Es la primera vez en mi vida que «pago» directamente por un teléfono móvil.
Mi primer móvil me vino «impuesto» hace cerca de 20 años: en el trabajo que entonces hacía en los servicios informáticos de las cajas rurales (RSI) me «regalaron» un móvil para estar más disponible a ser localizado ante incidencias del servicio. Dije tajantemente que no iba a estar disponible en todo lugar y en todo momento si aquello no se reflejaba en la nómina y ahí quedó, guardado en el cajón de mi despacho para cuando llegaba a trabajar por las mañanas.
Cuando dejé aquel trabajo, adquirí un teléfono móvil para estar disponible cuando yo decidiese y para quien yo decidiese estarlo. Lo regaló la compañía con la que me di de alta para fomentar ese tipo de consumo que ha terminado por ser altamente lucrativo.
Después tuve una amiga que trabajó en el Departamento de Bajas de una compañía telefónica y me dijo que ese departamento no existía sino que se denominaba realmente Departamento de Retenciones porque te dan lo que sea para retenerte como cliente, tanto es así que desde entonces, cada vez que he querido tener un nuevo dispositivo, tan solo esperaba a que cumpliese el tiempo de permanencia que adquiría con la compañía en cuestión de ese momento y a partir de ahí llamaba a alguna otra con la finalidad de lograr la mejor oferta posible de captación (donde siempre te regalaban móviles, a costa de adquirir compromisos de permanencia y consumos mínimos) y la negociación, desde esa postura de poder, con el Departamento de Retenciones de la empresa que me estaba dando el servicio.
Hubo muchas ocasiones en las que obtuve descuentos considerables (40% durante un año, por ejemplo) además de la deseada actualización del dispositivo.
De un tiempo a esta parte, me resulta cansado cambiar de móvil pues el tiempo de adaptación y personalización del mismo es largo y, por otro lado, las compañías han dejado de «regalar» tan fácilmente un teléfono a quien se dé de alta.
Además, los teléfonos liberados, aquellos que pueden ser usados con cualquier operador, han bajado de precio considerablemente. No así los no liberados cuyo precio viene más explícitamente reflejado en las nuevas contrataciones donde el coste ronda los 6/10€ mes durante 2 años, lo que arroja cantidades próximas a los 200€/móvil.
El último que he tenido, durante el pasado año, ya fue un teléfono libre de compromisos con operadora, lo que me permitiría fijar mi atención en los descuentos de tarifas en lugar de la adquisición de nuevos terminales, ha resultado ser un teléfono cuyo funcionamiento era, en el mejor de los casos, deficiente.
En los más recientes meses el terminal se apagaba al llegar al 60% de batería, lo que venía ocurriendo a las dos o tres horas de haber desconectado el mismo del cargador.
Era muy grande (es, porque sigue vivo) y no cabía en mis bolsillos delanteros del pantalón, obligándome a andar cambiándolo de bolsillos o de ubicación constatemente, incluso a llevarlo en la mano (haciéndome, así, perder la libertad de uso de una de mis más preciadas extremidades) o tener que depositarlo en cada una de las mesas que encontraba a mi paso, como si estuviese preocupado por la llamada siguiente o el mensaje de turno.
Me lo habían regalado mis padres (agradecimiento mediante) y a caballo regalado… y yo era absolutamente reacio a adquirir uno pagándolo, diciendo que, en realidad, no era muy necesario tener un teléfono último modelo.
Así que acabé por hacer de su uso (de un Xirius 5.5 que ha funcionado fatal) una especie de resistencia al consumismo imperante, diciéndome un «¡bah! no necesito uno mejor: puedo aguantar». Pero el tiempo transcurría (más de un año) y he terminado por estar harto de que no tenía un teléfono con el que pudiese considerar que contaba para hablar o enviar un mensaje o alguna de esas innumerables cosas para las que ahora mismo uso un teléfono.
Este pasado fin de semana, finalmente (valga la redundancia), he adquirido un teléfono BQ a mi cuñado en su tienda de Beep Daimiel por un precio de 150€. Me resulta doloroso, casi, saber que he pagado más por ello que por mi mejor abrigo, pero he de reconocer que es una caja de herramientas (no sólo una herramienta) que utilizo cada día más en todo momento y con múltiples motivos.
A pesar de una garantía de 5 años que todos sabemos que no tiene más sentido que el marketiniano, asumo que durará (en el mejor de los casos) unos 3 años o 30 meses, lo que hace un total de (aproximando mucho) unos 150€/30mese = 5€/mes. Que me parece una cantidad razonable para el servicio que ha de darme.