Identidad virtual

Personalizamos y nos identificamos con dispositivos, como cuando decimos que me he quedado sin batería como si mi móvil fuese todo mi yo, como si realmente tuviese o tuviésemos (pasar de plural a singular es para disminuir la omnipresencia de mi ego) una batería química que se carga y se descarga aunque no queda nada claro de qué manera se almacena esa carga (presumiblemente) energética.

Nos cargamos en vacaciones, nos descargamos en el trabajo y, alguna vez y es más grave, con algunos amigos nos descargamos…

Decimos estar sin conexión o frases como no tengo cobertura (y no de la seguridad social) como si uno de nuestros dispositivos encargados de conectarnos o cubrirnos no lo estuviese haciendo, pero ¿a qué nos conectamos?

Y entonces surge lo sorprendente: respondemos que nos conectamos a Internet o a una red de telefonía móvil y nos olvidamos de que eso es solo el medio y no el fin: ¿a qué deseamos conectarnos? ¿a otros dispositivos o a otros seres humanos?

Confundimos el medio con el fin (en temas económicos es aun más obvio y dañino) y lo peor es que acabamos olvidando el fin, nos quedamos sin objetivo y nos agobia que no funcione el medio hasta que, habida cuenta del error mencionado, nos sentimos aislados, solos, inconexos.

Pero no lo estamos: basta con mirar a los ojos a quien tienes cerca para darse cuenta de que, con la verdadera conexión, es imposible desconectarse del mundo.

Propósito


Ayer encontré esta imagen en el muro de FaceBook de mi conocida/amiga Nuria Moreno y mantuve con ella el siguiente diálogo:

Giusseppe Domínguez Qué claro queda lo que vengo haciendo desde hace décadas!!!

Nuria Moreno jajaj, qué profeta!!! :))

Giusseppe Domínguez No hago más que mirarlo pensando que lo que no queda demostrado es que realmente intersecten los cuatro conjuntos…

Nuria Moreno pero Giuppe! si lo tenías clarísimo desde hace décadas…a ver explícate… (…la mente siempre haciendo difícil lo fácil… ) Para mí, misión, vocación, pasión y propósito son prácticamente iguales… y tiene que ver con el don que me satisface desarrollar y ejercer, y que los demás necesitan…

Giusseppe Domínguez Es una búsqueda de horizonte, una vida utópica… pero lograr que me paguen por lo que amo, que lo que hago bien tenga algo que ver con lo que el mundo necesita… no sé si tienen una intersección no nula. Voy haciéndolo forzando a los conjuntos a crecer, a ampliarse hasta encontrar ese deseado solapamiento. Pero no creo haberlo logrado completamente por el momento.

Nuria Moreno bueno… hay personas que no cobran por lo que hacen bien y los demás necesitamos o admiramos o disfrutamos. Tal es su generosidad o su falta de confianza, según se mire… de lo necesario o beneficioso que es lo que hacen. Pero seguro que les viene de vuelta…y si no se materializa, en bienes materiales, en este mundo de materia en que vivimos… en donde se queda entonces? en el mundo de las ideas? en lo meramente utópico? El ARTE ELEVA, EL ARTE si no sana no es arte, y todo lo que crea y sale del corazón es ARTE. El mundo necesita el arte. El arte de cada uno y el arte de todos, porque todos somos creativos y todos necesitamos desarrollar y manifestar nuestro potencial para ser felices. :))) por qué no defender eso que sabemos hacer bien con un precio, por qué no ponerle un valor, o aceptarlo cuando llega? quizás tenemos demasiadas creencias erróneas con respecto a esto…o demasiado miedo, o no nos acabamos de valorar lo suficiente… bueno, no se si va por ahí tu comentario…aquí va lo que a mí me inspira…

Pero luego sentí que tenía que esforzarme más en realizar mis razonamientos, mostrándolos con imágenes, como últimamente parece estar en boga desde el auge de estas redes sociales en las que las imágenes se han comido los argumentos.

