Muerte

piensas en
muerte discreta
muerte indolora
muerte aséptica
muerte solitaria
muerte inaudible
muerte cualitativa
muerte cuántica
muerte irrepetible
muerte definitiva
muerte abrupta
muerte negra

pero encuentras
muerte lenta
muerte agonizante
muerte cuantitativa
muerte clásica
muerte diaria
muerte difusa
muerte gris
muerte dolosa
muerte dolorosa
muerte cotidiana
muerte paulatina
muerte viva
muerte desesperante
muerte harta
muerte cana
muerte calva
muerte ruidosa
muerte apolillada
muerte omnipresente
muerte insana
muerte muerte
muerte
y muerte.

Una forma ¿rápida? de saber si una mascarilla cumple requisitos

Me hizo gracia encontrar en este artículo un método para determinar si una mascarilla cumplía con los requisitos que debía cumplir para ser utilizada.

Mientras tanto me pregunto si no sería más fácil delegar la labor de determinar tal cuestión en un comité de personas que investiguen si son o no son válidas aquellas mascarillas comercializándose en un territorio, digamos, autónomo, ya sea federal, nacional, etc.

No creo que vaya a haber muchas personas verificando su adquisición de mascarilla (no siendo de alto riesgo o trabajando en sectores especialmente sensibles) mediante el método indicado en la gráfica, ese diagrama de flujo que tanto me gustan…

Ahí (aquí) lo dejo, por si nos toca hacerlo a lo largo de este entrante 2021 que se avecina apantallado por mascarillas que nos protejan de nuestras decisiones… y del virus, claro.

75% de despojos

de repente un día mueres

deja un 75% de despojos.

tres primeras sílabas
para decir lo obvio:
de la vida a la muerte
hay
un salto cuántico
un salto cualitativo
un salto irreversible

no puede ser de otro modo
tal como están definidas ambas palabras
en ese lenguaje
de lógica bivalente
tan binario
que garantiza principio del tercero excluso
tertium non datur

tres primeras sílabas
ejercitando oulipianamente
su apego a la única vocal
que Perec secuestra

tres segundas sílabas
que no lo parecen
por aquella sinalefa que ha sido ignorada
por aquel hiato que rompe el diptongo
por la preponderancia de vocales diferentes
que alcanza el 60%
de tan sólo (con tilde) cinco letras

tres segundas sílabas
que sitúan en el tiempo
absolutamente indefinido (en cuanto a cuándo
(¿qué día?)
absolutamente indefinido (en cuanto a cuánto
(¿día sidéreo o día solar?)

un suceso
que podemos calificar con once letras como
un suceso inacabable
un suceso inagotable
un suceso inapagable
un suceso inapelable
un suceso inatacable
un suceso inatajable
un suceso incachable
un suceso incalmable
un suceso incansable
un suceso incansable
un suceso incantable
un suceso incobrable
un suceso incontable
un suceso inculpable
un suceso indeseable
un suceso inevitable
un suceso inexorable
un suceso inexpiable
un suceso infaltable
un suceso inflamable
un suceso inglosable
un suceso ingustable
un suceso inhallable
un suceso inimitable
un suceso injertable
un suceso inllevable
un suceso inmancable
un suceso inoperable
un suceso inopinable
un suceso inoxidable
un suceso insaciable
un suceso insalvable
un suceso insociable
un suceso insoldable
un suceso insondable
un suceso intachable
un suceso integrable
un suceso intragable
un suceso intratable
un suceso intricable
un suceso inubicable
un suceso invadeable
un suceso invaluable
un suceso invariable
un suceso inviolable
un suceso inyectable

 
hasta que llegas al mismo
término
a esa segunda persona
que te asusta
porque asusta a otro
que somos yo

esas dos llanas sílabas
de las ocho iniciales
que son el despojo
que no son el despojo
que son la enjundia
el non plus ultra
el meollo de la frase
lo verdaderamente importante
y a lo que no quieres llegar
por lo que te amparas en otras seis
previas unidades silábicas
que te conducen
inexorablemente
al fin

Dobles negaciones

Ayer encontré un texto que me hizo mucha gracia, aunque no sé si esa era la intención del mismo:

Frase positiva de hoy: hoy me pongo firme y decreto que Yo no acepto nada negativo ni para mi ni para nadie.

