Glorieta de Embajadores

He estado dándole clases particulares a un chavalín que al final ha sacado muy buenas notas y ha comprendido que era capaz de conseguirlo sin necesidad de trucos baratos o copiar de un compañero. Tras un proceso de acercamiento, hemos logrado aceptarnos (yo a él, pues intencionadamente no me dejo conocer, para que él no tenga que aceptar lo que seguro que no aceptaría) y hacer de estas clases algo agradable.

Este verano suspendió Física y Química de 1º de la ESO y no parecía que le fuesen a ir mucho mejor las cosas en septiembre, pero se puso las pilas y le di unas cuantas últimas tutorías (muy persuasivas) en las que insistí en la necesidad del sacrificio temporal de placeres vanos para conseguir un fin a medio o largo plazo.

Durante estas 5 últimas sesiones, he estado yendo a su casa caminando, para darme cuenta de que tan solo tardo 10 minutos más andando que en metro. Y es un lindo recorrido de unos 2 kilómetros y medio, dentro del cual recorrer completa la calle en la que nací: Mesón de Paredes.

En una ocasión, llegué tan temprano que decidí tomarme un café en la glorieta de Embajadores y sacar esta fotito para enviársela a mi madre a quien recuerdo recogernos (a mi hermana y a mí) cada tarde a la salida del colegio Legado Crespo una de cuyas esquinas se ve en la imagen, y llevarnos de vuelta a casa, que era un recorrido de, apenas, 250 metros (10 veces menos, curiosamente).

embajadores

Eran otros tiempos, era otra ciudad, casi diría, y la recuerdo con cariño, mucho más gris y descolorida, con predominancia de tonos apagados, ocres, deslucidos, como el triste color de la moqueta de mi habitación, como el humo de la tabacalera, siempre funcionando, como el traje de los agentes de la ley, ilegal, impuesta por un golpe de estado.

Recuerdo el azul añil del uniforme escolar de los chicos y el rojo (encarnado) de las chicas, las corbatas con gomita al cuello para ellos (y ellas) y las falditas plisadas para ellas; los pantalones cortos y los zapatos duros, negros, paramilitares.

Creo que yo era célebre por el desaliño con el que solía terminar las jornadas escolares, aunque esto no lo recuerdo.

Sí que recuerdo comer en el comedor escolar lo que pusiesen y no protestar nunca. Ingerir lo que los seis compañeros comensales solían dejarse por melindres, por asquerositos… o sencillamente porque el huevo frito siempre llegase frío a las mesas. Me encantaban los días en los que había de comer lentejas porque al día siguiente tocaban lentejas con arroz.

Era un colegio de clase media, sin exquisiteces, sin excesos, con mucha moderación, laico, en una época en la que era algo mucho más inusual que hoy en día, que comenzaba a admitir chicos (fui uno de los primeros) en unas aulas principalmente femeninas. Creo que mi madre había tenido algo que ver en mi admisión gracias a que ella había sido alumna del mismo colegio, pero se lo tendré que preguntar algún día para ver si de tanto repetirlo consigo recordarlo.

Y es que la clase media de entonces no era la de ahora, cuando pensabas en clase media pensabas en austeridad, en ropa de los primos, en ofertas para comer constantemente, en hacer cuentas con cada uno de los gastos, en llevar apuntado lo que te habían regalado, para no pasarte, en tomar una aceituna de tapa con un trinaranjus, en ir andando al colegio, en aprovechar cualquier resto de cualquier cosa para otra cosa… El despilfarro (entre la clase media) era casi pecaminoso y fue llegando la democracia y el auge económico y el consumo… y mucha, también mucha, tontería.

Qué raro: Hoy me siento nostálgico, pero sé que fue esa fotografía, que muestra una glorieta centro de mi vida durante más de 10 años.

¿Cuál es mi centro ahora?


Otra vez particionando una baratija

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Parece mentira (en su día dije inverosímil) que aún siga vivo este viejuno ordenador portátil, pero así es, demostrando que cierta austeridad es posible.

