Soy un hombre abstracto

me atrae la nada y
el todo
incluso el uno
y los primos
otros primos
me son familiares
hasta tener infinitos
numerables

soy de conjuntos
pero no de sucesos
sino de conjuntos de conjuntos que no incluyen conjuntos

y si quiera tener
afecto domesticado
sería de una mascota virtual
un farmville de mascotas
o de rico trigo pixelado
creciendo sin cesar

soy un hombre discreto
con ansias de continuidad
como una bujía queríendose
convertir en candela

me relativizo con demasiada frecuencia
oscilatoria
pero es que no tengo un momento
y no me encuentro
ni aquí
ni allí
sino en ambos lugares a la vez
o no
pues nunca estoy seguro
de si soy un hombre abstracto
o incierto
o
sencillamente
indeciso

el sonido de los latidos de mi teclado
absorbe el pulmón de los dedos que escriben
esta notación significativa
de origen latina
de origen griega
de origen fenicia
de origen o

soy poema
soy cálculo
aunque soy álgebra
soy ciencia
o solo método
de pensamiento palabra y obra
soy amigo de conocimiento
y poco de cimiento
mucho más de cono
sin duda alguna
con cualquier otra sección de curvas llamadas curvas
que incluyen
mistéricamente
las rectas y hasta
un misérrimo punto en un espacio kantiano
un adimensional lugar geométrico que se define
en función de su posición
incuestionablemente cartesiana

soy signo
soy símbolo
soy grafo
soy blanco sobre blanco
soy idea
soy concepto
soy inmaterial
una vaca azul
el backup de un álbum digital
la orientación magnética de unos átomos silícicos
una ecuación de transformación espacio-temporal de Lorentz
modificada por Poincaré

soy una revolución copernicana
en la era de la reproductibilidad de la obra de arte
soy el VI orientado a objetos
soy el pasado el presente y el futuro
en un único instante adimensional
en un espacio de Hilbert
bajo la sombra de una delta de Dirac

soy lenguaje
a la par que Wittgenstein
o soy negrura en la caverna
o soy el que observa la negrura
solipsista

soy un canto a la noche
al día
a la inexistencia de fronteras
y la dimensión fracionaria del ser
res

soy res
publicano

soy social
soy asocial
soy contradicción
y adicción
y adición

soy
luego pienso
luego ergo
luego ego
y luego no

soy o no soy
esa

esa es la cuestión.

Políticamente correcto

grosero humor Me llegó este «chiste» por whatsapp y yo contesté que era feo, que, si no se creía en él, que mejor no se enviase… y me respondieron que me tomaba todo muy literalmente. Contesté que claro, que lo tomo todo literalmente, de literario…

Pero lo que habría tenido ganas de responder es lo siguiente:

Hostia puta, me cago en los putos cojones muertos de tanta pedorrería cateta y chorra, de gilipolleces subnormales, infrahumanas, descerebradas, simplonas y ruines. Estoy tan hasta los putos huevos que la próxima voy a joderte por dentro y por fuera, meter una caña al rojo vivo por el fondo de tu puto culo hasta que sangres toda la sangre que mereces, jodida perra de mierda. Estoy tan hasta los putos huevos (huebos) que me la suda que te cabrees porque no eres nadie, eres menos que nadie, eres una cacho puta sin cerebro, sin nada en esa cosa que usas para peinar y penar una mierda de cochina vida que solo piensa en los huequitos de felicidad que encuentras en tu mierda de tiempo del que no pareces ser propietaria…

…pero vamos, que no es literal, que es metafórico…

No puedo comprender el humor que perpetúa la normalización de la violencia, de la xenofobia, del machismo, de tantas y tantas cosas que no me gustan. Pero, sobretodo, no comprendo que no parezca inapropiado, que no sea «de mal gusto», por lo menos.

Está claro que, si vemos algo de televisión, esta normalización se impregna en nuestros hábitos y estos acaban por hacer al monje. No se trata de ponerse denso, sobrio permanentemente, ni sesudo hasta aburrir a las cabras, pero lo políticamente correcto no está tan mal. Hay cierta tendencia a desacreditar la actitud de la corrección política como si se tratase de moralismo victoriano, pero no es así, es más bien lo contrario.

La incorrección política típica de este tipo de humor chabacano es regresiva, conservadora, antiliberal (en el buen sentido de la acepción de «liberal»), inmovilista; en una palabra: rancia.

Y a mí, lo rancio, me huele mal. Me parece feo.

Tan solo eso.

Y si sigo sintiendo, como viene siendo habitual desde hace más de 3 décadas, que no tengo nada que ver con la mayoría de la población de este planeta, pues que así sea.

De números

Hay algo raro en esto de los números, los numerales, los ordinales y los cardinales. Me explico:

one two three four five six seven eight nine ten
first second third fourth fifth sixth seventh eighth ninth tenth

Yo me pregunto:

¿Por qué hay tanta diferencia en one/first o en two/second y tan poca a partir de six/sixth?

Sé que tiene una explicación, es más, podría ponerme a buscarla ahora mismo y gastar horas de mi tiempo a ver si estas diferencias se producen en todos los idiomas del mundo o solo en algunos, pero es que el número de cosas que me pregunto es tan gigantesco que pasaría años solo enumerando las cuestiones.

