¡Qué antigualla!

Pues sí que parece ser antigua la casa de la difunta princesa para que los neandertales dejasen en la misma (no en el terreno que esta ocupa) unas cuantas conchas talladas. ¿No será fruto de un viaje en el tiempo instigado por civilizaciones extraterrestres que quieren despistar nuestro conocimiento de la prehistoria? ¿quizá sea verdad que la humanidad comenzó sólo hace 6000 años? y la tierra plana, ¿es redonda, cuadrada, heptagonal…?

Es tan divertido encontrar estas redacciones aceleradas que ya ni siquiera me sorprende, tan solo es una más de las muestras del deterioro laboral. Pero eso es otra historia. Pre-historia.

¿Es necesaria otra Toma de la Bastilla?

Jean-Pierre Houël – Bibliothèque nationale de France

Hoy festejamos (los francófilos) la Toma de la Bastilla, como símbolo de lo que se puede hacer si se desea colectivamente.

Cada vez más deseo cosas individualmente y no colectivamente, entre otras cosas porque cada vez soy menos (el neoliberalismo me ha derrotado). Sin embargo recuerdo los tiempos en los que La Marsellesa me emocionaba haciéndome llorar al oírla cantar por las personas que atendían al Rick’s Café por hacer callar o, cuando menos, mostrar la resistencia a ser apabulladas por las enaltaciones nacional-socialistas.

Nada era tan idílico como se pintaba, ni en esa película propagandística ni en la conclusión sangrienta de la Revolución Francesa, pero algo se hacía de manera colectiva y había principios que defender que no fuese el de incertidumbre.

Hoy no ocurriría. No ocurre. Y ahí tenemos el 4M.

Pero he querido festejar ese 14 de julio (que hasta consideraría día 0 del año 0) felicitando a mi querida amiga Sylvie.

Christine de Pizan

Christine de Pizan

Nada conocía de esta escritora, una de las precursoras del feminismo occidental, ni tampoco de la Querella de las Mujeres, un episodio que se originó en la literatura, a modo de debate académico en defensa de la capacidad intelectual, el derecho de las mujeres al acceso a la universidad y la política de las mujeres frente a la misoginia.

querelle des femmes es el nombre por el que se conoce al debate literario y académico que tuvo lugar a lo largo de varios siglos abarcando desde finales del siglo XIV, en la Europa medieval, hasta la revolución francesa en el siglo XVIII

¡Qué lejos parece y qué poco se ha avanzado en muchos ámbitos desde hace ya 7 siglos! Parece mentira, pero lamentablemente no lo es.

Se me rebatirá diciendo que se ha avanzado mucho, pero no me lo parece, teniendo en cuenta que es una justa reivindicación de hace 700 años. ¡Es una barbaridad!

Y también lo es que yo no supiera nada de ella, pero claro, no me lo contaron en todos mis años académicos.

Ahora una de esas barbaridades ha caído por casualidad, más que por causalidad: Viendo la serie The Great en la plataforma de vídeo bajo demanda (streaming) StarzPlay, me encontré desconfiando de la propuesta que le atribuían en la misma a la poco fidedignamente retratada Catalina II acerca de tratar la viruela con una «viruelización», que sería una especie de tratamiento similar a las vacunaciones.

Me dio por leer sobre la variolización y me di cuenta de que no era tan inverosímil esa atribución, pues ya a principios del SXVIII Mary Montagu había luchado por el reconocimiento de esta técnica para el tratamiento de enfermedades contagiosas, mucho antes de que se extendiese la sistemática vacunación atribuida a Edward Jenner.

Y leyendo sobre la biografía de tan singular mujer, me encontré con otra no menos relevante y también desconocida para mí hasta el punto de suponer que el feminismo había comenzado en el SXIX… en el mejor de los casos: la autora de la frase «Si todos los hombres nacen libres, ¿por qué todas las mujeres nacen esclavas?»», quien no era sino Mary Astell.

