Una forma ¿rápida? de saber si una mascarilla cumple requisitos

Me hizo gracia encontrar en este artículo un método para determinar si una mascarilla cumplía con los requisitos que debía cumplir para ser utilizada.

Mientras tanto me pregunto si no sería más fácil delegar la labor de determinar tal cuestión en un comité de personas que investiguen si son o no son válidas aquellas mascarillas comercializándose en un territorio, digamos, autónomo, ya sea federal, nacional, etc.

No creo que vaya a haber muchas personas verificando su adquisición de mascarilla (no siendo de alto riesgo o trabajando en sectores especialmente sensibles) mediante el método indicado en la gráfica, ese diagrama de flujo que tanto me gustan…

Ahí (aquí) lo dejo, por si nos toca hacerlo a lo largo de este entrante 2021 que se avecina apantallado por mascarillas que nos protejan de nuestras decisiones… y del virus, claro.

Errores

Yo al periodismo ya le pido poco en término de revisión de errores y comprendo (cada día soy más comprensivo, casi compresivo) sus habituales deslices por la premura con la que generan las noticias cada menos de 2 horas (son llamados diarios, pero alguna vez habrá que rebautizarlos como horarios).

A veces me arrancan, como en este caso, una sonrisa por pensar que si hace exactamente 48 años era el 7 de noviembre de 1948, estamos ahora mismo a 1996, lo que tiene su punto nostálgico, una especie de deseo «vintage» periodístico.

Ya pedir que no haya errores ortográficos o tipográficos parece un ansia por quimeras inasibles.

La cerería del niño del remedio no tiene remedio

Bajo el balcón de mi estudio hay una cerería famosa llamada «del Niño del Remedio» que está a la derecha de la iglesia homónima y que suele acumular colas de gente cada ciertos periodos en días clave religiosos, san loquesea o santa virgen de loquesea, pero está echando el cierre, quizá a consecuencia de la pérdida de clientes derivada de la criba que ha hecho el COVID-19 sobre la clientela habitual de la misma, o quizá tan sólo porque quienes la trabajaban han decidido que es más rentable su venta a cualquier otro negocio de los que menudean en el centro de Madrid.

A mí me encantaría saber que es por un declive en la fe que ha llevado a que los seres humanos sean seres racionales, pero no parece que esa sea la razón principal… pues quizá en ese caso tendría que haber cerrado la iglesia aneja y no va a pasar.

Parece mentira que lleven 20 siglos subsistiendo. A veces sí que creo que los milagros existen.

Cuando algo ya ni te extraña ni te parece perverso

Es lamentable que este tipo de prácticas a quienes estamos en sectores de servicios culturales, ya sea poesía, arte, tango… nos resulte completamente habitual:

Si cambiamos influencers por ayuntamientos, varios museos, certámenes culturales varios, incluso restaurantes; y cambiamos los lugares a los que pedirlo por poetas, artistas, bailarines… nos resulte de lo más normal, incluso en ocasiones se nos pide participar con cuotas (para formar parte de un libro, para llevar a cabo una acción que toca autofinanciarse…).

Y nadie se escandaliza.

Por supuesto, incluso el mismo sector se hace esto a sí mismo, y unas personas que se dedican a gestionar eventos culturales te ofrecen participar (ya sabes que va a ser sin dinero de por medio) y lo hacen con toda la buena intención del mundo.

Es lo más habitual porque lo que haces lo haces porque te gusta. Esta es la excusa para justificar un menosprecio absoluto por el trabajo en ese sector. Así que no es de extrañar que ahora (época de coronavirus/COVID o lo que sea) este sector esté al borde del colapso. En realidad ya estaba al borde de un precipicio que no parecía querer ver, pero ahí estaba. Ahora estamos cayendo en picado y según y quiénes, tendremos o no la suerte de caer en el agua o sobre una roca.

Si compraste un paracaídas porque sabías que iba a pasar… te llaman previsor.

Hace tiempo que escribí varios textos al respecto de ¿De qué vive un artista? o ¿de qué vive un poeta?, así como realicé una encuesta a diversas personas del ámbito cultural (véase que la misma es de hace ya tiempo, 2012) al respecto de cómo debía financiarse una performance.