Después de la extinción del soporte de Windows XP, ese ordenador debía ser formateado para olvidarnos de instalar ningún sistema de los de Richmond.

Estoy haciendo pruebas de instalación de diversas distribuciones linux, teniendo en cuenta que sean usables por usuarios sin conocimientos informáticos, es decir, que tengan un sencillo gestor de ventanas, aplicaciones de ofimática, clientes web, etc.

Actualmente, tiene repartido el disco en una partición primaria (/dev/sda1) /boot, con 2 Gb de espacio, que inicialmente estaba pensada para albergar los distintos archivos de imágenes de arranque de las distintas particiones, pero esto da bastantes problemas y es innecesario, así que tan solo contiene el arranque del sistema operativo principal.

El resto del disco, hasta los 80 Gb, está formado por una partición extendida (/dev/sda2) en la que reservé una minúscula partición de swap (/dev/sda5) al final del mismo, para ser usada por todas las distribuciones instaladas.

La partición /dev/sda6, de 7,5 Gb contiene el directorio / de un Lubuntu 14.04, que ha resultado ser capaz de funcionar perfectamente bajo estas minúsculas características:

Compaq Evo Notebook N610c
Mobile Intel® Pentium® 4-M Processors at 1.6-GHz
ATI Mobility Radeon 7500 Graphics Controller with 32 MB of DDR video RAM.
14.1-inch SXGA+ display
512 MB DDR RAM (266 MHz)
80-GB HD.

Fue tremendamente sencillo de instalar mediante una versión LiveCD en un pendrive. Me ayudó a realizar el particionado inicial y depositó el GRUB2 en /dev/sda. Aún no tengo claro si merece la pena instalar el Grub en el MBR.

La partición /dev/sda7, de 7,5 Gb contiene el directorio / de un Debian 7, que me costó mucho más instalar. Tras varios intentos fallidos, lo logré desde un disco ISO de CD. El propósito de este Debian era probar un sistema que casi nunca he instalado y que parece que se acomoda bien a cualquier plataforma, haciendo que su instalación, personalizada, sea ajustada por esencia. Esto mismo es lo que la convierte en más trabajosa, pero a la larga puede merecer la pena. Al fin y al cabo, Lubuntu está basado en Debian, pero con más cositas.

Al Debian en cuestión le instalé para probarla la interfaz gráfica o gestor Enlightenment, lo que tampoco resultó nada sencillo. Acabé teniendo que recurrir a un repositorio sin firmar y que muy posiblemente no actualice las versiones como procede.

En cualquier caso, venía con otro par de entornos de escritorio, del que, cada vez más, me entusiasma la sencillez y eficacia de LXDE.

Otro problema con el que me suelo encontrar cuando trasteo con distribuciones de linux es que todas acostumbran a instalar (reinstalar) el gestor de arranque, cada vez más el GRUB2, y si no se puede evitar, pierdes la configuración que deseas tener con uno de ellos como sistema operativo principal (en el que, siempre, instalo un Grub-customizer). Trasteando, me encontré con una solución (es lo que tiene cuando se encuentran muchos problemas) para restaurar grub desde la partición preferida. Aún no la he usado, porque desde hace tiempo busco la manera de no instalar el Grub al probar una nueva distribución y luego agregar la entrada correspondiente vía el grub-customizer.

Por si fuera poco, algunas distribuciones no se llevan muy bien con el detector automático de esta herramienta, como me pasa en la partición /dev/sda8, donde tengo instalado un bonito y simple Tiny Core Linux, con menos de 2 Gb de disco dedicados y pensado, casi, para ejecutarse directamente desde PenDrive.

En este caso, tuve que añadir a mano en el archivo /etc/grub.d/40_custom la ubicación de los archivos que necesita el sistema en cuestión para arrancar.

Tengo otra partición más que sobredimensionada (4 Gb), para instalar un Puppy Linux en /dev/sda9/.