Y aquí un intento de incluir el uno en gótico: (Intentando dominar los códigos de unicode en html)

𐌰

Me he encontrado en Internet

A mí mismo, sí, a mí mismo, como si no estuviese aquí, en la mesa, en la silla, escribiendo este texto ridículo sobre que me he encontrado a mí mismo…

Aunque quizá no sea yo. Quizá soy un poco tú… o un poco él, o incluso ella. Soy algo menos mismo. Me he encontrado a tú mismo, o me he encontrado a ella mismo… o solo a ella.

Mí, mí, mí, mí…

Do re mí…

geometria1 geometria2

Bueno, el caso es que en la web de Acción Mad, que este año acaban de publicitar su Décimo Encuentro de Arte de Acción de Madrid (Acción!MAD13), había un enlace a una web llamada A Space For Live Art, en la que resulta que me he encontrado documentación sobre la participación que tuve en el 2010 en el Acción!10MAD. Ha sido divertido e interesante, saber que voy siendo famoso, casi como si lo pretendiese.

Las fotografías son muy buenas, aunque no conozco su autoría. Lo lamento.

10 Razones para hacer un taller de Poesía

Hace unos días una amiga me decía que mis convocatorias de talleres de poesía no le parecían atractivas, que no se apuntaría, incluso sabiendo que soy un tipo interesante y divertido. Me resultó todo un desafío pensar por qué no estaba siendo atractiva la información. Y repensarla. He escrito estas 10 razones por las que yo recomendaría apuntarse a mis talleres de poesía. A ver si esto resulta algo más claro:

1.- Asistir a un taller de poesía (al menos de los míos) es una actividad divertida, muy divertida, de hecho. Una de las cosas más sorprendentes es que siempre que sale alguien de una clase de prueba dice algo similar a «jo, pues me lo he pasado mejor de lo que pensaba». Lo que no deja de extrañarme. ¿Es que esperaba pasarlo mal? Y puede que sí, que claro, como no digo esto de que es divertido, pues no se lo espera.

2.- Un taller de poesía (de los míos) no es un curso de literatura. Claro que se leen autores, y hasta se contextualizan, pero de lo que se trata es de escribir, escribir, escribir… Y me pongo pocas veces literario, porque no creo que sea lo que más ayuda a escribir. Me he llegado a encontrar (frecuentemente) que la gente me pide que cuente más cosas de las biografías o de las poéticas de tal o cual movimiento o poeta, pero las clases son cortitas y se va al grano: escribir, escribir y escribir.

3.- Ya, pero ¿cómo escribir? Pues de cualquier manera. Es fácil, tan fácil que parece que no hago nada, ¿qué me enseña un profesor de un taller de escritura? ¡Yo no enseño a escribir! Ni siquiera enseño una poética. Propongo juegos que incentivan, que facilitan la escritura, que hacen que no sientas que eso de escribir es difícil o que tienes que tener algo especial que contar.

4.- ¿Tengo que esperar la inspiración? Pues no. No, no, y no. La inspiración es importante, pero en un taller de poesía (al menos de los míos, insisto) se busca trabajar el músculo, ampliar la mirada, cambiar la manera de ver el mundo, desarrollar la creatividad, trabajar la recuperación del material cotidiano, es decir, que siempre se tiene algo especial que contar. Aunque parezca que no merece la pena, lo que más importa es contar lo propio, lo que a cada cual le ocupa o le preocupa, y eso es lo verdaderamente «auténtico». Y cuando llegue la inspiración… ¡pues que te pille trabajando!

5.- Pero a mí, ¿qué me aporta un taller de poesía? Especialmente en estos duros tiempos de crisis… Pues entre otras cosas, esa de cambiar la manera de ver el mundo que decía antes, puede ayudar a ver belleza donde no la encuentro, o un rato agradable, un tiempo para mí, un tiempo que me doy con el que descubrir mi lado más creativo, más atrevido, y ese atreverse da una sensación de libertad increíble. Y la libertad creativa (casi algo redundante) es algo que procuro estimular por encima de todo en los talleres de poesía que propongo.

6.- Pues yo no entiendo la poesía. Suele ser la objeción más habitual. Esto es lo que tiene que ver con esta cosa de lo contemporáneo. El mundo ya no es tan fácil, al menos no es tan sencillo de entender, y sin embargo es el mundo en que hacer cosas es más fácil de lo que lo ha sido nunca. Creo que gracias a este tipo de talleres se entenderá mejor… no tanto la poesía, como el hecho de que no sea tan necesario entenderla para disfrutarla.

7.- Un taller de poesía (de los míos) no es terapéutico. No va a hacer llorar a nadie, haciendo que tenga que desgarrar sus vestiduras, romper las barreras de su pudor, confesar sus deseos inconfesables. Cada cual, cuidadosamente, irá decidiendo su grado de compromiso personal, íntimo, su forma de acercarse al hecho de poner en público sus textos. Soy especialmente cuidadoso de hacer entender que no hago terapia, no busco que los asistentes estén más sanos, ni que tengan que pasar por más o menos dolorosos procesos catárticos. Es un taller de escritura. Quien quiera terapia, que me pregunte… tengo unas buenas amigas terapeutas que pueden ayudar.

8.- Estar en un grupo de un taller de poesía es integrador, me hace sentir menos soledad. No soy tan raro o tan rara como siempre pude haber pensado si es que estoy leyendo esto. No, de eso nada, hay mucha gente parecida (y diferente al mismo tiempo) que comparten un rato haciendo algo que une, entretenido e interesante. Y encontrar a esa gente, que se trata bien, que se respeta, que se cuida, que se aprecia, que se admira, incluso, es tan bonito que solo por esto merece la pena probarlo. La gente de mis talleres es tan maja… Y dicen que es por mí, pero no me lo acabo de creer.

