de mi prima.

Como casi todo en esta vida
estaban numeradas las tumbas
que en realidad eran nichos
que en realidad eran nada.

En la inmensa mayoría
flores
adornaban nombres grabados sobre el mármol
o nombres destacaban en relieves dorados
e incluso
plateados.

Mientras tanto
un cuadrado en la retícula vertical
de cadáveres incrustados
con urnas abandonadas
permanecía desierto
con tan sólo el número
en el centro del mismo
gritando un 404
que a cualquier internauta
le resulta más familiar que aquellos nombres
de aquellas tumbas plenas de polvo de color gris claro
que queda después de una combustión completa
formado por sales alcalinas y térreas
sílice
óxidos metálicos
y algún resistente hueso con rastros de ADN.

404
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no existe.

Y yo (en sepulcral silencio)
no paraba de preguntarme
si era la más real de todas las lápidas
si no era un acertado epitafio
de algún programador web
si no era una broma macabra
si era la verdadera esencia de la muerte
si no era la verdadera esencia de la vida.

¿Nadie habla de los peinados de este hombre?

De esta asimetría, de este machismo obvio, casi no escucho ni hablar. Pero me parece terrible que de la mayoría de las mujeres se cuestione su vestuario, su aspecto físico, etc y no se haga lo equivalente con la mayoría de los hombres en ningún ámbito.

Por curiosidad, insana he de decir, pregunté durante la comida de ayer por si alguien conocía a esa tal Cristina, de que parece ser que masas de pobladores de esta península hablan el día después de las campanadas… casi sin mencionar el «look» de partenaire masculino (por supuesto había de ser masculino en un evento tan decimonónicamente tradicional y tradicionalista). Como era de esperar, surgió el «debate» sobre si es feminista o no feminista lo que se ponga… aunque yo no quise ni posicionarme ante tal apriorismo: el mero hecho de estar cuestionándonos esto ya me resulta machista.

Pero ahí seguimos, un año más, celebrando que el tiempo pasa… y esas cosas.

Mi primera casa

Mi primera casa estaba en Mesón de Paredes 84
esquina con la calle Miguel Servet
que resulta que era un científico algo herético.

Mi primera casa estaba en el sur de Madrid
antes de que el sur de Madrid fuese
el centro de Madrid.

Mi primera casa estaba aterrorizada por la policía
que eran llamada «los grises» por sus uniformes
y que disparaban pelotas de goma a quien se asomaba a los balcones
para ver las manifestaciones del tardo-franquismo.

Mi primera casa estaba enmoquetada
y dibujé un campo de fútbol para las chapas
que constaba de unos cuantos rectángulos
y unos cuantos semicírculos blancos.

Mi primera casa estaba habitada por mi abuela materna
que murió cuando yo apenas contaba 5 años
o menos o más
porque no lo recuerdo
salvo que me pidió una galleta la noche en la que falleció
en su cama.

Mi primera casa estaba en un portal viejo
que ahora es considerado una reliquia
y cuyo valor en el mercado supera los sueños
de un especulador ebrio de ambición.

Mi primera casa estaba a pocos metros de mi primer colegio
Legado Crespo
en el Paseo de las Acacias número 2
donde me (nos) recogía mi (nuestra) madre a la salida
después de haber comido en el salón colectivo
casi siempre barato y frío
nunca vegetariano
siempre casero y tradicional.

Mi primera casa estaba sobre la vivienda
del que fue mi primer amigo
un tal Patrik
hermano de una niña que era la antítesis de mi hermana
y a quienes no he vuelto a ver
desde que nos mudamos a Colmenar.

Mi primera casa estaba cuatro plantas por encima del suelo
por encima de un sótano donde vivía un pintor
amigo de mis padres
que se llamaba manolo y pintaba unos bodegones
espantosos
que hoy identifico como una de las cosas que más me repelió
del arte
hasta que descubrí que había otras opciones.

