Vamos, perseguir tus sueños.
Me preguntas ésto como si yo supiese más que tú sobre ello. Como si alguien supiese más que tú (en tu vida). Y no tengo ni idea. Te lo aseguro. Pero, por ver si puedo arrojar algo de luz, descompongamos el problema. Se trata de 3 preguntas y voy a contestar (desde lo que sé o he vivido) una a una:
Dejarlo todo
No me gusta la idea de dejar lo que he hecho, sino más bien de ir acumulándolo. Pero he de reconocer que he ido procurando hacer a lo largo de mi vida cosas que me gustan.
Bueno, hubo un tiempo en el que no (trabajaba de administrador de redes y sistemas UNIX de una gran empresa financiera), y entonces sí lo dejé, pero luego lo eché de menos (por no hablar del hecho de tener una nómina a final de mes, cosa sin la que no me acostumbro a vivir después de más de 10 años sin ella). Ahora intento incluir en mis poemas material informático, como cuando programaba, hago copias de seguridad de todo mi trabajo artístico, incluso he conseguido algún trabajo en la gestión de eventos de Performance Art gracias a ello, además de que aprendí muchas cosas que me resultaron muy útiles cuando quise organizar la gestión de la Asociación Cultural que fundé: Clave 53. Sin mi paso por esa época no habría sabido hacerlo.
Pero lloraba en el sótano, donde estaban los servidores, y aquello era intolerable. No sufrir. Me parece algo básico, pero que se olvida con frecuencia: distingo entre sacrificio, esfuerzo y sufrimiento. Esto último… NO, ¡nunca! (al menos nunca más)
A veces, ahora, me tienta dejar de hacer mis talleres de Poesía, porque no me dan mucho dinero y sí mucho trabajo. Es cansado, agotador, buscar sala cada año, enviar emails para conseguir nuevos alumnos, animar a los que están, imaginar nuevas formas de crear, plantear nuevos retos, pero al mismo tiempo seguir manteniendo una constante perseverancia por la disciplina que implica participar en un taller de escritura. Cada año, por estas fechas, me planteo, en parte, la pregunta que me haces, pero luego sé que quiero seguir, que no sé muy bien por qué, pero sin esos talleres, que defiendo a capa y espada, lo pasaría mal, estaría más triste, en resumen: sufriría. Así que sigo adelante y lo intento otro año más.
Te aseguro que sería mucho más rentable que me centrase solo en las clases particulares, por no hablar de otros posibles trabajos (volver a trabajos más convencionales como consultor o comercial tecnológico, por poner un par de ejemplos). Pero estaría más triste… y no me apetece vivir así.
Curiosamente, dejar mis clases particulares no me lo planteo, porque cada día me gusta más. Y has tenido mucho que ver, así que te estaré agradecido siempre. (Inciso: ayer comencé una clase con una chica en Embajadores que estaba en el conservatorio, toca la trompeta, y me acordé, cómo no, de ti).
Empezar de 0
No creo que se pueda. Siempre se tiene algo encima… Podemos pensar en cambiar el origen de coordenadas, por decirlo así, pero en realidad, la vida tiene historia. Es lo que nos hace que tomemos decisiones desde donde estamos. Eso sí, siempre, en el fondo, estamos en ese origen de coordenadas y nos toca tomar decisiones constantemente. Y cuando lo olvidamos, la función comienza a decrecer (por seguir con la metáfora matemática).
O sea, que lo que te he dicho no es cierto: en realidad, siempre empezamos de 0, cada mañana es un nuevo 0, un nuevo origen, un lugar de página en blanco para escribir un nuevo libro que se está escribiendo todo el tiempo.
Hace tiempo había una pregunta circulando por ahí, en redes sociales, que era algo así como ¿y tú, qué quieres hacer en este nuevo día? Preguntarse esto cada día es fundamental… pero cansado. Sería más fácil tener claro qué quieres hacer en los próximos 10.000 años, por ejemplo, pero también un poco más aburrido. El día que lo sepa, creo que no querré seguir viviendo. Para mí, vivir es tomar esa decisión cada mañana.
(Algo personal: Por ejemplo, cada día sé que estoy enamorado de mi chica, cada día. Me gusta saber que lo decido cada día, cada día, nuestra relación empieza de 0, no es una relación que ya se da por sentada, por asentada, por estable… tengo que conseguir que ella me quiera cada día, y sigue siendo fácil, aunque no lo entienda, pero el día que no ocurra, pues habrá que pasar a otra cosa)
Solo tener lo que te hace feliz
Bueno, esto en realidad (matemáticamente hablando) también son 2 preguntas:
- tener lo que te hace feliz
- que esa cosa sea única (por lo de solo)
Y el problema primero, aunque no lo parezca, es que no creo que tenga una única cosa que me haga feliz. Tengo varias e intento hacerlas todas, pero no tengo tiempo material para realizarlas. Algún proyecto que me encanta (estoy haciendo una clasificación filogenética de todas las lenguas que hay o ha habido en el mundo) me llevaría un tiempo que, seguro, sobrepasaría el que voy a vivir.
Tener lo que te hace feliz: Bueno, supongo que te refieres a hacer lo que te hace feliz.