Y es que las dobles negaciones me parecen afirmaciones, como debe ser de acuerdo a la lógica, que no de acuerdo a nuestro absurdo (sin acritud) idioma que es capaz de expresiones como «No sé nada», así que en esa frase «positiva» del día me encuentro un, por orden: «no», «nada», «negativo», «ni», «ni», «nadie»… un total de 6 negaciones (no una sobre otra, pero casi) que dan lugar a una frase «positiva» (¿afirmativa?).

Es una pequeña tontería, pero me ha hecho mucha gracia y como no quería comentarlo en la red social en la que lo he encontrado (la gente está muy sensible), he traído lo que le diría a este diario personal:

¿Qué tal si la frase positiva fuese «Yo solo acepto cosas positivas para mí y para cualquiera«? Creo que significaría lo mismo, siendo, definitivamente, una frase «positiva».

Contando ovejitas

Ayer noche no me podía dormir.
Hay personas que cuentan ovejas para dormir.
Nunca había entendido esa práctica
hasta ayer.
Durante la noche no podía dormir
y me acuciaban pensamientos que quería evitar
(no tanto por lúgubres como porque tendían a despejarme)
así que procedí a mi equivalente a contar ovejitas:

El día 6 de octubre es nuestro mesiversario
(igual que existe aniversario, podemos bautizar
mesiversario como el día en el que se cumple
un número entero de meses desde un suceso concreto)
y como cada día 6
felicito a Carmen y me felicito a mí.

Cada cierto tiempo me da por hacer cálculos mentales
para saber cuántos meses en concreto han pasado
desde el 6 de septiembre de 1999.

Ayer noche no me podía dormir
y era 6 de octubre de 2020
y habían pasado 21 años y 1 mes
desde que en el Achuri
esperaba a las 21:00 a que Carmen se acercase
haciendo como que leía un libro
intentando no estar nervioso.

21 años son 21×12
lo que mentalmente me hizo sonreír por un producto capicúa.
Decidí realizar el cálculo mental
multiplicando 20×12 y sumando 12.
En realidad, hice algo aún más enrevesado
o más simple, según como se mire,
calculando 12×10 y sumándoselo a 12×10
120+120 es sencillamente 240.
Quedaba agregar los 12 del año 21
y el mes sobrante
lo que resultaba un total de 253 meses.

Ayer noche no me podía dormir
y no me interesan (ni lo han hecho nunca)
las ovejitas
así que intenté pensar si 253 era un número primo.

Creía que lo iba a ser
pues ya había descompuesto el 21×12
en (3×7)x(3x2x2) y sabía que no podía ser múltiplo
ni de 2, ni de 3, ni de 7
y obviamente tampoco de 5
(sobra añadir que imposible serlo de 4, 6, 8, 9 o 10).

Pero sumé los extremos del número 253
y me di cuenta de que eran igual al dígito central
lo que resulta una prueba de que era divisible entre 11.

¡Vaya!
Me habría hecho ilusión encontrar un primo más
aunque fuese tan pequeño como 253.

No obstante, como seguía sin poder dormir,
calculé mentalmente
la división de 253/11.
Lo hice colocando la cifra dividendo a la izquierda
de un ángulo recto sobre el que situé al divisor.

Quien haya estudiado primaria en España sabrá a qué me refiero.

253 entre 11
y la primera cifra del cociente era 2
me llevé ese 22 a restarlo al 253
(colocado bajo el extremo izquierdo del número)
y al restárselo a 25 me quedaba un 3
bajé (por supuesto todo en mi mente ovejil) el otro 3
y aquí
en mitad de una noche en la que no podía dormir
me lié un poco porque confundí ese resto parcial con el cociente
y supuse que 253 era igual a 11 x 33
pero sabía que estaba mal, era 11x11x3
pero ya había probado que no podía ser múltiplo de 3.

