Alquilar es uno de esos verbos que parece no necesitar persona o darle igual:
Yo alquilo lo que tú alquilas.
Frente a comprar, que necesita a vender.
Yo compro lo que tú vendes.
¿Y amar?
Diario
Alquilar es uno de esos verbos que parece no necesitar persona o darle igual:
Yo alquilo lo que tú alquilas.
Frente a comprar, que necesita a vender.
Yo compro lo que tú vendes.
¿Y amar?
Hoy he visto publicada una noticia sobre las medidas contra los funcionarios que se están aprobando sin la repulsa de ningún otro trabajador de la empresa privada, como si no fuese con ellos. La noticia está en el País.com.
Del tópico del cafetito a mediodía al de que los funcionarios se ponen enfermos mucho más que el resto de los ciudadanos. Estos y otros lugares comunes han servido a los sucesivos Gobiernos para añadir argumentos a varias iniciativas que penalizan a los trabajadores públicos: bajadas de sueldo, aumento de la jornada laboral, suplencias y contratos interinos sin cubrir. La última, la propuesta de que estos empleados no cobren su salario íntegro durante los primeros 90 días de baja por enfermedad, ataca una de las partes más sensibles y más incontrolables: la salud. Y además lo hace sin una base estadística que acredite que los funcionarios, en su conjunto, abusen del sistema.
Cada día me encuentro a más gente que ataca a otros colectivos en un intento de focalizar su ira sobre algún culpable que no sean ellos mismos. Incluso queridos amigos que creen este tipo de patrañas, o que los inmigrantes son unos aprovechados o que las mujeres se benefician de tratos especiales o que los jóvenes, o que los ancianos o que los parados o que los que tienen trabajo fijo o los que no lo tienen…
Y es un error. Un error bien planificado por los que ostentan el poder, para deprimir a sus posibles adversarios enfrentándolos entre ellos. Ya lo decía Marx, «paz entre pueblos y guerra de clases». Alguien tuvo la sabiduría de ver que era un problema esa paz y había que conseguir un enfrentamiento permanente dentro del pueblo que le impida unirse. Sin ponerse decimonónico, lo que sí es evidente es que ese tipo de estrategias se siguen usando para desenfocar del punto de mira a causantes de crisis como la actual o para, sencillamente, poder operar sin ser visto, puesto que se atiende a otros conflictos.
Con respecto al mito de que los funcionarios no trabajan, el otro día, en una cena con unos amigos, me encontré defendiendo que eso no es más cierto que en otros sectores. Recuerdo cuando trabajaba en Rural Servicios Informáticos (bancario, privado, muy privado) y varios de los que tenían más de 50 años, más de 20 años trabajando en esa empresa, eran una panda de vagos, de tipos que se juntaban para hacer comidas de empresa que se extendían por encima de la media de una comida normal, gastando barbaridades que, por cierto, pagaba la empresa que no subía sueldos de los que sí trabajábamos, y volvían casi ebrios, con un aroma a cognac y puro caro que daba asco.
Pero no solo no se les podía echar, sino que eran los dueños (o gestores) de la empresa, con lo que ellos mismos se ponían los sueldos millonarios que hacían inviable su despido, puesto que las indemnizaciones alcanzaban cantidades que justificaban tenerlos en nómina hasta que decidieran jubilarse. Por supuesto, además, ocupaban las más altas jerarquías de la compañía y paralizaban cualquier intento de renovación porque les supondría tener que trabajar y dejar de reunirse en absurdas reuniones de sesgado corte machista, con comentarios tan desafortunados como groseros para con gran parte del personal, así como fuera de horarios laborales acordados. Al fin y al cabo, el resto del día no tenían ni siquiera que hacer acto de presencia por sus puestos de trabajo, siempre en despachos de cuero de alta gama negro, con buenas vistas…
Y eso era solo la punta de un iceberg que dominaba la filosofía de la empresa privada en cuestión. Lo viví así en todas las empresas que tuve el gusto o disgusto de conocer.
Recuerdo a mi padre, honrado donde los haya, diciendo que él ya no era un trabajador competente, que era mejor que le jubilasen, que, lógicamente, estaba cansado y no iba a proponer iniciativas (que seguro que luego era exagerado, conociéndole…), y que, en la empresa privada era necesaria la entrada de gente joven, nueva, con ganas de trabajar, de cambiar cosas…
Es natural, en la privada y en la pública (funcionarial) que ese cansancio llegue. Es normal que uno se agote de dar clase siempre o se agote de programar o se agote de hacer una determinada tarea más o menos vocacional, más o menos deseada o más o menos alienante, pero en la empresa privada, además, a esa gente cansada, cada vez con menos ganas de trabajar, se la asciende por el tiempo, se la sitúa en puestos de mayor importancia, en parte por los contactos que, con el tiempo, ha ido haciendo. Es una especie de nepotismo absolutamente asumido como natural. Así que nadie lo critica.
Pero acaban siendo trabajadores que no trabajan o, en el mejor de los casos, que no están capacitados para sus nuevas responsabilidades, que han llegado allí como sargentos chusqueros, sin más mérito que el de aguantar en un lugar sometiéndose a lo que sea necesario. Y esto no ocurre con los funcionarios.
Que hay funcionarios que se agotan de su trabajo es normal, es natural, ya lo he dicho, pero a estos no los ascienden por seguir allí, no les suben el sueldo en un grado tan alto, sino de una manera mucho más razonable, sin llegar a cobrar 30 o 40 veces su sueldo inicial… Y no se hacen dueños de un sistema que quedaría anclado en la inacción.
Pero se sigue diciendo que son vagos, que se enferman con frecuencia (no hablo de lo que ocurre entre muchos compañeros a los que conocí y que no van a trabajar por una resaca, diciendo que tienen gastroenteritis) que atienden mal, que no hacen bien su trabajo… ¡Y en la privada tampoco!
¿Qué se oculta tras esa campaña de desprestigio?
Ya anticipé que se ocultan intenciones tan perversas como enfrentar a la sociedad consigo misma, a los trabajadores contra los trabajadores, en lugar de los trabajadores contra los dueños de las empresas, o contra los mercados… sin entrar muy en detalle a juzgar a estos (hay muchos empresarios honrados y trabajadores, pero otros no lo son y nadie dice que hay que eliminar a los empresarios por ellos).
Además, sabemos que la sanidad y la educación son dos sectores que se pueden poner a subasta, se están vendiendo al mejor postor, a empresas ambiciosas que acabarán por ocupar la posición del estado en la administración de estas labores, con lo peligroso que esto pueda resultar, dejándolos fluctuar a precio de mercado, un mercado que ha demostrado su incapacidad para regularse, para regirse por criterios humanitarios, solidarios o sociales.
¿Y qué pasará cuando esto sea así?
Esas empresas harán lo que quieran, sin control, teniendo a unos profesores, por ejemplo, que también se cansarán cuando lleven años dando clases pero que habrán ido consiguiendo otros puestos de trabajo, aunque estuvieran cualificados para dar clase y no para gestionar un departamento, que les llevará asociados unos sueldos que harán difícil su sustitución, salvo por personal cada vez peor cualificado, becarios, etc, recién salidos de la universidad que podrán dar clase y que durarán unos poquitos años antes de agotarse, buscarse otro trabajo, irse a donde sean más valorados… quedando en el profesorado aquellas personas menos ambiciosas, menos cualificadas, que realizarán ese trabajo por dinero, únicamente por dinero.