No sólo no ha cambiado nada, sino que ha empeorado en el mejor de los casos. Y sin embargo seguimos. Ganas dan de tirar la toalla y yo he de reconocer que me he cansado de hacer cosas gratis y sólo las hago si me apetece mucho por amor… no tanto al arte, que lo tengo siempre, como a quienes organizan el evento en cuestión o a las personas vinculadas al proyecto.

Sí: Es preciso el amor al arte, pero no es preciso el amor a su divulgación, a su compartición con una sociedad que no valora el trabajo que requiere. Así que se puede amar uno o una a sí mismo o misma y autorregalarse (o regalar a otras personas amadas) el fruto de ese amor al arte.

No todo el monte es orégano, ni té verde

Esté pequeño botecillo de 50 gramos de té negro Earl Grey me lo trajeron mis padres (padre y madre, sin menoscabo) de la misma patria de Excalibur, cuando estuvieron visitando a su nieto, alias mi sobrino, en Exeter. Dijeron que era un regalo del infante y yo les dije que muchas gracias (en cualquier caso).

Estoy alargando su vida desde hace más de un año (confinamiento mediante) para disfrutar cada tacita, porque es verdaderamente delicioso. He comprado otros tés Earl Gray, los he tomado en sitios, cuando lo tienen, y este es único.

El otro día realizamos una compra para casa de varios tés e infusiones de una tetería a la que solía ir en persona, pero que dada la situación actual (alguna vez leeré esto y puede que no sepa a qué me refería) ha cerrado y sólo atienden online (en realidad tampoco, porque su servicio digital es penoso). Acabé escribiéndome en whatsapp con la propietaria de la tienda de tés que me trajo en persona el pedido de más de 50€ en tés. Para aguantar otro confinamiento.

Compré, entre otros, un par de Earl Grey (un Lady Gray también, que es una especie de sucedáneo light del Earl), pero no tiene ni punto de comparación con esta marca Whittard que acabé buscando en internet para ver si podía volver a comprar exactamente el mismo… pero no lo encuentro en España y la compra y envío desde Inglaterra alcanza la friolera de más de 18€/100 gramos… o sea, 180€/kg… que vamos, que luego dicen que el solomillo es muy caro, pero el té…

Pero, a pesar del precio, no descarto acabar volviendo a adquirirlo porque hay pocos tés que me hayan impresionado tanto como este.

Sydney’ko Gure Txoko

A esta camiseta le tendré siempre un cariño especial. Cuando llegué a Australia, allá por principios de los 90, aquel fue el lugar más amable que encontré y donde recibí más cariñosa acogida. Amén de comidas inolvidables, caseras, sin temor a la contaminación de una cocinera malaya que se mezclaba con las más tradicionales recetas vascas.

Aún conservo amistades de aquel lugar tan maravilloso al final de Liverpool Street llamado Gure Txoko que en euskera significa «nuestro rincón».

Acogedor como un rincón, cobijo de viajeros que respeten la idiosincrasia identitaria vasca, allí conocí a un grupo de personas con las que pasé unas navidades algo desoladas, vistiendo una chaqueta amarilla que dejó nota, queriendo besar a una muchacha de quienes todos estábamos enamorados, acabando por hacerme amigo de mi querida Elena A. Fraser (Ishwar gyani), que en aquella época era la persona más «desbocada» que yo había conocido nunca y hoy es masajista ayurvédica en Valencia.

La he usado menos de lo que habría querido, al menos fuera de la intimidad, pues en Madrid ya recibí improperios en el metro en cuanto vieron la bandera de la izquierda (la de la derecha no la veía nadie). Pero aún así, han sido 5 lustros acompañándome la vida.

En el último periodo la he usado hasta la extenuación, entre otras cosas porque su tela me encantaba y la altura de su cuello, pero se ha ido desgastando y empieza a ser imposible seguir usándola sin parecer un desarrapado… incluso para casa, donde Carmen demanda cierta vestimenta de respeto a la pareja (y yo también).

Y por ello ha llegado el momento de cantar una canción triste y dejarla ir, pero me quedarán las fotos y el recuerdo de una camiseta que comprime y contiene el calor y la gentileza con la que siempre he sido tratado en Euskadi y en ese rincón en un rincón del mundo.

