estornudo

manos sudorosas
dedos resbalando en el teclado sucio
ojos inyectados en lágrimas
sin causa
sorbio
de sorber
no de sorabo
temblor
sin temor
labios resecos
garganta reseca
fondo de la nariz reseco
y humedades
bajo la axula
bajo la papada
bajo las plantas de los pies
como un cuerpo haciendo goteras
catedral envuelta en brumas
sin respiración
con ánimos por los suelos
con energía corporal por los suelos
a duras penas con residuos de ATP
me muevo
para buscar un medicamento
un antisintomático
que me haga olvidar
hoy

picor en los ojos
en el lateral interno de unos de los agujeros de la nariz
en los riñones
cansados de gemir
cansados de arquearse
para violar silencios

unas palmas de las manos
llenas de pena
que no desean tocar
su cuerpo enamorado
son el símbolo
bolo
de un momento negro

pulmones encharcados
en pesadillas despiertas
otro estornudo
sacudirá
la tiniebla
y sigo escribiendo con la escasa
esperanza
Scheherezade
inoculando
texto a una página en blando
que tiene
hoy
más vida que yo.

Hace más de 15 años leí por primera vez a Bukowski

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En una edición pequeña, de un libro minúsculo que, como tantos otros, perdí prestándolo, contenía 20 poemas y me cambió la forma de entender la poesía.

Después mi amigo Jose Eugenio Vicente Torres me habló de su narrativa, de sus novelas y cuentos. Leí voraz La máquina de follar (que también he perdido) y fui recolectando todos y cada uno de los libros que publicaba en España, principalmente, Anagrama. Sobre todo novelas y relatos.

Leí un maravilloso libro que ahora tengo en PDF, de Neely Cherkovski, titulado Hank, sobre la biografía de este personaje tan singular… y fui queriéndolo, idolatrándolo hasta límites insospechados. Quise escribir como él, pero cometí el error de no darme cuenta de que eso era la superficie, de que en el fondo no vivía como él y no quería vivir como él. Que lo que tenía que hacer para escribir como él era escribir como yo, siendo yo y viviendo como yo.

monografico_poesia_bukowskiPero me enseñó tanto…

De cuando en cuando, cuando me parece complejo escribir poesía, abro un libro suyo y leo alguno al azar, algún poemita, alguno de los maravillosos como los dedicados a su hija Marina, o a Jane, o los de su más tardía edad. Y me doy cuenta de que me voy acercando… su autenticidad, más o menos mítica, es un objetivo de mi vida. Es algo que, en ocasiones, podríamos denominar coherencia.

En aquel entonces, hace 15 años, apenas había gente que conociese a este autor en España, así que cuando unos amigos me pidieron un poco de información sobre su biografía y obra, tuve el gusto de preparar algo así como un curso adaptado para lo que requerían: el montaje de un trabajo parateatral llamado Zoo Bukowski.

Desde entonces, había fantaseado con la idea de realizar un taller sobre su obra poética, pero siempre lo postergaba por la dificultad de hablar sobre un hombre/mito, sobre la extensión de su obra, por muchos motivos… pero al final, hoy, comienzo un curso monográfico sobre la poesía de Charles Bukowski y el realismo sucio (porque de Carver no quiero hablar ahora, pero es tan sorprendente como el amigo Henri).

El programa del curso incluye uno de mis poemas favoritos que tengo en grande enmarcado en las paredes donde imparto mis talleres de poesía desde hace más de 10 años. Es de referencia.

Taller Monográfico: Charles Bukowski y el Realismo Sucio norteamericano

Dirigido a Cualquier persona con ganas de escribir desde un lugar poco habitual, pero sin necesidad de experiencia previa en talleres literarios.

Sobre Bukowski se ha dicho tanto bueno como malo, se le ha puesto en pedestales de los que él mismo huiría y se ha convertido su figura en un mito, en el mito casi romántico del último escritor maldito.

