Portada para el próximo libro del taller de poesía

eligiendoportadas

Editar gráficamente con GIMP no es la mejor manera de hacerlo, lo sé, al menos desde un punto de vista puramente técnico. Si embargo, se pueden hacer buenas composiciones si no queremos hacer cosas demasiado sofisticadas o no las necesitamos.

Es la aplicación que pretende emular las habilidades de Photoshop más extendida en las distribuciones linux y eso ya es una buena razón para usarla. Pero claro… recuerdo que usar linux es un acto político.

Actualmente, me encuentro en mitad del proceso de maquetación/edición del libro de fin de curso 2015-2016 de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53 y no sé entre cuál de estas dos opciones decantarme.

Tengo la impresión de que siempre termino eligiendo el negro de fondo, quizá por la «mala» influencia de Visor, pero en parte también porque sobre negro todo tiende a quedar «mejor», incluso aunque no sea una gran composición gráfica y, no lo olvidemos, soy un intruso en estas lides, como en tantas otras.

¿Para cuándo volveremos a tener un Windows 95?

evolucion-bueno-malo

Pasé por usar windows 3
(3.0)
a usar un windows 3.1 que sin punto sería un 31
que en aquella época era un mero gestor de ventanas
sin pretensiones de sistema operativo.

Usé el célebre windows 95 que llegó aproximadamente
al mercado
alrededor del 1995
y que tenía pretensiones que no cumplieron
de ser un verdadero sistema operativo
porque no acababa de ser operativo.

Pasé por usar windows NT
que posiblemente se habría llamado 3.5 (e internamente 4.0)
y llegué a ser de los primeros seres humanos
en convencer a unos servicios informáticos de una entidad financiera
para instalar un servidor de internet en un equipo
con estas características.

NT era bonito. Habría podido ser windows 40.

Luego llegó y usé windows 98
pero nunca con propósitos profesionales
porque de nuevo fracasaba como algo operativo
y hube de esperar a la llegada del windows 2000
en el año 2000
siendo verdaderamente un windows 5.0 o 50
para volver a confiar mínimamente en la posibilidad de tener un sistema
operativo
que fuese digno de ser tomado por tal
pero su soporte para dispositivos era
cuando menos
molesto
como de un linux.

Había pasado ignorando
felizmente
un sistema en el que tan sólo se había cambiado el nombre
para ocultar números: windows Me
y que para lo único que sirvió es para hacer de antesala
a la llegada de un buen y robusto sistema
(por primera vez)
llamado windows XP
que aunaba la profesionalidad del 2000
con la pretendida orientación al usuario particular del 98-Me.

XP fue tan interesante que aún lo mantengo
en máquinas virtuales que viven en una reliquia temporal
de hace tres lustrosos lustros
además de silenciar los lanzamientos
para diferentes plataformas
que comenzaron a emerger de las tinieblas
e incluso eclipsaron
la venida al planeta de un desconocido windows 2003
que quería anunciar que también gates había cruzado el gate
hacia el nuevo milenio.

Todos ellos eran hijos ilegítimos
de un agonizante windows NT 4.0
que había generado 5.0, 6.0
que sin puntos serían 50 y sesenta.
llegando a un virulento
windows vista
que no tuvo mucha vista
cuya intención
como lo había sido en los tiempos del XP
era la de mezclar las bondades del XP
con las bondades del 2003
pero ambas bondades
como en un «menos por menos es más»
se convirtieron en un «más por más es menos… y peor»
hasta desatar una oleada de críticas justificadas.

Usé windows vista porque venía impuesto
en los ordenadores que ya por entonces
habían blindado la garantía al software
haciéndonos creer que lo más importante del aparatejo
era lo que no estábamos comprando.

Mi camino hacia linux era ya imparable.

No usé por ser orientado al ámbito empresarial
el windows 2008 que salió al mercado
como su propio nombre indica.

Después del 2008 llegó el 7
windows 7
que retomaba la calidad de la mejor versión
disponible
introduciendo, para ello,
pocos o ningún cambio relevante
salvo el número.

Era windows 7 o 7.0 o 70
basado en NT 6.0.

Aún lo tengo en varios ordenadores
como alternativa a varias distribuciones
como mint o ubuntu
pero su elevado consumo de recursos
injustificadamente
me desalientan de usarlo
amén de su siempre creciente
lista de vulnerabilidades.

