Hoy he perseguido por la casa una mancha de luz que he estado a punto de limpiar
dejando una limpia y homogénea
tristeza.
fotografia
Disfrutando de la Globalización
Ayer comí con mi amiga querida
con Sylvia, de Toulouse,
en un restaurante oriental
en el que se mezclaba cocina japonesa
con china
y vietnamita
(con un vino blanco de la Ribera del Duero)
y pagamos en Euros
hablando en español
para luego quedar con mi otra gran amiga
Aída (B.)
y tomarnos un Spritz Aperol
en un café italiano a menos de 50 metros de mi casa.
Recordaba Verona
como si lo estuviese paladeando
y cómo le había dicho a Carmen
que era un poco menos significativo viajar
desde que la globalización campa a sus anchas por el mundo
porque encontrar Aperol a 50 metros de mi casa
o pasta a la albahaca
como la que hice ayer para cenar
se había convertido en norma
(normal)
y se apreciaba algo menos al estar en otros países.
Quizá ha llegado el momento de pensar
si tiene sentido viajar
pero, sobre todo,
si tienen sentido las fronteras.
Avión enjaulado
En el aeropuerto
un avión
ha sido enjaulado
por la osadía
de ser antiguo.
Australia
|
Es un mapa que encontré en el suelo como si fuese una mancha a la que huir. Otra vez. |
Pan Europeo
No sé si se refiere a un pan hecho en Europa, o un pan realizado por alguna deidad de ancestros inciertos o un pan con una vocación europeísta.
Cuando lo vi, lo primero que pensé fue en paneuropeísmo, que, según la wikipedia es «El nacionalismo europeo (también llamado europatriotismo o patriotismo europeo) es el nombre con el cual se define el movimiento político y la corriente de pensamiento que quiere una Europa unida en un solo estado.»
Pero me parecía exótico que un pan se usase a modo de panfleto político, afiche comestible, llamamiento a intentar definir una Europa unida y nacional… no sé si excluyente o incluyente, y, desde luego, pretendiendo ser influyente… aunque poco fluyente, seguramente.
Después, me di cuenta de que de un tiempo a esta parte es más común encontrar las etiquetas nacionalistas tras los productos de consumo, como si eso fuese un valor positivo en el producto: ¿es mejor el pan por ser europeo? ¿tiene los papeles en regla? ¿de qué parte de Europa, que no es ni una ni grande ni libre, es?
Y me sorprendí pensando en lo poco que «vende» el atributo global o mundial… salvo para hablar de males como esa crisis que ya nadie (con dos dedos de frente) tacha de española, europea, estadounidense, para hablar de ella como global.
Aunque, bien pensado, no están bien definidos los límites ni de esa globalidad pretendida, ni mucho menos Europa… y España se desdibuja, quiera quien quiera o no quiera quien no quiera… difuminándose las fronteras en un mar de interconexiones que me llevarían a pensar que la presentación de la información es cada día más compleja, más similar a la neuronal, reticular, pero además menos geométrica, menos simétrica, de mayor valor entrópico… y aquí me pierdo en elucubraciones que no vienen al caso, a partir de este pan cuya miga estaba en la bolsa que lo contenía.
Lluvia en mi ventana
Un día de lluvia
mis ojos no saben si buscar la belleza
en la lejanía
en la cercanía
o en el contraste que hay entre ambas
miradas posibles.
El Guggenheim
Esta semana santa (lamentable eso de seguir celebrando una fiesta marcadamente religiosa con todos los honores de un país pretendidamente laico), en vistas de que íbamos a estar en casa más de la cuenta y teniendo en idem la cuestión de que había sido mileurista tres meses seguidos, pudimos irnos de vacaciones.
Y no de prestado, como viene siendo habitual, ya que la generosidad de mi familia (y su poder adquisitivo) nos permiten vivir por encima de nuestras posibilidades con estancias en primera línea de playa viajando en coches nuevos y sin más gastos que los estrictamente necesarios para nuestra alimentación. Esta vez, pudimos pagárnoslo nosotros. Y para mí es un orgullo saberlo. Es un placer sentir la independencia como el aire fresco en la cara, como si fuésemos pudientes, de esos que pueden, aunque siempre se puede, pero se suele olvidar.
Le dije a Carmen que podía gastarme en total 250€ en estos días, así que podía buscar un vuelo barato (que ya no están tan baratos) a cualquier destino, con la única restricción de no ir al sur de la península, donde las procesiones campan sin límites y hay que aguantar masivas demostraciones de fervor religioso. Me da tanto miedo…
Con estas restricciones, decidimos viajar a Bilbao.