Necesitaba hacer un dibujito en el que los cuatro conjuntos estuviesen en diversas disposiciones, como por ejemplo, completamente disconexos, completamente intersectados, en el caso de que coincidiesen todos y cada uno… voy a perder un rato de mi tiempo haciéndolo… (otro día, que hoy se me ha atragantado el uso del GIMP y el Inkscape)

Conjuntos:
A :: Lo que amas
B :: Lo que haces bien
C :: Lo que el mundo necesita
D :: Por lo que te van a pagar

A ∩ B :: Pasión
A ∩ C :: Misión
B ∩ D :: Profesión
C ∩ D :: Vocación

Como corolario, se propone que el propósito ha de ser
A ∩ B ∩ C ∩ D :: Propósito

Parece obvio y, como le dije a Nuria, llevo mi vida intentándolo, intentando hacer que estos conjuntos tengan una intersección no nula. Quizá uno a uno y no todos a la vez… pero es el dibujo que más claramente ha dibujado el plan de mi vida de cuantos me he encontrado nunca.

Aun así, yo me estoy preguntando desde ayer algunas cosas al respecto de este diagrama de Venn:

¿Qué conjunto es A ∩ D?
¿Qué conjunto es B ∩ C?
¿Por qué (A y D) o (B y C) están en extremos opuestos del dibujo?
¿Es lo más difícil que te paguen por lo que amas o que ames aquello por lo que te pagan?
¿E igualmente lo que haces bien está tan reñido con lo que el mundo necesita?

¿Qué ocurriría si A ∩ B = A (=B)?
¿Qué ocurriría si A ∩ C = A (=C)?
¿Qué ocurriría si B ∩ D = B (=D)?
¿Qué ocurriría si C ∩ D = C (=D)?

Más aún, ¿qué ocurriría si otras intersecciones de triadas de conjuntos fuesen el conjunto total? o en el caso extremo, ¿si la intersección de todos ellos fuese el conjunto total o el conjunto vacío?

¿Qué ocurriría si A ∩ B = ??
¿Qué ocurriría si A ∩ C = ??
¿Qué ocurriría si B ∩ D = ??
¿Qué ocurriría si C ∩ D = ??

Igualmente para los no planteados (A ∩ D) o (B ∩ C). Y las múltiples triadas. Combinaciones de 4 elementos tomados de 3 en tres.

Hay muchas disposiciones posibles de estos cuatro elementos topológicos, hay realmente muchos subconjuntos derivables de las diferentes combinaciones posibles. Son combinaciones sin repetición de cuatro elementos, tomados, de 1 en 1, de 2 en 2, de 3 en 3 y de 4 en 4.

Se pueden calcular con la fórmula siguiente:

En el esquema básico del dibujo, no nos dan nombres para los conjuntos siguientes:

A ∩ B ∩ C :: Entre Pasión y Misión
A ∩ B ∩ D :: Entre Pasión y Profesión
A ∩ C ∩ D :: Entre Misión y Vocación
B ∩ C ∩ D :: Entre Profesión y Vocación

Me gustaría tener más tiempo para poder juguetear con dibujos hechos en una herramienta que permita dinamizar los conjuntos y sus relaciones. Creo que sería una herramienta muy útil para saber en qué momento vital estamos, qué necesitamos, que deseamos… cómo somos… una gran herramienta de eso que se ha venido en llamar personal coaching… pero que es un poco de sentido común desarrollado con alguna parafernalia matemática que debería estar siempre formando la base de nuestra concepción del mundo, ayudándonos a comprenderlo, a comprendernos, a explicarnos…

De momento, he pasado un grato rato jugueteando con los conjuntitos, sin tener en cuenta la posibilidad de que los conjuntos pudieran ser algo más complejos, como fractales, o, simplemente, disjuntos, no simples círculos… ¡ay, cuánto añoro la topología!

El monopolio y el bipartidismo

Oigo hablar desde muchos ángulos criticando el bipartidismo PP-PSOE que, efectivamente, no es ni siquiera muy bi (de 2) partidismo, puesto que a penas se diferencian. Algunos amigos y algunas amigas lo critican como causa de que la democracia no esté representando con verosimilitud una pluralidad mucho mayor en lo directo, en las diferencias que, realmente, existen.

Pero yo me pregunto porqué no se cuestionan estas mismas cosas cuando confunden Internet con Google, cuando confunden sistema operativo con windows, red social con FaceBook-Twitter, web con internet, blog con web…

Quizá es un problema de buscar simplezas, respuestas simples ante mundos complejos, mundos que, gracias a su complejidad, nos dotaban por primera vez en la historia de herramientas que podrían hacernos ser más libres, más poderosos, más hábiles.