Después
inventaron el UEFI
para reventar las narices a los que queríamos
comprar clavos cuando
compramos clavos.

He conocido el windows 8.0 que
sin punto
sería 80
y que no nació en los 80
como el 95 había nacido en el 95.

Buscaban una interfaz diferente
con un cambio de filosofía
para intentar subsistir
en un mundo móvil y googleado
androitizado
en el 2012.

Sus windows phone
7.5
eran barridas del hardware
como antes w
había barrido a sus competidores.

Compraron Nokia para sobrevivir.

El windows 8 duró lo que duró vista
y llegó una pretendida revisión
llamada windows 8.1
que en realidad era un sistema nuevo
y que necesita un tanque para salir de casa.

Pero eso sí:
es mono.

Y cuando parecía que todo habría acabado
llegó windows 10 porque saben que no pueden parar
de producir versiones
después de haber ignorado la
que habría sido 9
por precipitación
o porque no les gustó el número.

Volvemos a estar en dos dígitos
sin necesidad de eliminar el punto
y acercándose a la fecha del lanzamiento
así que quizá al año que viene
caiga en el imaginario
el windows 17
hasta que año a año
nos acerquemos
peligrosamente
al windows 95
y volvamos a empezar.

Hoy me cambié el procesador

Resulta que mi DNI incluye un 386 entre sus dígitos, cifra que me sirve para recordarlo pues es uno de los procesadores de uno de los innumerables ordenadores que he tenido a lo largo de mi vida.

Hoy, al intentar acceder a los servicios telemáticos de uno de los bancos en cuyos servidores consta la información sobre la cantidad de dinero que se supone que tengo (la propiedad de algo tan abstracto es sumamente difusa), fallé en la autenticación o proceso por el cual informo de algo que se supone que sólo yo sé para proceder a garantizarme el acceso a sus servicios: Introduje repetidamente un 286 donde debía ir el 386.

Ese sí que había sido mi primer PC, técnicamente hablando, pues anteriormente sólo había contado con «chismes» del tipo spectrum (con y sin plus(+)).

Había adquirido (mis padres lo hicieron posible (gracias)) un Intel 802861 (llamado oficialmente iAPX 286, también conocido como i286 o 286) que era un microprocesador de 16 bits de la familia x86, que puse a trabajar desde el primer día para realizar cálculos de mecánica cuántica.

Anteriormente, en las aulas de informática de uno de los módulos de la facultad de ciencias de la UAM había utilizado los obsoletos 8086 y 8088, amén de mis amados UNIX en arquitectura RISC, siendo ya entonces multitarea y multiusuario de manera nativa.

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Al 4004 lo sucedieron el 8008 en 1972 y en 1974 el 8080, cada vez logrando mayor capacidad. En 1978, Intel comenzó a comercializar el procesador 8086, un ambicioso chip de 16 bits potencialmente capaz de ser el corazón de computadoras de propósito múltiple. El 8086 se comercializó en versiones desde 4,77 y hasta 10 MHz.

IBM adoptó al hermano menor del 8086 (el 8088, un procesador con un bus de datos interno de 16 bits, pero con el bus externo de 8 bits, lo que permitía aprovechar diseños y circuitos para sistemas de 8 bits) para basarse en él y lanzar la línea de computadoras más exitosa de la historia: el IBM PC (1981) y el IBM XT (eXtended Technology) (1983)

[Extraído de Wikipedia sobre x86]

Aquellos no contenían disco duro propio en los ordenadores disponibles y había de ir dependiendo de un MS-DOS (o IBM-DOS o DR-DOS…) que se insertaba, con suerte, en una de las dos disqueteras de cinco pulgadas y cuarto.

Por supuesto, nos olvidábamos felizmente de que en otros ordenadores había entornos gráficos amigables (X) que hacían más sencilla su utilización.

De ahí a hoy no hay más que una evolución divertida, en la que el RISC ha pasado a formar parte del ARM (esa R) y estos a ser la base de los dispositivos móviles más utilizados, entre otras cosas.

Pero esto ya es otra historia y aquella parece estar siendo contada en la preciosa serie de Halt and Catch Fire.

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Lenguas Esquimo-Aleutianas

esquimoaleutianas

Como apunté hace dos días, ando «haciendo» estas lenguas, es decir, obteniendo de cada una de ellas la información relevante que almaceno en plantillas homogéneas en el Proyecto de Clasificación Filogenética de las Lenguas del Mundo.

