Paso del haiku a la astrofísica, de la astrofísica al álgebra, del álgebra a la topología, de la topología a la sintaxis, de la sintaxis a la lingüística, de la lingüística a la historia, de la historia a la geografía, de la geografía a la geolocalización, de la geolocalización a la programación, de la programación al CSS, del CSS al SEO, del SEO al veo-veo, del veo-veo al velo, del velo al llanto, del llanto al canto, del canto al tango, del tango al sueño, del sueño al psicoanálisis, del psicoanálisis a las vanguardias, de las vanguardias a John Cage, de Cage a la performance, de la perfomance a la acción, de la acción a la reflexión, de la reflexión a la teoría, de la teoría a la práctica, de la práctica a la plática, de la plática a la amistad, de la amistad al amor, del amor a Carmen, de Carmen a la pasión, de la pasión a la semana santa, de la semana santa a la laicidad, de la laicidad a la moral, de la moral a Kant, de Kant a Aristóteles, de Aristóteles a Arquímedes, de Arquímedes a Siracusa, de Siracusa a los helados, de los helados a la pasta, de la pasta a la gastronomía, de la gastronomía a lo gastrointestinal, de lo gastrointestinal a la diarrea, de la diarrea a la fisura, de la fisura a la muerte, de la muerte a la palabra, de la palabra a la sílaba, de la sílaba a la letra, de la letra al signo, del signo al símbolo, del símbolo a Roland Barthes, de Barthes a la estructura, de la estructura al discurso, del discurso a la política, de la política a la guerra, de la guerra a la violencia, de la violencia al rechazo, del rechazo a la intolerancia, de la intolerancia a la tolerancia, de la tolerancia a la diferencia, de la diferencia a la distancia, de la distancia a Japón y de Japón al haiku.
filosofía
La era de la estadística
Estamos viviendo la era de la estadística.
Cuando me toca algún alumno de clases particulares de matemáticas, especialmente de ciencias sociales, tengo que repasar estas temáticas que me espantan de la probabilidad y la estadística, cuando yo siempre he sido una persona más de álgebra y topología.
Pero hoy, pensándolo, recordando una conversación que tuve ayer con Isidoro Valcárcel, sobre los modelos de la realidad, las fronteras, me di cuenta de que mi amado principio de incertidumbre dio el pistoletazo de salida a esta era en la que incluso las ciencias más firmemente algebraicas pasaron a ser dependientes de esa rama de la matemática del error, de la indeterminación, del des-con-cierto.
Antes, bien es verdad, habrían venido las revoluciones que la misma matemática había sufrido a lo largo, principalmente, de finales del siglo XIX y comienzos del XX, con la formulación de nuevos espacios, nuevas lógicas, la ruptura de la axiomática euclídea, pero quedaba la tenue ilusión de que la naturaleza era predecible porque cumplía unas reglas casi expresables algebraicamente.
Aunque era una ilusión, a mí me hacía ilusión. Y me quedé allí. Sabiendo que no podía quedarme, pero me quedé… eso de la termodinámica estadística me parecía una trampa para aproximar lo desconocido… y no una nueva concepción de la realidad, en la que lo desconocido es lo conocido, por decirlo así, la dualidad campa a sus anchas y la semántica pasa a ser protagonista en ciencia.
Habíamos vivido una maravillosa era del álgebra, desde que los copernicanos y los cartesianos habían sido capaces de predecir eclipses, elipses y otras ipses. Habían «domado» la realidad bajo la batuta de la incógnita más o menos complicado de despejar, lagrangianos mediante.
Teníamos nuestras formulitas, nuestras leyes de gravedad, más o menos relativas, pero ahí estaban, sin juegos de dados… como le gustaban al querido tío Alberto.
Atrás había quedado toda una era oscura, que podríamos llamar la era del cálculo, era de contar sin asignar a variables, sin más que números y números… anotaciones, tablas, piedras, ovejas, después de una aún más lejana galaxia de proporciones geométricas, de cuerdas, reglas, compases y medidas, medidas y medidas… Las alubias del del teorema quedaban más allá del horizonte de sucesos.
Y ni hablar de las cuentas con las manos de esos babilónicos iterativos.