Al menos, para mí, tener (lo que sea) no me hace feliz. Hacer, sí.
No hacer lo que me hace feliz me hace infeliz, así que no hay mucho que decir: no quiero ser o vivir infeliz.
Hago lo que me hace feliz casi todo el tiempo. No puedo pensar que se pueda vivir de otra manera. Aunque, en algún momento de mi vida lo hubiera olvidado y estuviese un tiempo haciendo cosas que no me hacían feliz, pero me dieron dinero. Eso es algo bueno, me dieron cierta solvencia con la que poder, ahora, hacer lo que me hace feliz sin pensármelo mucho. Vivo el resto de mi vida así y no me planteo lo contrario.
Pero, y si me hubiese planteado esto con tu edad, antes de tener una casa propia pagada, por ejemplo.
¡Madre mía! ¡Qué pavor!
En cuanto a perseguir los sueños…
Lo más cerca que estuve fue que pensé en hacer filosofía, algo que era claramente inútil, y hasta mi profesor de filosofía me recomendó que no lo hiciese, que estudiase algo «práctico», que siempre estaría a tiempo de estudiar filosofía, mientras que químicas o matemáticas (que también quería estudiarlas) no eran fáciles de empezar después de 5 años de una carrera de letras.
Le hice caso y estudié Química, pero como no debía ser demasiado «práctico», pues acabé estudiando cuántica, lo más inútil posible dentro de las ciencias. Y luego matemáticas… que tampoco son demasiado útiles.
Pero ya iba teniendo añitos y quería irme de casa de mis padres, tener independencia económica, así que acepté trabajar en un centro de investigación y desarrollo de Inteligencia Artificial. Fue una época interesante en la que aprendí muchísimo, aunque con el paso del tiempo acabé perdiéndome en la necesidad económica (ya era necesidad) y ese perderme me llevó a abandonar sueños como el de ser profesor en un instituto de matemáticas (ese era mi sueño, sí).
He de reconocer que tenía sueños más realizables que los tuyos (a primera vista) pero quién sabe. Quizá no sea tan irrealizable perseguir el sueño de ser pianista (si es que ese es tu sueño). Pero a veces hay que pensar si ese sueño, cuando se hace real, sigue siéndolo. Sobre todo, antes de borrar cosas que también te pueden gustar o te gustan.
Ufff… hacer convivir los sueños con la realidad es todo un desafío.
Hay que perseguir los sueños. Sí, sin duda ninguna.
Pero hay que encargarse de que sean sostenibles, de que los podamos sostener, porque si no es posible que dejen de ser sueños y pasen a ser pesadillas. ¿Cómo se hace? Y yo qué sé. Cada uno lo hará según pueda, supongo.
Conozco amigas que se lanzaron a bailar danza clásica cuando todo el mundo les decía que eso era inviable, que no podrían continuar más allá de unos años, pero mira, ahí siguen, luchándolo y viviéndolo en un sueño agotador a veces, pero que sin el que serían infelices.
Una de mis mejores amigas es informática y también cineasta. Tiene una lucha permanente en su vida por el ganar dinero de algo y vivir para su sueño… entonces, coge un trabajo de informática, dura un tiempo, vuelve a dejarlo y hace un corto o edita vídeocreaciones. No tiene resuelta su vida, no sabe qué hace con ella. Ahora está en Hamburgo, viviendo con su chica, y pensando en volverse. Tiene más de 30 años y no tiene ni idea de contestar a esas preguntitas que haces.
Carmen (mi chica), sigue luchando por ser profesora de Tango y Bailarina, aunque no sabe si esto de bailarina le acaba de gustar, o no le gusta o tiene pánico escénico, y es una lucha permanente, una lucha a la contra en un mundo, en un sistema, en el que es fácil perseguir sueños si son los que producen rendimiento económico. Pero no siempre felicidad.
Mi mejor amigo chico (tengo pocos amigos chicos), es pintor y grabador, ya bastante consagrado, sus cuadros cuestan más de 6.000 euros, pero es muy difícil venderlos, así que vive como puede y es agotador. Tuvo la plaza fija como profesor de Grabado en la Facultad de Bellas Artes. Era el profesor más joven que había ocupado esa plaza nunca. Pero quería perseguir su sueño de ser pintor y no profesor… y lo hizo. Le cuesta, te diría que mucho. Es de las personas más trabajadoras que conozco, con la disciplina de la que hablaba Picasso, que decía: «Que la inspiración te pille trabajando». Trabaja sin parar y no siempre con posibilidades de conseguir una remuneración directamente proporcional a sus horas de trabajo. Pero si no trabajase en ello sería infeliz.
Te podría enumerar decenas de amigos y amigas que viven y luchan por conseguir sus sueños, pero cada uno y cada una lo hace como puede.
Por ser algo práctico (por una vez y sin que sirva de precedente) te diría que aumentes tus posibles fuentes de formación de cara al futuro… pero ¿qué pasa en el presente? Eso, la verdad, solo lo sabes tú.
O sea, en resumidas cuentas: No te he respondido, ¿verdad?
Lo siento, pero, igual es que es uno de esos problemas que no tienen solución…
En respuesta a una pregunta formulada por
mi ex-alumna, Marta.
¡Cómo me alegra que se haga estas preguntas!