9.- Taller de Iniciación a la Creación Poética Contemporánea es un nombre bastante pedante, pero es que tengo una pequeña deformación: ser demasiado fiel a lo que digo que hago. Se habla de creación poética y no de poesía, para poder incluir, sin tener que aclararlo, la prosa poética, la poesía en prosa y otras formas contemporáneas, pero contemporánea porque el único que va a decidir si la obra es buena o mala es el poeta. Y esto es un poco desconcertante, porque estamos tan acostumbrados a que nos digan si lo hacemos mal o bien que eso de que no haya nadie que lo diga resulta un poco desalentador, pero luego, superado el primer impacto, es todo lo contrario: se puede sentir esa libertad de la que hablaba antes, ese aire fresco que permite explorar sin miedo lo que cada poeta tenga que decir. Y es un Taller porque se escribe, se escribe, se escribe…

10.- Seguro que hay más de 10 razones que se me ocurren para hacer un taller de poesía (de los míos, al menos), pero si ninguna de esta te ha convencido todavía, puede que no quieras hacer un taller de poesía. Tampoco es tan importante. Hay muchas otras cosas que hacer en el mundo… aunque una hora a la semana, rápida, divertida, interesante, creativa, económica, que te puede transformar la vida, hacia donde tú quieras, libre, fácil, intensa… ¿De verdad que no quieres probar ni siquiera una clase gratis?

¿Qué piensas sobre dejarlo todo, empezar de 0 y solo tener lo que te hace feliz?

Vamos, perseguir tus sueños.

Me preguntas ésto como si yo supiese más que tú sobre ello. Como si alguien supiese más que tú (en tu vida). Y no tengo ni idea. Te lo aseguro. Pero, por ver si puedo arrojar algo de luz, descompongamos el problema. Se trata de 3 preguntas y voy a contestar (desde lo que sé o he vivido) una a una:

Dejarlo todo

No me gusta la idea de dejar lo que he hecho, sino más bien de ir acumulándolo. Pero he de reconocer que he ido procurando hacer a lo largo de mi vida cosas que me gustan.

Bueno, hubo un tiempo en el que no (trabajaba de administrador de redes y sistemas UNIX de una gran empresa financiera), y entonces sí lo dejé, pero luego lo eché de menos (por no hablar del hecho de tener una nómina a final de mes, cosa sin la que no me acostumbro a vivir después de más de 10 años sin ella). Ahora intento incluir en mis poemas material informático, como cuando programaba, hago copias de seguridad de todo mi trabajo artístico, incluso he conseguido algún trabajo en la gestión de eventos de Performance Art gracias a ello, además de que aprendí muchas cosas que me resultaron muy útiles cuando quise organizar la gestión de la Asociación Cultural que fundé: Clave 53. Sin mi paso por esa época no habría sabido hacerlo.

Pero lloraba en el sótano, donde estaban los servidores, y aquello era intolerable. No sufrir. Me parece algo básico, pero que se olvida con frecuencia: distingo entre sacrificio, esfuerzo y sufrimiento. Esto último… NO, ¡nunca! (al menos nunca más)

A veces, ahora, me tienta dejar de hacer mis talleres de Poesía, porque no me dan mucho dinero y sí mucho trabajo. Es cansado, agotador, buscar sala cada año, enviar emails para conseguir nuevos alumnos, animar a los que están, imaginar nuevas formas de crear, plantear nuevos retos, pero al mismo tiempo seguir manteniendo una constante perseverancia por la disciplina que implica participar en un taller de escritura. Cada año, por estas fechas, me planteo, en parte, la pregunta que me haces, pero luego sé que quiero seguir, que no sé muy bien por qué, pero sin esos talleres, que defiendo a capa y espada, lo pasaría mal, estaría más triste, en resumen: sufriría. Así que sigo adelante y lo intento otro año más.

Te aseguro que sería mucho más rentable que me centrase solo en las clases particulares, por no hablar de otros posibles trabajos (volver a trabajos más convencionales como consultor o comercial tecnológico, por poner un par de ejemplos). Pero estaría más triste… y no me apetece vivir así.

Curiosamente, dejar mis clases particulares no me lo planteo, porque cada día me gusta más. Y has tenido mucho que ver, así que te estaré agradecido siempre. (Inciso: ayer comencé una clase con una chica en Embajadores que estaba en el conservatorio, toca la trompeta, y me acordé, cómo no, de ti).

Empezar de 0

No creo que se pueda. Siempre se tiene algo encima… Podemos pensar en cambiar el origen de coordenadas, por decirlo así, pero en realidad, la vida tiene historia. Es lo que nos hace que tomemos decisiones desde donde estamos. Eso sí, siempre, en el fondo, estamos en ese origen de coordenadas y nos toca tomar decisiones constantemente. Y cuando lo olvidamos, la función comienza a decrecer (por seguir con la metáfora matemática).

O sea, que lo que te he dicho no es cierto: en realidad, siempre empezamos de 0, cada mañana es un nuevo 0, un nuevo origen, un lugar de página en blanco para escribir un nuevo libro que se está escribiendo todo el tiempo.

