Car2go

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Ya me he dado de alta con Car2go. Quizá porque pensaba que me podía ser útil y, definitivamente, porque creo que la forma en la que la ciudadanía debe desplazarse por un lugar tan hiperpoblado como Madrid (o cualquier otra ciudad que sobrepase el millón de habitantes) debe cambiar con urgencia para mejorar la calidad de vida y, también, sí también, para aumentar la eficacia de los desplazamientos.

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No obstante, sigo sintiendo que esta ciudad en concreto es pequeña y caminable, lo que hace que el uso de coche, incluso de este tipo de coches, es algo ineficaz de por sí. Y lo voy comprobando poco a poco:

Gestioné el alta hace casi un mes y lo he usado en dos ocasiones, y esforzándome, después de un frustrante primer intento en el que no logré que se pusiese en marcha el vehículo. Parece ser, después de la llamada de rigor al servicio de atención al cliente, que tienen algo de truco, pues no siempre arrancan a la primera, a pesar de que se sigan a rajatabla las indicaciones.

No me di por vencido y volví a intentarlo, entre otras cosas porque en con el alta, que cuesta 9€, te «regalan» 15€ en minutos para practicar y no protestar (ahora comprendo). El sábado de la semana pasada, Carmen y yo fuimos a la exposición de una alumna mía (Kay Woo) en el Museo Tiflológico de Madrid, que está situado en la calle Coruña, cerca del metro Tetuán. Una obra fantástica, un museo formidable y una alumna… magistral.

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Dado que la línea 1 no estaba operativa, el trayecto que habríamos hecho habitualmente, desde nuestra vivienda en el centro de Madrid hasta allí habría sido mucho más complejo que un simple GranVía-Tetuán. Caminando es una tiradita y en autobús la combinación es casi imposible o tarda cerca de una hora. Debíamos haber optado por un transbordo haciendo la combinación Noviciado-Cuatro Caminos (L2) X Cuatro Caminos-Tetuán (L1).

Es decir, que nos decidimos a retomar el intento de gastar los 15€ que tengo en mi cuenta de Car2go y buscamos un coche cerca de nuestra casa.

He aquí uno de los primeros inconvenientes de la app para quienes vivimos tan céntricos como nosotros: en la zona centro casi no hay coches disponibles nunca en un radio de menos de 10 minutos, lo que hace que sea muy poco práctico para nosotros, puesto que en esos 10 minutos ya estamos muy cerca del destino, eso teniendo problemas de transporte, como era el caso.

Excepcionalmente, siendo sábado por la mañana, había un vehículo a unos 7 minutos caminando.

Tras unos breves y torpes comienzos, conseguí ponerlo en marcha, ya sabiendo que había que llamar desde dentro del coche si había algún problema y nos pusimos a conducir.

El coche se conducía bien, eléctrico, hace poco ruido, pequeño y manejable y las velocidades que maneja son las adecuadas para tráfico urbano, así que sin ningún problema llegamos en unos 30 minutos, tras aparcar en un lugar permitido de los de zona verde sin restricciones de aparcamiento por carga-descarga.

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Por supuesto, con mi falta de experiencia conduciendo por ciudad, hacerlo un día de diario con mucho tráfico no se me pasa por la cabeza, pues la cantidad de estímulos que aparecen en la conducción me parecen un contraestímulo para el deseo de conducción, pues noto la probabilidad de ser afectado por alguno de ellos: Pequeños accidentes, rozaduras, abolladuras, frenazos, infracciones de reglamento…

A pesar de que se reduce enormemente la responsabilidad con respecto a la que hay que tener al usar un coche en propiedad, no deja de ser exigible una responsabilidad de conductor que me parece una pérdida de libertad de opciones (por ejemplo, limita las posibilidades de ingerir bebidas alcohólicas, entre otras cosas).

No quiero ni pensar en las posibles pesadillas que pueda ocasionar el ser «responsable» de algún desperfecto en el vehículo, directamente o no, causadas por la conducción o no apreciadas y correctamente verificadas al aceptar el uso del mismo. ¿Qué pasa si, en un despiste, aceptaste que el coche no tenía ningún daño y tras el uso que haces del mismo, el siguiente usuario reporta un nuevo daño? ¿Se te imputa el mismo?