Pero requieren esfuerzo, requieren luchar un rato a la contra, como contra el bipartidismo, ese tan falso que no, que no, que no nos representa…

Voy a aclarar un par de cosas:

Internet es una red pública basada en un protocolo de comunicaciones (IP) que lo único que hace (simplificando) es asignar un número a un dispositivo, habitualmente un ordenador. Que la gestión de muchos de sus competencias, como la asignación territorial de esos números o la conversión de los mismos a nombres sea privada no significa que la red sea privada. Que haya redes privadas que utilicen ese mismo protocolo asignando números con esos mismos formatos, no significa que internet sea privada.

Pero, sobre todo: Internet no es la web.

La web, lo que la gente llama la web, es un conjunto de servidores que operan atendiendo un protocolo (HTTP) de la familia de protocolos TCP/IP. Así, podríamos decir (simplificando) que la web está incluida en internet, pero no al revés. Esto significa que no deberíamos dejarnos caer en la simpleza monopartidista de pensar que en Internet solo hay web. Hay otros muchos protocolos que se usan para cosas tremendamente útiles, como POP/SMTP, FTP, varios VoIP…

Y esta simpleza se lleva aún más lejos y más peligrosamente cuando se asocia Internet (ya simplificada a solo web!) a una empresa, como es el caso de lo que está consiguiendo Google. Hasta llegar a afirmarse que si algo no está en google… Google no es Internet: Google es un servidor de los servicios web.

Pero bueno!!!! Google es (entre otras cosas) un servicio de búsqueda en la web, es decir, está incluido en un gigantesco maremagnum de servidores web, dentro de los cuales no es más que uno más, un servidor avanzado, un buscador, un portal de búsquedas y servidor de correo electrónico asociado, pero no es y no deberíamos decir que es Internet. Y pedir que me borren de google no es pedir que me borren de internet… ¿se entiende?

Me encuentro cada día más gente que busca todo, incluso lo que sabe dónde está, en google… haciendo de esta herramienta la llave para acceder a Internet. ¿Nadie es consciente del peligro de dar esta llave de algo público a una empresa privada?

El correo electrónico de la inmensa mayoría de la gente es de google (gmail) o microsoft (hotmail) y a nadie parece preocuparle mucho: es como si el planeta entero fuese bipartidista. Y esto es mucho más grave que la mierdita PPSOE que solo afecta a españa.

Y qué decir de los famosos servicios de redes sociales, como FaceBook o Twitter, que desean eclipsar a las otras dos empresitas mencionadas anteriormente. Una red social no es Face o Twt… este invento de las redes sociales no es más que un servidor web con una base de datos muy sofisticada, poco más que un servidor web con un gestor personalizado de contenidos, esa herramienta orwelliana que hace las maravillas de estados que deseen saber detalles íntimos de sus ciudadanos por voluntad propia.

Pero no me preocupa, de nuevo, qué cosa sean, sino que solo haya 2 o 3 famosas usadas por una enorme cantidad de la población mundial. Y son privadas. Son 2 empresas privadas.

Y qué decir del mundo de los sistemas operativos donde Windows ha conseguido una cuota del mercado de más del 80%. Y junto con MacOS, casi llega al 95% de los sistemas operativos de personal computers, alias PCs.

Y son otras 2 empresitas… las que representan el uso operativo de los ordenadores del mundo entero. Así que lo del bipartidismo PPSOE sigue palideciendo hasta parecer insignificante.

¿Por qué tenemos esa necesidad de homogeneizar?

Es cierto que se mejoran las cosas si se pueden hacer compatibles, especialmente en lo tecnológico, pero se podrían fabricar estándares compatibles que puedan ser usados por varios (colectivos, empresas, organismos), como ocurre con la tecnología IP, o el protocolo de comunicaciones HTTP, sobre los que es fácil desarrollar múltiples navegadores, por ejemplo, que repartirse la cuota de mercado, pero incluso así, la gente desea reconocer siempre el mismo entorno, encontrarse siempre ante las mismas formas, así que para qué cambiar.

Pues aunque solo sea por eso, por obligar al mundo a ser un lugar un poco más complejo, más diverso, donde la diferencia no sea solo algo superficial a eliminar o minimizar, sino algo a recuperar como un valor, un bien, un pro y no una contra, una dimensión a explorar en lugar de verla como un obstáculo a superar.

No creo que con este pequeño artículo haya profundizado sobre la raíz del problema de esa necesidad de homogeneizarse, de ese sentirse usando lo mismo que los demás, pero sí espero haber sido capaz de hacer entender que a aquellos que nos preocupa la falta de representación por un sistema bipartidista sean capaces de entender que deben aplicarse a des-simplificar sus vidas en muchos otros frentes.

