Cartel de presentación de Paraguas

El proyecto ya tiene fecha y lugar de presentación: el 5 de junio del 2022 a las 19:00 en el auditorio de la escuela de música Madrid Music Hall, que dirige Marta Aranda Roig.

He realizado este primer cartel que no acaba de convencerme. Desde luego, es cualquier cosa menos minimalista, como sí que es el libro.

Algo me dice que no será el último y definitivo.

Este es el texto del prólogo del libro, que describe a la perfección en qué consiste, pero no habla demasiado en detalle de las metáforas que me evoca el pensar en paraguas rotos.

Hace más de una década comencé a realizar fotografías de paraguas abandonados por la calle sin la más mínima intervención. Ni los manipulaba, ni editaba las fotografías, ni tan siquiera corregía una posición de los mismos o los rescataba del olvido, del injusto trato con el que alguna persona se había deshecho de ellos.

Ahí estaban, tirados, como llorando en mitad de la calle, en un entorno mayoritariamente urbano, en las proximidades de cubos de basura desbordados por un intento vano de introducir estos elementos en unas papeleras no pensadas para tal fin.

Me acercaba, me detenía, hacía una fotografía, en alguna ocasión más de una, para dejar huella, para dejar constancia del paso por la vida, por la utilidad, de esos enseres rotos, arrancados de su función por una varilla doblada, por una batalla perdida contra el viento, por una repentina mejora del clima.

Ahí quedaban, tras mi retrato, en el velatorio de la calle, en el cementerio de cemento, en la ignominiosa nada, en la desmemoria, tras un fugaz encuentro con una mirada ansiosa de metáforas.

Paraguas rotos.
Tan sólo son paraguas.
Paraguas rotos.

Algo más simple puede que se acabe imponiendo…

Aprendiendo a sobreimprimir con Scribus

En la edición del libro Paraguas, que estoy a punto de recibir de la imprenta, he tenido nuevos retos editoriales que voy aprendiendo a solventar como buenamente puedo, siempre teniendo en cuenta que trabajar con Scribus (software libre) sobre Linux, es más complejo que con las herramientas con las que habitualmente se hacen estas tareas, que son parte del mundo Mac(OS).

Esta vez, para que quedase el texto negro sobre una capa de color gris cálido de fondo, hube de conseguir que quedase en «sobreimpresión», que parece ser que se consigue con una capa a la que se aplica un modo de fusión que he deducido que es «multiplicar».

Tengo ganas de tener el libro en mis manos y ver cómo han quedado los colores de las fotografías al convertirlas en CMYK. Es un libro complejo, pero tengo que seguir aprendiendo. Siempre aprendiendo. Nunca sabiendo. Ains…

Maravillas del error

¿Por qué no se me ocurrirán cosas así sin que sea el error el que las descubra?

Me temo que tengo un problema con el intento de controlar todo lo que hago hasta la más mínima ausencia de error… y eso es un error.

El viernes pasado, abriendo un documento para verlo con un programa inadecuado, se produjo esta visualización de una cubierta de un libro sobre la que había estado trabajando y me sorprendió el bello juego que hacen esos caracteres «no encontrados» en la herramienta inapropiada. Así que ese bello juego fue completamente apropiado… con la herramienta inapropiada. Paradojas de la creatividad…

Caja para libro objeto de cianotipias

Estoy en proceso de hacer varias cajas para libros de cianotipias, todas ellas con las mismas medidas: 14x17cm, así que las cajas-libros tienen una medida manejable y cómoda de la que esta es una primera versión, para ver si funcionaba.

Hecha con tableros de madera de haya de 7 centímetros, la caja tiene unas dimensiones exteriores de 20x17x10 (teniendo en cuenta en los 10cm de altura, la tapa y la base de 1,5cm cada una). Dimensiones interiores de 18x15x7cm que dejan un mísero centímetro a cada lado de la cianotipia introducida, pero que será ayudado para su extracción con una cinta de tela negra (o azul, o roja) de un centímetro de grosor y un mínimo de 30cm de longitud que recorrerá las cianotipias interiores a modo de cinturón y hebilla para extracción de las mismas.

Este prototipo ha sido realizado cortando las maderas a medida a partir de listones adquiridos en la Calle Madera, 31, pero las siguientes cajas han sido cortadas también en el comercio de madera, para mejorar el acabado de los cortes.

Depósito Legal

Lo mejor de traer un libro al depósito legal, que no deja de ser un trámite administrativo ridículo que no hace que un libro sea más libro, es desayunar en este patio tan agradable y, además, con mi querida amiga María, que vive cerca de este lugar.

Por lo demás, el libro depositado ha sido una tirada de 200 ejemplares (2 impresiones de 100) de Amada Blasco, que edité en el 2020 y que no pudo ser entregado en la oficina por restricciones derivadas del confinamiento del coronavirus.

Como decía, ese trámite no ha impedido que se hayan vendido los 200 ejemplares, prácticamente.