IDA de OLLA

Que no nos engañen: lo que está pasando en el Madrid de Ayuso no es un desastre impredecible; es que están aprovechando un desastre para erosionar aún más los servicios públicos y conquistar espacios para las privatizaciones sanitaria y educativa. Un shock para «invitar» a los madrileños y madrileñas a que llevemos nuestros hijos a la escuela privada y nos hagamos seguros médicos con la Quirón.

Germán Cano

No me gusta que se menosprecie a políticos sean del signo que sea, porque, además de parecerme una pérdida de tiempo y una falta de respeto, se pierde el verdadero foco del problema: ¿Qué modelo de estado/sociedad queremos?

Nunca me he engañado al respecto de la competencia/incompetencia | bondad/maldad de la dirigente de la Comunidad de Madrid. No veo ahí el problema.

Si embargo, gran parte (la mayoría de los votos) de la gente de la comunidad defiende un modelo neoliberal (aunque luego no les importa intervenir en lo que consideran adecuado para salvar empresas privadas mal gestionadas con dinero público, sin criticar por ello la gestión privada) y conservador (aunque se vistan de un progresismo tecnológico) carente de escrúpulos ni moral que no sea la pautada por el rendimiento económico a corto plazo.

Que esos votos sean apoyados en partidos homófobos, machistas y racistas no es casualidad. Es compartición de ideario. Pensar de otra manera es ingenuo, igual que algo de ideario (poco, pero algo) comparten PSOE con lo que sea que tenga en la fracturada izquierda (MÁS-MADRID/Más-País/Menos-País/Ganemos/PCE/IU/UnidasDesunidasPodemos…)

Donde sí veo un problema es en que no seamos capaces quienes deseamos un modelo de sociedad/estado de resultar atractivos para una población sin insultarla, sin decir que no saben lo que quieren, que son ignorantes, incapaces de elegir la mejor opción política/económica. Porque con esto lo que veo es que no creemos en la capacidad de la democracia para alcanzar una mejora social.

Donde sí veo un problema es en que el modelo que se propone desde una «alternativa» socialdemócrata (ya no desde un comunismo algo trasnochado en sus discursos) no resulte atractivo, no sea capaz de convencer de sus bondades sociales y también económicas, aunque sea a largo plazo.

¿Por qué? ¿Por qué no hay autocrítica en los políticos de izquierda? No sobre sus objetivos, que pueden tener más o menos claros y que han de modificar a medida que las circunstancias lo requieran para satisfacer las exigencias de los poderes fácticos del estado en el sistema capitalista en el que estamos inmersos. Pero sí requerirían ser capaces de atraer a un electorado que sigue creyéndose que lo privado es mejor, que los funcionarios viven muy bien, que la gestión pública siempre es corrupta, que los políticos nos engañan…

No. IDA no nos engaña. (Como mucho disimula sus intenciones). Quiere una comunidad en la que toda gestión, toda iniciativa, sea privada, aunque con la debida sumisión de todo lo público si es necesario (Por cierto, ¿para cuando privatizar los bienes de la iglesia católica?). Lo sabemos. Sabemos qué modelo quieren: véase EEUU. ¿Creemos que sería mejor? Yo no, pero conozco mucha gente que sí lo cree. ¿Cómo puedo convencerles? A mí me cansa ya la discusión política. Estoy agotado. Tiro la toalla. Me avergüenza reconocerlo, pero así es.

A partir de ya, pongo un cubo para reciclar y tiro la basura, aumento el consumo, aumento la basura que tiro, pero muy organizado, tiro lo «orgánico» donde hay que tirarlo y ya está. Ya no lucho contra el sistema en este campo. ¡Que vengan nuevas generaciones a luchar por un futuro que puede que no me pille! Vergüenza. Sí. Vergüenza. Pero ni por esa impotencia que siento voy a dedicarme a insultar ni a banalizar el debate.

Poesía Tendencia

La poesía es la tendencia de esta temporada

Calentita, gustosita, agradable al tacto, o todo lo contrario: hay de todos los colores.
Hazte con ella en todas sus formas en los talleres de poesía y escritura creativa de Asociación Cultural Clave 53.

