Si gana Podemos

si gana podemos Tengo ganas de escribir un artículo largo sobre por qué no me acaba de convencer Podemos como partido político, pero tal como lo están haciendo los otros dos partidos que ahora nos están gobernando (PP gobierno y PSOE oposición complaciente), estoy por pensármelo aunque sea por aquello del voto útil derivado de la aplicación de la ley D’Hont.

En estos días 2 leyes están viendo la luz que cercenan de manera definitiva nuestra libertad. Este país se seguirá llamando democracia porque en caso contrario sería expulsado de la Unión Europea, pero la realidad es que una democracia de un estado de derecho debe garantizar unas libertades que estas leyes no permiten.

La libertad de prensa y documentación de abusos policiales, que se producen, sí, se producen, es necesaria. Pero la prensa no es solo la que era, ahora, en la Internet 2.0, el lector y el reportero (quien reporta) se confunden en muchas ocasiones, así que la siguiente ley, la mal llamada LPI, que no ha sido gestada para proteger los derechos de los trabajadores del sector creativo, ni Intelectual, sino los derechos de propiedades Privadas (LPP), la LPI, repito, viene a hacer que, además de no poder registrar lo que ocurre (por la ley mordaza), tampoco se pueda distribuir la información disponible sin permiso (por LPI).

Es un par de leyes que forman una tenaza terrible sobre la libertad de expresión. Se está blindando el sistema hasta el punto en el que podrán afirmar sin ser contradichos que estamos saliendo de la crisis… y vuelvan a ganar las elecciones. Al fin y al cabo, el verdadero problema es que a «la gente» le preocupa más su comida que la forma en la que lo obtiene.

En cuanto al primer punto, está mal formulado: si Podemos ganase las elecciones, no se iría el capital que ahora se va, que también, sino que las grandes empresas amenazarían con llevarse el capital invertido en infraestructuras productivas, lo que llevaría al país a la inviabilidad de las propuestas naïf de este partido, así que acabarían por capitular ante la imposibilidad (en un mundo globalizado) de cerrar las fronteras de España, una grande y nunca libre, para evitar que se vayan a otra parte a trabajar.

Esto cada vez tiene peor pinta. Sé que lo miro mal porque estoy pasando un época personalmente difícil desde el punto de vista económico-existencial, pero algunas cosas son más objetivas de lo que parecen. Me siento cercano a 1932 en Alemania… y mucho más lejos de un (imperfecto) 1932 en España.

Por cierto, un comentarista en un foro de uno de esos periódicos que ha deseado que se instaure la Puta LPI formulaba una pregunta muy inteligente:

¿Alguno de los que ha sacado esta ley adelante ha pensado que puede ocurrir que gane Podemos en las próximas elecciones y que las leyes en cuestión seguirán vigentes? ¿No les preocupaba la deriva Chavista de ese partido? ¿No les están allanando el terreno? De nuevo, volvemos a ver que entre Hitler y Stalin había menos diferencias de las que parecía.

Amiga Aída, hazme un hueco en Hamburgo… que el frío no puede ser tan grave como este hielo de país en el que las moléculas no se mueven, porque en caso de hacerlo, van a bullir.

Una serie setentera del siglo XXI

Es gracioso encontrarse una serie como Andrómeda, que parece de la década de los 70, con ese aire a Star Trek, algo como de cartón piedra, pero hecha en el siglo XXI y que presuntamente trata sobre un futuro mucho mucho más lejano.

He recortado un pedacito de un capítulo para gustito de los fans de la ciencia ficción que, como yo, disfrutan hasta estas series que podríamos llamar Vintage o Steam-Punk… o algo así.

[youtube_sc url=http://youtu.be/N3Aw_6VrmJs]

Creada por el mismo Gene Roddenberry que había gestado el universo Trek, parece ser que fue llevada a la pantalla más de 2 décadas después de concebida y a título póstumo.