Me hizo mucha gracia encontrar en la descripción de su formación que aparece en la wikipedia la frase:

ella estaba asociada a la escuela filosófica con sede en Cambridge que basaba sus enseñanzas en los filósofos radicales tales como Aristóteles, Platón y Pitágoras.

pues no me había parado a pensar nunca en lo radicales que realmente eran, aunque sí, lo son en tantos sentidos que queda fuera de este texto el desarrollar su radicalidad. (Ay, querido Pitágoras…)

Quizá por una recomendación de la aplicación para teléfono móvil de la wikipedia, accedí a esta polémica de la Querella de las mujeres y a la primera mujer que pudo aportar su propia voz al debate (hasta entonces sólo mantenido entre hombres, «curiosamente»): Christine de Pizan de quien se dice:

Christine de Pizan (Venecia, 1364 – Monasterio de Poissy, hacia 1430) fue una filósofa, poeta humanista y escritora. Su obra más conocida es La ciudad de las damas (1454), considerada por algunas autoras como precursora del feminismo occidental y se sitúa en el inicio de la llamada querella de las mujeres, un debate literario surgido en torno a la situación de las mujeres y su defensa frente a la situación de subordinación que marcaba la época.

Aunque me parezca recomendable comprarlo, leerlo, regalarlo, etc, he encontrado esta versión escaneada en PDF (que usaré para mis talleres) de su libro más emblemático: La Ciudad de las Damas, una especie de primer protomanifiesto feminista, aún muy lejano del que en el SXX escribiera Mina Loy, pero desde entonces y hasta ahora… ¡Feminismo!

No sin mi gluten

Sé que puede parecer irreverente, pero no pude por menos, después de ver la advertencia de sexo, violencia, etc, que añadir unas cuantas cosas más de las que advertir. Y me dejé tantas pendientes…

Por contra, no hay series o películas en las que se advierta de falta de rigor científico ni histórico, ni de machismo, ni de racismo… así que las advertencias las «desleo» en mi cerebro ya harto de simplezas y religiones.

Es un fotograma capturado de la serie «The Last Kingdom» que narra la vida y aventuras de los sucesos que siguieron al reinado de Alfredo de Wessex, a quien a veces se considera el primer rey de «Inglaterra», la tierra de los anglos (y sajones, claro está, y britanos…) en perpetua lucha contra las invasiones nórdicas. Es una especie de respuesta a la mucho mejor interpretada «Vikings», pero curiosamente, bastante veraz en cuanto a los personajes históricos se refiere.

La modifiqué añadiendo las advertencias culinarias mediante el uso de GIMP sobre Linux Mint.

¿Y qué si tu infancia fue una mierda según la mayoría de la gente?

Tengo ya añitos encima como para que las fotos de mi infancia fueran en blanco y negro, aunque pronto comenzaron esas fotografías en color que amarilleaban rápidamente y que mi madre conserva con todo el cariño del que es capaz (que es mucho) en álbumes ordenados por año, mes y excursión u ocasión.

Pero discrepo completamente de lo que se entendía como una bella infancia, quizá porque nunca me gustaron los deportes, menos aún los de equipo, especialmente los equipos. Por supuesto, si me veía en obligación (solía ser así en esa «nostálgicamente idolatrada» infancia), prefería ser portero para no tener que andar correteando y poder quedarme a charlar con quien se acercase a la portería.

En cuanto pude (y fue bien pronto) me hice con mi primer ordenador, un viejo Spectrum 48K, que me abrió por fin la mente a un mundo completamente nuevo y prometedor. No envidiaba esas calles llenas de gente que jugaba a cosas con pelotas y agresividad en mitad de un escaso tráfico rodado.

Tenía unos 15 años. Eran los 80. Fue mi «movida» particular. Descubrí que podías hablar con una máquina. ¡Qué maravilla! ¡Por fin alguien me entendía! (Cabría decir que era alguien que me hacía caso o, incluso, que me obedecía… pero no sé si aquello era tan importante).

Un poco parecido a eso había sido mi relación (unos años antes) con el ajedrez. Algo comprensible, un juego serio, un juego relajado físicamente salvo para un cerebro que veía piezas moviéndose en un techo que no era un techo y sí un tablero imaginario en el que celebraba derrotas y victorias contra mí mismo (alusión a la preciosa miniserie de Netflix titulada Gambito de Dama).