Tardé un tiempo que no sé cuantificar
en darme cuenta de que tenía que dividir el 33 entre 11 y agregar ese 3
a la segunda cifra del cociente que se estaba formando
debajo del angulo recto que separaba al divisor del dividendo
resultando un 23 que volvía a ser un número primo.

En resumen
253 = 11×23

Me gustaba que no fuese un número muy sencillo de dividir
porque ayudaba a que mi mente se centrase en la operación
de contar mis ovejitas particulares.

Me dio por recordar que los calendarios
y otras medidas del tiempo
son arbitrarias
y pensé que si los años fuesen de tan sólo 11 meses
(de la longitud diaria habitual)
Carmen y yo celebraríamos un 23 aniversario.

Alguien podría decirme que tienen sentido que los años
sean de 365 días (365,25 o 365,24 o…)
porque había una justificación astronómica
o agrícola:
el ciclo de las estaciones y esas cosas.

Yo podría comentar la variedad de definiciones
de año que hay en diversas culturas a lo largo de la historia
y la geografía y la religión.
Podría comentar que no todos los años tienen
ni han tenido 365 días,
que no todos los años tienen al astro rey como único
determinante del paso del tiempo.
Podría recordar los calendarios racionales
de la revolución francesa
o
minimizar la necesidad de atención a los cambios estacionales
en un entorno absolutamente urbano en el que vivo
en un entorno absolutamente artificial en el que vivo
en un entorno absolutamente cultural en el que vivo.

Pero seguía sin poder dormir.
Eran las 4:44.
Sí, lo había mirado en un reloj
que no está sincronizado con el tiempo universal coordinado
ni con ningún reloj atómico.
Lo había mirado en un reloj
que sé que lleva un desfase impreciso con los relojes
de internet y su protocolo de tiempos.

Era de noche. En Madrid.
Y no podía dormir.

En los 21 años que hemos estado juntos
Carmen y yo hemos vivido sólo 4 años bisiestos
(vuelvo a circunscribirme al calendario gregoriano)
así que podía intentar calcular el número de días
que llevábamos desde aquel lunes en Argumosa
cuando nos besamos por primera vez.

Era una cuenta con números más grandes
así que la probabilidad de cometer un error aumentaba
pero no tenía otra cosa mejor que hacer
para evitar caer en lobos acechando becerros.

365 x 21 + 4

Como en la ocasión anterior, no multipliqué directamente
sino que 3650 + 3650 era una suma mucho más sencilla
pero agregué un 365 bajo esa operación
más o menos como en

 3650
 3650
  365
------

Y fui sumando de derecha a izquierda:
5
5 y 5 diez y 6, dieciséis, así que pongo un 6 y me llevo una.
6 y 6 doce y 3 más la que me llevaba son 16 también
así que pongo otro seis y me llevo otra
que sumada a 3 + 3 son siete
dando un número casi casi simétrico:
7665

Faltaba añadir los 4 días correspondientes
a esas correcciones llamadas bisiestos
que además habían de incluir la corrección a la corrección
quitando el 2000 de los años bisiestos
pero hoy leo que estaba equivocado
y que el 2000 sí que fue bisiesto
que son aquellos divisibles entre 4,
salvo que sea año secular -último de cada siglo, terminado en «00»-,
en cuyo caso también ha de ser divisible entre 400.

Es decir, había que corregir mi cálculo inicial
durante la noche
que daba un total de 7669 días juntos
a un mucho más feo
7670 días juntos.

Creo recordar que me debió de entrar sueño
como se suele decir
pues no recuerdo haber intentado
ni siquiera
calcular el número de horas que llevábamos
desde las 21:00 del 9 de septiembre de 1999.

Hoy
ya despierto,
pienso en la posibilidad de certificar esa cifra
con un año, digamos, trópico de 365,2421897 días (de tiempo solar medio)
multiplicándolo usando una calculadora
por un simple 21
obteniendo un total de
7670,0859837 días (de tiempo solar medio) juntos
o
con un año, digamos, sideral de 365,256363004 días (solares medios)
multiplicándolo usando una calculadora
por un simple 21
obteniendo un total de
7670,3836 días (de tiempo solar medio) juntos.

