Falacias aparte… No hay más que decir.
https://youtu.be/kzH1iaKVsBM?t=2m17s
Diario
Llevo el día fascinado con esta obra adjudicada a Homero en alguna ocasión, aunque bien es probable que sea bastante posterior a la Ilíada, cuya autoría en exclusiva también está puesta en duda.
Si el aedo en cuestión fue el compositor de semejante sátira épica resultaría aún más cautivador, pero no es desmerecedor para la obra que no sea Homero quien la escribió.
Me maravillan los nombres de los personajes, los héroes épicos, reyes de ranas y ratones en guerra, desatada por un percance al cruzar un ratón a lomos de una rana, siendo esta asustada por una serpiente y dejando hundirse al roedor cuasi accidentalmente.
Dicen en Wikipedia que la Batracomiomaquia (Βατραχομυομαχία, del griego antiguo βάτραχος, ‘rana’, μῦς, ‘ratón’, y μάχη, ‘batalla’) o la Batalla de las ranas y ratones es una épica cómica o parodia sobre la Ilíada, atribuida definitivamente a Homero por los romanos, pero que de acuerdo a Plutarco sería una obra de Pigres de Halicarnaso, el hermano (o hijo) de Artemisia, reina de Caria y aliada de Jerjes. Sin embargo, algunos autores modernos la atribuyen a un poeta anónimo de la época de Alejandro Magno.
La palabra «batracomiomaquia» ha llegado a significar ‘disputa estúpida’. La traducción alemana, Froschmäusekrieg, ha sido usada para describir disputas tales como la surgida entre la Escuela de Matemáticas y la de Sociología del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.
Batracomiomaquia de Homero
Nota: Traducción de Jenaro Alenda y Mira (principios del siglo XX)Al comenzar esta primera página, ruego al coro del Helicón que venga a mi alma para entonar el canto que recientemente consigné en las tablas, sobre mis rodillas —una lucha inmensa, obra marcial llena de bélico tumulto— deseando que llegue a oídos de todos los mortales cómo se distinguieron los ratones al atacar a las ranas, imitando las proezas de los gigantes, hijos de la tierra. Tal como entre los hombres se cuenta, su principio fue del siguiente modo:
Un ratón sediento, que se había librado del peligro de una comadreja, sumergía su ávida barba cerca de allí, en un lago, y se refocilaba con el agua dulce como la miel cuando le vio una vocinglera rana, que en el lago tenía sus delicias y le habló de esta suerte:
—Forastero, ¿quién eres? ¿De dónde viniste a estas riberas? ¿Quién te engendró? Dímelo todo sinceramente: no sea que yo advierta que mientes. Si te considerare digno de ser mi amigo, te llevaré a mi casa y te haré muchos y buenos presentes de hospitalidad. Yo soy Hinchacarrillos y en el lago me honran como perpetuo caudillo de las ranas: crióme mi padre Lodoso y me dio a luz Reinadelasaguas, que se había juntado amorosamente con él a orillas del Erídano. Pero noto que también eres hermoso y fuerte, más aún que los otros; y debes de ser rey portador de cetro y valeroso combatiente en las batallas. Mas sea, declárame pronto tu linaje.
—¿Por qué me preguntas por mi linaje? Conocido es de todos los hombres y dioses y hasta de las aves que vuelan por el cielo. Yo me llamo Hurtamigas, soy hijo del magnánimo Roepán y tengo por madre a Lamemuelas, hija del rey Roejamones. Pero, ¿cómo podrás conseguir que sea tu amigo, si mi naturaleza es completamente distinta de la tuya? Para ti la vida está en el agua, mas yo acostumbro roer cuanto poseen los hombres: no se me oculta el pan floreado que se guarda en el redondo cesto; ni la gran torta rociada de sésamo; ni la tajada de jamón; ni el hígado, dentro de su blanca túnica; ni el queso fresco, de dulce leche fabricado; ni los ricos melindres, que hasta los inmortales apetecen; ni cosa alguna de las que preparan los cocineros para los festines de los mortales, echando a las ollas condimentos de toda especie.
Jamás huí de la gritería horrenda de las batallas, sino que siempre me encamino hacia el tumulto y pronto me mezclo con los combatientes más avanzados. No me espanta el hombre con su gran cuerpo, pues encaramándome a la cama en que reposa le muerdo la punta del dedo y hasta le cojo por el talón sin que le venga ningún dolor ni le desampare el dulce sueño mientras yo le muerdo. Dos son los enemigos de quienes en gran manera lo temo todo en toda la tierra: el gavilán y la comadreja, que me causan terribles pesares; y también el luctuoso cepo, donde se oculta traidora muerte. Pero temo mucho más a la comadreja, que es fortísima y, cuando me escondo en un agujero, al mismo agujero va a buscarme. No como rábanos, ni coles, ni calabazas ni me nutro de verdes acelgas ni de apio; que estos son vuestros manjares, alimentos propios de los que habitáis en la laguna.
A estas razones Hinchacarrillos contestó sonriendo: —¡Oh forastero! Mucho te envaneces por lo del vientre; también las ranas tenemos muy muchas cosas admirables de ver, así en el lago como en la tierra firme. Pues el Cronión nos dio un doble modo de vivir y podemos saltar en la tierra y zambullir nuestro cuerpo en el agua, habitando moradas que de ambos elementos participan. Si quieres comprobarlo, muy fácil te ha de ser: monta sobre mi espalda, agárrate a mí para que no resbales y llegarás contento a mi palacio. Así dijo; y le presentó la espalda. El otro, subiendo al punto con fácil salto, asióse con las manos al tierno cuello. Y al principio regocijábase contemplando los vecinos puertos y deleitándose con el nado de Hinchacarrillos; mas, así que se sintió bañado por las purpúreas olas, brotáronle copiosas lágrimas y, tardíamente arrepentido, se lamentaba y se arrancaba los pelos, apretaba con sus pies el vientre de la rana, le palpitaba el corazón por lo insólito de la aventura y anhelaba volver a tierra firme; y en tanto el glacial terror le hacía gemir horriblemente. Extendió entonces la cola sobre el agua, moviéndola como un remo, y, mientras pedía a las deidades que le dejaran arribar a tierra firme, iban bañándolo las purpúreas ondas. Gritó, por fin, y estas fueron las palabras que profirió su boca:
—No fue así ciertamente como llevó sobre los hombros la amorosa carga el toro que, al través de las olas, condujo a Creta la ninfa Europa; como, nadando me transporta a mí sobre los suyos esta rana que apenas levanta el amarillo cuerpo entre la blanca espuma.
