Una notificación de mi «piscina»

A continuación te transmitimos la información recibida por parte del Ayuntamiento de Madrid en relación a la situación y evolución del coronavirus (COVID-19):

De conformidad con la ORDEN 338/2020, de 9 de marzo, de la Consejería de Sanidad, por la que se adoptan medidas preventivas y recomendaciones de salud pública en la Comunidad de Madrid como consecuencia de la situación y evolución del coronavirus (COVID-19), y las medidas preventivas, se informa:

La Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid aprobó el martes 10 de marzo una serie de medidas con carácter extraordinario con motivo de la evolución del Coronavirus (COVID-19).

En esta línea por Decreto de 11 de marzo de 2020, de la Concejal Delegada de Coordinación Territorial, Transparencia y Participación, se suspenden las actividades y el funcionamiento de distintos centros adscritos a los Distritos.

Entre dichas medidas preventivas está la suspensión del funcionamiento de los Centros Deportivos Municipales y otras instalaciones deportivas adscritas a los Distritos.

La suspensión será desde el día 12 hasta el 27 de marzo, ambos incluidos, sin perjuicio de las prórrogas que se acuerden de forma sucesiva.

De esta manera, nuestro centro CDM Escuelas de San Antón, al ser un Centro Deportivo Municipal se ve afectado por las medidas citadas anteriormente y permanecerá cerrado en las fechas indicadas.

Os mantendremos informados puntualmente de los cambios que puedan ocasionarse al respecto en los próximos días.

