Red de Versos

El libro de fin de curso que solemos editar a raíz de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de Clave 53 ve la luz este año de dos modos distintos:

Online, vía la web issuu.com, que permite poner a disposición pública publicaciones (valga la redundancia) como esta. La idea, de hecho, ha empezado a germinar haciendo que deseemos realizar una publicación periódica, básicamente lo que se conoce como revista poética.

Pero con poco esfuerzo más (no tan poco, no obstante) se realizará también una tirada de ejemplares en papel que se presentará en un recital de poesía que organizaremos en septiembre.

En esta ocasión, como otros cursos precedentes, contaremos con el servicio ofrecido por Bubok.com que permite editar online para imprimir libros bajo demanda, a medida de las necesidades:

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Diccionario Personal de la Lengua Española

Por Isidoro Valcárcel Medina.

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No puedo dejar de agradecer el haber participado en este maravilloso proyecto «isidoriano«, del que tanto he aprendido (de el y de él).

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Fue divertido, como cuando programé un pedacito de código para organizar listas de palabras por número de letras y distribuirlas en diferentes ficheros, o como cuando estuve tecleando el pasado curso en distintas enumeraciones las palabras del diccionario, o cuando charlábamos sobre la absurdidad del proyecto… y quizá, por ello mismo, su necesidad.

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Pero, sin duda alguna, lo que recordaré con más cariño el resto de mi vida serán las charlas intrascendentes sobre nuestras preocupaciones, el té a media mañana, con una cucharada de miel de tomillo o de romero, a las que me he hecho adicto, si eso es posible.

Afortunadamente, la persona perdura más allá de sus proyectos y la relación con Isidoro ha cambiado para siempre, para convertirse en uno de mis amigos, aunque las circunstancias mutuas hagan complejo el encuentro tan frecuente.

El Capital de Marx a Subasta

Zentralbibliothek_Zürich_Das_Kapital_Marx_1867Acabo de encontrar un artículo curioso y, al mismo tiempo, inquietante: El capitalismo es resistente. La última prueba, la próxima subasta de una primera edición del libro que más ha logrado poner en jaque y, al mismo tiempo, hacerlo comprensible:

Una peculiar primera edición de la obra El capital, de Karl Marx (1818-1883), que lleva la firma del autor y fue regalada en su día a su amigo Johann Eccarius, será subastada por la casa Bonham de Londres el próximo 15 de junio.

Y es que claro, lo primero que uno se pregunta es si regirán las leyes del mercado, las leyes de la oferta y la demanda, las leyes que dan forma al capitalismo hasta en sus maneras más salvajes y desregularizadas. Y así es: una subasta donde el dinero no tiene valor objetivo, sino que se convierte en capital.

Según Bonham, la pieza tiene un precio estimado de salida de entre 80 mil y 120 millibras (115 mil y 173 mil dólares) y será vendida en una jornada dedicada a libros y manuscritos.

Realmente, después de esta derrota asíncrona de Karl, ¿es posible creer que el capitalismo va a caer algún día?

Beat Attitude

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El domingo compré vía Amazon un libro de poesía Beat titulado Beat Attitude que dice ser una Antología de mujeres poetas de la generación beat.

Es verdad que hay un sesgo habitual en la edición de poesía (entre otras cosas) por el que las mujeres suelen acabar siendo ninguneadas y las antologías de mujeres están haciendo un intento de poner en su lugar a una enorme cantidad de voces acalladas, o ignoradas.

Es verdad que muchas de ellas deberían estar recogidas como las grandes autoras que son o fueron y no se conocieron, ni aún se conocen.

Es verdad que hay otros sesgos, y no sólo el de género, como el social o el geopolítico: se conoce poco de poesía africana, por ejemplo, o poetas prostitutas, por no hablar de poetas inmigrantes… cuya visibilidad también, en algunos lugares, está ganando algo de la que no tenía.

Este curso he dedicado un par de meses a poetas femeninas sobre el cuerpo con una antología titulada EL PODER DEL CUERPO: ANTOLOGIA DE POESIA FEMENINA CONTEMPORANEA, pero me pareció una pérdida de tiempo, más allá de visibilizar algunos temas que habitualmente no son tan comunes, sin embargo, la calidad de la edición desmerecía el resultado y el carácter excluyente hacía que no apareciesen otros temas (quizá por ser considerados viriles en demasía). Por cierto y como anécdota, sólo acudieron hombres durante este tiempo. Las mujeres del taller dejaron de venir justo en este momento. Pero fue casualidad, supongo.