Pero sí, todo eso quedó atrás y ahora vivimos la era de la estadística y no me resisto a pensar que tendría que haber aprendido y comprendido más y mejor aquella temática durante los años de mi enseñanza secundaria y el entonces bachillerato unificado polivalente, aunque claro está que no tenían en cuenta (y aún tampoco) que la era del álgebra toca a su fin y que en ciencias (puras purísimas) íbamos a necesitar la estadística, la probabilidad y esas morrallas mucho más que la integración por partes.
Qué le vamos a hacer. Probablemente (uy), probablemente llegue alguna vez una nueva era en la que lo único importante sean los conjuntos, las categorías, y podamos releer con placer a Inmanuel Kant, a Bertrand Russell y, por supuesto, a Frege.
Wentworth is the new Orange
Orange is the new Black
Black is the new Red
Red is the new White
White is the new Heisenberg
Heisenberg is the new Hume
Hume is the new Ockham
Ockham is the new Aristóteles
Aristóteles is the new Zenón
Zenón is the new Tales
so…
Mileto is the first Wentworth.
Ahorrativo hasta la muerte
Cuando veo una película de guerra o una serie de acción trepidante en la que se producen violentos altercados que terminan con la muerte de un personaje, es inevitable que piense en algún momento en la entropía.
Hay una drástica disminución de entropía en un organismo que pasa del «estado vivo» al «estado inanimado».
Pero voy más allá, me detengo a pensar en la cantidad de cosas que se tiran a la basura cuando alguien muere y no doy crédito: su vestuario dañado posiblemente a causa de la violenta intervención, me parece lamentable. No mataría a nadie por no estropearle la vestimenta. Hay gente que ha trabajado para que ésta esté en perfecto estado o en un estado usable, aun imperfecto.
Por no hablar de los ritos funerarios con su consabido derroche de protección de una masa cárnico-ósea a la que ya no es posible seguir considerando humana. Madera talada para ser enterrada (no es peor opción que la de ser incinerada, produciendo una innecesaria cantidad de energía fruto de la combustión del material orgánico) y ropa que se descompondrá inevitablemente bajo la tierra, pero que ha llevado trabajo (y por ende energía) fabricar.
Puede parecer trivial, pero si no me detengo en estos pensamientos muy a menudo es porque no voy por ahí matando gente. No obstante, el despilfarro de balas, de armas de distintos calibres y otros asuntos similares no dejan de formar parte de nuestro cotidiano, lo sepamos o no, pues es preciso conocer cuánto se gasta en generar artículos cuyo único propósito es ser destruidos. Y después de saberlo intentar combinar este dato con la lectura de este texto y ver si ha dejado de resultar ridículo.
La ridiculez, no lo olvidemos, es muy, pero que muy relativa.
Violencia no. Nunca.
Y PUNTO.
Nos mienten
Nos mienten, nos mienten, no nos dicen la verdad, nos la ocultan, nos engañan nos quieren tener en la ignorancia, nos mienten, sí, nos mienten, lo tengo claro, muy claro, sé que nos mienten, sé que es mentira todo lo que dicen, sí, cualquier cosa que dicen, no importa lo que digan, todo es una gran y enorme mentira que han tejido para nosotros, sí, ellos, ellos nos mienten, nos mienten a nosotros, a todos nosotros, a todos, ellos que son todos, nos mienten a nosotros que somos todos, pero ellos quizá no sean todos, son solo unos pocos, pero no sé o sí, sí que sé, porque yo estoy seguro de todo y ellos no, ellos están seguros solo de mentirnos, de mentirnos y engañarnos para que no lo sepamos, para que no nos demos cuenta, para que sigamos creyendo que nos dicen la verdad, pero ya nos hemos dado cuenta y ahora ya no podrán seguir mintiéndonos, aunque siguen mintiéndonos porque son más listos, sí, ellos son más listos, pero nosotros somos muy inteligentes y no consiguen engañarnos del todo a todos, así que algunos de nosotros, aunque no todos nosotros ya sabemos que nos mienten y hemos comprendido todo, así que sabemos que es verdad que nos mienten, mientras otros de los que somos nosotros ya no son nosotros para ser solo otros son tan torpes que no ven que les mienten, ellos, los