En esta imagen se ve mejor el proceso que sigo, que es tan importante como el resultado, pues es de crucial importancia para mí que sea realizado utilizando software como el que uso, Freemind, de código abierto sobre plataforma Linux, generando o manejando archivos cuyo contenido puede ser modificado por un sencillo editor de texto plano. En este caso, genera archivos XML con extensión .mm

Un ejemplo de lo que contiene uno de estos archivos sería el correspondiente a la Rama Yukagira de las lenguas Uralo-yukagiras, incluida en la macrofamilia de lenguas uralo-siberianas

De confidencialidad y datos personales

Ayer, durante una agradable reunión en torno al cumpleaños de una amiga de Carmen, surgió el debate sobre la confidencialidad de nuestros datos en Internet y me di cuenta de que mucha gente confunde algunas cosas:

Un cuestión es regular cómo viaja la información por los canales de Internet (cifrada, no cifrada, etc) que genera posibles espionajes por parte de terceros en medio de los destinos (ya sean los ISP, gobiernos con más o menos autorización…).

Otra cuestión bien distinta es regular quién tiene acceso a nuestros datos personales (fotos, nombres, aficiones…) que, cifrado o no cifrado, damos a unas cuantas empresas (Google/Android/Gmail, Microsoft/Windows/Hotmail, Apple/Mac/iPhones, FaceBook, Twitter…), todas ellas, por cierto, residentes en un único país.

Y un tema adicional, nuestro acceso a los servicios que ofrecen estas empresas ocurre viajando a través de múltiples países, generalmente, de modo que ¿qué legislación aplica?

Con respecto a las leyes «antipiratería», que ya he escrito en otras ocasiones, hay regulaciones más o menos oficiales que reducen el ancho de banda para servicios de internet determinados, como la disminución de la velocidad del ADSL para servicios P2P, por ejemplo, sin diferenciar (algo relativamente difícil si no imposible) la naturaleza de lo compartido/descargado, así se limita de igual manera una descarga de una película con protección que un software opensource.

Somos todos los que estamos haciendo un gran regalo a la «Tyrell Corporation«. No nos exigen dar los datos a estas empresas, pero es tan cómodo hacerlo que es mejor no pensar en alternativas.

La esperanza no se acaba de perder y el otro día me enteré de que BQ ha sacado un móvil con UBUNTUPHONE, es decir, aún queda algo de idealismo pugnando por ofrecer alternativas.

Quizá con este primer paso, el manejo del hardware (de los móviles) volverá a estar un poco en las manos de los usuarios, algunos de los cuales puede que se esfuercen lo suficiente como para dejar de usar herramientas que condicionan nuestra privacidad, nuestros datos, haciendo que los «regalemos» o cambiemos por un poquito de comodidad.

Al menos, con los PCs ya hubo evolución similar cuando se comenzó la bifurcación tras las clonaciones. La década de los 80 fue un mar de variedades… muy bien retratado en la serie Halt and Catch Fire.

Sostengo que a Microsoft Windows le quedan dos telediarios

Logos de WindowsParece controvertido afirmar esto tan categóricamente, sobre todo si tenemos en cuenta que sigue imponiendo su sistema operativo a sangre y fuego en la mayoría de los PCs del mundo, preinstalándolo hasta hacerlo casi imposible de desinstalar o hacer convivir con otros sistemas (he ahí el temita de UEFI y la instalación de otros sistemas operativos, como Linux).

No es que, como algún iluminado, pretenda afirmar que Linux, más concretamente el software libre, va a desplazar al oscurantismo de los de las ventanas… es que la guerra ya no está en ese campo de batalla: ese frente está cerrado y cerrándose: el futuro es mucho más portable, más ligero, Box, tablphone… o widget o wearable… o lo que sea, pero menos PC.

Sigue sacando versiones de sistema operativo a ritmo entre frenético y lento (a la vez), anclando a los usuarios conservadores en un muy estable Windows 7 (después de los quebraderos de cabeza que generó el maldito Windows Vista, que era más o menos un virus que venía preinstalado…). Por otro lado, se empeña en competir en el mercado de las pantallas táctiles, fomentando la aparición de sistemas operativos orientados a tablets como el Windows 8 (y su enorme corrección correspondiente: W 8.1).