Más allá de eso, más allá de mitologías, Bukowski tiene una escritura desgarrada, sencilla y tierna, con una liberada vena narrativa y una poesía más cuidada de lo que aparenta en una primera ojeada. Merece la pena acercarse a conocer a este escritor poderoso, valiente, digno de haber sido comparado con un Walt Whitman de nuestros días, que apasiona y genera polémicas allá por donde se le menciona.

Además de este autor, nos acercaremos a la espectacular obra de otros escritores adscritos al Realismo Sucio Norteamericano, como Raymond Carver o John Fante.

    aire y luz y tiempo y espacio

    ya sabes, la familia, el trabajo,
    siempre ha habido algo
    en mi camino
    pero ahora
    he vendido mi casa, he encontrado este
    sitio, un estudio grande, tienes que ver qué espacio y
    qué luz.
    por primera vez en mi vida voy a tener un sitio y tiempo para
    crear.

    no, hijo, si vas a crear
    crearás aunque trabajes
    16 horas diarias en una mina de carbón
    o
    crearás en un cuarto pequeño con 3 niños
    mientras no cobras más que
    el paro.
    crearás como parte de tu mente y de tu
    cuerpo
    destrozados.
    crearás ciego
    mutilado
    demente,
    crearás con un gato subiéndote por la
    espalda mientras
    la ciudad entera se estremece ante un terremoto, un bombardeo,
    una inundación, un incendio.

    hijo, aire y luz y tiempo y espacio
    no tiene nada que ver con la creación
    y no crean nada
    salvo, quizás, una vida más larga para
    encontrar nuevas
    excusas para no hacerlo.

    Charles Bukowski

Cuando digo que soy cuántico

Es gracioso ver la reacción de mucha gente cuando, en mitad de una conversación, surge el tema y comento que soy licenciado en Química Cuántica.

He de reconocer que hay algo de pedantería en la afirmación. Es más, la mayoría de los químicos jamás puntualizan la especialidad en la que se licenciaron. Quizá porque no aporta un apellido tan ilustre. Y es que, de un tiempo a esta parte, la máxima cúpula del intelecto se le atribuye a quien sabe mecánica cuántica.

En innumerables ocasiones, en televisión, en conversaciones casuales, en facebook, en todo contexto inimaginable, surge alguna vez la palabra cuántica como el cumun de lo in. Así, se han ido desarrollando todo tipo de cosas con el mismo apellido, muchas de ellas absurdas: Terapias cuánticas, limpiezas cuánticas, negociaciones cuánticas… vaya, cualquier cosa.

Tras la afirmación, reafirmación, en la que digo haber estudiado esa cosa tan inextricable, tan extraña, tan ajena para el común mortal, apunto que además estudié matemáticas y el doctorado en inteligencia artificial. Si da tiempo y ocasión, incluso, menciono que versaba sobre lógica difusa.

Vaya, repaso mi curriculum escolar pavoneándome como si aquello que hube estudiado me convirtiese en mejor persona, en más grande o admirable. Despliego las plumas al máximo. A veces, según el contexto, cuento que trabajé de «experto» de seguridad de redes en grandes empresas… para acabar dejándolo para escribir poesía.

Me vendo estupendamente. Aunque solo vendo el nombre. Luego se me olvida cobrarlo.

Y muchas de esas veces me avergüenzo, en algún lugar, de saber que no continué muchas de esas disciplinas que comencé, me avergüenzo de saber que ya no sé tanto de ellas, que he olvidado tanto… y me avergüenzo del pavoneo, de la necesidad de exaltarme, de hacerme ver más grande, más importante… como cuando me cambia la voz y se agrava, se vuelve seria y formal, se hace adulta, digamos. Me avergüenzo de saber que estoy manipulando la opinión que se tiene sobre mí. Volverme inalcanzable. Pero oculto esa vergüenza en risas, en tópicos, diciendo que al fin y al cabo he dedicado mi vida a «lo inútil». Pero subyace otra altanería más sutil, la medieval de sentir que dedico mi tiempo a las artes liberales, que soy un noble que vive aparentemente pobre. Pero sé que es todo apariencia. Muy superficial.