Pero también es verdad que me he sentido presionado por el ambiente a incluir poetas que no conozco, por criterios puramente sociales y no literarios. Está claro que la literatura (y su divulgación) no viven «fuera» de la sociedad, así que igual ha llegado el momento de ir dejándome socializar para acercarme a una realidad poética invisibilizada y demandada socialmente, pues sí que hay tendencia a reducir esa brecha (más allá de las estúpidas declaraciones de «Chus» Visor) y no debo quedar al margen, ignorar esa voluntad popular ni desoír sabios consejos cuando los recibo.

Pero.

Pero también es verdad que se puede caer en un extremo peligroso que es el de agrupar a los poetas por sexos, o las exposiciones de arte o los cursos de danza, hasta el punto de excluir la presencia de varones por no tener lo que hay que tener. Sé que la discriminación positiva puede ser una forma de contrarrestar una situación de injusticia en la que se está llevando a cabo una discriminación, pero abusar de la misma conduce a lo mismo, a discriminación (no de unos frente a otros, sino a discriminación en sí).

Me preocupa elegir poetas tan sólo porque sean mujeres. Yo no las conozco. Debo reconocer que no he hecho esfuerzos por conocerlas y quizá haya llegado el momento en el que deba hacer ese esfuerzo: tengo pendiente a Gertrude Stein, una figura clave en la literatura y el arte y de quien no he leído nada relevante, tengo pendiente incluir en el próximo curso de iniciación a la poesía contemporánea algunas poetas relevantes (desde el punto de vista formal, no por ser mujeres) de finales del siglo XIX, aunque cuesta encontrarlas, pues las relevancias también las daba el hecho de que eran mujeres y eso las opacaba, las ninguneaba, las hacía menos influyentes que sus contrapartes.

Hoy leyendo sobre G. Stein me encontraba con la curiosa anécdota de que, durante las sesiones parisinas de los sábados que ellas organizaban, su pareja, Alice B. Toklas reunía a las esposas de los participantes en otra habitación, mientras los hombres, y Gertrude, hablaban de literatura, de arte… etc. Hoy en día se la reivindica como una de las más acertadas luchadoras por la igualdad, pero esa separación, esa discriminación, se producía, ellas la producían o participaban de la producción de la misma. Esa irrelevancia femenina en la cultura no es sólo culpa/responsabilidad de los hombres, de mí, sino de un hetero-patriarcado que ha dominado y domina casi todos los ámbitos sociales donde se produce el hecho artístico o cultural, entre otros.

El otro día, después de haber comprado este libro visibilizador, me fui presionado a sentarme en un evento social con los hombres, como suele venir siendo habitual cada vez que en casa de mi familia se reúnen con primos y primas, tíos y tías. Obviamente, no es plato de mi devoción, hasta el punto de que reusé preguntando, casi ferozmente, ¿se va a hablar desde la punta de la polla o desde la vagina?

No veo ninguna justificación para esta separación por sexo/género y espero que, en el futuro, esa separación sea absolutamente abolida y, si me apuran, hasta perseguida. (Ni hablar de religiones de las que habitualmente campan por estos lares, monoteístas, sexistas, etc…)

Encontrarme comprando libros de poetas femeninas por ser mujeres no me acaba de convencer, pero si esto ha de ser un trámite de un proceso que las visibilice y normalice hasta el punto de que luego sean incluidas en antologías de poesía sin tener en cuenta su sexo/género, me parecerá un mal menor y, espero, transitorio.

Lo que deseo es que este tema esté ya superado (como yo creo tenerlo, sin olvidar ni menospreciar sesgos precondicionados) y poder valorar las creaciones poético-culturales por la coherencia, por su compromiso, por la responsabilidad ética del artista, por lo que sea, excepto por circunstancias sociales extraculturales (si era mujer, si era hombre, si era inmigrante, blanco, negro, pobre, rico…), si es que eso puede existir.

Presentación de Optimismo Radical

Después del viernes pasado, quedó registrado el evento completo de la Presentación del libro de poesía Optimismo Radical de Juan Carlos Ortega en el Centro de Arte Moderno, que tuvo a bien grabar para la posteridad (!) uno de los coordinadores del espacio.

Me encuentro nervioso e inquieto, pero ese mismo nerviosismo ayuda a dinamizar una presentación que resultó divertida, poética y hasta se hizo breve, durando una hora.

