Bob Dylan sí o Bob Dylan no

Esa no es la cuestión.

Bob Dylan ha obtenido el Premio Nobel de Literatura 2016.

No conozco muy en detalle al propio Bob Dylan. Sé, como curiosidad, que su nombre está inspirado en Dylan Thomas (aunque en ocasiones haya sido afirmada otra cosa).

No sé, en concreto, si escribe libros de poesía. Conozco su música. Algunas de sus celebérrimas canciones.

Y aquí comienza el quid de la cuestión:

¿Es una canción un poema?

Hoy tengo una clase de Introducción a la Poesía Contemporánea. De hecho es el primer día dedicado a ella. Y de las primeras cosas que aclaro es qué es eso de la contemporaneidad, donde nos metimos de lleno desde mediados del siglo XIX de la mano de Charles Baudelaire (en EEUU haría algo similar Walt Whitman).

Se rompe con el criterio objetivable de una academia que decida qué es poesía (siempre circunscritos a la evolución de la literatura «occidental«) o qué es belleza «clásica«, lo que venimos en conocer como «canon«, pero entendiéndolo como diferente de «moda».

(Nota: Sería interesante saber por qué no se otorgan Premios de Literatura a Poetas Orales, que haberlos hailos. Quizá, aventuro, una mirada eurocentrista sobre qué es la literatura pueda tener algo que ver con ello)

A partir de ese momento, un poema lo es porque una persona afirma que lo es. (No hablo de su calidad, que ahora reposará en otros baremos)

Así, si yo digo que

A

es un poema, lo es.

No porque lo diga «yo«, sino porque yo «lo diga«.

La importancia no estriba en el yo, sino en la intención.

No es un tema de justicia, sino de criterio. No me importa a qué poeta o escritor le dan un premio, pero si un cantante (que no ha escrito poesía) es reconocido como poeta o escritor, se abre una peligrosa ventana al sinsentido: ¿por qué no un cineasta? ¿por qué no un (buen) político? ¿músico? Hay cineastas/músicos/políticos que han influido enormemente en la cultura popular o en la «alta» cultura. Por mí que le den el premio a quien sea… pero no por ello pasará a ser escritor y no: una canción no es un poema, ni un poema es una canción. Esto tiene que ver con la contemporaneidad y la necesidad de criterio subjetivo/intención creativa para sustentar una creación contemporánea. Pero la Academia es, como le corresponde: académica. Así que está generando, con este premio, un muy cuestionable criterio objetivable que retrotrae decisiones como estas a periodos pre-Baudelaire, o quizá dinamitan los criterios en un intento de postmodernidad, a mi entender, mal comprendida.

Como único comentario en una red social, apunté la frase: «Soy más de Leonard Cohen«, donde, subyacentemente, estaba dejando claro que, amén de cantante, Mr Cohen ha escrito una abundante obra puramente literaria, poética, que por cierto me encanta. Podía haber hablado del polifacético (adorable) Luis Eduardo Aute, escritor, cineasta, pintor y cantante, sí, también cantante.

Se puede decir que un músico no «escribe», mientras que un «letrista» de canciones sí, pero es un desplazamiento de la cuestión, puesto que podría entenderse «escritura» de una manera mucho más abierta de lo que lo es ahora mismo, muy fácilmente, abierta esta puerta.

¿Resulta un problema que una canción sea considerada un poema?

En realidad no resulta ningún problema. Es más, tampoco me parece ningún problema que un discurso político sea considerado un poema, ni que una pulsera de lana sea considerada un poema. Es más, cualquier cosa, CUALQUIER COSA, puede ser un poema. Esta, de nuevo, es la cuestión: lo único que quedaba para decidir qué era un poema era la voluntad (abierta) de declararlo como tal.

¿Bob Dylan se ha declarado POETA? ¿Ha reclamado sus canciones como poemas?

Sinceramente no lo sé, ni me importa: No es la cuestión «Bob Dylan», la cuestión es
¿Canción=Poema?

El sábado pasado tuve la primera «discusión» sobre el tema, comenzando por la adjudicación del Premio Nobel a Orhan Pamuk hace tiempo, en la que se consideraba por uno de los participantes una mala elección.