De súbito apareció una hidra, con el cuello erguido sobre el agua ¡Amargo espectáculo para entrambos! Al verla, sumergióse Hinchacarrillos, sin parar mientes en la calidad del compañero que, abandonado, iba a perecer. Fuese, pues, la rana a lo hondo del lago y así evitó la negra muerte. El ratón, al soltarlo la rana, cayó en seguida de espaldas sobre el agua; y apretaba las manos; y, en su agonía, daba agudos chillidos. Muchas veces se hundió en el agua, otras muchas se puso a flote coceando; pero no logró escapar a su destino. El pelo, mojado, aumentaba aún más su pesantez. Y pereciendo en el agua, pronunció estas palabras:
—No pasará inadvertido tu doloso proceder, oh Hinchacarrillos, que a este náufrago despeñaste de tu cuerpo como de una roca. En tierra, oh muy perverso, no me vencieras ni en el pancracio, ni en la lucha, ni en la carrera; pero te valiste del engaño para tirarme al agua. Tiene la divinidad un ojo vengador, y pagarás la pena al ejército de los ratones sin que consigas escaparte.
Diciendo así, expiró en el agua. Mas acercó a verlo Lameplatos, que se hallaba en el blando césped de la ribera; y, profiriendo horribles chillidos corrió a participarlo a los ratones. Así que éstos se enteraron de la desgracia, todos se sintieron poseídos de terrible cólera. En seguida ordenaron a los heraldos que al romper el alba convocaran a junta en la morada de Roepán, padre del desdichado Hurtamigas, cuyo cadáver aparecía tendido de espaldas en el estanque, pues el mísero ya no se hallaba próximo a la ribera, sino que iba flotando en medio del ponto. Y cuando, al descubrirse la aurora, todos acudieron diligentes, Roepán, irritado por la suerte de su hijo, se levantó el primero y les dijo estas palabras:
—¡Oh amigos! Aunque a mí solo me han hecho padecer las ranas tantos males, la actual desventura a todos nos alcanza. Soy muy desgraciado, puesto que perdí tres hijos. Al mayor lo mató la odiosísima comadreja, echándole la zarpa por un agujero. Al segundo lleváronlo a la muerte los crueles hombres, con novísimas artes, inventando un lígneo armadijo que llaman ratonera y es la perdición de los ratones. Y el que era mi tercer hijo, tan caro a mi y a su veneranda madre, lo ha ahogado Hinchacarrillos, conduciéndolo al fondo de la laguna. Mas, ea, armaos y salgamos todos contra las ranas, bien guarnecido el cuerpo con las labradas armaduras.
Diciendo semejantes razones, a todos les persuadió a que se armaran; y a todos los armó Ares, que se cuida de la guerra. Primeramente ajustaron a sus muslos, como grebas, vainillas de verdes habas bien preparadas, que entonces abrieron y que durante la noche habían roído de la planta. Pusiéronse corazas de pieles con cañas, que ellos mismos habían dispuesto con gran habilidad, después de desollar una comadreja. Su escudo consistía en una tapa de las que llevan en el centro los candiles; sus lanzas eran larguísimas agujas, broncínea labor de Ares; y formaba su morrión una cáscara de guisante sobre las sienes.
Así se armaron los ratones. Las ranas, al notarlo, salieron del agua y, reuniéndose en cierto lugar, celebraron consejo para tratar de la perniciosa guerra. Y mientras inquirían cuál fuera la causa de aquel levantamiento y de aquel tumulto, acercóseles un heraldo con una varita en la mano —Penetraollas, hijo del magnánimo Roequeso— y les anunció la funesta declaración de guerra, hablándoles de esta suerte: —¡Oh ranas! Los ratones os amenazan con la guerra y me envían a deciros que os arméis para la lucha y el combate, pues vieron en el agua a Hurtamigas, a quien mató vuestro rey Hinchacarrillos. Pelead, pues, los que más valientes seáis entre las ranas.
Diciendo así, les declaró el mensaje. Su discurso penetró en todos los oídos y turbó la mente de las soberbias ranas. Y como ellas increparan a Hinchacarrillos, éste se levantó y les dijo:
—¡Amigos! Ni he dado muerte al ratón, ni le he visto perecer. Debió de ahogarse mientras jugaba a orillas del lago, imitando el nadar de las ranas; y los perversos me acusan a mí que soy inocente. Mas, ea, busquemos de qué manera nos será posible destruir los pérfidos ratones. Voy a deciros la que me parece más conveniente. Cubramos el cuerpo con las armas y coloquémonos todos en los bordes más altos de la ribera, en el lugar más abrupto; y cuando aquéllos vengan a atacarnos, asgamos por el casco a los que a nosotros se aproximen y echémoslos prestamente al lago con sus mismas armaduras. Y después que se ahoguen en el agua, pues no saben nadar, erigiremos alegres un trofeo que el ratonicidio conmemore.
Diciendo así, a todos les persuadió a que se armaran. Cubrieron sus piernas con hojas de malva; pusiéronse corazas de verdes y hermosas acelgas, transformaron hábilmente en escudos unas hojas de col; tomaron a guisa de lanza sendos juncos, largos y punzantes; y cubrieron su cabeza con yelmos que eran conchas de tenues caracoles. Vestida la armadura, formáronse en lo alto de la ribera, blandiendo las lanzas, llenos de furor.