En un momento dado de la misma, leí las definiciones de la RAE de las palabras Optimismo y Radical, por si aquello aportaba alguna luz sobre el asunto titular:


Definición

optimismo. Del fr. optimisme, y este del lat. opt?mus ‘óptimo’ y el fr. -isme ‘-ismo’. 1. m. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable. 2. m. Fil. Doctrina que atribuye al universo la mayor perfección posible.

óptimo, ma. Del lat. opt?mus. 1. adj. Sumamente bueno, que no puede ser mejor.

radical Del lat. tardío radic?lis, y este der. del lat. radix, -?cis ‘raíz’. 1. adj. Perteneciente o relativo a la raíz. 2. adj. Fundamental o esencial. 3. adj. Total o completo. Cambio radical. 4. adj. Partidario de reformas extremas. U. t. c. s. 5. adj. Extremoso, tajante, intransigente. 6. adj. Bot. Dicho de cualquier parte de una planta: Que nace inmediatamente de la raíz. Hoja, tallo radical. 7. adj. Gram. Perteneciente o relativo a las raíces (? de las palabras). 8. adj. Gram. Dicho de un segmento morfológico: Que constituye la raíz de la palabra. U. m. c. s. m. 9. adj. Mat. Dicho de un signo (?): Que indica la operación de extraer raíces. U. t. c. s. m. 10. m. Quím. Agrupamiento de átomos que interviene como una unidad en un compuesto químico y pasa inalterado de unas combinaciones a otras.

Etimología

La palabra «raíz» viene del latín: radix. La raíz en botánica, es el órgano de las plantas que les permite fijarse al suelo y a la vez extraer las sustancias nutritivas del mismo. Por analogía, se emplea la palabra raíz con muchos fines. Así, por ejemplo, la raíz de una palabra es la parte invariable de la misma donde está encerrado el concepto sustancial de la misma y que dará lugar a la formación de una familia de palabras cambiando su terminación, que es la parte variable de la palabra; generalmente la raíz de las palabras provienen de las palabras más antiguas que dieron origen al concepto, como ya habrán leído en muchas etimologías.

La palabra latina «radix» se asocia con una raíz indoeuropea *wrad, presente también en las palabras rama, ramera, derrame, etc.

La palabra «optimismo» viene del adjetivo latino «optimuus» ‘muy bueno o buenísimo’, que sirve de forma superlativa a «bonus» ‘bueno’. Pese a su origen latino, «optimismo» no se documenta en castellano hasta 1787 en una obra de Juan Pablo Forner y habría que esperar hata 1848 hasta encontrar otro ejemplo de «epicúreo optimismo» en los escritos de Nicomedes Pastor.
El concepto de optimismo fue elaborado por el filósofo alemán Leibniz (1646-1716), quien particularmente en su Teodicea desarrolla la idea de lo «optimum» dado que Dios necesariamente había creado el mejor de todos los mundos posibles. Estas ideas fueron satirizadas por el francés Voltaire en su famosa y paródica obra «Candide ou l’Optimisme» (1759)

Lógicamente, el antónimo exacto de optimismo sería «pesimismo», tomado del latín «pessimus» ‘muy malo’, superlativo correspondiente del adjetivo «malus» ‘malo’. Esta voz es algo posterior, ya que en francés se documenta por primera vez en 1759 como pareja antagónica de optimisme.

Hay que decir que «optimus», tiene diferente raíz. Su raíz op- es la de «ops, opis» (recurso, riqueza, ayuda). Así pues designa etimológicamente la situación álgida de recursos, riqueza y fuerza, material sobre todo, de modo que el optimismo se fundamenta en tener «opulencia». Opulento y opíparo, por ejemplo, son palabras que comparten raíz con óptimo y optimismo.

Presentación del libro de poesía de Juan Carlos Ortega

Presentación del libro de poesía

Optimismo radical

de

Juan Carlos Ortega

Editorial Cuadernos del Laberinto

Viernes 20 de mayo, 19 h

Entrada libre y gratuita hasta completar aforo

Participan

Giusseppe Domínguez

Juan Carlos Ortega


 

Juan Carlos Ortega entiende la poesía como ese lugar donde guardar recuerdos, vivencias, herramienta para aprehender el mundo, y al tiempo juguete y varita mágica con la que construir nuevas experiencias, telescopio para explorar el universo, puzle, siempre puzle. Como sabe que este instante presente nunca volverá, ansía fijarlo por escrito. Para este autor la poesía no es una entelequia, sino tangible manifestación de su forma de estar en el mundo.
Este es un libro para todos los que se atrevan a sentir, a leer, a jugar, a amar, a vivir, este es un libro para ti.