Hace tiempo había una pregunta circulando por ahí, en redes sociales, que era algo así como ¿y tú, qué quieres hacer en este nuevo día? Preguntarse esto cada día es fundamental… pero cansado. Sería más fácil tener claro qué quieres hacer en los próximos 10.000 años, por ejemplo, pero también un poco más aburrido. El día que lo sepa, creo que no querré seguir viviendo. Para mí, vivir es tomar esa decisión cada mañana.

(Algo personal: Por ejemplo, cada día sé que estoy enamorado de mi chica, cada día. Me gusta saber que lo decido cada día, cada día, nuestra relación empieza de 0, no es una relación que ya se da por sentada, por asentada, por estable… tengo que conseguir que ella me quiera cada día, y sigue siendo fácil, aunque no lo entienda, pero el día que no ocurra, pues habrá que pasar a otra cosa)

Solo tener lo que te hace feliz

Bueno, esto en realidad (matemáticamente hablando) también son 2 preguntas:

  1. tener lo que te hace feliz
  2. que esa cosa sea única (por lo de solo)

Y el problema primero, aunque no lo parezca, es que no creo que tenga una única cosa que me haga feliz. Tengo varias e intento hacerlas todas, pero no tengo tiempo material para realizarlas. Algún proyecto que me encanta (estoy haciendo una clasificación filogenética de todas las lenguas que hay o ha habido en el mundo) me llevaría un tiempo que, seguro, sobrepasaría el que voy a vivir.

Tener lo que te hace feliz: Bueno, supongo que te refieres a hacer lo que te hace feliz.

Al menos, para mí, tener (lo que sea) no me hace feliz. Hacer, sí.

No hacer lo que me hace feliz me hace infeliz, así que no hay mucho que decir: no quiero ser o vivir infeliz.

Hago lo que me hace feliz casi todo el tiempo. No puedo pensar que se pueda vivir de otra manera. Aunque, en algún momento de mi vida lo hubiera olvidado y estuviese un tiempo haciendo cosas que no me hacían feliz, pero me dieron dinero. Eso es algo bueno, me dieron cierta solvencia con la que poder, ahora, hacer lo que me hace feliz sin pensármelo mucho. Vivo el resto de mi vida así y no me planteo lo contrario.

Pero, y si me hubiese planteado esto con tu edad, antes de tener una casa propia pagada, por ejemplo.

¡Madre mía! ¡Qué pavor!

En cuanto a perseguir los sueños…

Lo más cerca que estuve fue que pensé en hacer filosofía, algo que era claramente inútil, y hasta mi profesor de filosofía me recomendó que no lo hiciese, que estudiase algo «práctico», que siempre estaría a tiempo de estudiar filosofía, mientras que químicas o matemáticas (que también quería estudiarlas) no eran fáciles de empezar después de 5 años de una carrera de letras.

Le hice caso y estudié Química, pero como no debía ser demasiado «práctico», pues acabé estudiando cuántica, lo más inútil posible dentro de las ciencias. Y luego matemáticas… que tampoco son demasiado útiles.

Pero ya iba teniendo añitos y quería irme de casa de mis padres, tener independencia económica, así que acepté trabajar en un centro de investigación y desarrollo de Inteligencia Artificial. Fue una época interesante en la que aprendí muchísimo, aunque con el paso del tiempo acabé perdiéndome en la necesidad económica (ya era necesidad) y ese perderme me llevó a abandonar sueños como el de ser profesor en un instituto de matemáticas (ese era mi sueño, sí).

He de reconocer que tenía sueños más realizables que los tuyos (a primera vista) pero quién sabe. Quizá no sea tan irrealizable perseguir el sueño de ser pianista (si es que ese es tu sueño). Pero a veces hay que pensar si ese sueño, cuando se hace real, sigue siéndolo. Sobre todo, antes de borrar cosas que también te pueden gustar o te gustan.

Ufff… hacer convivir los sueños con la realidad es todo un desafío.

Hay que perseguir los sueños. Sí, sin duda ninguna.

Pero hay que encargarse de que sean sostenibles, de que los podamos sostener, porque si no es posible que dejen de ser sueños y pasen a ser pesadillas. ¿Cómo se hace? Y yo qué sé. Cada uno lo hará según pueda, supongo.

Conozco amigas que se lanzaron a bailar danza clásica cuando todo el mundo les decía que eso era inviable, que no podrían continuar más allá de unos años, pero mira, ahí siguen, luchándolo y viviéndolo en un sueño agotador a veces, pero que sin el que serían infelices.

Una de mis mejores amigas es informática y también cineasta. Tiene una lucha permanente en su vida por el ganar dinero de algo y vivir para su sueño… entonces, coge un trabajo de informática, dura un tiempo, vuelve a dejarlo y hace un corto o edita vídeocreaciones. No tiene resuelta su vida, no sabe qué hace con ella. Ahora está en Hamburgo, viviendo con su chica, y pensando en volverse. Tiene más de 30 años y no tiene ni idea de contestar a esas preguntitas que haces.

Carmen (mi chica), sigue luchando por ser profesora de Tango y Bailarina, aunque no sabe si esto de bailarina le acaba de gustar, o no le gusta o tiene pánico escénico, y es una lucha permanente, una lucha a la contra en un mundo, en un sistema, en el que es fácil perseguir sueños si son los que producen rendimiento económico. Pero no siempre felicidad.