Pero mientras escribo estas líneas estoy descargando un interesante proyecto de distribución: Emmabuntüs que se relaciona con esta misma idea de austeridad positiva, la que ayuda a integrar y no desintegrar, como vienen haciendo desde la Fundación Emmaüs desde hace décadas. Como tantas otras ONGs, me da miedo encontrarme con que esta también es de inspiración cristiana (su fundador lo era) y acaba por ser otra más de las incontables neo-proselitistas sectas más o menos blandas camufladas de bienintencionadas organizaciones laicas.

De momento, parece que la distribución es bien querida, basada en Xubuntu 14.04.1 y el primero de septiembre 2014 Emmabuntüs 3 celebró el Festival de la Humanidad. Aunque solo sea por eso, es posible que merezca la pena echarle un vistazo.

Aún me quedan más de 50 Gb de espacio sin asignar. Si el PC fuese a ser terminado así, sería un espacio precioso para crear una partición /home para que las distintas distribuciones la compartiesen de modo que pudiesen escribir los datos de usuario en ella y no se perdiesen nunca. Pero hacer esto requiere un poco de paciencia y enlaces simbólicos para no mezclar datos de configuración de las distintas aplicaciones o gestores de escritorio.

Esto lo explicaré en otro momento. Así lo tengo en mi PC actual, mucho más solemnemente particionado (Windows 7, Linux Mint-Cinnamon 16, Kubuntu 14.04 y home en mi SSD y datos de archivos en un disco externo)

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Hoy vuelvo a trabajar

Y sigo sin tener muy claro qué significa qué es trabajar en mi vida. La vida que he elegido se entrelaza con mi trabajo, con mis vacaciones, con mis actividades varias (heterogéneas) lo que acaba redundando en una difícil categorización (elegida, lo sé) de lo que hago.

¿Hoy trabajo? ¿Ayer? ¿Qué es trabajo? Mañana tengo una clase particular pero no creo que ese sea «mi trabajo», aunque algo de dinero ingreso de ello… pero hoy he trabajado mucho más… y no he ingresado nada. Quizá acabe rentabilizando lo que hoy he hecho, pero es tan difícil saber en qué medida…

Pero son las 20:50 del lunes 26 de agosto de 2014 y estoy escribiendo esta entrada en mi diario. Esto es mi trabajo. Esta es mi vida.

Soy lo que escribo y escribo lo que soy… así que esas fronteras se diluyen hasta la nada más homeopática.

Mi jornada laboral son 40 horas a la semana… y un millón de minutos de esos que caben en un segundo.

¿Se entiende?

En el límite de la performance

Hacer una performance consistente en caminar desde el apartamento 180 de la Urbanización Veramar 5, Avenida del Descubrimiento, 5, Puerto Rey, 04621, Vera, Almería, hasta el chiringuito ubicado en la confluencia del Paseo Marítimo, 79, 04630, Vera, Almería con la Avenida del Puerto, 04630, Garrucha, Almería y volver por el mismo camino a una velocidad promedio de 6 km/h, de manera deportiva, ataviado con un viejo pantalón corto de algodón gris, unas deportivas estándar, unos calcetines doblados para acomodarse a la altura del tobillo y una camiseta con el slogan de “No a la guerra” adquirida con motivo de las protestas sociales que se llevaron a cabo en España a raíz de la intervención armada en la invasión de Irak en el año 2003.

¿Por qué está “en el límite” de la performance?

1.- Esta acción no tiene convocatoria pública.

Esto no significa que no sea pública, pero “el público” no está avisado de que está viendo una performance, pudiendo confundir al performer con un mero “footer” o caminante deportivo como otros muchos que aprovechan sus vacaciones para ejercitarse.

Sin ser secreta, no se avisa a posibles interesados salvo por una breve publicación (que, así, la hace pública) en mi blog un par de días antes de realizarla.

2.- Esta acción no tiene componente dramático.