Juan Carlos Ortega. Madrid. Licenciado en Filología hispánica. Cursó estudios de Doctorado en el programa de Literatura española moderna y contemporánea. Profesor de Lengua y Literatura desde el año 1991 en los niveles de ESO y Bachillerato. Publicó los poemarios Regreso (2010), y Canto cotidiano (2012);y ha participado en antologías como Tragaluz 17 (2011),Verso Cero (2013), Amor. Poesía amorosa contemporánea (2014), Haré confeti de mis versos (2014) y 21 poetas sin ánimo de título (2015). Ha realizado cursos de formación actoral y participado como actor en obras como Las mariposas son libres, de Leonard Gershe; Fuera de quicio, de José Luis Alonso de Santos; Terror y miseria de todos los tiempos, montaje a partir de textos de Bertolt Brecht y José Sanchís Sinisterra. Además ha sido profesor de taller de teatro y ha dirigido diversos montajes. También ha realizado estudios de formación en Terapia Gestalt; y en la actualidad está formándose en Constelaciones Familiares Sistémicas y está estudiando el grado en Psicología (UNED). Además trabaja como terapeuta.

El sentido evolutivo de la música

Blanca Torres que lleva el programa Cartas de Afrodita de RNE y a quien tengo el gusto de conocer gracias a otro hedonismo practicado habitualmente en pareja llamado Baile del Tango, formulaba ayer la pregunta en FaceBook de si pensamos que la música tiene algún sentido evolutivo.

A mí, que nunca me acaban de quedar las cosas claras, me entró la duda de si refería como especie o como qué, en referencia a ese evolutivo/evolución. Me lo aclaró diciendo que se refería a si es relevante desde un punto de vista biológico para nuestra supervivencia y evolución.

Me quedé pensando y le pedí tiempo para fraguar una respuesta que fuera un poco más allá del «pues a mí es que me gusta mucho, así que sí… claro…»

Unas horas después, otro conocido del mundillo del Tango (José Luis Yanguas), respondió con un estupendo argumento:

Por supuesto la música tiene sentido evolutivo. Pertenece a capas inferiores del cerebro, en su origen, pues enlaza con la evolución del apareamiento, la sexualidad y las emociones posteriormente. Hay un paralelismo entre el canto de las aves, la voz y la música humana, sobre todo tonal. El ritmo enraiza el el corazón, y en el ser social del ser humano, que también evoluciona.

Ya me ha ocurrido en alguna otra ocasión el encontrarme en la misma mesa redonda que este estupendo contertulio, así que seguí pensando en ello.

¿es [la música] relevante desde un punto de vista biológico para nuestra supervivencia y evolución?

Como bien dice Jose Luis, el origen de la música enlaza con la evolución de la función reproductiva y el paralelismo con lo animal es innegable, pero cabe pensar si esa es la verdadera concepción de la música hoy en día.

El ser humano tiempo ha que ha dejado de ser natural, gracias a la evolución que dio como resultado el lenguaje, entre otras cosas. Somos lenguaje, que diría Wittgenstein o discurso, según Barthes.

Y la música, innecesaria ya para cumplir la función original, la de cortejo animal para sostenimiento de la especie, para probar las mayores habilidades reproductivas, lejos de desaparecer, mutó y se sublimó.

Y esa música ya no es la más o menos instintiva animal, sino un constructo artificial que puede no tener nada que ver con la reproducción, pero sí con la evolución de la especie y su supervivencia.

Cierto es que cuando pienso en música no sólo pienso en música, sino en poesía, en arte, en todo aquello que, en incontables ocasiones suele ser tachado de inútil o innecesario.

Es más, en más de una de esas ocasiones me he encontrado diciendo de mí mismo que siempre me he dedicado a «cosas inútiles» o que reivindique el fracaso y no el éxito. De ahí que siga sin saber si lo que hago (que es variopinto) sirve para algo.

Como escribí en un artículo titulado Las habilidades y la reproducción:

La selección de la pareja con la que llevar a cabo la procreación puede estar asociada con la búsqueda de habilidades que deseemos que la descendencia posea. Así, es posible que se pueda explicar el porqué al espectador medio le atrae aquel arte que de-muestra habilidades y no un arte contemporáneo que no las busca.

Esto permite también explicar cierto paralelismo entre el arte y el deporte, que está relacionado con el éxito o el fracaso, no con la frustración.