Mi primera casa estaba llena de humo
permanentemente
que entraba a través de las persianas de hierro
desde la Tabacalera Española
que no era el centro de arte
más o menos autogestionado que es ahora
sino una sencilla y fea fábrica
que expelía una permanente nube gris oscura
cuya tristeza se impregnaba en todo.

Mi primera casa estaba a dos pasos
como quien dice
de la corrala donde Franco dio uno de sus últimos mítines
inútiles para un régimen que no aceptaba diferencias.

Mi primera casa estaba plagada de recuerdos
que no tengo.

Y sin embargo
cada día que paso por delante
tengo ganas de entrar y afrontar el escalón
donde un perro me saltó por encima
aterrándome
tengo ganas de entrar y ver si encuentro
aquella vecina a la que se le cayó todo el pelo
incluso el de las pestañas y las cejas
con lo que su expresión se volvió inquietante
para un niño que apenas había vivido
más allá de sus cuatro paredes marrones
y que se escondía en el pasillo
del paso del tiempo.

Cada día que paso por delante
pienso que paso por delante de tantas cosas
plagadas de recuerdo
impregnadas de pasado
que me impresiona mirar hacia atrás en el tiempo
como si fuese un abismo con fondo de rocas
olas rompiendo furiosas
y silencios sin explicación.

Las cosas de la autocensura

En julio de este año tuvimos la visita de los sobrinos, gemelos César y Jimena, de 15 años de edad.

Quisimos proponerles actividades infrecuentes en su hábitat cotidiano, Daimiel, pero también que pudiesen estimularles, gustarles y, en cierto modo, sorprenderles. Al mismo tiempo, queríamos hacerles partícipes de nuestro cotidiano, Madrid, que no es para nada el suyo.

El viernes 13 de julio actuaba (digo bien) mi querido Paco Nogales con una acción en el evento PERNEO. II Encuentro Internacional De Performance Art que además tenía lugar en el espacio que aún no conozco de La Neomudejar.

Las acciones de Paco Nogales suelen tener un contenido sexual muy explícito, de desnudo masculino integral y temática erótica y exploratoria de los órganos sexuales masculinos. Sí, evidentemente, era un material que yo consideraba que podía impactarles, sorprenderles aunque tenía mis dudas sobre si les gustaría.

Pero entre tantas dudas, me surgió la pregunta (que de algún modo dejaba claro mi propia respuesta) de si habría restricciones por edad para la entrada en esa acción y eso les pregunté a la organización.

Me respondieron, educadamente, lo siguiente:

Las performances son fuertes. Si tu traes niños sabrás que es el postporno y lo que se va a poder encontrar.

El adulto decide pero no creo sea adecuado para un menor.

Atentamente

No recuerdo si contesté a este email, pero posiblemente me sirvió para darme cuenta de que quería llevar al límite mi interés por «impactar» a los sobris, pero de alguna manera, era más importante ese «mi» interés que lo que pudiera impactarles o no. Así que seguí el consejo, pero que no era verdaderamente ninguna restricción y no fuimos al evento.

El mismo día de la exposición/encuentro, me volvió a contactar el responsable del centro (quizá al tener un poco más de tiempo quiso puntualizar su respuesta, que siempre me pareció la más adecuada posible):

Buenos días,

Desde el Centro no prohibimos la entrada a menores puesto que creemos que las madres, padres, tutores son quienes determinan qué tipo de contenido ven sus hijxs pero sí les podemos orientar sobre el contenido que van a ver y que detallo a continuación.

En el caso de este encuentro son tres performances diferentes. 2 de ellas puede haber cuerpos denudos o semidesnudos. Y en el caso de la performance de Paquito Nogales sí que es más fuerte y explicito el uso del cuerpo en un contenido más grotesco como usar su ano como parte de la acción. Este contenido si puede ser sensible.