Dinámica de las mañanas

Me despierto.
Beso a Carmen.
Acaricio a Carmen.
Me sonrío. (Carmen siempre me hace reír.
Me levanto.
Voy al cuarto de baño.
Defeco.
Me lavo el ano con agua tibia.
Me seco.
Me visto usando el bañador como ropa interior.
Guardo un calzoncillo en un bolsillo lateral de la mochila.
Introduzco en los bolsillos de mis pantalones mis pertenencias.
(Mi cartera mi monedero mi móvil y las llaves de casa y del estudio.
Me calzo unos zapatos confortables de una tienda especializada.
Me pongo las gafas para mi miopía.
Agarro la mochila con la toalla el gorro las gafas y los zuecos de plástico.
Beso a Carmen.
Abro la puerta de la casa.
Bajo el ascensor. (Descensor.
Abro la puerta del portal. (Redundancia.
Camino huyendo del sol hasta la calle Farmacia.
(Calle Ballesta, Calle Puebla, Calle Valverde, Calle Onofre, Calle Fuencarral.
Asciendo al gimnasio con piscina de la tercera planta. (Ascensor.
Silencio el teléfono móvil.
Acerco la tarjeta al lector con torniquete hasta que pita.
Paseo por el pasillo acristalado. (Redundancia.
Entro en el vestuario masculino.
Saco la toalla y el gorro y las gafas y los zuecos de plástico de la mochila.
Introduzco en el bolsillo especial de la mochila mis pertenencias.
(Mi cartera mi monedero mi móvil y las llaves de casa y del estudio.
Intercambio las gafas para mi miopía con el candado en una funda de gafas.
Me desvisto dejándome puesto el bañador.
Me descalzo de los zapatos confortables de la tienda especializada.
Deposito la mochila la ropa en una taquilla disponible en el vestuario masculino.
Cando la taquilla con mis pertenencias.
Me calzo los zuecos de plástico azulones con agujeros.
Agarro la toalla y el gorro y las gafas.
Salgo del vestuario masculino en dirección a la piscina.
Subo los escalones que conducen a la piscina.
Me acerco a la piscina.
Me ducho ligeramente antes de introducirme en el área de la piscina.
Cuelgo mi toalla en un gancho que hace las veces de percha.
(En el área central del área lateral del área de la piscina.
Evalúo el grado de ocupación de las diversas pistas de la piscina.
Me introduzco en la que considero menos ocupada usando las escalerillas laterales.
Nado de espaldas o nado a crol rápido o lento o camino en la piscina.
Miro frecuentemente el reloj.
Pienso que no aprovecho suficientemente el tiempo que paso en la piscina.
(No pienso en otra cosa que no sea que no pienso.
(Me obsesiono.
Descanso alguna vez dentro de la piscina.
Disfruto de la temperatura fresca del agua de la piscina.
Reevalúo el grado de ocupación de las diversas pistas de la piscina.
Modifico mi posición si corresponde en función del grado de ocupación.
Miro el reloj.
Decido salir de la piscina.
Salgo de la piscina ascendiendo alguna de las escalerillas laterales.
Descuelgo mi toalla del gancho que hace las veces de percha.
(En el área central del área lateral del área de la piscina.
Me calzo los zuecos azulones con agujeros.
Me ducho ligeramente antes de salir Del área de la piscina.
Salgo del área de la piscina.
Bajo los escalones que conducen al vestuario masculino.
(Son los escalones que conducían a la piscina.
Me seco el pelo bajo un secador eléctrico.
(Mientras pienso en su excesivo consumo energético.
Me aseguro de secarme las orejas.
Me aseguro de secarme los sobacos.
Entro en el vestuario masculino.
Voy a un cuarto de baño.
Me quito mi bañador.
Orino.
Me seco lo mejor posible el ano con la toalla con papel higiénico.
Salgo del cuarto de baño.
Seco en una centrifugadora mi bañador.
(Mientras pienso en su excesivo consumo energético.
Me dirijo al lugar más próximo a la taquilla en la que residen mis pertenencias.
Descando la taquilla con mis pertenencias.
Extraigo mi ropa y la mochila.
Doblo meticulosamente la toalla.
Utilizo la toalla doblada a modo de cojín.
Guardo el bañador en un bolsillo de la mochila.
Guardo los zuecos azulones con agujeros en un bolsillo de la mochila.
Extraigo el calzoncillo del bolsillo lateral de la mochila.
Me visto.
Intercambio las gafas para mi miopía con el candado en una funda de gafas.
Guardo la funda de gafas con el candando en un bolsillo lateral de la mochila.
Agarro la mochila y salgo del vestuario masculino.
Paseo por el pasillo acristalado. (Redundancia.
Giro uno de los dos torniquetes que me separan del exterior del gimnasio.
Pulso el botón de llamada del ascensor. (Descensor.
Extraigo del bolsillo especial de la mochila mis pertenencias.
(Mi cartera mi monedero mi móvil y las llaves de casa y del estudio.
Las guardo en los bolsillos de mi pantalón.
Desciendo a la planta de la calle del edificio donde se encuentra la piscina. (Ascensor.
Desactivo el silencio del teléfono móvil.
Salgo a la Calle Farmacia.
Camino hacia mi estudio en la Costanilla de los Ángeles, 2, escalera izquierda primero derecha.
(Calle Fuencarral. Calle Gran Vía, Plaza Callao, Calle del Postigo de San Martín, Calle de las Navas de Tolosa, Calle de las Conchas.
Entro en el supermercado DIA de la Costanilla de los Ángeles.
Saludo al dependiente.
Exploro en busca de paquete de oferta de donuts de azúcar.
Compro un paquete de donuts de azúcar. (Si hay oferta.
Pago al dependiente.
Me dirijo al número 2 de la Costanilla de los Ángeles.
Saludo a la conserje Matilde. (Si está.
Subo las escaleras izquierdas hasta el primero derecha.
Saco las llaves de casa y del estudio de mi bolsillo del pantalón reservado para ello.
Abro la puerta.
Saludo los compañeros con un hola. (Si están.
Entro en mi estudio en la primera puerta a la derecha.
Abro las puertas de madera del balcón.
Abro las puertas de cristal del balcón.
Deposito mi mochila junto a las puertas abiertas de cristal del balcón.
Hiervo agua.
Busco mi taza personal.
La lavo. (Si es preciso.
Pongo un filtro en mi taza personal sobre un rectángulo de cartón.
Agrego media cucharadita de té en el filtro. (English Breakfast Black Tea.
Vierto el agua hirviendo sobre el té sobre el filtro dentro de la taza.
Cubro la taza sobre el filtro con un rectángulo de cartón.
Abro un paquete de donuts de azúcar. (Si había oferta.
Pienso en el desperdicio de plástico que supone esta bollería industrial.
Me siento algo culpable. (Solo algo.
Me como con la mano izquierda un donut de azúcar.
Me siento a la mesa del ordenador.
Introduzco la contraseña en el ordenador.
Abro el navegador Google Chrome.
Reviso las pestañas fijadas.
Entro en mi buzón de mi correo electrónico.
Borro los mensajes de SPAM.