Entonces Zeus llamó a las deidades al estrellado cielo y, mostrándoles toda la batalla y los fuertes combatientes, que eran muchos y grandes y manejaban luengas picas —como si se pusiera en marcha un ejército de centauros o de gigantes— preguntó sonriente «¿Cuáles dioses auxiliarán a las ranas y cuáles a los ratones?» Y dijo a Atenea:
—¡Hija! ¿Irás por ventura a dar auxilio a los ratones, puesto que todos saltan en tu templo, donde se deleitan con el vapor de la grasa quemada y con manjares de toda especie?
—¡Oh padre! Jamás iré a prestar mi auxilio a los afligidos ratones, porque me han causado multitud de males, estropeando las diademas y las lámparas para beberse el aceite. Y aun me atormenta más el ánimo otra de sus fechorías: me han roído y agujereado un peplo de sutil trama y fino estambre que tejí yo misma; y ahora el sastre me apremia por la usura —¡situación horrible para un inmortal!— pues tomé al fiado lo que necesitaba para tejer y ahora no sé como devolverlo. Mas ni aun así querré auxiliar a las ranas, que tampoco tienen ellas sano juicio: pues recientemente, al volver de un combate en que me cansé mucho, me hallaba falta de sueño y no me dejaron pegar los ojos con su alboroto; y estuve acostada, sin dormir y doliéndome la cabeza, hasta que cantó el gallo. Ea, pues, oh dioses, abstengámonos de darles nuestra ayuda: no fuese que alguno de vosotros resultase herido por el punzante dardo, pues combatirán cuerpo a cuerpo, aunque una deidad se les oponga; y gocémonos todos en contemplar desde el cielo la contienda.
Así dijo. Obedeciéronla los restantes dioses y todos juntos se encaminaron a cierto paraje. Entonces los cínifes preludiaron con grandes trompetas el fragor horroroso del combate; y Zeus Cronida tronó desde el cielo, dando la señal de la funesta lucha.
Primeramente Chillafuerte hirió con su pica a Lamehombres, que se hallaba entre los más avanzados luchadores, clavándosela en el vientre, en medio del hígado: el ratón cayó boca abajo, se le mancharon las tiernas crines, y, al venir a tierra con gran ruido, las armas resonaron sobre su cuerpo. Después Habitagujeros, como alcanzara a Cienolento, le hundió en el pecho la robusta lanza: hizo presa en el caído la negra muerte y el alma le voló del cuerpo. Acelguívoro mató a Penetraollas, tirándole un dardo al corazón, y en la propria orilla mató también a Roequeso.
Comepan hirió en el vientre a Muchavoz, que cayó boca abajo y el alma le voló de los miembros. Gozalago al ver que Muchavoz se moría, adelantóse e hirió a Habitagujeros en el delicado cuello con una piedra como de molino y a éste la oscuridad le veló los ojos.
Grandemente apesarado Albahaquero hirió al ratón con el aguzado junco, sin que luego se le acercara para recobrar la lanza. Así que lo vio Lamehombres, dirigióle un brillante dardo y no le erró, pues se lo clavó en el hígado. Y como viera que Comecosto huía, cayóse al pie de la elevada orilla. Pero ni aun así cesó de luchar, sino que le hirió; y éste vino al suelo para no levantarse más; tiñóse el lago con la purpúrea sangre y el ratón quedó en la ribera envuelto en las delgadas cuerdas de sus intestinos.
Juncalero, al ver a Taladrajamones, entró en gran temor, tiró el escudo y huyó, echándose de un salto en el agua. El irreprensible Reposaenelcieno mató a Pastinascívoro y Gozaenelagua dio muerte al rey Roejamones, hiriéndole con un canto en la parte superior de la cabeza: el cerebro le fluía al ratón por la nariz y la tierra se manchaba de sangre.
Lameplatos mató al irreprensible Reposaenelcieno, acometiéndole con la lanza; y a éste la obscuridad le veló los ojos. Puerrívoro, al verlo, cogió por el pie a Oliscasado y, apretándole con la mano el tendón, lo ahogó en el lago.
Ladrondemigajas quiso vengar a su difunto compañero e hirió a Puerrívoro en el vientre, en medio del hígado: cayó a sus pies la rana y el espíritu de la misma fuese al Hades. Andaentrecoles, cuando lo vio, tiróle desde lejos un puñado de cieno, que le manchó el rostro y por poco no le ciega.
Encolerizóse el ratón y cogiendo con su robusta mano una enorme piedra que había en la llanura, verdadera carga de la tierra, con ella hirió a Andaentrecoles debajo de las rodillas: quebróse toda la pierna derecha de la rana, y cayó ésta de espaldas en el polvo. Vocinglero acudió en su auxilio y, acometiendo a Ladrondemigajas, le hirió en medio del vientre: envasóle todo el aguzado junco y, al arrancarle la pica con su robusto brazo, todos los intestinos se desparramaron por el suelo.
Y así que lo vio en lo alto de la ribera Habitagujeros —el cual, hallándose sumamente abatido, se retiraba del combate cojeando— saltó a un foso para escapar de la horrible muerte. Roepán hirió en la extremidad del pie a Hinchacarrillos; y éste, afligido, diose en seguida a la fuga y saltó el lago.
Alguívoro, cuando le vio caído y casi exánime, abrióse paso por entre los combatientes delanteros y acometió a Roepán con el aguzado junco, mas no logró romperle el escudo y en éste se quedó clavada la punta de la pica. Pero le hirió en el eximio casco de cuádruple penacho, haciéndose émulo del propio Ares, el divinal Catorégano, único combatiente que sobresalía entre la muchedumbre de las ranas. Mas arremetieron contra él y, al verlo, no se atrevió a esperar a los esforzados héroes y fue a sumergirse en lo profundo del lago.