Ayer, volvimos a hacer uso del tiempo remanente (ya sólo me quedan 14 minutos) viniendo desde las proximidades de la calle General Rodrigo, donde fuimos a hacer unas revisiones oftalmológicas y dermatológicas para Carmen (su dermatóloga es extremadamente guapa y simpática, sin que venga en absoluto a cuento) y aparcando casi en nuestra misma calle, en la esquina de Corredera Baja de San Pablo con Loreto y Chicote, pero aquí viene el otro gran inconveniente del uso para nosotros, habitantes del centro centrito centroso de la ciudad: Tardamos cerca de 10 minutos en buscar aparcamiento. Seguramente, si el uso de estos vehículos se extiende, resultará mucho más sencillo encontrar sitio, pero actualmente, es uno de los que considero problemas principales.

Habríamos tardado bastante menos en venir en Taxi, costándonos, quizá, tan sólo 2 euros más de lo que nos habría costado el viaje en car2go, que ascendió a unos 4€ (20 minutos). En autobús habríamos tardado 10 minutos más y nos habría costado (entre los dos) 2,40€, sin preocupaciones de ningún tipo, andando, por cierto, nos habría costado… uy, nada, con tan sólo 15 minutos más, que los podríamos haber recortado al tiempo que le dedicamos al cuidado de la salud, al gimnasio o a cosas parecidas, en bicicleta, salvo muerte ocasionada por la dificultad intrínseca que tiene esta ciudad para circular de esta manera, nos habría costado los gastos de la bici… y el mismo tiempo o, incluso, 5 minutos menos.

En resumen y de momento (seguro que cambiará mucho, pero mucho mucho, con la llegada de los vehículos autodirigidos, que está por despegar de la mano de los google-car y semejantes), mis preferencias para este tipo de transporte por la ciudad viviendo donde yo vivo (esto es crucial, pues no es igual para todo tipo de personas, ni por ubicación, ni por hábitos de vida, etc) son las siguientes:

  • Transporte preferido para distancias menores de 3 Km: Peatón, sin dudarlo. Tardo menos de 30 minutos en ese recorrido, disfruto de una actividad física, intelectual, absolutamente no contaminante y que estimula la comunicación, el disfrute del ahora y reduce los riesgos de accidentes, amén de reducir también el consumo innecesario, incluso, el de gimnasios.
  • Transporte preferido para distancias mayores de 3 km: Metro, salvo las excepciones en las que el autobús cubra la ruta de manera más directa y además no sea horario de alta concentración de tráfico. Poca contaminación urbana (no nos engañemos, el consumo de energía se produce, pero los residuos ocurren o pueden ocurrir a distancia de la ciudad, en las correspondientes centrales térmicas), reducción de riesgos de accidente, alto control del tiempo de llegada para evitar impuntualidades, disponibilidad de tiempo para descansar mientras se lleva a cabo el traslado pertinente e, incluso, posibilidad de concentrarse en la comunicación, aunque sea no verbal, con otros seres humanos en las mismas condiciones.
  • Transporte preferido para urgencias: Taxi, salvo que el flujo de tráfico no lo aconseje como opción haciendo más rápido el transporte bajo la superficie, o que el precio sea excesivo, en cuyo caso pueden barajarse otras alternativas (pero desde el centro de Madrid hay tantas opciones de movilidad que es casi imposible no encontrar otra opción rápida).
  • Transporte preferido para disfrutar de las vistas: Peatón, otra vez, salvo que se deseen recorrer largas distancias, en cuyo caso, en Madrid, está la estupenda opción de los autobuses urbanos (EMT, no confundir con EMT).

¿Cuándo, entonces, usar el car2go?

Bufff… pocas veces, seguramente, será la mejor opción para moverse por la ciudad hacia o desde mi casa, pero es posible que, en alguna ocasión, desde alguno de los destinos donde imparto clases particulares, como la zona de Pirámides, tenga que desplazarme a otra zona de condiciones parecidas, amplias calles, comodidad para aparcar, baja densidad de opciones de transporte público subterráneo directo, dentro de la M30 (restricción que actualmente tiene car2go), etc.