Hace años, la sobrina de Carmen, que es fantástica vendiendo y sabe cómo atraer seguidores (su cuenta de Instagram es un fiel reflejo de la afirmación), me sugirió esta expresión que seguramente sería atrayente, pero también mentira.

Es una mentira que la gente está deseando escuchar: que la poesía es «agradable», que «da gustito», que puede ser calentita o a tu gusto, incluso (y esto es lo peor) que es terepéutica.

Es una mentira que llena de seguidores las cuentas de quienes escriben ese tipo de poesía, esa «nopoesía«, esa «twittersía» que regala premios de Espasa y vende libros por millares.

Es una mentira de las que premia el sistema en el que vivimos inmersos.

Pero yo siempre he defendido que la poesía contemporánea (y el arte contemporáneo) sólo es interesante en tanto en cuanto busca revertir o subvertir la perversión del sistema. Para ello ha de buscar el riesgo, el peligro permanente, casi el fracaso pero sin garantías, sin ninguna garantía.

Quizá por ello no he querido nunca usar ese «anuncio» que podría ser muy eficaz, que podría conseguirme muchas personas interesadas en mis talleres de poesía.

Puedo engañarme diciendo que más adelante les mostraré que la poesía es incómoda, que es un camino de espinas y no de rosas, que no sana sino enferma, que la primera carta a un joven poeta de Rilke ya lo dice claro… pero no lo creerán pues todo lo que parte de una mentira, es mentira; es un edificio que se sostiene en barro. Y yo prefiero un cuchitril pero sobre granito.

Y sobre esa piedra, erigiré mi iglesia.

El culto a la poesía riesgo, la poesía valiente, la poesía prueba-y-error, la poesía sin esperanzas, la poesía sin panfletos, la poesía sin soflamas, la poesía desnuda y en lo oscuro, la poesía rota, la poesía en crisis permanente, la poesía sin futuro, la poesía libre, la poesía voladora, la poesía desalmada, la poesía interna y sincera, la poesía intensa, la poesía loca, la poesía racional, la poesía irracional, la poesía que niega el principio del tercero excluido, la poesía infinita, la poesía desagradable, la poesía insana, la poesía fría, hostil, desarrapada, la poesía triste y pobre, la poesía cuyas deudas sean con toda la poesía arriesgada, valiente, experimental, desesperanzada, fracasada que haya sido escrita y leída antes de generar nueva poesía arriesgada, valiente, experimental, desesperanzada, fracasada…

Uberificación Vintage

Llamamos a un uber
para ir a cenar con una amiga de Carmen.

No queríamos tocar la calle
por si un ramillete de ARN se colaba en nuestras entrañas.

Bajé al portal antes de recibir mensaje alguno
pero por si acaso me asomé a la calle
miré a ambos lados
y vi un vehículo extravagante
en mitad de la calzada.

Supuse que se apartaría
en cuanto llegase nuestro carruaje
que ya parecía tener algo de retraso.

Claro:
Las imágenes me delatan.
Este poema no tiene ningún misterio.

Distinguí el distintivo que indica que es un vehículo
autorizado por la comunidad de madrid
para transporte de personas.

Y verifiqué que la matrícula del mismo
coincidía con la matrícula del coche previsto
para recogernos.

Carmen no lo podía creer.
Quería fotografiarlo sin parar.
Yo me sentía algo avergonzado
no sólo por contribuir a la uberificación
de la economía
sino por ser el centro de atención
de una ciudad dormida.

Conversaciones con el conductor
como si yo entendiese de coches
dando por supuesto que ella no entendía
como si me interesase
aunque sí me apetecía saber
si ese curioso artefacto podía conducirlo
siempre que eligiese
y si eso le repercutía en una mejora salarial
intentado no sentirme mal
por contribuir a la uberificación
de la economía.

Al salir
nos permitió tomar una fotografía (4)
que presumían de una especie de episodio vacacional
en mitad de una ciudad
vencida
que llora miseria disfrazada de opulencia.

Enviamos las fotografías
contribuyendo a la difusión (intencionada)
de la apuesta por el postinaje
de la mentada compañía.

Esto no es una broma