Mi mejor amigo chico (tengo pocos amigos chicos), es pintor y grabador, ya bastante consagrado, sus cuadros cuestan más de 6.000 euros, pero es muy difícil venderlos, así que vive como puede y es agotador. Tuvo la plaza fija como profesor de Grabado en la Facultad de Bellas Artes. Era el profesor más joven que había ocupado esa plaza nunca. Pero quería perseguir su sueño de ser pintor y no profesor… y lo hizo. Le cuesta, te diría que mucho. Es de las personas más trabajadoras que conozco, con la disciplina de la que hablaba Picasso, que decía: «Que la inspiración te pille trabajando». Trabaja sin parar y no siempre con posibilidades de conseguir una remuneración directamente proporcional a sus horas de trabajo. Pero si no trabajase en ello sería infeliz.

Te podría enumerar decenas de amigos y amigas que viven y luchan por conseguir sus sueños, pero cada uno y cada una lo hace como puede.

Por ser algo práctico (por una vez y sin que sirva de precedente) te diría que aumentes tus posibles fuentes de formación de cara al futuro… pero ¿qué pasa en el presente? Eso, la verdad, solo lo sabes tú.

O sea, en resumidas cuentas: No te he respondido, ¿verdad?

Lo siento, pero, igual es que es uno de esos problemas que no tienen solución…

En respuesta a una pregunta formulada por mi ex-alumna, Marta.
¡Cómo me alegra que se haga estas preguntas!

¿Pero qué coño es una performance?

Hoy me ha tenido en jaque mi amiga Vicky durante más de 2 horas, acusándome (jejeje) de no explicar con claridad ni saber hacer llegar al público qué es eso de la performance.

Es curioso, porque el domingo, después del debate performático en el que estuve participando en EXCHANGE, Encuentro de Arte de Acción, en Espacio B, el coordinador del espacio me dijo lo mismo. Estuvimos largo y tendido hablando de cómo comunicamos los performers al «público» y a qué tipo de espectador nos dirigimos. Me sentí responsable (en la medida en la que lo soy) de cierta desconexión entre la gente y lo que Yolanda Pérez Herreras llamaba la «gentuza» de la performance.

Es cierto que se hacen cursos de Performance, talleres, etc, pero se suelen promover asumiendo que la persona que se va a interesar en ellos ya sabe algo, si no mucho, de a lo que se acerca. Y acaba requiriendo un trabajo de «limpieza» de prejuicios sobre lo que creen que saben de la performance.

Creo que los que sabemos algo de esto de la Performance (que siempre o casi siempre preferiríamos llamar arte de acción), nos hemos olvidado de aquello que nos acercó a este arte, nos hemos olvidado de que nos hicimos esta pregunta que desató otras:

¿Qué coño es una Performance?

Respuesta (sin mucho contexto): Una manifestación de arte conceptual, en la que aparece la acción como elemento compositivo.

¡Hostia! ¿Y esa es la respuesta? ¿Eso se supone que aclara algo? ¿Qué coño es arte conceptual? ¿Qué es un elemento compositivo? ¿Y una acción? ¿Cualquier acción?

Respuesta (sin mucho contesto): Arte conceptual es un tipo de arte contemporáneo que hace prevalecer el concepto, la idea, por encima de la realización o su materialización objetual.

Y en cuanto a lo de la acción y el elemento compositivo: Pues sí, cualquier acción puede ser usada para componer una pieza performativa o performance.

Bien… ¿Te has quedado a gusto? ¿Arte contemporáneo? ¿Concepto o idea? ¿Realización? ¿Materialización objetual? ¡Venga ya! ¿Y entonces qué queda? Y además, ¿Cualquier acción? ¿Qué me dices? ¿Comerme un plato de lentejas es una performance?

Por partes (o sea, que se va complicando):

Respuesta(s) (sin mucho contexto):

Arte contemporáneo es un tipo de arte que ha roto con la convención de una academia u organización o criterio más o menos objetivo de calidad que determine su valor artístico.

Concepto o idea: cobra importancia el tratamiento «intelectual» que se da a la realidad que deja de intentar ser capturada únicamente por lo superficialmente sensorial (Ejemplo: Las señoritas de Avignon, de Picasso, son señoritas, pero su representación (o el tratamiento que se hace para representarlas) ocurre en el intelecto, se visualizan sus distintas facetas e intentan plasmarse simultáneamente, no desde un único punto de vista, estático (perspectivo), sino desde varios a la vez. Los futuristas harán más o menos lo mismo que el cubismo, pero simultaneando sucesos cronológicamente disjuntos).

Materialización (o desmaterialización): esta es otra frontera tremenda (y tremendamente actual, por otro lado, por la vertiente virtual que conlleva) porque trae a colación el hecho de que, si la idea o el concepto es tan importante, quizá, esa idea o concepto es el verdadero corazón de la pieza, hasta el punto de que el objeto carece de importancia (en este tipo de arte, que no excluye ni tiene por qué entrar en conflicto con que se sigan realizando otras formas artísticas objetuales).

Con respecto a la acción o si sirve cualquiera: sí. Pero la acción ha de ser la acción, no un sucedáneo de otra cosa que no se realiza, es decir, no se trata de emular beber ginebra bebiendo agua que pueda dar el pego: o se bebe ginebra o se bebe agua, pero no se simula… (en cierta ortodoxia). Si bien podemos hablar de acciones metáfora, pero eso es otra historia. Además de que no exista creación de un personaje que no esté embebido verdaderamente en el momento actual y presente de la acción, sino que se es quien se dice ser. No hay un Giusseppe y un «Giusseppe-Performer», sino que Giusseppe=»Giusseppe-Performer», lo que vendría a ser equivalente a una ecuación que adoran usar los performers: Vida=Arte (y que para mí es más una utopía que una concreción).