Haciendo uso (ya casi abuso) de la calculadora
puedo saber que llevamos
7670,3836 x 23,9345 (horas siderales por día) = 183586,7962742 horas
a las que hay que restar las «aproximadamente» 21
que habían transcurrido del día 6 de septiembre de 1999
quedando unas 183565,7962742 horas
dando vueltas por el universo
galopando en un caballo cuasiesférico
en órbitas elípticas alrededor de una bola de fuego
de fusión nuclear.

Y sigo amándola como aquel día
a aquella precisa hora
en este preciso instante
en el que termino este texto.

Poesía Tendencia

La poesía es la tendencia de esta temporada

Calentita, gustosita, agradable al tacto, o todo lo contrario: hay de todos los colores.
Hazte con ella en todas sus formas en los talleres de poesía y escritura creativa de Asociación Cultural Clave 53.

Hace años, la sobrina de Carmen, que es fantástica vendiendo y sabe cómo atraer seguidores (su cuenta de Instagram es un fiel reflejo de la afirmación), me sugirió esta expresión que seguramente sería atrayente, pero también mentira.

Es una mentira que la gente está deseando escuchar: que la poesía es «agradable», que «da gustito», que puede ser calentita o a tu gusto, incluso (y esto es lo peor) que es terepéutica.

Es una mentira que llena de seguidores las cuentas de quienes escriben ese tipo de poesía, esa «nopoesía«, esa «twittersía» que regala premios de Espasa y vende libros por millares.

Es una mentira de las que premia el sistema en el que vivimos inmersos.

Pero yo siempre he defendido que la poesía contemporánea (y el arte contemporáneo) sólo es interesante en tanto en cuanto busca revertir o subvertir la perversión del sistema. Para ello ha de buscar el riesgo, el peligro permanente, casi el fracaso pero sin garantías, sin ninguna garantía.

Quizá por ello no he querido nunca usar ese «anuncio» que podría ser muy eficaz, que podría conseguirme muchas personas interesadas en mis talleres de poesía.

Puedo engañarme diciendo que más adelante les mostraré que la poesía es incómoda, que es un camino de espinas y no de rosas, que no sana sino enferma, que la primera carta a un joven poeta de Rilke ya lo dice claro… pero no lo creerán pues todo lo que parte de una mentira, es mentira; es un edificio que se sostiene en barro. Y yo prefiero un cuchitril pero sobre granito.

Y sobre esa piedra, erigiré mi iglesia.

El culto a la poesía riesgo, la poesía valiente, la poesía prueba-y-error, la poesía sin esperanzas, la poesía sin panfletos, la poesía sin soflamas, la poesía desnuda y en lo oscuro, la poesía rota, la poesía en crisis permanente, la poesía sin futuro, la poesía libre, la poesía voladora, la poesía desalmada, la poesía interna y sincera, la poesía intensa, la poesía loca, la poesía racional, la poesía irracional, la poesía que niega el principio del tercero excluido, la poesía infinita, la poesía desagradable, la poesía insana, la poesía fría, hostil, desarrapada, la poesía triste y pobre, la poesía cuyas deudas sean con toda la poesía arriesgada, valiente, experimental, desesperanzada, fracasada que haya sido escrita y leída antes de generar nueva poesía arriesgada, valiente, experimental, desesperanzada, fracasada…

Supongamos un niño o una niña adimensional

Supongamos un niño o una niña adimensional (que ocupa menos espacio, obviamente, que su equivalente real) que ha de mantener una distancia de seguridad de radio 1,5 metros.

Eso supondría un área de aproximadamente pi por r al cuadrado cada niño/a. Comparando eso con el área de una clase promedio podemos saber si cabrían 20 alumnos en el espacio destinado para ellos/as (suponiendo ninguna pérdida de espacio entre niños/as, no entre niñas/os y paredes)

π×(1,5)2×20=141,371669411541 m2.

¿Cuál es el área promedio de un aula de instituto público de Madrid?

Dobles negaciones

He perdido otro valioso rato de mi vida leyendo un texto de un médico jubilado que escribía una carta abierta en una red social a algún ministro o cargo sanitario que según él está gestionando muy mal este periodo pandémico o plandémico o como quieran llamarlo. No entro a valorar este tema del que me considero un total ignorante ni quiero perder mi tiempo con estadísticas que no sé contextualizar, ni con informes médicos que no quiero conocer (no tengo el nivel suficiente para comprender).

