La molestia de la estética y lo técnico

Me envía mi querida y admirada Ana Matey publicidad de sus estupendos Talleres de Creación y le comento, algo tontamente, que cuando se ve su mensaje, aparece una ristra de datos técnicos que no deberían estar ahí, seguramente puestos por la plantilla wordpress que debe de estar usando en su sitio web.

Y es que estas tonterías entre «simplificarnos» la vida con plantillas de WP evitando desarrollos HTML personalizados, supone que muchas veces acabamos teniendo «morralla» de código generado y que no sabemos de dónde ha salido. Pero, supuestamente, ha sido fácil generarlo. Lo que no suele ser es fácil modificarlo.

Espero que mi amiga no se tome a mal mi comentario que pretende ser constructivo.

Obviamente…

Obviamente, dice el artículo, la Wikipedia está pensada para satisfacer la curiosidad y el desconocimiento de los usuarios…

Es genial o deprimente, no sé muy bien, este tipo de errores que hace temblar ante lo que se avecina mediante inteligencias artificiales aún menos monitorizadas, si cabe, que quien haya tecleado este penoso artículo.

Y quizá acabemos encontrando una obra surrealista inintencionada, lo que no acaba de convencerme como obra, en una Internet 5.0 realizada por y para máquinas o personas a quienes no les importa absolutamente nada el rigor.

No tengo cuenta de twitter

Facebook está de capa caída.
Instagram es el auge del postureo.
Whatsapp es un correo electrónico privado.
Twitter dicen que es la red del enfado.
Tic-Toc genera adicción.
Youtube tiene mucha publicidad.
Google no tiene plus.

El enfado no me va a pillar por banda
para aumentar el descontento.

No quiero publicar vídeos
de menos de 9 minutos
porque no soy muy guapo.

Me cuesta usar Instagram
sin boicotearlo.

Hoy pensaba
que cualquier día
dejaré de usar Facebook
en el ordenador
ya que no lo uso en el móvil
y me olvidaré de esas absurdas
advertencias sobre posibles estafas
por suplantación de cuentas.

Si alguien
alguna vez
suplanta mi cuenta de twitter
seguramente no me enteraré
porque no tengo tal cosa.

La de linkedin la di de baja
por ausencia de propósito.

Esta internet 2.0
es una calamidad.

Vergüenza

Fun Games. Publicidad. A Stunning Fantasy Role-Playing Game. It Is So Beautiful It’s Worth Installing Just To See.

De un tiempo a esta parte me aparece recurrentemente en la publicidad de una red social esta «fotografía» de una mujer muy bella (absurdamente carente de ropa apropiada para luchar en los juegos que invita a participar) que me hace sospechar que es una fabricación pseudo-tridimensional a modo de personaje de vídeo-juego creado artificialmente.

Más allá de lo vergonzoso que pueda ser utilizar ese gancho (sexo obvio) para que se pinche en el subsiguiente enlace independientemente de lo que «se venda», reconozco que la vergüenza es más debida a mi propio comportamiento pues soy consciente de que me detengo mucho más de lo razonable en la imagen. No sé evitarlo. No pincho el enlace, por supuesto, pero no puedo levantar los ojos de su mirada (sí, de su mirada). Me quedo algo extasiado durante, pongamos, 10 segundos, y luego sigo navegando por la infinita muralla de tonterías que abundan en la red social en cuestión.

Algún día dejará de aparecer esta imagen y lo habré olvidado, pero por unos días habré estado sintiendo una punzada de deseo y, también, de vergüenza por ese deseo.

Generador de Texto Aleatorio en Español

A veces el Lorem Ipsum habitual se me queda corto pues necesito signos de puntuación, acentuación, etc, que no contiene el texto habitual para probar una tipografía concreta, así que lo mejor que he encontrado son estas dos webs que generan texto en español o modifican el Lorem Ipsum habitual para incluir caracteres que necesito probar.

Este texto ha sido generado con el segundo de los dos:

Lorem ipsum dólor sit ámet, quo minim erant iracundia et, prí forensibús democritum id. ¡Vix ne persius appareat ocurrerét, ius ñe deniqué vivendúm neglegentur! Cu debet iñtellegébat definitiones quo, eam ne alíi oblique disputationi. Añ sit quod próbatus. Fugit adipisci philósophia néc id, pártem elígendi eú qúi. Eu modo éxerci partíeñdo éam.

Primis sapientem éum no. Aúdire támquam has ut. ¡Vim nonumes vituperatoribus et, laudem córpora duo eu, eu quo sumo decóre! Ipsum legimus íd eam. Ad ius posteá tractatos, debet affert percipit mea ne, omittantur theophrastús conclúdaturque pró ut.

¡Mel cu illum sanctus priñcipes, modús elitr suscipiantur an nám, nam pauló timeam noluissé ád! Minímum éligendi seá te, vim cu dictas ornatus. ¿Efficiántur coñsequuntur vís te, duó ne possit option, ad quo virtute luptatum hoñestatis? ¡Est ad purto fallí dissentiuñt, iñ útroque menandri deseruísse nec! ¿Ad probo quaestio vituperata sit, ullum luptatúm insoléns et mei?

