¿Sirven de algo las firmas electrónicas a causas solidarias?

Está claro que vivimos en un mundo desconsoladoramente complejo. Cada día más. Cada día más.

Hace un año aproximadamente que no firmo ninguna petición (creo) porque llegó el momento en el que me saturé de firmar del orden de una diaria teniendo la sensación de que nada cambiaba de esa manera, además del hecho (probado) de firmar alguna que otra varias veces con un simple cambio de navegador y nombre.

Las comprobaciones que se hacen son mínimas, a cambio de hacer también mínimos los requisitos para «comprometerse» con la causa en curso. Pero acaba siendo, de esa manera algo, en el mejor de los casos, bastante ineficaz y, en el peor, otra herramienta para conseguir que demos nuestros datos con los que después se puede comerciar para diversos tipos de propuestas económicas o lo que viene siendo llamadas ofertas.

Algo así como vendernos boinas del Ché o camisetas a quienes reclamemos una mayor contundencia en la lucha contra la desigualdad de clases, por poner un ejemplo.

Hoy, leyendo un artículo interesante sobre la utilidad de las firmas en plataformas especializadas en ello, así como su posible funcionamiento como estafa, me he dado cuenta de que han escrito lo que yo pensé haber hecho hace unos meses, pero mucho mucho mejor documentado.

Después descubro otro texto, aún más detallado, sobre la posibilidad (que yo ya había probado sin tanto esmero) de que se pueda «firmar» repetidas veces sobre una misma petición.

Y ahora estaba pensando en hacer algo interesante, divertido, pero tengo tantas cosas pendientes que lo dejaré de lado (de momento):

Crear una petición en change.org pidiendo firmas para que dejen de funcionar de la manera en la que lo hacen y garanticen que hay un cumplimiento mínimo de lo que se firma, además de la exigencia de un rigor al tratar la palabra «firma» asociada al compromiso que hace una persona de decir que es quién es.

La última secuencia de MAD MEN

[youtube_sc url=https://youtu.be/5_wZH4wtW4g]

Ayer terminamos de ver la serie MAD MEN, una de las mejores series que se han realizado hasta ahora que trata o sigue los avatares de unos publicistas de Madison Avenue (de ahí el nombre).

Esta última secuencia magistral incluye en el segundo 60 una sonrisa que muestra la perversión, revisión, subversión que lleva a cabo la publicidad sobre cualquier asunto transformándolo en producto de consumo.

La sonrisa de Don Draper nos enseña los mecanismos del sistema. Cómo él revierte el hippismo en producto de consumo, en el más escandaloso de los productos, en un anuncio de Coca-Cola, ni más ni menos, en «el enemigo» más aférrimo del anticonsumo hippy.

Pero la publicidad puede con todo, vence a todo y a todo y lo envenena todo.

Es el lado más terrible de la sociedad consumista capitalista. Es el arma más poderosa, la que acaba con imperios y con los enemigos del imperio. Luchar contra ella es casi imposible… o se nos insta a usarla para la lucha, pero es algo absurdo pues en ese mismo instante se ha adueñado de nosotros y somos unos auxiliares más de las tropas del imperio.

Poco que hacer, salvo ponerlo por escrito y seguir, en la medida de lo posible, ignorando ese arma de destrucción masiva de mentes independientes.

(La clave está ahí: en la medida de lo posible)

¿Cómo detectar una serie hipster?

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LeftOvers o el colmo de una serie hipster hasta el aburrimiento.

La serie parte de una premisa tontarrona, como es el hecho de que, misteriosamente, desaparezca un porcentaje de humanos de la faz de la tierra sin previo aviso y sin explicación (queda inexplicado a lo largo de toda la serie).

Esto es lo de menos. Se dice.

Estupendo: a partir de ahí se explora o pretende explorar las secuelas psicológicas que deja en una sociedad un cataclismo humano semejante, aunque eso también podría no ser lo importante.

Persigue a unos personajes más o menos inverosímiles en un mundo postapocalíptico (estilo Mad-Max, pero sin violencia explícita y sin explicación) y sus porquehacerlasversosímiles vicisitudes. En resumidas cuentas: eso también es lo de menos.

Todo parece no importar, salvo el sosegado, sosegado, sosegado, sosegado movimiento de cámara que ralentiza la serie hasta resultar soporífera.

La acción ni importa: también es lo de menos, se afirma en foros.

Bien, lo acepto. Sigo jugando y viendo una serie con unos actores permanentemente cariacontecidos, con una preciosa Liv Tyler haciendo un papel de chica sosita y triste, como todos.