De esa acción autocrítica nacerá una mayor comprensión de aquellos que adoran los sistemas bi o mono partidistas.

¿o no?

Vacaciones

¿A qué le llamo vacaciones?

Es raro tener que definir las vacaciones, como si no fuesen obvias, pero ocurre que cuando alguien trabaja en algo que le apasiona tanto como para no dejar de hacerlo, no parecen tan apetecibles.

Surge entonces la pregunta de ¿para qué las vacaciones?

vacación. (Del lat. vacat?o, -?nis). 1. f. Descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. U. m. en pl. 2. f. Tiempo que dura la cesación del trabajo. U. m. en pl. 3. f. p. us. Acción de vacar (? quedar un empleo o cargo sin persona que lo desempeñe). 4. f. p. us. Cargo o dignidad que está vacante.

Y claro, de la definición del diccionario, deduzco que poco se ha pensado en el trabajo no remunerado que se realiza como forma de vida, como parte esencial de la vida, como algo para lo que se vive y no algo que agota la vida, que aliena, que no alimenta, sino que es un mero medio para conseguir un dinero (u otro tipo de retribución) con el que lograr hacer más fácil la vida.

El tipo del trabajo al que estamos acostumbrados desde que, en épocas del tardío neolítico, se produjo la especialización, que, según la wikipedia, vendría a ser:

División del trabajo es la especialización y cooperación de las fuerzas laborales en diferentes tareas y roles, con el objetivo de mejorar la eficiencia. Aunque es consustancial a toda actividad humana desde la prehistoria, se intensificó con la revolución neolítica que originó las sociedades agrarias y aceleró de modo extraordinario su contribución al cambio tecnológico y social con el desarrollo del capitalismo y la revolución industrial.

Es más, en esta misma enciclopedia, sin reparos de llamarla tal, tenemos que su principal desventaja es respecto a la motivación en el trabajo, donde la división del trabajo puede concluir en la pérdida de interés en el mismo, por su relativa simplicidad y la suma de actividades repetitivas al producir.

Esto me lleva a pensar que ando buscando una forma de vida algo paleolítica en el siglo XXI. Lo cual no parece cuadrar bien con la idea que tengo de mí de un ser moderno, actual, casi post- cualquier cosa… pero claro, también me lleva a pensar que las reparaciones de sistemas que están evolucionando forman parte de la fase de ajuste que acerca a una hipotética idónea situación mediante un movimiento sinusoidal de amplitud decreciente.

No encuentro una curva ejemplo, pero es esa en la que una línea que sale del origen sube hasta superar un cierto límite horizontal, para luego bajar hasta descender por debajo de esa línea y volver a subir superándola, y volver a descender sucesivamente en una sucesión de ondas cuyo hipotético límite está en la cercanía completa a la recta, a ir co-recta-mente, como en inglés, cuya separación entre recto y correcto no existe.

Volviendo al tema…

¿Para qué quiero vacaciones si vivo como me gusta vivir cada día de mi vida? (Añadiré un más o menos por aquellos días que no me gustan, pero que también existen en periodos vacacionales).

Pues no lo sé. Desde hace años me empeño en contestar a este pregunta y no sé la respuesta, pero tampoco creo que sea muy importante.

Acercándome a una definición, o al menos a una aproximación, dije el otro día a mi amigo Ernesto que yo sé si estoy trabajando si tengo el móvil y otras conexiones abiertas y ejerciendo su función de conectarme con el mundo, por ejemplo, durante los fines de semana suelo apagar el teléfono móvil, o suelo no mirar mi correo electrónico y, por supuesto, no pasear por el maldito escaparate que acaba resultándome ser FaceBook. Así que dedico más tiempo a actividades introvertidas, o compartidas con los íntimos, como familiares y amigos.

Pero luego veo cómo trabaja Iván Araujo y me sorprende ver que él lleva a cabo esta labor de separación de actividad conectante cuando está trabajando y no tanto (aunque también) cuando está de vacaciones… también algo difusas, por otro lado, y siento cierta envidia, ciertas ganas de introvertirme más y más, hermitarizarme, vertirme hacia mí y hacia mi trabajo no remunerado más que con el placer de saberlo hecho…

Y me da algo de miedo pensar el límite al que me puede llevar esa actitud. Ese límite aislante, individual hasta ser casi individualista, solitario en demasía…

Volviendo al tema…

Este año, y por año entiendo curso, resulta que he sido retribuido en dinero en mayor medida que otros y, por otro lado, he ido perdiendo algunos de mis alumnos, con lo que lanzar cursos en el mes de julio o septiembre resulta agotador y hasta oneroso, como ya me pasó el año (y por año entiendo curso) pasado.