Figuraba entre los ratones el mancebo Robaparte, señalado entre todos e hijo del irreprensible Roedor que acecha el pan. Roedor fue a su casa y mandó a su hijo que interviniera en el combate, y éste aseguró, braveando, que había de exterminar el linaje de las ranas. Púsose cerca de ellas con ganas de combatir reciamente; rompió por la mitad una cáscara de nuez y armóse metiendo las manos en ambos fragmentos. Temerosas las ranas fuéronse todas al lago. Y aquél hubiera llevado a cabo su propósito, pues su fuerza era grande, si no lo hubiese advertido en seguida el padre de los hombres y de los dioses. El Cronión se compadeció entonces de las ranas, que perecían, y, moviendo la cabeza, dijo de esta suerte:
—¡Oh dioses! Grande es la hazaña que van a contemplar mis ojos. Muy perplejo me dejó Robaparte al gloriarse fieramente de que ha de destruir las ranas en el lago. Mas enviemos cuanto antes a Palas, que produce el tumulto de la guerra, o a Ares, para que lo aparten de la batalla no obstante su valentía.
Así se expresó el Cronida, y Ares contestóle diciendo: —Ni el poder de Atenea ni el de Ares bastarán, oh Cronida, para librar a las ranas de la perdición horrenda. Mas, ea, vayamos en su auxilio todos juntos o mueve tu arma con la cual mataste a los titanes, que eran con mucho los mejores de todos; y de esta manera quedará domeñado el más valiente, como en otro tiempo hiciste perecer al robusto varón Capaneo, al gran Enceladonte y a las feroces familias de los Gigantes. Así dijo; y el Cronida arrojó el brillante rayo. Primeramente despidió un trueno, que hizo estremecer el vasto Olimpo, y en seguida lanzó el rayo —temible arma de Zeus— que voló, serpeando, de la soberana mano. Su caída a todos les causó pavor, así a las ranas como a los ratones; mas no por eso abandonó el combate el ejército de estos últimos, que hubiera esperado aún más que antes destruir el linaje de las belicosas ranas, si Zeus, compadeciéndose de ellas desde el Olimpo, no les hubiera enviado prestamente auxiliares.
De pronto se presentaron unos animales de espaldas como yunques, de garras corvas, de marcha oblicua, de pies torcidos, de bocas como tijeras, de piel crustácea, de consistencia ósea, de lomos anchos y relucientes, patizambos, de prolongados labios, que miraban por el pecho y tenían ocho pies y dos cabezas, indomables: eran cangrejos, los cuales se pusieron a cortar con sus bocas las colas, pies y manos de los ratones, cuyas lanzas se doblaban al acometer a los nuevos enemigos.
Temiéronles los tímidos ratones y, cesando en su resistencia, se dieron a la fuga. Y al ponerse el sol, terminó aquella batalla que había durado un solo día.
El neolítico hizo su aparición en la península coreana en tres oleadas sucesivas de migraciones, entre el 6000 y el 2000 A.C., implantaron una sociedad de tipo matriarcal y practicaron matrimonios exógamos con los miembros de su clan. Pero en realidad sólo se puede empezar a identificar el origen de la cultura coreana entre el 2000 y el 1000 A.C.
A partir de ese período se inicia en la península la edad de los metales, bajo la influencia de los manchues, aunque la edad de bronce sólo aparece hacia los siglos IX-VIII A.C. durando hasta el siglo IV A.C.
La extensión de los dólmenes y otros vestigios indica que tribus con una clase dirigente y en consecuencia con unidades políticas más importantes aparecieron primeramente en la región septentrional.
La primera de estas unidades políticas fue el antiguo Joseon: esta liga tribal dominó el territorio que se extiende desde la ribera del Liao, al sur de Manchuria, a la ribera del Daedong, en el centro de la actual Corea del Norte. El clan dominante de esta liga, de donde salieron la mayor parte de los jefes, era una familia que tenía el oso como tótem y cuyo fundador habría sido Dangun, el antepasado legendario del pueblo coreano.
La leyenda cuenta que el rey del cielo, Hwan-in, envió a su hijo Hwan-ung a la Tierra, donde se desposó con una osa convertida en mujer y tuvieron un hijo, Dangun, venticuatro siglos antes de Cristo; Dangun debía realizar la unión de las diversas tribus para formar un sólo reino. La era de Dangun, designada con el nombre de Antiguo Joseon, habría durado 1200 años y le habría sucedido la era de Gija durante 99 años.
A continuación, el Antiguo Joseon fue dividido en varias comunidades. Los estados de tipo tribal de Mahan, Jinhan y Byeonhan, llamados los Tres Han, fueron fundados en la parte meridional de la península y obtuvieron una reputación considerable por su organización, costumbres y artesanos.
El Antiguo Joseon fue invadido por la Dinastía Han China en el 109 A.C. y repartido en cuatro colonias chinas: Lolang, Chenfan, Xuan-tan y Lintun.
En el siglo II A.C. numerosos objetos, tales como cestas lacadas hechas de láminas de bambú y pinceles nos revelan la riqueza de Joseon. Este estado se estableció en la cuenca del Liao y en las riberas del Daedong. No obstante, desde el siglo IV A.C. ya se habían constituido algunas comunidades ciudadanas que comprendían amplios territorios bajo la autoridad de un rey.
Fue en el siglo IV A.C. cuando los coreanos conocieron los caracteres chinos y los adaptaron para transcribir su propia lengua. Desde esa época, como demuestran los vestigios arqueológicos, se interesaron tanto por la astronomía para mejorar el calendario agrícola como por las técnicas de imprenta para facilitar la educación.
