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Los años, de Annie Ernaux

El viernes me terminé el libro Los años, de la Nobelmente galardonada Annie Ernaux.

Es un libro que hacía un año largo me había recomendado Jaime Vallaure, quien, en su día hará algo como 25 años, me regaló uno de los libros que más me ha impresionado en la vida: La vida instrucciones de uso, de Perec.

Unos meses después, de cara a mis vacaciones del pasado verano, comencé a buscarlo hasta encontrar un par de ejemplares de otros libros de Annie Ernaux en una librería increíble en Gijón, con un nombre bien apropiado para su contenido: La habitación propia. Compré La otra hija y Lo que ellos dicen o nada.

Ambos libros me parecieron una delicia (editorial también, todo hay que reconocerlo), pero los devoré en poco más de un día de mis vacaciones. Se me hicieron breves. Joyas para degustar.

Definitivamente, quería saber y leer más de Ernaux y Jaime, otra vez, había dado en el clavo.

Mi amiga Aída, también admiradora de la obra de esta escritora, entre otras muchas, muchísimas, coincidencias, me dijo que tenía ese libro que andaba buscando de Los años y otro más. Así que hace un mes hicimos un intercambio, como los de rehenes o prisioneros a la luz de un farol mientras llueve sobre el puente fronterizo.

En este caso, nos encontramos en un bar amigo y nos canjeamos los libritos: ella me trajo mi esperado Los años y un librito que me leí en una mañana sin parar, titulado El lugar, en esta ocasión editado, no por Cabaret Voltaire, como los otros tres, sino por Tusquets Editores.

Cuando comencé a leer Los años supe inmediatamente que había dado con algo increíble.

Me gustó de principio a fin, sin fisuras, por su contenido y por su forma, por su enfoque y por lo enfocado, por esas pausas para respirar tanta historia (sin mayúsculas o con mayúsculas, a elegir), por sus imágenes conformadas con texto, por su modo de generar una autoficción o autobiografía en una primera/tercera persona tan sumamente bien elegida para una autobiografía impersonal y, simultáneamente, absolutamente personal. Su ego no oculto y, sin embargo, no molesto, no autoritario o impuesto.

La trama es casi lo de menos y al mismo tiempo es crucial. Su contexto social, la historia del Siglo XX desde 1940 y su nacimiento en guerra hasta su decisión de escribir el libro que tenía entre las manos, en la segunda década de este estrenado milenio.

Pero contiene todo, a modo de libro de libros, esa aspiración borgiana, tan bien lograda en la perequiana La vida instrucciones de uso, contiene la historia política de esas 7 décadas, pero con referencias a las pretéritas y a las por venir, que ya han llegado, contiene su biografía y la de quienes la rodearon, sus circunstancias vitales y sociales, contiene la economía, la ilusión o desilusión de varias generaciones, contiene reflexiones sobre la escritura, sobre la creación, sobre el acto de crear, de creer… contiene fotografías sin contenerlas, contiene tecnología sin contenerla, contiene respiraciones…

Está vivo. Es un libro vivo y vibrante.

No pude evitar leerlo imaginando cómo lo leerían otras personas pues inmediatamente te conduce a otros referentes que crees tener en común con amigas, con amigos, con diferentes lectores posibles de esta pieza increíble de literatura. Menos aún pude sustraerme a intentar sentir cómo lo había leído mi querida amiga, con quien tengo más de 12 años de separación, aunque no suelo ser muy consciente de ello, amén de diferencia de género.

Me planteé la duda de ¿este libro apegado a la historia lo leería igual cualquier persona de cualquier edad o especialmente iba dirigido a un público lector de más de, pongamos, 50 años y con un conocimiento de la historia contemporánea lo suficiente capaz de aprovechar los detalles que regaban la narración?

Por suerte, tuve el gustazo de compartir esta duda con ella misma (el viernes pasado, en el mismo lugar donde nos habíamos trocado los libritos) quien sostenía que Ernaux era, de alguna manera, universal, que conectaba con personas de diverso género, edad… y aunque sigo teniendo dudas al respecto, sí que parcialmente me convenció: al fin y al cabo, ¿no había, yo, hombre español de unos 57 años, conectar personal y perfectamente con una escritora francesa de más de 80?

Creo que hacía décadas que no encontraba un libro que me pareciese tan especial, con una escritora de quien desease conocer todo su trabajo, como ya me hubo pasado con Perec, con Gunter Grass, parcialmente con Paul Auster a quien siempre reconocí como escritor no tan especial, con Tolstoi.

Soy dolorosamente consciente de que es la única mujer entre tantos hombres, pero también de que afortunadamente he ido, poco a poco (y sigo en ello), descubriendo toda la literatura que habían escrito mujeres y que no conocía. En parte porque no se publicaba (o traducía), pero también por falta de interés en buscarlas. Proseguiré mi búsqueda, porque hay mucho por descubrir. A veces calladamente, a veces avergonzado.

