Matemáticas es el lenguaje en el que se expresa el universo

Hoy le he dicho a una alumna de clases particulares de la ESO esta expresión y la he atribuido equivocadamente a Einstein. Ya me extrañaba. Es una paráfrasis de una cita de Galileo Galilei que dice, completa:

El Universo está escrito en el lenguaje de las matemáticas y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible entender una sola de sus palabras. Sin ese lenguaje, navegamos en un oscuro laberinto.

Y luego me quedé pensando que habría que corregirla un poco, tan sólo un poco, quizá matizando qué entendemos por Universo, pero al mismo tiempo qué entendemos por Lenguaje y, por último, qué son las Matemáticas.
Este Universo del que habla Galileo es poco menos que un mecano más o menos montado por un desconocido demiurgo y que no nos habla, pero que sí podemos intentar leer o decodificar. Pero aquí aparece otro factor a tener en cuenta: somos nosotros quienes lo necesitamos entender o traducir. El universo no necesita ser traducido ni entendido por nosotros. ¿O sí? Pero puede que el universo sea una entelequia que hemos construido con el lenguaje de las matemáticas. De ahí que esté escrito en ese idioma. Es más, si no tuviésemos las matemáticas, cabría cuestionarse en qué lenguaje funcionaría nuestra mente.
Lenguaje y matemáticas son dos de mis aficiones, afectos, a los que dedico y he dedicado mi vida. Con ellos quiero aprehender el universo, el uni-verso, el poema… y con esto llegamos al quit de la question.
La Poesía la entiendo como una extensión de las matemáticas que permiten no solo explicar el universo, sino construirlo. Universos poéticos en los que el lenguaje pueda desarrollarse hasta ser libre absolutamente, feliz, sin fronteras, sin trabas, incluyendo todo lo que existe y lo que puede existir alguna vez, en las mentes, en los espíritus, en las almas, más allá de las físicas, las químicas, expandiendo las exactas para abarcar la inexactitud, la lógica no bi-evaluada, la lógica ilógica, la lógica del amor, de la pasión, del odio, de la vida no genética, de la vida más allá de la materia, la energía y otros conceptos físicos más o menos definidos con lo limitado de unas matemáticas que no han incluido aún los números poéticos.
Para mí, la Poesía y los números poéticos vendrán a ser algo así como la inclusión de los números reales en el más grande conjunto de números complejos que incluyen una bonita parte imaginaria. ¡Qué bellos números! Ya los Reales incluyeron racionales e irracionales.
Ha llegado la hora de incluir todo número en la Poesía, en el conjunto denso de los números Poéticos, incluir los Complejos y los sentidos, los números no expresables en dígitos, dando una tercera dimensión al conjunto para poder representarlos. Pero una dimensión no lineal, una dimensión ilusoria, imaginara, fantástica, que permita tener infinitos infinitos de infinitos.

El 3 es un poema.
El 3.12 es un poema.
El √(3.12) es un poema.
El 3 + √(-1) es un poema.
El A – i + 3.12 es un poema.
El √Amor – 3.12 es un poema.
Tu y yo. Somos sendos poemas.
El Universo… ahora sí, es mi poema favorito.