No defendí a Orhan Pamuk, sino que cuestioné la imposible «justicia» que algo como un Premio Nobel puede realmente hacer. Se trata de elegir un «escritor» de entre los millones que hay vivos del que afirmar que «es el mejor«. No hay forma de que esta decisión pueda ser llevada a cabo sin un alto grado de aleatoriedad, en el mejor de los casos, cuando no por influencias político-sociales inevitables.

(En un momento dado, incluso, de la conversación, se habló de la pertinencia o no de otorgar un premio como este a un individuo en los casos como la física, la medicina... donde sin un equipo detrás ese premio individualizado no se habría conseguido jamás. Pero esto desborda el debate, así que lo aparto para otra ocasión.)

Pero el caso de Bob Dylan es de otra dimensión, se trata de desdibujar lo que entendemos por escribir, por poesía, en un intento, posiblemente, de ganar visibilidad (lo que no me viene mal del todo) asignando el premio a una persona cuyas canciones han influenciado (¡han influenciado!) a los poemas (poemas) que inspiradas en ellas se han escrito.

En realidad, lo que sí me molesta de la adjudicación del premio a un cantante por ser cantante es que en esa aparente «ruptura de fronteras» entre poesía y canción, lo que veo es un oportunismo galopante, en especial de una Academia Sueca que ha logrado lo imposible: que se hable de poesía, aún sin saber nada de los procesos por los que ha pasado hasta llegar a donde está.

Me encantaría (no dudo que así sería si no fuese por un tema económico/prestigioso) que el señor Dylan declinase aceptarlo por decir alto: SOY CANTANTE, no poeta. Y a continuación saldría con él a la calle a solicitar la inmediata pertinencia de Premios Nobeles para Músicos, por ejemplo.

No tengo nada (¿cómo podría?) contra el intrusismo. Faltaría más. Me parece que nunca la creación artístico/poética ha estado más al alcance de ser realizada por cualquiera y eso es algo que estimulo y me apasiona. Pero a partir de esa misma posibilidad (relacionada, insisto, con la contemporaneidad) llevamos asociada la responsabilidad ética de la declaración de la intención, que se manifiesta en una postura coherente o discurso del artista.

En caso contrario, quiero que todos mis poemas sean considerados, a partir de hoy mismo, como cualquier cosa en función de aquella para la que pueda obtener mejores réditos, económicos, propagandísticos, publicitarios… según vaya viendo en el proceso. Esto no es intrusismo: es oportunismo. Y no me gusta.

Que la gente (mucha) opine que una canción es un poema… venga, vale, pues que opinen lo que quieran. Quizá por esto había evitado esta bala antes y me había ahorrado la discusión en un medio tan público como Facebook para airear mis opiniones que pueden ser tachadas de snob o elitistas, cuando en realidad no tienen nada que ver con eso.

Pero esa opinión ha de ser llevada a las últimas consecuencias: aceptar candidaturas a Premios Nobel de Literatura para políticos, músicos, bailarines, dramaturgos, guionistas, directores de cine, fotógrafos… pues también manejan «lenguajes» y resultan altamente influyentes en los poetas posteriores, quizá, seguramente, mucho más que los aburridos literatos que suelen ser premiados sin pena ni gloria.

Son ejemplares personas como John Cage, cuya música podría no parecerlo, pero él sabe que lo que está haciendo lo es porque él dice que lo es. Marcel Duchamp, Joan Brossa, Baudelaire, Rimbaud… y un largo etcétera de grandes y conocidos y muchos otros menos conocidos, como mi querido amigo Iván Araujo, pintor y grabador o el inigualable Isidoro Valcárcel Medina.

Pero sigo sin censurar en modo alguno al afortunado o desventurado Bob Dylan. Porque esa, esa nunca fue la cuestión.

Competencia

De los talleres de poesía,
hípsteres másteres literarios
recitales orgiásticos
otros talleres de poesía
talleres de escritura creativa
clases de novela
cursos de relato
incluso monográficos de arte (o parte)
sesiones de creación
no son competencia.

De las clases de tango,
maestrías en bailes de salón
milongas o valses
milongas y más milongas
prácticas o encuentros
maratones milongueros
maratones de tango salón
o bailes de tango escenario
no son competencia.

Sin embargo…

Sí es competencia
tomar las compras por una actividad lúdica
hasta invadir cuatro plantas de un enorme edificio
ofertando pasear buscando objetos que no se necesitan
para deshacerse de ellos en plataformas digitales
que no se necesitan.

