Sobre la alergia y lo mal que pinta mi futuro en Madrid

He estado leyendo este artículo sobre la evolución de las alergias y el nivel de polen provacado, entre otras cosas por el cambio climático, mientras espero a que vengan a instalarme la fibra óptica en mi estudio y me me asustado porque esta gráfica tiene una tendencia muy, pero que muy preocupante:

Pero si el polen es preocupante, hay algo que me preocupa aún más y es la estupidez humana. En el artículo sólo había un comentario y era el siguiente:

Emilia dice (22/05/2022 a las 12:14):

Llevo 30 años con alergia a las gramineas, olivo y arizonicas, llevo puestas 3 vacunas en distintos periodos en estos años, he tomado toooodos los antihistaminicos que hay en la farmacia, homeopatía, hiervas,acupuntura, purificadores de aire en casa, mascarillas con filtro HEPA, nada, nada, Nada ha conseguido aliviarme 5 minutos los síntomas tan desagradables que me produce la alergia y no me dejan vivir durante dos meses de mi vida. Lo único demostrable para mí es que los laboratorios en farmacia para aliviar los síntomas de la alergia no valen PARA NADA. Nos están hinchando a farmacos que no solucionan el problema. Si funcionaran no tendríamos el problema toooodos los años las personas alérgicas.

Es decir, que después de probar homeopatía, hiervas, acupuntura… parece ser que las farmacéuticas tienen la culpa porque nos están hinchando a fármacos.

Es decir, que no se responsabiliza de pedirlos, pues no son obligatorios, ni culpabiliza en absoluto a esos presuntos remedios que ha utilizado sin control alguno, sin hincharse con ellos, supongo.

De los alérgenos puedo escapar, pero de este nivel de estupidez mucho me temo que es imposible alejarse.

nivel de inteligencia perturbada

El otro día me encontré con una de estas imágenes famosas de «fondo/forma», que tan de moda estuvieron hace unas décadas. Incluso llegué a verlas usadas en mis clases de Química Cuántica para explicar la dualidad onda-corpúsculo.

Esta vez era una imagen llamada test-viral-paloma (lo cual indica qué pretenden que se vea antes, aunque no se hayan dado cuenta de que es una indicación explítica).

El artículo en el que estaba anunciaba lo siguiente:

¿Cuál es tu nivel de inteligencia? Mira y responde con la verdad en este test de personalidad.

Una de dos opciones puedes percibir en el primer vistazo. Solo responde honestamente qué figura viste para que el test de personalidad de una respuesta certera.

El problema es que yo siempre veo más de una respuesta a la vez. Quizá sea un problema derivado de mi falta de visión, pues tiendo a desenfocar miopemente hasta que poco a poco voy centrándome en algún foco concreto.

Pero lo que puedo asegurar es que, igual que me ocurre con los «problemas de las 7 diferencias», siempre encuentro muchas más respuestas acertadas, haciéndome dudar de las presumiblemente respuestas acertadas.

Y es que la duda… ay, siempre la duda.

Re-presentación

Esto que veis no es una foto, es una pintura en acrílico y óleo sobre lienzo titulada «Cabello mojado» por Johannes Wessmark en 2019.
Una pasada.

Que sí, que está muy bien pintada, pero sentiría tener que contrariar a quien ha publicado esta afirmación en una red social.

Esto que veis sí es una foto (ya sea escaneo o fotografía del original), y no es una pintura en acrílico ni óleo.

¿Sabremos distinguir entre presentación y representación?

¡De hecho, sólo le faltó afirmar que esto que vemos es una piscina!

Sé poco

El problema está en los grises.
No en el fondo gris de este dilema
sino en el gris de las respuestas:

Entre estoy informado y no sé un carajo
vivo mi eterno sé un poquito
y aún así tiendo a informarme
y hablo
para ver si así tiendo a informarme
pero la mayoría de las veces
no acabo de entender
(ni siquiera carajo)
y algunas veces sigo en mi empeño
de ir a informarme
y muchas veces sigo en mi empeño
de hablar
para ver si así logro informarme
pues parte de ese hablar
es preguntar
para informarme
mientras me callo
para escuchar
de cuando en cuando.

Mientras tanto
mi problema sigue en los infinitos
tonos de gris
de mis escasos conocimientos.

Puede cambiarse, pero hace falta voluntad

Constitución Española, versión del 2011

Desde el 1978, se ha cambiado 3 veces. La última fue, entre otras cosas, derivada de una crisis económica, pero otras crisis no generan voluntad de cambio. La economía es la fuerza arrolladora con la que la humanidad parece moverse.

Pero sólo parece.