(Leer el resto del artículo)

Sin embargo, eso no niega la utilidad, independientemente de lo que en otras ocasiones haya afirmado, para la supervivencia de la especie, pero más bien para satisfacer otra necesidad de la misma que no es tanto la de reproducirse sino la de desarrollar sus capacidades mentales, sus habilidades sociales mediante compartición de actividades grupales, o el simple hedonismo al que podríamos aspirar en un hipotético futuro altamente automatizado que permita al humano recuperar el edén. (Que no será tan edénico, por cierto)

Por mi parte, estoy convencido de que la música (ni la poesía, ni el arte) no desaparecerá cuando por fin realicemos reproducciones completamente artificiales, por ejemplo, clonación mediante, lo que hará innecesaria, por cierto, la participación del cromosoma Y, amén de los protocolos de cortejo que involucrasen la música con aquella originaria finalidad.

La forma clásica de entender la música (poesía/arte) como herramienta y no como fin o entendida como herramienta en la que hay que tener éxito (hacerlo bien) frente a un entender la música como algo en lo que hay que disfrutar (sin necesidad de hacerlo bien) no importando el fracaso obsoleta y acorde a visiones que, por más que se empeñen, no volverán jamás.

El ajedrez lo ganará ya siempre una máquina. Pero eso no quitará jamás el placer de jugar una partida… y perder.

Si entendemos la música como un proceso y no como un fin, como un objeto, si la entendemos como un juego, seguro que pervivirá y hará de nuestra humanidad una humanidad más jugetona. ¿Es eso lo que la evolución nos exigirá? ¿Las condiciones medioambientales nos conducirán a jugar más o a dejar de jugar?

Espero personalmente que la respuesta sea el juego, el disfrute, el hedonismo, especialmente epicúreo, juego racional.

Cuando pienso en la función que puede ocupar la música (la poesía/las artes) actualmente y de cara al futuro de la humanidad, observo la longevidad asombrosa a la que hemos llegado y las dificultades que ello conlleva y para las que, quizá, tenga una nueva utilidad en tanto mantenimiento de actividad cerebral, ralentizando la (hogaño) inevitable degeneración neurológica.

Amén (y con esto termino) de la función social que siempre ha desempeñado y que no hace sino mutar de formas, pero que mantiene vínculos o ayuda a la aparición de nuevas relaciones interpersonales. (En esto, el Tango [música|baile] es una auténtica maravilla, dicho sea de paso).

¿es [la música] relevante desde un punto de vista biológico para nuestra supervivencia y evolución?

Sí. Relevante. ¿Necesaria? Sí. ¿Desde un punto de vista biológico? No lo tengo tan claro. ¿Para nuestra supervivencia? Sí: Para una humanidad feliz. ¡Eso!, ¡eso sí que sería (r)evolución!.

Maestro, tengo un problema.

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Está claro que el mensajito tontuno abunda en las redes sociales (este u otro), pero que nadie se pare a pensarlos, a leerlos con profundidad, me parece algo inadecuado.

Más allá de que nunca me ha caído bien el Jodorowsky y su oportunismo marquetiniano, su chamanismo de andar por casa y su literatura de autoayuda que, eso sí, nunca es barata… me paro a leer línea a línea:

Maestro (ya empezamos mal), tengo un problema (¿problema? ¿uno? ¿tengo?) con mi hijo (…):

Ni quienes damos clases deberíamos ser llamados maestros, pues implica cierta posición de poder (maestro=master, amo), ni se puede suponer que los problemas «se tengan», ni mucho menos que quien lo tiene sea el padre, pues quien verdaderamente lo tendría (supuesto que se pudiera) sería el hijo, ni está claro que sea sólo uno (y no trino ;-)), un único «problema».

Con esto, que no es más que el comienzo del primer párrafo, ya he pasado unos segundos pensando… y algunos más comentándolo en este estúpido diario solitario.

No sigo palabra por palabra, pero mi mente sigue haciéndolo (notas, colegio, alta calificación…).

Este primer párrafo, inmediatamente, lo invierto o conmuto para ver si sería igual la reacción de quienes lo publican:

[…] alta calificación en matemáticas y pésima en dibujo.

– ¡Lo pondré de inmediato a tomar clases particulares con un profesor de dibujo!

Jodocosa: – Necio, ponlo de inmediato a tomar clases particulares con un profesor de matemáticas.

Pero ya el último párrafo, esa coletilla moralista y utilitarista me parece el remate del absurdo:

¿De verdad que todos servimos para algo? ¿Y ese algo no es lo mismo?

