Amistades peligrosas

Me llamó la atención leer el artículo de El País Amigos ‘yo, yo, yo’: cómo reaccionar ante quienes solo hablan de sí mismos, porque a medida que lo leía me iba quedando claro que el problema eran «Los Otros», nunca yo. A pesar de tanto «yo, yo, yo» del título del artículo, y es que encontré que nos dicen cómo evitar a esas amistades, pero no cómo dejar de ser uno de ellas, como si no lo fuésemos nunca.

Es una reflexión que cada día intento (no siempre con logros) hacer más: ¿Qué puedo cambiar EN MÍ para mejorar el mundo?

En lugar de perseguir cambiar a la gente (que nunca me incluye), aceptar a las personas como son, incluso si no me gustan (siempre puedo tomar la distancia que considere necesaria para no sufrir).

¿Es inmovilista? Puede ser. Pero es la manera en la que me encuentro a gusto en mi vida actualmente. Siempre habrá quien quiera cambiarme, y no pasa nada… pueden intentarlo. Aquí estoy. Inténtalo.

Hoy hace 8 años

No soy de esas personas
que están pendientes
de la climatología
y escuchan los partes meteorológicos
como quien asiste a misa.

Llevo semanas
consultando aemet
(agencia española de meteorología)
para saber si llueve
o no llueve
o cuánto llueve
pero siempre llueve
en este invierno gris
al que ya no estamos acostumbrados.

Hoy
veo este recuerdo
en una red social perversa
sobre la nevada que cayó
en Madrid
hace hoy
justo hoy
la friolera (nunca mejor dicho)
de 8 años.

No había habido COVID
No sabíamos qué era
estar confinados durante meses
en nuestros domicilios
simultáneamente
a las personas
de casi todo el planeta.

No había habido ChatGPT
con su arrolladora influencia
en las conversaciones
y las que están por venir.

Trump ya gobernaba un país amenazante.
Putin ya gobernaba un país ocupante.
Siria estaba en guerra.
Libia estaba en guerra.
Palestina estaba invadida
y descuartizada.
El Sahara seguía en manos de Marruecos.

Y nevaba.
Eso era la noticia.
Nevaba en marzo. En Madrid.

Hoy hace frío.
Hoy siguen Trump y Putin (y Ayuso)
en el poder.
Hoy hace frío.
Mucho frío.
Y esta tarde
el pronóstico del tiempo
afirma
que lloverá.

A golpe de click

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de Gaza
de Ucrania

hoy no toca hablar
de Libia
de Mali
de Myanmar

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de Trump
de Ayuso

hoy no toca hablar
de Kierkegaard
de Maxwell
de Curie

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de lluvia
de catástrofes

hoy no toca hablar
de entropía
de urbanismo
de predictibilidad

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de mercado
de algoritmo

hoy no toca hablar
de sueños
de ensoñaciones
de proyectos

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de ejércitos
de banca

hoy no toca hablar
de utopías
de ornitorrincos
de teatro

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de IA
de OTAN

hoy no toca hablar
de risa
de ilusiones
de longevidad

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de memes
de noticias

hoy no toca hablar
de manuscritos
de códices
de libros

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de youtube
de tiktok

hoy no toca hablar
de vimeo
de linux
de lapiceros

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de fútbol
de tráfico

hoy no toca hablar
de poesía
de tresillos
de tapicerías

conversaciones a golpe de click
en las que cada día
me aburro más

tiempo

tiempo
tiempo
te invoco
para conseguirte
para abrazar la ilusión
de inmortalidad
pero sé
que no llegarás
hasta que quieras
darme
tiempo
tiempo

y será demasiado tarde
y seré demasiado tarde
y seré no ser
demasiado
y
tarde

tiempo
tiempo
tiempo
te invoco
para acurrucarme a tu lado
y tocarte los pies
y rodearte de besos
y acariciar tu nuca
y mejillear tu espalda
pero sé
que no hay tiempo
que no hay energía
que no hay velocidad
que no hay posición
que no hay
tiempo
tiempo
tiempo

ni posibilidad
de invocación
a una entidad inexistente
que tan solo
es atributo de mi devenir
hasta que llegue
hasta que roce
la parca que no abriga

tiempo
te invoco
para incordiarte
a la hora de la siesta
y saber que estás
abandonándome
despacio
hasta
caer
del
mar
a
tiempo
para vivir otra vida
sin tiempo
para vivir otra vida
sin tiempo
para vivir

