¿Poeta?

jobsathome

Me ha llegado un email que dice
estos cinco minutos cambiarán mi vida
aunque prudentemente no dicen si a mejor o a peor
procedente de una cuenta de correo
que se denomina Jobs at Home (trabajos en casa)
y no se me ha ocurrido pensar en cocinar
ni en planchar o en lavar los platos
ni tan siquiera en arreglar la instalación eléctrica
sino
siempre
siempre
en casa
pienso en ser
Poeta.

Y ya no pienso más.

Desproporcionada represión

El sábado día 6 de febrero hubo un espectáculo de títeres en horario infantil en el que, en un momento dado, aparecía una pancarta (no conozco con precisión el contexto) en el que figuraban las palabras GORA ALKA-ETA.

Gora
(Imagen del artista visual y activista artístico Hilario Álvarez)


Ese mismo día, interrumpiendo la actuación, la policía intervino y ahora mismo están encarcelados los titiriteros en cuestión.

ENCARCELADOS.

Es decir, que por algo semejante se pueden pedir penas de cárcel sumarial, por vía rápida, por intervención directa. Para eso se llama terrorismo a lo que se llama terrorismo.

Hay infinidad de casos que están en procesos de resolución con muy poca gente en prisión por ellos. Véase casos contra el PP (hay tantos que es difícil enumerarlos como casos aislados, por más que insistan) o los casos contra los aledaños de nuestro monarca.

No son de «enaltecimiento del terrorismo», que es una figura legal muy conveniente, pero tampoco son baladí aunque no son urgentes y nos recuerdan permanentemente que hay que saber tener paciencia con los procesos legales. Que la ley lleva su tiempo. Pero no parece que sea así siempre.

Hay enaltecimientos de la violencia de muy distintos modos, algunos presuntamente legales, o legítimos, como la intervención armada en un país con la pretensión de que tenía unas armas de destrucción masiva que no fueron nunca encontradas, pero ahí queda, sin juicio alguno. No ya detenciones ni encarcelaciones.

Hay enaltecimientos de violencia fascista en cada ocasión que a los manifestantes de la más extrema derecha (que son votantes del PP por falta de otra cosa más afín) se los ve por las calles con banderitas preconstitucionales, pero nadie parece ofenderse como para que aquello acabe en prisión de nadie.

Sin embargo, es oír la palabra ETA y como ante la peste todo el país parece ponerse de acuerdo en su inmediata y contundente CENSURA.

Hasta este punto están las posturas tan afiladas en este terreno que no me atrevo a publicar mi opinión en FaceBook ni similar pues es más que probable que derivase en una diatriba terrible de desafecciones e incluso insultos.

Este país dista mucho de entender qué quiere decir libertad.

Sobre si la programación del evento (dado su contenido) era inadecuada para la ocasión, quizá no tenga mucho que opinar, salvo que muchas de las cosas que ocurren con un contenido mucho más indeseable desde mi punto de vista lo hacen en esos horarios.

Pero claro, para mí es censurable que una institución como la iglesia católica, con casos de pederastía no condenados con la contundencia debida, con una homofobia declarada abiertamente, con un machismo que se refleja hasta en la naturaleza de la misma jerarquía, tenga patente de corso para ejecutar eventos que considera adecuados para menores… y yo no lo considero en lo más mínimo, por no hablar de la enseñanza en colegios concertados (religiosos) la mayoría de los cuales son financiados por el estado (laico).

Pero todo eso no es violencia… o no es enaltecimiento de la violencia contra un colectivo. Parece ser.

El MIEDO en este país está instalado en todos los rincones pero no es equitativo. Muchos tenemos razones para tener miedo mientras algunos saben que son inmunes a cualquier condena o sanción. Ahí están los hinchas de fútbol semana a semana… y no pasa nada. Nada de nada. Por supuesto, ahí están los banqueros estafadores (supongo que no lo son todos) o los políticos corruptos o los monarcas vinculados con tráficos de influencias o abusos de poder, ahí están los expresidentes de gobierno irresponsables y violentos, hasta para incitar a una guerra que no se llamó así para eximir de participación al entonces rey en la toma de decisión o de responsabilidad.

Los votantes tenemos MIEDO.
Los usuarios tenemos MIEDO.
Los ciudadanos tenemos MIEDO.
Los poetas tenemos MIEDO.
Los músicos tenemos MIEDO.
Los feministas tenemos MIEDO.

