Yo soy fascista porque el mundo me hizo así

No puedo dejar de imaginar esta canción con el adjetivo de moda. Parece que todo el mundo le dijese a todo el mundo (con lo que no queda nadie que no lo reciba) que es «fascista», sin importar lo más mínimo el verdadero significado de la palabra. Así que, ya sin importancia, ¿qué tal sería cambiar el «REBELDE» por «FASCISTA» en esta «bonita» canción?

La pequeña adaptación daría lugar a este simpático resultado:

Yo soy fascista
porque el mundo me ha hecho así
porque nadie me ha tratado con amor
porque nadie me ha querido nunca oír.

Yo soy fascista
porque siempre sin razón
me negaron todo aquello que pedí
y me dieron solamente incomprensión.

Y quisiera ser como el niño aquel
como el hombre aquel que es feliz
y quisiera dar lo que hay en mi
todo a cambio de una amistad
y soñar, y vivir
y olvidar el rencor
y cantar, y reír
y sentir solo amor.

Yo soy fascista
porque el mundo me ha hecho así
porque nadie me ha tratado con amor
porque nadie me ha querido nunca oír

Y quisiera ser como el niño aquel
como el hombre aquel que es feliz
y quisiera dar lo que hay en mi
todo a cambio de una amistad
y soñar, y vivir
y olvidar el rencor
y cantar, y reír
y sentir solo amor.

N’Clave de PO(esía)

Tomar el té y leer poesía.

http://clave53.org/poesia/nclavedepo.html

Actividad completamente gratuita. Te invitamos al té.
Cada mes haremos un té distinto, y en ocasiones de diferentes tipos, para agradar la mayor parte de los paladares.
Tráete los poemas que quieras y los leemos en grupo.
Sencillo y cálido.

Seremos un grupo variado y cuyo único objetivo es leernos poesía mutuamente, simultáneamente, para compartir un tiempo no acotado, un espacio delicado y muchas ganas de conocer lo desconocido.

Participa de distintas maneras no excluyentes:

* leyendo poemas (tuyos o ajenos)
* escuchando los que otras personas leen
* informando a quien le pueda interesar
* alguna otra que no se nos ha ocurrido

Contacta por email (poesia@clave53.org) antes de venir.


Otro curso más fomentando la compartición persona-persona de poesía, de descubrimientos poéticos al calor de una infusión. Es una de esas actividades que me encanta coordinar. Da igual cuántas personas asistan, lo haría para 3 personas. para un puñadito de amistades que deseen tomarse un té conmigo y leer poesía.

En esta ocasión, tengo la impresión de que habrá un elevado número de asistentes y me congratula saber que hay mucha gente interesada por lo mismo que a mí me interesa. Supongo que es lo que hace que a quienes ven y van a un partido de fútbol les haga sentirse parte de algo superior a un individuo, algo sobrehumano, de alguna manera. Esto lo encuentro yo en la poesía. ¡Qué le vamos a hacer!

Desde por la mañana (por no decir varios días atrás) pienso en la lectura que quiero compartir, en el té que quiero preparar, en cómo habilitar la sala para ser un buen anfitrión… y me hace enorme ilusión saber que quienes vienen acaban por agradecerme esos detalles que me encanta tener.

Hoy se me agolpan en la recámara los textos de Poetas Bengalíes, mi admirado y querido Joan Brossa (en esta coyuntura tan catalaúnica ;-)), Wislava Symborzska y una interesante antología de Poetas mujeres de la Generación Beat.

Pero daré tiempo a que quienes asistan lean lo que desean compartir. Al fin y al cabo, mi labor debiera ser más la de catalizador que la de lector… pero es que quiero asistir como mero lector: Adoro este evento que, por suerte, puedo proponer regularmente un viernes al mes. Quizá en el próximo haya menos gente y pueda leer lo que quiera… pero descubrir poetas que no conozco (¡¡¡y son tantos y tantas!!!) es un verdadero regalo que me hacen las personas que se acercan al encuentro, a la tertulia, a la lectura… Y a tomarse un té conmigo.

Idiopática

Idiopático, ca, es un adjetivo usado primariamente en medicina, que significa de irrupción espontánea o de causa desconocida. La combinación de raíces del griego significa «una enfermedad de etiología desconocida».