Podía de repente hacer un programa en BASIC, sí, el viejo BASIC, que simulase una ruleta rusa y que tiñese de rojo la pantalla en caso de tener ¿suerte?. No tenía que explicarle a nadie que eso me resultaba estimulante, muchísimo más que perseguir un esférico por un parque plagado de baches en una tierra árida y hostil sin más objetivo que darle una patada.

Podía de repente saber que una máquina sabe interpretar señales binarias (ceros/unos) que le decían qué tenían que hacer y poco a poco me fue mecanizando comprendiendo que era una forma de cualificar el mundo (sí/no) en grupos básicos de pertenencia a conjuntos que mucho más tarde aprendí a ampliar con una gama discreta y después infinita de grises en una lógica que no era simplemente bievaluada. Podía saber que los humanos no éramos tan simples.

Podía de repente hacer que la repetición no tuviese sentido si no era programable. Paquetizar las operaciones de modo que pudiera afrontarlas más eficazmente para disponer de más tiempo, quizá para leer, que era mi otra gran pasión.

En aquella época no necesitaba ganar eficacia, pero sí senté las bases en mi cerebro para poder hacerlo más adelante.

Oh… pero lo mejor aún estaba por llegar.

Cuando descubrí que los ordenadores podían conectarse entre sí, formando redes que te permitían algo tan básico en aquella época como un comando TALK para hablar entre dos personas (quizá al otro lado no había una persona, pero lo parecía más que los que jugaban al fútbol en mi barrio).

Y llegó (para mí) la red de redes, la red que unía un millar de millares de ordenadores (en aquella época sólo ordenadores) y con ello extensiones brutales de ese básico TALK, para poder hacer lo que hacía en esa vieja portería (charlar), pero con personas afines a mí en todos los rincones de la única esfera que me interesaba, esa llamada mundo.

Me hice adicto (casi) al uso de usenet y los Grupos de Noticias, esos antiguos «foros» donde volqué mi ansia por conocer gente afín. Así, escribí hasta la saciedad en el viejo grupo «soc.culture.spain» que me sirvió de contacto con el mundo incluso cuando estuve viviendo en Australia, pero especialmente cuando estuve trabajando en empresas donde habitaba un millar de personas de las que consideraba que la infancia ideal (esa de la que no querían salir) era la del fútbol entre un montón de energúmenos que ocupaban el patio como si fuese suyo.

Me acabo de dar cuenta de que otra de las diferencias entre estas dos imágenes comparativas de las dos infancias es que en la «presuntamente» de mierda hay dos chicas y sólo hay chicos en la de blanco y negro. ¡Curiosa diferencia!

Creé o solicité la creación de es.alt.literature (creo recordar) y alguna otra agrupación donde esperaba conocer gente interesante. «Buscaba un alma que se pareciera a mí y no podía encontrarla» que diría Lautreamont.

Así fue pasando el tiempo y pude encontrar gente fuera de ese ámbito telemático que, literalmente, me salvó la vida, para hallarme rodeado de personas a la que quiero, pero no guardo más que buenos recuerdos de aquellos tiempos, esas conversaciones con BegoWhat4, alguna otra gente… y mi certificación de que fue cualquier cosa menos una infancia como la que otras personas consideran ideal y sin embargo me ha llevado a ser, hoy, una persona feliz.

Volvería a elegir la misma ruta que me ha traído hasta aquí. Y no me gusta mucho que se estigmatice como infancia de mierda aquella que tuve solo por el hecho de que no es la que tenía que tener… según no sé «qué mierda» de patrones.

Tuve suerte.

Poemas de Miguel Hernández

No me puedo creer que se estén retirando poemas de Miguel Hernández de un monumento (más que necesario) de homenaje a las víctimas de la represión de la dictadura de Franco en estos momentos.

No me puedo creer que haya debate acerca de si debe o no ser delito la exaltación del franquismo, mientras se protestaba sobre la exhumación de los restos de un cadáver de un dictador y golpista contra la legalidad democrática y se tachaba de agitación populista la ley de recuperación de memoria histórica que permita superar (sí, superar, no airear ni enterrar) una fase de nuestra historia que debería ser unánimemente rechazada o vilipendiada y no «comprendida» cuando no directamente justificada o, más aún, reivindicada. ¿No está amparado ese comportamiento ya en los delitos de odio o en la Ley de Partidos?