¡¡¡Joooooder!!! Esto se dispara: Varias preguntas por partes también:

¿Entonces, en el arte contemporáneo, si no hay valor objetivo de calidad, qué determina qué cosa es una pieza de arte?

¿Pero es posible no ser siempre, de una manera inconsciente, un personaje, una máscara que se muestra cuando se está de cara al público?

¿Si cualquier acción puede ser una performance, qué las distingue de aquellas que no lo son? ¿Todo lo que hago en mi vida es una performance o un conjunto de ellas? ¿Puedo ensayarlas? ¿Si he realizado una acción, puedo repetirla?

Ufff… sigue disparándose el tema y tengo que ir a hacer la comida, pero, respondo como puedo a las múltiples preguntas que surgen:

Al no haber valor objetivo de calidad, la verdadera calidad de la obra radica en algo íntimo que el artista o creador sabe en su interior y no puede comunicar, que tiene que ver con lo que Rilke llamaría «necesidad» de realizarla. Hay una honestidad íntima que se manifiesta en coherencia en la trayectoria… no, no queda otra cosa para saber si un artista contemporáneo es «bueno», que saber si sabe de qué está hablando. Si no lo sabe, la verdad es que está haciendo arte vacuo. No está estafando, es, simple y llanamente, simpleza.

Con respecto a la creación «inconsciente» de personaje, nada que decir: hablamos de lo que es creación consciente. Lo que el inconsciente hace… es inconsciente. No sé si me explico.

Cualquier, insisto: cualquier, acción (o conjunto de acciones) puede ser una performance. Lo que las hace diferentes es algo a lo que llamamos Intención. Como ejemplo aclaratorio de lo que es la intención: aquello que distingue un beso de un beso. (¿Se entiende?) Besar a alguien en una película, o besar a una amiga, o abrazarla… o besar a una persona a quien deseas sexualmente, o abrazarla… todo cambia, aunque desde fuera sea imposible apreciar el más mínimo cambio.

Sobre si puedo ensayarlas: supongo que cada cual puede hacer lo que quiera, como los besos, pero no sabrá lo que es besar (un beso de amor) salvo que bese de verdad (jajajaja, como la española cuando besa…). Y en cuanto a repetirlas, pues lo mismo. Al fin y al cabo, cada cual decide qué desea hacer… y la intención tiene, de alguna oscura y mistérica manera, que ver con el deseo.

Sé que quedan muchas más preguntas por responder, por formular, por investigar… pero he de reconocer que tengo que hacer la comida, insisto, y no puedo seguir… además de no estar seguro de que lo que estoy respondiendo sea tan cierto como deseo. Seguro que hay otras opiniones bien fundamentadas sobre ¿Qué coño es una performance? que igual no irían por los mismos derroteros que esta conversación más o menos reconstruida a partir de la que he tenido con mi amiga, pero estas son las mías desde el aquí y el ahora.

Espero que sirvan y aclaren…

Endodoncia

jack-huston-candidato-frankensteinAcabo de llegar de que me hagan una endodoncia tal y como se supone que tienen que hacerme para tratar mi dentadura. Siento un no sentir muy extraño: cuando bebo agua, es parecido, supongo, a la experiencia que debe tener el personaje de BoardWalk Empire, Richard Harrow, que aparece a la derecha. La parte izquierda de mi boca no existe. No se mueve acorde al resto. Aunque, bien mirado, sí, si se mueve, pero el movimiento no me reporta información a un cerebro que parece inconsciente del mismo.

Advertí al dentista de mi fragilidad, de mi poca valentía, de mi extremada sensibilidad del dolor, hasta resultar casi ridículo. Me caían pequeñas lágrimas que, en parte, me avergonzaban y me han llevado a pensar en cosas curiosas. Hoy acompañaba al doctor, un joven atractivo de unos 35 años de edad, alto, de complexión delgada, pero firme, una ayudante, doctora que no trabajaba allí, por lo que supe durante sus conversaciones mientras me ignoraban bajo sus brazos, de piel clara, nariz pequeña y puntiaguda, unos dientes perfectos asomando entre unos labios de una carnosidad insinuante (¿acaso podía ser diferente la carnosidad?).

Me resultaba curioso, repito, creer que no me estaba comportando como un héroe, cosa que sé que no persigo, y que, de algún modo, esto me hacía sentir cierto embarazo. Y con esto de los héroes, he recordado una conversación epistolar que estoy leyendo entre Paul Auster y John M. Coetzee.

Ellos hablan (y están de acuerdo) sobre el deporte y la visión heroica de los deportistas, como héroes que transitan entre los estados (digamos kierkegaardianos) éticos y estéticos. Distinguen, al menos lo pretendía hacer Auster, algo más organizado mentalmente, entre los que tienen relación pasiva (espectadores) y los que tienen relación activa (deportistas) con el deporte en cuestión. También quería hacer una clasificación entre los deportes de equipo y los individuales. Coetzee, por su parte, habla del Ajedrez, trayéndolo a colación de competición y obsesión.

Sin desmerecer este despropósito de incluir el ajedrez entre los llamados deportes, en todos ellos hay una búsqueda, más o menos sublimada, de ganar a otro. Para mí, los deportes no son ni más ni menos que sublimaciones de la competencia intraespecífica de la que hablaba Konrad Lorenz.