Del griego ἴδιος, idios (propio, particular) + πάθος, pathos (padecimiento, sufrimiento), con el sentido de «una enfermedad de un tipo particular o propio».

Era previsible que tuviese algo que ver con idiota. Y acabo de ver la relación en esta estupenda página web titulada DelCastellano:

Etimología de «idiota»

En este adjetivo encontramos la raíz ἴδιος [ˈidios], que en griego era ‘lo privado, lo particular, lo personal‘.
Con esta misma raíz tenemos otros sustantivos como «idiosincrasia» (DLE: «rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad») e incluso «idioma» (DLE: «lengua de un pueblo o nación, o común a varios»).

Por tanto, en principio, el idiota era simplemente aquel que se preocupaba solo de sí mismo, de sus intereses privados y particulares, sin prestar atención a los asuntos públicos o políticos.

No obstante, idiota también es según la RAE:
1. adj. Tonto o corto de entendimiento. U. t. c. s. U. t. c. insulto.
2. adj. Engreído sin fundamento para ello. U. t. c. s.
3. adj. Propio o característico de la persona idiota.
4. adj. Med. Que padece de idiocia. U. t. c. s.
5. adj. desus. Que carece de toda instrucción.

Lo que me lleva a pensar que tener una enfermedad idiopática puede estar relacionado con carecer de la instrucción suficiente para conocer la causa de la misma.

Mi pobre rodilla izquierda me duele por un motivo idiopático… o sea, que igual soy algo idiota y, desde luego, bastante patético.

Post scríptum de Crisis del Pensamiento Racional

Tras la acción comentada ayer, me solicitaron una participación en una reflexión sobre la misma y acabé escribiendo este texto:

Habitualmente determino las acciones mediante scripts bastante detallados (adjunto el mismo tras las respuestas al cuestionario) aunque tan sólo tengan interés personal, incluso diría íntimo, pues al hacerlo voy dándome cuenta de las innumerables cuestiones que surgen y que no he tenido en cuenta a la hora de dejar desarrollarse la idea principal u original (no siempre son la misma idea). En este caso partí de un boceto en el que lo único que tenía claro es que debía ir vestido de blanco (aunque no tengo aún claro el porqué) y preferiblemente descalzo, jugando con la idea de 4 puntos cardinales que representasen momentos estelares de la filosofía racional y, al mismo tiempo, ofreciesen 4 lugares donde burlar esta manera de entender el mundo, de aprehender el conocimiento. Esa burla se haría mediante elementos que previsiblemente estarían disponibles en el espacio en el que la acción se iba a desarrollar.

Ese primer boceto se complicó cuando visualicé el cuadrado lugar escénico que estaba perfilando, todo alrededor mío, seguramente, de manera que había un círculo y un cuadrado. Si además el primero tenía el área del segundo llegábamos a la cuadratura del círculo que fue un tema de debate en el terreno intelectual geométrico desde la lejana lúnula hipocrática.

Elegir los elementos de burla o irracionales fue divertido pues aparte del disponible cencerro que Matsu disponía y que, por supuesto, sería el punto de partida, me llevó a encontrarme con el escurridor de pasta que referenciaba claramente a la omnipresente influencia de las religiones más o menos establecidas y la contestación dada por la inteligente propuesta del Pastafarismo. Tambor y regadera eran otras obvias y algo tópicas imágenes de irracionalismo, si bien aún no tenía claro de qué manera iban a ser usadas en la acción.

Tras esta primera aclaración, procedo a responder una serie de preguntas que Ana Matey formula haciendo que el generoso VI Encuentro de MATSU no concluya con un adiós irreflexivo:

Cuestionario propuesto por Matsu

¿Cómo se transforma la performance una vez que pasa de idea a acción?

De manera semejante a la transformación que sigue al hecho de dibujar un círculo tras imaginarlo. La idea es la circunferencia perfecta, aquella cuyo diámetro, por ejemplo, mantiene una relación de ? con su longitud, de ancho nulo, plana. Pero su materialización es, dada su fisicidad, por naturaleza imperfecta, al menos desde una perspectiva meramente platónica, sin que ello implique que no deban existir otras perspectivas.

