Mi cumpleaños y la sociedad

A ver si lo entiendo:

En Madrid, en las pasadas elecciones, se acaba de decidir que los servicios públicos no son esenciales para la ciudadanía y poco a poco van a terminar de desmontarse.

La privatización ha llegado al nivel en el que más vale empezar a ahorrar para una operación de vesícula que pueda llegar a tener en un futuro. O exiliarse.

Las ayudas a amistades van a ser las sustituciones «imparciales» de los fondos de ayuda social que antes corresponderían a la Consejería de asuntos sociales, así que la gestión de las ayudas a refugiados, fruto de una descompensación de la explotación de la riqueza de la Tierra, o la ecología (que ya de antes se viene «individualizando la responsabilidad»), o, para colmo, el compromiso con los cumplimientos de los Derechos Humanos, recaen definitivamente en cada persona individual, no en el estado.

Y digo yo…

Así las cosas, ¿para qué hace falta el estado?

Pues que se encarguen de gestionar nuestros dineritos y su reparto las buenas empresas de Internet, como Facebook, por ejemplo, que sabe bien hacerlo democráticamente elegidas por una ciudadanía que ha decidido no mirar al futuro… o yo me pierdo algo, que puede ser.

Donar, plantar, ceder…

Los madrileños ya pueden plantar o donar árboles con el proyecto Replanta Madrid

¡Qué buena noticia! Ya podemos donar, plantar, etc… los madrileños por nuestra cuenta, así, sin planes municipales, sin más que una pala y una semillita… lo que viene siendo ordinariamente: «plantar un pino».

Veo a un montón de hombres (hombres de los de traje azul y corbata…) haciendo un paripé de fotografías y plantíos y pienso en las últimas elecciones autonómicas y me da verdadero asco, por no decir pavor, la sensación de que admitamos como algo bueno la dejación de responsabilidad, la falta de interés por la actividad pública a la que deberían dedicarse…

Y hay que aplaudir la iniciativa, claro que sí.

Pues yo no lo hago.

Bajo este aparentemente buen proyecto se esconde una privatización paulatina de la gestión pública, de la asistencia social, de la gestión medioambiental, de la educación…

Y es que de un tiempo a esta parte ha proliferado el número de personas (voluntarias o cobrando sueldos que no quiero imaginar) que se dedican a solicitar la participación económica de la ciudadanía en diferentes ONGs, ya sea del cuidado de niños y niñas, para salvar el planeta del cambio climático, para evitar los bombardeos en según qué regiones del mundo o para cualquier otra cosa de la que, sin voluntad política, se deposita la responsabilidad casi única en la buena voluntad (en actos caritativos) de la buena gente que pueda con su dinero privadamente aportar un granito de arena para ayudar a paliar los problemas… que en ningún caso se plantea resolver.

Es decir, se ha decidido que los problemas están ahí para quedarse, que no se va a buscar soluciones ni a evitarlos, sino que se va a buscar la manera de morir más dignamente… y, por supuesto, pagándolo privadamente aquellas personas capacitadas.

No puedo compartir esa euforia por proyectos como este que los lleva a cabo el ayuntamiento que ha decidido tumbar la propuesta más ecológica que ha tenido Madrid en décadas (Madrid Central) por un absurdo defecto de forma y con un objetivo claramente electoralista.

Pero las elecciones autonómicas dicen que la gente prefiere ese modelo, así que sean esas personas, quienes apuestan por ese modelo neoliberal, quienes aporten a las caritativas limosnas para las personitas que lo están pasando mal… como consecuencia del modelo neoliberal.

Yo me bajo de esa moto. Aun a sabiendas de que hay urgentes necesidades de colectivos que no tienen otra forma de abordarlo. Lo sé, pero ya no quiero formar parte de esta ciudad… casi ni quiero…

¿libertad o socialismo?

Ha ganado esta falacia de confrontación como si ese «o» fuese una disyuntiva y no una conjuntiva (ambas podían ser ciertas y lo son si se comprende el significado tanto de socialismo como de, fundamentalmente, libertad).

Hoy vivo en una triste democracia que ha elegido aniquilarse.