No es que me apasione y es más que cuestionable su posicionamiento sexista, que hace de algunas mujeres meros adornos y contiene cierto tufillo racista que no sé explicar cómo se observa; demasiados rubios de ojos azules en los papeles protagónicos, quizá.

No obstante, a pesar de ello, la voy viendo de rato en rato para aniquilar el tiempo y relajar la mirada. Nada complicado que pensar, por muchas referencias que quieran hacer a Nietzsche, creando incluso una raza que lo idolatra y tiene sus ideas (superficialmente tratadas) como textos sagrados y/o bíblicos.

Obsolescencia Programada

Si existiera un dios (creador) habría que denunciarle por prácticas de Obsolescencia Programada en el diseño de los seres vivos, especialmente de los humanos, que son los que más nos atañen.

No es descabellado pensar un organismo que sea capaz de auto-regenerarse auto-abastecerse, auto-gestionarse. Me recuerda tanto a mi película favorita: Blade Runner. Queremos saber cuánto vamos a durar, almacenamos recuerdos enlatados para suponer que así dejaremos algo tras nosotros, tras nuestra desaparición.

Pero además está el hecho del deterioro progresivo, las goteras para las que ningún seguro tiene cobertura completa. Vamos extinguiéndonos como gotas de agua bajo la lluvia, sin remedio, tan solo paliativos que postpongan lo inevitable, que por otro lado es curiosamente lo que da sentido a las acciones de nuestra vida finita, in-eterna, que es tan sagrada como para no desperdiciar ni un segundo de ella.

Hay bombillas funcionando desde hace más de 100 años. Hay aparatos que, si se dejasen a su buen uso, sin esfuerzo, durarían un milenio, carros, ruedas… pero nosotros, los penosos seres humanos, tan solo estamos pensados para unas cuantas décadas de funcionamiento y, en el mejor de los casos, un par de ellas a pleno rendimiento.

¿Dejas de ser un hombre?

maltrato a mujeres

Si dejas de ser un hombre, pierdes los derechos que, como tal, posees, así que por qué no justificar actos contra ese ser in-humano que no se defenderían para humanos. Por ejemplo (y no digo que no haya que pensárselo) podría proponerse la castración o, incluso, la eliminación de ese ser in-mundo, ese ser ya desposeído por la premisa de una humanidad que le garantice unos derechos. Es más, cualquier juicio a ese ser no-humano carece de sentido, por ejemplo, a nadie le parecería una noticia seria llevar a juicio a un chimpancé por agresión.

No quiere decir que no esté de acuerdo con lo que se quiere decir «de fondo«, pero quizá me da por pensar que hay que asumir que el ser humano realiza actos buenos, malos, regulares… y se trata de juzgar esos actos, ponerse de acuerdo sobre esas normativas y aplicarlas.

Desde mi punto de vista, mucho más matizado, ese que maltrata a una mujer (o a cualquiera, ya de paso) es un ser humano condenable por realizar un acto detestable que pone en peligro la sociedad y los valores sobre los que se sustenta (por consenso).

No quiero dejar de pensar que es humano, como yo, porque entonces me puede dar por pensar que yo nunca lo haría, puesto que yo, como inherente a humanos, nunca agredo. Eso no es así: soy susceptible de ser agresivo, violento y otras cosas que recordar no quiero.

Y lo que sí quiero es que si alguna vez cometo uno de estos actos que detesto (odio la violencia física en todas y cada una de sus formas) sea considerado un humano que erró, que cometió un delito, que… hizo algo humano pero humanamente (por consenso) condenable.

Del maltrato psicológico no entro a detallar, pero es igualmente condenable… pero mucho, mucho más humano. Por aquello de la psiquis, vaya.

God prefers…

god prefers

I don’t care what a hell god prefers!

Eso (pre)suponiendo su existencia y su unicidad, que ya es mucho (pre)suponer.