La humanidad y las lenguas

He estado leyendo sobre la expansión bantú.
Todo ha empezado por mi interés por la paleontología lingüística que se remonta a mi interés por el origen del euskera. No podía comprender que hubiera un límite al conocimiento, como el no saber a ciencia cierta la filiación de un idioma vivo. Esto me recuerda lo hiriente que me resultó en su día la comprensión del principio de incertidumbre de Heissemberg. Pero quizá esto requerirá otra entrada en este recién nacido blog más adelante.
El caso es que, sabiendo de su existencia desde hace más de 3000 años, no se ha podido aún determinar su parentesco con otras lenguas del planeta. ¿Cómo se puede no saber algo así? ¿De dónde procede este límite al conocimiento?
Cuando empecé a estudiarlo, me di cuenta de una obviedad que nunca antes había pensado: el registro de las lenguas de manera “histórica” tiene su origen en la escritura, propia o ajena (mención aparte requieren casos tan especiales como el japonés, de tardía escritura y origen tan antiguo como desconocido). Es decir, antes de, pongamos por exceso, 6000 años, no hay forma de saber qué se hablaba dónde. Sólo cabe especular.
Repito: era una obviedad, pero no me había parado a pensar en lo importante de la escritura hasta ese momento. Más o menos por la misma época comprendí la relevancia del lenguaje en el progreso técnico de la humanidad: sin lenguaje, no habría herencia cultural. Otra obviedad notoria.
Con mi interés por el origen de las lenguas, procedí, por mi cuenta, a buscar información y compilarla de las distintas familias lingüísticas del planeta. Las que hay y las que puede que hubiese habido. Cómo no, comencé por la familia Indouropea. Esto acabó siendo un trabajo un tanto hercúleo y, por otro lado, tenía la sensación de estar inventando la rueda. Ya hay gente más preparada que yo que ha pasado por estos mismos sitios, buscando lo mismo y creando archivos más o menos interesantes al respecto: remito sin pensármelo a la wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Familias_de_lenguas) y a una web que encontré especializada en este mismo tema (http://proel.org/index.php?pagina=mundo). A su vez, le debo cierto agradecimiento a una copia del MicroSoft Encarta que utilizaba; en particular, la herramienta del “investigador”, me resultó muy útil para la clasificación de cada uno de los subgrupos de lenguas indoeuropeas.
Pronto oí hablar del proto-indoeuropeo y, lo que me llamó mucho la atención, ingenua siempre, observé el vínculo entre los estudiosos de las lenguas y la historia con el racismo. Del indoeuropeísmo se pasa pronto a hablar de raza aria y luego… Bien es verdad que parece que la única (o una de las más potentes) forma de afrontar esta limitación de conocimiento que supone la no existencia de testimonios históricos es lanzarse a investigaciones genéticas y, de ahí, rápidamente a la sustentación de la idea de las diferencias raciales asociándolas a diferencias culturales. Si mezclamos esto con el eurocentrismo imperante desde el SXV en la civilización occidental, tenemos un inmediato auge de la justificación del racismo.
Volviendo a los bantúes, he estado viendo cómo se desplazaron, colonizando (no es un proceso sólo europeo) e invadiendo las zonas del sur de áfrica, por supuesto, compitiendo cuando no eliminando las preexistentes razas o culturas. Su evolución puede verse en http://es.wikipedia.org/wiki/Bant%C3%BA muy gráficamente.
Después me ha llamado la atención cómo se pasaron a denominar bantustán a las regiones falsamente independientes que se usaban como lugares de apartamiento de las personas de razas no europeas durante el aparthaid sudafricano. La palabra bantustán está compuesta de un morfema bantú (gente) y de un morfema farsi o persa, stán, que significa tierra de. Es curiosa una composición entre una palabra de una familia lingüística y otra tan alejadas como la Níger-Congo y la Indoeuropea.
Parece ser que ahora se está empezando a usar la palabra bantustán como sinónimo de estas prácticas segregacionistas, por ejemplo en lugares como Palestina. Lo que me resulta curioso del tema es que esta palabra sea fruto de una colonización y al mismo tiempo dé fe de la globalización que acarrea.
En 1905, los bantúes fueron sistemáticamete exterminados en lo que se conoce como el primer holocausto del SXX. Un militar alemán (Lothar von Trotha) se encargó del genocidio de decenas de miles de personas en lo que entonces se conocía como el África Occidental Alemán, algo así como la actual región de Namibia. En el S XXI, algunos de los descendientes de este hombre, fueron a disculparse ante los descendientes de los supervivientes. Durante aquel crimen, se afirmó que no tenían derecho a los básicos cubiertos en los tratados internacionales porque no eran humanos, sino sub-humanos.
¿Quién puede decidir quién es humano?

Esto no es una broma