Según esto, no tendré clases particulares, no tendré talleres de escritura, no moveré ningún intensivo… y dedicaré mi tiempo a vacacionar… pero este blog… este diario al que considero trabajo: ¿lo mantendré? Y mi proyecto de lenguas al que tantas ganas tengo de dedicar mi tiempo, ¿lo seguiré haciendo? ¿qué es para mí estar de vacaciones? ¿qué es para mí trabajar?

Hummmm…

Supongo que puede tener que ver con hacer más que de costumbre lo que me dé la gana… pero, ¿y cuando lo que me da la gana es algo relacionado con mantener un compromiso?

Iré respondiéndome sobre la marcha, olvidaré mis rutinas artificiales, mis intentos de mantener disciplinadamente un ejercicio… y haré, día a día, lo que me dé la real gana… hummm….

No sé si lo tengo claro.

Desde el 1 de julio al 31 de agosto publicaré en este diario de manera irregular, imprevisible y, seguramente, no diario… supongo. Aunque así ya no será un diario.

Tío Pepe

Que lo quiten, que lo quiten…

Dicen por ahí que el cartel del Tío Pepe es un símbolo de Madrid, de los madrileños y ni siquiera pienso desmentirlo, pero quizá sí cambiar el tiempo verbal: fue.

Era un símbolo del Madrid de la diversión basada en un bar (-eto) en el que mojarse el gaznate con un manzanilla baratito, mientras se fumaba un cigarrito con un bocata de calamares más o menos grasiento.

Hoy encuentro un Madrid bien distinto, donde la diversión se basa en locales (de diseño) cool que abren sus puertas con seguratas en las que consumir un cóctel más o menos luminoso acompañado de una minitosta de paté de ricacholuá con mermelada de pastiche caramelizando una pieza de sandía de la Martinica, midiendo todo ello la friolera de 2 centimetros cúbicos, todo light, todo guay, todo koooooool, todo i-Pollas.

En este Madrid que veo cada día, vintage (=falso), new age, hipertecnológico, no veo otro símbolo mejor que una manzanita blanca de esas del difunto Jobs.

Y si no nos gusta, quizá deberíamos pensar en qué tipo de madrileños (y madrileñas) queremos ser. Es momento, como todos, para la reflexión… y, de paso, por qué no un poco para la lírica…

Ayer Mateo me enterneció

Mateo es un alumno al que doy clases desde hace años y a quien cada día tengo más cariño. Es una pena, me encariño con los alumnos sabiendo que si hago bien el trabajo, dejarán de ser mis alumnos. Pero es más penoso no encariñarse, así que opto por lo primero sin pensarlo dos veces. Y además, si se trata de gente a quien querría tener entre mis mejores amigos desde su más tierna infancia, mejor aún.

Ayer, después de decirme la semana pasada que lo iba a hacer, me presentó el trabajo que estaba preparando para su clase de audiovisuales: iba a hacer una presentación de la historia del cine en blanco y negro. Podía elegir cualquier tema: fútbol, la playstation, el skate… y ¡eligió el cine! ¡Y juro que yo no le influí en lo más mínimo!

Le puse de tareas encargarse de ver las siguientes películas para documentarse durante el fin de semana:

Llegada de un Tren a la Ciudad, de los hermanos Lumiere, 1895.

[youtube_sc url=http://youtu.be/tz_l8JDYXmc]

La primera película de ficción: Viaje a la Luna, de Georges Mélies, 1902.

[youtube_sc url=http://youtu.be/dxB2x9QzXb0]

El surrealista y sorprendente Perro Andalúz, de Buñuel, 1929.

[youtube_sc url=http://youtu.be/DREePfBA_ik]

Nosferatu, por el expresionismo, de Murnau, 1922.

[youtube_sc url=http://youtu.be/rcyzubFvBsA]

La lista no era exhaustiva, pero sí bastante representativa de un comienzo que quedaría truncado por la irrupción de la prosa prosaica… Quizá fui algo tendencioso, pero es inevitable en todo educador, así que es mejor asumirlo.