Tengo claro qué prefiero yo… y con eso me sirve, pero es que he leído demasiado a Nietzsche como para volver la mirada atrás y seguir confiando en los dioses y no en los humanos para crear los baremos morales necesarios para manejarnos como sociedad.

¿Será J.J. Rouseau a quien he leído en demasía?

Buah! no tengo ni idea, pero me la pela la existencia de dios o diosa a estas alturas.

¿Eres feliz?

eres felizLo llaman «coaching» y yo lo llamo sentido común.

Pero es que encima, ni siquiera es lo suficientemente profundo como para pensar qué hacer cuando, hagas lo que hagas, no solo cambia tu contexto, inevitablemente, sino tú mismo, pues el paso de los años no te recomienda seguir haciendo «lo mismo».

Está claro que, si no eres feliz, deberías cambiar algo, pero tampoco te dice qué ni cómo ni cuándo… o sea, una más de esas tonterías simplonas con pretensiones.

¿Por qué la semana tiene 7 días?

semana en hebreo

Siempre me ha intrigado esta cifra, siempre pensé que era un número muy raro, ese siete, ese número primo, que no está relacionado con los dedos de las manos, ni con los números de extremidades…

Hasta que me percaté que es un divisor de 28, es decir, se dividía en el antiguo Creciente Fértil el mes siempre lunar en 4 partes iguales, cada una de ellas de 7 días. De ahí también la importancia que tiene (y que tampoco acabé nunca de entender) el cambio de fase lunar, pues se divide en 4 fases y no simplemente en 2, que para mí era lo esperable (creciente o decreciente).

Y hoy, viendo esta imagen de los días de la semana escritos en hebreo, me ha dado por pensar que quizá hay una razón adicional para no escribir de 1 a 7 los días, sino que en realidad son 6 numerados y un séptimo que quedaba reservado a dios o lo que sea, pero que también es el que está fuera de las cuentas, y el 6 me hace recordar el sistema de numeración sexagesimal tan extendido también por aquellas latitudes en aquella época.

Es decir, la semana no es de 7 días, sino de 6+1, lo que es mucho más sencillo de comprender.

6 como en 60 minutos de una hora, como en 24 horas de un día, en una docena de huevos… a contar con los dedos… de una manera muy peculiar:

Al igual que en el caso del sistema decimal, el origen se remonta a una manera de enumerar usando los dedos de las manos. En la Antigüedad los habitantes del llamado Creciente Fértil contaban señalando con el dedo pulgar de la mano derecha, si se era diestro, cada una de las 3 falanges de los restantes dedos de la misma mano, comenzando por el meñique.

Con este método se puede contar hasta 12. Y para seguir con cifras mayores, cada vez que realizaban esta operación se levanta un dedo de la mano libre —la izquierda— hasta completar 60 unidades (12 x 5 = 60), por lo que este número fue considerado una «cifra redonda», convirtiéndose en una referencia habitual en transacciones y medidas.

Similar suerte corrió el número contado en la mano derecha, el 12, y algunos múltiplos como 24, 180 (12 x 15, o bien 60 x 3) y 360 (12 x 30, o bien 60 x 6). Por esto, el sistema sexagesimal se emparenta en su raíces históricas con el sistema duodecimal.

El perro del ébola

Hoy las redes sociales están que arden en torno al tema del posible sacrificio del perro susceptible de estar infectado por ébola a causa de una cuestionable repatriación de personas españolas que a su vez infectaron (como suele ocurrir con las enfermedades infecciosas) a una enfermera que, parece ser, infectó (otra vez la misma palabra) a su querido perro Excalibur.

Que hasta este momento no haya habido ningún nombre propio es problemático o sintomático de lo que los medios y las redes sociales, que vienen a ser lo mismo, logran mediante cierto amarillismo facilón y escandaloso, como suele serlo.

Por supuesto, ha habido otras voces alzándose contra la muerte programada (asesinato lo reservo para lo que se lleva a cabo con humanos, pero esto podría ser discutible) del susodicho can. Hay quienes dicen (científicos que se supone que saben de lo que hablan) que debe ser aislado y conservado para su posterior análisis.