¿A nadie le suena esta última frase a repartición de roles preasignados en la sociedad?, en una sociedad ya no estratificada, sino directamente de castas, como la más tradicional de las hindúes, donde hay quienes sirven para la religión, quienes sirven para la guerra, quienes sirven para el comercio, etc.

A mí, que me paso la vida cuestionándome ¿Para qué sirvo? me parece de una vacuidad tal esta frase que ya sólo por ella no leería nada más de este Jod-ido.

Pero la pregunta no importa, el pensamiento crítico, la duda, es algo del pasado, lo importante es la respuesta, el saber, el saberlo todo… hay que ser más listo, más y más algo, el mejor dibujante o el mejor matemático… el más, el más… para conseguir el éxito.

Porque de eso se trata, de éxito, de ser el más, el que va a procrear, el que se quedará como líder de la manada, el que transmitirá su superioridad a la progenie.

Y a mí que sigue interesándome, con más o menos dolor agudo en las articulaciones, el fracaso…

La Consulta: Aclaraciones

1.- ¿»Para qué sirvo» quiere decir qué talento poseo?

La respuesta breve sería «no».

Me explico: Servir, de acuerdo a la RAE, en sus acepciones 1, 4 o 6 nos muestra que 1. intr. Estar al servicio de alguien. U. t. c. tr. […] 4. intr. Ejercer un empleo o cargo propio o en lugar de alguien. U. t. c. tr. […] 6. intr. Aprovechar, valer, ser de utilidad. Y en tanto instrumento, o útil, es algo que «requiere a otro», a quien prestar el servicio, que en su acepción 20 nos dice ser una prestación humana que satisface alguna necesidad social.

En la última imagen de utilidad, está la relación con útil, instrumento o herramienta, útil como utensilio (Herramienta o instrumento de un oficio o arte), lo que me llevó a Oficio u ocupación, del opus-facere (hacer obra) cuya etimología lo traza hasta el lejano pre-indoeuropeo (PIE) op- (o(b)ra, producir en abundancia, trabajar) que se relaciona con

    op-

  • -us (obra, opulencia)
  • -(omnis)
  • -timus/ optimismo
  • -c(op)-ia Copioso, con-o(p)ra

Por cierto, también el j(ob) inglés tiene algo de ese servir, óp-timo.

Talento no tengo claro que contenga estas múltiples relaciones semánticas (aunque tiene otras muchas) y por tanto no, no es lo que quería decir.

Si hubiese de reformular la pregunta para evitar esta posible confusión, lo haría diciendo ¿de aquellas herramientas que puede que yo sea, cuál sería la que satisfaciese alguna necesidad social de manera que se desease valorar su apreciada utilidad?

Aunque, por otro lado, me alegra la confusión. Pues me ha llevado a indagar sobre los Talentos (que no tarentos, que también podría haber sido)

(Etimología de op-* http://etimologias.dechile.net/PIE/?op)

2.- ¿Cree usted en los talentos?

Hummm…. supongo que sí, pero según a qué nos estemos refiriendo. De nuevo etimológicamente, según la acepción 2 que ofrece la RAE, como aptitud me resulta algo muy creíble. Por no hablar de como moneda o unidad de medida (babilónico-greco-romana, creo). Parece ser que Talento en tanto Aptitud proviene de la Parábola de los Talentos del Evangelio de Mateo que me ha hecho descubrir un efecto curioso, conocido como Efecto Mateo que, simplificado sería «el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre». (http://blog.cronnection.com/es/consumo-colaborativo/la-historia-de-la-palabra-talento-de-una-moneda-una-aptitud/)

Aptitud que, en cuanto cualidad resulta una capacidad para «ser» bueno o idóneo realizando algo (de lo que no se dice si tiene o no interés social alguno).

Establezco un paralelismo entre aptitud-actitud de la siguiente manera

    • Aptitud (ser en sí) esencialismo, ser, to be, aptitud de ap(tare) de adaptar /ado, como termin(ado), pas(ado), pas(ivo)

vs

  • Actitud (ser para sí) existencialista, estar o hacerse, convertirse, to be-come, actitud de ac(ción), volición, volitivo/voluntad, de cara al futuro, act(ivo)

Aptitud de apto, ap-arejado, innato (nonato), previo a lo nato, de nuevo me conduce a la esencia, a la visión platónica del mundo. Soy más aristotélico, me temo.

3.- En caso afirmativo, ¿podría definir qué significa?

Talento en cuanto Don (extra-ordinario) me hace pensar en lo infraordinario (G. Perec) más que en aquel regalo divino… aunque ese Don /gift/, donar, do-(PIE), también me lleve a presente en cuanto regalo y así a presente en cuanto tiempo verbal, algo que se sitúa así entre la aptitud/pasado y la actitud/futuro.