Saltándose el Windows 9 (por razones que desconozco) se aventuran con el Windows 10 que puede que sea mejor que el 8.1 (puede) y que seguro necesitará más y más recursos, pero eso ya no es importante, en esta era de despilfarro y más madera

Pero se sigue obviando algo: la batalla de Internet y la de los dispositivos móviles (tablets / smartphones y lo que está por llegar) está ganada por otras empresas más arriesgadas, más dispuestas a afrontar las filosofías de, incluso, financiación, contemporáneas, del siglo XXI, que fomentan el desarrollo sencillo de aplicaciones para esas plataformas y su pago o su compra-venta con modelos de negocio que el gigante de Micro$ no acaba de entender.

Y digo esto sorprendido de que los precios de la suite de Microsoft Office hayan bajado de los 100€. Algo ridículo si tenemos en cuenta que Whatsapp cuesta la tontería de 0,89€/año.

Sus aplicaciones siguen lastrando una filosofía pre-internet. Pre-(multi/mega)-distribución. Las aplicaciones del siglo XXI aspiran a llegar a tantos usuarios como jamás tuvo ni en sus mejores días la compañía de Gates, y por supuesto parten de ofertas de gratuidad, versiones de prueba con publicidad, versiones limitadas, pero usables, o directamente, versiones que demuestran que hay otros productos laterales de la compañía fabricante en venta que así se da a conocer.

Google va ganando esta guerra por la superioridad en la fabricación de software, por supuesto, incluyendo su megaexitoso Android (por cierto, un linux, para quien no lo sepa), pero ya aventuraba su victoria con aplicaciones que, con razonables buenas conexiones a internet (vaya, el siglo XXI otra vez), desbancaban a las de Richmond: ahí queda el maravilloso paquete de aplicaciones de Google Docs, limitado, se dirá, pero es que para la inmensa mayoría de los usuarios de esta década, no es tan importante las posibilidades que les dé un procesador de textos, posibilidades que, en casi cualquiera de los casos no va a usarse por desconocimiento o por innecesidad. Por no hablar de calendar, youtube (de google), blogspot…

Donde Microsoft se hizo dependiente de su sistema operativo y la consabida preinstalación en el hardware, Google se hizo dependiente del single-sign-on (SSO) que hacía que un usuario contraseña (el de gmail/G+) sea útil y casi necesario para sincronizar todos nuestros equipos o nuestras aplicaciones que ahora (2015) están más en Internet que un dispositivo físico con uno u otro sistema operativo.

Microsoft está teniendo lo que podríamos denominar «la enfermedad IBM«, recordando cómo decayó su imperio tras el auge (bien aprovechado) de los clónicos y la parcial independencia que demostró entonces Bill Gates de su paraguas azul.

El futuro cercano es Google. (Apple seguirá en su burbuja hipster, demostrando que tienen y tuvieron visión para ser considerados «cool» de por vida, sin importar los costos). Microsoft (y especialmente Windows) tiene los días contados, salvo que sigan comprando empresas que hagan lo que ellos no son capaces (véase el caso de Skype, entre otras) y acaben por convertirse en la sombra de una que pegue el pelotazo (ya sea social, FaceBook, o de almacenamiento en la nube o lo que sea).

Sus batacazos sucesivos han sido tan notorios como olvidados:

MSN: aquel pueril intento de hacer una red de Internet monopolizada por una empresa… (algo que, casi sin proponérselo (quizá está fue la clave) ha logrado Google.

Messenger (luego Windows Live): un programa que prentendía comunicar usuarios pero que nunca acabó por estar disponible en cualquier plataforma, no así Skype, que se impuso sobradamente (para luego ser comprada por M$) que así podía cerrar su episodio vergonzoso con un Messenger que ya no quería usar ni el más viejuno de los usuarios.

MySpace: jajajajaja… era una presunta red social. Pero FaceBook/Twitter y las modernas (basadas tan solo en imágenes, selfies, etc) al modo Instagram han hecho de MySpc un recuerdo, ya no vintage, sino simple y llanamente obsoleto y fallido desde su nacimiento.

Internet Explorer: después de décadas siendo el navegador de referencia, ha acabado por asumir que su futuro es la muerte, aunque pasen por una larga agonía llamada Proyecto Spartan, dejando el campo libre a Firefox (qué curioso, heredero del derrotado por IE Netscape) y, sobretodo, al líder incuestionable de Internet y los dispositivos móviles: Google y su Chrome.