otros, mienten a otros que no son los otros pero que también son otros para que solo quedemos unos nosotros que sabemos, sí, que sabemos más que otros los otros que no son los otros que nos mienten, claro, porque si no esos otros serían también de esos otros que nos mienten y entonces quizá incluso una parte de esos nosotros serían los otros mentirosos o, incluso, estarían infiltrados siendo aún más mentirosos, más perversos, engañándonos incluso siendo nuestros aliados, nuestros amigos, nuestros nosotros, así que nosotros somos algunos mentirosos, pero no, nosotros no mentimos, nosotros siempre decimos la verdad, porque sino eso nos convertiría en los otros, en los que mienten y eso no puede ser porque, claramente, nosotros no somos los otros porque eso es imposible porque eso sería no ya una mentira, sino algo peor, eso sería una contradicción, y nosotros no nos contradecimos porque nosotros sabemos, nosotros sabemos que nos mienten otros que son los otros que mienten y algunos tenemos dudas de que nos mientan pero entonces se rompe el equilibrio y esos otros nosotros nos expulsan o nos atacan o nos acusan de ser aliados de esos que nos mienten, y entonces, algunos de nosotros ya no sabemos si somos nosotros o somos ellos con la consecuente pérdida de lógica bievaluada que ello acarrea, así que no sabemos si queremos seguir siendo nosotros o ellos o una parte de nosotros o una parte de ellos pero sabemos claramente que no mentimos, que nosotros, seamos quienes seamos, no, no mentimos jamás, porque somos los sinceros, los auténticos, los verdaderos, mientras que ellos, oh, ellos, ellos son lo peor, sí, son lo peor… nos mienten, nos mienten, no nos dicen la verdad, nos la ocultan, nos engañan nos quieren tener en la ignorancia, nos mienten, sí, nos mienten, lo tengo claro, muy claro, sé que nos mienten, sé que es mentira todo lo que dicen, sí, cualquier cosa que dicen, no importa lo que digan, todo es una gran y enorme mentira.
Regla de 3
para el Partido Popular estaba Alberto Ruiz Gallardón
como
para la Iglesia Católica está Jorge Mario Bergoglio
Y para muestra un botón, siempre femenino.
Efecto Forer
He publicado en una red social el siguiente texto:
Tienes la necesidad de que otras personas te aprecien y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Tiendes a ser disciplinado y controlado por el exterior pero preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irrealistas.
Y quiero ver el efecto que produce. Habrá gente que piense que es, incluso, un texto propio, cuando se trata de un mero experimento cargado de malicia.
Se llama Efecto Forer y me lo he encontrado en uno de esos contadísimos artículos serios sobre los sesgos cognitivos y/o valorativos en los medios de comunicación de masas.
Hay tanta falacia suelta…
Una tortuga más
Dicen (No acabo de encontrar en Internet dónde es verdadero que este mito sea de la cosmología hindú) que la mitología hindú suponía que la tierra era un disco plano sostenido por cuatro elefantes que se sustentaban sobre una tortuga gigante.
Algunas veces, se imaginaban que esta tortuga tenía que sustentarse sobre algo a su vez y así se inventó la iteración: ¡sobre otra tortuga!
En otras ocasiones, se imaginaban a esa tortuga primera nadando sobre una serpiente que se mordía a sí misma la cola… y así inventaron la topología y la cinta de Moebius. 😉
Por último, en la más extendida de las versiones, la tortuga nadaba sobre un mar infinito, aunque no sé muy bien si se aclaraba que ese infinito ya era algo que no cabía en el mundo/universo. Y luego llegaría Cantor a cantarles las cuarenta con su Cardinalidad. Ahora que lo pienso, esa tortuga en un mar infinito suena a sopa de tortuga… pero bueno, eso supongo que no es la cuestión.
En resumidas cuentas: echaban balones fuera.
Eso es lo mismo que hacen las posturas a favor y en contra de la regularización de la inmigración o los aborígenes y hoy me he vuelto a topar con otro dibujito divertido que no deja de ser incompleto: esos árboles serían expulsados por aquellos seres unicelulares que…
En resumidas cuentas: echamos balones fuera.