No me puedo creer que este texto no se haya deseado respetar como si se negase su veracidad, allende otras cuestiones que también podrían destacarse (y ya se ha hecho y venido haciendo desde hace casi 80 años) sobre otras victimas de un conflicto fratricida.

Finalizada la Guerra Civil, la dictadura del general Franco reprimió ferozmente a sus enemigos políticos. Consejos de guerra carentes de cualquier garantía procesal dieron lugar a numerosas ejecuciones por fusilamiento o garrote vil.

No me puedo creer que no se exija un posicionamiento radicalmente contrario y explícito (tan explícito como se le exigió en su día a Bildu el rechazo de la lucha armada y el alejamiento de ETA) (Noticia de ABC, ni más ni menos), insisto, que no se exija un posicionamiento claro ante aquel atentado contra la República elegida por el pueblo el 14 de Abril de 1931, de manera que ante medias tintas se aplique con rigor absoluto, con todo el peso correspondiente, la criticable Ley de Partidos que sí se aplicó en su momento en Euskadi para justificar la prohibición de los partidos de izquierda abertzale que representaban (electoralmente, tanto como VOX, por poner un ejemplo) el sentir político de un gran sector de la población vasca y que llevó al poder a la alianza formada por el PP y el PSOE que no tuvieron reparos en aquel entonces en permitir gobernar a Patxi López durante cuatro años para impedir que el bloque nacionalista pudiese hacerlo.

No me puedo creer que aparezcan marquesinas con carteles en las calles de Madrid protestando contra lo que consideran adoctrinamiento de género y que bajo un mensaje victimista (por cierto, para cuando critican el victimismo en la parte contraria) esconden a plena vista un delito de odio y un mensaje contrario a la legislación vigente (porque la legislación es la que están cuestionando, sin ser cuestionados por ello, como sí lo es inmediatamente cualquiera que defienda una posible independencia de un territorio que actualmente forma parte de la unidad a la que denominamos españa).

No me puedo creer que la aprobación de la presencia de esos mensajes en espacios públicos esté regulado por administraciones públicas garantes del derecho vigente.

No me puedo creer que todo esto esté pasando en esta comunidad en la que habito por elección de una mayoría representativa (no entro a cuestionar número de votos, ni el modo en el que el sistema está constituido).

No me puedo creer que el alcalde de esta ciudad que recolectó una buena tajada de votos amparándose en la inutilidad de la medida más controvertida de la anterior regidora, el polémico Madrid Central, ahora apueste por una medida como la de fomentar líneas de autobuses municipales (las líneas 001 y 002) gratuitas y que viajen por el centro presumiendo de ser cero contaminantes… después de la batalla cruenta dada y la negación de la existencia de cambio climático provocado (o cuando menos amplificado) por los seres humanos, sumándose a lo que hace menos de un año habrían calificado de medida populista, bolivariana o similar, sin ni siquiera asumir su error que fue incluso llevado a los tribunales (afortunadamente).

No me puedo creer que el ayuntamiento de la capital de este país en el que he nacido no vaya a lanzar un mensaje institucional contra la violencia de género el 8 de marzo, el día internacional de la mujer, dando a entender su innecesaria presencia por omisión, por dejación de responsabilidad, por falta de empatía con una violencia claramente presente en la sociedad en la que habito de manera estructural, cultural y, por supuesto y evidentemente, física.

No me puedo creer que se esté llevando a juicio a alguien por decir cagarse en un ser imaginario más o menos colectivo, más allá de que hiera susceptibilidades pues las susceptibilidades de todas aquellas personas que consideramos que un dios es más o menos lo mismo que la Dulcinea del Toboso no son en absoluto tenidas en cuenta en un país que dice ser laico en uno de los artículos de su constitución (el primero, creo recordar, para más inri). Por cierto, no me puedo creer que se defienda lo que se denomina el constitucionalismo a capa y espada (o a piedras) y luego se ignore que la constitución (que constituye la base o piedra angular de nuestro sistema legal y del estado que se denomina de derecho en virtud de ella) proclama el laicismo.