Poemario en 20 minutos

La energía arrolladora de 7 personas con ganas de crear es impresionante y fueron capaces de escribir unos 200 poemas en 20 minutos.

Como colofón de los talleres de poesía y escritura creativa del año más difícil de mi vida, con muy poca confianza, incluso, en la humanidad o en el poder transformador de la poesía, propuse a los dos grupos de poetas asistentes el jueves 1 de julio del 2021 que se pusiesen a escribir lo que quisiesen mientras yo leía poemas de Paul Auster, avisando de que este autor, como poeta, me parece perfectamente prescindible.

Les había proporcionado papeles recortados de una vieja publicidad que ya no queremos poner en las paredes de esta ciudad algo hostil para con quienes no podemos permitirnos comprar fachadas ni otros espacios publicitarios.

Tenían un pequeño gran taquito de unas 30 páginas de una sola cara blanca recortados en trozos de 15x15cm. Los había estado recortando esa misma tarde a mano, con un cutter sobre la plancha regenerativa de los compañeros.

Hoy le he buscado un suave envoltorio y en breve habitarán una caja especial para ellos, pues se lo han ganado: la energía arrolladora de 7 poetas es una revolución.

He perdido la utopía

He perdido la esperanza
la utopía
mientras buscaba una hoja arrancada
de ese libro de Tomás Moro
con el que agradecer la compra
de libros de Palabras Rotas.

He perdido la fe
en el ser humano
como vertebrador de cambios sociales
capaz de tender a convivencias
cuya ética sea la fraternidad
la igualdad
o la libertad
(sin que sea la poética).

He perdido la ingenuidad
necesaria para creer
que antes de que muera
se habrá alcanzado consenso
en torno a temas como el sinsentido de la monarquía
o la igualdad de derechos de todos los seres humanos
o la posibilidad de entendimiento
sin necesidad de intervención estatal
opresora y represora.

He perdido la inocencia
o quizá sólo la edad de la inocencia
válgame la cita inevitable
o quizá sólo la edad
y en esta fase de mi vida
no queda energía para utopías
para esperanzas
para fe
ni para esperar a ver moverse las montañas
ni para ingenuidades
ni para imaginar
un estado diferente
un modelo de vida diferente
una sociedad diferente.

Aunque siga quedando
voluntad
para luchar a la contra
aunque no llegaré a la cascada
para crear sociedades al margen de la sociedad
para alimentar sueños
sin fin
sin otro fin que el fin
el fin
final.

Galería de fotos de Amapolas desde el balcón

Si ayer escribía sobre la maravillosa recepción que me dio el tener los 430 ejemplares de la edición del libro de poesía colectivo Amapolas desde el balcón, hoy he comenzado a preparar los repartos para las personas que han participado en el mismo.

He apilado 420 ejemplares en 3 filas de 7 columnas de 20 ejemplares cada una, para poder contar sin contar, como quien dice.

Una vez agrupado el material, lo he fotografiado desde distintos ángulos (los libros son algo muy fotogénico) para enviarles el álbum así obtenido a cada poeta de la antología.

Además de un álbum en la página de Facebook de Clave 53, he subido, tras prepararlas, las fotografías a la galería de mi página web, en un nuevo apartado dedicado a ello denominado Clave 53. Por si había dudas. 😉

Pruebas de edición

Este curso, estoy con total normalidad, ni nueva normalidad ni nada, maquetando el libro colectivo que suelo preparar casi a modo de regalo para las personas apuntadas a los Talleres de Poesía de Clave 53 y he apostado por un formato en el que el nombre de cada poeta figure incluido en la primera página de las 4 que tiene dedicadas, para desperdiciar el menor número de páginas posible, pues suelo dedicar una página a modo de comienzo de sección para el nombre del poeta o la poeta y su consiguiente página vacía par, lo que supone 2 páginas por cada poeta. Este año son 25 las autorías, así que sumábamos 50 páginas al libro, lo que además de encarecerlo, lo haría un poco más grueso de lo razonable.

Es un formato que ya había probado y quedaba muy elegante en el Libro Refugio que realizamos el curso pasado. Sin embargo, he querido apostar por una tipografía que no he usado hasta ahora en ningún libro y que me gusta bastante que es la Josephine Sans Serif, acompañada en citas y notas a pie de página por su familia hermana, Josephine Slab Serif, que mantiene el mismo criterio de diseño (gracias a Santiago Orozco) más o menos geométrico, pero también jugueteando con las formas de las letras, alejándome de mi habitual y bienamada Futura.

Lo que aún no he determinado es la imprenta con la que trabajaré, pero es posible que me vuelva a decantar por la que estoy ofreciendo últimamente, por su gran oferta de papeles de cubierta disponibles, Lozano Impresores, S.L. incluso aunque sea un poquito más cara. Ya veremos.

Eso sí, siempre usando, como se puede ver en las capturas de pantalla, Software Libre. En esta ocasión, Scribus 1.4.6 sobre Linux Mint 18.3 para la tripa e Inkscape 0.91 r13725 para la cubierta en vectorial.

Esto no es una broma