Pero eso sí, los comerciales de esas empresas tendrán grandes sueldos, los directivos de esas empresas tendrán grandes sueldos, los marketing de esas empresas tendrán grandes sueldos, los jefes de personal de esas empresas tendrán grandes sueldos… y no serán despedibles, porque no compensará hacerlo, cayendo en una suerte de funcionariado de alto estanding que los alejará de los mortales que no los verán como alguien que ha conseguido una plaza mediante un examen de cualificación, sino que lo han logrado por la sumisión, la permanencia, la ambición… y un nepotismo indetectable y fuera de control.
Mientras tanto, la privatización paulatina llevará a la aparición de una separación más definitiva de las clases sociales, derivada del acceso a la educación que será, definitivamente, segregacionista, basada exclusivamente en los ingresos, de modo que, los de mayor poder adquisitivo tendrán acceso a una educación de mayor calidad y, a la postre, podrán conseguir mejores puestos de trabajo para mantener la separación que les garantice esa mejor situación: Feudalismo!
¿Por qué se acepta por todos como verdadera?
Envidia. Vemos en el funcionariado la ansiada seguridad de un puesto fijo, puesto al que podemos optar, preparándonos, porque siempre ha sido así, no es un puesto inaccesible, como ser rey, o como ser director ejecutivo de una gran empresa, sino que podemos optar a ello y no lo hacemos.
Así que nos acabamos creyendo que son unos vagos porque como tienen un puesto fijo (después, en la mayoría de los casos, de larguísimos años de espera), sin posibilidad de ser despedidos, y que no tienen porqué hacer nada en sus empleos para conservarlos. No es que lo hagan, es que creemos que lo hacen, creemos que tienen más bajas laborales, cuando no hay datos que lo confirmen, creemos que tienen menos ganas de trabajar, que se toman sus tiempos para hacer cualquier cosa… ¡pero en la empresa privada también es así! Hay trabajadores honrados en uno y otro sector, pero nunca se pone en cuestión el sector privado, el modo de contratación que garantiza que alguien, tras 3 años o 4, acabe siendo contratado con un puesto «fijo», del que le tienen que indemnizar para despedirle, sin más prueba de acceso que una entrevista de trabajo arbitraria y realizada por un criterio absolutamente particular: el de la empresa en cuestión.
Entiendo la frustración de muchos los que hablan contra los funcionarios vagos, que claro que existen, pero no entiendo porqué les molesta más que lo que ocurren con los trabajadores de la empresa privada que también los hay. Y también el otro día me aclaró algo de esta incomprensión, mi querido amigo Jens, que dijo que a los funcionarios los pagamos todos…
¡Y a los trabajadores privados también! – añadí. Al fin y al cabo, que los productos o servicios de una empresa sea menos baratos que lo que podrían ser se debe a que hay que pagar a aquellos que, en su mayoría, además, cuadros superiores, se tocan los huevos a dos manos, pero hacen creer que son los más importantes y, por ello, reciben sueldos millonarios y tienen puestos de trabajo mucho más blindados que casi cualquier funcionario.
Pero esto no lo vemos… o no queremos verlo.
Ver que esta campaña de difamación es una falacia significaría asumir que la responsabilidad de lo que ocurre es de todos y cada uno de nosotros, que no podemos seguir echando balones fuera y culpando a los funcionarios, a los inmigrantes, a los jóvenes, a los ancianos, a las mujeres, a los empresarios, a los becarios, a… otro.
Una amiga me ha enviado este email que pretende ser acicate para convencer a la participación. A mí no me gusta mucho el tono en el que se presupone que uno es un esquirol que busca excusas… aunque lo fuera o fuese.
Después de leerlo me di cuenta de que yo no encajaba en ninguna de esas razones. Y esto me sitúa al margen del colectivo de los trabajadores. Pero eso ya me pasó hace tiempo cuando, en una inscripción en el INEM para conseguir el papelito con el que entrar gratis en algunos museos, me preguntaron que a qué me dedicaba y dije que era poeta y me dijeron que eso no existía. ¡Que sí! ¡Que sí existe!
Y ahora, ¡¿Qué soy?!
Ya no sé, siquiera, si soy poeta o blogero o hacedor de proyectos absurdos o qué… la verdad es que no tengo ni idea de qué soy, salvo que no me defina por mis ingresos. Podría decirse de mí, desde ese punto de vista, que soy profesor particular, que soy coordinador de talleres de poesía, porque de ambas cosas cobro algo de dinero… pero eso son solo las cosas que hago para trabajar en mi verdadera obra: ¿Alguien diría que Baudelaire fue otra cosa que poeta?
El caso es que me preguntaba qué podría hacer yo dentro de 2 días en la huelga general y si tenía algún sentido que yo la hiciese. Y me he contestado que sí, que tengo que hacerla, que debo dejar de producir y mi trabajo produce textos en este diario, y produce un aumento en la información contenida en mi proyecto de Lenguas del Mundo.
Así que ese día, el 29 de Marzo de 2012, no escribiré nada, no abriré el PC, disminuiré mi consumo al mínimo y me dedicaré a leer… aunque también es trabajo… no sé qué leeré para que no me informe o forme demasiado… hummm… igual será momento de ir a un parque a pasar el día paseando. Quedar con amigas y charlar, sin tomar una cerveza para seguir reduciendo el consumo, uniéndome a otra iniciativa (una huelga de consumo) que me parece extensible a lo largo del año… es más, suelo tenerlo presente siempre.
Copio el email que me envió mi amiga, por si alguien tiene excusas y quiere refutaciones:
Quien más quien menos, creo que la mayoría nos vemos reflejados en alguna de estas posturas, al menos ocasionalmente. No pretendo tener certezas (¡qué poquitas nos van quedando!), pero me ha venido bien leer este argumentario. Espero que a vosotros también.
Feliz víspera del mejor día de la semana.
De cara a la huelga general del 29 de Marzo, habrás escuchado estos argumentos con toda seguridad. Si estás indeciso sobre lo que hay que hacer el día 29, quizá te interese leerlos.
Argumento esquirol 1: «No hago huelga porque no me lo puedo permitir».
La reforma laboral supondrá con toda seguridad una rebaja generalizada de los salarios. Si no puedes permitirte dejar de ganar el sueldo de un día, menos podrás permitirte que te bajen el sueldo permanentemente, que te despidan gratis, o que si tienes 10 años trabajados en una empresa tu indeminación pase a ser de 18900 euros a 7845.
Argumento esquirol 2: «La huelga no servirá para nada».
Todas las mejoras de los trabajadores se han conquistado historicamente a través de la lucha. Nadie nos ha regalado nada. Lo que está demostrado que no sirve de nada es no hacer nada. A la preguntas de si una huelga de un día será suficiente, la respuesta es que probalemente no. Es sólo el principio, pero es un paso muy importante. Si nos imponen la reforma laboral más dura de esta «democracia» y no respondemos las medidas sucesivas que tome el gobierno serán aún más demoledoras. Se puede y se debe tumbar esta reforma laboral.
Argumento esquirol 3: «La huelga no soluciona nada».