Sí es competencia
dedicar horas a mirar una caja
que ya no tiene rayos catódicos
proyectando imágenes para alimentar pasividades
ya sea de toros
fútbol
realitis
o noticias.

Sí es competencia
ir a bares (qué lugares)
sin hacer otra cosa que ir a bares
y no como consecuencia de haber hecho algo antes
o ir a hacerlo después.

Sí es competencia
la apatía
el abatimiento
la singana
el aburrimiento
de quedarse abandonado en un cómodo sofá
mientras el tiempo pasa
inexorable.

Sí es competencia
dejarse en el trabajo (no vocacional)
más horas de las remuneradas
por miedo
a perder un trabajo (no vocacional).

Sí es competencia
la nada incauta
la nada inconsciente y anodina
la nada cerebral
la nada dada.

Todo lo demás:
reflexión
creación
diversión
pasión
emoción
ilusión
sentido y sensibilidad
no es competencia:

Es apoyo
estímulo
remos en la misma dirección
es soporte a un modo de vivir en el mundo
es suma y no resta
es más y no menos
es
la resistencia febril contra el triunfo del nihilismo
disfrazado de consumo y entretenimiento.

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir
está escrito con tinta de sinapsis
sobre la barra libre de los axones
entre neurona y dendrita.

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir
y se pregunta por su lugar en el mundo
de cosas
de objetos
de enseres
de tridimensionalidades.

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir
a convertirse en un poema fuera de mi cabeza
pasando a ser un poema en tu cabeza que no querrá salir.

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir
a estar escrito con sangre de pixel muerto
a ser resuelto a golpe de teclado
a encontrarse con ojos de aviesos lectores.

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir
está escrito con tinta de recuerdos
sobre la línea punteada de la desmemoria
entre sentido y sensibilidad.

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir
desea continuar inmaterial
como cenizas del olvido
sombra chinesca en una habitación a oscuras
sonido de árbol que cae en un bosque deshabitado
reflejo en el espejo que refleja un espejo
lágrima más allá de la nebulosa de orión.

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir
escrito con tinta de signos imposibles
sobre una raya semiótica (quizá también semítica)
entre símbolo y etimología.

Tengo un poema en la cabeza que no quiere salir
y rebota contra las paredes acolchadas de mi cráneo
reblandeciéndolo
erosionándolo
expandiéndolo
moldeándolo
hasta hacerme sentir que
todo yo soy un poema.

San Juan

Hoy es San Juan.

Hace años yo solía salir por la noche madrileña
a saltar hogueras improvisadas y algo canallas
que se alimentaban de cualquier mueble antiguo
en las plazas del centro.

Recuerdo una especialmente con amor
en Plaza del Dos de Mayo
con mis amigas Sylvia
y Elena
a la que había venido una amiga
de Mithreyii
cuyo nombre no recuerdo
cuyo nombre no sabría escribir.

Salté por encima del fuego
quemándome parcialmente las deportivas
deseando seguir deseando.

Amaba y amo.

Hoy es San Juan.

Ayer no salí a ninguna hoguera
y no salté por encima de ninguna improvisada
llamarada
y podría culpar a la instituicionalización
o al hecho de que se fue prohibiendo
por descontrol
ese tipo de eventos que hacían de la noche madrileña
un lugar mágico donde cualquier cosa podía pasar.

Pero amaba y amo.

Ayer no salté
el fuego incombustible de la voluntad ciudadana
porque no me apeteció
y no le doy más vueltas.

Hoy es San Juan.

Alicante está ya en el olvido del origen de mi nombre
cuando Queralt me renombró
bajo las mangueras bomberiles
y el amor en la playa de San Juan
era matemáticamente incomparable
hasta que matemáticamente lo fue.

Soy es San Juan.

Amaba y amo.

Amo.

Y, seguramente, amaré.

Pereza

Me dejo llevar por la pereza
en las estribaciones del verano
y del veraneo
olvidándome de un firme pensamiento
que acabe por materializarse en tres palabras
o unas cuantas más.

Tengo pendiente escribir sobre la libertad
y sobre las microdictaduras
sobre la enfermedad crónica que achaca la sociedad
que hace que esté más preocupada por la salud
que por la felicidad.

Somos demasiado viejos
y estamos cansados.

El poema no es ni más ni menos
que una muestra
patética
de ello.

Profesiones: App Almacenista

Iba en el metro.

Miré la ventanilla de enfrente.