Vacío la papelera.
Clico en la pestaña de este blog.
Reviso las posibles actualizaciones pendientes.
Clico en añadir entrada.
Tecleo lo siguiente:
Me despierto.
Beso a Carmen.
Acaricio a Carmen.
Me sonrío. (Carmen siempre me hace reír.
Me levanto.
Voy al cuarto de baño.
Defeco.
Me lavo el ano con agua tibia.
Me seco.
Me visto usando el bañador como ropa interior.
Guardo un calzoncillo en un bolsillo lateral de la mochila.
Introduzco en los bolsillos de mis pantalones mis pertenencias.
(Mi cartera mi monedero mi móvil y las llaves de casa y del estudio.
Me calzo unos zapatos confortables de una tienda especializada.
Me pongo las gafas para mi miopía.
Agarro la mochila con la toalla el gorro las gafas y los zuecos de plástico.
Beso a Carmen.
Abro la puerta de la casa.
Bajo el ascensor. (Descensor.
Abro la puerta del portal. (Redundancia.
Camino huyendo del sol hasta la calle Farmacia.
(Calle Ballesta, Calle Puebla, Calle Valverde, Calle Onofre, Calle Fuencarral.
Asciendo al gimnasio con piscina de la tercera planta. (Ascensor.
Silencio el teléfono móvil.
Acerco la tarjeta al lector con torniquete hasta que pita.
Paseo por el pasillo acristalado. (Redundancia.
Entro en el vestuario masculino.
Saco la toalla y el gorro y las gafas y los zuecos de plástico de la mochila.
Introduzco en el bolsillo especial de la mochila mis pertenencias.
(Mi cartera mi monedero mi móvil y las llaves de casa y del estudio.
Intercambio las gafas para mi miopía con el candado en una funda de gafas.
Me desvisto dejándome puesto el bañador.
Me descalzo de los zapatos confortables de la tienda especializada.
Deposito la mochila la ropa en una taquilla disponible en el vestuario masculino.
Cando la taquilla con mis pertenencias.
Me calzo los zuecos de plástico azulones con agujeros.
Agarro la toalla y el gorro y las gafas.
Salgo del vestuario masculino en dirección a la piscina.
Subo los escalones que conducen a la piscina.
Me acerco a la piscina.
Me ducho ligeramente antes de introducirme en el área de la piscina.
Cuelgo mi toalla en un gancho que hace las veces de percha.
(En el área central del área lateral del área de la piscina.
Evalúo el grado de ocupación de las diversas pistas de la piscina.
Me introduzco en la que considero menos ocupada usando las escalerillas laterales.
Nado de espaldas o nado a crol rápido o lento o camino en la piscina.
Miro frecuentemente el reloj.
Pienso que no aprovecho suficientemente el tiempo que paso en la piscina.
(No pienso en otra cosa que no sea que no pienso.
(Me obsesiono.
Descanso alguna vez dentro de la piscina.
Disfruto de la temperatura fresca del agua de la piscina.
Reevalúo el grado de ocupación de las diversas pistas de la piscina.
Modifico mi posición si corresponde en función del grado de ocupación.
Miro el reloj.
Decido salir de la piscina.
Salgo de la piscina ascendiendo alguna de las escalerillas laterales.
Descuelgo mi toalla del gancho que hace las veces de percha.
(En el área central del área lateral del área de la piscina.
Me calzo los zuecos azulones con agujeros.
Me ducho ligeramente antes de salir Del área de la piscina.
Salgo del área de la piscina.
Bajo los escalones que conducen al vestuario masculino.
(Son los escalones que conducían a la piscina.
Me seco el pelo bajo un secador eléctrico.
(Mientras pienso en su excesivo consumo energético.
Me aseguro de secarme las orejas.
Me aseguro de secarme los sobacos.
Entro en el vestuario masculino.
Voy a un cuarto de baño.
Me quito mi bañador.
Orino.
Me seco lo mejor posible el ano con la toalla con papel higiénico.
Salgo del cuarto de baño.
Seco en una centrifugadora mi bañador.
(Mientras pienso en su excesivo consumo energético.
Me dirijo al lugar más próximo a la taquilla en la que residen mis pertenencias.
Descando la taquilla con mis pertenencias.
Extraigo mi ropa y la mochila.
Doblo meticulosamente la toalla.
Utilizo la toalla doblada a modo de cojín.
Guardo el bañador en un bolsillo de la mochila.
Guardo los zuecos azulones con agujeros en un bolsillo de la mochila.
Extraigo el calzoncillo del bolsillo lateral de la mochila.
Me visto.
Intercambio las gafas para mi miopía con el candado en una funda de gafas.
Guardo la funda de gafas con el candando en un bolsillo lateral de la mochila.
Agarro la mochila y salgo del vestuario masculino.
Paseo por el pasillo acristalado. (Redundancia.
Giro uno de los dos torniquetes que me separan del exterior del gimnasio.
Pulso el botón de llamada del ascensor. (Descensor.
Extraigo del bolsillo especial de la mochila mis pertenencias.
(Mi cartera mi monedero mi móvil y las llaves de casa y del estudio.
Las guardo en los bolsillos de mi pantalón.
Desciendo a la planta de la calle del edificio donde se encuentra la piscina. (Ascensor.
Desactivo el silencio del teléfono móvil.
Salgo a la Calle Farmacia.
Camino hacia mi estudio en la Costanilla de los Ángeles, 2, escalera izquierda primero derecha.
(Calle Fuencarral. Calle Gran Vía, Plaza Callao, Calle del Postigo de San Martín, Calle de las Navas de Tolosa, Calle de las Conchas.
Entro en el supermercado DIA de la Costanilla de los Ángeles.
Saludo al dependiente.
Exploro en busca de paquete de oferta de donuts de azúcar.
Compro un paquete de donuts de azúcar. (Si hay oferta.
Pago al dependiente.
Me dirijo al número 2 de la Costanilla de los Ángeles.
Saludo a la conserje Matilde. (Si está.
Subo las escaleras izquierdas hasta el primero derecha.
Saco las llaves de casa y del estudio de mi bolsillo del pantalón reservado para ello.
Abro la puerta.
Saludo los compañeros con un hola. (Si están.
Entro en mi estudio en la primera puerta a la derecha.
Abro las puertas de madera del balcón.
Abro las puertas de cristal del balcón.
Deposito mi mochila junto a las puertas abiertas de cristal del balcón.
Hiervo agua.
Busco mi taza personal.
La lavo. (Si es preciso.
Pongo un filtro en mi taza personal sobre un rectángulo de cartón.
Agrego media cucharadita de té en el filtro. (English Breakfast Black Tea.
Vierto el agua hirviendo sobre el té sobre el filtro dentro de la taza.
Cubro la taza sobre el filtro con un rectángulo de cartón.
Abro un paquete de donuts de azúcar. (Si había oferta.
Pienso en el desperdicio de plástico que supone esta bollería industrial.
Me siento algo culpable. (Solo algo.
Me como con la mano izquierda un donut de azúcar.
Me siento a la mesa del ordenador.
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[…]