La huelga no es una solución, es el instrumento de presión más poderoso que hoy por hoy los trabajadores tenemos a nuestro alcance. Por eso quien no se adhiere a una huelga perjudica gravemente al conjunto de los trabajadores, incluido a sí mismo.
Además si la huelga no contribuyese a solucionar nada ¿de dónde proviene el empeño de los empresarios en que los trabajadores no la secunden, llegando a las amenazas y coacciones, que son delito? ¿Por qué motivo la prensa de derechas trata de desprestigiar la convocatoria de huelga? ¿Por qué incluso se están planteando legislar para limitar este derecho? Todo tiene una causalidad, nada es casualidad.Argumento esquirol 4: «No estoy de acuerdo con los sindicatos mayoritarios, por eso no hago huelga».
A la convocatoria de huelga se han sumado decenas de sindicatos minoritarios de diversos sectores y de distintas ideologías. Es más, los primeros convocantes de esta huelga no fueron UGT y CC.OO, sino ELA-LAB en el País Vasco y CIG en Galicia. También se suman a la convocatoria los sindicatos CNT y CGT, la Intersindical-STE, USO, Solidaridad Obrera (mayoritario por ejemplo en Metro de Madrid), partidos políticos tan dispares como IU, Esquerra, Compromis, Amaiur, BNG y organizaciones sociales de todo tipo como 15M, Juventud Sin Futuro, Democracia Real Ya etc, que no comparten la verticalidad de los sindicatos mayoritarios y son críticas con su labor de los últimos años pero aún así apoyan la convocatoria de huelga general del 29M. Esta huelga es del 99% de la población, no sólo de los sindicatos.
Los sindicatos CCOO y UGT han podido cometer muchos errores y criticarlos es lícito e incluso necesario. Pero los sindicatos entendidos como organizaciones de trabajadores que se unen para defender sus derechos e intereses son, indudablemente, el próximo muro a derribar por los poderes económicos. De ahí la campaña continuada de ataques y de desprestigio desde los medios de comunicación de la derecha de la que todos estamos siendo testigos.
Argumento esquirol 5: «Hay libertad, cada uno puede hacer lo que quiera. Además si hago huelga me descuentan x euros, y no me lo puedo permitir».
No hay libertad porque te están coaccionando con una penalización económica. La libertad es otra cosa, no verte obligado a ceder a los chantajes de gobierno y empresarios a cambio del sueldo de un día.
Argumento esquirol 6: «Hay libertad, cada uno puede hacer lo que quiera. Yo iré a trabajar porque en mi empresa si haces huelga te miran mal y si luego hay que despedir a alguien seguro me despedirán a mí en vez de a otro».
No hay libertad porque te están coaccionando con el despido. La libertad es otra cosa, no verte obligado a ceder a los chantajes de gobierno y empresarios renunciando a tu derecho constitucional a la huelga.
Argumento esquirol 7: «La huelga tiene que ser indefinida, si no yo no la hago».
Suponemos que estas personas cuando sus hijos dieron el primer paso en vez de alegrase, animarles y ponerles calzado adecuado les recriminaron no ser capaces de correr los cien metros lisos en las olimpiadas y les gritaron que para dar tres pasos por la habitación y luego caerse mejor que ni lo intentaran. Los partidarios de la huelga indefinida entendemos que la casa se construye desde los cimientos y no empleamos un modelo de huelga concreto como excusa para no secundar una huelga general convocada con un gran consenso.
Argumento esquirol 8: «Los piquetes presionan a la gente, obligándola a que haga huelga. Los trabajadores son libres de ir a trabajar un día de huelga.»
Si la libertad realmente tuviera tantos defensores nos iría bastante mejor de lo que nos va. En la mayoría de los casos quienes mantienen esa postura ocultan o defienden la coacción de muchas empresas sobre los trabajadores que quieren ejercer su derecho constitucional a la huelga y aceptan que éstos se vean obligados a someterse a ella acudiendo a sus puestos de trabajo por miedo a perder sus empleos o el salario de un día. Los piquetes historicamente impedían que los empresarios contrataran personal para cubrir los puestos de los huelguistas y en la actualidad tratan de garantizar el derecho a huelga de aquellos que por presiones de las empresas no pueden ejercerlo. Los piquetes informativos apelan a la responsabilidad de los trabajadores, les informan de los motivos de la huelga, de sus derechos, y de las consecuencias negativas que tiene acudir ese día a sus puestos de trabajo. Los piquetes informativos están reconocidos legalmente: tienen y pueden ejercer su derecho a informar los días de huelga.
Argumento esquirol 9: «Con las huelgas no se consigue nada. Pero en caso se que se consiga algo, no renunciaré a ello.»
Las jornadas de 8 horas diarias o 48 semanales, la prestación por desempleo, las horas extraordinarias, el salario mínimo, el convenio colectivo, las vacaciones pagadas, la indemnización por despido, el permiso por maternidad o lactancia o cualquiera de nuestros derechos conquistados que los trabajadores desconocían hace sólo 150 años no se consiguieron a base de ejercer la «libertad para ir a trabajar» un día de huelga. Pese a ello no se tiene noticia de que ningún esquirol haya renunciado a ellos. Si se consigue hacer al gobierno rectificar y no aplicar esta reforma laboral que a todos nos afecta y perjudica los esquiroles no habrán hecho nada por conseguirlo pero se beneficiarán del esfuerzo colectivo. Para ellos esto debe de tener mucha lógica, para todos los demás carece de ella y no les hace parecer personas dignas, coherentes ni solidarias a nuestros ojos.
Argumento esquirol 10: «Soy funcionario. La reforma laboral mí no me afecta»
Con los recortes y la privatización de los servicios públicos y el deterioro de las condiciones laborales (y los que están por venir) de funcionarios, interinos y personal laboral de la administración pública tenemos motivos más que suficientes para secundar la huelga general, además de por solidaridad con el resto de trabajadores.
Si no secundamos mayoritariamente la huelga general no podremos quejarnos cuando el resto de la sociedad no nos apoye en nuestras revindicaciones por la supervivencia, la dignidad y los derechos laborales del sector público. Los despidos y las rebajas en los complementos del sueldo de los funcionarios así como la eliminación de pagas y sexenios está al caer.
Además, mira a tu alrededor: padres, hermanos, familiares, hijos, amigos, vecinos, alumnos… ¿seguro que algo que afecta al 99% de la población no va contigo?
Huelga General 29M: Tú decides.
Si la huelga del 29M es un éxito rotundo y el gobierno no rectifica quedará totalmente deslegitimado. Eso tendría un coste político elevadísimo, abriría la puerta a más huelgas generales, e incluso podría forzar la dimisión del gobierno. En cualquier caso le garantizaría un varapalo electoral. Si por el contrario una huelga general de un día no consigue un paro total el gobierno saldrá reforzado, la posibilidad de una movilización más contundente por parte de la sociedad quedará anulada y la puerta a más recortes y a mayores abusos (si cabe) contra la mayoría de los ciudadanos (estudiantes, pensionistas, funcionarios, interinos, trabajadores del sector privado, parados) quedará abierta.
«Con más de 5 millones de parados los sindicatos han estado callados. Lo que hacen con esta huelga es una falta de patriotismo.» Esperanza Aguirre. 13 de Marzo de 2012.
http://ventanasdelfalcon.blogspot.com.es/2012/03/lo-que-argumentan-los-esquiroles.html
No sé si al mercado o al mercadeo.