Me escandaliza sentirme cerca de tantas personas cuyo pensamiento e ideología consiente que las víctimas del franquismo sigan sin representación institucional, que las mujeres sigan considerándose ya suficientemente en igualdad de derechos y protegidas como corresponde a un estado proteccionista como es el nuestro (y lo digo con orgullo) ante discriminaciones en función de su sexo, así como otros colectivos no están lo bastante protegidos de esa discriminación por otros motivos como el religioso, el étnico (vaya, la raza, para quienes aún, con incultura manifiesta, quieran seguir denominándolo así), o la afiliación política.

No me puedo creer que se normalice el hecho de infrarrepresentar los colectivos alejados de la norma hetero-patriarcal (no es una expresión que me entusiasme, pero resume bien lo que se busca por parte de sus defensores y defensoras) y sean ninguneados cuando no directa y abiertamente cuestionados en sus conductas, en sus hábitos, así como permitida toda expresión contraria a los mismos amparándose (¡manda cojones!) en la libertad de expresión.

No me puedo creer que esta sea la realidad que me toca vivir. Y no sepa ni qué hacer, más allá de expresar mi repulsa cuando no mi intolerancia abierta y sin tapujos con estas formas de comportarse la sociedad a la que llamamos democrática y que ampara este odio, este rechazo, esta intolerancia, esta cantidad de injusticias, de desigualdades no amparadas en la constitución a la que se dice desde casi cualquier posición política venerar.

Sé que hay matices. Sé que hay lugar a debate. Sé que hay modelos económicos y sociales que no son los que yo elegiría. Sé que hay sensibilidades religiosas que me resultan algo incomprensibles. Sé que hay parlamentos y en ellos corresponde parlar, como su nombre indica, gritarse, enfrentarse, dar pie a discusiones que acuerden unas posturas con las que puedo no estar de acuerdo, pero que tolero (faltaría más) y acato (no solo por imperativo legal) pues son fruto de la convivencia en un estado democrático pluripartidista.

Pero también sé que hay líneas rojas que no estoy dispuesto a aceptar franquear (en mi humilde círculo de amistades, conocidos, etc):

Si opinas que no es necesaria una ley integral de violencia de género porque consideras que las mujeres y los hombres estamos en igualdad de condiciones, y a esa ley la denominas adoctrinamiento de género, puedes estar seguro o segura de que no quiero que estés entre mis amistades. Ahorrémosnos el enojo.

Si opinas que la homosexualidad se cura, que los inmigrantes sobran, que España es una grande y libre, e incuestionable en su estructura territorial (cuestionamiento que conllevará un debate), puedes estar seguro o segura de que no quiero que estés entre mis amistades. Ahorrémosnos el enojo.

Si opinas que el franquismo fue «necesario» o, tan siquiera, «conveniente» para el buen desarrollo de España o bien que las violencias que se cometieron en nombre de Dios, la Patria y la Fe son justificables; o incluso me vale con que consideres que las víctimas de ambos bandos (uno golpista y otro democráticamente elegido, para entendernos), ya es hora de dar por zanjada la batalla y olvidarlo pues no es necesaria una recuperación de la memoria histórica que ponga en su lugar a quién fue quién en aquel periodo, puedes estar seguro o segura de que no quiero que estés entre mis amistades. Ahorrémosnos el enojo.

Ayer, casi sin pensarlo

Ayer me di cuenta
(casi sin pensarlo)
que por primera vez en mi vida
más de uno de los miembros
del gobierno de esta nación
a la que llamamos españa
era alguien a quien yo había votado
para que llegase a ser
miembro
del gobierno de esta nación
a la que llamamos españa
y casi me hizo ilusión.

Estaba tan acostumbrado
a votar sabiendo que mi voto
no iba a estar representado
en los miembros
del gobierno de esta nación
a la que llamamos españa
que ya ni pensaba en quienes eran
las personas que pasaban a ser
miembros
del gobierno de esta nación
a la que llamamos españa.