Y, después de vistas todas, lo que hizo como un buen amigo que es, casi diría, le pedí que viese también y para ayudarse a preparar el enfoque de lo que quería presentar, las películas más actuales sobre el tema:

Y también las vio.

Pero lo que realmente me enterneció, más allá de su presentación, que hizo en tres minutos delante de un cuadro del salón de su padre, con muchas ganas por mi parte de grabarle, fue lo que sucedió cuando seguimos estudiando estadística.

Leyendo sobre un tabla de pesos de bebés al nacer, le pregunté por la clase modal y me respondió que qué era eso y que si él había estado en la clase modal, es decir, la más «normal», aunque no es lo mismo, pero sin entrar en detalles de medidas de dispersión, me dijo: ¡No! ¡Yo no quiero ser normal!

Le habría abrazado en ese preciso instante. ¡Lo juro! Y no juro en vano.

Solo le respondí que no, que no se preocupase, que él era cualquier cosa, pero que nunca era ni sería normal… y que se lo tomase como un verdadero cumplido.

¡Cuánta empatía pude sentir!

Y pensar que mi sobrino y tantos otros, quieren ser normales como máxima aspiración de sus vidas… ¡ay!

Si como máxima es la media, esa función es casi constante… casi como la curva de un encefalograma plano… hummm… casi como si oliese a muerte.

¡Viva Mateo y los padres que le han parido/educado!

Es todo lo que puedo decir.

Hambre

El hambre en el mundo

Hoy Iñaki Gabilondo centraba su comentario del día en torno al Hambre en el Mundo. Da cifras (y letras). Es descorazonador, desgarrador, pero preclaro. Conecta esta situación con la que vivimos en la famosa crisis financiera, habla de la posibilidad de resolver este problema y de que está, por primera vez en la historia de la humanidad, a nuestro alcance.

Y sigue pareciéndome tan lúcido como cuando veía sus entrevistas políticas en CNN+. Antes de que el canal fuese sustituido por la emisión ininterrumpida del programa El gran hermano. Y no pasó nada. Entonces no pasó nada y ahora tampoco.

Me canso de los códigos del Tango y dejo de ir a las milongas; es algo que puedo hacer, porque nadie me obliga a vivir en ellas, pero ¿qué ocurre cuando me canso de vivir en un mundo con unos códigos, unas prioridades que, como dice Iñaki, parecen locura absoluta? ¿qué lugar hay para poder evadirse?

Mientras, cada día me horroriza más esta frivolidad con la que tratamos el tema manido de esta década: la crisis, una crisis que ni mucho menos es de subsistencia, sino más bien de niños pijos acostumbrados a tener de todo. Hemos luchado para conseguirlo, pero también cabría comenzar a recordar a base de qué lo mantenemos. ¿No es cierto que, en parte, este sistema necesita la desigualdad para generar incentivos? Es la bandera que se enarbola contra comunismos aparentemente trasnochados constantemente, como si fuesen el infierno de lo posible… Mientras, cada día vemos que este sistema (¿capitalista?) es un sistema diabólico, perverso, que se alimenta de nuestra sangre y nos obliga a alimentarnos de las sangres de otros, como si de una película de zombies se tratase o una de vampiros.

Siempre me dieron mucho miedo las películas de vampiros. Mi amiga Aída se ríe de mí cuando le cuento que no soy capaz de ver la película dirigida por Coppola sobre el más famoso de ellos. Pero lo que más me aterraba era que me pudiesen morder y, así, convertirme en uno de ellos, en un vampiro que necesitaría alimentarse de la sangre de los demás, convirtiéndolos a su vez en otros vampiros que se alimentasen de las sangres de otros… y así hasta ocupar el planeta completamente.

No me di cuenta de que yo ya era un vampiro, de que ya había sido mordido por otros que a su vez lo habían sido por otros… y que llevaba dentro de mí la necesidad de seguir perpetuando este sistema perverso para poder vivir, para poder pervivir.

Cuando leí Los Cantos de Maldoror, ese libro apasionante del Conde de Lautreamont, no pude evitar sentirme identificado, en lo más profundo de mi ser, con ese Maldoror vampiresco, pero con una angustia existencial y un sentimiento de soledad tan profundo como consciente de su carácter perverso irremediablemente. (Hoy día es posible que ese libro fuese censurado por la iglesia católica, pero esto y Krahe no vienen al caso en esta ocasión)

Ser antisistema dentro del sistema es tan absurdo…

La teoría del abrigo

Hoy tenemos lavadora nueva porque se había estropeado la otra que ha tenido un tiempo de vida suficiente para una lavadora, algo así como 15 años… que son los años que llevo viviendo en esta casa.