Apuntado de nuevo a Gimnasio y Piscina

Recién llegado de la PISCINA… no sé hacer nada… que me lío mucho con tanto trasto que hay que manejar, que si dónde dejo las llaves del candado, que si me llevo la toalla dentro o la uso en el vestuario, que si me llevo camiseta o no… y no tengo ni gafas… bueno, las de ver, pero me han dicho que necesito unas especiales… para el cloro (sin dioptrías, ni nada… así que veré dentro del agua pero no fuera…)

Parece ser que hay también gafas de piscina con graduación, incluso con auriculares, con tapones para los oídos, ¿por qué no con GPS? Seguramente las hay o habrá. Este lunes he comprado unas normalitas… de las de uso «iniciación», que me han costado 9,99€ en los grandes almacenes de deporte.

Eso sí, mi piscina está en el 4º Piso de un edificio céntrico de Madrid… y tiene unas vistas flipantes. Ya un día de estos hago una foto y la subo a insta…

Postureo total, no te imaginas… en pleno barrio de Chueca… Yo era, con DIFERENCIA, el más cutre del local. No tengo arreglo.

Hoy me he dado el día completito, con sauna, chorros de aguas termales, baños… (es que el primer día me lo regalaban, pero puede que lo contrate a partir del mes que viene (son 7€/mes))

Y tengo una toalla de baño tipo «abuela-de-toda-la-vida»… que canta un poco… pero qué le voy a hacer. Nada de toallas absorbentes especiales de las que no sueltan pelusas y son livianas como pluma de ganso, no, una toalla de las de siempre… pero, como dice mi amiga Aída, son mi pequeña resistencia pacífica contra el hipsterismo invadiendo la ciudad.

También he tenido que adquirir un pantaloncito de deportes (porque tiene que ser «de deportes«) que en realidad es sólo de running, pero espero que me sirva para bicicleta estática. He pedido ayuda a una dependienta que me ha dicho que ese era básico, pero que estaba muy bien. Creo que le ha quedado clara mi poca afición a esas cosas cuando le he preguntado si lo podía usar encima del bañador y cuando le he pedido que me indicase cómo salir de semejante laberinto de consumo temático.

Me resisto a comprar una camiseta especial antitranspirante o similar, así que será otro de mis pequeños gestos de punki trasnochado y usaré una camiseta con mangas recortadas de algodón, por ejemplo, de publicidad de una empresa de construcción, sin ir más lejos.

Uy, se me ha olvidado comprarme unas deportivas especiales (todo tiene que ser especial) para la bicicleta estática. Maldita sea.

Hasta el momento: Gastos: 35€/mes de gimnasio + piscina (municipal), 10€ de candado de combinación, 10€ de gafas, 10€ de bañador, 10€ de gorro de baño (el más cantoso posible), 10€ de zuecos de plástico, 5€ de pantalón… 90€ total en envejecimiento.

Eso sí, he llegado todo chulo, desde mi rehabilitación en el Hospital San Francisco de Asis a la Calle de la Farmacia (sic), con mi cochecito car2go de puerta a puerta, que si ya hago gimansia… pues digo yo que no hay que pasarse, ¿no?

Camino

Tres mañanas a la semana recorro una distancia aproximada de unos 7 kilómetros aunque me he quedado dudando sobre la cifra, puesto que supongo una velocidad de unos 6 km/hora y no suelo superar la hora seguida de camino.

Voy desde un lugar (A) a otro (B) y vuelvo.

El lugar (A) es el apartamento en el que tengo la suerte de poder pasar un tiempo durante cada verano. Aún no he decidido la calidad de la suerte. Aunque la «buena» suerte es la de poder, no necesariamente la de hacerlo.

El lugar (B) es una bola de piedra rota en el paseo marítimo que une las urbanizaciones de la playa de Vera con la localidad adyacente de Garrucha.

En concreto, el lugar (B) se encuentra justamente situado sobre la frontera entre estos dos municipios (Vera/Garrucha) y la zona demarcada por la arena de la playa del Mediterráneo Occidental.

Por ser aun más precisos: El punto (B) se sitúa en la confluencia del paralelo 37,188 y el meridiano -1,818, habiendo partido desde el lugar (A) sito en el cruce del paralelo 37,210 y el meridiano -1,810.

camino

Puedo imaginar un punto (A’), como lugar en el espacio, que, encontrándose a la misma latitud de (A) se sitúe a la misma longitud, es decir sobre el mismo meridiano, que el lugar de destino (B). Puedo también imaginar (innecesariamente) un punto, digamos, simétrico (B’) situado en la intersección del meridiano que transita por el origen (A) y el paralelo que atraviesa el destino (B).

Las coordenadas del punto (A’) serían (37,210, -1,818).

