Exposición colectiva de Arte Postal en Móstoles

Me invitaron a participar en la III Convocatoria Internacional de Arte Postal DE CORAZÓN · FROM THE HEART, organizado por la Concejalía de Cultural del Ayuntamiento de Móstoles.

Yo presenté una Cianotipia y Poema Visual «Sangre azul» revelada en 2022 que había realizado como palimpsesto con el título «Sangro Sangre» en 2017, componiéndolo sobre las bases de la convocatoria, que era un dibujo de un corazón. El resultado quedó mucho mejor que mi propuesta primera.

Agradezco a Yolanda Pérez Herrera que al pasar por allí se acordase de mí y me enviase una fotografía (la que figura al comienzo de esta pequeña confesión) de la exposición actualmente en el Centro Cultural Villa de Móstoles (Móstoles, Madrid, España), del 1 de junio al 24 de julio de 2022. / Finalizada su exhibición, las obras quedarán depositadas en los fondos de arte contemporáneo del Ayuntamiento de Móstoles.

Me hace ilusión que obras mías vayan quedando por ahí en depósitos de arte contemporáneo. Son las cosas del ego, supongo.

Postulados de Bohr

Es un placer poder comunicar el asombro que sentí cuando descubrí que la realidad era aún más compleja que como me habían contado hasta el momento, a mis tiernitos 17 años.

Yo leí la Teoría de la Relatividad de Einstein cuando tenía 16, pero creo que no la comprendí, ni mucho menos la parte matemática de la misma. Leí el Principio de Incertidumbre de Heisemberg una semana santa sacándolo de la biblioteca del Instituto de Bachillerato Mixto de Colmenar Viejo. Me estalló la cabeza.

Quería comprender y no tenía a nadie cercano que pudiese explicarme lo que había leído.

Mi profesora de química, que no sabía nada de mecánica cuántica, me remitía a Ana Cañas, que era la profesora de física que no me daba clase. Pero que tenía a bien discutir conmigo sobre la viabilidad de la existencia de partículas elementales diferentes a las que conocíamos, esos protones, esos electrones, esos neutroncillos… e intentar justificar o hacerme entender que la singularidad en las ecuaciones de Lorentz que usaba Einstein en su Relatividad Especial no aplicaba a los fotones, pues su masa en reposo no tiene sentido.

Gracias a ella quizá terminé por estudiar Química Cuántica y ver todo lo que me faltaba por ver… que siempre será inabarcable. Conocí a gente estupenda, como mi queridísimo Xabi López Pestaña, con quienes compartimos conversaciones sobre mujeres y mecánica cuántica, sobre el mar, el urbanismo, la política y los grupos de simetría.

También a Alberto Luna, que me enseñó a valorar Dune y sus gusanos, o José Luis Sanz Vicario, a quien le regalé mi querida pieza del Principio de Incertidumbre.

Este sábado pasado tuve la suerte de poder dar una clase sobre la importancia teórico-filosófica de las revoluciones físicas de la Relatividad (Especial y General) y la Mecánica Cuántica. Hablé del debate Bohr-Einstein, de la dualidad onda-corpúsculo, de la deformación del espacio, de la concepción del espacio absoluto cartesiano… los ejercicios son sencillos, pero la comprensión de la repercusión de esta revolución del conocimiento es algo que engrandece la mente hasta lugares inimaginables.

En la imagen que sirve de cabecera a este artículo está mi demostración de cómo inferir desde los postulados de Bohr las explicaciones para la fórmula de Rydberg de los espectros electromagnéticos.

Mi huella no es de carbono. O sí.

Esta es mi huella digital (y seguro que es un riesgo inimaginable desde el punto de vista de seguridad compartirla en internet).

Está arrugada, como corresponde a la edad. La deshidratación y la oxidación se dan la mano en este dedo.

Surcos espirales que no van a ningún lugar. Recorrer esos surcos (o acaso es un único surco espiral) podría generar un concierto sorprendente.

El colmo de mirarse el ombligo sea, quizá, mirarse la huella digital.

La huella digital es paradójicamente analógica.
Esta fotografía de la huella digital es digital.

Esta huella no es una huella. (Podríamos concluir)

¿Es huella de carbono?

Pues en parte sí: el carbono de la química orgánica que me compone.

La huella digital de almacenar esta fotografía de la huella es difícil de calcular y, además, variable.

