Precio de viviendas en Madrid

¿De verdad que es preciso realizar un referendum porque una pareja se compre una casa?

Quizá, eso sí, deben matizar/suavizar su tono, pero eso es algo relativamente poco importante.

Importante es tener un gobierno que lo es porque tiene una trama tras otra de corrupción que lo ha ido encumbrando hasta estar donde está. Tamayazos incluidos. Y no pasa nada.

Pero vaya… que irse a vivir a la periferia de Madrid para comprarse una casita es algo que hacen varios de mis amigos y amigas, sin necesidad de ser representantes políticos de uno de los principales partidos del congreso.

Insistencias en asistencias

Varios correos electrónicos
solicitando información
sobre el evento del viernes pasado
inscribiéndose como seres enloquecidos
a una convocatoria generada en una plataforma
dedicada a la difusión de actividades más o menos culturales
y una avalancha de confirmaciones
a través de las redes sociales.

Realidad y ficción.
Virtualidad y materialidad.

El viernes fuimos 10 personas.
10 asistentes.
10 seres humanos que casi sin decir nada
estuvieron aquí
en el encuentro de té y poesía
que celebramos cada segundo viernes de mes
con la intención de hacer que haya algo más de poesía
en la ciudad.

Lo hubo.
No fue una convocatoria de asistencia masiva.
El precio era cero.
Gané cero euros en varias horas de trabajo.

Pero quizá no era un trabajo
sino tan solo una propuesta de amateur
para que unas cuantas personas pudieran reunirse
y compartir unas cuantas lecturas de poesía
al cálido sabor de un té.

Las personas asistentes ayudaron a la limpieza posterior
y tampoco ganaron ningún euro con ello.

Luego nos fuimos a tomar algo:
unas cervecitas en una terraza
y nos cobraron las cañas.
Y luego me fui a cenar
y me cobraron la cena.

Pero yo había conseguido que hubiese algo más
de poesía
en la ciudad.

La economía es tan prosaica…

Pequeño problema de impotencia

En este caso, el problema de impotencia era de unos 500 wattios, los que no aportaba la fuente de alimentación del PC que tengo en casa.

De repente, ayer, después de estar funcionando el ordenador sin dar ni el más mínimo de los problemas, decidió no arrancar, pero no arrancar ni la BIOS ni nada de nada. Justo tras encender se apagaba sin proporcionar corriente a ninguno de los dispositivos internos.

O sea, que estaba completamente fuera de mis posibilidades el arreglarlo sin ayuda. Tendría que comprar una fuente de alimentación y, por lo menos, probar que esa era la única avería, pues cuando falla algo tan determinante suele haber fallos colaterales debido al pico de corriente… se «queman» los circuitos de placas delicadas. Total, que podría costarnos una pasta gansa, tener que comprar un PC, una semana de ajustes e instalación…

Y eso afortunadamente sin tener que pensar en pérdida de datos, que tengo «bacapeados» en múltiples dispositivos amén de la indefinida nube de Mega.

La verdad es que hay ocasiones en las que dudo que la tecnología esté aportando mucho a nuestra vida.

Y luego lo escribo en un blog, con un teclado y un ratón inalámbrico, mientras que gracias a la conexión de fibra óptica de casa me conecto a la red de redes donde se aloja en un servidor con wordpress instalado del que acabo de hacer una copia de seguridad por si acaso.

Es una locura… una especie de pérdida de tiempo y de dinero… pero yo siempre he sido tecnológico, casi tecnoilógico, diría.

Así que no me quedaba más remedio que intentar reparar este cacharro.

Por suerte, el dependiente de la tienda donde en su día lo adquirí ha sido de lo más diligente y me ha hecho la comprobación pertinente para determinar que efectivamente la causa única aparente del problema de arranque era la fuente de alimentación. La ha cambiado mientras yo tomaba un café descafeinado en la cafetería colindante y en una hora (un par de horas en total) ya tenía de vuelta el equipo.

Por errores de percepción o por precipitación compré el ordenador del estudio por Amazon y estoy lamentándolo casi desde el primer minuto. Fue una pésima decisión en la que ni siquiera ahorré una cantidad digna de la compra online. Tan sólo gané el envío, que, por otro lado, podría haber hecho como hoy, con un Taxi pagando con una APP del móvil por unos 12€ ida y vuelta.

Tengo que recordarlo para futuras adquisiciones. La tienda en cuestión, Main Shop, está situada en un viejo centro comercial de la calle Barquillo y apenas tiene clientes. Sin embargo, su calidad y su atención es con diferencia mucho mejor que la de las grandes superficies y, por supuesto, muchísimo mejor que una compra por Internet. Sólo espero que siga abierta pasados un par de años…

Todos los izquierdos reservados

La cucharilla
sobre la taza rompe
visiones torpes.