Nada sorprendente, pues, como dice Carmen, no ha ganado la libertad, sino el individualismo. Y sí. Completamente cierto: esa era la verdadera forma de ese eslogan que ha arrasado en las últimas elecciones de la comunidad autónoma de Madrid, donde habito cada día más desencantado.

Individualismo o socialismo.

Y de eso se trata, de que la mayoría ha elegido individualismo (porque ha sido una sobrada mayoría sin excusas de «es que la izquierda no ha ido a votar«, «es que no está bien representada»…).

Un individualismo cortoplacista que piensa en obtener un rédito en reducción de impuestos (que luego, no obstante, no se produce) o en una «libertad» del haga usted lo que le dé la puta gana. Eso no es lo que entendemos por libertad quienes creemos en una libertad responsable de las medidas a largo plazo, que no desean tener que vivir en una sociedad estratificada socialmente, que implique más conflictividad, más enfrentamientos derivados del reparto injusto de la riqueza generada (por todas las partes que conforman la sociedad, no sólo por empresarios, ni sólo por trabajadores).

Un individualismo que dice «Si lo quiero, lo tengo».

Un individualismo que piensa «Ya me preocuparé del clima en otro momento»

Un individualismo que opta (cuando lo hace) por la caridad y no por la reforma estructural que no la haga precisa.

Un individualismo que quiere fiestas, diversión, entretenimiento y no cultura (porque a lo que se le llama cultura…).

Un individualismo que hace gala de incorrecto, de irreverente, de maleducado, que afirma que lo contrario es de progres afeminados… o similar, así, desvergüenza sin complejos.

Un individualismo que apuesta por las apuestas para saltar cuánticamente de clase.

Un individualismo que habla de una meritocracia que no puede suceder pues la intervención de la estructura formativa la hace imposible para quien no pueda pagársela. Muestra de ello son las formaciones basadas en másteres que tanto se estilan, las universidades privadas y cada día más orientadas a fabricar engranajes (Bologna mediante).

Un individualismo que opina que la empatía es ingenua, pero que no tiene reparos en defender «a los suyos» de la manera más tribal posible.

Un individualismo que somete a las mayorías de diferentes a la minoría de homogeneizadores como si apartarse de la norma fuese delictivo (y pronto…)

Un individualismo que considera innecesario tener un servicio asistencial que cubra a la totalidad de los individuos que conforman la colectividad, sino tan sólo a aquellos que puedan permitírselo, porque en realidad es un individualismo de mentira: No es la libertad del individuo la que se persigue, sino la libertad del consumidor. Si no tiene capacidad de consumir, no es ciudadano.

Hoy estoy triste y no merece la pena hablarlo mucho más. Sé lo que hay. Lo palpo en la calle. Lo vivo en mi portal. Lo veo en cada excursión.

Hoy la voz de la sociedad ha dicho: no quiero ser una sociedad, quiero ser un grupo de consumo, quiero ser la quintaesencia del capitalismo más despiadado, pero quiero ser rico… y a los demás que los folle un pez.

Hoy no me atrevo a expresar otra cosa que la que salga del diccionario, sin más añadidos, así que me he lanzado a este juego definicional oulipiano:

libertad o socialismo

Estado de quien no está preso o sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio de quien no está dominado por un sentimiento o conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

individualismo o socialismo

Tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales
o
sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Idea religiosa, económica, política, artística, etc., que se orienta a combinar ideas en la mente y ejecutar o practicar algo con condición de independiente del resto de las personas, o sin poner en una cosa algún objeto para que no se caiga por reglas que se deben seguir o a que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades comunes a todos los individuos que constituyen un todo, o a muchos objetos, aunque sean de naturaleza diferente
o
conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

vs

libertad o socialismo

Estado de quien no está preso
o
sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio de quien no está dominado por un sentimiento
o
conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

Trump y las matemáticas

Y ahora sabemos cómo se derrotó a Trump con la justicia e imparcialidad de las matemáticas.

Es un vídeo muy interesante del canal de Eduardo Sáenz de Cabezón, llamado «Derivando» que en ocasiones se pone realmente complicado. Pero aún así me gusta seguirlo para sentir que no he olvidado todos mis conocimientos matemáticos adquiridos a lo largo de décadas de aprendizaje.