Pseudociencias e izquierdas
Estuve leyendo este artículo titulado Diez absurdas teorías pseudocientíficas defendidas por políticos españoles y me sonrosa encontrar tantos políticos con los que, en otro orden de cosas, coincido, así que me ha dado por buscar una explicación (que ya tenía, es solo una forma de hablar) para justificar el mayor número de «progresistas» con este tipo de confusiones no solo mentales, sino metodológicas.
En detalle, pero poco explicitado, estaba insinuada esta relación cuando escribí sobre la Crisis del pensamiento racional, así como en otras ocasiones, como acerca de un supuesto Taller de Conexión Quantica Espiritual Colectiva (¡ahí es nada!). El New Age campa por los montes del progresismo hasta hacerme enfrentarme con más de un amigo, que, por metodológico, me acusa de pedante o de dogmático. Lo que no deja de ser una argumentación inargumentativa, básicamente una falacia.
Pero, ¿por qué este tipo de pseudociencias se da más entre gente «de izquierdas»?
Sin entrar en consideraciones sobre la pertinencia de seguir utilizando esta clasificación tan obsoleta, esa etiqueta «de izquierdas» como si realmente aún hoy tuviese algún sentido, sí voy a hablar de conservadores/tradicionalistas/derechas o progresistas/rupturistas/izquierdas. Sabiendo, sí, sabiendo, que es una simplificación a binario de algo que dista mucho de serlo.
Lo «conservador» en occidente ha estado abiertamente vinculado a lo religioso, al cristianismo, de ahí que sus programas políticos e incluso los nombres de sus partidos suelen llevar el adjetivo «cristiano». Las democracias cristianas de los pueblos germánicos dan fe de ello.
Lo «progresista», en contra, siempre en contra, ha estado vinculado a cierto laicismo, a cierta idea de alejamiento del hecho religioso, del pensamiento irracional necesario para sustentar la existencia de ser(es) y hecho(s) meta-racionales, por decirlo así.
Pero este alejamiento ha llevado a cierta sensación de orfandad, a cierta incomodidad con respecto a asumir que el mundo no es comprensible y que no hay un dios que me lo haga fácil ni una virgencita a la que rezar para pedirle imposibles.
Aquí está, sin duda, el quiz de la cuestión: un ser humano de izquierdas también quiere soluciones milagrosas, también quiere que el mundo tenga una razón, también quiere certezas… así que las inventa o las crea para creerlas. Eso sí, reniega del pensamiento que propone el tradicionalista sustentando ideas como que una vela en un altar me curará el Alzheimer o hará que mi hija encuentre trabajo. Sin embargo, está dispuesto a pensar que la memoria de las moléculas del agua (sic) me curarán un cáncer o mi energía positiva hará que mi hermana encuentre novio.
Es evidente el paralelismo, pero este último, superada la irracionalidad religiosa desde los tiempos de la Ilustración hasta hoy, pasando por un radical Nietzsche y por un tremendo existencialismo Sartriano, es mucho más peligroso pues utiliza aquello que ha costado tanto elevar a método, que es la ciencia.
La utiliza desvirtuándola, eliminando su metodología (que es la base) y quedándose con su palabrería, que es vacua sin lo previo. Y esta es la razón por la que me incendio, enciendo, cuando alguien hace defensa de las pseudociencias: porque atenta contra el pensamiento racional y da un voto de valor a lo irracional, retrotrayéndonos a esos oscuros tiempos feudales pre-volterianos. Si lo irracional no necesita otra prueba que lo que a mí me venga en gana… igual es válido rezar a una virgencita para encontrar trabajo, de ahí que hasta una ministra lo haya llegado a sugerir en su demencial visión de su papel político. Pero eso es del otro lado, de «la derecha» y con estos casi no tengo el suficiente trato como para calentarme.
Así que espero atemperarme y tomarme con calma lo que viene este curso, pues parece que el irracionalismo sigue aumentando, necesitando cada día más adeptos, con un proselitismo campante en «ambos lados» del espectro político que se pasan el espectro electromagnético por el arco voltaico…
Calm down
calm down
keep calm
keep calm
…
…
…