¿Por qué todo esto, esta necesidad de afirmación a través de la mirada de los otros?

Inseguridad. En el fondo, algo de esta acción me dice que me siento inseguro. Quizá es la edad. Quizá. Quizá el tiempo invertido intentando conseguir despegar como coordinador de talleres de poesía o creatividad sin mucho éxito. Quizá. Quizá algo más antiguo, algo más primigenio, de origen infantil… quizá.

Ya no recuerdo cómo me enfurecía y entristecía ser tratado de «interesante» o «inteligente» en mi adolescencia, cuando deseaba ser deseado, sin más, sin filtros. Quizá me da tranquilidad a ese respecto el saber que, de una u otra forma, Carmen sí me desea. Quizá.

Ya no recuerdo cómo me avergonzaba ser conocido como administrador de sistemas en empresas bancarias o de telecomunicaciones. Cómo afirmaba tener cualquier tipo de profesión para que nadie pudiera saber de mi «formación académica». Para que el trato se normalizase, para que nadie pusiese caras raras ni me preguntase si era verdad. Apenas recuerdo a mi amiga Olga y el tiempo que estuvo pensando que yo era policía. Ni cuando afirmaba ser fontanero, teleoperador (que sí fui), barrendero, etc.

Ayer, de hecho, me preguntaron que si había estudiado química cuántica de verdad. Contesté que sí, que no sabía que hubiese una química cuántica de mentira, pero que también me habría gustado estudiarla, pensé en si era algo que tendría que ver con la ficción, con las narrativas contemporáneas al estilo investigador de Paul Auster, pero de eso no quise hablar.

En otros contextos me promociono como artista, poeta, performer, qué se yo. Tengo una sensación de querer ser el raro, el diferente, lo que durante tanto tiempo odié, ahora reivindicarlo. Soy de lo que no hay. Viene a ser mi lema.

Quizá por todo esto, entre otras cosas, supongo que me enorgullece (en el mal sentido de la palabra orgullo) cuando colaboro y leo, comprendiéndolo, el blog de mi amigo Xabi, Función de Jota. Quizá.

Notas de acciones y otras cosas

Instalación

Oír a otra persona usando un «medio» en directo y en persona. Algo así como usando auriculares aislantes y sendos micrófonos conectados a un aparato que, eventualmente, graba. Podría ser online/skype, con dos portátiles enfrentados.

Recordar la instalación de una pieza de música clásica conocida, por ejemplo, la novena sinfonía de Beethoven, asociada a un ecualizador gráfico. Sala a oscuras. Solo debe ser visto el ecualizador. No oír nada, o, en su defecto, conectar auriculares con sonido de mar que no corresponda al movimiento de luces del ecualizador.

Relación entre música y números y bits. Más o menos como entre líneas, fotogramas y películas. Recordar la música de Ryoji Ikeda. Insertar líneas en fotogramas montando un audiovisual que relacione esa música con la frecuencia de aparición de las líneas, su disposición espacial, vertical preferiblemente, y su grosor o color.

Acción: Abrir 27 puertas en 1 día. Escribir (o poner de algún otro modo) una letra por puerta.

Fotografía

Fotografiar copas con distintos líquidos o sólidos. Quizá también algún gas, visible o invisible. 27 Fotografías.

Fotografiar mesas con distintas cosas a modo de bodegones, con una descripción adyacente. Montar dípticos con las fotografías (cuadradas) junto al texto (en caracteres monoespaciados) escrito en blanco sobre negro.

Escritura y palabra

Empezando a contar algo sin saber el qué (al modo de Conferencia sobre nada, de John Cage) y terminar cuando se acabe la luz solar.