Entre cada performance hay un pequeño descanso por lo que pueden ver las dos acciones de Antibody Corporation y Ana Matey y saltarse la performance de Paquito Nogales que es mucho más fuerte. En el caso que alguien del grupo quiera saltarse esa performance con el/la menor puede visitar el resto de exposiciones del Centro mientras tanto.

Esperamos haber podido contestar adecuadamente a su pregunta.

¿Le confirmamos la reserva de 4 entradas?

Muchas gracias.

Me encantó su respuesta, pero en el fondo, yo ya me había contestado a mí mismo (todo lo cual sobra: con el «me» era suficiente) y les dije que no confirmasen las entradas.

Esa misma tarde me telefoneó Paco para saber qué había pasado. Le conté un poco la situación y, por supuesto, también fue respetuoso con mi decisión. Le dije, en resumidas cuentas, que si fuesen hijos míos por supuesto que habríamos ido, pero también que es muy probable que en tal caso no fuesen a sorprenderse ni impactarse puesto que no sería, ni con mucho, la primera vez que verían algo así. Mientras que «los sobris» es muy probable que se sintiesen algo intimidados. No obstante, me quedé con dudas…

A lo largo del fin de semana, les comenté lo que había pasado y qué creían ellos que les habría provocado. Me sorprendió saber que nunca habían visto a un hombre desnudo, ni siquiera en la televisión, ni en la playa… y me quedó bastante claro que habría sido un salto demasiado drástico el enfrentarles a esta experiencia. Así que, en la medida de lo posible, acabé por sentirme satisfecho con mi decisión de «autocensurar» el evento para sus ojos.

Y sin embargo…

Recuerdo de la niñez

Comía en el Legado Crespo, en Embajadores.
Recuerdo mesas redondas de seis comensales
capitaneadas por la mayor del grupo
que siempre era una chica
porque el colegio había sido estrictamente femenino.
Los huevos fritos siempre llegaban fríos
y a mí no me preocupaba lo más mínimo.
Tras cada día de lentejas
había un día de lentejas con arroz
y un día de crema de legumbres.
Me encantaba comer en el colegio
porque sentía que era algo que hacía estupendamente
no desaprovechando ni las raciones que me daban
todas las niñas y todos los niños
que por su delicadeza
(y eso que hablamos de los 70)
no estaban dispuestos a comer restos
o no les gustaban las comidas frías
o no les gustaban las verduras
o no les gustaban… qué sé yo.
Yo era una trituradora
capaz de devorar a dios por una pata
y en ese colegio
era una persona apreciada para compartir mesa
pues servía de repositorio
para todo sobrante que había que terminar
colectivamente.
Recuerdo el frío de la sala grande
y la iluminación blanquecina
y cierto aroma a relicario
queriendo salir de la cocina.
Recuerdo las sillas de placas lacadas en verde claro
sobre tubos de hierro marrón.
Posiblemente todos estos recuerdos
sean falsos
pero son míos.
Y las lentejas de ayer
con arroz
estaban exquisitas.

Desbrozando un PLC

Lo tenía mi madre en su casa. A ella puede que le hubiese servido para algo, esto de conectar ordenadores alejados utilizando la red de corriente eléctrica de la vivienda para distribuir la información (datos), pero a mí me era absolutamente inútil. No sólo por el hecho de que tengo una superficie de hogar que no justifica este despliegue, sino porque además me obligaba a adquirir otro PLC con el que completar el par cliente-servidor o maestro-siervo, sin ninguna justificación.

No obstante, quise trastear con el «bichito» y probé a encenderlo y ver si se podía configurar de alguna manera… pero no pudo ser. Quedaba permanentemente en un estado de luz roja (mal signo) así que no conseguí que se pusiese en marcha.

Después de darle una lenta pensada a qué hacer con ello, si podía recuperar algo, aunque fuese el enchufe, acabé por destriparlo. Solía hacerlo de pequeño: abrir aparatos sin saber si voy a poder usar algo de su interior. Así fue: nada me servía. Lo abrí para un rato después seguir sin saber qué hacer con ello. Y acabé tirándolo, como no podía ser de otra manera. Consumismo irresponsable e insostenible…

¿Para qué sirve enseñar el algoritmo de Rufini?