Hoy tenemos horno microondas combinado con horno de convección convencional también, porque el otro estaba a punto de dejar rotundamente de funcionar, dando múltiples señales de deterioro: el plato no giraba, algún día ha saludo humo de un ventilador que, posiblemente, está estropeado… y hemos decidido hacer el cambio al mismo tiempo.

A punto hemos estado de tener que comprarnos una lámpara nueva (pero pudimos limpiar/arreglar la que tenemos) y de comprarnos una cocina de inducción, que son esas parecidas a las vitrocerámicas, pero rápidas y más eficaces, aunque peor para el tema de cacharros compatibles. Menos mal que no las fabrica Apple, que solo admitiría cazuelas con manzana.

Y ¿por qué todo a la vez? ¿Nos ha tocado la lotería?

La respuesta está en la Teoría del Abrigo.

Según una amiga que tuve, de quien no viene al caso hablar ahora, lo mejor cuando se tiene poco dinero o cuando se va a tener menos del que se tiene es comprarse un buen abrigo si se puede, porque es posible que después, cuando haga falta, no se pueda.

Es un consejo que ya seguí hace años, cuando dejé mi trabajo con nómina y seguridad económica, comprándome todo lo que creí que podía ir a hacerme falta en los próximos años y he vivido durante muchos de ellos agradecido a seguir en su día aquel consejo que me pertrechó para lo que estaba por venir.

Ahora vivimos un momento en el que lo que está por venir no es solo elección propia, sino coyuntural, pero eso no es óbice para que la teoría del abrigo siga teniendo vigencia: las cosas se van a poner peor que ahora, seguro, especialmente trabajando en el sector en el que Carmen y yo nos empeñamos en continuar, así que es buena idea hacer acopio de bienes que disminuyan la necesidad de adquirirlos en un futuro más inadecuado.

Así que sigo agradeciendo la enseñanza de la teoría y, estos próximos días, disfrutando de una sensación de opulencia palaciega inhabitual en nuestras vidas.

Educación Pública en Huelga

Estoy harto de hablar de educación pública y de sanidad pública.

Ahí radica el problema de fondo del porqué se dejan deteriorar, se comercializa con ellas, se desprestigian, etc.

¿Cuál sería el panorama si no existiese otra que la pública?

Para mí hay algo con lo que no se debería comercializar, que no debería ser manejado por un sector oportunista como lo es por naturaleza el mercadeo capitalista. Fue un avance social ingente lograr que la educación cubriese a la totalidad de la población de un país o que la educación tuviese una cobertura también completa, salvo algunos sectores nunca considerados de extrema necesidad, como la oftalmología o el cuidado dental.

Vale, asumamos unas limitaciones… vale, aceptemos que todo lo demás se compre y se venda… casi hasta los políticos… pero la educación y la sanidad deberían ser siempre públicos y exclusivamente públicos.

Aquí está el quid de la cuestión, la base del problema: mientras exista cohabitación entre lo público y lo privado, entre el bien público y el bien personal derivado del enriquecimiento de unos pocos a costa de algo que no debería ser rentable, sino beneficioso, estas prestaciones serán, como todas las demás, puestas en el juego peligroso de la especulación derivada de la adquisición y explotación de estos servicios básicos para el funcionamiento de una sociedad pretendidamente igualitaria

Mientras fomente la división de la sociedad en dos clases sociales de pudientes y no pudientes, lo que hará será fomentar una brecha que acabará generando conflictos inevitables y catastróficos, odios intrasociales, fragmentando a la población en los dueños y los adueñados, los amos y los esclavos, patricios y plebeyos, las castas que siglos de revoluciones sociales habían conseguido ir paliando seguirán siendo irreconciliables.

Está claro que se aducirá que la igualdad no es natural, que los seres humanos nunca han logrado la igualdad plena de oportunidades, pero lo que viene siendo habitual es que nos olvidemos, para lo que nos da la real gana, de que el ser humano vive de espaldas a lo natural en todo lo demás. También en esto, y no es necesariamente malo, tan solo es una prueba de que es un animal que genera un entorno demasiado sofisticado alrededor suyo como para dejarlo al libre fluir de su naturaleza: nos vestimos, viajamos en coches, llamamos con teléfonos, como si fuese natural… pero en lo referente a lo social, defendemos volver a una naturaleza, pretendidamente cruel y de la que nos libramos en cuanto nos hace la vida más incómoda.