Hablar de la materialización en un determinado locus espacio-temporal concreto la multiplica hasta el infinito posible (que no el imaginario) pues en cada realización de esa idea de circunferencia obtendremos una circunferencia matérica nueva, con distinta relación diámetro-longitud, con distinto grosor de línea, con distintas irregularidades perimetrales, superficiales, etc, es decir, única, como copo de nieve, imperfecta, puede, pero tan interesante o más que la propia idea de partida.

La partitura de mi acción (de todas ellas) es absolutamente irreal en el sentido físico y sin embargo es absolutamente real en el sentido ideal, en el sentido, digámoslo, conceptual, pues ha sido concebida mentalmente. Pero asumo (en todas ellas) que al pasar al campo de lo concreto, se alejará y al mismo tiempo surgirá otra cosa, distinta de la idea, que es la materialización de la misma. Me parece, de hecho, ésta, una de las más apasionantes cuestiones del arte de acción, que comparte, entre otras cosas, con la música, pues la partitura es una cosa y su interpretación otra. Habitan u ocupan universos completamente disjuntos, de modo que no diría que la performance pasa de idea a acción, sino que la palabra se hace carne. Aunque aquí nos aventuramos en el espinoso misterio de la trinidad que sigue siendo difícil de encarar: la performance es idea/concepto, acción/concreción y, quizá, residuo/repercusión.

¿Qué surge al ser realizada?

Aparte de la concreción mencionada, surge interacción con otros seres humanos. Dejando de lado el posible debate de si una performance puede serlo sin ser vista/vivida por otras personas distintas al intérprete de la acción, una de las primeras cuestiones que (me) surgen es el contacto con la mirada ajena, con su desplazarse o mirar alrededor, cómo tratan la acción, si se acercan, si (me) hablan, si tocan, si ríen, si se van, si murmuran, si (me) ayudan o si no hacen nada de eso.

Aprovecharlo es algo que considero un aprendizaje continuo, pues quizá (demasiado racional) tiendo con frecuencia a un solipsismo exagerado que en esa encarnación de la que hablábamos acaba por desaparecer, disuelto en la incontestable presencia de la otredad.
En este caso concreto, fue muy estimulante tener rostros amigables (otro gran logro de MATSU: el ambiente no nace, se hace) dispuestos, por ejemplo, a ofrecerme cerveza que necesité durante la acción para facilitar la ingesta de unas tiras de papel con textos escritos. Esta misma cerveza, de hecho, sirvió para generar unos gases que, expulsados, produjeron un elemento de refuerzo de la componente irracional que ayudaba a la dialéctica entablada en la performance propuesta.

Gracias a la generosidad de eventos como los Encuentros de MATSU, un valor adicional, una perla que surge inesperada, es el residuo o la posibilidad de análisis de repercusión gracias a las charlas posteriores junto a una deliciosa cena compartida o mediante la exquisita documentación fotográfica y, también ahora, escrita.

¿Cómo afecta el contexto?

Casi cambiaría la pregunta por ¿cómo NO afecta el contexto?
La respuesta sencilla a la pregunta positiva planteada por Ana Matey es: de todas las maneras. El contexto es lo que hace a la acción una concreción y no una entelequia.

En mi caso, de nuevo concretando más allá de lo que me es habitual, la elección del lugar donde terminé realizando la acción vino determinada por diversos factores todos ellos contextuales: la música de una boda o algo similar en la finca de unos vecinos hacía que quisiese estar lo más lejos posible, el sol aterrador del sábado 17 de junio a las 7 de la tarde era como de poema taurino de García Lorca, los lugares elegidos para la realización de otras acciones, los objetos disponibles por el espacio…

Llevaba en mi mente la idea de realizar la acción en el lugar más «cuadriculable» posible que me parecía ser frente a la puerta del almacén donde están las herramientas. El calor me sacó de esa idea llevándome a elegir un lugar que no acababa de convencerme bajo los árboles en un pasillo pero apenas había espacio para trazar las líneas del cuadrado que, en principio, estaba concebido para ser de unos 3 metros de lado. Además, estaba el tema del final de la acción que implicaba lanzar hacia arriba (idealmente) un libro que en este contexto acabaría chocando inmediatamente con los árboles.