W Vista: Bufff… mejor ni hablar de aquello. Después de un tiempo de notoria estabilidad con W XP, después o basado en un equilibrado W 2000, se pegaron la mayor con un sistema operativo in-operativo. Pero estaba claro que tenían que ir pensando en fabricar un sistema más moderno, más de este milenio, algo así como Windows 7, para lanzarse después a la conquista (muy muy tardía) de otros dispositivos con el mentado Windows 8. Pero en estos dispositivos no venían ni jugaban con la ventaja de la preinstalación… y ¿entonces qué? Pues que Android (e incluso iOS) les están dando por donde más duele: el sistema operativo, su núcleo duro, su dependencia máxima.

Ni hablar de Bing (ese buscador que se intenta imponer en redes sociales decadentes, pero que no acaba de cuajar) ni Hotmail/OutLook

Y así se acercan a un ocaso casi irreversible salvo que den un giro radical, muy difícil de dar para un camión con trailer enorme y a la velocidad que nos movemos.

Pero quien sabe, aún son capaces de vincularse con algún gigante de la fabricación de smartphones e imponer su prometedor Windows Phone… pero sin soporte multiplataforma… van listos. Esos tiempos ya pasaron. Y no se han enterado.

De ahí que sostengo que a Microsoft Windows le quedan dos telediarios.

Me han leído el texto ¿y qué?

Me encuentro un artículo en tecnología sobre el hecho de que Whatsapp introduce el icono que indica que un mensaje ha sido «leído».

Dicen en la web de la app lo siguiente:

doble incono wasap

Los ticks o palomitas son importantes porque indican el estado de envío y recepción de un mensaje. Significan lo siguiente:

  • 1 tick negro: el mensaje fue entregado al servidor.
  • 2 tick negro: el mensaje fue entregado al dispositivo del destinatario.
  • 2 tick azules: el destinatario leyó tu mensaje.

En un chat de grupo, verás los dos ticks cuando todos los participantes reciben tu mensaje. Verás los dos ticks azules cuando todos los participantes hayan leído tu mensaje.

Como otra pregunta: ¿de qué color será el tick o doble tick que indique que el mensaje ha sido entendido?

¿Hasta cuando vamos a seguir preocupándonos por tonterías? ¿Es intencionada esta oleada de informaciones terroríficas? ¿cuál podría ser esa intención: generar miedo?

¿Es un asunto de privacidad? No tanto.

Es más bien un asunto de sentido común y respeto: hemos de aprender a saber que otros que leen nuestros mensajes pueden estar en ese momento en una ocupación o en un estado en el que no les apetezca o no puedan responder o no quieran… ¿qué más da? Es su libertad la que tengo que aprender a respetar. Y asumir que respetan la mía. Obligar, más bien, incluso, a que la respeten.

¿Cómo hacerme respetar?

Además de tomar el barato y simple cursillo para aprender a decir no

Una de las opciones para es teniendo un par de tarjetas de teléfono si se usa una de manera extensiva para las relaciones laborales que pueden tener un determinado tipo de exigencias y otra destinada a uso personal, para amigos y familiares que tienen que aprender a asumir que cuando no me da la gana estar conectado, aunque tenga un teléfono encendido, estoy en mi más absoluto derecho de hacerlo. Y en el ámbito laboral también deben hacerlo… o yo debo no dejar que lo hagan: mi tiempo de trabajo se paga.

Y cuando no quiero estar disponible… apago el teléfono que quiera y punto. Así era la vida hace unos poquitos años… y no pasaba nada. De verdad.

En otro articulito de tecnología nos hablan de los alarmantes casos el los que se ha podido vulnerar la privacidad de la información almacenada en la nube… y dan alternativas ajenas… cuando lo único que garantizaría completamente la privacidad es el no compartirlas. Pero si se ha de hacer, la mejor opción con enorme diferencia es el cifrado de clave pública desde punta a punta con herramientas propias (obviamente, más seguras aún si son de código abierto).

Cifra y encripta tus archivos en local, almacénalos (si quieres también un servidor que encripte, aunque esta redundancia no vaya a ser muy útil) y envía por canales seguros… usa redes tipo TOR… pero nada, absolutamente nada, te puede garantizar que al otro lado, en el lugar en el que vayan a ser compartidos, la información, al desvelarse, no esté siendo observada de manera indeseada.