Giusseppe Domínguez, 2017.
Todos los izquierdos reservados.

Hay algo que me parece ridículo en la reivindicación de «derechos» de autor, pero no es ni más ni menos que consecuencia de la ridiculez de intentar ponerle «precio» a un poema. Supongo que son cosas del capitalismo, ese pequeño monstruo sin cabeza o de 10.000 cabezas que domina nuestra forma de pensar.

Buscando qué será del futuro de la Selectividad

O la ahora mismo denominada PAU (Prueba de Acceso a la Universidad) o más recientemente, justo desde el curso 2016-17, renombrada como EvAU (Evaluación de Acceso a la Universidad), como si la palabra Prueba no fuese lo suficientemente didáctica.

Me encuentro en Milanuncios los siguientes (había más) de gente que, descaradamente, se atrevían a solicitar la realización de un fraude abiertamente, online, a la vista de todo el mundo y dejando constancia explícita de ello.

Está claro que los fraudes no pagan factura y que estas personas deberían ser inmediatamente incapacitadas para, no ya acceder a la universidad, sino para cualquier cosa relacionada con el aprendizaje, pues este no conoce trampas.

Que el método de exámenes pueda (y deba) ser puesto en cuestión no es lo relevante en este caso, sino la impunidad que saben que tienen los estafadores en esta sociedad preocupada por llegar (aunque no se sepa a dónde) sin importar el método.

Ya me encontré algo similar en alguien que tuvo la desfachatez de solicitar mis servicios para hacerle trabajos de Química Cuántica, y sé que es una práctica más habitual de lo que suponemos, pero no por ello me parece menos condenable, repugnante, contraria al sentido que siempre ha tenido para mí el estudio, la formación, incluso, el logro o consecución de un título.

Por un puñado de series

Ha sido toda una sorpresa la oferta de entretenimiento que ofrece la plataforma de Amazon Prime Vídeo o, para simplificar, Prime TV.

Fue por mera casualidad que contratamos el servicio, pues íbamos haciendo muchos pedidos a Amazon, los más caros de los cuales han sido para amueblar y equipar el estudio de Costanilla en el que ahora tengo los talleres y que pienso rentabilizar mucho más (he de hacerlo) a partir de este nuevo curso. Para mejorar las ofertas disponibles en el mercado online, así como para agilizar trámites de envíos, cobros, etc, merecía la pena abonar los 19,90 euros anuales que cuesta pasar a tener una cuenta «Prime» / Premium.

Sin saberlo, como «daño» colateral, estábamos también contratando el servicio de Vídeo por Streaming y bajo demanda vinculado al gigante de las ventas internáuticas. Aunque mis espectativas eran poco menos que misérrimas teniendo en cuenta el pago tan reducido comparado con las ofertas similares del sector, como Netflix o HBO que rondan, de mínimo, los 10 euros cada mes (más de seis veces el precio de Prime TV).

Este verano, accidentado de una rodilla, he consumido más de lo habitual este tipo de productos (olvidémonos de denominarlo arte, pues no dejan de ser consumibles de mejor o peor factura, pero hechos para entretener y sin mayor pretensión ni objetivo que el de permitir ratos de asueto y anestesia cerebral) y lo he hecho principalmente en mi teléfono móvil conectado a las omnipresentes redes wifi y utilizando la aplicación (app) de Amazon Prime Vídeo.

Sorprendido, he disfrutado de unas cuantas series que recomiendo para empezar en este universo Amazing…

American Gods

Delirio audiovisual que no deja indiferente más allá de si su narrativa es rocambolesca. Una trama que parece un versionado muy libre de la más descabellada teogonía griega o hindú, mezclando mitología cristiana dándose todos los permisos para ser incorrecta hasta la saciedad.

Sexo, sangre a raudales, acción reposada y tirando a lenta, personajes perdidos en una historia loca, pero una verdadera joya visual. Reminiscencias de lo mejor de Spartacus pero con más cuidado por los detalles. Parece estar hecha para que cada fotograma sea digno de ser la portada de un disco de rock.

Hand of God

Protagonizada por Ron Perlman, quien lleva en televisión y cine desde 1979 y a quien no puedo olvidar en su inmejorable caracterización de Clay Morrow en Sons of Anarchy, es otra de esas series que deja con ganas de ver más capítulos, a pesar también de una marcada obsesión con la cristiandad, los fanatismos y los tejemanejes de las iglesias en el libre mercado.

Influencias de la inigualable Breaking Bad en la evolución de un personaje que parte de una maldad organizada y política para acabar siendo una especie de locura traumática que consigue que te apiades de su alma a pesar de los pesares.

Narrativamente sencilla, Hand of God usa bien sus cartas para que llegues a dudar de la posibilidad de lo imposible, para que aceptes el juego de la fe ciega y caigas en las garras de las explicaciones fáciles.