¿Y la bici?

Ni de coña. Sigue pareciéndome un mal transporte para una ciudad como Madrid (todo, por supuesto, de momento), debido a razones urbanísticas, sociales, etc. Ya escribí un artículo sobre el uso de la bicicleta en Madrid y sigo opinando lo mismo: son para irresponsables o para amantes del riesgo. No soy ninguna de las dos cosas.

En conclusión, seguro que este artículo quedará obsoleto en menos de dos años, así que no es importante ninguna conclusión pues en absoluto será concluyente. Y mi capacidad para prever el futuro está bien descrita en mi suposición (hace 20 años) de que los teléfonos móviles no iban a triunfar en España.

La movilidad en las ciudades está cambiando vertiginosamente, se adivinan tiempos en los que los coches privados dejarán de ocupar el enorme espacio que ahora ocupan, que aparecerán nuevas formas más optimizadas de desplazarse por el espacio urbano, que puede que acaben por convertir las ciudades en lugares más agradables y habitables.

Tras ese gran cambio, o simultáneamente, vendrá otro en los trayectos de medio o largo recorrido, convirtiendo la posesión de un coche en algo tan obsoleto como la posesión de una carroza o un caballo, o un CD. Y seguro que veré ese futuro.

Google Books

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De cuando en cuando encuentro un fantástico texto en Google Books/Libros y siempre acabo con el mismo problema: una o varias de las páginas que quiero consultar están ocultas porque deciden defender los derechos de autor (por encima del valor que daría defender el acceso total a la cultura).

Entiendo que es un debate complejo pues está claro que el autor en este sistema capitalista (sin entrar ahora en otro debate adjunto o implícito) necesita dinero procedente de su trabajo y la cesión completa de su producción sin retribución asociada individual le resultaría poco estimulante. Yo mismo dedico menos tiempo del razonable a proporcionar información a Wikipedia, por ejemplo, pues no está retribuida y es mucho trabajo. Lo que no es óbice para que todo mi proyecto (el de la organización filogenética de las lenguas del mundo) redactado a partir de materiales encontrados pueda ser consultado (copiado, etc) sin mi consentimiento (o ya lo tiene de antemano cualquier persona que acceda a la URL correspondiente).

Pero hoy me preguntaba si no es también un modelo obsoleto este del pretender que quien consulta Google Books es como quien visita una librería y no como quien visita una biblioteca.

Biblioteca: Del lat. bibliothēca, y este del gr. βιβλιοθήκη bibliothḗkē.
1. f. Institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos. 2. f. Lugar donde se tiene considerable número de libros ordenados para la lectura. 3. f. Mueble, estantería, etc., donde se colocan libros. 4. f. Conjunto de libros de una biblioteca. 5. f. Obra en que se da cuenta de los escritores de una nación o de un ramo del saber y de las obras que han escrito. La biblioteca de don Nicolás Antonio. 6. f. Colección de libros o tratados análogos o semejantes entre sí, ya por las materias de que tratan, ya por la época y nación o autores a que pertenecen.

¿No debería ser más una biblioteca que una librería?

Librería: 1. f. Tienda donde se venden libros. 2. f. Ejercicio o profesión de librero. 3. f. Mueble con estantes para colocar libros. 4. f. biblioteca (? lugar en que se tienen libros). 5. f. biblioteca (? conjunto de libros). 6. f. Am. papelería (? tienda).

Personalmente, estaría dispuesto a tener «carnet» de esa enorme biblioteca (no de esa librería), incluso a un coste, ya que no se trata de una biblioteca municipal, ni dependiente de ninguna administración, sino privada, fruto del más agresivo neoliberalismo internacional…

¿No podría Google Books tener un modelo más parecido al de Spotify?

Obviamente, no puedo comprarme todos los libros que consulto, así que acabo por buscar la información, en muchas ocasiones de peor calidad, en otras fuentes. Es una pena.