He buscado textos sobre el tema y me encuentro este interesante titulado Los Ocho Pecados Mortales escrito en 1972.

Konrad Lorenz nació en 1903 y murió en 1989. Naturalista y zoólogo, es el fundador de la etología, la ciencia del comportamiento, tanto el animal como el humano.

El lugar de su nacimiento es Viena. Se doctoró en medicina y zoología en 1933 en esta Universidad. Llegó a ser muy conocido por sus esfuerzos para identificar lo que él llamaba patrones establecidos de conducta, de los cuales demostró que estaban genéticamente determinados. Estableció, además, que dichos patrones eran tan importantes para la supervivencia del animal como sus características fisiológicas, y que ambos factores tenían un desarrollo evolutivo similar.

Uno de sus más conocidos y difundidos logros es el haber descubierto que los estímulos auditivos y visuales de los progenitores de un animal son necesarios para inducir a la cría a seguirlos, pero que cualquier objeto, incluido un ser humano, podía inducir la misma respuesta si se empleaban los mismos estímulos.

En su obra Sobre la agresión (1963), Lorentz demostró que el origen genético de la agresividad humana provenía del comportamiento observado en muchos animales cuando éstos defienden su territorio. Aunque la tesis era científicamente inatacable y hasta llegó a difundirse bastante masivamente, generó duras reacciones por parte de quienes siguieron – y siguen – aferrados a las doctrinas «políticamente correctas» que imponen los grandes centros académicos. .

Así, Lorenz terminó clasificado como incómodo «revolucionario» y la tendencia actual es a tratar de ignorar su obra. Sin embargo, difícilmente eso sea del todo posible. En primer lugar porque es demasiado extensa y, en segundo término, porque el rigor científico que lo caracterizó durante toda la vida lo ubica mucho más allá de las controversias intreresadas y mezquinas.

Sus obras principales son «Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros» (1949), «Cuando el hombre encontró al perro» (1950), «Evolución y modificación de la conducta (1965)», «La otra cara del espejo (1973)» y «Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada» (1973) que aquí ofrecemos.

En 1973 Lorenz recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina conjuntamente con Nikolaas Tinbergen y Karl von Frisch por sus trabajos en el campo de la etología.

Pero más divertido ha sido encontrar sus textos comentados en la web del Opus Dei, con unas críticas finales que dan ciertos escalofríos porque uno se imagina, fácilmente, a unos señores quemando los libros de este autor, entre otros tantos dogmática o doctrinalmente indeseables:

VALORACIÓN DOCTRINAL (Según el Opus Dei)

La obra de LORENZ parte de bases falsas, pues su método de investigación se basa en el estudio del comportamiento animal —en el que el autor es ciertamente un experto— y en la extrapolación sistemática al hombre de los resultados de dicho estudio. Por lo tanto, se afirma el carácter determinante de los instintos sobre la conducta humana —al igual que sobre la animal—, y se desconoce por completo el papel que en el hombre tienen el entendimiento y la voluntad: aunque LORENZ afirme que reconoce el valor de la libertad, y que éste no resulta negado por su teoría (pp. 255-256), en la práctica se desnaturaliza por completo su significado. Nos encontramos, en conclusión, ante una obra claramente desaconsejable.

De correos

Hoy no he mirado el buzón de correo postal.

Tengo una maleta (que ya son 2)
donde guardo correo postal
desde los 14 años.

Pero poca gente queda que me escriba
personalmente
por correo postal.

Yo aún lo intento, cada verano,
enviando unas 10 postales
y quizá unas 10 cartas
anualmente.

Pero no parece tener sostenibilidad
con lo difícil que es conseguir
un sello
un buzón
un sobre
palabras de 5 letras todas
como carta.

Cada vez tengo menos urgencia
por mirar mi buzón (buzones)
de correo electrónico.

Desde hace casi 30 años
tengo correo en internet
aunque aún no se llamaba internet (era en BITNET)
y mucho menos
Internet.

Tenía una cuenta en un gran IBM 3090
y no recuerdo bien el usuario
pero era algo así como JMDOMIN at IBMCCI11
para luego tener una cuenta ya formalita
allá como en 1994
en un equipo UNIX
jmdomin@Helena.iic.uam.es
cuyo nombre me evocaba a la mujer que me había vuelto loco
durante más de un año.

Aún guardo todo ese correo
y con nostalgia
algún día
como hoy
lo abro y veo qué cosas me preocupaban
para ver lo lejos que queda
y lo cerca que queda.

Los últimos años
el correo electrónico para uso personal
lo he ido reduciendo al mínimo
hasta llegar a límites insospechados
entonces.

A duras penas sigo guardándolo
cada cierto tiempo
con mi obsesión permanente por hacer backups
del universo entero
por si un día debo restaurarlo.

Pero me resulta difícil saber si merece la pena guardarlo
y, sobre todo,
qué guardar.

He comenzado a borrar mensajes que recibo
de gente cuyo correo
es meramente informativo
sin intención de ser comunicativo.

Supongo que al otro lado
muchos y muchas están haciendo eso con mis envíos de correo masivos
informativos y poco
o nada
comunicativos
en el sentido de necesitar un feedback
que alimente la conversación,
la correspondencia,
convirtiéndola
en una interacción humana a dos (o más) bandas.