Porque sabemos que es probable que algún día acabemos, por algo inapropiado, por algún desliz, multados, MULTADOS, ipso-facto, enjuiciados, sancionados y puede que, sin mucho más… ENCARCELADOS.

Tengo tanto MIEDO que vivo ATERRORIZADO. Pero este terror que siento no lo provocan terroristas, sino mi gobierno, el que representa o ha representado a la mayoría de los españoles. Esos que jamás (por mayoría) serán acusados de enaltecimiento del terrorismo ni mucho menos encarcelados.

Hoy no hago más que recordar a la Bruja Avería de aquella maravillosa Bola de Cristal que se emitía en horario infantil, gracias a la cual, posiblemente, me atrevo a pensar con libertad, aunque me dé miedo manifestarlo. La Bola de Cristal fue cancelada por emitir un programa en horario infantil que se consideraba inapropiado… pero nadie, entonces, fue a la cárcel.

Hoy vivimos un macartismo mucho más duro que entonces, aunque tengamos la sensación de que podemos comprar más colores en las tiendas… nuestra libertad no ha aumentado, en el mejor de los casos. Y no parece que avancemos.

Lucha

lucha para no caer en la apatía
lucha para evitar la locura
lucha para enviar el mensaje de esperanza que el mundo necesita
lucha para ganar
lucha para perder
lucha para envejecer luchando que es viviendo
lucha para vivir luchando que es envejeciendo
lucha para esquivar las balas del olvido
lucha para conseguir un mejor sitio junto al árbol de la ciencia
lucha para gobernar tu propia vida como si fueses libre
lucha para ser libre
lucha para ser
lucha

lucha para no caer en la desidia
lucha para entorpecer el paso del tiempo cuando el tiempo solo es tiempo
lucha para agradar
lucha para agrandar los límites de tu mente desbocada
lucha para hacer un universo más habitable
lucha para recuperar la humanidad
lucha para no perderla
lucha para no luchar más
lucha para luchar siempre
lucha
o
no

¿Verdaderamente Facebook me aporta tanto?

Cada día pienso más y más acerca de la inutilidad de la información que se vierte en las redes sociales compulsivamente y si no estoy, yo mismo, contribuyendo a ello.

Hace tiempo que reduje (últimamente no ha desaparecido de todo, cosas de las elecciones) la lectura de prensa, pues la sensación era más de desasosiego que de calma o información necesaria. Pero sigo en FaceBook. Sigo como un usuario particular que no puede manifestar sus opiniones abiertamente como usuario particular puesto que se trata de un lugar demasiado común y descontextualizado como para hacerlo con un mínimo de rigor o de sentido.

Me digo a mí mismo (como si pudiera decírmelo a otro mismo que yo) que lo utilizo con moderación y con el objetivo último de apoyarme en la divulgación de información (publicitaria) sobre mis talleres de poesía, así como para mantener el contacto con personas que están lejos (siempre de mí), amigas argentinas, chilenas, australianas, alemanas, pero algo no me acaba de convencer.

En otras ocasiones afirmo utilizarlo para «distraerme» del agotador trabajo solitario de creador, como estas ocasiones en las que comparto algo sobre lo que esté investigando o profundizando en mi muro sobre clasificación de lenguas o parecidos proyectos, pero algo me dice que es un indicador de una mala acción pues si necesito «distraerme» podría buscar otras formas de hacerlo, como, entre otras, dar un paseo.

Las cuestiones sobre lo que debe o no debe hacer esa compañía con mis datos y lo que puede o no ser utilizado en mi contra ante un tribunal me da, no ya miedo, sino casi diría que asco. Pero lo estoy aceptando voluntariamente, al fin y al cabo, Facebook es otra más de las puntas de lanza del capitalismo más neoliberal posible en el que lo que ha triunfado es la marca, por muy vacua que esta sea.

Y así sigo, en una incertidumbre o una duda que dista mucho de ser metódica. Pero cada día que alguna persona querida o admirada desaparece voluntariamente de esa red social (o de otras) siento una punzada de envidia, un aguijoneo de alejamiento de este griterío instalado en la población de la red (y no sólo).

Creo que me sentiría solo, pero por otro lado, cuando paso largas temporadas (como casi dos meses de verano) desconectado de esta página azul y blanca, siento más conexión conmigo mismo, con cierto mundo y algo menos con otro mundo.

No sé qué quiero hacer. No lo tengo claro. Pero apunta a que mi futuro estará en otro sitio. Y quizá, en otra actividad. Pero esta es otra historia…

Ahorrativo hasta la muerte

Cuando veo una película de guerra o una serie de acción trepidante en la que se producen violentos altercados que terminan con la muerte de un personaje, es inevitable que piense en algún momento en la entropía.