Pero cuando leo estas frases, pierdo el respeto a quien las firma:

Yo no soy ningún negacionista, al contrario; “Afirmo la falta de evidencias científicas en muchas de las medidas que ustedes llaman sencillas y esenciales”, y niego la existencia de datos irrefutables que las justifiquen”.

He marcado en negritas (o blanquitas) las palabras que me han llamado la atención:

«no soy ningún negacionista»: no puede tener más palabras «negativas». Veamos: «no» y «ningún», ¿Esta doble negación tan característica del idioma español significa en realidad SÍ? En caso de que no sea el caso (jejeje) lo que está diciendo (sin el ningún se entiende mejor) «no soy negacionista».

Y aquí llega lo mejor, «al contrario»: es decir, negando lo anterior…

«afirmo la falta»: lo que vuelve a ser negacionista, aunque use la palabra «afirmo». Afirmar una negación es negar. Menos mal que termina reconociendo que «niega la existencia».

Este señor, aparte de negacionista, es un compendio de malas praxis en la redacción a la búsqueda de ampulosidad que dote a su carta abierta de cierta «credibilidad».

Por supuesto, aparte de negacionista, es casi nihilista… y eso hasta cabría decir que me ha hecho gracia.

El Síndrome de Jesse Pinkman

Este texto, ajeno, perteneciente o al menos presente en el muro de facebook de Gloria Green, podría subscribirlo palabra por palabra. Me ha encantado, aunque, como remachan en uno de los comentarios críticos con el mismo, el tono agresivo acaba por hacer que tan sólo quien ya está de acuerdo con lo dicho lo subscriba. Al fin y al cabo, hemos decidido no querer escuchar la voz discordante de la nuestra desde hace tiempo… y cada día más.

Recordáis ese capítulo de Breaking Bad, al principio de la serie, en el que Jesse Pinkman tiene que deshacer un cadaver en ácido (no voy a entrar en lo riguroso de “deshacer” un cadáver en un ácido más bien flojito, y no en una base)?

Walter, profesor de química, le dice que compre una cubeta de plástico (no recuerdo qué polímero menciona). Jesse primeramente va a hacerlo, pero acaba diciendo algo así como “poliestireno my as*”, y decide hacerlo en una bañera, en su casa.

Porque él, a pesar de ser un ignorante en el tema, cree que tiene suficiente conocimiento para poder decidir y opinar. A pesar de no saber absolutamente nada de química y estar ante alguien que sí, a él, su “sentido común” y su “conocimiento” (o más bien, la falta de este) le dicen que el plástico es más endeble que su bañera, y qué tontería gastarse dinero en una cubeta cuando la casa de su abuela tiene una bañera estupenda, así que decide llevarle la contraria.

Creo que todos sabemos cómo acaba el capítulo: con la bañera, el ácido y el cadáver en el salón de la casa de Pinkman.

Pues el síndrome de Jesse Pinkman lo tenemos ahora con los conspiranoicos y magufos, esa gente que sin tener ni pajolera idea, se atreve a opinar, y hasta cree que su opinión es válida porque desde su ignorancia les parece que “tiene sentido”.

– “Cómo me va a proteger una tela de un virus?”

– “Enfermo asintomático? Si no tienes síntomas no puedes estar contagiado!”

– “Si los científicos se corrigen en algo totalmente nuevo, sobre lo que se dijo hace unas semanas, es porque no tienen ni idea.”

– “Si los tests dan falsos negativos y falsos positivos, es porque no sirven”.

– “Es perfectamente posible poner un microchip a alguien con una vacuna, a los animales se les implanta con una aguja, así que, por qué no?”

– “Si tomo vitamina C y como bien, no hay virus que me tosa”.