La verdad es que, como tantas y tantas y tantas cosas, me reconozco ignorante ante el procedimiento óptimo ante un caso así, pero sí que siento que se están sacando algunas cuestiones de quicio, hasta enfrentar a los defensores «a ultranza» de la salvaguarda del perro frente a los defensores «a ultranza» del sacrificio del mismo.

Un amigo ha escrito unas palabras que no considero excesivas en la red social de turno y se ha encontrado en medio de un debate amargo fruto del cual, posiblemente, pierda algunos amigos (y no solo virtuales).

Ya me está cansando la tontería del perrito. Venga, el que esté dispuesto a llevárselo a su casa que levante la mano.

Alguien le ha contestado lo siguiente:

No sé quién establece que la vida de un perro es menos que la vida de un hombre… Todo depende de lo que significa cada uno para nosotros. Mi perro es un miembro más de la familia. ¿Quién establece que el toro muera y el torero viva? Solamente nosotros que nos creemos superiores y no les llegamos a la suela de los zapatos a nuestros mejores amigos. ¡Desgracia de humanidad!

Muy inteligente, mi amigo le ha respondido algo que yo mismo suscribo palabra por palabra:

¿Quién establece que la vida de un perro es mas importante que la de los animales que lo parasitan? Y los dueños corremos a quitarle garrapatas y lombrices intestinales. Yo tengo claro que la vida de una persona es más importante que la de un animal sencillamente porque en caso de disyuntiva alguien dijera: prefiero que viva Abel que mi perro. El defensor de los animales que no haya matado moscas, hormigas, cucarachas, arañas o cualquier animal «de segunda» que lo diga. Por cierto: bacterias y virus también son seres vivos.

No ha entrado al trapo de toros/toreros, porque ha sabido evitar una verónica muy mal preparada. No se trata de matarlo, como en el caso del toreo, para provocar placeres sino para evitar ulteriores infecciones de, en algún caso, humanos.

El caso es que este tema es innombrable en un lugar público como FaceBook y puede llevar a muchos más acaloramientos que las diferencias políticas más profundas.

Es más, me resulta muy interesante ver cómo puede ocurrir que el PP acabe cayendo por no saber gestionar correctamente un protocolo ante una infección tan preocupante y difícil como el ébola y no por las barbaridades políticas que proponen ni, mucho menos, por su programa político (inclumplido, por cierto). Digamos que me beneficia que entre sus votantes haya muchos que odien que estén tomando estas decisiones «impolíticas», hasta el punto de denegarles el voto en las próximas elecciones por la muerte de un perro con la presunta intención de salvar vidas de humanos. (Por supuesto que esto sigue siendo cuestionable según algunos científicos, así que no me atrevo a decir que esa fuese la mejor opción)

Teresa Romero Ramos, de 44 años, casada y sin hijos, es el primer caso de infección de ébola en Europa y está siendo tratada en el Hospital Carlos III de Madrid, donde presumiblemente se contagió cuando atendía al religioso Manuel García Viejo, que murió a consecuencia del virus tras ser repatriado desde Sierra Leona.

Y todo esto me lleva a unas reflexiones que me hago con frecuencia: ¿qué es un ser vivo? ¿son todos iguales en cuanto a derechos? ¿deben o pueden serlo?

La relación que muchas personas tienen con sus mascotas es algo que me resulta complicado entender y siento que es una cuestión de empatía: ¿con qué se empatiza y por qué? ¿por qué se empatiza con un sistema biológico mamífero en mayor medida que con uno ovíparo, por ejemplo? ¿por qué se respeta la vida de un animal y no la de los vegetales? ¿tiene que ver con la forma en la que es el sistema nervioso central? Alguna vez he leído este argumento (no recuerdo donde) porque eso justificaría o explicaría la presencia o no de «dolor». No obstante, el término «dolor» como otros muchos que se manejan en cuanto nos referimos a animales no sé si tienen la misma «validez» semántica que cuando nos referimos a humanos «semejantes».