Tras la poderosa acción de Jesús García justo en el lugar que satisfacía algunas de mis necesidades escénicas, habiendo además bajado la intensidad del sol, decidí desplazar la ubicación de la acción a la puerta de la finca, retirando una mesa de ping-pong que había allí apoyada sobre 4 taburetes.

Pero de nuevo el contexto me lanzaba una cuerda y era útil usarla, aprovechando esas fantásticas 4 banquetas para marcar los vértices del cuadrado. Aproveché un pedazo cuasicilíndrico de un tronco de árbol para depositar en el centro del mismo el libro del Discurso del Método y proyectar la idea de círculo (rudimentariamente trazado) de área relativamente cercana a la del cuadrado definido por los 4 asientos.

Por cierto, el libro fue lanzado, finalmente, hacia uno de los lados y no hacia arriba, como había planeado hacer, curiosamente hacia el lugar en donde había proyectado realizar la acción.

¿Nuevas incógnitas?

Una pregunta que me formulé y compartí con la estupenda artista Isabel León Guzmán mientras estábamos realizando las acciones ese fantástico sábado fue si existía un estudio sobre los materiales que utilizan los y las performers en sus acciones (incluso en las ideas preconcebidas de sus acciones) en función de la climatología del momento.
Me resultó impactante el uso del agua fría que dudo mucho que hubiésemos utilizado tan profusamente si hubiese sido realizado el encuentro en mitad de diciembre, pongamos por caso. De modo que quizá habría que plantearse hacer un encuentro de verano y otro de invierno con las mismas acciones. ¿Serían las mismas?

¿Alguna reflexión?

Llegado a este punto, no sé si ya he reflexionado suficiente o más de lo suficiente.

Siempre sobrevuela estos encuentros la sombra de la endogamia, pero de nuevo el excelente buen hacer de Matsu logra que además de caras conocidas aparezcan nuevas personas en el panorama performático y, por otro lado, tampoco hay que obsesionarse pues son encuentros, como de amigos y amigas que se vuelven a ver. Es posible que más adelante podamos denominarlos, para que no haya la más mínima duda: reencuentros.

Otra de las reflexiones recurrentes, y ya algo cansina, es el tema de la financiación: si este tipo de trabajo debe ser remunerado, por quién y de qué manera. Pero es demasiado extensa como para tenerla en este lugar.

Quizá me sorprende que, para ser un «encuentro», hay poco trabajo colaborativo, poca acción que podamos poner en pie sobre propuestas colectivas, pero yo soy el primero al que le resultaría dificilísimo imaginar de qué manera aproximarme a este tipo de trabajos, dejando de lado mis personalísimas obsesiones.

¿Respuestas?

Opto por contestar a cuáles fueron las más significativas respuestas de la concurrencia ante la acción realizada.

El cálido beso de Yolanda Pérez Herrera fue una de las más agradables respuestas obtenibles, amén de la mirada aprobatoria y comprensora de la mayoría de las personas que estaban allí. Es una comprensión que se agradece especialmente cuando has pasado décadas de tu vida sintiendo incomprensión en el medio social que habitas. No hablo de intolerancia, que serían palabras mayores, sino simple y sencillamente la incomprensión de la rareza, de la marginalidad, de la diferencia.

En el encuentro de Matsu la libertad se cultiva tan hábilmente como las hortalizas y da lugar a aceptación total y comprensión de lo incomprendido, facilitando un ambiente de creación desinhibido que permite convivir la individualidad con el grupo sin abocar a un enfrentamiento desigual y, con frecuencia, cruel. Como ya escribí el año pasado: «el sábado, por encima de todo, primaba la libertad. Libertad sin juicio ante lo ajeno, presente en la creación variopinta, sin censuras, por placer, por onanismo, casi, pero sin desconsideración egocéntrica».

Tras el fin de semana, los emails surcaban las venas internaúticas, las imágenes de redes sociales servían para tender nuevas conexiones, redes sociales naturales, las ganas de permanecer en contacto se palpaban.