Se forma un rectángulo esférico que acota mi desplazamiento o, al menos, lo aproxima entre los vértices A, A’, B, B’ cuyas distancias angulares (conviene recordar, de cuando en cuando, que habitamos algo parecido a una esfera) serían aproximadamente las siguientes, con tres cifras decimales de precisión:

Variación de longitud:
AA’ = 0,008º

Variación de latitud:
A’B = 0,022º

Convertir esas distancias angulares a metros puede hacerse usando la vieja (obsoleta) definición que hacía equivaler el metro a la diezmillonésima parte de cuadrante del meridiano, es decir, suponiendo que 360º son equivalentes a 40.000.000 metros (4×10^7m)

Con esta inexacta regla de tres, puedo traducir la variación de longitud (0,008º)
a (0,008 x (4×10^7) / 360) ~= 8/9 km = 889 metros. (metro arriba o abajo)
y la variación de latitud (0,022º)
a (0,022 x (4×10^7) / 360) ~= 2.445 metros

Asumiendo por simplificar (porque siempre hay que simplificar) que ese rectángulo esférico puede suponerse plano dada la poca variación angular, podemos utilizar el Teorema de Pitágoras para estimar la distancia entre (A) y (B) en línea recta en:

AB = 2.601 metros
mientras que
AA’ + A’B = 3.333 metros

De este modo, una razonable aproximación a la distancia que recorro por las mañanas sería el término medio del doble de ambas (la ida y la vuelta) que, sacando factor común y simplificando, bien podría ser, en resumidas cuentas:

AB + BA’ + A’A = 3.333 + 2.601 = 5.934 metros = 5,934 km.

Bien, tras unos sencillos cálculos, puedo afirmar que camino 5.934 metros tres mañanas a la semana pero lo realmente inquietante es que intento optimizar algo que no tengo bien definido mientras camino.

Busco una especie de geodésica que, de alguna manera, recorra mínimos energéticos y dinámicos:

Podría decir que esas geodésicas que busco trazar proceden de alguna aplicación del Principio de Mínima Acción o relacionado con el Principio de D’Alambert y eso me lleva a pensar en la alarmante conexión de lo que representa, a simple vista como desconexo, pues es D’Alambert uno de los padres del enciclopedismo y, por ende, de los diccionarios.

Resulta algo absurdo pues parte del objetivo del ejercicio que realizo al caminar es gastar o consumir energía, llevando a cabo esfuerzos innecesarios, sin embargo, no puedo evitar ahorrar energía caminando por zonas cuya superficie no reciba iluminación solar directa, lo que reduce la temperatura sobre la que se apoyan en los sucesivos movimientos repetitivos las extremidades inferiores con las que me ayudo en el desplazamiento (gracias al rozamiento) y que suelen denominarse pasos y pies respectivamente.

Calcular si el ahorro energético derivado de tener los pies a la sombra en un determinado trayecto es mayor o menor que el que se produciría por realizar desplazamientos rectilíneos minimizando la distancia implicaría tener en cuenta factores tan complejos como la inclinación solar, variable en función del día del año y la hora en la que se realiza la caminada así como la intensidad lumínica que depende de la atmósfera y su composición química o humedad ambiental (nubes incluidas).

Por no mencionar la energía interna del sistema cuerpo-humano que voy desplazando y cuya actividad químico-gastronómica influiría tanto o más en el buscado gasto energético que las componentes mecánicas de la actividad física en cuestión.

Es decir, voy caminando con mi motor de combustión con tejidos orgánicos como continente y materia orgánica variada como contenido que es sometida a una serie casi inexplicable de procesos metabólicos o reacciones químicas de carácter exotérmico que habitualmente se reducen al sencillo apelativo de digestión.

Como mencioné, casi de pasada, las geodésicas que recorro no solo buscan una optimización energética sino también dinámica, es decir, trazando curvas cuya suavidad pueda minimizar la fuerza necesaria par realizar modificaciones en la dirección del vector de la velocidad instantánea lineal de mi desplazamiento, así como para mantener la aceleración lineal tan mínima y constante como sea preciso para vencer la fuerza de rozamiento que, no obstante, es en última instancia quien más me ayuda a avanzar gracias a ese principio de acción-reacción en un sentido para, tras dar la vuelta en el lugar que denominamos destino (B), avanzar en sentido contrario, de este modo retrocediendo (sin poder volver sobre mis pasos pues la asimetría del movimiento impediría que mis huellas del recorrido (A->B) puedan ser pisadas por mis huellas (B->A).

Resulta incuantificable y de extremada dificultad aproximar las desviaciones necesarias que me veo forzado a realizar para no coincidir en el mismo lugar espaciotemporal que otros objetos móviles cuyas personales y rebuscadas trayectorias se entrecruzan con la mía; no obstante, son significativas aquellas en las que un grupo de núcleos matéricos vinculados se desplazan perpendicularmente a la tangente media de mi recorrido.

Si hasta ahora me había centrado en la optimización de los aspectos energéticos y dinámicos directos, queda por comentar la reducción de energía derivada de la no adquisición de equipamiento específico cuyo coste habría requerido en diferido de la correspondiente carga de trabajo que habría, a su vez, exigido un esfuerzo y consumo energético como el que puede ahorrar gracias a la naturaleza porosa y ligera del material con el que pueda estar elaborado, como en el caso de las camisetas, pantalones y calzado deportivo que no puede competir con mi inespecífico vestuario genérico, cuyo único aporte en la optimización de mi camino estriba en la sobreutilización del mismo reduciendo así el trabajo requerido para su eventual sustitución.