Casa, coche y dinero

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Pues acabas consiguiendo esa «pequeña cabaña en el bosque» y luego te toca mantenerla, con un montón de pasta y/o trabajo dedicado a su cuidado.

Por supuesto y dada la lejanía de cualquier lugar (incluso para comprar el pan) necesitas un coche.

Y cualquiera que te visita dice que lo que tienes es una gran casa.

Así que has dado con 3 de 3 de aquellas cosas de las que decías querer alejarte. Quizá, sólo quizá, no es tan sencillo. Pero vamos que por decir tonterías que no sea… ¿para qué, si no, está Internet? 🙁

Competencia

De los talleres de poesía,
hípsteres másteres literarios
recitales orgiásticos
otros talleres de poesía
talleres de escritura creativa
clases de novela
cursos de relato
incluso monográficos de arte (o parte)
sesiones de creación
no son competencia.

De las clases de tango,
maestrías en bailes de salón
milongas o valses
milongas y más milongas
prácticas o encuentros
maratones milongueros
maratones de tango salón
o bailes de tango escenario
no son competencia.

Sin embargo…

Sí es competencia
tomar las compras por una actividad lúdica
hasta invadir cuatro plantas de un enorme edificio
ofertando pasear buscando objetos que no se necesitan
para deshacerse de ellos en plataformas digitales
que no se necesitan.

Sí es competencia
dedicar horas a mirar una caja
que ya no tiene rayos catódicos
proyectando imágenes para alimentar pasividades
ya sea de toros
fútbol
realitis
o noticias.

Sí es competencia
ir a bares (qué lugares)
sin hacer otra cosa que ir a bares
y no como consecuencia de haber hecho algo antes
o ir a hacerlo después.

Sí es competencia
la apatía
el abatimiento
la singana
el aburrimiento
de quedarse abandonado en un cómodo sofá
mientras el tiempo pasa
inexorable.

Sí es competencia
dejarse en el trabajo (no vocacional)
más horas de las remuneradas
por miedo
a perder un trabajo (no vocacional).

Sí es competencia
la nada incauta
la nada inconsciente y anodina
la nada cerebral
la nada dada.

Todo lo demás:
reflexión
creación
diversión
pasión
emoción
ilusión
sentido y sensibilidad
no es competencia:

Es apoyo
estímulo
remos en la misma dirección
es soporte a un modo de vivir en el mundo
es suma y no resta
es más y no menos
es
la resistencia febril contra el triunfo del nihilismo
disfrazado de consumo y entretenimiento.

«¿Por qué un enfermo tiene que pagar para ver la televisión y los presos no?»

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Esta imagen lleva un tiempo rulando por las redes sociales con esa pregunta simplona y que algunos contestan con razonamientos aún más simplones:

En este país de mierda, es mejor asesinar, robar o hacer algún daño e ir a la cárcel, que ponerte enfermo… solo la mala gente tiene derechos… las personas buenas y formales no tenemos derecho a nada… asco de país…

Pero yo me pregunto inmediatamente: ¿mala gente o gente que está en la cárcel? Porque para mí no es lo mismo. ¿Personas buenas y formales?

Yo tengo derecho a estar en la cárcel. Quien está en la cárcel está privado de algunos derechos, pero no tiene porqué estar privado de todos.

Que la televisión en un centro sanitario (público) no sea gratuito como un derecho del paciente no me parece de las mayores pérdidas de derechos de los ciudadanos, que hemos visto, sin embargo, desmontarse día a día el sistema de atención sanitaria pública en dirección a la privatización del sector.

Cuando las cárceles se privaticen (que no me parecería tan grave) la gente que la habita perderá otros derechos… que los que tienen dinero no ven como problema.

Pero vaya, de nuevo, la cuestión es la de cómo razonamos, no tanto la del tema o asunto en cuestión. Y ese razonamiento es estúpido y simplista.

Preocupaciones cuando no hay gobierno

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Es evidente que estamos muy preocupados porque este país no tenga gobierno más que en funciones
o en defunciones.

Evidente que nos preocupa la crisis
de edad.

Evidente que nos preocupa la privacidad de la que Apple es abanderada.

Es evidente
de vid del vino en ofertas.