Hoy leo en El País que se va a comenzar a poner nombres de marcas comerciales a diferentes lugares públicos, como puede ser la parada de metro de Sol, que ya ha sido vendida (el nombre) a una empresa de tecnología y pienso que no hay límites.
Todo se compra y se vende, parece ser. Y, hasta aquí, incluso, soy capaz de verlo con ojos no sangrantes… lo que verdaderamente me hace hervir la sangre es qué cosas son las que sí se venden y qué cosas son intocables. Ahí es dónde radica la diferencia.
Cuando vea que se pone el nombre de una marca, digamos que de consoladores, a un confesionario, cuando vea que la corona real lleva el logo de microsoft, cuando el amarillo de la bandera lleve un anuncio de viajes a Japón, es más, incluso, se inserte la bandera de otra nación dentro de la nuestra para promocionar el turismo internacional, cuando vea que los toreros llevan banderillas de una conocida marca de refrescos… entonces, y solo entonces, me parecerá bien.
Sin embargo, se habla de habilitar espacio público para publicidad en los colegios (carne de cañón del consumismo), en los medios de transporte públicos, en los teatros, en los cines… en lugares considerados propios de la cultura, como cuando se deja el Teatro de la Ópera para un concierto de Bisbal, entonces lo que siento es que no se hace casualmente. Sólo aquellas cosas que «no importan» son susceptibles de ser vendidas como espacio en oferta.
Y esto me hace hervir la sangre, porque lo justificamos diciendo que no hay dinero… pero sigue habiéndolo para armamento, que podría, bien, llevar la publicidad de una empresa farmacéutica, por ejemplo, de supositorios en las balas, de compresas en las alas, de hospitales en las panzas de los tanques… sigue habiéndolo para actos políticos varios, más o menos institucionales, con una utilización casi goebbeliana del poder… cuando me gustaría que un discurso del presidente de la nación se haga desde el palco de una empresa de telecomunicaciones, por la ironía de la composición de esa palabra (nos comunican desde tan lejos…)
De nuevo, es momento de plantearse la reflexión de ¿hasta dónde vamos a dejar que la sociedad tenga como fuerza motora la rentabilidad económica? ¿tiene límite el poder del dinero? ¿debe tenerlo? ¿cuál es la alternativa?
Si todo se compra y se vende… ¿qué sentido tiene la democracia? ¿por qué no autorizar la compraventa de votos? ¿para cuándo permitir papeletas electorales con logos de empresas?
En realidad, votamos más bien un conjunto de empresas frente a otras, así que tiene sentido esta pregunta capciosa más allá del aparente disparate. ¿Por qué no votar a BBVA o BSCH, en lugar de a PP o PSOE? Quizá, así las cosas estarían más claras.
No desplazarse por la ciudad si no es para ir a algún centro comercial o comercio. No ir a la escuela si no es para aprender a consumir lo adecuado. No acudir al médico si no es para adquirir el correspondiente fármaco (las farmacias ya lo hacen así). No mirar el cielo si no es para encontrar un restaurante anunciándose. No pasear por las calles si no es para ver carteles de inmobiliarias. No beber agua sin saber que hay alternativas más edulcoradas.
Ha llegado el momento. Necesitamos definir límites. La crisis (esta interesante o interesada crisis) está haciendo estragos con nuestros valores hasta despedazarlos. Y Dios ha muerto hace lo suficiente como para que exista el superhombre… mientras tanto, seguimos siendo mezquinos consumidores de expectativas frustradas.
Tengo un portátil de escasos recursos (no tan escasos, pero como vivimos tiempos de excesos, parece que P-V, 512Mb RAM, 80Gb HD no son nada) y me dedico a instalarle distribuciones de distinto tipo de Linux.
Hay innumerables, como ya mencioné en un artículo anterior, así que voy probando aquellas que consumen menos recursos. Tengo el PC con un XP de fábrica, más o menos, bastante estable y ocupando el 25% del total del disco, en 2 particiones C: y D:. Entre otras cosas, tengo instalado un jueguecito con el que pierdo horas de cuando en cuando en cuando llamado Game of Empire III. Es un juego windows que juego pirateándolo y que me fastidia piratear… pero creo que debería tener una licencia más abierta para poder ser usado gratuitamente cuando ya haya pasado un tiempo desde su lanzamiento.
En el resto del disco, tengo instalado Linux Mint (hasta ahora la que más me gusta), Linux Slax, Puppy Linux, y Xubuntu 10.04. Gestiono el arranque múltiple con Grub, que cada cierto tiempo tengo que arreglar con Grub Fixer porque hago algún desaguisado. Pero como es un PC para estas cosas, pues no pasa nada, ni siquiera me despeino (aunque nunca me peino, así que…)
Y ahora quería instalar, en los 12 Gb que aún tengo disponibles en mi super modesto PC, la distribución Elive, basada en Debian, como Mint y Xubuntu, pero con un diseño mucho más cuidado, aunque me gusta mucho el aspecto de la de Mint, también.
Y me he encontrado con un pequeño obstáculo que, en realidad no es tal, es una petición de dinero o colaboración para continuar con la instalación en el disco duro. Y me ha obligado a leer. Esto de que me obliguen nunca me gusta, pero leer sí, y la reflexión que acompaña suele ser fructífera, si se lee adecuadamente.
Transcribo, lo que me hizo detenerme:
Hey, This is not FREE !
If you are a truly defender of the free software you must know better what are you defending, you can start from here. Free software has no relation with gratis, please read this explanation from gnu.org. You need to know also that due to this confusion of terms, the word free software has changed to open source software in 1998.
After that you know that free has no relation with cost. This payment is required to pay the development of Elive, that is the full time work of the Developer ‘Thanatermesis’ and also to pay external development and/or services. Think that more money is made and more development can be possible to pay and so, a better final product (Elive). But in any of the cases, you are not obliged to pay for Elive, nobody obliges you to use Elive. Without any cost, Elive would not be the same, at least not with all its features, usefriendly things, and the lot of work involved. By other side, if your problem is that you can’t possibly pay for any personal reason, we don’t want to prevent anybody from using Elive so we propose alternatives which are described in the payment process.
Even if you are in face to a computer screen with thousands of pixels, the result of the Elive Operating System is that is made by a human person, a person that unfortunately are living in a monetary-dependent system, in other words, who pay my taxes? and not only the taxes but also my roof and food if my only full-time work is to make Elive. Im a truly and convinced defender of the venus project, it proposes a future without money, unfortunately i’m not actually living on any venus city, they doesn’t exist right now, I would like to live in a venus world and make Elive only for pleasure but the reality is that I still on this world. If you really don’t understand the point of the payment, then I must say… «don’t use Elive!», basically because nobody obliges you to use it and because you don’t like it!, so why to lost time complaining? if you really think that Elive is not worth of the minimal requirement, why just don’t ignore it ? I don’t want to monopolize the world with Elive, I do not care at all if you use it or not, so just use anything that you want, you have thousands of alternatives, you have the choice.