De momento, para este verano, si no antes, quiero nuevos libros de esta autora y, posiblemente, de Clarice Lispector, quien merece, por lo menos, otro texto en este diario íntimo y público.

Fin de semana cargadito de actividades

Hoy viernes tenemos convocado el evento de Té y Poesía (N’Clave de Po(esía)) que venimos convocando desde hace décadas y que algunas veces me desespera por el ánimo egomaníaco que algunas (pocas) de las personas que asisten insisten en defender, hasta el punto de que me planteo (no me lo planteo realmente) cobrar dinero a quien quiera leer sus propios versos, sin aportar lecturas ajenas.

El sábado, Carmen tiene convocado un intensivo de Tango Argentino que puede que finalmente salga adelante con bastante poca menos gente de la que sería razonable si se tuviese en cuenta el nivel que tiene como profesora.

Su curso de Iniciación al Tango Argentino de 6 horas es de lo mejor que he conocido desde el punto de vista docente o pedagógico, pero parece ser que hay muchas personas que quieren aprender tango en unas 3 horas, de modo que 6 parecen excesivas.

Y por si nos pareciera poco, el domingo tenemos Práctica de Tango (N’Clave de Tango) que venimos convocando también desde décadas y que realizamos en una nueva sala que seguro que será del agrado de la inmensa mayoría (y una minoría protestará por alguna razón que desconozco, aunque puede ser por tener demasiado en la vida).

Pero eso sí, alguien me acabará diciendo que vivo como quiero, que «sarna con gusto no pica» y cosas parecidas que me desmotivan aún más de esta vida a la contra que me empecino en vivir… sarnoso todo.

Sigo recibiendo regalitos de reyes

Me ha llegado este libro a modo de regalo recordándome de parte de una exalumna de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de Clave 53 que defiendo, parece ser, con redomado afecto, pues genera que las personas mantengan este vínculo afectivo que les lleva a, después de haber «pasado página», seguir en mi misma página y recordarme en cada página que encuentran en sus páginas vitales.

Le envié una carta y un pellizco afectivo a mi querida Elena Bermejo (Ena Rojo, como poeta), quien vive en Barcelona desde hace casi un año y medio, pero me consta que no me olvida. Este ego que manifiesto no me desagrada.

El libro lo leeré en cuanto tenga ocasión pues tiene buena pinta, aunque últimamente estoy recibiendo tantos regalos que involucran lectura que comienzo a padecer algo de ansiedad. 🙂

Renombrar el Golfo de México

Cuando alguien habla de renombrar algo y se arma la marimorena, me alegra mucho pensar que la palabra tiene tanta fuerza como para provocar huracanes.

Es que me dedico a lo de la palabra y cada cual arrima el ascua a su sardina.

Ahora, después de escribir esto, tengo ganas de unas sardinas al espeto.

¿Por qué habré empezado esta tonta disertación sobre el poder de la palabra?

Te doy mi palabra: no tengo ni la remota idea.

Conclusión:
Idea es una isla y remota significa desierta.

Eclécticas lecturas

A juzgar por las lecturas que realizo a lo largo de mis periodos vacacionales, se podría deducir que soy algo ecléctico, que es una palabreja que se las trae.

Según la RAE:

Del gr. ἐκλεκτικός eklektikós; literalmente ‘que elige’.

adj. Perteneciente o relativo al eclecticismo.
Sin.: sincrético.
adj. Dicho de una persona: Que profesa las doctrinas del eclecticismo. U. t. c. s.
adj. Dicho de una persona: Que adopta una postura ecléctica. U. t. c. s.
Sin.: conciliador, sintético, equidistante.

Pero principalmente en la faceta de el eclecticismo de la acepción que he remarcado en negrita:

De ecléctico e -ismo.
m. Adopción, en el juzgar u obrar, de una postura intermedia entre doctrinas o actitudes diversas.
Sin.: moderación, conciliación, equidistancia. Ant.: extremismo, radicalismo.
m. Combinación de elementos de diversos estilos, ideas o posibilidades. Eclecticismo arquitectónico.
Sin.: sincretismo, mezcla.
m. Fil. Escuela filosófica que procura conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles, aunque procedan de diversos sistemas.
Sin.: sincretismo.

Quizá también en la primera de ella, pues cada día más quiero llevar a cabo una actitud en la que la suspensión del juicio sea protagonista en mi vida.

Me estoy haciendo «equidistante«.

El primer poemario de Javier Jiménez

El primer poemario, según él, de Javier Jiménez es un regalo en varios sentidos:

Le agradezco que me lo regale, pues un libro vale su peso (metafórico) en oro (metafórico) y este no es una excepción. Pero en segundo lugar por su reconocimiento hacia mí como «guía», que no maestro, en el desarrollo de su estímulo poético.