Ni siquiera voy a “permitirme” romper desgarrando esa camiseta significativa que ha recorrido conmigo tanto terreno histórico que es posible que acabe in-intencionadamente desgarrada debido a la fragilidad de un tejido desgastado, casi translúcido (sin referencias veladas a la cámara lúcida de Barthes).

No es que no haya quien realiza performances desprovistas de dramatismo, pero es habitual encontrar cierta tendencia a la espectacularidad vía algún recurso de marcada intensidad dramática (dramaturgia aparte (o no)).

A priori, no es exigible que una performance, para serlo, deba tener o no tener “drama”, pero si se realiza, como en muchas ocasiones, para ganar “audiencia” o su atención, acostumbrada a lo teatral, a lo espectacular, resulta in-ética y|cuando no patética (Ref. Lírica).

La huida ex-profeso de esa componente le resta posibilidades de ser identificada “públicamente” como performance, de modo que la inserta, más aún, en la sucesión de acciones más o menos cotidianas que realizo durante el periodo estival en estas latitudes.

3.- Esta acción es cotidiana.

Aproximadamente 3 o 4 (no 304) de cada 7 días de los 31 que transcurro alojado en el apartamento que mis padres me (nos) prestan para disfrutar de unas merecidas vacaciones, realizo caminando el mismo recorrido con las inevitables variaciones: Cualquier otro día de los que trazo el periplo podría haber sido elegido pero no lo ha sido.

Por momentos, incluso, tentado estuve de dejar este parámetro de la performance, la fecha, a la improvisación y que el día que desease realizarla, lo hiciese sin previo aviso, realzando, si cabe, más aún ese carácter fronterizo con lo cotidiano, incluso para mí mismo.

El hecho de que sea una acción que no se distingue externamente de otra misma le confiere un carácter limítrofe entre lo artístico y lo cotidiano, donde lo único distintivo reside en mí, en algún “lugar” recóndito de mi mente o conciencia que discierne o intiende (de intención) que la caminada de “ese” día es una performance.

Con la sutileza o sutilidad de una “acción ejemplar” con la que guiñarle un ojo a mi admirado Isidoro Valcárcel Medina, esta performance, casi no performática, casi no artística y, sin embargo, casi sin casis, quiere ir un paso más allá de la acción “una mala acción” que se enmarcaba en el VII Encuentro Internacional de Arte de Acción de Madrid (acción!MAD10).

4.- Esta acción no es reivindicativa ni política.

Más allá de la simple lectura de la camiseta recortada para retirar cuello y mangas que mostraban agujeros y rotos que el uso y la compartición con algún lepidóptero habían ido imprimiendo como huella indeleble, esta acción no es política y, al mismo tiempo, es posiblemente la más política de todas las performances que haya presentado o concebido hasta ahora.

4.1.- No reivindico el “no a la guerra” (de Iraq) aunque sigue siendo preciso recordar que esa guerra dista mucho de haber concluido. Además, la ausencia de referencia explícita a una guerra concreta puede leerse en clave más genéricamente pacifista o antibelicista; incluso, antiviolenta.

4.2.- No reivindico el “no al olvido” de aquella ilegal invasión (acorde al órgano legislador internacional más o menos consensuadamente aceptado y/o reconocido) sino, más ambicioso, busco llamar a un posible espectador la atención sobre el olvido de otras guerras, de otras catástrofes humanas o humanitarias, de origen animal, vegetal o mineral, de causas artificiales o naturales, a modo forgianono te olvides de Haití” y, en última instancia, no olvidarse nunca de la responsabilidad como seres humanos y/o ciudadanos.

4.3.- No reivindico el “no al consumo” pero sí clamo por un consumo responsable, sostenible, aunque implique una transformación de los fundamentos socio-económicos del sistema en el que estoy inmerso o precisamente para eso.

De ahí, supongo, estas marcadas referencias “povera” que incluyo en esta performance como en cualquier otra acción de mi vida usando ropa más allá de lo habitual, no adquiriendo recursos o parafernalia específica para cada actividad que pudiera demandarlo.