Todo mi cuerpo es una huella digital de mí mismo. Mi yo conmigo a todas partes.

Los pliegues de la superficie del dedo son dunas de un desierto en miniatura.

Surcos de una era de otra era, que dejan en el asombro versos de células muertas.

La sombra de la huella no tiene dudas sobre su forma o color.
El dedo sí.

No señalo la ausencia.
Pero ahí está: ausente.

Todas mis miradas acaban en el foco de la yema del índice.
Desde ahí parece emerger un rayo de tinieblas.

Se acabó.

Insignificancia

en medio de una pandemia global
en medio de una polarización masiva
en medio de la tercera guerra mundial
en medio de la lucha feminista necesaria

me duele el dedo gordo del pie derecho
y siento vergüenza
de la insignificancia de mi insignificancia
ganas de reclamar segundos de atención
el foco mediático
y hablar de mí
de mí
de mi pie
de mi dedo gordo
de lo gordo que me siento
de lo solo que me siento
de lo tonto que me siento
siendo insignificante
y no queriendo
asumirlo.

Cambio de paradigma

paradigma
Del lat. tardío paradigma, y este del gr. παράδειγμα parádeigma.

1. m. Ejemplo o ejemplar.

2. m. Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento. El paradigma newtoniano.

3. m. Ling. Relación de elementos que comparten un mismo contexto fonológico, morfológico o sintáctico en función de sus propiedades lingüísticas.

4. m. Ling. Esquema formal en el que se organizan las palabras que admiten modificaciones flexivas o derivativas.

Cuando uno deja un trabajo de, pongamos, consultor tecnológico o administrador de sistemas para dedicarse a escribir poesía o impartir talleres de escritura creativa no está cambiando de trabajo, sino de paradigma.

A veces se me olvida e intento pensar u organizarme como si estuviese en un nuevo empleo del antiguo paradigma y, claro, «la cosa» no funciona. No me salen las cuentas, no me cuadran los tiempos consumidos.

El otro día, un amigo, muy bienintencionado, me habló de las oportunidades que brinda la nueva economía de escala a la que se puede acceder, pongamos, a base de menudeo, paquetizando contenidos en charlas TED o similares a las que podría dar salida en un mercado ávido de pequeñeces fácilmente accesibles.

Es cierto que, quizá, con una determinada cantidad de esfuerzo podría lograr monetizar conocimiento que, actualmente, ofrezco en los talleres con unas posibilidades de crecimiento muy limitadas por el aforo presencial, amén del tiempo simultáneo de asistencia.

Estaba de acuerdo con él en esas posibilidades, pero no en que me interesase. ¿Por qué no me interesa? ¿Es que no quiero ganar dinero?

No es el caso. Sí que quiero ganar dinero, pero no es una prioridad. Si lo fuese, habría hecho muy mal abandonando un trabajo estable con una nómina creciente y más o menos garantizada.

Abro o exploro nuevas formas de ganar dinero, como las clases particulares de matemáticas, física y química a adolescentes más o menos interesados y a quienes me gusta hacer pensar de otras maneras sus odiadas disciplinas, amén de resultar una manera bastante estable de garantizar un suplemento económico que sustente mi vida capitalista, muy a pesar de reducir el consumo a veces más allá de límites razonables.

Especial mención merece la voluntad de crecer como editor o como artista (incluso como artista editor), que está llevándome una enorme cantidad de recursos de tiempo, dinero y dedicación, pero que me entusiasma o me llena de maneras que no sé explicar.

Todas son actividades que me encanta hacer y que requieran o no esfuerzo, me apetece llevarlas a cabo. Sigo planteándome la vida como si me quedasen 3 meses de vida. ¿Me estaría arrepintiendo de algo que estuviese haciendo?

Pero ¿no sería la propuesta de este amigo una nueva forma de ganar dinero haciendo algo que me gusta?

Pues no creo que tampoco sea el caso.

Gran parte de lo que me gusta de los talleres de poesía y escritura creativa que defiendo es la presencialidad (incluso online), la no trivialidad, el compromiso de quien se apunta a ellos, que se demuestra con años de asistencia. No, no quiero ponerlo fácil y consumible. No es en absoluto mi objetivo ni forma parte del paradigma que decidí aceptar, incluso aunque sea estar viviendo a la contra el resto de mi vida.