– “No tengo ni idea de la diferencia entre las ondas de mi microondas y el 5G, pero el 5G nos va a matar a todos”

-“Como las farmacéuticas son empresas, y como tales, buscan hacer caja, vamos a tomar una visión radical, y rechazar todo lo que venga de ellas por sistema, y tomar la lejía que me vende este señor que es economista y se compró un título falso de una titulación no homologada por 1400 euros en una universidad cuyo campus es un bajo en una ciudad de Cataluña, que seguro que él busca lo mejor para mi y ha encontrado un remedio milagroso que lo cura todo”.

Si a ellos, que no tienen la más mínima formación en virología, epidemiología o medicina en general, les cuadra… Por qué no? Será una opinión tan respetable como la de los expertos que llevan años, o décadas de estudio e investigación, porque absolutamente todo en esta vida es opinable, a que sí?

Tranquilos, que sois muy listos. Solo las mentes brillantes descubrirían secretos de estado y conspiraciones de las grandes élites usando google y YouTube, los tontos somos los demás, desde luego.

Tras esta publicación hay un debate de personas que con argumentos disparatados intentan rebatir alguna de las cuestiones que plantea, pero demuestran más que nada que el texto en cuestión es completamente necesario, o al menos, vigente en grado máximo.

Entre otras cosas, me he detenido en uno de los «hilos» que ha hablado sobre la «maldad» del 5G, que siempre me hará gracia y he acabado interviniendo, curiosamente, contra alguien que opinaba, como yo, que la tecnología 5G dista mucho de ser peligrosa (en su caso seguramente mejor informada pues es teleco), pero lo curioso es que utilizaba un argumento equivocado y he querido «corregirle» de cara a otras posibles conversaciones, para que no sea su error lo que dé pábulo a terraplanistas de diverso pelaje:

Un hombre ha publicado un texto contra el 5G con un enlace a una web que prueba que es de muy alto coste energético, lo que sería un argumento correcto para atacar esta tecnología, vinculándolo con el calentamiento global, sin ir más lejos, pero no lo hace así, sino que afirma:

El 5G si que nos va a matar todos. Es la única zona donde discrepo.

Una ingeniera de telecomunicaciones interviene diciéndole que no sabe de qué habla y, además, le llama gilipollas y machista… (puede que lo sea, no sé, pero me parece excesivo el lenguaje que usó para desacreditarle):

Soy ingeniera superior de telecomunicaciones gilipollas. He comido más antenas en mi vida que pan. De verdad que me hacen sentir mucha vergüenza ajena esta gente. Te matrículas en telecos, estudias 7 años y luego me cuentas lo peligrosa que es la Red 5g. Es que sois ridículos por Dios. Los ingenieros de telecomunicaciones nos llevamos las manos a la cabeza cuando os leemos. No debes ni saber la longitud de onda que se usa, ni el espectro, ni el acceso… de verdad, hacéis sentir bochorno. Da igual si te has hartado a estudiar. Te desacredita hasta el más tonto del pueblo. ¡qué país por dios!

Me llama la atención esta frase «ingeniera superior de telecomunicaciones gilipollas» porque con la ausencia de la coma, «ingeniera superior de telecomunicaciones, gilipollas», en realidad se está llamando gilipollas a sí misma, pero no quiero ahondar en esta tontería.

Gloria Green publica

es que no es plato de buen gusto que te den lecciones sobre tu propio campo… como mujeres encima supongo que sabes que es algo que nos pasa mucho!

La dueña del muro (con permiso de Facebook S.A.) consigue que la conversación se «reacomode» a los términos del civismo y la buena educación y el hombre en cuestión pregunta con ingenuidad (y algo de mala intención):

Soy optimista – estoy seguro que podéis conversar como personas normales sin confundir machismo/chemtrails/insultos con el tema aquí de 5G. A ver si lo logramos.

María, una pregunta simple, por favor: ¿como es posible que con más densidad de estaciones (ya que necesitamos una en cada esquina de calle), y con 100x más energía emitida en total, no tener más energía en nuestro cuerpo? O sea, ¿es correcto decir que más energía electromagnética será absorbida del cuerpo humano? O no?

Gracias de antemano por tu respuesta, no soy irónico, todo en serio.

Pd: tengo masters en ing medioambiental (que incluía este campo), así que ahora que hemos establecido nuestros conocimientos quizás podemos tener una conversación mas útil.