Tras el fin de semana, las respuestas siguen surgiendo, contextualizando la necesidad de encuentro(s), deseando agradecer de manera siempre insuficiente la dedicación de las personas que tienen a bien prestar su casa, su convocatoria, su trabajo, para que otras personas mostremos nuestro trabajo, nuestra intimidad a otras personas que lo reciben con curiosidad y con cariño.

Tras el fin de semana, deseamos esperar a que llegue otro encuentro con Matsu de fin de semana para que ese fin de semana no tenga fin.


NOTA: Toda la información de estas tres últimas entradas del diario, pueden ser descargadas de este documento:

crisisracional (postscriptum)

Presentación y Recital de PASO POEMA

La Asociación Cultural Clave 53 y la Librería Menosdiez te invitan a la Presentación en un RECITAL POÉTICO del último libro de las personas asistentes al Taller de Poesía y Escritura Creativa coordinado por Giusseppe Domínguez:

PASO POEMA

Poetas:

Alejandro Gallego, Daniel Moreno, Dolores Vallejo, Ernesto Pentón, Eva Obregón, Gabriel Rivadeneira, Edna Wintour, Juan Carlos Orella, Juan Carlos Ortega, Kay Woo, María Jesús Orella, María José Gómez Sánchez-Romate, Paloma Hernández, Raquel G. Figueiras, Sara Rivera y Tanja Ulbrich.


LIBRERIA MENOSDIEZ
c/ Espejo, 5 – 28013 – MADRID
https://www.facebook.com/libreriamenosdiez


PROYECTO: 0020 – ERNESTINA

[youtube_sc URL=https://youtu.be/MVVAUWRJac4]

Título: Ernestina de Champourcin

Idea original
Giusseppe Domínguez
Tanja Ulbrich

Poema «Lo Eterno» interpretado por
Alejandro Gallego

Composición de Audio
Giusseppe Domínguez

Vídeo
Tanja Ulbrich

Edición vídeo
Giusseppe Domínguez

Composición visual
Tanja Ulbrich

Lecturas del libro
Ernestina de Champourcin
Poesía a través del tiempo
Colección
Memoria Rota
Exilios y heterodoxias

ANTHROPOS
Editorial del Hombre

Cabecera y Títulos de Crédito
Alejandro Gallego

Imágenes de Portada y Cierre
Tanja Ulbrich

Una Producción de

Laboratorio de Poesía Experimental

Asociación Cultural Clave 53

200 píxeles de certeza

En homenaje al poema 200 gramos de patatas tristes del poeta coreano Park Sangsoon a quien tuvimos el honor de conocer el lunes y con quien compartimos parte de la clase del Taller de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53, realizamos un ejercicio consistente en escribir sendos poemas titulados:

200 (unidades) de (sustancia: tangible o intangible)

Ante lo que las personas asistentes realizaron diversos textos que luego fuimos leyendo siendo traducidas de manera oral y simultánea por la fantástica poeta y escultora Kay Woo.

Mi personal contribución al homenaje fue:

200 píxeles de certeza

Con 200 píxeles de certeza
tengo la certeza
pixelada
en una cuadrícula
pixelada
con 200 certezas fatuas
que abanican el silencio de un mar de falacias
pixeladas
hasta la más pura punta del pixel incierto.

200 píxeles de certeza
son la imagen
de mi pixelado desconsuelo.

El octavo después de sí mismo

No me lo puedo creer (o sí). Un nuevo error de redacción en la redacción de un periódico:
España es el octavo país exportador de Europa, por detrás de (1)Alemania, (2)Holada, (3)Francia, (4)Italia, (5)Reino Unido, (6)Bélgica, (7)Suiza y ¡¡¡(8)España!!!.

Es hasta gracioso, si no se piensa que no se piensa, si no se lee que no se lee. Pero pienso que no se piensa y leo que no se lee. Y me parece triste, patético y con pocas perspectivas de mejora.

La memoria de las hojas

El último libro del Gabinete Literario que ha comenzado su andadura formalmente este curso 2016-2017.

En este caso, el libro es un poemario de Susana Recóver titulado La Memoria de las Hojas y ha quedado disponible en Bubok para su impresión o adquisición digital.

El prólogo del mismo, del que soy autor, dice lo siguiente:

    Un rastro de tu aliento
    que rueda en mi piel:

    un poema.