Mantenimiento

no me gusta el mantenimiento

tener que trabajar
para las cosas
para mantener las cosas
para evitar que se deterioren
o que envejezcan

no me gusta el mantenimiento

de los sistemas operativos
de los múltiples ordenadores que tengo
de los múltiples ordenadores
que tienen personas a quienes quiero
y a quien
les mantengo los equipos informáticos
más o menos
al día

no me gusta el mantenimiento

de las instalaciones de las casas
que habito
que poseo en propiedad sacrosanta
que en realidad
es solo una
pero que hay que mantener
cada día más meticulosamente
apartada de su decrepitud
su decaimiento
a pasos agigantados

no me gusta el mantenimiento

de mi cuerpo serrano
que está para pocos trotes
y ni hablar ya de galopes
y que se desmorona
día a día
paso a paso
sin dejar dudas acerca de
la llegada del invierno

no me gusta el mantenimiento

de cuentas pendientes
de cuentas electrónicas
de cuentas contantes
de cuentas cortantes

no me gusta

no

no me gusta el mantenimiento

de lo matérico
queriendo ser etéreo
como rayo de luna
que habría que mantener
en vibración armónica
para que no degenere
en onda corta
o algo similar

no me gusta el mantenimiento

ni tan siquiera
la palabra
mantenimiento

que me induce a pensar
en mentira
en impermanencia
en mantenibilidad
en insostenible
en acabamiento
en arrobamiento
en otros mientos

y en mi caducidad

Actualización forzada

En los ordenadores que uso para trabajar soy muy, pero que muy, conservador. Mantengo versiones de Linux Mint (basado en Ubuntu (basado en Debian)) de «Long Term Support», es decir, que no haya que actualizar a versiones posteriores más que una vez cada 4 años aproximadamente.

El sábado pasado me tocó comenzar la actualización en el PC de casa (que tenía la misma versión de sistema operativo que la del estudio, Linux Mint 20.3 – una) y esta semana tendré que actualizar a Linux Mint 22.1 – Xia la versión en el PC del estudio.

Linux Mint 20.3 ha sido de las más estables versiones de linux que he usado nunca. No quería cambiar, además de que tenía customizado todo lo posible de su aspecto, sin incluir extensiones molestas que ralenticen el equipo, pero resultando un aspecto bello a la vista y cómodo de uso.

Tuve un pequeño susto porque en casa no uso UEFI, sino una BIOS (antigua pero que lo soportaría) de las «de antes», lo que me complicó un poquito la vida al intentar instalar, sin darme cuenta, la versión de Linux Mint UEFI… y, claro, no arrancaba.

No quería perder el tiempo buscando cómo instalarlo con UEFI en mi BIOS (UEFI, en realidad) del 2012, porque tarde o temprano lo que tendré que actualizar es el hardware, a pesar de mi lucha contra el tiempo, así que proseguí con la versión «Legacy».

Afortunadamente, las particiones están separadas convenientemente, de modo que todo mi trabajo y archivos que puedan importarme están libres de ser «tocadas» por esta actualización, así que ese no iba a ser el problema.

Pero reconfigurar y reinstalar los programas que habitualmente uso (que son muchos) y sus peculiares ajustes hechos a lo largo de años sí que sería bastante molesto, para lo que dediqué una mañana entera revisando las aplicaciones que utilizo y escribéndolas en un pequeño archivo del que después extraer la información para reinstalar todo lo necesario.

Lo dejo aquí por si alguien (posiblemente mi yo del futuro) tiene la más mínima curiosidad:

 

sudo apt install synaptic gparted vim-gui-common openssh-server pulseaudio pavucontrol virtualbox vde2 virtualbox-guest-additions-iso

sudo apt install scribus inkscape krita shotwell gnome-color-manager imagemagick fontforge font-manager digikam gimp ttf-mscorefonts-installer gthumb fonts-ubuntu-classic

sudo apt install filezilla chromium calibre freeplane minder geany pdfarranger libreoffice-base libreoffice-math

sudo apt install audacious audacity clementine mixxx openshot pitivi kdenlive vlc shotcut spotify* ffmpeg

 

Además de estas, hube de instalar «manualmente» las siguientes aplicaciones:

  1. 0ad (sólo en casa, para jugar alguna que otra vez)
  2. fuse (GTK+): simulador de spectrum
  3. dropbox: cambiar la carpeta de Dropbox por defecto para usar la que yo quiera.
  4. megasync: redefinir las sincronizaciones
  5. chrome: configurar con mi cuenta de Gmail para tener acceso a varias páginas y contraseñas guardadas.
  6. opera
  7. vivaldi

Y luego las molestas herramientas para la administración como autónomo que no han desarrollado en condiciones, que siempre dan algún que otro problemita con Linux:

  1. configuradorfnmt
  2. autofirma
  3. DniRemoteWizard y cargar en los lugares apropiados el certificado electrónico en un PKCS12
  4. Verificar el correcto funcionamiento de los certificados y las herramientas de firma.

Contradicciones

Ofrecer al mismo tiempo (simultáneamente) una consola retro y hablar del poder de la IA y un sistema operativo que tarde o temprano será retro, será pasado, será obsoleto.

Esto resulta una de las contradicciones más absurdas de nuestro tiempo, queriendo aferrarse al pasado, lanzándose al futuro con la furia de Marinetti.

Podríamos ponerle galones de paradoja, pero no resulta más que una herramienta adicional del neoliberalismo (neocapitalismo) donde se vende hasta la experiencia del viaje al pasado como una boina del Ché.