Pero, hablando de empatía, porque creo que de eso va todo este tema, me resulta sorprendente la inconmensurable movilidad que ha acarreado un acto contra un perro frente a la poca que motiva la expansión de la epidemia entre humanos que no habitan en este país. Empatizamos por regiones, por «proximidad»: No es lo mismo una muerta española que una muerta en Sierra Leona. Es un hecho (generalizado).

Y supongo que no, no comprendo la forma de funcionar de la empatía… y me siento un poco preocupado, como si me faltase algo.

Me da algo de miedo pensar que puede que yo sea un psicópata en potencia, de quienes se dicen que carecen de la capacidad de empatizar con su entorno.

¿Por qué hoy no es posible la revolución?

Aunque el artículo lo encabeza un interrogante, la verdad es que se trata más de una respuesta, acertada y acerada. Dura como la realidad. Tremenda y contundente. De corte pesimista, para quien denomina así al realismo más apabullante.

Acabo de leer el artículo de Byung-Chul Han en el periódico «El País» titulado así: ¿Por qué hoy no es posible la revolución? y me he quedado casi diría que deprimido, pero quizá no por lo errado del texto, sino por lo acertado.

Es un filósofo que, como tantos otros contemporáneos, se están dando cuenta de que un nuevo tiempo estamos viviendo y algunos se atreven a ver más allá de lo evidente, y más allá de las visiones (más o menos acertadas en su momento) de otros filósofos o pensadores que han demostrado haberse quedado, al menos en parte, obsoletas.

En el fondo, el artículo no dice muchas cosas que la mayoría, la doxa, no tenga más o menos en su mente, pero las dice muy bien, muy limpiamente, muy directas y desprovistas de efectismo, incluso aunque por ello resulte más molesto, menos condescendiente. No se casa con nadie, ataca por igual neoliberalismo como comunismo decimonónico. Y nos responsabiliza sin culpabilizar, como viene siendo habitual.

Aunque habría que ver si «El comunismo como mercancía» no es algo que ya tiene sus años, desde aquellas atractivas caritas de el Ché en camisetas para consumo de los de este lado del muro, sin ir más lejos.

No obstante, me interesa más el pensamiento en torno a la forma que tiene actualmente el poder de mantenerse, basado en la seducción, como afirma, en la cautivación, haciéndonos cautivos… de nosotros mismos.

Y así somos prisioneros y guardianes, así somos parte del sistema, como esos judíos que ayudaron en los campos de concentración/exterminio, pero con la salvedad de que los exterminados ya no existen, o lo somos todos.

¿Hay salida?

No lo deja claro. Pero sí queda claro que las salidas propuestas por visiones algo anquilosadas ya no sirven. Hablar de proletarios, de lucha de clases… no funcionará. Pero un cambio es necesario y seguramente posible. Aunque a mí no se me ocurra cómo.

Intentar cambios en direcciones inadecuadas o ineficaces tan solo consolida el sistema de poder basado en el atractivo de la acción, aunque, carente de reflexión y sin horizonte, conduce a la nadería, al desperdicio energético en el mejor de los casos, a la apatía y a la frustración… haciéndonos caer, más profundamente, en los brazos del sistema del que, en el fondo, nunca habremos salido.

Ups… creo que voy a estar varios días (solo varios días) sin poder dejar de pensar en esto.

Pero… ¿y luego?

Quizá la clave pase por aquí, por el afrontar una acción que pueda perpetuarse, que pueda mantenerse en el tiempo, que pueda mostrar la coherencia subyacente, que no se desvanezca con el paso de unos años o un cambio de circunstancia. Aunque sean acciones pequeñas, cotidianas, de actitud y conciencia.



Esto no es una broma