Ideal tener esta publicación en las elecciones más terribles que he vivido hasta ahora. Y las que quedan. Cuando en la Comunidad de Madrid está a punto de entrar en el gobierno por voluntad popular un partido que hace gala de su racismo, machista, homófobo y, por supuesto, alabador de viejos tiempos franquistas que llama «rojos» a quienes deseamos una república, a quienes nos parece estupenda la inversión en sanidad pública, en educación pública (lo público, así, en general) para garantizar unos mínimos de calidad de vida para todas las personas por el mero hecho de serlo.

Votaciones convocadas con muy mala intención (nada es casualidad) un día de diario, a raíz de un incidente de transfuguismo que no les pasa la más mínima factura con su «aliado» a quien, claro está, están devorando.

Poesía en una cajita de té

Pues sí, me han ganado con un pequeño texto en su paquete de pedido de 6 variedades diferentes de té.

Hay una gran cantidad
de poesía y buenos
sentimientos en una
cajita de té

Claro que sí.

Parece que lo tenían preparado para mí y los eventos de Té y Poesía que organizamos desde la Asociación Cultural Clave 53.

Yo solía comprar en una tienda de té que ha cerrado (echado el cierre, parece que se dice ahora) durante la pandemia. Intenté comprarles por internet pero fue un desastre, porque su página web no funciona en condiciones, tuve que hacerle una captura de pantalla del pedido que no sabía si había sido cobrado y enviárselo por whatsapp, pero tampoco así funcionó porque trajeron sólo algunos de los paquetitos de té que habíamos pedido porque no habían leído bien el pedido enviado en una fotografía… Una pena, la verdad.

Ahora recurrí a otra web para comprar el té, después (todo sea dicho) de hojear por Amazon el precio del té, para decantarme por Aromas del Té cuya oferta era algo menos variada que la ingente cantidad de tés que tiene Casa Oriental, además de ser un poco más cara (pero incluyen el envío en el precio, así que acaba más o menos en el mismo dinero neto).

Han traído el paquetito un día después de lo previsto, a una hora también diferente de la prevista, pero no ha habido que insistir, han traído todo tal y como estaba adquirido y se pudo realizar el pago sin problemas en su propia plataforma online.

Los tés vienen muy bien empaquetados, así que puede que su duración sea mayor o que se conserven algo mejor, pero no es demasiado importante. Los he comenzado a probar (he empezado por un English Breakfast) y de momento he de reconocer que están bastante buenos. Ya veremos cómo están los otros que hemos pedido.

Pero he de reconocer que, logísticas aparte, me han conquistado con ese mensaje en la caja en la que nos llegó.

Los primeros taxis de Madrid

Dicen que los primeros taxis de Madrid fueron los conocidos como «las sillas de mano», una de cuyas paradas estaba en la Plaza de Herradores, donde suelo ir a comprar mi pan preferido.

Hace unos días pasé por esta plaza donde se encuentra el Museo del Pan Gallego, de camino al estudio desde la plaza de Sol, recorrida la calle Arenal hasta casi el final, pero esquivándola para evitar unas ruidosas obras de reconstrucción del suelo.

Y al llegar a la plaza hice una pequeña parada en la parada de las sillas de mano. No había visto el letrero antes o no había reparado en él.

Hoy me pregunto si habría sillas de mano de segunda mano.

Tonterías…

Novedades en Pontejos

De antes de que la palabra NOVEDAD
fuese inventada
es esta tienda
famosa
por sus botones
por sus hilos
por sus tejidos
por su permanencia.

Y ahí sigue
afrontando una pandemia
después de afrontar guerras
y afrontar dictaduras
y afrontar crisis financieras.

Es un resquicio de esperanza
en esta época incierta
en la que se mueve la tierra bajo los pies
en la que sentimos temblores en el alma
y la piel.

Algún día desaparecerá
como todo.

Pero ayer estaba aguardando a que comprásemos
un poco de adhesivo para cuero
que no venden en las modernas tiendas
de nuestro barrio.

Fotografié este instante
capturando lo que no existe:
la inmovilidad.

Algún día
como todo
desaparecerá.

Esto no es una broma