No estoy lamentándome con ello
del sistema de representación parlamentaria
que elije a los miembros
del gobierno de esta nación
a la que llamamos españa
ni tan siquiera protestando
por la Ley D’Hont
que dificulta la representatividad
de formaciones que no alcancen ciertos
mínimos en las elecciones
debido a la división por circunscripciones provinciales
cuando yo siempre habría defendido
(y sigo defendiendo)
la circunscripción autonómica
a pesar de infrarrepresentar
a provincias de escasa población
dentro de autonomías extensas y desequilibradas.

En alguna ocasión
ha llegado a ocurrir
que alguien a quien yo hubiese votado
ha alcanzado a gobernar
partes o fragmentos de esta nación
a la que llamamos españa
y quizá por ello había olvidado
que en ninguna de las elecciones nacionales
ninguna de las personas que yo había votado
habían llegado jamás a ser miembros
del gobierno de eta nación
a la que llamamos españa.

Así que ayer me di cuenta
(casi sin pensarlo)
que por primera vez en mi vida
más de uno de los miembros
del gobierno de esta nación
a la que llamamos españa
era alguien a quien yo había votado
para que llegase a ser
miembro
del gobierno de esta nación
a la que llamamos españa
y casi
(solo casi)
me hizo ilusión.

España va saliendo del armario

52 escaños un partido heredero directo y sin vergüenza (y sinvergüenza) de Fuerza Nueva o Falange ha logrado en las elecciones de ayer domingo.

Más de tres millones y medio de personas han votado xenofobia, machismo, totalitarismo, nacional catolicismo… amén de los votantes de las otras formaciones de derechas que defienden casi lo mismo pero con algo más de pudor en las formas.

Pero yo siempre he visto que estaban ahí, agazapados o no tanto, dependiendo del contexto, los millones de españoles que son muy mucho españoles por encima de ser personas empáticas, que estaban ahí reclamando que se dejase en paz (descansando en paz) los restos de la dictadura franquista, los que anhelan una grande y libre (para según quién), los abanderados, los amantes de los militarismos…

Y han salido al ruedo (ese que defienden, lleno de toreros) a demostrar su músculo. Sí, tienen músculo retrógrado y abusón, músculo de venas hinchadas, músculo de guerra, violencia, odio…

Han salido de ese armario en el que se metían discretamente en las conversaciones y al que hemos llamado «cuñadismo»… para reivindicarlo como opción política: la tercera opción política por número de escaños de este país de «cuñados».

Han salido de ese armario popular en el que estaban camuflados, aunque a veces no tanto y se veían bajo los bigotes de algún que otro político o política, agazapados para saltar a cazar… a gritar, a vociferar, a hacer ruido… y consiguen, aunque nos pese (¿a quiénes?) ser escuchados y obtener ni más ni menos que 52 escaños de un congreso que un día estuvo tiroteado por un tal Tejero a quienes seguro que consideran un salvador de la patria.

Sí. Tengo miedo.

Normalizar que la ultraderecha esté representada en ese congreso es peligroso, como lo fue la entrada por las urnas de Hitler en el poder…

Pido perdón

Pido perdón
sin preocuparme lo más mínimo
por las catastróficas guerras en las que haya participado
cualquiera de mis antepasados
por las violencias infligidas
incluso
por aquellas que lo fueron
sin intención.

Pido perdón
por la opresión a la que sometimos
en un momento pasado
e incluso
en un momento futuro
a otros seres humanos.

Pido perdón
por la esclavitud de la que se lucró
sin reparar en crueldades
toda mi ascendencia
e incluso
toda mi descendencia.

Pido perdón
por el eurocentrismo
por el etnocentrismo
por el espacentrismo
por el albocentrismo
por todo fanatismo.

Pido perdón
por el patriarcado
e incluso
por el matriarcado
si fuese menester.

Pido perdón
por una realidad que mi pasado
hizo como es hoy en día
para lo bueno
y
para lo malo.

Pido perdón
por no hacer lo suficiente en el presente
por modificar el futuro
para que no se repitan errores del pasado.

Pido perdón
por no definir con claridad
a qué me refiero con error
a qué me refiero con horror
a qué me refiero.