(Sin mencionar el coste energético de la industria de ropa y calzado deportiva para la fabricación de las prendas que no adquiero).

Todo este proceso estimativo podría haberse simplificado o, cuando menos, facilitado, utilizando o sirviéndose de dispositivos portátiles que contabilizasen algunas de las magnitudes en lid, así, un podómetro o medidor de distancias recorridas basado en un sistema de geolocalización GPS (Global Positioning System).

Si bien su acarreo afectaría al resultado, falseándolo, pues tanto la masa del objeto humano siendo desplazado variaría, así como también la cantidad de calor que produce por el contacto del mencionado dispositivo con alguna parte de la piel al opacar e impedir su refrigeración al contacto con el aire y disipar el calor del aparataje electrónico.

En cualquier caso, además, la utilización de sistemas o dispositivos de código cerrado o propietario implica la aceptación y confianza en los datos proporcionados lo cual, si bien no implica aparentes gastos ni ahorros energéticos, sí exige esfuerzos que, en última instancia, puede que hagan a corto plazo la vida más fácil, pero no a medio y definitivamente nunca a largo plazo.

Esta última afirmación queda pendiente, como no podía ser de otra manera, de ser desarrollada en más profundidad.

En el límite de la performance

Hacer una performance consistente en caminar desde el apartamento 180 de la Urbanización Veramar 5, Avenida del Descubrimiento, 5, Puerto Rey, 04621, Vera, Almería, hasta el chiringuito ubicado en la confluencia del Paseo Marítimo, 79, 04630, Vera, Almería con la Avenida del Puerto, 04630, Garrucha, Almería y volver por el mismo camino a una velocidad promedio de 6 km/h, de manera deportiva, ataviado con un viejo pantalón corto de algodón gris, unas deportivas estándar, unos calcetines doblados para acomodarse a la altura del tobillo y una camiseta con el slogan de “No a la guerra” adquirida con motivo de las protestas sociales que se llevaron a cabo en España a raíz de la intervención armada en la invasión de Irak en el año 2003.

¿Por qué está “en el límite” de la performance?

1.- Esta acción no tiene convocatoria pública.

Esto no significa que no sea pública, pero “el público” no está avisado de que está viendo una performance, pudiendo confundir al performer con un mero “footer” o caminante deportivo como otros muchos que aprovechan sus vacaciones para ejercitarse.

Sin ser secreta, no se avisa a posibles interesados salvo por una breve publicación (que, así, la hace pública) en mi blog un par de días antes de realizarla.

2.- Esta acción no tiene componente dramático.

Ni siquiera voy a “permitirme” romper desgarrando esa camiseta significativa que ha recorrido conmigo tanto terreno histórico que es posible que acabe in-intencionadamente desgarrada debido a la fragilidad de un tejido desgastado, casi translúcido (sin referencias veladas a la cámara lúcida de Barthes).

No es que no haya quien realiza performances desprovistas de dramatismo, pero es habitual encontrar cierta tendencia a la espectacularidad vía algún recurso de marcada intensidad dramática (dramaturgia aparte (o no)).

A priori, no es exigible que una performance, para serlo, deba tener o no tener “drama”, pero si se realiza, como en muchas ocasiones, para ganar “audiencia” o su atención, acostumbrada a lo teatral, a lo espectacular, resulta in-ética y|cuando no patética (Ref. Lírica).

La huida ex-profeso de esa componente le resta posibilidades de ser identificada “públicamente” como performance, de modo que la inserta, más aún, en la sucesión de acciones más o menos cotidianas que realizo durante el periodo estival en estas latitudes.

3.- Esta acción es cotidiana.

Aproximadamente 3 o 4 (no 304) de cada 7 días de los 31 que transcurro alojado en el apartamento que mis padres me (nos) prestan para disfrutar de unas merecidas vacaciones, realizo caminando el mismo recorrido con las inevitables variaciones: Cualquier otro día de los que trazo el periplo podría haber sido elegido pero no lo ha sido.

Por momentos, incluso, tentado estuve de dejar este parámetro de la performance, la fecha, a la improvisación y que el día que desease realizarla, lo hiciese sin previo aviso, realzando, si cabe, más aún ese carácter fronterizo con lo cotidiano, incluso para mí mismo.

El hecho de que sea una acción que no se distingue externamente de otra misma le confiere un carácter limítrofe entre lo artístico y lo cotidiano, donde lo único distintivo reside en mí, en algún “lugar” recóndito de mi mente o conciencia que discierne o intiende (de intención) que la caminada de “ese” día es una performance.

Con la sutileza o sutilidad de una “acción ejemplar” con la que guiñarle un ojo a mi admirado Isidoro Valcárcel Medina, esta performance, casi no performática, casi no artística y, sin embargo, casi sin casis, quiere ir un paso más allá de la acción “una mala acción” que se enmarcaba en el VII Encuentro Internacional de Arte de Acción de Madrid (acción!MAD10).

4.- Esta acción no es reivindicativa ni política.

Más allá de la simple lectura de la camiseta recortada para retirar cuello y mangas que mostraban agujeros y rotos que el uso y la compartición con algún lepidóptero habían ido imprimiendo como huella indeleble, esta acción no es política y, al mismo tiempo, es posiblemente la más política de todas las performances que haya presentado o concebido hasta ahora.