Hoy me he encontrado con esta imagen que me ha regalado mi sobrina Jimena de uno de sus ejercicios de clase en su curso de tercero de la ESO. Y me he acordado de lo que le digo sobre el verbo «rufinear«, como aquella operación por la cual se descompone un polinomio en sus factores más sencillos.

Cada vez que tengo que enseñar ese algoritmo en mis clases particulares, me pregunto por qué no lo quitan del plan de estudios, pues tan sólo sirve para casos en los que el polinomio sea factorizable por (x-a), siendo a un número entero divisor del coeficiente independiente del polinomio en cuestión.

Pero luego me acuerdo que tiene sentido… el mismo que pueda tener el de enseñar a hacer raíces cuadradas, por ejemplo, aun cuando luego pasan a ser una tontería de algoritmos inútiles, habida cuenta de las capacidades de las calculadoras, por ejemplo.

Algoritmo proviene del griego y latín, dixit algorithmus y este a su vez del matemático persa Al-Juarismi.

Abu Abdallah Muḥammad ibn Mūsā al-Jwārizmī (Abu Yāffar) (أبو عبد الله محمد بن موسى الخوارزمي ابو جعفر), conocido generalmente como al-Juarismi, fue un matemático, astrónomo y geógrafo; persa musulmán, que vivió aproximadamente entre 780 y 850.

Debemos a su nombre y al de su obra principal, «Hisāb al-ŷabr wa’l muqābala», (حساب الجبر و المقابلة) nuestras palabras álgebra, guarismo y algoritmo. De hecho, es considerado como el padre del álgebra y como el introductor de nuestro sistema de numeración denominado arábigo.

¿Para qué enseñar este método que tan sólo sirve para obtener un conjunto minúsculo de «soluciones» de la ecuación P(x)=0, para cuando Grado(P)>2?

Pues exactamente por eso, porque es el único método que existe. Es importante hacer constar que la matemática avanza, que no es un corpus cerrado y terminado, sino en permanente evolución, en ocasiones avanzando sobre temas tan «sencillos» como una resolución de una ecuación que los alumnos de tercero de la ESO no se paran a analizar (ni sus profesores a explicarles).

Cualquier alumno de ese nivel está acostumbrado (hasta en demasía) a utilizar la celebérrima fórmula de la ecuación de segundo grado, sin conocer que existe un algoritmo similar para las ecuaciones de tercer grado (que, por otro lado, es muy complejo).

Equis igual a menos be más menos raíz cuadrada… Y así se aprende. O se memoriza. No se deduce. No se investiga. No se piensa.

Y ahí radica el problema por el cual (gracias al cual) tengo siempre demanda de enseñanza en matemáticas. Es inevitable que se convierta en la bestia parda de la enseñanza. Memorizar esa cantidad de abstracciones es, no ya difícil, sino demencial.

Pero si se mostrase que las matemáticas avanzan como todo conocimiento humano, investigando, buscando soluciones, buscando métodos que resuelvan (¿la vida?), si se hiciese partícipe de esa búsqueda al alumnado y no se le exigiese que fuese un residual almacén de lo prefabricado, de una matemática que parece estar muerta, quizá se desearía conocer incluso al tal Rufini o, cuando menos, se entendería para qué se enseña.

Y se mostrase en esa búsqueda los límites, los retos, lo ignoto, esa necesidad de encontrar un algoritmo para descifrar si un número es primo, un método para encontrar algebraicamente raíces de polinomios de grado mayor que cuatro, si se mostrase que pensar y no memorizar es la base de la matemática, que sus cerebros han de ser activos y no pasivos, quizá encontrarían una motivación que yo mismo considero inalcanzable en caso contrario.

Esto no es una broma