Comienzo de «Cada día más silencio»

Hoy comienzo el proyecto «Cada día más silencio» que podría comenzar cualquier día y terminar cualquier otro. Al fin y al cabo, los calendarios son arbitrarios.

Consiste en escribir la frase «Cada día más silencio» a modo de mantra (cada día soy más espiritual, aunque matérico y materialista) una vez al día sobre rectángulos de cartulina negra de dimensiones aproximadas 10x21cm con lápiz negro Faber Castell 2B.

Por la otra cara de la cartulina escribiré frases que tengan que ver con la voluntad de permanecer en silencio o, cuando menos, dando menor importancia a lo que afirme, hasta el punto de que introduciré cada una en un sobre sellado y fechado que permanecerá indefinidamente cerrado.

Realizaré esta pequeña (diminuta) acción diariamente de lunes a viernes, salvo excepciones, desde hoy hasta que concluya las 81 piezas de cartulina. 81 veces «Cada día más silencio», que intentarán convocar el silencio al mismo que manifestarán mi deseo de abandonar la afirmación ruidosa, la posición expresa, el grito, que será, parafraseando a Oe, silencioso.

Recuerdos de Taramundi

Llegar a casa y recibir esta postal escrita con tanto cariño por unas personas de un pueblo en el que veraneamos desde hace tres años me hace especial ilusión porque me hace sentir que estamos haciendo algo bien al dejar huella, no solo en el paisaje, sino en la gente.

Personas que seguramente nunca le han escrito una carta a un turista de los incontables que visitan su bonito pueblo deciden escribirnos, poner un sello, lanzar esa botella de agua al océano que hoy en día es escribir postalmente.

Y nos llega.
Y nos llega.

Dos frases para dos acepciones diferentes de la palabra llegar.

Nos llega a casa.
Nos llega al corazón.

Llegamos y no acabamos de llegar:

Algo se nos ha quedado en los bosques de Taramundi, algo se nos ha enredado en sus cuestas inefables, algo se nos ha enganchado en las sonrisas de los parroquianos, algo se nos ha detenido en el reloj de la iglesia, algo…

AI AI AI AI

Tarde o temprano me tenía que aparecer publicidad en el muro de facebook que me animase a usar la inteligencia artificial para que escribiese.

El anuncio no tiene desperdicio:

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Las negritas (mías) lo dejan bien claro: esta propuesta no le sirve de nada a quien quiere escribir, a quien necesita escribir. Esto es útil, o puede serlo, para quien quiere VENDER.

No digo con esto que no esté bien vender, ni que lo que vaya a crear (aunque esta palabra es otra cosa distinta a lo que se propone y yo usaría un mucho más «humilde» hacer) sea malo per se, pero lo que sí digo es que esto no tiene nada que ver con la creación, con el placer o el dolor que quien lo realiza (o lo vive) experimenta.

Pone sobre el tablero el debate ya casi olvidado de qué es la creatividad, pero sigo siendo admirador de las palabras de Isidoro Valcárcel Medina, quien habla no tanto de «creatividad» como de actitud creativa, es decir, de vivir de manera creativa, actuando creativamente.

El mensaje publicitario no miente: afirma claro y distinto en su penúltima frase: Empieza a ganar dinero con lo que sabes… o lo que ChatGPT sabe.

Quizá por eso no acabo de verle el interés (ni simple ni compuesto) al uso de esta herramienta, que me consta que otras personas sí están usando para ayudarles en su experimentación creativa.

Hubo un tiempo…

Hubo un tiempo en el que organizaba talleres al aire libre, talleres de creatividad en la naturaleza, talleres de fin de semana de convivencia… y eran tan bonitos…

Esta foto, cuya fecha exacta es irrelevante, es de aproximadamente el año 2009, creo que en Riaza, o la comarca de la Vera extremeña, donde organicé diversas jornadas dedicadas a la experimentación creativa. Yo era 15 años más joven. Bueno, todo el mundo era 15 años más joven.

Convivir con un equipo de mentes con ganas de crear generaba un ambiente único, intelectual y afectivamente hablando.

Quizá no por casualidad la totalidad de las personas de esta foto siguen siendo mis amistades, algunas de ellas muy próximas.

A veces añoro aquellos tiempos por la energía de la que yo disponía. La falta de problemas físicos que me simplificaban la vida…

Pero sigo rodeado de personas, eso sí, cuyo calor me reconforta y me hace crecer.