Pido perdón

pido perdón
por tener unos compatriotas que no se solidarizan
con peticiones de otros patriotas
con los que no puedo ser compatriota
por tener unos congéneres que no se solidarizan
con peticiones de otros géneros
con los que no puedo ser congénero.

Pido perdón
por no haber acabado aún con las patrias
por no haber acabado aún con las guerras
por no haber acabado aún con las miserias
por no haber acabado aún con las injusticias
por no haber acabado aún con las enfermedades
por no haber acabado aún con las pulgas.

Pido perdón
por hacer que este escrito parezca una burla
por burlarme de la seriedad de peticiones
de perdón
pero sigo pidiendo perdón.

Pido perdón
por la contaminación atmosférica
por la contaminación acústica
por la contaminación medioambiantal
por la contaminación social
por la contaminación cruzada
por la contaminación.

Pido perdón
por haber dicho alguna vez
que es mejor pedir permiso
que pedir perdón
y también
por haber dicho alguna vez
que es mejor pedir perdón
que pedir permiso.

Pido perdón
por no ser más que un ser humano
que no representa a nadie más que a sí mismo
y carecer de entidad
para pedir perdón en nombre de otros
seres humanos
que no se representan más que a sí mismos.

Pido perdón
por herir sensibilidades
por herir idiosincrasias
por herir trascendencias
por herir colectividades
por herir individualidades
por herir.

Pido perdón
por no saber completamente
a qué más pedirle perdón
y tener que pensar
en a quién puedo haber afectado
con mi mera existencia.

Pido perdón
por no saber a quién
pudo afectar negativamente
la existencia y las acciones
de todo ser humano que me precedió
incluso
si nacieron en la misma cama de hospital donde yo nací
si nacieron en el mismo hospital donde yo nací
si nacieron en la misma ciudad donde yo nací
si nacieron en el mismo país donde yo nací
si nacieron en el mismo continente donde yo nací
si nacieron en el mismo mundo donde yo nací.

Pido perdón
a seres humanos
a animales
a fauna
e incluso
a rocas, mares, ríos y montañas.

Pido perdón
por pisotear derechos
por aprovecharme de la desigualdad social en el planeta
por beneficiarme de la especulación inmobiliaria
por enriquecerme a costa del capitalismo neoliberal
por poder dedicarme a la poesía.

Pido perdón
por no saber lo suficiente
por saber demasiado
por saber que no sé
por no saber lo que sé.

Pido perdón
por no pedir suficientemente fuerte
perdón
e incluso
por pedir demasiado.

Pido perdón.

Pergamino o Papiro

He terminado el rollo que propuse como actividad colectiva durante la Presentación del Proyecto !ç~ñ¿.# consistente en rellenar una larga cantidad de papel enrollado a partir del que utilizan actualmente las compañías de envíos para proteger el interior de los paquetes sobredimensionados en lugar del anterior plástico de burbujas.

Me entretuve en enrollar cuidadosamente uno de esos papeles grises y de textura áspera en torno a sí mismo y lo introduje en un cilindro de una compañía de aromatizadores que también sobredimensionan su embalaje para proteger unos finos palillos que por capilaridad van absorbiendo el líquido oloroso de un recipiente y volatilizándolo hacia la estancia en la que se encuentre.

Enrollarlo cuidadosamente (repito) fue un proceso más relajante de lo que uno se pudiera pensar en primer lugar, teniendo que hacer eso y sólo eso, a modo de actividad zen, durante un largo rato, para lograr que el extendido y arrugado papel acabase formando un cilindro espiral de ajustado grosor para poder introducirlo en el estrecho prisma circular opaco que tenía dispuesto.

Durante la presentación fue desenrollado para ir conformando otro rollo en torno a otro cilindro al modo de los antiguos rollos de papiro o pergamino y pedí que fuesen escribiendo en él a lo largo del evento lo que deseasen con tal de que usasen exclusivamente los signos utilizados en el proyecto !ç~ñ¿.#

El resultado son más de 15 metros de papel enrollado que no sé en qué momento volveré a desenrollar para mostrar en algún sitio, pero es uno de los trabajos más interesantes que creo haber realizado o propuesto, a pesar de (o justamente por eso) su carácter pobre, sencillo y, al mismo tiempo, significativo.

Esto no es una broma