Preparándonos para el invierno

Tras años sin usar la alfombra, que retiramos por la COVID y reducir el número de superficies porosas o peludas, la vuelvo a poner esta semana por el bajón de temperaturas y tomarse algo en serio el bienestar de las personas que vienen a los Talleres de Poesía de la Asociación Cultural Clave 53 o quienes vienen a tomar alguna clase particular de Matemáticas, Física o Química.

Además, he sacado, del fondo del armario como quien dice, el pequeño radiador de infrarrojos (al fin y al cabo casi todos lo son, pues es sencillamente el rango de frecuencias del calorcito humano, entre otros) y lo he enchufado por si alguien lo necesita. Yo, de momento, no, pero soy algo atérmico.

Me gusta mimar a quienes me rodean. Hacer del mundo un lugar mejor, al menos, en la medida de mis posibilidades.

Aprovechando una caja de zapatos y unas cajas de Iomega ZIP

Nadie recordará qué es eso de los Iomega ZIP de 100Mb de almacenamiento, que hubo un tiempo en el que era absolutamente revolucionario, pero que nunca llegó a merecer la pena, pues pronto fueron sustituidos por los mucho más compatibles y portables CD regrabables, luego los DVD+RW, después los PenDrive y ahora la nube… que es mucho más inquietante de lo que parece, pues está en manos de pocas empresas, en la mayoría de los casos.

Con un poema reciclado y una caja de zapatos de un rojo tan intenso que no quería desperdiciarla, realicé el Poema Rojo.

El poema rojo es una edición de 2 ejemplares del mismo poema escritos (impresión pegada) sobre cartón blanco y rojo de una caja de zapatos cortada en cuatro cuadrados de 9cm cada uno y encajados en cajas de PVC de unidades Iomega ZIP 10x10x0,8 cm.

Solo queda un broche final de imprimir un papel o cartulina rojo a modo de «portada» para redondear la «rojedad» de la edición y añadirla al productito por la cara en la que ahora se puede ver el poema impreso en negro sobre blanco.

Comienzo de «Cada día más silencio»

Hoy comienzo el proyecto «Cada día más silencio» que podría comenzar cualquier día y terminar cualquier otro. Al fin y al cabo, los calendarios son arbitrarios.

Consiste en escribir la frase «Cada día más silencio» a modo de mantra (cada día soy más espiritual, aunque matérico y materialista) una vez al día sobre rectángulos de cartulina negra de dimensiones aproximadas 10x21cm con lápiz negro Faber Castell 2B.

Por la otra cara de la cartulina escribiré frases que tengan que ver con la voluntad de permanecer en silencio o, cuando menos, dando menor importancia a lo que afirme, hasta el punto de que introduciré cada una en un sobre sellado y fechado que permanecerá indefinidamente cerrado.

Realizaré esta pequeña (diminuta) acción diariamente de lunes a viernes, salvo excepciones, desde hoy hasta que concluya las 81 piezas de cartulina. 81 veces «Cada día más silencio», que intentarán convocar el silencio al mismo que manifestarán mi deseo de abandonar la afirmación ruidosa, la posición expresa, el grito, que será, parafraseando a Oe, silencioso.

Recuerdos de Taramundi

Llegar a casa y recibir esta postal escrita con tanto cariño por unas personas de un pueblo en el que veraneamos desde hace tres años me hace especial ilusión porque me hace sentir que estamos haciendo algo bien al dejar huella, no solo en el paisaje, sino en la gente.

Personas que seguramente nunca le han escrito una carta a un turista de los incontables que visitan su bonito pueblo deciden escribirnos, poner un sello, lanzar esa botella de agua al océano que hoy en día es escribir postalmente.

Y nos llega.
Y nos llega.

Dos frases para dos acepciones diferentes de la palabra llegar.

Nos llega a casa.
Nos llega al corazón.

Llegamos y no acabamos de llegar:

Algo se nos ha quedado en los bosques de Taramundi, algo se nos ha enredado en sus cuestas inefables, algo se nos ha enganchado en las sonrisas de los parroquianos, algo se nos ha detenido en el reloj de la iglesia, algo…

Hubo un tiempo…

Hubo un tiempo en el que organizaba talleres al aire libre, talleres de creatividad en la naturaleza, talleres de fin de semana de convivencia… y eran tan bonitos…

Esta foto, cuya fecha exacta es irrelevante, es de aproximadamente el año 2009, creo que en Riaza, o la comarca de la Vera extremeña, donde organicé diversas jornadas dedicadas a la experimentación creativa. Yo era 15 años más joven. Bueno, todo el mundo era 15 años más joven.

Convivir con un equipo de mentes con ganas de crear generaba un ambiente único, intelectual y afectivamente hablando.

Quizá no por casualidad la totalidad de las personas de esta foto siguen siendo mis amistades, algunas de ellas muy próximas.

A veces añoro aquellos tiempos por la energía de la que yo disponía. La falta de problemas físicos que me simplificaban la vida…

Pero sigo rodeado de personas, eso sí, cuyo calor me reconforta y me hace crecer.

Estoy deseando ver en qué evoluciona la relación con las más de 30 personas que actualmente asisten a los Talleres de Poesía Contemporánea que defiendo desde hace ya tanto tiempo.

Este curso, si no estoy mal de salud, propondré alguna que otra excursión más o menos convivencial para generar, aún más si cabe, ese vínculo que lleva, en algunos casos, más de 10 años fraguándose a fuego lento.

Mirilla

Tengo un proyecto fotográfico en marcha tremendamente sencillo que juega (o jugaba) con realizar fotografías a través del hueco dejado por una mirilla sin vidrio adherida al objetivo de la cámara del teléfono móvil.

Sujetaba la cámara con la misma mano que la mirilla quedaba sujeta contra el mismo y fotografiaba algo que, de este modo, quedaba descontextualizado, resaltado, como si le hubiésemos realizado algún tipo de trucaje complejo, cuando la realidad era mucho, pero mucho, más simple.

La foto que usé fue una que contenía una combinación de un poema visual realizado con una bombilla y un libro objeto escrito a dos palabras por página.

Hoy he decidido usar uno de esos «bodegones» para ilustrar un cartel de los Talleres de Poesía Contemporánea de los grupos abiertos en la Asociación Cultural Clave 53.

Y el cartel resultante ha sido el siguiente, que acaba resultando un trabajo bastante arduo para una publicidad que caducará en menos de lo que canta un gallo.

Juegos con el teclado: RE-Inicio

Esta pequeñez es un poco diferente de otras composiciones con el teclado, aunque es especialmente útil en esta semana en la que todo parece recomenzar, como si eso fuese posible, como si el tiempo fuese circular y no una flecha que surca una trayectoria espiral tridimensional, lo que vendría a ser un helicoide.

Volvemos a comenzar un curso nuevo con la ilusión del primer día, con la incerteza de siempre, que me mantiene en el filo del riesgo donde habitar sin poder acomodarme.

Hay algo interesante en ese reinicio que ocurre cada año y es el hecho de encontrarse con gente con quien comparto tanta pasión por la poesía que parece imposible que exista. Y sin embargo se mueve.

Más información sobre los Talleres de Poesía Contemporánea que defiendo desde hace ya más de 2 décadas está en la web https://www.clave53.org/poesia

Juegos con el teclado: Teclado

Que la palabra «Teclado» esté contenida en las teclas del teclado me parece tan fascinante como un Conjunto de Mandelbrot.

Por simple que parezca la composición de teclas, esta es de las que, curiosamente, suscita en mi mente los pensamientos más complejos.

Esto no es una broma