Esto me recuerda a las pretenciosas web que intentan evitar que copie material pero que me dejan verlo, deshabilitando las funciones del botón derecho del ratón con alguna que otra tontería como una funcioncita javascript que se carga antes que la página.

¡Qué sandez! Si me dejan verla, puedo copiarla. Incluso si me pongo a ello, a mano alzada. JAJAJAJA… pero es que es mucho más sencillo: puedo, entre otras cosas, descargarme la página y reeditarla, quitar esas tonterías de función y resuelto. Pero es incluso más fácil usando (otra vez) un navegador que no deja que le hagan este tipo de prevenciones/manipulaciones como TOR.

Otra vez particionando una baratija

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Parece mentira (en su día dije inverosímil) que aún siga vivo este viejuno ordenador portátil, pero así es, demostrando que cierta austeridad es posible.

Después de la extinción del soporte de Windows XP, ese ordenador debía ser formateado para olvidarnos de instalar ningún sistema de los de Richmond.

Estoy haciendo pruebas de instalación de diversas distribuciones linux, teniendo en cuenta que sean usables por usuarios sin conocimientos informáticos, es decir, que tengan un sencillo gestor de ventanas, aplicaciones de ofimática, clientes web, etc.

Actualmente, tiene repartido el disco en una partición primaria (/dev/sda1) /boot, con 2 Gb de espacio, que inicialmente estaba pensada para albergar los distintos archivos de imágenes de arranque de las distintas particiones, pero esto da bastantes problemas y es innecesario, así que tan solo contiene el arranque del sistema operativo principal.

El resto del disco, hasta los 80 Gb, está formado por una partición extendida (/dev/sda2) en la que reservé una minúscula partición de swap (/dev/sda5) al final del mismo, para ser usada por todas las distribuciones instaladas.

La partición /dev/sda6, de 7,5 Gb contiene el directorio / de un Lubuntu 14.04, que ha resultado ser capaz de funcionar perfectamente bajo estas minúsculas características:

Compaq Evo Notebook N610c
Mobile Intel® Pentium® 4-M Processors at 1.6-GHz
ATI Mobility Radeon 7500 Graphics Controller with 32 MB of DDR video RAM.
14.1-inch SXGA+ display
512 MB DDR RAM (266 MHz)
80-GB HD.

Fue tremendamente sencillo de instalar mediante una versión LiveCD en un pendrive. Me ayudó a realizar el particionado inicial y depositó el GRUB2 en /dev/sda. Aún no tengo claro si merece la pena instalar el Grub en el MBR.

La partición /dev/sda7, de 7,5 Gb contiene el directorio / de un Debian 7, que me costó mucho más instalar. Tras varios intentos fallidos, lo logré desde un disco ISO de CD. El propósito de este Debian era probar un sistema que casi nunca he instalado y que parece que se acomoda bien a cualquier plataforma, haciendo que su instalación, personalizada, sea ajustada por esencia. Esto mismo es lo que la convierte en más trabajosa, pero a la larga puede merecer la pena. Al fin y al cabo, Lubuntu está basado en Debian, pero con más cositas.

Al Debian en cuestión le instalé para probarla la interfaz gráfica o gestor Enlightenment, lo que tampoco resultó nada sencillo. Acabé teniendo que recurrir a un repositorio sin firmar y que muy posiblemente no actualice las versiones como procede.

En cualquier caso, venía con otro par de entornos de escritorio, del que, cada vez más, me entusiasma la sencillez y eficacia de LXDE.

Otro problema con el que me suelo encontrar cuando trasteo con distribuciones de linux es que todas acostumbran a instalar (reinstalar) el gestor de arranque, cada vez más el GRUB2, y si no se puede evitar, pierdes la configuración que deseas tener con uno de ellos como sistema operativo principal (en el que, siempre, instalo un Grub-customizer). Trasteando, me encontré con una solución (es lo que tiene cuando se encuentran muchos problemas) para restaurar grub desde la partición preferida. Aún no la he usado, porque desde hace tiempo busco la manera de no instalar el Grub al probar una nueva distribución y luego agregar la entrada correspondiente vía el grub-customizer.

Por si fuera poco, algunas distribuciones no se llevan muy bien con el detector automático de esta herramienta, como me pasa en la partición /dev/sda8, donde tengo instalado un bonito y simple Tiny Core Linux, con menos de 2 Gb de disco dedicados y pensado, casi, para ejecutarse directamente desde PenDrive.