¿Cómo podemos declarar algo como extra-ordinario? ¿desde dentro/intra-ordinario o desde fuera? ¿qué es estar fuera de lo ordinario? ¿existe una separación cualitativa, es decir, de cualidad o cuantitativa y en caso de ser esto segundo, ¿es mensurable??

Como alguien que se revela contra el criterio de autoridad, no me acaba de convencer esta acepción extra-ordinaria del talento/don. Pero quizá si alguna de las anteriores.

4.- ¿Tener talento en algo implica que este sea necesariamente remunerado?

Viendo «Talento» como un «potencial» (en potencia / Capacidad de producir un efecto) frente a «servicio» o la realización de un «actual» o acto que determina un trabajo producido (relacionado con el cociente entre potencia y el tiempo empleado) deriva en oficio/obra.

Potencia, de poder, (de *poti PIE), como en potestad, potencial, impoSible (de possi).

Me pregunto ¿cuáles son mis «potencial»es? ¿no son infinitos? ¿existe otro límite que el de la imaginación? Y si es así (que no lo sé) ¿tendría algún sentido remunerarlos? ¿con qué tipo de cuantificación, si son infinitos? ¿diferenciales/mónadas… infra-micropagos?

5.- En caso positivo ¿es justo [remunerar el talento]?

Ufff… la justicia (¿Justicia?) me supera/»supura». En esta reflexión, me bloquea pensar en la relatividad moral o en la necesidad social de unos parámetros comunes más o menos aceptables… o todo lo contrario. Por otro lado, ese justo, me había conducido a un «just» inglés (por falsa traducción) que luego convertiría en «accurate» y ajustado… o bien determinado, frente a la difusa forma de remunerar aquellas actividades a las que vengo habitualmente dedicándome.

Si lo cambio por un mucho más liviano/subjetivo ¿Me gustaría?

La respuesta sería no.

Sería implicar que no tenemos infinitos potencial-es y que, de ese modo, son remunerables.

¿Estamos predestinados a ser árbol y solo árbol? Sé que es famosa la sentencia de «La semilla es árbol en potencia. El árbol es árbol en acto», pero la semilla es alimento en acto (y semilla) y el árbol es leña en potencia y la semilla es (infinitas cosas concebibles) sujetapapeles en potencia y el árbol es pararrayos/sombrilla en acto (entre infinitos otros). Humano como soy, soy semilla, árbol y cualquier dios que se me ponga por delante.

Ahora bien, si hablamos de remunerar el despliegue social del desarrollo del talento… quizá estamos hablando del servicio.

(Acto y potencia: http://etimologiaspalomar.blogspot.com.es/2011/10/acto-y-potencia.html?m=1 )

6.- ¿Se puede servir en algo sin ser talentoso en ello?

Sí.

Aunque se sufrirá de falta de aptitud lo que se intente suplir con actitud. Pero si entre ese pasado/pasivo y ese futuro/activo se encuentra el presente/donado, quizá hay que volver a la idea de que el talento sea ese presente que ha de recompensarse o remunerarse (¿con talentos ;-)?)

7.- ¿Y si tiene un talento natural en algo de lo que es imposible recibir remuneración?

Sin entrar en el adjetivo natural, aunque en tanto don vendría a ser casi sobrenatural, o extraordinario (frente a natural/(normal)/ordinario), si no fuese la aptitud sino su ejercitación lo remunerado, entonces sí que ha de ser posible recibir remuneración.

En torno a re-munerar también he hecho mis indagaciones antes de atreverme a responder y me he encontrado su raíz en algo tan sugerente como un munus/muneris que es cargo/oficio/ob(ligación). Un munus que emparenta minicipius, munificencia, in-mune (en tanto libre de ob-ligación) y co-munus.

Munus-mune del latín «servicial» (que sirve), cumplidor de «su deber», tiene la curiosa historia de provenir del PIE *mei (=cambio) derivando en intercambiar (=re-munerar)

Ese mei* desata un mei(t) (=muto / cambio) que per-muta y acaba en mutuo, como en apoyo mutuo, de Kropotkin.

El mutuus es intercambiar haciendo hincapie en la reciprocidad, al contrario que don-ar (del PIE do*) que resulta ser un «regalo sin reciprocidad».