Escribir palabras de atrás hacia adelante hasta finalizar con el comienzo.

Escribir varias personas los avatares de varios personajes que se cruzan en un punto común. Punto de partida para un proyecto de escritura colectiva, quizá para un taller de poesía.

Usar un relato ya escrito y sustituir todo lo poesible por otras cosas hasta que sea completamente nuevo. Ya he realizado algo similar con poemas (de Paul Eluard) pero ver qué tal funcionaría con un relato.

Escribir distintas anécdotas en cartas y barajarlas. Repartirlas.

Recortar la segunda línea de cada artículo de periódico del último año y juntarlas. Modificar mínimamente la gramática para que concuerden y presentarlo como un artículo periodístico nuevo, global, caleidoscópico, simultaneísta.

Hacer un esquema y un resumen de cualquier cosa y pedir «por carta» que unos desconocidos vayan aportando sus historias.

Realizar una serie de tablas de verdad escalables. Por ejemplo en formato vectorial. Mostrar que la verdad puede aumentarse de tamaño, pero no de verdad.

Sobre ciclismo: Mientras la policía no vaya en bicicleta, son patrañas. Las bicicletas son para el Verona.

Senado/r / Senes / Senectud
Ancianos sabios enfermos de las gens / gentes / familias. Genética y vejez. Relación.

Proyecto: Suelos.

Mi padre me decía que no mirase el suelo.

Hacer series de 27 fotos de suelos.
Referencia al proyecto líneas.
Texturas – Series. Mezclar con el proyecto Zoom.
Paredes. Fotografiar paredes. Distintas paredes. Letra / pared.

Mármol y chicle. Son materiales distintos, pero ambos son uniones de protones, neutrones y electrones… ¿o no?

A partir de Lo Neutro de Roland Barthes

  • Texto La Naturaleza no existe donde hay verbo o palabra. El verbo creó la naturaleza. El logos. Demiurgo. Pero ¿creó la naturaleza o la idea de naturaleza en el ser humano?, es decir, ¿no insufló la palabra naturaleza en lugar del objeto?
    • Ref. a Gorgias y su «Dios no existe», si existiese sería incognoscible, si existiese y fuese cognoscible, sería incomunicable. Maravilloso texto. Volver a leerlo.
    • Ref. al Génesis. Verbo/Logos. Dios innombrable frente a Naturaleza nombrable. Las palabras se hacen para adueñarse de la naturaleza. El poder del nombre.
  • Verbo = Hombre (Ser humano). Wittgenstein. Principio de incertidumbre -> Alteración de la Naturaleza por la mera presencia del observador, del humano, del acto de nombrar. Capturar = afectar.

¿De qué vive un poeta?

Ayer en una clase de poesía
me preguntaron
¿de qué vivía Paul Eluard?

Yo había estado presentando su contexto
su relación con Gala
su pertenencia al Surrealismo
su estancia en Suiza en el momento adecuado
para conocer el nacimiento de Dadá
su amistad con Bretón
su militancia política…

y no tenía ni la más remota idea
de si vivía de la poesía
aunque estaba casi seguro de que no.

Poeta no es aquél que vive de la poesía
sino aquél que vive para la poesía.

No pude evitar darme por aludido
si bien
algo en mi interior me decía
que yo no era
ni remotamente parecido
a Paul Eluard.

Hice un repaso
(no solo mental)
sobre de qué vivían
(de qué ingresaban dinero)
los poetas y artistas que conozco
vivos y/o muertos
comentando cómo, muchos, cobraban en especies
en obra plástica
como Duchamp y Picasso
y cómo el primero había ayudado a coleccionistas
de la talla de Peggy Guggenheim
a acercarse a obra de autores que nunca habría conocido
o cómo Baudelaire
uno de los primeros escritores malditos
había escrito un libro titulado
Cartas a mi madre
en las que
cada vez que terminaba
le pedía dinero para sus re
ediciones
de las Flores del Mal.