Así que ahora que tengo
whatsapp
facebook
line
skype
gtalk / G+
un par de dominios (de segundo nivel) propios en Internet
jmdomin@giusseppe.net
jmdomin@clave53.org
más de 10 cuentas de email
tipo
jmdomin@gmail.com
gsspp@hotmail.com


ahora
no me siento más conectado que entonces
hace más de 30 años
cuando miraba ansioso
el buzón
en busca de una carta de una chica a la que criticar
por sus faltas de ortografía
mientras pensaba en sus enormes tetas,
ahora
voy sintiendo que almacenar la información
es inservible
y que lo interesante es la inmediatez
el ahora
el ahora mismo
mismo
mismito
ahora te llamo
ahora
hablamos
y no almaceno esa información
salvo
distorsionada
en la memoria
frágil
de mi cerebro.

Ahora
este diario
está empezando a ser
de vital importancia
para un pez
que no se llama Wanda.

Plantar un Soneto

¿Una acción o un poema?

No sé muy bien si lo que hice el sábado 14 de septiembre de 2013 en la noche del último Encuentro Internacional de Arte de Acción de Caudete fue una acción o un poema.

En realidad (lo otro era irreal), sí que lo sé: es la acción de escribir un poema visual, convirtiéndolo así en un poema acción. Un poema, en resumen. De hecho, un soneto, un soneto a la cola de los escritos por el gran Joan Brossa, plantado en tierra siguiendo la partitura que presento:

Plantando un soneto

Pensada para ser realizada en el X Encuentro Internacional de Arte de Acción de Caudete, Albacete el 14 de septiembre de 2013.

Acción consistente en plantar poemas (de un libro mío, preferentemente) y regarlos. Puede ser realizada a lo largo de una duración no especificada. En tiesto o en suelo virgen. Fue escrito un primer boceto en Mayo de 2009.

Tomar el libro de Territorios, en una edición de las más antiguas, y elegir 14 poemas a plantar en bloques de 4, 4, 3 y 3, formando una hilera de poemas que a su vez constituyen versos de un soneto visual.

Para que puedan crecer, deben ser regados, creados pequeños alcorques, así como clavadas unas varillas sobre las que vayan a sostenerse a medida que se desarrollen.

¿Cómo y con qué se abona la poesía?

Elegiré un material que me parezca adecuado para llevar a cabo esta función. Tras abonar, tenderé unos hilos entre las varillas verticales, cavaré pequeños canales laterales, enmarcaré el poema. Lo regaré con vino tinto que, idealmente, irá goteando por las hebras de hilo, parafraseando a José Zorrilla: «Hilo a hilo y gota a gota».

Tras terminado el plantío, fotografiar y esperar a que nazca el primer poema.


plantar. (Del lat. plant?re). 1. tr. Meter en tierra una planta, un vástago, un esqueje, un tubérculo, un bulbo, etc., para que arraigue. 2. tr. Poblar de plantas un terreno. 3. tr. Fijar verticalmente algo. Plantar una cruz 4. tr. Fundar, establecer. Plantar la fe 5. tr. coloq. Dar un golpe. 6. tr. coloq. Poner o introducir a alguien en una parte contra su voluntad. Plantar en la calle, en la cárcel 7. tr. coloq. Dejar a alguien burlado o abandonarle. 8. tr. coloq. Decir a alguien tales claridades o injurias, que se quede aturdido y sin acertar a responder. 9. tr. p. us. Asentar o colocar algo en el lugar en que debe estar para ser usado. 10. tr. p. us. Establecer un sistema, una institución, una ordenación, una reforma, etc. 11. prnl. Resolverse a no hacer o a resistir algo. 12. prnl. coloq. Ponerse de pie firme ocupando un lugar o sitio. 13. prnl. coloq. Llegar con brevedad a un lugar, o en menos tiempo del que regularmente se gasta. En dos horas se plantó en Alcalá 14. prnl. coloq. Dicho de un animal: Detenerse obstinadamente. 15. prnl. coloq. En algunos juegos de cartas, no querer más de las que se tienen. U. t. c. Intr.

soneto. (Del it. sonetto, y este del lat. sonus, sonido). 1. m. Composición poética que consta de catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. En cada uno de los cuartetos riman, por regla general, el primer verso con el cuarto y el segundo con el tercero, y en ambos deben ser unas mismas las consonancias. En los tercetos pueden ir estas ordenadas de distintas maneras.

Siempre llevo a cabo modificaciones a la propuesta más o menos controlada inserta en esta partitura, como fue el hecho de elegir que mis vísceras fuesen simbolizadas metafóricamente por mi ropa, que este abono fuese el hilo, a modo de regadío por goteo, o que se realizase sobre un barreño rectangular que pudiese, remotamente, evocar una hoja de papel, o el rectángulo de un ebook. 🙂

Me ayudé de 14 almendras que, metidas en mis bolsillos (8+6), eran utilizadas para, envolviéndolas con ellos, plantar los poemas de mi libro (¡había ido allí a hablar de mi libro!) y los aboné (amén de con mis metafóricas entrañas) con 14 poemas del libro Poesía del Siglo de Oro Español, ejemplar que, al final de la noche, acabó ardiendo en las llamas de una preciosa hoguera.

En lugar de vino para regar las semillas, usé un añejo martini rojo, que aún era más interesante, entre otras cosas, por estar en el lugar desde el primer encuentro, hace 10 años.

Por lo demás, me atuve a la esencia de la propuesta y me quedé, he de decirlo, bastante satisfecho.

Esto no es una broma