Vix nisl labores te, quodsi delicata vís ex. ¡Ut viris integre sed, nóvum dissentiet definitiones per ne, et séa dolór commune! ¡At pri postea efficíendi, eum ne nemóre fuisset hendrerit, nam nullám graecis nostrum no! ¡Ea eám agam dícta!

¿Facete consequat éi eam? Seá ei sólum falli labítur, ei nam ullum primís perícula. No quis ceteros blandit meí. Ne vel maiorúm accumsan. ¡Te aeque accusam sed! Intégre discere et usu, detracto conceptam elabóraret sit ín.

Qui mélius volutpat vituperata ut, aúgue aliquam at quí, autém defiñitionem vel añ. ¡Eum modus aliquam placerat iñ! ¡Impédit epícuri cum ex! Pro deleniti épicurei ex, dolore dissentias ad pri, cu eam doming némore volumús.

¿Id ius tale nihíl utroque, graeco vocent coñsequuntur mea ad? Agam muciús perfecto an íus, hás ex putant ádolesceñs, éos eu exerci praésent. Est vocibus ántiopam eu, ridens oblique cú vel. ¡Vim at wisi iñvidúnt! Eos labitur verterem ásseñtior ne, augue ratíonibus et ius, possit facilís nusquam eos at.

Labore blañdít tacimates án eos, has fuisset assentior at. Tritani platoñem vítuperatoribus eá per. Graeci facilisi cu vis, wisi patrioque quo ad, omñís etíam meliús éu nec. Aperiam sanctus cu vis, ius no numquam áccommodare. At his harum sémper quaeque, no has illud offéñdit patrioque.

¿Ea ius tamquam vituperata, ad eúm iusto laboré? ¡Eros sóluta qui ad, vis nó soleat elóquentiam, vis velit saepé at! His in bonorum siñgúlis, periculá patrioque sententiaé in eós, id veníam timeam añtiopám per. Salutañdi íñstructior cum té.

¡Nó explicari efficíendi éum, sit graece tibique éfficiañtur in! ¡Ea eúm modus aliquíd, eum ét apeirian expétenda definitiones! ¡Est tractatos neglégentur no, líber nobis in méa, cu séa quaestio gubergrén! Qui córpora maluissét éi. Pér ex dicit labore, nec eú patríoque constituam.

Mi uso de Instagram

A veces creo que debería usar un poco más (o mejor) las redes sociales para conseguir más alumnos, o vender mis servicios como artista o como editor… y otras veces me da tanta tanta tanta pereza que cuando me encuentro un artículo que me dice que se puede (a duras penas, según el articulista) estar una semana sin redes sociales me da por hacer una consulta para ver mi uso de Instagram y obtengo resultados «escalofriantes».

Amazon Music y La Polla Records

Me dice la compañía de venta por catálogo más grande del mundo (con permiso de alicosas) que quiere ofrecerme su servicio de música por subscripción y que aún no he utilizado ese servicio suyo (otros sí, lo reconozco con algo de vergüenza).

Para que lo use (sé que saca información personal que luego venderá) me «regala» 5€ en descuentos.

Y no estoy para despreciar 5€. Es triste. Patético.

Así que me aventuro a usarla, sabiendo que en cuanto me «regalen» esos 5€, volveré a seguir usando mi cuenta de Spotify, que dejó de ser de pago para no pagar 5€/mes que no puedo permitirme, pues el incremento de gastos fijos es inaceptable.

Para realizar un pequeño (absolutamente insignificante) acto de rebeldía, he buscado y «sintonizado» algo punky, pero me queda más que patente que «punk’s not dead»

El problema de las cookies

Mi amiga Carla Vigara, gran humorista del mundo mundial, en absoluto gilipollas a pesar de su insistencia, ha publicado el otro día este texto sobre las cookies en una red social:

Hoy, en «Los problemas del primer mundo», vengo a comentar mi indignación ante las famosas cookies. Esos textos que aparecen en sitios web y que están ahí para que dichos sitios registren información sobre ti, para venderte hasta a tu madre y que vuelvas repetidamente a estos mismos sitios.

Mi política de cookies había sido aceptar todo y a correr. Hasta hace poco. Que me dio por rechazar todo y a correr. O rechazar hasta donde me dejan rechazar, porque hay unas «cookies necesarias» que te las vas a comer sí o sí. Quizá por eso las llamaron «cookies». PORQUE TE LAS COMES.

Total. Que mi indignación viene de que, como en tantas otras cosas, utilizan la política del hastío, del hartazgo, de la desesperación. Porque tú rechazas. Y rechazas. Y esta no y esta tampoco. Todo no, menos las «necesarias». Pero si vuelves ahí, sorpresa: tienes que volver a rechazarlo todo otra vez. De una en una. Ninguno de estos sitios web guarda, pese a haberle dado a un botón que pone «guardar y cerrar» y pese a que estás accediendo desde el mismo dispositivo, tu configuración de «idos, por favor, a freír espárragos».