Dinero que
en última instancia
salía de las manos de su odiado padrastro
burgués militar hasta la médula
que habría querido impedir
el desarrollo artístico de quien estaba llamado a ser
el revolucionario mayor de la poesía contemporánea.

Charles
como muchos otros
ingresó de traducir obras ajenas
como haría Paul Celan
o Paul Auster
o tantos otros
que tenían
con ello
la oportunidad de trabajar en algo cercano
a aquello para lo que querían trabajar.

Algunos habían vivido de participar en publicaciones
tan prosaicas como la prensa
y ahora las tertulias televisadas
o radiadas
en cierto tiempo.

Otros
de hacer obra de encargo
en paralelo a la obra que deseaban hacer
tanto cineastas
como pintores
como fotógrafos
como escultores
como arquitectos.

Había ejemplos de todas las clases
de todo pelaje.

Muchos tenían trabajos más o menos ignorables
e ignorados en sus biografías
como Bukowski el cartero
y luego tantos otros trabajos ocasionales
o Henry Miller jefe de personal
o Auster negro literario
o pintores diseñadores gráficos
y recordé la entrevista que hacían a un escritor español
cuyo nombre no recuerdo
en la que afirmaba que una de las mejores profesiones
para un poeta o novelista
era la de barrendero
por la disponibilidad de tiempo
estabilidad económica
aporte de experiencias únicas
y mínimo consumo cerebral.

Porque sí
el cerebro se gasta
en determinados trabajos
y así yo preferí
trabajar de teleoperador
a administrador de sistemas o consultor tecnológico
porque mi para qué
se veía mucho menos turbado
en un trabajo eventual
que no requiriese la participación
de mi mente.

De un tiempo a esta parte
muchos artistas y ocasionalmente
algún poeta
habían vivido de la subvención pública
que era un camino razonable
para quienes están haciendo obras
de marcado carácter contemporáneo
exentas de la posibilidad de crear un público espectador
habiendo abolido la expectativa.

Parecía que se había hecho posible
el deseo de Maiakovski
expresado tan maravillosa e inteligentemente
en su poema
Conversaciones con el inspector fiscal sobre la poesía.

Pero no podía durar.

Ahora están
navegando en el mar de dudas de la carencia más absoluta
en una economía que más que de guerra podríamos llamar
de postguerra
de país vencido.

O estamos.

Y vamos recogiendo migajas
en forma de trueques
ayudándonos entre nosotros
a seguir adelante
comprándonos entre nosotros las obras que
en muchos casos
solo leemos nosotros o vemos nosotros.

Y vamos fabricando más jabón para esta burbuja
que nos mantiene aislados
como en un lugar impoluto y limpito
carente del problema de la subsistencia
en el que no hablamos de qué es lo que hacemos
para ingresar dinero.

En muchas ocasiones
(y me incluyo)
tenemos familiares o amigos
que ejercen un mecenazgo
puntual
con el que vamos tirando
y tiramos
porque somos cigarras en un mundo de hormigas
a quienes molesta el ruido de las cigarras.

No sé de qué vive Paul Eluard
pero sí sé
seguro
cómo vivió
y para qué vivió.

Vivir es
tan difícil
cuando se hace contracorriente…

Una mala acción

13plumasNo, no es de moral de lo que hablo, sino de arte, arte de acción. Y no es una referencia a la maravillosa acción que realizó Isidoro Valcárcel Medina en la convocatoria del Acción10MAD.

El viernes pasado estaba convocado para realizar una acción dentro de un evento lleno de eventos que es la presentación del libro de Ana Matey, titulado 13 plumas. Nos había hecho llegar a varias personas (13), varias plumas, envueltas y con la propuesta de realizar una acción que iba a solaparse con acciones de otras tantas personas. Debíamos llegar sin avisar, sin ser presentados, y accionar directamente.