Hipnótica y de factura intachable. Corrupción, religión, crimen, infidelidad, sexo, fragilidad, locura, denuncia del racismo y machismo instituido, parece tenerlo todo. Y todo lo hace bien.

Patriot

Serie irreverente más seria de lo que parece y menos seria de lo que parece. Bajo un título que espanta proviniendo de una serie made in USA, se esconde una pieza que mezcla la ironía con una trama de espionaje más o menos bien llevada.

Otra pequeña grata sorpresa de este canal (PrimeTV) que parece apostar por series bastante indies (algunas de las cuales lo son en demasía, como las de la pedante/hipster creadora de las pretenciosas postmodernas Transparent y I Love Dick, Jill Soloway, a pesar de debérsele en parte la serie de culto A dos metros bajo tierra) que no tienen cabida en las alternativas más conocidas «emisoras» de streaming.

The Man in the High Castle

La impecable puesta en escena de la escalofriante novela de ficción histórica de Philip K. Dick merece un visionado y es merecidamente una de las más famosas series de la plataforma.

No obstante, la trama no avanza a un ritmo razonable estancándose en unas migajas de misterio que no acaba de desvelar ni de explotar como si se tratase de una novela de 1200 páginas, en lugar de una serie de televisión.

Aun así, la realización, el vestuario, la ambientación son tan buenas que perderse esta serie es una pena. Fantásticos los personajes femeninos y el del ministro japonés.

Goliath

Injustamente desconocida, la última serie protagonizada por Billy Bob Thornton no deja de ser un drama bastante manido de denuncia de pequeños contra grandes al más puro estilo Erin Brockovich, y como esta es un tanto maniquea y condescendiente, pero también se apoya y se levanta formidable sobre el talento interpretativo del actor protagonista.

8 capítulos que saben a poco y que prometen una segunda temporada mejor aún.

Flesh and Bone

La hermana oscura de aquella serie ochentera titulada Fama o una producción realizada para los fans de Cisne Negro, dicen de ella, pero la verdad es que esto es tan sólo debido a que el «fondo de pantalla», el lugar en el que ocurren los acontecimientos circunvala la danza clásica y su mundo plagado de tópicos sobre el sacrificio, el dolor, el autoritarismo…

Más allá de personajes poco desarrollados y tramas o lineas argumentales que no han sido continuadas, esta serie abortada en una minúscula temporada de 8 capítulos tiene bellísimos momentos y la originalidad (o no tanta) de situarse en ese contexto dancístico.

La verdad es que lamento que no haya dado más de sí y se hubiesen creado historias del mismo peso para otros personajes de la serie, una temporada por cada bailarina por lo menos. La serie tenía posibilidades, pero se desplomó enfocándose en un drama oscuro de superación y de familia más allá de lo disfuncional dándole más protagonismo del que merecían a un hermano exmilitar y un vagabundo inverosímil a costa de restarle foco a la pieza de danza y el mercado de la misma.

Podemos contaminar, que hemos pagado la cuota de reciclaje

Si el aire es de todos,
la contaminación también.

Por cada 6 latas que reciclas contrarrestas
10 minutos de tubo de escape.

Es tremendo el mensaje que leo en una marquesina en mitad de un pueblo de la sierra norte madrileña. Es decir, leo en él: que puedo ir conduciendo a Madrid todos los días con tal de que recicle unas latas que me haya comprado, por ejemplo, yendo en coche al Mercadona.

No creo en el reciclaje como solución sostenible para el medio ambiente, pues como he escrito en alguna otra ocasión, ningunea las otras dos R del famoso «reduce, reutiliza y recicla«, pero cada día que pasa tengo más claro que la vida rural, la vida próxima al campo, es la que verdaderamente más contamina o perjudica el medio ambiente de manera global. Se pierde la eficacia energética del transporte en masa o colectivo, se tiende a la dispersión que favorece el uso del vehículo privado y, primordialmente, contaminante, obliga a generar infraestructuras intrusivas (carreteras), pero que no se salvan, no se CONTRARRESTAN con un reciclaje de chichinabo de unas latillas.

Es un modo de vida típico en las poblaciones menores alrededor de las grandes urbes, en las zonas residenciales que generalmente implican un mayor poder adquisitivo que se traduce, con frecuencia, en diversos coches por unidad familiar, viviendas que derrochan energía térmica en todas sus liberadas paredes, etc.

Y aun hay quien piensa que Madrid es el problema. Hummmmmm…. no nos pongamos a hacer cuentas.

No. No se contrarresta nada, tan solo se contamina un poco menos. Pero no se para de contaminar mientras se usen un coche para desplazarse y latas para embotellar.

Esto no es una broma