Un cartel publicitario anunciaba que no tenías por qué preocuparte si te quedabas sin espacio para adquirir nuevas cosas aunque fuesen innecesarias (esto último no lo apuntaba), porque siempre podías aumentar tu espacio para guardarlas (puesto que son innecesarias habitualmente) en unos trasteros que la empresa bluespace ofrece.

Esa misma mañana había estado leyendo sobre uber, esa otra empresa o app-empresa que permite contactar a particulares que llevan a cabo un servicio de transporte con particulares que desean contratar ese servicio. Obviamente es polémico por la desregularización del servicio que supone, puesto que el equivalente ofrecido por los taxistas requieren una alta exigencia burocrática (que no voy a entrar a valorar).

Uniendo ambas, se me ocurrió la idea de realizar una app-empresa que hiciese lo que hace uber pero aplicada al mundo del almacenaje.

Luego, según se me ocurrió, pensé que sería rentable… y me dio una pereza enorme ponerme a trabajar en ello. Pero ahí lo dejo, por si alguien tiene ganas de patentarlo, estudiarlo, desarrollarlo, comercializarlo… ¡bufff! todas estas palabras me aburren tanto…

Pensando un poco más… una nube distribuida (almacenamiento en internet mediante el uso de diversos ordenadores-dispositivos/servidores) también sería una buena idea de negocio, pero debería estar basada en la premisa de buena conexión bidireccional de banda ancha.

Como está de moda poner nombres en inglés a las app, tengo propuestas para ambas app/empresas:

  • ourWarehouse
  • i-ourWarehouse

Jejejeje… ¡Hay que ver qué cosas! Cualquier día, estas propuestas, si no lo han hecho ya, verán la luz. Y yo seguiré sin ser rico.

Voto por correo

Ayer voté por correo.

Nací mientras aún estaba vivo
Francisco Franco.

A la tierna edad de 13 años
viví con intensidad una jornada
pavorosa
durante la cual
un grupo de personas
que no creía en los partidos políticos
como modo de gestión de nuestras necesidades nacionales
quiso imponer una regenerada dictadura.

En ambos casos
la figura de la monarquía fue relevante.

Ayer voté por correo
porque creo en la democracia
incluso en la democracia parlamentaria representativa.

Se me dirá que soy un ingenuo.
Se me dirá que todos son iguales.
Se me dirá que no hay arreglo.

Pero quienes me dicen eso
son los que me empujan a votar.

Quizá porque Francisco Franco
habría pensado que yo era un ingenuo
habría pensado que los políticos eran algo de lo que desconfiar
habría pensado que él podía arreglarlo.

Ayer voté por correo
arriesgándome a que en último momento
pase algo (de última hora)
que pueda hacerme dudar de mi voto
no tan importante, después de todo.

Me dio por pensar
que no votaba por los últimos momentos
sino por la confianza (ingenua) en una propuesta
articulada con mayor o menor acierto
en un programa electoral
que ha de ser un programa de gobierno
por la confianza en la diferencia
aunque sea sutil
de quienes se postulan para dirigir las riendas del país
por la confianza (ingenua, lo sé)
en la intención de arreglar
lo que puede que no tenga arreglo.

No quedo expectante
a ver si ganan «los míos»
porque creo en la democracia
y ganarán los que elijamos
los que somos tan ingenuos
como para votar
(sistemas electorales aparte).

Aleteando sin remedio el infierno primaveral.