El texto es tan claro que no deja lugar a dudas. Por más que se desarrolle por el placer de hacerlo, es totalmente lícito y casi necesario que tenga financiación de algún tipo para que pueda subsistir, ser sostenible, como nos gusta decir, este proyecto más allá que unos meses o mientras el equipo desarrollador no necesite ningún ingreso para, como bien dice, pagar los impuestos y otros muchos gastos derivados de su desarrollo, como, sin ir más lejos, los equipos informáticos, que no son gratis, las conexiones a Internet, que no son gratis, el consumo energético, que no es gratis, el uso de agua, que no es gratis, para beber algo mientras se trabaja, la comida, etc…
La gratuidad no es sostenible. Eso es evidente. Pero hay software gratis. También hay software carísimo. Elive apuesta por un camino intermedio entre lo gratis total que requiere, entre otras cosas, una comunidad enorme alrededor, de forma que pueda seguir siendo gratis (como Ubuntu, Debian, etc) o una aportación por los que deciden usarlo… o, de lo contrario, que no lo usen, como bien apunta en su último párrafo.
Hay algunas cuestiones que me surgen y que no quiero detallar al respecto de cómo puede ser código abierto y no ser gratuito, puesto que compilarlo es gratis y, por tanto, con el código en la mano, sería bastante sencillo hacer una copia «pirata» (si es que podemos hablar de tal cosa en el universo del código abierto) y ponerla a disposición pública de manera gratuita. Pero, insisto, prefiero no entrar en este detalle.
El caso es que, incluso así, el responsable del proyecto abre las puertas a formas de colaboración alternativas, como pueden ser (si no se quieren o pueden pagar los míseros 15$ que cuesta) escribir un artículo sobre ELIVE en cualquier web, en cualquier idioma (no sé si este artículo que estás leyendo es sobre Elive o sobre otras muchas cosas) o si se trata de usarlo con fines académicos, justificarlo y se obtendrían códigos de instalación tantos como se precisaran.
En mi caso, podría aducir que se trata de ambas razones: por motivos de autoformación, deseo probar Elive, pero también y sobre todo, estoy escribiendo un artículo sobre esta distro. Bien es cierto que no es exactamente un artículo sobre Elive, sino sobre su política de precios, pero quizá cuente como válido. No obstante, seguramente, si lo instalase después en mi portátil «de producción», estaría más que dispuesto a abonar los 15€ que me parece un precio más que razonable para que este proyecto pueda subsistir.
Es una forma más de CrowdFunding, que viene creciendo en diversidad y número desde hace años. Ahora ya se entiende que se pueda poner un botón de aceptación de donativos en una página web personal (como la mía, cuyo proyecto Lejanías tenía como objetivo desarrollar esta manera de financiar labores semejantes). Cuando incluí, en su momento, un botón paypal para aceptar / y solicitar / donativos, Carmen me llegó a decir que parecía que era como pedir… pero acabé encontrando que me parecía más que razonable y escribiendo el texto correspondiente en los apartados Financiación y Donativos del proyecto.
Ahora me encuentro a punto de comenzar otro enorme proyecto de envergadura similar a Lejanías (mucho mayor, me temo) sobre la Organización Filogenética de las Lenguas del Mundo y no sé cómo financiarla. Me sigue gustando la idea (que vi por primera vez en el Libro Rojo de Isidoro Valcárcel Medina) de financiar hoja a hoja por personas a quienes se cita expresamente en el proyecto.
Pero esta manera de financiarse aún está en el albor de su historia. Veremos qué revolución nos trae el futuro y si esta alternativa se sostiene.
De momento, mi enhorabuena a los desarrolladores de Elive por apostar por un camino diferente, interesante, que plantea cuestiones más allá de las meramente tecnológicas, depositando su actualidad en los modelos de financiación, en la retribución del trabajo, pero no olvidando las estéticas, aparte de las éticas.
Pero ¿cómo puede ser que esta publicidad no sea retirada inmediatamente? Debe ser que la gente no lee con calma para encontrar el impersonal omitido de la segunda frase:
Se paga en Euros.
¿Qué es lo que se paga en Euros? Por el contexto de la primera, sabemos que se refiere, claramente, a la vida. Ni más ni menos afirman que la vida se paga en euros.
Escandaloso. Y no lo es menos que se utilice como publicidad de una entidad financiera. ¿Pero es que a nadie le ha parecido, antes de ponerlo en televisión, en las paredes de oficinas, en marquesinas, que podría generar un odio desbocado, y con razón, que llevase a destruir los mismos soportes de la publicidad? Últimamente me encuentro que el descontrol en publicidad es tal que es fácil que alguna de estas arengas comerciales acabe siendo el desencadenante de una revolución. Esta, desde luego, me lo parece.
¿Están pretendiendo afirmar que la vida, (ahí es nada: la vida), está a punto de ser privatizada y explotada por alguna compañía afín al grupo en cuestión y que pronto tendremos que abonar un precio (en Euros, como enfatiza el mensaje)? Ese pago ¿será de una sola vez para poder tener acceso a la vida en propiedad, será mediante crédito hipotecario, ahora que las hipotecas para la vivienda (lugar en el que se vive, que no vida) cuesta más venderlo o será mediante un alquiler, obviamente vitalicio?
¿Será que no distinguen entre vivir y comprar? Seguramente va más por este lado el error (no puedo dejar de pensar que es un error) del mensaje publicitario. Alguien ha pensado que en lugar de decir la compra se paga en euros, era más fácil utilizar su sinónimo vivir, transformándolo en la vida se paga en euros. Es posible. Ese alguien, desde luego (más todos los alguienes que han revisado (supongo que más de una persona se encarga de esto) el anuncio) no solo no distingue entre vivir y comprar sino que tampoco concibe otra forma de adquirir objetos (dando por hecho, además, la necesidad de adquirirlos) que no sea la de pagar en euros por ello.
Hablar de bancos de tiempo, de trueques, de formas de comercio alternativas les suena a utopía ilusa, pero quizá haya un miedo motivador en el fondo de este mensaje que es el de sentir que SU VIDA, la de las entidades financieras, sí se paga en euros. Si dejamos de creer en ese mensaje, si los demás (los consumidores = seres humanos vivos), dejásemos de creer en ese mensaje en el que insisten y nos diésemos cuenta de que la vida (caso de ser algo independiente de lo vivido), no se paga en euros, dejaríamos de depender de las entidades que ayudan a que tengamos esos euros que creemos necesarios para (¿comprar o alquilar?) la vida.
¿En qué se paga la vida?
Hay varios apriori en esta pregunta aparentemente inocua:
Voy a suponer que se trata de un bien que poseemos al nacer (¿quiénes?) y que vamos vendiendo (¿a otros?). Pero entonces no tiene sentido la pregunta, porque de ser así, no tendríamos que pagarla sino que cobrarla. La pregunta, de alguna manera, asume que somos nosotros (¿quiénes?) los que tenemos que pagar por ella, por ese objeto que hemos asumido que existe, y es comercializable.