5.- Esta performance no será registrada (salvo por adelantado).

Mediante este escrito que bien podría haber sido omitido si no fuese por mi voluntad algo didáctica.

5.1.- No haré fotografías de la acción ni de los residuos de la misma, quede como quede la sacrificada camiseta, ni le pedirá a nadie que las haga.

No obstante, no impediré a nadie que tome notas permanentes o impermanentes aunque es poco probable que me vea en tal tesitura.

5.2.- Dado mi interés cartográfico, es posible que represente sobre un mapa el recorrido que habré trazado con una estimación aproximada de la distancia andada o transitada.

5.3.- Por el apego que he ido desarrollando hacia la camiseta usada (que bien podría haber sido otra más afirmativa, como la de I ♥ MALTA, pero el NO rotundo y asertivo de la usada es y ha sido determinante para su elección como prenda de la performance) tomaré alguna instantánea de recuerdo de la misma como ya hice hace un año cuando reflexioné sobre lo revolucionario que era mantenerla en uso.

6.- Esta acción no tiene partitura.

Aunque este texto bien podría serlo con un grado de detalle mucho más exhaustivo o minucioso que la mayoría de las performances que he realizado hasta ahora.

Conclusión:

Volviendo a 3.- (cotidianidad), al día siguiente caminaré en la misma franja horaria (de 10:00 a 11:00) a lo largo del mismo recorrido, ataviado con las mismas vestimentas, pero no, ese día, la misma acción no será una performance.

Quizá, en el fondo de la intención de esta performance fronteriza está la voluntad de dinamitar o desdibujar tal línea imaginaria, tal categorización que mantiene separada la vida del arte o la poesía del poeta, parafraseándome: vivir mi vida como si mi vida fuese un poema, que escribí unos años antes de encontrar la sentencia de Jaime Gil de Biedma: Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema.

Haré confeti de mis versos. Próxima presentación.

Como otro año más, mis alumnos de Talleres de Poesía y Escritura Creativa, presentan un nuevo libro terminado de manera colectiva. Me encargo de la coordinación y de la maquetación. Lo editamos vía una editorial online y los ejemplares repartidos los presentamos en algún local amable de Madrid para terminar la primavera o para comenzar el verano pensando en nuevas poesías.

PRESENTACIÓN Y RECITAL

del poemario

HARÉ CONFETI DE MIS VERSOS

Jueves 26 de junio de 2014 a las 20:30
en
Patio Martín de los Heros
Calle Martín de los Heros, 14
(Metro: Plaza España)

Escrito por Ana Gesteiro, Carmen Cruz, Carmen Garrido, Ernesto Pentón, Eva Obregón, Juan Carlos Orella, Juan Carlos Ortega, Angelines Cuenca, Raquel G. Figueiras, Sara Rivera, Sara Valverde y Tanja Ulbrich

Coordinado por
Giusseppe Domínguez
Talleres de Poesía y Escritura Creativa
Asociación Cultural Clave 53

Cartel_presentación_confeti

Performance: Frontera

Con motivo del III (y último) Encuentro de Arte de Acción de Artón, que se organizó en MATSU el sábado 24 de Mayo del 2014 recibí la invitación con la siguiente propuesta:

convocatoria arton

La propuesta para este año sigue dirigida a la frontera, ya que al estar aquí (Matsuo se encuentra situado en la frontera entre la ciudad y el campo) de manera inevitable se piensa ella, estar en medio y en los bordes…

Lo que une
y separa,
lo que une
después separa,
lo que separa
no une,
frontera.

¿Cuántas fronteras «existen» hasta llegar a lo ajeno?

De modo que respondí con mi decisión de participar con una acción que tomase en cuenta el tema y que titulé tal y como estaba titulado el encuentro. Debía utilizar alguno de los materiales que suministraban (era una condición que imponía la organización) y como muchos de ellos eran aperos de labranza que no conozco, me decanté por un rollo de papel continuo de 20 centímetros de ancho por 30 metros de longitud.