Evidente que he engordado y estoy tan preocupado que lo busco en el que hogaño
era un gran periódico
de los representantes de ese cuarto poder.

Evidente el caso y el morbo y la noticia política lleva un tono
de telecinco y hola.

Evidente.
Y así seguimos.

Profesiones: App Almacenista

Iba en el metro.

Miré la ventanilla de enfrente.

Un cartel publicitario anunciaba que no tenías por qué preocuparte si te quedabas sin espacio para adquirir nuevas cosas aunque fuesen innecesarias (esto último no lo apuntaba), porque siempre podías aumentar tu espacio para guardarlas (puesto que son innecesarias habitualmente) en unos trasteros que la empresa bluespace ofrece.

Esa misma mañana había estado leyendo sobre uber, esa otra empresa o app-empresa que permite contactar a particulares que llevan a cabo un servicio de transporte con particulares que desean contratar ese servicio. Obviamente es polémico por la desregularización del servicio que supone, puesto que el equivalente ofrecido por los taxistas requieren una alta exigencia burocrática (que no voy a entrar a valorar).

Uniendo ambas, se me ocurrió la idea de realizar una app-empresa que hiciese lo que hace uber pero aplicada al mundo del almacenaje.

Luego, según se me ocurrió, pensé que sería rentable… y me dio una pereza enorme ponerme a trabajar en ello. Pero ahí lo dejo, por si alguien tiene ganas de patentarlo, estudiarlo, desarrollarlo, comercializarlo… ¡bufff! todas estas palabras me aburren tanto…

Pensando un poco más… una nube distribuida (almacenamiento en internet mediante el uso de diversos ordenadores-dispositivos/servidores) también sería una buena idea de negocio, pero debería estar basada en la premisa de buena conexión bidireccional de banda ancha.

Como está de moda poner nombres en inglés a las app, tengo propuestas para ambas app/empresas:

  • ourWarehouse
  • i-ourWarehouse

Jejejeje… ¡Hay que ver qué cosas! Cualquier día, estas propuestas, si no lo han hecho ya, verán la luz. Y yo seguiré sin ser rico.

El Capital de Marx a Subasta

Zentralbibliothek_Zürich_Das_Kapital_Marx_1867Acabo de encontrar un artículo curioso y, al mismo tiempo, inquietante: El capitalismo es resistente. La última prueba, la próxima subasta de una primera edición del libro que más ha logrado poner en jaque y, al mismo tiempo, hacerlo comprensible:

Una peculiar primera edición de la obra El capital, de Karl Marx (1818-1883), que lleva la firma del autor y fue regalada en su día a su amigo Johann Eccarius, será subastada por la casa Bonham de Londres el próximo 15 de junio.

Y es que claro, lo primero que uno se pregunta es si regirán las leyes del mercado, las leyes de la oferta y la demanda, las leyes que dan forma al capitalismo hasta en sus maneras más salvajes y desregularizadas. Y así es: una subasta donde el dinero no tiene valor objetivo, sino que se convierte en capital.

Según Bonham, la pieza tiene un precio estimado de salida de entre 80 mil y 120 millibras (115 mil y 173 mil dólares) y será vendida en una jornada dedicada a libros y manuscritos.

Realmente, después de esta derrota asíncrona de Karl, ¿es posible creer que el capitalismo va a caer algún día?

Humo negro

neumáticos ardiendo
en el infierno
es el infierno

neumáticos neumónicos
que arden sin tregua
en la fragua
que se fraguó
años ha

neumáticos imposibles
con alma de chancla
con cuerpo de muerte
con beso de hiel
con labios de plomo
con sueños de olvido
con ansias de masa
con vientos de popa
con humos inhumos

neumáticos sordos
a las regulaciones
a las voluntades
a la entropía
a la felicidad

neumáticos sin otro fin
que el de arder
para ocultar
mutando
su origen
verdaderamente
negro
arraigado en el corazón ansioso de una liberalización mercantil que propone como sostenimiento el insostenible crecimiento egoísta y con alguna que otra consecuencia en forma de humo
negro
muy negro
muy
muy negro

Esto no es una broma