No puedo sino sentirme orgulloso de ser acicate, artífice, desde hace décadas, de generaciones de poetas que llevan años pasando por los Talleres de Poesía de la Asociación Cultural Clave 53 que defiendo, como Javier me reconoce, como un espacio dedicado a la exploración en total libertad, de las posibilidades poéticas de la realidad, del mundo, a modo de cambio de mirada sobre el mismo transformándolo en un lugar mejor, más amable, más bello, más oferente, aunque no sea a partir de lírica manida (especialmente si no lo es, mejor dicho).

Regocijo de escribir: Gozo, como objetivo último, como motor de la creatividad: el deseo.

Para la edición (que no ha contado conmigo por ahorro de precios, lo que considero más que razonable), ha tirado de Amazon, pero bajo el sello de una editorial hispano-colombiana de nuestra querida compañera poeta Andrea Vidal Escabí que lleva el bello nombre y logo de «LA MÁAQQUIINA».

Y quizá mi sorpresa mayor ha sido la decisión de Javier Jiménez de usar una inteligencia artificial para «crear» las ilustraciones que acompañan la edición, en concreto la portada y contraportada, sus «ombligos» como él los llama, mediante refinamientos de unos cuantos «prompts».

Yo aún no he usado ninguna IA (AI, ay, ay, ay) para una labor, digamos, creativa. Es más, creo que salvo los usos que casi involuntariamente le doy cada vez que busco algo en Internet (Google mediante, por ejemplo), no la he usado en absoluto.

Ya he explicado en algún otro sitio mi reticencia (aunque tengo otras objeciones menos perfiladas), pero no mi oposición a que otras personas hagan uso de la misma.

En esta ocasión, el resultado me resulta agradable y no demasiado saturante ni predecible.

La contraportada, en concreto, diría que me gusta bastante.

Algún día, quizá, tenga que ponerme a experimentar con las posibilidades que ofrece esta tecnología que yo conocí en pañales, antes de que el procesamiento masivo del lenguaje y la información accesible vía telemática, convirtiesen la inteligencia artificial en una herramienta de cuya potencia apenas vemos la punta del iceberg.

Generación de Los Amigos

Precioso regalo de mi querido Armando Silles, quien, como ejercicio de un Taller de Poesía de Clave 53, realizó este soberbio retrato de su propio grupo y, por extensión, de otras generaciones a las que he dado algún tipo de voz. Artífice, que me llama el estimado señor Silles.

Extraído de Wikipedia

Generación de los amigos

Generación de la oreja de cerdo o Generación de Clave 53

Para que un grupo de escritores sea considerado una generación literaria, según determinados autores, hay que cumplir una serie de requisitos, que pasamos a reseñar en relación con el mencionado grupo literario:

1.- Tener una edad cercana, no distante en más de 15 años. En este caso no se cumple estrictamente, pero sí que todos los miembros han alcanzado la madurez.

2.- Formación intelectual semejante: los autores de esta generación leyeron con fruición a ciertas poetas polacas, el haiku japonés, el realismo sucio norteamericano, así como la poesía femenina guatemalteca, entre otras muchas influencias comunes para todos ellos.

3.- Un acontecimiento generacional que marque a todo el colectivo: la pandemia por covid 19 de 2020, alentó determinadas publicaciones como “Meditaciones un mirlo”, de J. Jimenez, o la incorporación de nuevos miembros, como Armando Silles.
Participación en actos comunes. En este caso se produjo la participación en libros colectivos, presentaciones y programas de radio, así como la presentación de revistas literarias como Yukali, donde colaboraba Isabel Jimenez.

4.- Presencia de un guía: el artífice y renovador poético Giusseppe Domínguez fue según todos los estudios el aglutinante del grupo.

5.- Existencia de un lenguaje generacional. Se trata de uno de los puntos más discutidos, ya que aunque la poesía como juego es una constante en autores como Vidal Escabí, A. Ycaza, o el propio Domínguez, el realismo intimista de Lola Arroyo, Liliana Marcos… o Isabel Jiménez, que comparte Silles, convive en este último con el tema social, también cultivado por JM Velázquez o el anteriormente mencionado J. Jiménez.

Por sus características y sus actividades de ocio, se ha denominado al grupo Generación de la oreja de cerdo, Generación de Clave 53 (tugurio y tertulia que solían frecuentar) o Generación de los amigos, parece ser que por la amistad que se profesaban. Así, el hecho de tener relaciones personales entre ellos es otro de los requisitos generacionales, que en este caso cumplen. Otras teorías menos aceptadas apuntan al nombre de cierta taberna donde recalaban, la Taberna Los Amigos. No se da demasiado crédito a esta hipótesis, por ser un nombre demasiado manido y tópico.