Tengo que retroceder y asumir que no poseemos ese bien llamado «la vida«, sino que vamos adquiriéndolo en (in)cómodos plazos. El mensaje, de este modo, sugiere que hay alguien que la posee previamente y nos la va proporcionando. Hasta hace poco, ese alguien parecía ser seguramente algún tipo de deidad más o menos personalizable y a quien se le iban entregando los diezmos correspondientes o bien sacrificios a modo de pagos. Pero, ahora que sabemos que Dios ha muerto (aquí hago un salto al vacío para ahorrar teclas), parece ser que «la vida» ha pasado a ser un bien depositado en manos de… durante un tiempo los estados quienes tenían poder para decidir si un ciudadano podía adquirirla y, en los últimos tiempos, entidades financieras como esta que se enseñorean del bien en cuestión poniéndolo a la venta. Y, por supuesto, lo venden en Euros.
Miedo, verdadero miedo, me da pensar que este anuncio es un anuncio de lo que viene: Pagar por tener derecho a vivir. Y vivir para trabajar, para poder pagar ese derecho.
Y se me olvidaba mencionar que ni siquiera hay una verdadera librecompetencia en el mercadeo de «la vida».
Bufff…..
Después de un texto que encontré en una web sobre las obras del Parking de Santo Domingo, me aventuré a realizar distintas actividades en los talleres que tenía entonces, de poesía, de performance, de creatividad, sobre esta materia y, una de las cosas que hice fue escribirle una carta de despedida. Ya no está, pero la deuda permanece.
Aquí el texto que encontré:
12 millones de € cuesta la expropiación del parking de Sto Domingo
El Ayuntamiento sigue impertérrito en sacar adelante el Plan del parking de Sto Domingo. ¿Nos preguntamos el por qué de esta prisa y de esta priorización cuando hay adelantados los proyectos de varios aparcamientos que solucionarían la movilidad de los vecinos de barrios del distrito centro? Otra segunda cosa es que a pesar del despliegue mediático que hace el equipo municipal sobre la participación ciudadana en las decisiones que afectan a los ciudadanos, el alcalde sigue en sus trece, de no buscar el consenso de los ciudadanos. En todos los procesos urbanos EL DEBATE Y LA PARTICIPACIÓN son indispensables. Los habitantes sabemos la ciudad que nos gusta, el alcalde tiene que hacer realidad estos deseos. El sector privado, los promotores tienen que aliarse con los ciudadanos. El beneficio económico como única guía no hace ciudad. Abrirnos camino en pos de el barrio y ciudad que queremos, conservar y mejorar, exige en estos momentos, PARTICIPACION Y MOVILIZACION.
Otra obra sin el consenso ciudadano
El Ayuntamiento de Madrid ha aprobado, tras el estudio de las alegaciones presentadas, el proyecto de expropiación del aparcamiento de la plaza de Santo Domingo y de los locales de su planta baja. Se trata del último trámite administrativo para la obtención de la vieja infraestructura, lo que permitirá comenzar en breve las obras de demolición para soterrar el estacionamiento y crear un espacio libre en superficie. Esta expropiación, incluida en el Plan de Acción de Urbanismo para la Revitalización del Centro, que se realizará en la modalidad de gestión directa e indiferenciada por el procedimiento de ’tasación conjunta’ tendrá un coste de 11,9 millones de euros.
Con esta fórmula el Ayuntamiento de Madrid compatibilizará la necesidad de ocupar el terreno con carácter de urgencia con la salvaguarda de los derechos de los afectados, ya que permite abonar o depositar la cantidad total estimada para toda la operación. Una cantidad que incluye la tasación de la totalidad de los bienes afectados, es decir, las indemnizaciones al concesionario por el derecho de explotación del aparcamiento, en vigor hasta el año 2018, y a los titulares de los cinco locales comerciales situados en la planta baja, los cuales son una cafetería, un estanco y tres tiendas de ropa y complementos. El procedimiento expropiatorio fue puesto en marcha por la Casa de la Villa el pasado mes de julio al no haberse alcanzado un acuerdo con la empresa concesionaria.
Tras el periodo de información pública del proyecto de expropiación y el estudio de las alegaciones presentadas, el Ayuntamiento ha estimado parcialmente una alegación relativa al beneficio neto de la concesionaria del aparcamiento y otra relacionada con los gastos de traslado, almacenaje y periodo de inactividad de uno de los locales comerciales. Por otra parte, dos de las alegaciones presentadas expresaban su conformidad con la valoración que la administración ha fijado como mutuo acuerdo, según ha señalado el Consistorio.
El pasado mes de octubre el Ayuntamiento autorizó, con un presupuesto de 6,7 millones de euros, el contrato de las obras de demolición de las plantas sobre rasante del aparcamiento y remodelación de las tres plantas inferiores. En la actualidad esta infraestructura, que fue inaugurada en 1959, cuenta con una capacidad para 567 plazas distribuidas en cuatro plantas en pendiente, más otra de terraza. Tres de ellas se alzan sobre rasante, que serán las que desaparezcan del paisaje de la ciudad para convertirse en una plaza peatonal. El nuevo aparcamiento albergará 366 plazas y contará con accesos de entrada y salida por la Cuesta de Santo Domingo, de entrada en la calle Jacometrezo, y de salida en la calle de San Bernardo.
Este proyecto, que cuenta con un periodo de ejecución de 18 meses y que comenzará a realizarse el próximo mes de diciembre, forma parte de la intervención integral que se va a realizar en esta zona y que incluye la peatonalización de la plaza de Callao, de la calle Preciados y de un ramal de la Cuesta de Santo Domingo para crear el eje peatonal entre la Gran Vía, el Palacio de Oriente y el Teatro Real. Cuando finalicen las obras, el Consistorio sacará en un futuro una nueva concesión que permitirá compensar las cantidades abonadas por la expropiación y el coste del soterramiento.
Madrid. 17/11/2005 (A fecha de hoy, sigue en: http://ejepeatonal.com/article226.html)
Y le escribí la siguiente carta:
Has estado ahí, viéndome pasar, día tras día, mientras caminaba calle abajo rumbo (a veces triste o alicaído) a mi trabajo. Un trabajo vocación, elegido. Un trabajo que hace que quiera cambiar el mundo o ya es parte de ese cambio. Pero no todos los cambios son bonitos. A veces se caen cosas. Como a ti se te a va a caer la historia. Te quedan apenas días y desaparecerás. ¿Conocerás el 2006? ¿Acaso importa? Ni siquiera tienes la edad de mi padre. ¿Qué había entonces en el lugar que ocupas? Algo que cayó, algo que desapareció para dejarte su sitio.
Recuerdo en este tiempo haber visitado tu planta de arriba varias veces y siempre ha estado asociado a mis padres. ¡Qué curioso! No me había dado cuenta de que estabas ahí, casi ni te miraba. Un día leí que ibas a desaparecer.
Todo se va. Todo viene. Todo va y viene. Devenir. Río. Ya sabemos y no sabemos nada. Ni siquiera sabemos si queremos casarnos. Ni siquiera sabemos si sabemos. Estamos perdidos y en mitad de tanto desconcierto nuestros centros de gravedad se han acercado y, quizá, han sido uno.
Hoy me encuentro frente a ti dispuesto a escribir sobre la nada que vas a dejar y sé que está el tópico de la memoria-recuerdo y que está el otro del futuro-descendencia y no quiero escucharlo porque tu unicidad es incuestionable y concreta; y no será.
Te miro y veo mi futuro, veo algo que se rompe, una inflexión que desaparece, un volumen que será plano, un ruido silencioso y no quiero seguir diciéndote que no estarás porque no sirve de nada…
¡¿Desde cuándo soy tan funcional?!