A finales del siglo IV A.C. los Yen del norte de China, ejerciendo presión sobre el Antiguo Joseon, provocan el inicio del declive de este reino durante un siglo. Después, la península estuvo sucesivamente bajo la influencia del imperio Chin y de la Dinastía Han. Numerosos refugiados emigraron entonces hacia el Este de Corea. Entre 194 y 180 A.C. aproximadamente, el rey Wiman de Joseon subió al trono para reforzar su realeza. Adoptó una política expansionista, extendiendo su reino hacia el norte, el este y el el sur, lo que no sucedió sin provocar conflictos con la Dinastía Han china. Se inició así una guerra que finalizó con la instalación de cuatro comandancias chinas en la península. China tuvo el control de estos puestos durante 400 años, hasta que el aumento del poder de los estados de Goguryeo y Baekje se lo arrebataron.
El estado de Goguryeo se formó a partir del de Buyeo. Este último emergió en la cuenca del río Sunggari en el siglo IV A.C. En el 37 A.C. una facción dejó Buyeo para implantar un nuevo estado entre las cuencas de los ríos Yalu y Tung-chia, en un lugar que se denominó Goguryeo. El poder estaba en manos de una élite aristocrática, mientras que las clases inferiores estaban constituidas por granjeros y campesinos, sometidos a pagar impuestos y, finalmente, por esclavos.
De los diversos reinos confederados de este período, destacan tres estados: al norte, el reino Goguryeo, desde el 37 A.C., al sur el de Baekje en el 18 A.C. y el de Silla en el suroesto en el 57 A.C. Coexistieron con estados menores, tales como el de Yuk-Gaya y Dae-Gaya que pronto fueron invadidos por Silla.
Eran estados guerreros basados en estructuras sociales rígidas y jerárquicas al servicio de la familia real y de la aristocracia. En ellos, el budismo y el confucianismo fueron utilizados como intrumentos de poder político. Estos tres reinos se servían de las concepciones confucianas y budistas con el fin de mantener bajo la dirección del rey el funcionamiento jerárquico del sistema establecido. Estos conceptos morales y religiosos fueron fácilmente asimilados puesto que desarrollaban la filosofía de una sociedad basada en la idea de la unidad jerárquica. El confucionismo, en particular, sirvió para cimentar un orden social basado en la aristocracia, el valor moral y la importancia de la familia así como la idea del rey como padre de la familia nacional.
Así, en 372 D.C. en Goguryeo se fundó una academia nacinoal confuciana. El budismo también fue introducido en el reino de Goguryeo en 372 D.C. por un monje chino llamado Sundo e inmediatamente adoptado como religión del estado.
En 384 D.C. el budismo llegó a Baekje por mediación de un moje hindú llamado Marananta, procedente del reino chino de los Qin del Este en el valle del río Yangtse.
En Silla, durante el mismo período, el budismo fue introducido por Ado, un monje de Goguryeo. No obstante, su llegada no tuvo mucha repercusión y el budismo no cuajó en aquel reino hasta que en el siglo VI Won Pyo, procedente del sur de China, visitó Silla. Las escrituras budistas (sutra) fueron importadas de China al mismo tiempo que la organización admistrativa de tipo confuciano.
Se han hallado un gran número de vestigios con inscripciones de los Tres Reinos, a semejanza de los de la roca grabada de Onju y numerosas inscripciones como la del gran Rey de Goguryeo, el soberano Gwanggaeto. Estos restos son un testimonio de la antigua técnica y la gran habilidad de los coreanos que serán retomadas más tarde por la imprenta.
La lucha por la supremacía entre los Tres Reinos se tradujo en una serie de alianzas y estrategias fronterizas que condujeron a la victoria final de Silla, gracias a la ayuda militar de la Dinstía Tang china.
Silla derrotó a Baekje y Goguryeo en el 660 y 668 respectivamente.
La unificación de los Tres Reinos, llevada a cabo por Silla, supuso un período de florecimiento cultural para la historia de Corea.
Fuente: Historia de la imprenta coreana: de los orígenes hasta 1910. Byeong-Seon Park Minje.
Acabo de encontrar un artículo curioso y, al mismo tiempo, inquietante: El capitalismo es resistente. La última prueba, la próxima subasta de una primera edición del libro que más ha logrado poner en jaque y, al mismo tiempo, hacerlo comprensible:
Una peculiar primera edición de la obra El capital, de Karl Marx (1818-1883), que lleva la firma del autor y fue regalada en su día a su amigo Johann Eccarius, será subastada por la casa Bonham de Londres el próximo 15 de junio.
Y es que claro, lo primero que uno se pregunta es si regirán las leyes del mercado, las leyes de la oferta y la demanda, las leyes que dan forma al capitalismo hasta en sus maneras más salvajes y desregularizadas. Y así es: una subasta donde el dinero no tiene valor objetivo, sino que se convierte en capital.
Según Bonham, la pieza tiene un precio estimado de salida de entre 80 mil y 120 millibras (115 mil y 173 mil dólares) y será vendida en una jornada dedicada a libros y manuscritos.
Realmente, después de esta derrota asíncrona de Karl, ¿es posible creer que el capitalismo va a caer algún día?
Pasé por usar windows 3
(3.0)
a usar un windows 3.1 que sin punto sería un 31
que en aquella época era un mero gestor de ventanas
sin pretensiones de sistema operativo.
Usé el célebre windows 95 que llegó aproximadamente
al mercado
alrededor del 1995
y que tenía pretensiones que no cumplieron
de ser un verdadero sistema operativo
porque no acababa de ser operativo.
Pasé por usar windows NT
que posiblemente se habría llamado 3.5 (e internamente 4.0)
y llegué a ser de los primeros seres humanos
en convencer a unos servicios informáticos de una entidad financiera
para instalar un servidor de internet en un equipo
con estas características.
NT era bonito. Habría podido ser windows 40.
Luego llegó y usé windows 98
pero nunca con propósitos profesionales
porque de nuevo fracasaba como algo operativo
y hube de esperar a la llegada del windows 2000
en el año 2000
siendo verdaderamente un windows 5.0 o 50
para volver a confiar mínimamente en la posibilidad de tener un sistema
operativo
que fuese digno de ser tomado por tal
pero su soporte para dispositivos era
cuando menos
molesto
como de un linux.