4.1.- No reivindico el “no a la guerra” (de Iraq) aunque sigue siendo preciso recordar que esa guerra dista mucho de haber concluido. Además, la ausencia de referencia explícita a una guerra concreta puede leerse en clave más genéricamente pacifista o antibelicista; incluso, antiviolenta.

4.2.- No reivindico el “no al olvido” de aquella ilegal invasión (acorde al órgano legislador internacional más o menos consensuadamente aceptado y/o reconocido) sino, más ambicioso, busco llamar a un posible espectador la atención sobre el olvido de otras guerras, de otras catástrofes humanas o humanitarias, de origen animal, vegetal o mineral, de causas artificiales o naturales, a modo forgianono te olvides de Haití” y, en última instancia, no olvidarse nunca de la responsabilidad como seres humanos y/o ciudadanos.

4.3.- No reivindico el “no al consumo” pero sí clamo por un consumo responsable, sostenible, aunque implique una transformación de los fundamentos socio-económicos del sistema en el que estoy inmerso o precisamente para eso.

De ahí, supongo, estas marcadas referencias “povera” que incluyo en esta performance como en cualquier otra acción de mi vida usando ropa más allá de lo habitual, no adquiriendo recursos o parafernalia específica para cada actividad que pudiera demandarlo.

5.- Esta performance no será registrada (salvo por adelantado).

Mediante este escrito que bien podría haber sido omitido si no fuese por mi voluntad algo didáctica.

5.1.- No haré fotografías de la acción ni de los residuos de la misma, quede como quede la sacrificada camiseta, ni le pedirá a nadie que las haga.

No obstante, no impediré a nadie que tome notas permanentes o impermanentes aunque es poco probable que me vea en tal tesitura.

5.2.- Dado mi interés cartográfico, es posible que represente sobre un mapa el recorrido que habré trazado con una estimación aproximada de la distancia andada o transitada.

5.3.- Por el apego que he ido desarrollando hacia la camiseta usada (que bien podría haber sido otra más afirmativa, como la de I ♥ MALTA, pero el NO rotundo y asertivo de la usada es y ha sido determinante para su elección como prenda de la performance) tomaré alguna instantánea de recuerdo de la misma como ya hice hace un año cuando reflexioné sobre lo revolucionario que era mantenerla en uso.

6.- Esta acción no tiene partitura.

Aunque este texto bien podría serlo con un grado de detalle mucho más exhaustivo o minucioso que la mayoría de las performances que he realizado hasta ahora.

Conclusión:

Volviendo a 3.- (cotidianidad), al día siguiente caminaré en la misma franja horaria (de 10:00 a 11:00) a lo largo del mismo recorrido, ataviado con las mismas vestimentas, pero no, ese día, la misma acción no será una performance.

Quizá, en el fondo de la intención de esta performance fronteriza está la voluntad de dinamitar o desdibujar tal línea imaginaria, tal categorización que mantiene separada la vida del arte o la poesía del poeta, parafraseándome: vivir mi vida como si mi vida fuese un poema, que escribí unos años antes de encontrar la sentencia de Jaime Gil de Biedma: Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema.

Revolucionario

revolucionario No soy revolucionario por llevar una camiseta reivindicativa de aquellos tiempos en los que este país fue a una guerra que nunca fue nombrada como tal, sino como conflicto armado, para que su inútil majestad no tuviese que mancharse las manos declarándola.

No soy revolucionario por no olvidarme, de eso, ni de Haití.

No soy revolucionario por hablar así de la cabeza (calva y huera) del estado español, ni por poner estado español en cursivas.

No soy revolucionario por atreverme a lucir sin aderezos en esta foto, sin retoques adecuados para las redes sociales.

No, en realidad (lo otro no era real), soy revolucionario por no haber tirado la camiseta en cuestión después de estar casi atravesada de hilos desliados, por aguantar su utilización hasta que ya no es posible seguir haciéndolo como prenda y continuar usándola como trapos, y cuando no sirva de trapos, usarla para quitar grasa adherida a la campana.

Soy revolucionario, no por lo que digo o las firmas de peticiones que realizo, sino por los actos con los que conformo mi vida, paso a paso (que diría John Rambo).

Ver cómo me miraban en la playa los bienvestidos domingueros que practican deporte de élite, con ropa de élite, recién comprada en el decatlón de turno, transpirable, irrompible, sumergible… era tomar conciencia de que voy, verdaderamente, contracorriente. Esta es mi pequeña revolución. La que puedo hacer y no vender.

Recorrido

recorrido-3700metros

Me gustan los recorridos como el de hoy, donde soy consciente de lo que me ahorro en gimnasio por el mero hecho de carecer de vehículo y disponer de tiempo. Tiempo que, no obstante, ahorro también en gimnasio.

No es que sea una cantidad ingente de kilometraje, pero día a día, es un poquito de ejercicio en el hábito que me hace monje. 😉

No he ido nunca

david balonmano

No he ido nunca
a un partido de balonmano
de mi sobrino.

Soy un egoísta
que no ha ido nunca
a un partido de balonmano
de su sobrino.