Por otro lado, tengo la impresión de que no se comprende (desde la óptica del «otro» paradigma) lo que suponen determinados trabajos, lo que implican o requieren, ya sea logísticamente, como sería el caso de convertirme en un talentoso youtuber, o ya sea en tiempo de dedicación a aprender herramientas cuyo interés cae muy fuera de lo que quiero aprender, como puede ser el posicionamiento SEO, el marketing digital, la captación de audiencia/seguidores…

Ni tampoco se comprende (desde esa ajena óptica) lo que supone en términos de tiempo requeridos por mi actual trabajo (he dedicado mi vida), y no solo por horas dedicadas sino, sobre todo, por atención o foco exigido.

Cuando trabajaba de consultor a media jornada, un compañero me dijo una vez que yo no quería dedicarme a eso, pues ser consultor tecnológico, para él, era una actividad que requería una total dedicación, una vocación… y yo no la tenía. Y era verdad. Así que acabé por darle la razón y buscar una salida lo antes posible.

Negocio permanentemente con el paradigma, digamos, mayoritario, con un sistema en el que habito y al que disto de culpar de mis males. Me exige ciertas renuncias a una ortodoxia que tampoco veo como algo tan terrible, pues dulcifica mi carácter de tendencias radicales. Así, por ejemplo, acepto que vengan personas a los talleres de escritura sin acabar de comprometerse como me gustaría que lo hiciesen, pero mi objetivo es persuadirles, disuadirles hasta lograr sus ansias de compromiso, hasta, ¿por qué no?, sacarles de sus propios paradigmas para que vislumbren otros posibles esquemas. Cuando lo consigo, me siento tan inenarrablemente afortunado que todo lo demás parece haber merecido la pena.

Y sigo en la brecha.

Pero… ¿hasta cuándo?

Menudencias

Hablo con Carmen sobre lo que vamos a comer hoy
y tenemos un problema porque no nos quedan plátanos.
Hablo con mi madre y me cuenta
que sigue poniéndole gotas a mi padre
tras su operación de cataratas.
Hablo con una amiga
que está a punto de perder su empleo
o peor aún
a punto de perder la cabeza
por no perder el empleo.
Hablo con una de mis alumnas
que llega tarde a clase porque hay un problema
en el metro.
Hablo con mi compañero del estudio
que tiene un problema con los hornos de barro
disponibles en Madrid.
Hablo y hablo y hablo…
problemas y problemas y problemas…

Hablo con una de las personas que asisten
a mi taller de poesía
y me cuenta
que a su familia le han estado cayendo bombas
esta noche en Kiev.

No sé qué decirle.

Todos mis problemas
y muchos otros
me parecen nimios
y
sin embargo
son nuestras vidas
mientras no nos caigan bombas
sobre nuestras cabezas.

Los precios del gas
aumentarán.
El tiempo de trabajo será más extenso
para ganar el mismo dinero.
Habrá más tensión en cada conversación.

Pero todos mis problemas
y muchos otros
me parecen nimios.

Hoy estaba editando un libro
de 27 haikus
que
tras mucho pensarlo
voy a enviar a imprenta
y elegiré un papel grueso
para que abulte un poco más de lo que serían
36 páginas.

El programa que utilizo
no es el más cómodo del mundo
para enviar documentos en PDF con CMYK.
Esto es mi gran problema de hoy
mientras no caiga una bomba
sobre mi vivienda.

Nimio.
Menudencia.
Nadería.

Mi vida.

2022 frentes abiertos

comienzo un año
con más de 2022 frentes abiertos
sin parar de correr
de unos a otros
intentando que el agua no se cuele
entre las costuras de la vida
que cose el tiempo

me precipito
a un vacío de calma
tan absoluto
tan impoluto
que me asusta olvidar
que una vez quise vivir así
como lo hago

pienso en hitler
y sus dos o tres frentes
y su posibilidad de delegar
en generales más o menos capacitados
incluso sus desastrosas derrotas
recogiendo escombros
en los que atrincherarse

mientras
llega un mensaje de whatsapp
tengo que editar un libro
dos libros
tres libros
ajenos
y quiero terminar de maquetar un libro
dos libros
tres libros
propios

mientras
he de consultar el estado de alguna red social
he de consultar el estado de las opiniones del periódico
he de consultar el estado de un evento que organizo próximamente
he de consultar el estado de salud propia y ajena
he de consultar el estado del estado