Yo casi no lo conocía, al menos no había estado desde hacía más de 20 años. Lo último que recuerdo fue una excursión a ver a un amigo, cuyo nombre no alcanzo a recordar, que vivía en Getxo. Recuerdo el puente colgante de Portugalete, y algo de la ría de Bilbao… pero difusa, sucia, negra, envuelta en humos y cargueros.
Sabía que había cambiado, que se había inyectado dinero en infraestructuras (como en todas partes, a costa de endeudamiento, claro) que habían embellecido la ciudad. Habían limpiado la ría, habían rehabilitado el casco viejo, habían modernizado el moderno y, por si eso fuera poco, habían acordado edificar uno de los más bellos edificios que haya visto hasta ahora: El Guggenheim.
Hay que añadir el apéndice: «de Bilbao» porque hay otros museos derivados de la fundación homónima que siempre me recuerda a Peggy y sus relaciones con Jackson Pollock. Parece, a veces, seguir dominada (la línea de la fundación) por ese espíritu un tanto megalomaníaco, cuando dedica la parte más importante del museo al engreído Richard Serra.
Y también había tenido la suerte de ver el formidable documental titulado Apuntes de Frank Gehry dirigido por Sydney Pollack, del que puedo dejar algún fragmento al final del texto. En él, Gehry cuenta los pormenores de su proceso creativo y, en particular, cómo le surge la idea de realizar un edificio como este.
Quizá, más allá de la belleza del edificio, a mí me perturbaba el cómo estaría resuelto el tema de no captar más focos que la obra expuesta que, claramente, resulta secundaria ante la mirada de la mayoría de los espectadores. Pero hay que decir que está bien conseguido el hecho de, estando en un edificio de tamaña personalidad, poder olvidarla por momentos para adentrarse en galerías de arte bastante asépticas, pero bien distribuidas en el espacio para observar con un mínimo de interferencias las obras expuestas.
Así, por ejemplo, las obras de Serra ocupan todo lo que él quieren que ocupen, siendo algo desmesuradas para un trabajo cuyo mayor atractivo estriba en la concepción del mismo. Pero es bello encontrarse las obras de Brancusi, esas que hace tiempo que sé que son tan importantes… ver su desarrollo, su bello camino hacia la abstracción. Y no ver, en esos momentos, el marco incomparable del museo.
En resumidas cuentas, cuando recuerdo Bilbao, tengo en mente sobretodo las impresionantes formas del edificio que más me ha atraído en los últimos años. Solo por estar dentro y hacerse algunas fotos, ha sido merecido el gasto minúsculo de una cantidad de dinero que seguro que podré recuperar.
Apuntes de Gehry (Fragmento)
[youtube_sc url=https://youtu.be/P951FaUM0e0]
miles de flores se manifestaron
ayer
miles de flores se manifestaron en gran vía
y otras calles de españa
contra la reforma laboral
que nos afecta a todos
incluso a mí
que no me manifesté
y que apenas pude hacer una
huelga simbólica
más para descargar mi sentimiento de culpabilidad
que para realizar algo efectivo.
y es que el sentimiento de culpabilidad
que tenían antiguamente
por pecar
ahora está difuminado
en cientos de pecados que cometemos
por no ser totalmente
responsables
de nuestros propios
actos
y me escuece saber que por mucho que haga
seguiré sintiéndome
responsable
de todo lo que hago
y de lo que no hago
y me escuece pensar
que no hago lo suficiente
y que lo que hago es inapropiado:
consumo mucho más de lo que debería
incluso siendo una de las personas
en este país
que menos consumo
y no me comprometo con causas
tan importantes como la de
ayer
en gran vía, sin ir más lejos,
o en atocha
o en algún otro lugar
y lo más que me limito a hacer
es decir que no se hace lo suficiente
con un impersonal que intenta
descargarme un poco de la carga
de la responsabilidad
que pesa como una losa
sobre mi cuerpo
aún no cadáver.
no escribí en este blog diario
no escribí ni un poema
no leí nada interesante
que pudiera considerarse formación
ni avancé con mi proyecto lingüístico
ni tuve ninguna otra clase
que la que había convocado
vía online
y que finalmente no tuve
porque mis alumnos hicieron huelga (de mí
y me quedé con cara de tonto
mirando la televisión
la serie de Los Soprano
queriendo no pensar
en que no había estado en la manifestación
aduciendo, aunque fuera verdad,
que era por mi dolorido culo
que me convierte en un incapaz
de otra cosa que no sea lamentarme
como estoy haciendo
ahora
en este
poema
triste
y
vacuo.
Pulmón
Escucha el sonido del pulmón artificial que he encontrado en esta caja de galletas de vainilla.