    Instantes. Susana Recover

Se impone silencio. Habla el corazón. Un corazón entre los dedos y unos dedos de pura intuición. Se regala espacio en blanco a la orilla del mar. Se propone lectura liberada de normas para escritura liberada de vuelo de ave en medio del cielo. Se buscan palabras a ras de suelo aunque sean malévolas y escurridizas. Se ofrece poesía con el peso de unas botas, un bebé de cinco kilos o un torrente de memorias.
Todas estas aventuras se encuentran en las letras de este delicado poemario que Susana Recover ha venido produciendo desde hace más de una década.

A principios del milenio en curso, se acercó a uno de los talleres de poesía y escritura creativa que proponemos en la Asociación Cultural Clave 53 y, al menos desde entonces, me consta, Susana no ha dejado nunca de escribir. Con más o menos facilidad, ha encontrado huecos para no cesar su rayo de palabras, para continuar satisfaciendo su necesidad de ser poeta. Avatares varios que nos cuenta sutil en estas líneas, con la sinceridad y la honestidad de una poesía íntima y desnuda, carnal y visceral, pero con la ternura modulada por una inteligencia creativa y consciente.

En la poética de Recover se puede encontrar aunada con habilidad una poesía sintética, sencilla, donde podemos rastrear lejanas influencias de realistas sucios, pero también de Wis?awa Szymborska, junto a un enfoque analítico, descompositivo, casi constructivista que profundiza una mirada compleja a un entorno en constante evolución y al que se adapta con energía y sabiduría.

Carente de pretensiones esteticistas, pero con un claro interés por la palabra poética en su más pura forma, parece una poesía fácil, casi simple, sin serlo en absoluto. Es una poesía elaborada y que surge no sólo de estados emocionales temporales sino de una voluntad firme de generar versos. Voluntad que se nutre de servir de ejemplo, entre otras cosas, a su hija Irene, a quien le regala la dedicatoria de este libro, aunque quizá no tiene en cuenta que ha sido ella, Irene, quien le ha regalado a ella, Susana, la exigencia de escribirlo y con ello regalárselo a todo lector que se acerque a este texto.

Tras varios años de silencio había sido requerida por su hija para explicarle por qué no había escrito ya el libro que tenía en mente escribir. Pero la pregunta no tenía excusa, como bien saben el Bukowski de «Aire, luz, tiempo y espacio» y la autora, lectora de este maldito norteamericano, así que tan sólo había postpuesto lo inevitable: cerrar este capítulo gestor, redondear lo necesario para terminar el libro para el que llevaba goteando poemas desde hacía tres lustros.

Después de recorrer los cajones electrónicos y analógicos en busca y captura de sus antiguos escritos, afrontó la tarea de completar lo hallado con nuevas producciones que fue vertiendo durante varios meses del 2016, alcanzando cotas de calidad fruto posible de la madurez como persona y poeta.

Durante estos tiempos de trabajo, he tenido el placer de ir recibiendo el material trabajado y darle forma, una forma compleja, difícil de adecuar a una poesía libre y pausada, equilibrada, de verso corto y denso, sin florituras ni artefactos líricos, que no recargue una composición tan contenida, pero no por ello incapaz de convulsionar el motor de la emoción.

Muchos de sus poemas no tenían título así que en la edición hemos apostado por dejar un sugerente indicativo de lo que podría haber sido, apenas legible, en un gris claro casi blanco, entrecorchetado y en cursivas.

La separación en secciones no es en absoluto arbitraria y nos habla de la multitud de motivos de la poesía de esta autora que se reparten a lo largo y ancho de las visicitudes de una vida y un planeta, a ambos lados de un charco llamado océano, de Binigaus, Choroní a Córdoba o Rascafría.

Por supuesto, no podía faltar una sección dedicada a Irene, esa perla que, como decíamos antes, ha incubado en cierto modo la voluntad de nacer de este libro, que incluye algunas de las más antiguas composiciones de Susana Recover.

El poemario se cierra con una delicadísima sección de Instantes, el aware asombrado de un haiku, sobrecogimiento austero y emotivo, con una certeza y un anhelo: tras la última palabra, silencio y tras ese silencio, vendrá otro libro.

Esto no es una broma