De nuevo, ese talento/don como presente/regalo puede acabar teniendo como retribución (ya no re-muneración) una don-ación, al contrario que el mucho más exigente «servicio» que ha de ser «re-munerado» aunque sea en forma de per-mutación de servicios/objetos/bienes…

Esta dicotomía me abre las opciones de buscar remuneraciones por mis servicios o donaciones para desarrollar mis talentos. (remunerar/servicios vs donar/talento)

8.- ¿Cree que debería haber otras personas que remunerasen nuestros talentos?

Casi respondida en la respuesta dada a la pregunta anterior, queda por establecer quién es ese «otro» u «otros» que, en reciprocidad, re-muneren los servicios prestados/pres(en)tados. Por no hablar de la mensura con la que se habrán de cuantificar las retribuciones o quizá, siguiendo el segundo de los caminos dicotómicos (donaciones/talentos). no esperar reciprocidad en el acto de don-ar (ya sea el despliegue activo del talento o su «recompensa»).

Otras personas deben, por tanto, remunerar los servicios o (¿deben?) donar para el desarrollo del talento.

En muchas ocasiones, siento que la visión que se tiene, por ejemplo, de la subvención de determinados sectores «productivos» está en esta segunda vía, pero exigiendo una prestación de servicio… lo que no corresponde con el comportamiento «natural» del talento/don, donación de aptitud.

No conozco, pero ahora lo tengo como tarea adicional, el libro Ensayo sobre el don, también conocido como El don o El regalo, (en el original francés: Essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les societés archaiques) de Marcel Mauss publicado por primera vez en 1925 que trata sobre los métodos de intercambio en las sociedades arcaicas. Curiosamente, creo que será fundamental en la remuneración en el futuro de servicios in-necesarios /paradigma del útil-inútil = poeta/artista.

9.- ¿Cuanta remuneración es necesaria para el futuro?

Después de un tiempo sin saber qué contestar viendo parpadear el cursor bajo esta pregunta, la personalizo y concreto: actualmente vivo con un promedio de unos 610 €/mes pero viene siendo algo escaso, sintiendo constantemente cierta desazón ante las perspectivas que mi envejecimiento va dejando entrever (para el futuro).

Pero en esta respuesta que relaciona remuneración con dinero es uno de los únicos lugares donde he hablado de talentos como unidad de medida.

Dado el trabajo que realizo (de unas 8 horas diarias de lunes a viernes laborables), en el entorno socio-cultural que habito, mi remuneración/retribución/salario/sueldo… o suma de talentos percibidos, debería estar cuantificada en torno a 1240€/mes hasta los 70 años y a partir de ahí retornar a unos 830€/mes o su equivalente a las 3/4 partes del mensual (tras las correcciones del IPC anual).

Pero podría cuantificarse una re-muneración mucho más adaptada al significado de la palabra en la que se intercambiasen por mis servicios unos servicios igualmente necesarios y cuantificables.

10.- ¿Como imagina un futuro blanco?

Obviamente, de todos los colores (del espectro de frecuencias electromagnéticas).

Las arrobas del género

Sobre el género gramatical y el género sexual sigo teniendo mis objeciones, aunque me sigan tachando por ello de micromachista o similar.

El caso es que cuando leo un texto con arrobas (ese signo utilizado para denotar la posible a u o que pretende ser inclusiva y que yo siempre asocio con direcciones de correo electrónico) paso el tiempo buscando errores de concordancia gramatical, pues tarde o temprano aparecen, que indican que, allende los gestos intencionales, el pensamiento subsiste.

He encontrado el siguiente texto que muestra esta habitual errata que se me dirá que no es importante. Pero a mí me sigue pareciendo crítica en tanto que deja en evidencia que se escribe asumiendo (arrobas aparte) que el género masculino gramatical no implica exclusión.

A lo que siguieron unas risas forzadas complices de cualquiera que quiere hacer una gracia, diga lo que diga. Así de estúpid@s somos a veces los hombres y las mujeres. Tenemos tanto miedo a no ser aceptad@s por la manada que vivimos en contra de nuestros deseos, de nuestras ideas, diciendo sí cuando queremos decir no, riendo sin ganas, asintiendo con la cabeza mientras l@s otr@s hablan, sólo por no ser echados del grupo.

El texto completo se puede ver aquí. Es un texto escrito por una mujer, que perpetúa su utilización inconsciente del «echados» (nosotros) independientemente del número de arrobas que implemente. ¿Podría ella ser tachada de micromachista por ello? Sé que si hago este comentario público, el que seré acusado de machista seré yo, así que lo ignoro, pero sigo teniendo esas objeciones del primer párrafo.

Esto no es una broma