El ego es tan grande
que escribo en primera persona
para hablar de mi sobrino.

Él ha venido a algunos eventos que
yo
siempre yo
he organizado
con Carmen
en Clave 53.

Le recuerdo paseándose entre la gente
repartiendo patatas fritas
o cortezas de cerdo
en el local que teníamos
nosotros (otros nos)
en Campomanes.

Pero ni una sola vez
en los más de 10 años que se dedica a ello
he ido a ver un partido de balonmano
en el que va destacando
cada vez más
aunque sigo sin ver
que se plantee
ser profesional de ello
haciendo como tiene que hacer la gente:
caso omiso de sus placeres
y pensar en lo que hay que hacer
para ser una persona de provecho.

Aún puede que esté a tiempo
de ir alguna vez
a verle jugar
pero ahora ya se avergonzará de mí
y querrá pasar tiempo con sus amiguetes
de su edad
adolescente
que dejarán de dedicarse a disfrutar
para ser productivos
con el paso
cadente
de los años.

Entre mis objetivos
a corto plazo
está el dejar de ser tan
egoísta.

Aunque sea por mi bien.

Los fantasmas del Luna

O de Los Luna… sería algo que hubiera de componer, pero ya lo hizo mi estimado (Ella em va estimar tant… Jo me l’estimo encara…) sobre los del Roxy, otro de esos cines que desapareció para ser otro negocio más lucrativo.

Vídeo y Letra de la canción en cuestión que no puedo dejar de recordar mientras avanzo retrocediendo, para despistar a mis enemigos, sobre una cinta ridícula que simula ser una calle que simula que sirve para algo…

Los fantasmas de Roxy
Joan Manuel Serrat

Sepan aquellos que no estén al corriente,
que el Roxy, del que estoy hablando, fue
un cine de reestreno preferente
que iluminaba la Plaza Lesseps.

Echaban NO-DO y dos películas de ésas
que tú detestas y me chiflan a mí,
llenas de amores imposibles y
pasiones desatadas y violentas.

Villanos en cinemascope.
Hermosas damas y altivos
caballeros del Sur
tomaban té en el Roxy
cuando apagaban la luz.

Era un típico local de medio pelo
como el Excelsior, como el Maryland,
al que a mi gusto le faltaba el gallinero,
con bancos de madera, oliendo a zotal.

No tuvo nunca el sabor del Selecto
ni la categoría del Kursaal,
pero allí fue donde a Lauren Bacall
Humphrey Bogart le juró amor eterno

mirándose en sus ojos claros.
Y el patio de butacas
aplaudió con frenesí
en la penumbra del Roxy,
cuando ella dijo que sí.

Yo fui uno de los que lloraron
cuando anunciaron su demolición,
con un cartel de: «Nuñez y Navarro,
próximamente en este salón».

En medio de una roja polvareda
el Roxy dio su última función,
y malherido como King-Kong
se desplomó la fachada en la acera.

Y en su lugar han instalado
la agencia número 33
del Banco Central.
Sobre las ruinas del Roxy
juega al palé el capital.

Pero de un tiempo acá, en el banco, ocurren cosas
a las que nadie encuentra explicación.
Un vigilante nocturno asegura
que un trasatlántico atravesó el hall

y en cubierta Fred Astaire y Ginger Rogers
se marcaban «el continental».
Atravesó la puerta de cristal
y se perdió en dirección a Fontana.

Y como pólvora encendida
por Gracia y por La Salud
está corriendo la voz
que los fantasmas del Roxy
son algo más que un rumor.

Cuentan que al ver a Clark Gable en persona
en la cola de la ventanilla dos
con su sonrisa ladeada y socarrona,
una cajera se desparramó.

Y que un oficial de primera, interino,
sorprendió al mismísimo Glenn Ford,
en el despacho del interventor,
abofeteando a una rubia platino.

Así que no se espante, amigo,
si esperando el autobús
le pide fuego George Raft.

Son los fantasmas del Roxy
que no descansan en paz.

No tengo nada más que añadir… yo, claro, también fui de los que lloraron, cuando anunciaron su cese, el de mis cines Luna, que justificaban que yo tuviera una vivienda donde la tengo. Y no me imaginé nunca yendo a hacer otra cosa a ese local que no fuese ver una película de esas subtituladas, pero del mainstream… de esas que me gustan a mí.

Jo, si por lo menos pudiera imaginar a Stalone haciendo cinta al lado de Danny De Vito cada noche…

Los Fantasmas del Roxy, de Serrat. Vídeo de Julio Mármol
[youtube_sc url=http://youtu.be/3cGcP9KCtC0]

Nocicleta

Nocicleta. 1.- Dícese de la bicicleta estática sin ruedas o con ruedas imaginarias. 2.- Medio de transporte ideado para recorrer distancias imaginarias sin consumir energía imaginaria. Lamentablemente, las versiones actuales consumen energía bastante real y poco imaginaria, tanto eléctrica como mecánica.

Problema para este tipo de vehículos inmóviles:

A 105 rpm, durante 11 minutos, he recorrido 4.1 km.
¿Cuál es el radio de la rueda imaginaria?
105 x 11 x 2 PI x r = 4100
Despejar r.
Resultado en metros imaginarios.

Esto no es una broma