Pedían un texto que describiese la acción y envié un escueto juego de palabras con Frontera:

Frontera de papel. Escribir una frontera. Enfronterar, enfrentar… afrontar.

Pensando en fronteras, inicialmente quise orientarme hacia el proyecto que tengo inacabado de realizar un poema que transite por las diversas dimensiones comenzando como un poema de dimensión uno o meramente textual, pasando a ser un poema en dimensión dos o necesariamente visual, alcanzando la tercera dimensión mediante la corporización u objetivización del mismo hasta terminar siendo una acción que podríamos incluir en el terreno de lo espacio-temporal. Pero este proyecto requería mucho más tiempo para realizarse del que iba a disponer, así que me dispuse a pensar en algo más factible y acorde al lugar en el que se iba a realizar.

Frontera evoca en mí el recuerdo de Topología, la asignatura que cursé en segundo de la licenciatura de Matemáticas y que se convirtió ipso-facto en la más interesante materia que había enfrentado jamás, si bien ya lo había previsto en la asignatura de Topología de cuarto curso de Química en la especialidad de Cuántica, dos años antes.

Y esa frontera como lugar entre lugares, también me remitía a la lógica difusa y su borrado de fronteras de conjuntos de pertenencia o transformación de las mismas en espacios de dimensión no nula, realizando una transformación global de la semántica, vía la anulación del sentido de clasificación preexistente.

No obstante, decidí encontrar algo cuya posible categorización fuese asumida sin discusión y acudí, como suelo hacer, al alfabeto.

Por otro lado, frontera que geométricamente tenía que tener una posible re-presentación, lo que me llevaba a pensar en algún lugar geométrico por definir.

frontera por Ana MateyDado que tenía un papel continuo de 30 metros, decidí comenzar por ahí realizando un triángulo equilátero (y aquí comienzan las alusiones al 3 que tanto me gustan). El triángulo es el polígono más simple posible capaz de tener fronteras (asumiendo un espacio euclídeo).

Ese triángulo sería el delimitador del espacio dentro del cuál estaría yo junto a las vocales y fuera del cuál estarían las consonantes. El porqué decidí situarme del lado de las vocales es, principalmente, por que son las letras asociadas a la emoción, a la expresión de la emoción y, quizá también, quería estar cerca o del lado de la A en una no velada referencia a Joan Brossa.

La acción por tanto consistió en extender ese papel-frontera sobre el que ir depositando unas piedras-mojón a razón aproximada de una por metro, formando un triángulo equilátero de 9 metros de lado. Cada lado contenía, así, 9 piedras-mojón equidistantes unas de otras 1 metro, haciendo un total de 27 piedras-mojón. Estas piedras-mojón pretendían ser una referencia a las estrellitas que se dibujaban en los mapas infantiles para definir las fronteras nacionales.

A continuación, piedra a piedra, fui decidiendo si cada una de las 27 letras (a partir de un alfabeto impreso en DinA4 a letra por página) correspondiente a la piedra en cuestión era vocal o consonante y arrojándola al interior o al exterior del espacio acotado por la frontera triangular.

Como colofón, en orden, fui formando la palabra FRONTERA con las letras que habían sido clasificadas situándolas bajo las piedras-mojón que servían a su vez de soporte a la frontera de papel.

Tras terminar el encuentro, recogí los 30 metro de papel continuo hasta volver a convertirlo en un cilindro usable en otra próxima ocasión.

La acción estaba concebida para durar, idealmente, 9 minutos. Creo que quedó muy cerca de este tiempo.

Unas cuantas fotografías del desarrollo de la acción realizadas por Belén Cueto (creo)

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El maravilloso dossier que Ana Matey se curró para el evento merece la pena que sea compartido en este blog. dossier ARTON:MATSU_III

Tengo tantos temas pendientes

que no sé por dónde empezar.