ale/ alea/ aleación/ alea iacta est/ alear/ aleas/ aleatoriamente/ aleatoriedad/ aleatorio, ria/ aleatorización/ aleatorizar/ alebrarse/ alebrastarse/ alebrestado, da/ alebretarse/ alebrije/ alebronarse/ aleccionador, ra/ aleccionamiento/ aleccionar/ alece/ aleche/ alechigar/ alechugado/ alecrín/ alectomancia/ alectoria/ aleda/ aledaño, ña/ alefangina/ alefato/ alefriz/ alegable/ alegación / alegador, ra/ alegal/ alegalidad/ alegamar/ aleganarse/ alegante/ alegar/ alegato/ alegatorio, ria/ alegón, na/ alegoría/ alegóricamente/ alegórico, ca/ alegorismo/ alegorización/ alegorizar/ alegra/ alegrador, ra/ alegradura/ alegranza/ alegrar/ alegre/ alegremente/ alegrón/ alegroso, sa/ aleja/ alejado, da/ alejamiento/ alejandrinismo/ alejandrino, na/ alejandrita/ alejar/ alejija/ alejur/ alelado, da/ alelamiento/ alelar/ alelar/ alelí/ alelo/ alelomórfico, ca/ alelomorfo, fa/ aleluya/ alema/ alemanda/ alemanesco, ca/ alemanés, sa/ alemánico, ca/ alemanisco, ca/ alemán, na/ alenguamiento/ alenguar/ alentada/ alentadamente/ alentado, da/ alentador, ra/ alentar/ alentoso, sa/ aleonado, da/ aleonar/ alepato/ alepín/ alerce/ alergénico, ca/ alergia/ alergista/ alergizante/ alergología/ alergológico, ca/ alergólogo, ga/ alero/ alerón/ alerta/ alertado, da/ alertador, ra/ alertamente/ alertar/ alertear/ alerto, ta/ alerzal/ alesna/ alesnado, da/ aleta/ aletargador, ra/ aletargamiento/ aletargar/ aletazo/ aletear/ aleteo/ aleto/ aletría/ aleudar/ aleutiano, na/ alevantadizo, za/ alevantar/ aleve/ aleviar/ alevilla/ alevín/ alevino/ alevosa/ alevosamente/ alevosía/ alevoso, sa/ alexia/ alexifármaco, ca/ aleya/ alezna/ aleznado, da/ aleznar/ alezo/

Soy el más

soy el más
el más más
el más que eso
el que más de todos
y de todas
soy el más
o la más
pero nunca soy el menos
salvo cuando soy el menos
mientras otros son mucho más
pero yo siempre soy el más
y el menos de lo que no quiero ser el más
porque mira que ser el más
cuando se puede ser el menos
así que sigo siendo el más
el mucho más
el más y mucho más
soy el que siempre más
el que más y más y más
y el menos o la menos y la menos o la menos
y el que más
o el que menos
soy todos
y todas
pero no soy ningún
ni ninguna
o nunca ningún o ningún ninguna
porque soy indudablemente el más que ningún
o el menos que ninguna
o la menos que ningún
o la menos que el más
o el más que menos
porque cómo ser el más
pudiendo ser el menos
o ser el menos
pudiendo ser el más

así que soy el más
soy el más
sin ninguna duda
sin más ni más.

Presentación del libro de poesía de Juan Carlos Ortega

Presentación del libro de poesía

Optimismo radical

de

Juan Carlos Ortega

Editorial Cuadernos del Laberinto

Viernes 20 de mayo, 19 h

Entrada libre y gratuita hasta completar aforo

Participan

Giusseppe Domínguez

Juan Carlos Ortega


 

Juan Carlos Ortega entiende la poesía como ese lugar donde guardar recuerdos, vivencias, herramienta para aprehender el mundo, y al tiempo juguete y varita mágica con la que construir nuevas experiencias, telescopio para explorar el universo, puzle, siempre puzle. Como sabe que este instante presente nunca volverá, ansía fijarlo por escrito. Para este autor la poesía no es una entelequia, sino tangible manifestación de su forma de estar en el mundo.
Este es un libro para todos los que se atrevan a sentir, a leer, a jugar, a amar, a vivir, este es un libro para ti.

Juan Carlos Ortega. Madrid. Licenciado en Filología hispánica. Cursó estudios de Doctorado en el programa de Literatura española moderna y contemporánea. Profesor de Lengua y Literatura desde el año 1991 en los niveles de ESO y Bachillerato. Publicó los poemarios Regreso (2010), y Canto cotidiano (2012);y ha participado en antologías como Tragaluz 17 (2011),Verso Cero (2013), Amor. Poesía amorosa contemporánea (2014), Haré confeti de mis versos (2014) y 21 poetas sin ánimo de título (2015). Ha realizado cursos de formación actoral y participado como actor en obras como Las mariposas son libres, de Leonard Gershe; Fuera de quicio, de José Luis Alonso de Santos; Terror y miseria de todos los tiempos, montaje a partir de textos de Bertolt Brecht y José Sanchís Sinisterra. Además ha sido profesor de taller de teatro y ha dirigido diversos montajes. También ha realizado estudios de formación en Terapia Gestalt; y en la actualidad está formándose en Constelaciones Familiares Sistémicas y está estudiando el grado en Psicología (UNED). Además trabaja como terapeuta.

Esto no es una broma