Hoy es una de esas fechas que celebro como festiva, aunque esta constitución no sea la mejor posible, ni se esté aplicando en todos los casos en los que yo considero (con mis escasos conocimientos) que debería aplicarse: me refiero al artículo 6, por ejemplo, a lo democrático que resulta la gestión de según cuales partidos políticos, o al artículo 14, que provoca risas, o al 16.3, que niega lo que dice el 16.3, o al 22.2 (esas financiaciones…) y otros tantos que ya no quiero seguir.

Artículo 14
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Para qué hablar del artículo 57.1 (¿Cómo casa esto con el 14?)

Artículo 57
1. La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.

Después de esto, ya no leo más.

Asumo que es una novela de ciencia ficción y hoy tengo otras cosas que hacer.

Yo, en mi santa inocencia, imagino un rey transexual y no puedo pensar en cuál de los dos artículos vulneraría…

Estoy aquí, en Móstoles…

Invitado a participar en la II Convocatoria Internacional de Arte Postal USTED ESTÁ AQUÍ – YOU ARE HERE (listado completo de artistas participantes, fotografías de la exposición, etc.), así como una amplia información sobre el proyecto editorial experimental PERIFERIA IMAGINARIA, en marcha desde 2018, y sus paralelas Convocatorias de Arte Postal, envié una propuesta más o menos rebuscada que necesitaba las dos caras de la cartulina verjurada negra que intervine con un rotulador blanco y nada más. No quería usar prácticamente nada digital para esta ocasión, después de que en la anterior convocatoria enviase por email (dada la situación de confinamiento debido a la pandemia de COVID19) una participación absolutamente digital.

Han realizado el siguiente vídeo que incluye mi trabajo y que presento aquí desde el momento en el que salgo en él, no vaya a pensar nadie que no tengo ego.

Ahora que me tachan de transfronterizo veo más que nunca que hay mucho de cierto en ello, pues la frontera entre las dos caras del cartón fue algo con lo que jugueteé en esta propuesta, referenciando a quienes (para mí) más han dinamitado la idea de frontera: la lógica difusa y la paradoja del gato de schrödinger, esa llamada al estar y no estar simultáneamente en algún sitio, a afirmar un tercero excluido como posible…

uno imagina irracionales…

Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no lo son en el sentido que ha imaginado, sino en el hecho de que no son razones, razones entre números enteros, pero tampoco uno cae en la cuenta de que a las divisiones les llamamos razones, así, sin ton ni son o todo lo contrario, quizá no hay nada más razonable que dividir las cosas, repartirlas, incluso los números enteros para que dejen de ser tan pretenciosamente enteros y cuando uno se encuentra números que no son el fruto de una repartición siente cierta aversión hacia ellos, los repudia, los niega, los ningunea, uno intenta convencerse de que son aproximaciones de algo más «razonable», aunque uno llegue a saber que no es así por reducción al absurdo, que parece una reducción al Pedro Ximénez, pero no tiene nada que ver con ella, por muy sabrosa que pueda resultar en ocasiones.

Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son todos iguales y que el loco paralelismo prestado por el léxico filosófico sirve para clasificarlos en trascendentes, construibles, algebraicos, normales… Sí, también uno descubre que hay números normales y lo que a uno le vuelve aún más loco (que no irracional) es que todo número normal debe ser necesariamente irracional, así, como si nada, como si eso de repente explicase tantas cosas que uno nunca ha comprendido en la vida que parece una epifanía.

Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son el final de todos los números posibles y que ha de haber algo más allá, así que se emociona incluso cuando a uno le hablan de los números imaginarios que hacen realidad el hecho de que los números reales no sean tan completos como creían ser, mientras sí lo serán los números complejos, así: completos sin complejos.

Uno imagina (pues no puede parar de imaginar) cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son más que la puerta de entrada a la matemática de la poesía, la que descubrirá un número poético que incluirá sus números imaginarios, sus irracionales, sus enteros y sus fracciones, sus negatividades, sus nulidades, la nada, nada infinita, nada lemniscática, nada redonda y pueril, nada feliz en la que uno se pierde sin dilación en una ecuación diferencial diferente a lo esperable, una nada inestimable, incalculable, una nada que forma operaciones como versos sueltos en un cosmos ingrávido.

Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que el amor debe de estar escondido en el número π o que la i no es la e, pero ambas comparten la letra como signo último al que referirse, en el que habitar, en el que albergarse hasta que paren de llover decimales si es que alguna vez escampa; uno va más allá del signo reconocible objetivamente para abrazar el grafo, el signo asémico, la línea más o menos continua que un material traza sobre otro rompiendo y rompiéndose a nivel atómico, destrozándose para dar vida a la imagen: imagen que imagina uno cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no lo son en el sentido que ha imaginado.

Esto no es una broma