La propuesta era divertida y fue bien, pero quedé bastante descontento con mi acción. Desde varios días atrás, pensé poco en ella, en la acción, hasta el punto de que barajé dejar de hacerla para poder darle una clase a mi alumna preferida, más que nada porque en esa acción me pagaban y como performer no. Aunque no era solo una cuestión de dinero. Ambas cosas me apetecían, pero ninguna mucho. Faltaba motivación. No tenía claro qué quería hacer y eso acabó pasándome factura.

¿Qué exactamente no me gustó de mi performance?

Faltó presencia, pero, sobre todo, faltó nitidez. No estaba bien perfilada, no estaba bien definida, como si fuese una improvisación deslavazada en la que iba haciendo un poco lo que me venía en gana, pero sin haber decidido, tampoco, que iba a ser una improvisación. En resumidas cuentas, fue hacer por hacer. No hubo un proyecto, no hubo poesía, no hubo intención.

Que faltase presencia era perdonable, porque yo había supuesto que iba a solaparse con otras 13 personas y no quería llevar una acción muy aparatosa, muy presente, muy ampulosa que requiriese atención, pero acabé por ignorar estar en un lugar especial, en un momento especial, pero ni siquiera en un cotidiano lugar elegido. No había elección. Y sin ella, la presencia era huera, vacua, vana, como de juego sin gracia.

Pero lo peor fue que no sabía ni cuando terminar. Y el tiempo, marcado forzosamente en 13 minutos, se me hizo eterno, lo que es absurdo, pues no era ni la mitad de lo que me gusta tardar. Pero 13 minutos llenándolos con naderías, con pequeñas acciones sin objeto, fue tan largo que, de hecho, terminé antes porque no le veía sentido a continuar.

Este sábado tengo la oportunidad de resarcirme, de disculparme para conmigo mismo, realizando una acción que sirva, de algún modo, como presentación de su libro. Hummm…. elegir acciones cotidianas para realizarlas y dotarlas de valor artístico no es un problema, el problema es hacer sin haber elegido. Esto se convierte en la más vacía pretensión y un artista conceptual no puede permitirse caer en estos vacíos vicios. Sin concepto, sin idea, sin decisión consciente, una performance es solo una tontería, una tomadura de pelo y una falta de respeto.

Debo disculparme, pero lo haré con una acción. Espero que, la próxima vez, será seria, rigurosa y definida.

Dualidad

No soy rico ni pobre
pero tengo que posicionarme
en esta presumible lucha
de clases mal dibujadas.

No soy empresario ni empleado
ni mucho menos proletario
y ni siquiera rey
y aunque tengo algo de político
no lo soy profesionalmente
o sí,
quizá sí que lo soy.

Malvado o bueno
listo o estúpido
Caín o Abel.

¿Por qué todo es tan condenadamente dual?

Nuestra lógica bievaluada nos dice
con su buen criterio del modus ponendo tollens

    O bien A, o bien B
    A
    Por lo tanto, no B

pero nos engaña
pues B no es no A
y, lo peor de todo:
nadie sabe qué es A
ni B
ni nadie
ni sabe
ni qué.

No soy cigarra ni hormiga
aunque prefiero a la cigarra
aunque hoy me siento hormiga
ni soy de derechas ni de izquierdas
en esta perversa necesidad de repartirnos
en dos bandos
siempre en dos bandos
como las dos españas
de las que no formo parte.

Ser A es algo complicado
cuando este A se define como un conjunto
siempre más o menos difuso
(aunque no queramos reconocerlo)
por cierta incertidumbre inherente
a la naturaleza metafórica del lenguaje.

Conjuntos de pertenencia a proposiciones
cuyo enunciado es dogma inevitable
(de aquí que Barthes me hablara a mí en Lo Neutro)
debido a la naturaleza del discurso.