En este caso, tuve que añadir a mano en el archivo /etc/grub.d/40_custom la ubicación de los archivos que necesita el sistema en cuestión para arrancar.

Tengo otra partición más que sobredimensionada (4 Gb), para instalar un Puppy Linux en /dev/sda9/.

Pero mientras escribo estas líneas estoy descargando un interesante proyecto de distribución: Emmabuntüs que se relaciona con esta misma idea de austeridad positiva, la que ayuda a integrar y no desintegrar, como vienen haciendo desde la Fundación Emmaüs desde hace décadas. Como tantas otras ONGs, me da miedo encontrarme con que esta también es de inspiración cristiana (su fundador lo era) y acaba por ser otra más de las incontables neo-proselitistas sectas más o menos blandas camufladas de bienintencionadas organizaciones laicas.

De momento, parece que la distribución es bien querida, basada en Xubuntu 14.04.1 y el primero de septiembre 2014 Emmabuntüs 3 celebró el Festival de la Humanidad. Aunque solo sea por eso, es posible que merezca la pena echarle un vistazo.

Aún me quedan más de 50 Gb de espacio sin asignar. Si el PC fuese a ser terminado así, sería un espacio precioso para crear una partición /home para que las distintas distribuciones la compartiesen de modo que pudiesen escribir los datos de usuario en ella y no se perdiesen nunca. Pero hacer esto requiere un poco de paciencia y enlaces simbólicos para no mezclar datos de configuración de las distintas aplicaciones o gestores de escritorio.

Esto lo explicaré en otro momento. Así lo tengo en mi PC actual, mucho más solemnemente particionado (Windows 7, Linux Mint-Cinnamon 16, Kubuntu 14.04 y home en mi SSD y datos de archivos en un disco externo)

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Comentarios sobre Her

her-movie-joaquin-phoenix

Tras ver la película Her quedé algo decepcionado por el tratamiento que le habían dado al hecho de que un humano se enamorase de un sistema operativo. (No nos dicen si es un sistema operativo de código abierto o propietario, pero eso quizá no era relevante)

Llegué a compararla con el amor que sintió en Blade Runner mi querido Harrison Ford, como Rick Deckard, dudando de la humanidad o no de su pareja Sean Young, como Rachael, esa replicante de perfecta ternura y belleza futurista. Y la obra de Spike Jonze palidecía indudablemente, obsoleta y obsolescente en tecnología según iba avanzando el metraje. ¡Eso comparándola con una película de 1982! Pero está claro que Her no es una de esas películas que harán historia en la Historia del Cine.

Allí donde Ridley Scott creó una obra maestra, icono de la cinematografía e influyente estética del postmodernismo, esta peliculita se queda en un entretenimiento con pretensiones con look neo-hipster e ínfulas filosóficas sin mucha chicha ni limonada.

Dicho esto, queda por añadir que no había visto una posible lectura que ayer me llegó así como en una epifanía: pretende ser más bien una película pionera en una dirección insospechada (quizá) en el mundo audiovisual cinematográfico de la industria norteamericana, la dirección de darle prioridad a lo sonoro sobre lo visual.

No es tan importante lo cibernético, sino en realidad darle preeminencia a lo acústico. De hecho, así resulta aún más acertado el haber elegido a la más conocida actriz del momento para interpretar la voz de ese «sistema operativo» del que se enamora el visible protagonista. Aunque esta elección garantizase que éramos capaces de ponerle rostro a esa voz y, de hecho, un rostro deseable desde todos los ángulos posibles.

Es una película sonora y que augura la llegada de un cine más sonoro que visual, un cine sin imágenes, un cine casi radiofónico, que hace un llamamiento a cerrar los ojos y descansar de la sobrecarga que supone el sobreestímulo visual permamente al que estamos sometidos.

El protagonista, un sosísimo Joaquin Phoenix, no se enamora de su ordenador ni de un ordenador ni nada semejante, sino de la voz del mismo.

El antagonista romántico (aunque casi merecería haber sido completamente el papel principal) es invisible en todo momento. Pero no inaudible. Y las relaciones que este hombrecillo patético tenía eran principalmente sonoras, a través de su teléfono móvil (aparatejo que no superará un par de lustros antes de verse claramente anticuado, haciendo que la película resulte anacrónica).