mientras
leo un libro sobre tipografías para aprender a editar
leo un libro de Isidoro Valcárcel Medina (mal editado
leo un libro de George Perec sobre pensar y clasificar
leo un libro de poesía polaca
leo un libro de una novelista japonesa

mientras
el correo electrónico se llena de spam
y he de cribar la paja del grano (o el grano de la paja)
las cuentas bancarias han sufrido bajas
las facturas he de enviarlas a la gestoría
este blog diario no recibe entradas
las fotografías más o menos artísticas
que hice en las vacaciones
siguen acumulando polvo digital
en el almacenamiento interno de mi teléfono
que en realidad es una cámara
que en realidad es un teléfono
que en realidad es…

mientras
los proyectos futuros
sacuden mi impaciencia
como ese libro de fotografías pendiente de intervenir
como ese año añil que requiere composiciones visuales
como ese dinero poético a partir de enciclopedias
como ese conjunto de cajas artesanales de madera y foam
como ese escarceo con la creación a partir de la fotocopia
como ese explorar las posibilidades de la naturaleza
como ese atajo de cianotipias serializadas

mientras
mi cerebro no se centra
en una sola de tantas actividades
y veo pasar las nubes en el cielo
sin mirar el cielo
sin mirar las nubes
mis manos arrastran un frío inabarcable
mis ojos deambulan por marejadas de estímulos voraces
mis pies corren estáticos
mis dedos teclean sin encontrar las letras

mientras
las ventanas del sistema operativo se marean
las ventanas de la calle se cierran

mensajes emergentes me avisan de emergencias
el tiempo apremia
el tiempo premia
el tiempo

y la vida
va

(o la muerte viene)

Desayunos con amor propio

Varios días desayuno, tras llegar de la piscina, en el estudio sobre manteles improvisados con instrucciones en idiomas ignotos de impresoras o insumos diversos. Compro una barra de pan y me hago un «bollo» con aceite de oliva virgen extra y un poco de azúcar o unas tostadas (sin tostar) con aceite y sal.

Mientras tanto, caliento una tetera con algún té potente para comenzar la mañana con energía y vitalidad, además de para calentar un poquito el cuerpo por dentro.

Hoy he tenido que recargar el bote donde guardo el té «English Breakfast» con este sobre que he agotado comprado en la tienda online Aromas del Té ya que mi preferida, una tienduca llamada Casa Oriental que estaba cerca de la plaza de herradores, pero que echó el cierre durante el confinamiento. Les intenté comprar por Internet, pero fue un desastre, así que me decanté por esta Aromas del Té, en la que realicé un pedido de más de 40€ que se va agotando.

Pero sigo echando de menos aquella pequeña tienda de Herradores, cuando volviendo de Conde de Romanones, de dar una clase particular, hacía escala y compraba té y pan en el Museo del Pan Gallego.

Invadido por obra

Me han devuelto las obras que han estado expuestas en Derivaciones 4 que es un proyecto de Poesía Visual del Centro de Holografía y Artes Dados Negros, en el que participan Fernando Aguiar, Ana Alonso y Julia Fernández, Edu Barbero, Giusseppe Domínguez, José Iges, Clara López Cantos, Mateo Maté, José María Parreño, Francisco Pérez Belda, Víctor Santal y Javier Seco.

Ha sido todo un honor haber sido seleccionado por Pepe Buitrago para formar parte de esta exposición con obras que casi estaban terminadas desde 2008, llamadas Inflexiones, que retomé de forma nueva en el invierno de 2019-2020 para realizar una edición única de 81 inflexiones en texto blanco escrito a mano sobre 81 piezas de 15x15cm de cartulina verjurada negra de 300gsm.

El problema, si podemos tacharlo de tal cosa, es que no sé dónde poner las 3 piezas de 100x70cm, montadas sobre foam negro volado de 3 centímetros de grosor en total, que fueron expuestas allí en una enorme pared blanca. En el estudio apenas me quedan paredes blancas que polucionar con obra propia. Eso me gusta, pero me agobia al tiempo. No quiero influir en la escritura de quien se acerca a los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de Clave 53 que se realizan en este espacio que cada día que pasa es menos neutro. Quizá no sea un problema. Y, de serlo, es minúsculo.

Esto no es una broma