Había pasado ignorando
felizmente
un sistema en el que tan sólo se había cambiado el nombre
para ocultar números: windows Me
y que para lo único que sirvió es para hacer de antesala
a la llegada de un buen y robusto sistema
(por primera vez)
llamado windows XP
que aunaba la profesionalidad del 2000
con la pretendida orientación al usuario particular del 98-Me.
XP fue tan interesante que aún lo mantengo
en máquinas virtuales que viven en una reliquia temporal
de hace tres lustrosos lustros
además de silenciar los lanzamientos
para diferentes plataformas
que comenzaron a emerger de las tinieblas
e incluso eclipsaron
la venida al planeta de un desconocido windows 2003
que quería anunciar que también gates había cruzado el gate
hacia el nuevo milenio.
Todos ellos eran hijos ilegítimos
de un agonizante windows NT 4.0
que había generado 5.0, 6.0
que sin puntos serían 50 y sesenta.
llegando a un virulento
windows vista
que no tuvo mucha vista
cuya intención
como lo había sido en los tiempos del XP
era la de mezclar las bondades del XP
con las bondades del 2003
pero ambas bondades
como en un «menos por menos es más»
se convirtieron en un «más por más es menos… y peor»
hasta desatar una oleada de críticas justificadas.
Usé windows vista porque venía impuesto
en los ordenadores que ya por entonces
habían blindado la garantía al software
haciéndonos creer que lo más importante del aparatejo
era lo que no estábamos comprando.
Mi camino hacia linux era ya imparable.
No usé por ser orientado al ámbito empresarial
el windows 2008 que salió al mercado
como su propio nombre indica.
Después del 2008 llegó el 7
windows 7
que retomaba la calidad de la mejor versión
disponible
introduciendo, para ello,
pocos o ningún cambio relevante
salvo el número.
Era windows 7 o 7.0 o 70
basado en NT 6.0.
Aún lo tengo en varios ordenadores
como alternativa a varias distribuciones
como mint o ubuntu
pero su elevado consumo de recursos
injustificadamente
me desalientan de usarlo
amén de su siempre creciente
lista de vulnerabilidades.
Después
inventaron el UEFI
para reventar las narices a los que queríamos
comprar clavos cuando
compramos clavos.
He conocido el windows 8.0 que
sin punto
sería 80
y que no nació en los 80
como el 95 había nacido en el 95.
Buscaban una interfaz diferente
con un cambio de filosofía
para intentar subsistir
en un mundo móvil y googleado
androitizado
en el 2012.
Sus windows phone
7.5
eran barridas del hardware
como antes w
había barrido a sus competidores.
Compraron Nokia para sobrevivir.
El windows 8 duró lo que duró vista
y llegó una pretendida revisión
llamada windows 8.1
que en realidad era un sistema nuevo
y que necesita un tanque para salir de casa.
Pero eso sí:
es mono.
Y cuando parecía que todo habría acabado
llegó windows 10 porque saben que no pueden parar
de producir versiones
después de haber ignorado la
que habría sido 9
por precipitación
o porque no les gustó el número.
Volvemos a estar en dos dígitos
sin necesidad de eliminar el punto
y acercándose a la fecha del lanzamiento
así que quizá al año que viene
caiga en el imaginario
el windows 17
hasta que año a año
nos acerquemos
peligrosamente
al windows 95
y volvamos a empezar.
En la historia de Corea el período Go-Joseon (Joseon antiguo) se extiende desde el nacimiento legendario de la civilización coreana en 2333 aC., hasta el establecimiento de la dinastía Han en China, en el año 206 a.C. Según las fuentes chinas, existía un reino Go-Joseon al menos a partir del siglo IV aC., lo que coincide con la entrada de Corea en la edad del hierro.
En la Época Antigua (alrededor del siglo I aC.), parece que se hablaban varios idiomas más en la península y la región de Manchuria, pero desgraciadamente estos desaparecieron sin que podamos informarnos más sobre ellos. Sólo nos llegan algunos fragmentos en documentos históricos. La mayoría de datos proviene de los clásicos chinos.
Según las Crónicas de los tres reinos, en el norte de la península [de Korea] había las lenguas de Buyeo (Fuyu, 夫餘), Goguryeo (高句麗), Okjeo (Wu-chü, 沃沮) y Ye (Wei, 濊).
Esta crónica dice que la lengua de Goguryeo se parecía a la de Buyeo en muchos aspectos y las lenguas de Okjeo, de Ye y de Goguryeo eran muy parecidas.
東夷舊語以爲夫餘別種, 言語諸事 多與夫餘 , 同, 其性氣衣服有異.
(La lengua y las costumbres de Goguryeo son casi iguales a las de Buyeo…)
(三國志卷 三十 魏書三十烏 丸鮮卑東夷傳第三十高句麗 )
其言語與句麗大同 時時小異 , . 漢初, ….
(La lengua [de Okjeo] es igual a la de Goguryeo, con un poco de diferencia…)
(三國志卷三 十 魏書三十烏 丸鮮卑東夷傳第三十東沃沮)
其耆老舊自謂與句麗同種. …言語法俗 大抵 與句麗同衣服有異.
(La lengua y las leyes y costumbres son en general iguales a las de Goguryeo…)
(三國志卷三 十 魏書三十烏 )
A lo largo del primer milenio de la era actual se mantienen separados unos reinos de la península coreana que mantuvieron o desarrollaron diferentes variedades dialectales, de las cuales la única de la que se dispone de datos lingüísticos es la del Reino de Goguryeo.
Tras la separación conocida en la historia de Korea como periodo de los tres reinos, surge la unificación de la mano del Reino de Silla quien parece imponer su lenguaje extinguiendo todo vestigio de las demas variedades coreánicas.
En el siglo X D.C. surge Goryeo (Korea) propiamente dicha, y la corte real de Goryeo adoptó el budismo como la religión oficial del Estado. El budismo alcanzó un gran esplendor y estimuló la construcción de templos y la talla de imágenes de Buda, así como las pinturas de estilo iconográfico.