Me estoy haciendo mayor. Me da miedo. Ese es uno de los síntomas. Un día no estaré y dejaré recuerdo-memoria y futuro (Mi descendencia es mi futuro).
Hoy, todo lo pongo en liquidación, liquidación por cierre.
Mi corazón está en oferta
y nadie lo demanda.
Mi corazón está al 50%
es barato
y será
gratis.
El 8 de octubre de este año 2011 tuve el placer de ser convocado a participar en un evento interesante: ARTóN planteaba en su muestra Des-Plaza-Miento la cuestión de si el arte de acción o performance puede y debe ser remunerado convencionalmente.
Es decir, propusieron cobrar una entrada de 10 euros, más o menos lo equivalente a lo que se cobraría en una obra de teatro de igual duración, a cada espectador. Este dinero luego se repartía entre gastos de sala, organizadores, performers y un par de colaboraciones en forma de creaciones de vídeo. A mí me supuso un estipendio de 23 euros brutos (mejor no pensar en neto, porque saldría casi negativo).
Y preguntaban a la entrada a cada asistente qué le parecía que se cobrase por asistir a un evento de arte de acción.
La mayoría de la gente contestaba con un «me parece bien» que era más que esperable, puesto que habían decidido asistir sabiéndolo. Es decir, tenían una cierta expectativa. Esta es una de las palabras clave de este texto:
expectativa. (Del lat. exspect?tum, mirado, visto). 1. f. Esperanza de realizar o conseguir algo. 2. f. Posibilidad razonable de que algo suceda. 3. f. Posibilidad de conseguir un derecho, una herencia, un empleo u otra cosa, al ocurrir un suceso que se prevé. a la ~. 1. loc. adv. Sin actuar ni tomar una determinación hasta ver qué sucede.
Yo contesté con dos palabras (como diría un famoso torero), que fueron las siguientes: Piero Manzoni.
La verdad es que, después, e incluso antes, debí haberme planteado responder con tres palabras Isidoro Valcárcel Medina.
Hay algo difícil de responder en esta pregunta de si el arte de acción, la performance y, por extensión, cualquier creación de arte contemporánea puede ser remunerada de una manera convencional y voy a intentar aclarar en mucho más que dos o tres palabras el porqué creo que es una pregunta difícil de formular y de responder.
Partiendo de la base de que entendemos por contemporaneidad una sensibilidad nacida tras la Revolución Francesa de 1789 y culturalmente apoyada en el romanticismo y su posterior desarrollo e implementación, hasta llegar a la ruptura de lo que llamo criterio objetivable, podemos hablar de que vivimos un tiempo ya largo de la edad contemporánea en la que nos vamos acostumbrando a la falta de este criterio para valorar una creación artística.
La contemporaneidad está, por tanto y desde hace tiempo, con el hito máximo de Duchamp exponiendo un orinal, despojada de la dulzura de proporcionar cualquier expectativa por parte del artista hacia el espectador.
Esto es así en Teatro, Danza, Tango (debería), Música, Poesía, Narrativa (debería), Artes plásticas… fusiones varias, etc.
Es decir, de hecho, la contemporaneidad ha roto con la idea de que haya espectador y, casi, artista. Ya no existe más esta convención, este acuerdo tácito y volver a él, en parte, es terminar con la contemporaneidad. Hablamos de que, como diría Rilke, tras Kant:
Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad. En esta cualidad de su origen reside su juicio crítico: no existe otro.
Rainier María Rilke, Rilke – Carta a un Joven Poeta
Además, el hecho de cobrar por una performance genera una cierta expectativa que acaba influyendo en el trabajo que se exhibe ante un público ávido de fotografiarlo, museificarlo, de alguna manera, reintroducir en el sistema convencional de comercialización del arte lo que había surgido como desmaterializador, como desobjetualizador, en un esfuerzo por reivindicar que la verdadera naturaleza del arte o de la creación artística no estaba en el objeto resultante sino en la idea que subyacía y que, de alguna manera, era incapturable, inaprensible, invendible e incomprable.
La mayoría del trabajo performativo que veo (e incluso mucho del que realizo, he de reconocer) me parece cargado (sobrecargado) de un dramatismo teatral, espectacular, incluso, casi de musical o circense. Incluso entre los más ortodoxos encuentro esta necesidad de generar una expectación para atraer espectadores y poder justificar subvenciones o, como en este caso, el cobro de entradas.
Hace algunos meses, tuve el placer de volver a reflexionar con la obra irreverente del ínclito IVM con quien tuve el enorme orgullo de «compartir cartel» durante el VII Encuentro de Arte de Acción de Madrid (acción!MAD10). El 19 de noviembre realizó una acción entre las 19:00 y las 19:30 consistente básica y sencillamente, en caminar entre el público asistente sin mayor pretensión que demostrarnos que una acción no ha de ser espectáculo, ni generar expectativa. Nos estaba haciendo (o así lo viví yo) un tirón de orejas a los propios artistas del sector para recordarnos de dónde venimos, cual es la finalidad del arte de acción y hacia dónde parece que estamos derivando.
Obviamente, todos los que conocíamos su trabajo ya íbamos con ciertas expectativas, pero ¿habría pagado para ver caminar entre la gente a alguien que no fuese IVM? ¿Me habría sentido «estafado«? También conocíamos su máxima (que incluso tengo entre las citas de mi página web) El arte es una acción personal, que puede valer como ejemplo pero nunca tener un valor ejemplar. Así que estaba claro que nos estaba dando una lección.
Pero… ¿Tiene sentido pagar por ver a alguien caminar entre la gente sin más? ¿Pagaría (y cuánto) por un orinal fabricado en serie? ¿Quiere esto decir que no se puede retribuir a un artista contemporáneo? ¿Qué es un artista contemporáneo?
Estas preguntas no son nuevas. Llevamos haciéndolas más de 100 años. Pero aún siguen sin responderse.
Varias veces me he encontrado con esta paradoja: creación contemporánea vs retribución clásica.
Ya hace tiempo escribí un largo artículo sobre la Gratuidad y el Amor al Arte, en el que citaba, íntegro, el texto que había incluido en el apartado de Financiación de mi proyecto Lejanías.
Sigo subscribiendo la conclusión de este artículo, es decir, debe haber un debate sobre la supervivencia de la retribución al creador contemporáneo, puesto que es imposible su sostenimiento sin recursos, aunque ha de pensarse también en la necesidad de una moderación en los gastos, y en nuevas formas (contemporáneas) de financiación.
Claro que realizar una creación contemporánea es un trabajo, pero la naturaleza del mismo no es igual a la naturaleza de otros trabajos. El tipo de medio de pago no ha de serlo tampoco.
Entre otras razones, hablando de las mismas cosas que he hablado hasta ahora en el artículo, en una creación contemporánea no existe un criterio objetivable con el que poder establecer su valor, ni su precio, así que tampoco debería, a mi juicio, existir una remuneración objetivable, ejemplo de lo cual es el empleo de dinero, cuyo principal servicio fue el de objetivar un intercambio de bienes o servicios.
¿No puede cobrarse?
Yo no digo eso, lo que digo (repito) es que la remuneración de una creación contemporánea no debería ser convencional ni objetivable. Y ¿Qué forma hay de retribuir por un trabajo semejante y de tal manera? Ahí es donde tengo que reconocer que me atasco y no sé muy bien seguir.