En resumidas cuentas, una serie de gente desquiciada y enferma mental para aburrir al personal. Y nada en contra por mi parte hasta ahora. No pasa nada: defendamos el valor del aburrimiento… ¿por qué no?

Pero no, para identificar una serie hipster se tiene que intentar criticar y ahí es dónde aparece el primer síntoma claro: no se puede atacar porque se convierte en un ataque contra uno mismo. Si se dice de esta serie que es mala, hay que aclarar que no, que no lo es, que en realidad no te gusta pero que sería la forma en la que se comportaría una población fantasiosa tras un acontecimiento fantasioso. Pero esa gente no acepta como buenas las películas que hicieron famosa a esa guapísima actriz.

Y algo más hiriente todavía: Es que tú no tienes la sensibilidad necesaria para una serie como esta. Famosa frase la de «esta serie no es para todo el mundo». Este es un sello hipster por antonomasia. Hipster-fanático, cabría decir, pero no sé si se puede ser hipster sin serlo de esa manera, falsamente reivindicativa de una sensibilidad de cartón piedra arrogada por unos cuantos elegidos, dueños de aparatos de manzanas…

list_640pxSoy un amante de las series de televisión que se están haciendo por realizadores de la talla de Martín Scorsese, Aaron Sorkin (guionista y creador de maravillas como Newsroom o El ala oeste de la Casa Blanca), David Simons (guionista y creador de siniguales The Corner, The Wire, Tremé…), los Hermanos Scott, Tom Hanks-Steven Spielberg…

Basta asomarse a series como Boardwalk Empire, The Good Wife, The Pacific/Hermanos de Sangre, Los Soprano, Homeland, Dexter, Sons of Anarchy, Smash (algo floja), The Killing, The Bridge, The Doom (flojita, también), The Americans, Halt and Catch Fire o Breaking Bad (y otras que no recuerdo ahora mismo) para ver que lo que se está cociendo en la televisión es una revolución cinematográfica como la que ocurrió en los 70en torno a aquella famosa generación norteamericana post-beat, post-hippie, con directores de la talla de Spielberg/Lucas, Scorsese, Francis Ford Coppola, James Cameron, Stanley Kubrick, Brian De Palma, Oliver Stone… y muchos que me dejo en el tintero del olvido.

Pero también está surgiendo una serie de cineastas creadores de postín, de postureo, de películas o series correctas e incriticables (otro ejemplo: Her) que no dejan de ser como esas cafeterías caras en las que todo es bonito, muy bonito… y donde los camareros te miran por encima del hombro, acomplejados de su profesión de servicio, para ofrecerte un paquete de variados tes que si no has probado es porque no eres lo suficientemente sensible para apreciar diferencias.

Acaban firmando y formando productos vacuos, de adorno, sofisticado, pero adorno, sin más fondo que la forma, sin más profundidad que sus caras vacías mirando al espacio sideral…

Mi propuesta para convertir cualquier serie en serie hipster es sencilla: obtener una buena cantidad de música indie, preferiblemente perturbadora, mezclarla con cualquier tema (ya hemos quedado en que eso no importa), seguir a unos personajes blandos, apocados, egoístas hasta la médula, pero tristes, siempre tristes, agónicos, patéticos, con unos movimientos de cámara lenta, que, de cuando en cuando, se detenga en algún lugar del horizonte, haciéndonos notar que no somos nadie (y menos los bajitos, que añadiría mi madre).

Es fácil darse cuenta de que hasta Torrente IV puede llegar a ser un considerable éxito dentro del ambiente «de culto» hipster siguiendo esas pautas.

Yo, por mi parte, estoy harto de tanta tontería y de que me digan qué soy capaz y qué no soy capaz de sentir… Así que la segunda temporada de la serie la puede ver rita la cantaora, por poner un ejemplo.

Sangre encebollada

Hacía años que no preparaba este plato tan curioso de la alimentación hispana.

Aprovechando que Carmen estaba tangueando en Berlín, me he lanzado a cocinarme esto como en los tiempos en los que vivía solo y solía visitar la casquería en busca de suculentos manjares de precios irrisorios.

He comprado 300 gramos de sangre de cerdo (quería menos, pero el carnicero se ha propasado) y he usado, además, 1,5 cebollas (de las dulces, dicen, que así repiten menos), junto con dos dientecitos de ajo laminados y un vaso largo de vino blanco de cocinar.

Menos ingredientes es complicado. Y la preparación es cuasitrivial.

Con unas cucharadas de aceite de oliva, he añadido los dientecillos de ajo y cuando empezaban a estar bastante calientes, la cebolla y media cortada en juliana, para que luego la cebolla sea más entretenida que si se corta picadita.