Estoy deseando ver en qué evoluciona la relación con las más de 30 personas que actualmente asisten a los Talleres de Poesía Contemporánea que defiendo desde hace ya tanto tiempo.

Este curso, si no estoy mal de salud, propondré alguna que otra excursión más o menos convivencial para generar, aún más si cabe, ese vínculo que lleva, en algunos casos, más de 10 años fraguándose a fuego lento.

Buscar salas para presentaciones en Madrid es un infierno

Nada que debiera sorprendernos en este mercado ultraliberal de alquileres de espacio para turismo masivo…

Madrid está perdiendo toda posibilidad de hacer cultura a nivel de calle, pues las salas que quedan, cada día menos, son elitistas pues pueden elegir a quién y qué ofrecen su espacio cotizado a precio de oro.

Las bibliotecas municipales muchas veces ni responden a las propuestas y tienes que acabar tirando de amiguetes o gente a quien conoces que, de momento, aguantan algún local más o menos alternativo con poca esperanza de continuar vivos y aforos reducidos.

Eso sí, siempre con la sonrisa de quien sabe que ofrece todo lo que puede y, muchas veces, a precios asequibles, irrisorios, gratuitos… Y entonces me reconcilio con este rincón del mundo por el mero hecho de encontrarme a estos seres generosos y valientes.

Gracias a Dora por prestarnos, otra vez, su espacio Covington Gallery para la presentación del próximo libro que la editorial Edita Clave 53 va a presentar el 11 de octubre de 2024.

Ternura, delicadeza

no sé si será ternura
o delicadeza
la palabra que estoy buscando
para incluirla en un eslogan
que diga:

ternura es revolución

o

delicadeza es revolución

o quizá
matizándolo
afirme que la actitud más valiente
y revolucionaria
que se puede tener en estos días
en estos años
es la ternura
es la delicadeza

cualquiera de las dos palabras
seguramente
dicen lo que quiero decir

piden
al mundo
un imposible
una utopía
un sueño
una ambición
un cambio
radical
revolucionario

tanto
como para hacerme llorar
como para hacerme reír
como para hacerme feliz
como para hacerme vivir

ternura
o
delicadeza
son cualidades
que no cultivamos
con la debida diligencia
porque les damos poca importancia
no dan dinero
no dan prestigio

pero
si el universo
se llenase de repente
de ternura
se llenase de repente
de delicadeza
sería mucho más agradable
vivir en él

¿o no?

Poesía de colorines

Con esta bonita imagen comienzo la campaña de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53 este curso 2024-2025, después de 22 años de andadura en los que he ido ganando madurez, pero también perdiendo algo de frescura.

Esta pintura fue realizada sobre una puerta encontrada en las proximidades de la sede que tuvimos entre el 2003 y el 2008 en Calle Campomanes, 8. Seguramente a varias manos (Toni, Bea…) y muchos, pero muchos, corazones.

Le tengo cariño especial y quiero que ese cariño se refleje de algún modo en este inicio o. más bien, reinicio de temporada.

Volver a la rutina

Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden inquietante hasta acomodarse en un aterciopelado devenir de los días entre el calor y la calma, entre la soledad y el bullicio, entre la espalda y la pared.

Volver a la rutina me gusta tanto como volver a la runita.

Volver a la rutina es una forma de volver al norte, a la brújula, a la guía, a la orientación, al camino…

Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden inquietante en los que parece que nada va a volver a ser como era, sin saber cómo era.

Volver a la rutina es jugar otra vez con los juguetes rotos de cada día, recordándome que soy otro juguete roto con el que algo que no soy yo parece no divertirse.

Volver a la rutina me gusta tanto como volver a la vida después de haberla dejado en suspenso durante unas semanas en las que habité un silencio monacal acompañado. Muy bien acompañado.

Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden alimentario en los que parece que ya he olvidado cocinar, que no lo disfruto como antaño.

Volver a la rutina es teclear esta entrada en un diario desactualizado y desacralizado terminando a las a las 13:35, después de haber pensado muy mucho qué decir sobre la rutina e incluso después de haber publicado un hallazgo inesperado en una red social para aparentar más intelectualidad de la que realmente siento.

Volver a la rutina es mentir una y otra vez o errar y no herrar al comentar que había terminado esta entrada a las 13:35, siendo ya las 13:36.

Insultos indiscriminados

Ayer, una persona de cuyo nombre no quiero acordarme, en una red social que no era conocida por ser la más hostil, me escribió un mensaje privado preguntándome que si yo no contestaba a desconocidos.