En una performance que realicé hace tiempo, titulada Subasta, ya planteaba la posibilidad de usar bancos de tiempo, u otros medios de pago. Volver al trueque o la donación también han sido otras de mis propuestas, pero no tengo claro cuál ha de ser la manera en la que retribuir el trabajo del artista contemporáneo.
Creo que este debate sigue abierto y necesitando, más que nunca, de una respuesta o algún tipo de aproximación a la misma, dado que la financiación pública y subvenciones administrativas que hasta ahora venían siendo la principal fuente de supervivencia económica de este tipo de manifestaciones artísticas van a desaparecer de por vida (aunque ya eran bien exiguas).
Dejo sin contestar, lo sé, qué es un artista contemporáneo, aunque citaré una y otra vez a Joseph Beuys.
Voy a hacer carteles de clases part
iculares
están así
irregulares
como lo son las desdichas
dichas
dicho
sas
con tal de tañir
tan tan un son de porcelana
con los carteles
que haré
o ahré
para que parezcan
que no las imparte un doctor honoris causa
y sean atractivas al bolsi
llo
más exigente y menos abultado
porque vengo observando que
me lo paso mejor
dándole
clase
d’
andole
clase
con clase
a alumnos menos pudientes o de familias no demasiado acomodadas
pero sí lo suficiente
lo necesario y suficiente para que deseen y pueda
n
contratarme.
tengo que conseguir dinero
y es un apremio cada vez más duro y exigente
que me hace pensar poco en otras cosas para las que no
quiero tener que andar pensando en el dinero
dinero
dinero
dinero
dinero
dinero
y luego, un ratito de placer con mi amada
y luego, un ratito de estrés con mi amada
y luego, un ratito de comida con mi amada
y luego, un ratito de series con mi amada
y luego, un ratito de letras con mi amada
seis letras
6
y sus labios
y sus aes
sin cifrar
en lenguaje claro y distinto
para mí
Sé que lo que voy a decir no será muy agradable y que muy probablemente algún amigo se enemigue conmigo, pero es lo que debo decir.
Reciclar es malo. Medioambientalmente malo. No creo en el reciclaje. Es algo que en ocasiones digo y espanta a más de uno. He de reconocer que lo primero que a mí me espanta es que esto del reciclaje sea algo así como algo en lo que creer, porque lo es, nos venden o prometen una nueva vida para las cosas que hemos usado, adquirido y no reutilizado, para que participemos de una maquinaria de separación de residuos de la que somos la parte más eficiente.
Empezaré por aclarar conceptos:
Reciclar es, como todo el mundo sabe, la última de las famosas tres erres, la que menos importancia debería tener, la que casi no se llevase a cabo, salvo errores en las otras dos erres anteriores.
Y es que nadie parece acordarse de las otras dos primeras: reducir (el consumo) y reutilizar (hasta agotar las posibilidades… que son infinitas).
Siento, con el reciclaje, que es una invención empresarial que nos han vendido a través de nuestra buena intención, que hemos comprado para paliar nuestro sentimiento de culpa, y, para colmo, nos han vendido que nos toca hacerlo casi todo a nosotros, los clientes-usuarios-consumidores-ciudadanos.
Y cuando leo artículos como el de la OCU sobre el seguimiento de residuos electrónicos me queda casi la certeza de que es así. A nadie solivianta, salvo a quien ya está concienciado (y suele estarlo también con las otras erres) porque es algo que no importa tanto; es un poco como si aquel a quien doy una limosna se acaba inyectando cualquier cosa porque no he solucionado su problema, sino que he mirado para otro lado pero dándole algo para acallar mi conciencia.
Y vuelvo a las dos erres anteriores y a la que yo considero etimología de la palabra reciclar:
Pensando en el ciclo del que parece proceder la palabreja, me di cuenta de que no era tan bonito como cabía esperar (aunque se habla del ciclo de vida y esas cosas tan new age que no significan mucho), sino que parece referirse al ciclo de fabricar-comprar-usar-tirar-fabricar… Es decir, que las dos erres anteriores no pueden aplicarse porque se rompería el ciclo y eso es lo que no debe pasar bajo ningún concepto, parece ser.
Es decir, reciclando se está formando parte y fomentando la cultura del comprar-tirar-comprar, el hábito del «no importa lo que hagas, tus residuos puedes volver a comprarlos».
Para colmo, no se desglosa la labor del reciclado en sus varias partes, de manera que nos podamos dar cuenta de qué parte es aquella en la que nosotros podemos incidir: la separación.
Y es que de esta separación se nos hacen responsables, sabiamente, para que no podamos decir que si el reciclaje se hace mal no es por nuestra culpa. No es justo ni razonable: no se puede pedir que tengamos el conocimiento químico suficiente para realizar una separación de residuos ordenada en unas categorías cada vez más difusas (un tetrabrik tiene mucho más que solo cartón y aluminio, por ejemplo). Los materiales con los que se trata son cada vez más fusionados, papeles satinados (plásticos) junto con otros que no lo son, por no hablar de otros objetos más complejos.
Pero vuelvo a las erres anteriores. Por favor, táchenme de lo que quieran, pero no de antiecologista: el ecologismo responsable debe entender que la primera es la fundamental, hay que reducir el consumo. Aunque esto sea antisistema, porque lo es, dicho sea de paso, porque si se elimina la necesidad de consumir compulsivamente, nos veremos abocados a un mundo donde el capitalismo tal y como lo conocemos desaparecería y, claro, esto asusta. Esta crisis, by the way, va a servir para que tengamos que atender a esta primera erre, pero no como algo deseable, sino indeseable. ¡Qué pena!
Y la de reutilizar, ni hablamos: me junto con infinidad de frasquitos de todos los tamaños que uso y uso para tener contenedores de diversos alimentos frescos, pero no doy abasto. No tiro una servilleta sin que me haya servido al menos 3 veces, después la uso para limpiar la encimera, después, cuando ya está bastante sucia, para limpiar las juntas de los fuegos, que tienen mucha grasa y, por último, cuando ya la voy a tirar, me aseguro de que no se pueda dar la vuelta y usarla, aunque sea, para limpiar la parte interior del cubo de basura. Son además, un buen absorbente de comida orgánica, evitando que ésta tenga que ser retirada del cubo antes de un par de días. Es decir, reduzco la necesidad de bolsas de plástico.
Reciclo/Separo (confieso) tan solo algunos vidrios porque sé que su procesamiento es bastante fácil de hacer, barato, casi podría hacerse en casa, poco costoso energéticamente (no me meto en esto que es todo un tema bien documentado sobre el impacto ambiental derivado de un lavado de cara como este), y no todos los vidrios porque tengo entendido que algunos botes o vasos pueden anular todo lo acumulado en un contenedor porque fragilizan el producto reciclado final.
Por volver al principio y cerrar esta disertación desordenada y poco referenciada, diré que no es que sea malo malo, pero no me acaba de convencer. Aún no y en la manera en la que se hace tampoco.
Se olvida que las importantes son las otras erres, que rompen el ciclo, por lo que, sin ciclo, no hay re-ciclo. Prefiero romper el ciclo a formar parte de él.