Sobre cómo esta relación (humano-máquina) es algo desequilibrada, asimétrica y, por supuesto, egoísta, ya lo deja claro la pequeña charla con su exmujer, pero resulta interesante también como retrato (o autorretrato) de la sociedad selfist en la que estamos viviendo.

El previsible final es tan torpe y precipitado que ni merece la pena mencionarlo. Lo único interesante acaba siendo ese pequeño toque de atención sobre la sobrecarga visual y su posible paliativo mediante sonidos desposeídos de acompañamiento figurativo. ¿Le ha llegado al cine (comercial) la posibilidad de explorar la abstracción?

Navegando seguro y confidencialmente

Es casi un oxímoron si uno lo piensa mucho, pues no es posible la «seguridad» si nos exponemos al mundo exterior, plagado de amenazas que trascienden la inocente oferta de un dulce a la puerta de un centro educativo infantil.

No obstante, puedo hacer unas recomendaciones para una navegación por Internet que van en aumento de paranoia de privacidad.

La primera cosa a tener en cuenta: usar navegadores diferentes para distinto tipo de actividades. No es lo conveniente por no decir que es casi temerario utilizar el navegador que se utiliza para realizar alguna actividad de comercio electrónico o banca electrónica para descargarse series de internet.

Así de modo simple, yo repartiría en 3 modos o 4, lo que implica 3 o cuatro navegadores diferentes. Si usas windows… la verdad, no te preocupa mucho la seguridad y mucho menos aún la confidencialidad, así que me salto consejos sobre el IExplorer. Yo uso linux. De navegadores:

  • Chromium: para las cosas «cotidianas», como blog/email/facebook/noticias/webs que requieran contraseña, pero no claves bancarias.
  • Chrome: (También sincronizado con android vía cuenta google), para manejar contactos/móvil, para acceder a wikipedia y compras online/banca u otros servicios financieros (acceso a área de cliente de proveedores, etc).
  • Firefox: [Iba a decir Netscape (ay, qué tiempos!)] para descargas, ya sea de series, subtítulos de películas y otras morrallas semejantes que requieran contraseña (que nunca ha de ser igual que la de las cosas cotidianas, ni mucho menos la de las cosas financieras), algunos sitios poco recomendables en los que se abran ventanas más o menos molestas incluso con bloqueadores de las mismas. Son esas webs que, por uno u otro motivo, requieren tener parcialmente almacenada información en caché, en memoria o cookies.
  • Opera: para el porno online (sí, sí, incluso un intelectual como yo alguna vez he visto porno online) usando un navegador específico cuyo historial de navegación, cookies y demás huella se borre al terminar cada sesión de navegación.

Por supuesto, todo ello está dentro de una sesión de un sistema operativo que garantiza unos mínimos de seguridad a nivel usuario, pues manejo un usuario con el que no dejo acceder a nadie mi ordenador personal linux. No llego a la paranoia siguiente que podría ser la de desear que las carpetas de usuario estuviesen cifradas. No es para tanto… pero tampoco estaría de más si no fuese porque se pierde un poco de recursos.

Si quisiera ir en esa dirección, realizaría una navegación (sobre todo de los usos que requieran más privacidad, como descargas o porno) desde máquinas virtuales (diferentes) en carpetas cifradas mientras dedicaría un navegador exclusivo desde una máquina virtual exclusiva para almacenar información financiera que requiriese un alto grado de confidencialidad y seguridad.

Enmascarar IPs y cosas así me parecen demasiado complejas, pero puede que, el día de mañana, tengamos que pensar en aprender a hacerlo si las leyes de vigilancia y control siguen extendiéndose. Pero quizá entonces sea mejor apostar por navegación intermediada a través de algún «proxy» (que nada tiene que ver con proxeneta) alojado en algún continente más liberal.

En resumen: 4 modos de seguridad, de mayor a menor importancia:

  1. Datos financieros, compra-venta online, tarjetas de crédito, datos personales tipo DNI/NIF, consumo de proveedores.
  2. Contraseñas para email/redes sociales/blogs/nubes y servicios personales no financieros.
  3. Contraseñas para servicios de internet «sucia», tipo web de descarga, foros, periódico…
  4. Lugares de los que no se desea dejar huella. Sin contraseña, sin usuario.
Esto no es una broma