Le pregunté (porque en realidad (en «la» realidad) no le conozco) que si éramos desconocidos y me dijo que sí, pero que eso podía cambiar, que me había propuesto (no sé cómo ni por qué cauce) que acudiera a una reunión que organizaba para visitar algunos puntos clave de Madrid, supongo que hablando por el camino.

La cuestión es que me dio por mirar su perfil para ver de qué o cómo nos conocíamos y encontré un sinfín de mensajes en los que insultaba «sin querer» a toda persona que no opinase como él, cayendo, en multitud de ocasiones en despersonalización o deshumanización como se supone que hace un régimen totalitario o uno que aspire a crear las condiciones para que este régimen se dé.

Alguna vez llamaba «borregos» a quienes, al contrario que él, creyeron (yo me incluyo, visto lo que vi alrededor) que el COVID o la COVID había sido una pandemia global. Es decir, quería invitarme a mí, borrego según sus palabras, a charlar (no balar) con él. Harto estúpido el tema, pero qué le vamos a hacer.

En otra ocasión, «neandertales» o protohumanos a quienes decidían votar en las elecciones no suponiendo (al contrario de lo que él «sabe con certeza») que todos los partidos sean iguales o sean movidos por intereses tenebrosos fruto de la confabulación sionista (sic). Así que también aquí desea citarse con seres, según sus propias palabras, infrahumanos, para charlar con ellos.

Evidentemente, esta persona y yo tenemos poco en común, allende algún punto en el que podamos estar de acuerdo: el fuego era también usado por los neandertales. Pero no quiero, en ningún momento, quedar con él para que me «ilumine» y consiga, así, «ver la luz» que ahora mismo me es negada por mi propio aborregamiento.

¡Qué desesperación esta la de la crítica tan salvaje y ad-hominen!

Personalmente, no quiero saber nada de Milei, ni de Ayuso, sino de sus políticas, porque sí, sí hay diferencias entre las distintas propuestas políticas. Y lo que está haciendo Ayuso en Madrid no es fruto de la demencia ni de la maldad: no nos engañemos, es una voluntad intencionada de acabar con los servicios públicos. Y se está votando eso. Así que asumamos que el problema no es Ayuso, como no lo era Esperanza Aguirre, el problema es que se vote esa inmediatez irreflexiva de conseguir liquidez sin pensar en el futuro, en un futuro en el que la infraestructura que hemos fabricado a lo largo de medio siglo de democracia social se desmonte sin más alternativa que una falsa meritocracia neoliberal que se fundamenta en una ilusoria igualdad de oportunidades para hacer dinero con el que pagar los derechos.

Este párrafo sobre IDA y Milei y la socialdemocracia va en relación a las muchas veces en mi entorno social (algo rojillo) en el que se critica a esas personas perdiendo el foco en ilusionar y convencer a quienes han de desear un modelo distinto del que estos dirigentes con tintes autoritarios desean implantar y «nos venden».

Entérate de todo en 10 segundos

Demencial la propuesta:

En resumen, ten un conocimiento tan superficial como sea posible pero ten la sensación de que lo sabes todo, de que estás enterado de todo, de que estás al día de toda la actualidad, así, sin más ni más, en cinco minutos.

¿Para qué dedicarle más tiempo? ¿Para qué profundizar? ¿Para qué los reportajes, los documentales de varias horas monográficos? ¿Para qué wikipedia?

El País Exprés patrocinado por Longines te garantiza tu omnisciencia en décimas de segundo, sin sufrimiento, sin esfuerzo, sin tener, ni siquiera, que leer.

«La EvAU es el problema». Dicen algunas voces.

En el tiempo que he podido tardar en leer ese anuncio sobre el express… me ha dado tiempo a leer las dos bandas verticales laterales que me invitan a comprarme un Audi A3 Sportback… y seguir con la velocidad y la superficialidad: ¿Qué más da si contamina? ¿Qué más da de dónde vengan y a qué coste sus componentes? ¿Qué más dan las condiciones laborales de sus trabajadores?

Saber algo de esto requeriría mucho más que minutos… y yo no los tengo porque tengo que ir a comprarme el coche y leer el artículo sobre el fichaje de ese señor y una ley de protección de menores. Todo en una especie de gazpacho periodístico pantagruélico.

Y así seguimos.

Esto no es una broma