Algún estudio marginal denomina al grupo Generación Intermedia, por cierta broma que se atribuye a Giusseppe Domínguez.

Algunos haikus de Octavio Paz

Conocí el haiku de la mano de un ensayo magistral de este escritor mexicano titulado «Tres momentos de la literatura japonesa», dentro del libro Las peras del olmo, un compendio de textos sobre literatura que hace décadas que leí y me abrió los ojos a distintas formas de concebir la escritura.

En Las peras del olmo, Octavio Paz ha reunido algunos de sus textos críticos más reveladores. La primera parte del libro, dedicada a la poesía mexicana, contiene un valiosísimo estudio acerca de la obra de Sor Juana Inés de la Cruz y brillantes aproximaciones a la figura de José Juan Tablada y a Muerte sin fin, de José Gorostiza, entre otros textos. En la segunda parte del volumen, que agrupa ensayos de variada temática, figura un extenso estudio acerca de la literatura japonesa, que se cuenta entre las primeras muestras importantes de la aproximación de Paz al mundo oriental, y una conferencia sobre surrealismo que da fe de la «invitación a la aventura interior» que preside la zona más genuina de la poesía de nuestro tiempo.

Próximamente, dentro del temático de Poesía Clásica Japonesa que estoy realizando en los Talleres de Poesía de Clave 53, leeré algunos de sus intentos de haiku (que no me parecen especialmente interesantes como haiku) que he rescatado de una de las antologías que tengo suyas. He de decir que, poéticamente, Octavio Paz me aburre bastante.

Basho An


El mundo cabe
en diecisiete sílabas:
tú en esta choza.


Troncos y paja:
por las rendijas entran
Budas e insectos.


Hecho de aire
entre pinos y rocas
brota el poema.


Entretejidas
vocales, consonantes:
casa del mundo.


Huesos de siglos,
penas ya peñas, montes:
aquí no pesan.


Esto que digo
son apenas tres líneas:
choza de sílabas.


Por supuesto, ha apostado por la métrica castellana para escribirlos, sin que eso sea algo que yo considere ni necesario ni innecesario. Una restricción más nunca viene mal, diría oulipianamente, pero ¿por qué no otras?

Presentación de Arrecordaderas de Gaudencio de la Sota Mayor

–> *Presentación de Arrecordaderas* de *Gaudencio de la Sota Mayor*
–> *Viernes 22 de noviembre de 2024*
–> a las *18:30*
–> Biblioteca Pública Municipal Iván de Vargas
–> C/San Justo, 5, Madrid (Centro)

    Contará con la presencia de

  • Gaudencio de la Sota Mayor (Autor)
  • María Jesús Orella (Artífice)
  • Francisco Domínguez Agudelo (Prologuista/Padrino)
  • Pepa Delgado (Partera/Madrina)
  • Raisa Lizana Orella (Ilustradora)
  • Giusseppe Domínguez (Editor)

*Arrecordaderas* de Gaudencio de la Sota Mayor (María Jesús Orella)

Gaudencio de la Sota Mayor nace en Funtepequeña de Abajo en la Montaña Castellana. Se cría junto a sus catorce hermanos, asistiendo a la escuela y ayudando con sus labores de cabrero al sustento de la familia. Instruido, educado e influenciado por la maestra de la aldea, su madre y su bisabuela, adquiere unos conocimientos y valores de la vida solo posibles y al alcance de un autodidacta como él.

Su visión del mundo rural en donde transcurre su vida, hacen de Gaudencio un gran relator de todo cuanto ve y le rodea.

*Arrecordaderas es una novela autobiográfica caleidoscópica heteronímica*. Es decir, nos narra la biografía en primera persona de Gaudencio de la Sota Mayor, nacido en la Montaña Castellana, cabrero autodidacta, pero de modo que podemos acercarnos al libro, al menos, de tres maneras diferentes, según sigamos el índice que la artífice, María Jesús Orella, ha decidido en el que vamos conociendo la vida y el entorno de este personaje, al tiempo que nos ofrece la posibilidad de leer su biografía en orden cronológico de los acontecimientos vitales de la existencia de Gaudencio.

Este escritor surge, como dice la autora, casi sin darse cuenta en el 2017 y tras 7 años de trabajo, ve la luz en forma de libro que, posiblemente, no será el único en permitirnos asomarnos a la ventana de esa creación heterónima que, parece, tiene verdadera vida propia.

En el evento habrá exposición de las 20 ilustraciones, incluidas en la edición del libro, que recrean objetos o ambientes de la época y lugar en que presuntamente habitó Gaudencio de la Sota Mayor, realizados por Raisa Lizana Orella.

Más información sobre el libro se puede encontrar en la web de la Editorial:

Arrecordaderas

Esto no es una broma