Hay una drástica disminución de entropía en un organismo que pasa del «estado vivo» al «estado inanimado».

Pero voy más allá, me detengo a pensar en la cantidad de cosas que se tiran a la basura cuando alguien muere y no doy crédito: su vestuario dañado posiblemente a causa de la violenta intervención, me parece lamentable. No mataría a nadie por no estropearle la vestimenta. Hay gente que ha trabajado para que ésta esté en perfecto estado o en un estado usable, aun imperfecto.

Por no hablar de los ritos funerarios con su consabido derroche de protección de una masa cárnico-ósea a la que ya no es posible seguir considerando humana. Madera talada para ser enterrada (no es peor opción que la de ser incinerada, produciendo una innecesaria cantidad de energía fruto de la combustión del material orgánico) y ropa que se descompondrá inevitablemente bajo la tierra, pero que ha llevado trabajo (y por ende energía) fabricar.

Puede parecer trivial, pero si no me detengo en estos pensamientos muy a menudo es porque no voy por ahí matando gente. No obstante, el despilfarro de balas, de armas de distintos calibres y otros asuntos similares no dejan de formar parte de nuestro cotidiano, lo sepamos o no, pues es preciso conocer cuánto se gasta en generar artículos cuyo único propósito es ser destruidos. Y después de saberlo intentar combinar este dato con la lectura de este texto y ver si ha dejado de resultar ridículo.

La ridiculez, no lo olvidemos, es muy, pero que muy relativa.

Elecciones

El domingo volvió a ganar Primark
volvió a ganar Doña Manolita
volvió a ganar Zara
volvieron a ganar Lefties y demás.

Hoy sigue ganando la falta de respeto
el insulto
la agresión
la crispación
la intolerancia
justificado por la pasión
el impulso
la defensa de la justicia con ardor
con demasiado ardor.

Siguen ganando las prisas
la urgencia
la velocidad
el arrebato
la facilidad
hasta la simpleza.

Nunca gana la reflexión
la flexión
la meditación
la duda.

¿O sí?

La tontería en las redes sociales

Es fascinante ver cómo es comentado y felicitado un comentario simplón, tontarria, banal, diría, sobre mis hábitos de vida y costumbres, sin entrar en debates que podría haber generado, al estilo de «pues tú también harías black friday para comercializar tus productos» o del más profundo: «la economía capitalista actual demanda la existencia de un consumo permanente para no colapsar».

blackfriday

El jueves puse esta frase tonta en el facebook, sin mucho acierto, y ha llegado a ser una de las publicaciones que he tenido más impactantes. Está claro que interesa el mensaje simple, sin mucho trasfondo, facilón, y no un sesudo tratado sobre el modo de vida capitalista ni mucho menos una descripción detallada de mis hábitos de consumo.

Es parecido a ese estupor que me produce tener un nutrido número de seguidores en instagram, sin saber a dónde me dirijo.

Black Friday

Mañana en el gran Black Friday
voy a ahorrar un montón
no comprando nada.

Voy a aprovechar las ofertas de las rebajas de enero
para no comprar lo que no necesito.

Esperaré a las de agosto para evitar adquirir
otro objeto superfluo.

Por supuesto, lo pagaré todo con lo que gane
estas navidades
en la lotería.

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Eso dicen
después de haber cumplido muchos años
viviendo en casas propias
con dispositivos electrónicos
que hacen hasta tostadas
y un horizonte de vida
de más de 40 años por delante.

Cualquier tiempo pasado fue mejor
era algo que se decía
poco después de la muerte de Franco
para evitar el progreso político
en el que este país desgarrado
entraba a pasos de enano gigante.

Cualquier tiempo pasado fue
mejor
sin cánceres
ni problemas acuciantes de financiación de pensiones
ni problemas de integración interétnica
ni problemas derivados de un paro galopante
con algún que otro problemilla
eso sí, olvidado,
de desnutrición generalizada
de enfermedades no detectadas
de carencias económicas y afectivas insoslayables.

Cualquier tiempo mejor
fue pasado
porque el que está por venir
el porvenir
aún no es un tiempo
aún no puede ser mejor
aún no puede ser peor
y la crisis
y la crisis
y la crisis
y en cualquier tiempo pasado
éramos más jóvenes
y vivíamos mejor.

El futuro depara
prepara
nuestra última morada.

Esto no es una broma