El domingo tardé algo más de lo necesario en la actualización (a Linux Mint 22.1 Xia) de mi flamante ordenador personal adquirido hace la friolera de más de 11 años, debido a que no encontraba mi simulador de Spectrum (Emulator of the 1980s ZX Spectrum home computer and its various clones) en los repositorios desde la línea de comandos.

¿Edadismo?

No sé si estas hojitas que venían con este recuadro para solicitar «tu edad» son algo inapropiadas, teniendo en cuenta las advertencias del Ministerio de Sanidad que afirma:

El edadismo fue un término acuñado por Robert Butler en la década de los 60 para referirse a los estereotipos y prejuicios existentes en relación a la edad. Las investigaciones sugieren que la discriminación por motivos de edad puede ser ahora incluso más generalizada que el sexismo y el racismo y tiene graves consecuencias

No sé si me parece exagerado que sea un tipo de discriminación comparable al machismo y/o racismo.

No obstante, sí sé que me molestaba bastante esta frase en esta pequeña porción de unas hojitas de colores que tenían como primera frase algo así como «¿Qué te hace feliz?»

Me pregunto si la edad es un factor determinante para recibir la respuesta y, sobre todo, si era necesario usar un imperativo «Dinos» para solicitar algo que, salvo causa justificada, no habría de ser solicitado.

No tengo ningún problema con reconocer mi edad que puede calcularse sin problemas contando desde el 3 de junio del año 1967 de la era común, pero había algo perturbador en esa reclamación de datos personales (por muy anonimizados que puedan estar) que me llevaba a imaginar la segregación por edades como una realidad plausible.

Eso no quita para que sea consciente de que el paso de los años está segmentando mi entorno social, entre otras cosas, por el mero hecho de la desconexión progresiva (que no prograsista) con las nuevas generaciones: su marco cultural me es ajeno y el mío a ellas. No compartir referencias cinematográficas, musicales, televisivas, históricas… me hace sentir algo desconectado paulatinamente del mundo del que, como dije en alguna ocasión, cada día formo menos parte.

Apple y la obsolescencia

El otro día estuve pegándome con un iMac que Jaime me dijo que ya ni arrancaba.

Yo, optimista siempre con esto de la tecnología, me dispuse a ver si podía sacarle partido a las partes del equipo rescatables, a pesar de que tampoco es que fuese mucho: 1Gb de RAM (en 2 módulos) y un disco duro de 250Gb.

Quizá, me dije, incluso podía repararse la fuente de alimentación o alguna batería… y el equipo podría usarse para un precioso Linux sobre iMac, a pesar de que seguro que eso también iba a ser complicado.

Pero el punto de arranque es que estos equipos están pensados para no abrirse nunca, para tener destornilladores de todos los tipos y colores, para ser delicado y asumir que, lo más problable, este equipo nunca vuelva a funcionar.

Así que ha conseguido que me dé por vencido antes de empezar (tan sólo intentado ver si era accesible la fortaleza en cuestión), a pesar de encontrar un manual maravilloso para este equipo.

https://es.ifixit.com/Gu%C3%ADa/iMac+Intel+20-Inch+EMC+2105+and+2118+Power+Supply+Replacement/1098?lang=en

Por otro lado, este vídeo de alguien que decidió hacer algo parecido a un iMac conectado a una pantalla externa o, incluso, accesible vía red, también fue inspirador para pasar una mañana de lunes descansando de los quebraderos de cabeza de la semana pasada y el fin de semana.

Odio (y admiro) la mentalidad de los equipos Apple. No sé si alguna vez acabaré por tener alguno de mi posesión.

De momento, sigo amando (y odiando) los PC con Linux sin otra alternativa.

Fin de semana cargadito de actividades

Hoy viernes tenemos convocado el evento de Té y Poesía (N’Clave de Po(esía)) que venimos convocando desde hace décadas y que algunas veces me desespera por el ánimo egomaníaco que algunas (pocas) de las personas que asisten insisten en defender, hasta el punto de que me planteo (no me lo planteo realmente) cobrar dinero a quien quiera leer sus propios versos, sin aportar lecturas ajenas.

El sábado, Carmen tiene convocado un intensivo de Tango Argentino que puede que finalmente salga adelante con bastante poca menos gente de la que sería razonable si se tuviese en cuenta el nivel que tiene como profesora.

Su curso de Iniciación al Tango Argentino de 6 horas es de lo mejor que he conocido desde el punto de vista docente o pedagógico, pero parece ser que hay muchas personas que quieren aprender tango en unas 3 horas, de modo que 6 parecen excesivas.

Y por si nos pareciera poco, el domingo tenemos Práctica de Tango (N’Clave de Tango) que venimos convocando también desde décadas y que realizamos en una nueva sala que seguro que será del agrado de la inmensa mayoría (y una minoría protestará por alguna razón que desconozco, aunque puede ser por tener demasiado en la vida).

Pero eso sí, alguien me acabará diciendo que vivo como quiero, que «sarna con gusto no pica» y cosas parecidas que me desmotivan aún más de esta vida a la contra que me empecino en vivir… sarnoso todo.

Esto no es una broma