Simultáneamente, en el archipiélago japonés, surge la cultura Yayoi, posiblemente procedente de la península coreana.
El período Yayoi (???? Yayoi jidai) es la era de la historia japonesa que sigue al período J?mon y que abarca unos 550 años, desde el año 300 a. C. al 250. Se debe este nombre al lugar donde fueron encontradas las primeras cerámicas que caracterizan su época, Yayoi en Tokio.
Desarrollaron el metal, y la cerámica, a diferencia del período J?mon, más elaborada, con algunos estampados. Tiene lugar el inicio del cultivo de arroz, muy importante para el desarrollo japonés. A finales del período se presentan los primeros signos de la introducción del sintoísmo.
Posteriormente, daría lugar al periodo Yamato y este al Nara y al Heian que culminarían tras las Guerras Genpei en una nueva de organización política caracterizada por el shogunato.
Es también a finales del siglo XII D.C. cuando se introducen cambios en las islas Ryukyu que inducen a pensar que la población japónica desplaza a la originaria pre-altaica.
El confucionismo llega a Corea aproximadamente a comienzos de la era cristiana, casi al mismo tiempo de la llegada de los primeros documentos escritos de China. Sin embargo, no llegó a influir tanto a la sociedad coreana sino hasta el inicio de la dinastía Joseon (1392-1910).
Tras esta dinastía ermitaña, se produce la apertura forzosa a occidente y también al imperialismo nipón que suyugará la península durante la primera mitad del siglo XX D.C.
Actualmente, el coreano es la únca lengua superviviente de las diversas lenguas coreánicas hablado tanto en Corea del Norte como del Sur.
Mientras tanto, en Japón las distintas eras tras las Guerras Genpei son shogunatos con periodos de apertura y cierre a la influencia exterior que concluyen con el Periodo Edo y la Restauración Meiji que da lugar a la apertura de Japón a la influencia occidental masiva.
En las islas Ryukyu, desde el periodo Gusuku o Aji, se va produciendo la diferenciación dialectal de las lenguas ryukyu hasta ponerse en peligro de extinción a partir de la anexión explícita japonesa de finales del siglo XIX D.C.
Existió un Reino de Ry?ky? independiente que ocupaba la mayor parte de las islas desde Yonaguni, en el sudoeste, hasta Amami Oshima, al norte. En el siglo XVII obtuvo el estatus de reino tributario del emperador chino (el cual teóricamente debía ir en su auxilio de haber sido necesario). En 1609, una expedición que partió de Satsuma, en Kyushu, conquistó el reino. Después, los reyes de Ry?ky? pasaron a prestar tributo también al emperador japonés.
En 1879, el gobierno Meiji del Japón anunció la anexión de las islas. China se opuso, por lo que el expresidente de los Estados Unidos, Ulysses S. Grant, fue llamado para mediar entre las partes, decidiéndose finalmente a favor del Japón.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial en 1945, el archipiélago fue administrado por los Estados Unidos. Las islas del grupo Amami fueron devueltas al Japón en 1953 y son parte de la prefectura de Kagoshima. El resto del archipiélago, a excepción de la isla de Okinawa, fue entregado en 1967. Okinawa volvería a soberanía japonesa más tarde, en 1972.
… y seguimos con una monarquía que diferencia a unas personas como las indicadas para ser los jefes del estado por el hecho de descender de otras que fueron ungidas por la autoridad papal.
Hay pocas familias «monárquicas» y, afortunadamente, su preponderancia gubernativa no hace sino menguar desde hace un par de siglos, no obstante, aún mantenemos una obsoleta institución, que lo único que hace es afirmar que los ciudadanos no somos capaces de elegir a nuestros jefes de estado, sino que han de estar por encima de las decisiones del pueblo (legitimadas mediante las constituciones, en el mejor de los casos, que supuestamente pueden modificarse).
Cuando aquellas modificaciones fueren ratificadas nos hallaríamos en un brete equivalente al que se tuvo desde la primavera de 1931. Y quizá, con igual desdicha, probaríamos cierta incapacidad para pactos, acuerdos, consensos… etc.
Desde luego, lo que resulta, ya para colmo, bochornoso es encontrar el apellido «urdangarín» en la lista de sucesión, pero yo tengo grandes esperanzas de que, si al final este llegase a ser un verdadero viable sucesor, acabaríamos por comprender que no es un mal menor, sino un vestigio arcaico donde en lugar de monarquía (el gobierno de «el mejor») tenemos una tiranía.
La línea de sucesión al trono de España está dispuesta, tras la proclamación de Felipe VI, en el siguiente orden:12
Rey Juan Carlos I (n. 1938).
- Rey Felipe VI (n. 1968).
- (1) Leonor de Borbón y Ortiz, princesa de Asturias (n. 2005).
- (2) Sofía de Borbón y Ortiz, infanta de España (n. 2007).
- (3) Elena de Borbón y Grecia, infanta de España y duquesa de Lugo (n. 1963).
- (4) Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, Grande de España (n. 1998).
- (5) Victoria Federica de Marichalar y Borbón, Grande de España (n. 2000).
- (6) Cristina de Borbón y Grecia, infanta de España (n. 1965).
- (7) Juan Valentín Urdangarin y Borbón, Grande de España (n. 1999).
- (8) Pablo Nicolás Sebastián Urdangarin y Borbón, Grande de España (n. 2000).
- (9) Miguel Urdangarin y Borbón, Grande de España (n. 2002).
- (10) Irene Urdangarin y Borbón, Grande de España (n. 2005).
Resulta que mi DNI incluye un 386 entre sus dígitos, cifra que me sirve para recordarlo pues es uno de los procesadores de uno de los innumerables ordenadores que he tenido a lo largo de mi vida.