Soy hombre o mujer
hetero u homo
alfa o beta.

Pues no, yo no soy nada de eso
y lo soy todo.

Y no es licencia poética
esta afirmación rotunda y contradicha
sino la conciencia de un mundo
descuartizado e infinito.

Soy el punto alejado de toda gausiana
(no siendo delta de Dirac)
que las adora a todas
porque por todas es tocado
poseído
si bien en grado ínfimo
nunca un infinitésimo.

No soy onda o partícula
de manera excluyente y definitoria,
no soy lo que quieren que sea
ni siquiera lo que yo quisiera ser
sino un sinfín sinfín de formas de existir
un inevitable dilema misterioso,
una singularidad
que ocupa todo espacio.

No soy un electrón
ni muchos quarks, fermiones y otros entes
atómicos o subatómicos
o supratómicos.

Y también
al mismo tiempo
y en el mismo espacio
y quizá en otros tiempos
y también otros espacios
lo soy
y poco más.

¿Hoy es festivo?

Hoy no sé a qué atenerme. Por un lado tengo una reunión, tengo clases de mis talleres de poesía, tengo cosas que indican que hoy no es un día festivo. Pero por otro lado tengo la mañana libre, toda la mañana y no sé qué hacer. Preferiría tener liberada la tarde, para por lo menos tener la sensación de que no queda nada por hacer después de haber hecho lo que tenga o tuviera que hacer.

Vaya, ni siquiera he determinado si hoy corresponde hacer este blog o no. Así que escribo esta entrada que no tiene ningún valor, que es un desesperado intento por escribir sin escribir. Vencer una contradicción… ¿Pero cuántas palabras deben usarse en una composición vacua?



Francisco I

El otro día comenté en una red social
que Francisco I
es mi padre.

Con ello estaba jugando a afirmar
que el único que reconozco
con la autoridad
suficiente
para tener el título real
es a Francisco
Domínguez Núñez
es decir
mi padre.

Gran cantidad de gente
se apresuró a suponer
que me refería al recientemente
elegido por dios
como papa de la iglesia católica apostólica
y romana
pero nada más lejos de la realidad.

Nadie supuso que cuando pienso en
Francisco I
el primero en el que pienso
es el franco rey francés
que le plantó cara a un tal Carlos
quinto o primero
según se mire.

Pero
si tuviese que elegir a uno
como el número uno
de los franciscos
que conozco
y re
conozco
como rey del reino en el que habito
sería
mi padre.

Hay que ver qué cantidad de comentarios
suscitó una entrada semejante
y los pocos que genera
una entrada larga y de descripción detallada
de algún problema sin solución
o el enunciado
del principio de máxima multiplicidad de Hund
por poner un ejemplo.

¿Por qué?

Entradas preparadas como comida congelada

Hay algunos días que tengo poco tiempo para escribir en el blog y me encantaría tener, para esos días, entradas preparadas, algo así como hoy que llegábamos tarde a comer a casa y saqué, previamente descongelada, una comida que había precocinado el sábado para evitar que se estropease la carne picada.

Hoy simplemente tuve que microondear la carne sofrita junto al tomate y la cebollita, disolver unos polvos deshidratados de puré de patata que, sometidos a la radiación correspondiente, dieron lugar a un jugoso puré con el que cubrir el sofrito. Añadí unas virutas de queso enmental y lo metí al grill. Salió el pastel del carne que ya describí, y estaba rico, no obstante no haber sido hecho en este mismo día completamente.

La comida estuvo preparada en menos de 15 minutos sin esfuerzo.

A veces me gustaría tener algo preparado para este blog y no hacer entradas estúpidas, vacuas, como la de hace una hora, para no dejar el hueco de un día sin escribir en mi calendario.

Hummm… y esto que estoy haciendo ahora mismo, ¿no es una entrada vacua?

Esto no es una broma