Curiosamente, sí guardan la configuración si lo aceptas todo. Te comes TODAS las cookies y engordas para morir cayendo en la manipulación, que es lo que harán con «el registro» de tu visita.

De momento me coge con ganas así que voy a seguir rechazando. Dijo ella, mientras publicaba en una red social.

A lo que un amigo le ha respondido cordialmente, con información bastante acertada:

Un sitio web no puede guardar que has rechazado las cookies si no se lo permites… No es una trampa. Es que no puede.

Mi amiga, que es mucho menos ignorante de lo que ella afirma, le pregunta o comenta lo siguiente:

Soy una ignorante en esta como en tantas otras cosas, pero si tú guardas la configuración de las que aceptas y las que rechazas porque hay un botón para ello, ¿qué es? ¿Guardar para este ratito y no preguntarte en dos minutos otra vez si no sales de aquí? No entiendo que exista este botón si no vas a guardar, efectivamente, las preferencias de cookies. Pero insisto. Ni pajolera idea.

No he podido por menos que lanzarme a responder hablándole de cómo funcionan las cookies, ese pequeño engendro del «demoño», con el que nos controlan, haciendo no veladas referencias a mi querida película de Amanece que no es poco, que tanto ella como yo veneramos:

Como dice tu amigo, para que un sitio web guarde tu decisión sobre las cookies o cualquier otra información, ha de usar cookies, pero como le has dicho que no guarde cookies, pues no puede guardar tu decisión sobre las cookies, así que te seguirá preguntando en un bucle divertido e infinito si quieres que guarde tu decisión sobre las cookies, pero la única forma que tiene de hacerte caso por siempre jamás es que aceptes las cookies, información que la web guardará en una cookie (en tu dispositivo, por otro lado, así que no lo guarda, lo guardas tú), pero por otro lado, el hecho de una web que te pregunte si quieres que guarde tu decisión sobre las cookies en realidad te dice que no tiene ni idea de qué hacer, lo que viene a significar que no tiene una cookie tuya (o suya) que le diga nada, o sea, que es la mejor señal de las posibles. Pero todo esto es mucho más divertido de lo que puedo llegar a explicar. ¿Acaso hay cookies de chocolate? ¿de jengibre? ¿Por qué las cookies se llaman cookies, es porque te las comes, como tú crees o es porque te las dan, a modo de «hostias» más o menos consagradas? ¿En qué idioma hablan las cookies? ¿Tienen pelo las cookies? ¿envejencen las cookies? ¿Les duele algo? El honor de las cookies, la pauta completa de cookies… ay… ¿Son las cookies las nuevas ingles? … [Por favor, déjame usar tu texto y mi respuesta para un viejo proyecto cuyo reinicio ha despertado]

Y ahora estoy deseando lanzarme a terminar ese proyecto de cookies, una aplicación web que ofrezca una y otra vez aceptar todas las cookies de todas las web del mundo mundial y que no pueda hacerlo, lo diga, pero insista, en un bucle infinito de aceptación de todas las cookies de las web del mundo mundial, en realidad, en un ejercicio de sumisión absoluta y absolutamente imposible.

Otro de esos proyectos absurdos de poesía programable que tanto me divierten.

Facebook y 10 años después…

En enero de 2012 escribí el siguiente texto cuando cerraron Megaupload sin más causa que la de que albergaba contenido pirata, sin tener en cuenta que personas como, por ejemplo, yo, lo usaba sin albergar nada que fuese piratería, sino creaciones propias o de dominio público.

¿Estaré ahora fichado por haberme atrevido a entrar (intentar entrar) en una web criminal? ¿Tengo tratos con el demonio y no lo sabía? ¿Qué habrá pasado con la copia que tenía albergada de los documentos de Wikileaks? Estamos cerca de ver el final de una era. Se avecina mucha, mucha censura.

Pero esta semana, 10 años después de aquella publicación, Facebook, ese «garante de la libertad de expresión», ese «inocente lugar donde publicar confidencias», ese «defensor del derecho a la intimidad», me recuerda que en enero de 2012 publiqué una foto (una imagen en realidad que no es una fotografía, sino una captura de pantalla) y me dice que si quiero compartirla…

La ironía de este acto inconsciente no se me escapa, así que la comparto con la siguiente parrafada que, en enero de 2032, facebook me recordará que publiqué en esta semana… Refritos…

Facebook no es un ser humano. Lo sabemos. Es una aplicación que gestiona la información casi sin darse cuenta de lo que hace (con directrices, claro y claras, pero inconsciente) así que me recuerda que ya anticipábamos hace 10 años que su censura era sibilina.

Nada nuevo bajo el sol. Nada inesperado.

Pero me hace tanta gracia que para FB cualquier imagen sea «una foto», «un recuerdo» que no puedo sino acordarme de esos androides (nexus) que guardaban como oro en paño su puñado de polaroids por el que estaban dispuestos a matar o morir.

¿Existirá FB en 2032?

Esto no es una broma