Me llama la atención que ambos tengan que demostrar su autoridad (falacia de autoridad), mediante la enumeración de su curriculum académico o profesional, pero es comprensible dado el tema que parece alejar a ajenos a la materia.

La ingeniera de telecomunicaciones procede a responderle de la siguiente manera:

estás hablando de ondas electromagnéticas y ni mencionas la frecuencia ni la longitud de onda. El problema son las ondas de microondas por ejemplo. Tienen una frecuencia altísima y tocan átomo. Al tocar el átomo con tanta frecuencia lo hacen vibrar y generan calor. Por eso cocinan. Las ondas que usamos para trasmitir información en antenas no tocan átomo.

¿sabes cuántas asignaturas de física y matemáticas hacemos en telecos antes de estudiar las ondas electromagnéticas? Para aprobar antenas y radiocomunicaciones primero nos hemos comido unas 30 asignaturas hiper complejas. La Red 5G no va a cocinar a la gente porque las características de esas ondas no hacen eso. Con todo vuestro nabo, os ponéis a opinar de cosas que necesitan 7 años de estar encerrados estudiando y fliparla en colores porque los temarios no se acaban nunca. Nos hacen calcular a boli y papel toda la física que tiene cada antena y vienes tú con tremenda gilipollez. Hacéis un ridículo espantoso. Espantoso.

Pero yo no pude dejar pasar lo que vi sobre las microondas (por cierto, ninguno, siendo ambos ingenieros, lo rebatió) y publiqué, algo que no suelo hacer en estos tiempos, el siguiente texto en la conversación (sin aportar datos sobre mi aclamada formación académica), la verdad es que con mucho miedo… Pero bueno. Así están las cosas, cada día más autocensura.

XXXX Me gusta este debate, pero debo discrepar en este punto (seguro que puedes repasar el espectro electromagnético para ello) «El problema son las ondas de microondas por ejemplo. Tienen una frecuencia altísima y tocan átomo. Al tocar el átomo con tanta frecuencia lo hacen vibrar y generan calor. Por eso cocinan.». Esto no es correcto. (Todo lo anterior y relacionado con el 5G es más que correcto). Es sólo una puntualización (innecesaria, quizá). Las microondas, que son de mucha más baja frecuencia que, pongamos, el infrarrojo (frecuencia que emitimos, sin ir más lejos, por nuestro propio calorcito humano, sirva esto también de argumento contra el 5G), lo que hacen es emitir en una longitud de onda que es absorbida por las moléculas de agua para vibrar (creo recordar que en realidad es rotar, pero no es relevante), o aumentar su energía cinética en cualquier caso, mediante un cambio de estado en los niveles energéticos de la molécula, haciendo que aumente la temperatura (variable termoestadística por antonomasia) por cocción electromagnética inducida. Espero que esta ridícula puntualización no se entienda como mansplaining. Un saludo, por lo demás, agradecido por la publicación de este texto por parte de Gloria Green.

No me quise meter a hablar de lo que significa «tocar átomo», pero eso es casi poético, más que mecanocuántico y espero que no me vilipendien por machista… o perderé la fe en el ser humano.

A su vez, revisando los mensajes, he decidido responder al mensaje del ingeniero medioambiental con la siguiente información:

El cuerpo humano no sólo no tiene problemas absorbiendo radiación electromagnética (la del sol lo es, y de mucha mayor frecuencia/energía que la del 5G), sino que a su vez la emite en forma de Infrarrojos permanentemente, lo que nos convierte en antenas de emisión energética de nuevo de más alta energía (y penetrabilidad) que la absolutamente inocua que pueda emitir el 5G o, como dice La ingeniera de telecomunicaciones, la 100G llegado el caso.

Y después de hacerlo sí he pensado que algo de machismo puede que tenga pues he enmendado la plana antes a ella que a él… aunque en cierto modo, creo que ella puede que lo escuche o se dé cuenta del error y no creo que él esté dispuesto a cambiarla y siento que esta ha sido la razón por la que he puntualizado a quien creo que prefiero ayudar. Me cansa discutir con terraplanistas.

Esto no es una broma