Dejé hacerse la cebolla (pochándola) hasta que fue cambiando de color, transparentándose, y entonces añadí la sangre cortada en taquitos de un centímetro cúbico cada uno, aproximadamente. Momento ideal para salpimentar suavemente, sin pasarse.

Pasados unos 10 minutos (o 12) cuando el color de la sangre indicaba o parecía indicar que había cambiado de estado, añadí un chorreón largo de vino blanco que dejé reducir hasta que formó una salsita suave y oscura.

Ha quedado un resultado bastante parecido al de esta foto que, he de admitir, no es mía.

Ya puedes tenerlo TODO

ya puedes tenerlo TODO

¿Qué le hace suponer al anunciante que no lo tengo TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante que quiero tenerlo TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante que me importa no tener TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante que hay un TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante que yo no soy TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante que tiene para ofrecer algún TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante que puede ponerle precio a ese TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante que puede ponerle precio a TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante que estoy dispuesto a pagar por TODO?
¿Qué le hace suponer al anunciante … TODO?

Cuantica Cuántica

wasap cuantica

Recibí a primeros de septiembre este mensaje que seguí hasta llegar a la conclusión de que este muchacho era un aprovechado de su dinerito. Me parece una solución como otra cualquiera para resolver problemas, pero de todas las posibles, me parece una de las menos elegantes. Incluso, diría, fea.

Así que rechacé la oferta, para la que posiblemente no habría estado cualificado, y le ignoré en el siguiente mensaje en el que me pedía datos de contacto de gente que sí pudiese o quisiese ayudarle.

Hoy, repasando la captura de pantalla que le envié para compartir estas cosas a mi amigo Xabi, me encuentro que igual es maño, pues no quería algo sobre química cuántica, sino sobre química cuantica (o cuantica química, así, como de mucha…) y cuantica mecánica… vaya, que cuantas cosas le interesaban que no parecían ser cuantos.

La Traviata, de Verdi

Estoy ilusionado como niño con zapatos nuevos (expresión claramente en desuso en esta tierra de consumismo desmesurado) con la asistencia esta tarde a mi primera noche en la Ópera.

En diciembre, carente de ideas, le sugerí a Carmen que nos regalásemos mutuamente entradas para la ópera. Ella había pedido (sutilmente) desde hacía años tener como regalo una entrada a la ópera en el Teatro Real, pero siempre que yo había hecho algún intento me había encontrado con lo mismo: un desmesurado precio que no podía asomarme a pagar.

Este año, algo mejor de dinero y, como todos, pleno de objetos así que sin necesitar otro superfluo, le ofrecí a Carmen que yo le regalaba su entrada y ella a mí la mía.

Elegimos La Traviata, de Giuseppe Verdi, porque es algo más conocida que las otras que presentaba la programación del Teatro Real y para una primera vez, pensamos, sería mucho más «amable» reconocer alguna que otra parte de la pieza.

Pero siempre habrá quien no pueda pagar la cantidad que pagamos o que no le apetezca. Por suerte, también hay versiones completas en youtube:

[youtube_sc url=https://youtu.be/n3N2tYOXm4E]

Hoy no me apetece hablar de la deriva hacia la privatización que todo bien cultural de este país está teniendo, pero extraído directamente de la página web del teatro real:

El Teatro Real es una de las instituciones culturales con mayor relevancia y prestigio en el ámbito nacional y cuenta, asimismo, con una gran proyección internacional.

De cara a mantener este posicionamiento y continuar con su iniciativa de acercar su proyecto artístico a la sociedad civil, más allá del ámbito institucional, el Teatro Real apuesta firmemente por aquellas iniciativas destinadas a fomentar la participación privada en el sostenimiento de sus actividades, tanto a través de las diferentes figuras y posibilidades de patrocinio corporativo, como de la filantropía personal, ambos activos esenciales de esta institución.

Pues menos mal que es de las de mayor prestigio y relevancia…

Prohibir el paro

Me pregunto si no será mucho más sencillo que proponer «minijobs» el considerar delictivas a todas las personas que no están trabajando con un contrato como dios manda.

De esta manera, se lograría alejar esta preocupación de la lista de inquietudes de los españoles y de las españolas.

No acostumbro a ver publicadas las cifras del número de «ilegales» o, más correctamente, indocumentados. Así que la cifra de parados desaparecería en ese olvido informativo, pues todo parado sería un ilegal más.

Lo más temible de este país es que cualquier día este descalabro se convertirá en propuesta gubernamental… no sería de extrañar.

Esto no es una broma