Algo sobre los adolescentes y los ritos de iniciación: ¿cuándo comienza un niño a ser adulto? ¿deben existir leyes convenidas para paliar la inexistencia de los ritos de iniciación? ¿tiene el estado algo que decir al respecto? ¿es normal o excepcional?

La partitura de la acción que realicé en el último encuentro de Artón. Es atípico que no la tuviese ya hecha, si bien la tenía pensada y concebida tal y cómo se desarrolló. No obstante, tengo que hacerla. En el fondo, para mí, esta es verdaderamente la pieza. Lo que hice es tan solo una posible materialización de la misma.

Escribir sobre el encuentro (aunque no tomé notas, sí tomé nota). Me gustaría contar cómo fue, lo interesante y lo abyecto del insufrible ególatra que arruinó parte del día.

Por qué voté a EQUO en las elecciones al Parlamento Europeo. Que son dos cosas: por qué voté y por qué lo hice a quienes lo hice. El porqué del voto verdad frente al voto útil. El programa frente al personalismo.

La alegría de saber que mi amiga Aída está trabajando en un periódico prestigioso y su primer artículo.

Y algún otro tema que me dejo en el tintero o que tengo apuntado en algún gestor de notas.

Y, sin embargo, no acabo de empezar ningún tema.

Selfie

Ahora que parece que ha vuelto a ponerse de moda el autorretrato, con esta tendencia conocida como selfies, me he unido a la autorrepresentación que, dado el uso del reloj, casi recuerda a esas fotografías de secuestrados que daban cuenta de su ubicación en el espacio-tiempo.

selfie

La reflexión (y no tiene doble lectura) sobre el aumento de este tipo de fotografías y el egoísmo o egotismo o cualquier otra manifestación del ego y superego en la sociedad contemporánea, me la dejo para otro día.

La alergia se está retrasando o las falsas esperanzas

Cada día me despierto pensando que hoy comienza el malestar permanente de la alergia. Y desde hace semanas agradezco (no sé a qué ni a quién) el hecho de no haber empezado. Podría agradecer simplemente el hecho de no tener alergia o cabrearme por tenerla y tener que despertarme pensando en ello cada mañana, pero he decidido agradecer la falsa esperanza de que esta vez se retrase el temita.

Hoy no tengo mocos, no me ha sangrado la nariz, como esperaba. Hoy, casi después de una semana de mayo, aún no presento los típicos síntomas, aunque he tenido que estar un rato sentado esperando a sentirme algo más fuerte, pero pude hacer el taller de Poesía Objetual y Performance en Castrejón este año, en mitad de un campo de olivos, sin ser atacado por esa naturaleza que me es hostil.

No sé qué pasará mañana, quizá tampoco pase nada más. Sigo sin tomar antihistamínicos que es algo así como la prueba palpable de que ya ha comenzado. Sigo sin sentir que los necesito, pero hoy ha sido difícil creerlo.

Tan solo sudo más de lo habitual, tengo un poco de calor inexplicable por el mero hecho del aumento de la temperatura, causado por una especie de combustión interna, por un frente de batalla abierta en el fondo de mi pecho, en mi intestino, en el pericardio, en el perineo, en algún lugar remoto de mi intrínseco misterio, a varios metros de mi piel hacia el interior, como si fuese posible, como si hubiese espacio suficiente para una guerra que no entiende de tratados de paz.

Las manos desean mantener los dedos alejados unos de otros, en un denodado intento de desecar la dermis por contacto con el aire que, ahora, entra por las ventanas. (Antes de eso no había aire, estaba respirando, supuestamente, una burbuja de fluido gaseoso (valga la redundancia) ignoto e inicuo).

Las yemas digitales están a punto de llorar lágrimas de soldados muertos en combate.

Y yo estoy verdaderamente a punto de dejar de tener falsas esperanzas.

Debo mantener recuerdos vivos del tiempo que no he sufrido. Falsas recompensas que sustituyan las ilusiones vanas.

Y a esperar que desaparezca y vuelva otra maldita primavera floreciente.

Esto no es una broma