Hoy, al intentar acceder a los servicios telemáticos de uno de los bancos en cuyos servidores consta la información sobre la cantidad de dinero que se supone que tengo (la propiedad de algo tan abstracto es sumamente difusa), fallé en la autenticación o proceso por el cual informo de algo que se supone que sólo yo sé para proceder a garantizarme el acceso a sus servicios: Introduje repetidamente un 286 donde debía ir el 386.
Ese sí que había sido mi primer PC, técnicamente hablando, pues anteriormente sólo había contado con «chismes» del tipo spectrum (con y sin plus(+)).
Había adquirido (mis padres lo hicieron posible (gracias)) un Intel 802861 (llamado oficialmente iAPX 286, también conocido como i286 o 286) que era un microprocesador de 16 bits de la familia x86, que puse a trabajar desde el primer día para realizar cálculos de mecánica cuántica.
Anteriormente, en las aulas de informática de uno de los módulos de la facultad de ciencias de la UAM había utilizado los obsoletos 8086 y 8088, amén de mis amados UNIX en arquitectura RISC, siendo ya entonces multitarea y multiusuario de manera nativa.
Al 4004 lo sucedieron el 8008 en 1972 y en 1974 el 8080, cada vez logrando mayor capacidad. En 1978, Intel comenzó a comercializar el procesador 8086, un ambicioso chip de 16 bits potencialmente capaz de ser el corazón de computadoras de propósito múltiple. El 8086 se comercializó en versiones desde 4,77 y hasta 10 MHz.
IBM adoptó al hermano menor del 8086 (el 8088, un procesador con un bus de datos interno de 16 bits, pero con el bus externo de 8 bits, lo que permitía aprovechar diseños y circuitos para sistemas de 8 bits) para basarse en él y lanzar la línea de computadoras más exitosa de la historia: el IBM PC (1981) y el IBM XT (eXtended Technology) (1983)
[Extraído de Wikipedia sobre x86]
Aquellos no contenían disco duro propio en los ordenadores disponibles y había de ir dependiendo de un MS-DOS (o IBM-DOS o DR-DOS…) que se insertaba, con suerte, en una de las dos disqueteras de cinco pulgadas y cuarto.
Por supuesto, nos olvidábamos felizmente de que en otros ordenadores había entornos gráficos amigables (X) que hacían más sencilla su utilización.
De ahí a hoy no hay más que una evolución divertida, en la que el RISC ha pasado a formar parte del ARM (esa R) y estos a ser la base de los dispositivos móviles más utilizados, entre otras cosas.
Pero esto ya es otra historia y aquella parece estar siendo contada en la preciosa serie de Halt and Catch Fire.
Estamos viviendo la era de la estadística.
Cuando me toca algún alumno de clases particulares de matemáticas, especialmente de ciencias sociales, tengo que repasar estas temáticas que me espantan de la probabilidad y la estadística, cuando yo siempre he sido una persona más de álgebra y topología.
Pero hoy, pensándolo, recordando una conversación que tuve ayer con Isidoro Valcárcel, sobre los modelos de la realidad, las fronteras, me di cuenta de que mi amado principio de incertidumbre dio el pistoletazo de salida a esta era en la que incluso las ciencias más firmemente algebraicas pasaron a ser dependientes de esa rama de la matemática del error, de la indeterminación, del des-con-cierto.
Antes, bien es verdad, habrían venido las revoluciones que la misma matemática había sufrido a lo largo, principalmente, de finales del siglo XIX y comienzos del XX, con la formulación de nuevos espacios, nuevas lógicas, la ruptura de la axiomática euclídea, pero quedaba la tenue ilusión de que la naturaleza era predecible porque cumplía unas reglas casi expresables algebraicamente.
Aunque era una ilusión, a mí me hacía ilusión. Y me quedé allí. Sabiendo que no podía quedarme, pero me quedé… eso de la termodinámica estadística me parecía una trampa para aproximar lo desconocido… y no una nueva concepción de la realidad, en la que lo desconocido es lo conocido, por decirlo así, la dualidad campa a sus anchas y la semántica pasa a ser protagonista en ciencia.
Habíamos vivido una maravillosa era del álgebra, desde que los copernicanos y los cartesianos habían sido capaces de predecir eclipses, elipses y otras ipses. Habían «domado» la realidad bajo la batuta de la incógnita más o menos complicado de despejar, lagrangianos mediante.
Teníamos nuestras formulitas, nuestras leyes de gravedad, más o menos relativas, pero ahí estaban, sin juegos de dados… como le gustaban al querido tío Alberto.
Atrás había quedado toda una era oscura, que podríamos llamar la era del cálculo, era de contar sin asignar a variables, sin más que números y números… anotaciones, tablas, piedras, ovejas, después de una aún más lejana galaxia de proporciones geométricas, de cuerdas, reglas, compases y medidas, medidas y medidas… Las alubias del del teorema quedaban más allá del horizonte de sucesos.
Y ni hablar de las cuentas con las manos de esos babilónicos iterativos.
Pero sí, todo eso quedó atrás y ahora vivimos la era de la estadística y no me resisto a pensar que tendría que haber aprendido y comprendido más y mejor aquella temática durante los años de mi enseñanza secundaria y el entonces bachillerato unificado polivalente, aunque claro está que no tenían en cuenta (y aún tampoco) que la era del álgebra toca a su fin y que en ciencias (puras purísimas) íbamos a necesitar la estadística, la probabilidad y esas morrallas mucho más que la integración por partes.
Qué le vamos a hacer. Probablemente (uy), probablemente llegue alguna vez una nueva era en la que lo único importante sean los conjuntos, las categorías, y podamos releer con placer a Inmanuel Kant, a Bertrand Russell y, por supuesto, a Frege.
Orange is the new Black
Black is the new Red
Red is the new White
White is the new Heisenberg
Heisenberg is the new Hume
Hume is the new Ockham
Ockham is the new Aristóteles
Aristóteles is the new Zenón
Zenón is the new Tales
so…
Mileto is the first Wentworth.