Es mentira: no es natural al ser humano no buscar reducir la desigualdad social dentro de sus sociedades más o menos artificiales o culturales, es algo que se elige, que se elige como sociedad, pues estas se comportan como individuos más o menos conformados por células humanas más o menos unidas entre sí y que han ido encontrando su lugar especializado en estos cuerpos complejos que requieren un enmarañado manojo de relaciones intrasociales para mantenerse en pie.

Sí, se puede elegir otro modelo; sí, se puede apostar por una sociedad dividida en castas, sí, se puede fragmentar la sociedad en pudientes y no pudientes, en amos y esclavos…

Pero esta es la voluntad de los recortes en educación, en sanidad, no es ni más ni menos que la de privilegiar a los pudientes y desprivilegiar a los no pudientes. Se miente diciendo que de una casta se podrá pasar a otra, que después habrá igualdad de oportunidades, pero eso es una auténtica falacia que se cae por su propio peso en cuanto es analizada… por quien puede, y no quiere, claro.

Hay voraces tiburones a la espera de comerse el negocio que hemos pagado y puesto en pie a lo largo de décadas de pagos de impuestos que no serán devueltos, puesto que no es gratis, la educación y la sanidad públicas no son gratuitas, cuestan mucho dinero y se mantiene de tasas que, presuntamente, se reparten de manera solidaria y equitativa, pagándose proporcionalmente a la renta de cada cual (idealmente).

Se aduce que es necesario el efectivo que ahora mismo cuesta mantener esas prestaciones, pero se olvida que es dinero que se logra mediante impuestos directos que podrían incrementarse para lograr esa mayor cobertura, reduciendo lo que tendrían que pagar las clases pudientes por mantener segregados a sus hijos en caros colegios, pero se perdería la ventaja que obtienen de la propia segregación. Es un modelo que apostaría por reducir la brecha social… pero no se quiere hacer!

¿Qué pasaría si la educación privada y la sanidad privada no existiesen?

Si estuviese prohibido especular con estas materias, movimiento social que no se acabó de dar correctamente, nadie desearía que se desprestigiaran, nadie en absoluto. Si los hijos de los políticos, de los banqueros, de los monarcas, de los curas… se sentasen en las mismas aulas que los hijos de los informáticos, de los teleoperadores, de los obreros de la construcción, de los camareros (y todas sus correspondientes formas femeninas), todos desearían que fuesen de la más alta calidad.

Y aún así no existiría igualdad plena de oportunidades: yo doy clases particulares a pudientes, claro está que esto ya hace diferencias, pero además, sus puestos de trabajo serían más accesibles por los contactos de sus ancestros, pues el nepotismo es, casi, inevitable (al menos en un sistema económico que la necesita para su funcionamiento)… pero la brecha se reduciría, se potenciaría la solidaridad, como si fuese un valor no solo de salón, no solo para desgravar en la declaración de la renta…

E igualmente en sanidad, si el más alto mandatario tuviese que seguir los trámites que todos tenemos que seguir para ser tratados en la asistencia pública, desearía que fuesen los más livianos posibles y trataría de mejorarlos y jamás en reducir su calidad ni en desprestigiarla para que fuese materia deseada por los buitres carroñeros (con todo mi respeto para los buitres) de los especuladores que, una vez dirigiendo la prestación correspondiente (sanitaria o educacional), tienen como único interés su enriquecimiento personal.

No lo olvidemos: no es una cuestión de público o privado, sino de modelo igualitarista frente a modelo segregador.

De los funcionarios

Hoy he visto publicada una noticia sobre las medidas contra los funcionarios que se están aprobando sin la repulsa de ningún otro trabajador de la empresa privada, como si no fuese con ellos. La noticia está en el País.com.

Del tópico del cafetito a mediodía al de que los funcionarios se ponen enfermos mucho más que el resto de los ciudadanos. Estos y otros lugares comunes han servido a los sucesivos Gobiernos para añadir argumentos a varias iniciativas que penalizan a los trabajadores públicos: bajadas de sueldo, aumento de la jornada laboral, suplencias y contratos interinos sin cubrir. La última, la propuesta de que estos empleados no cobren su salario íntegro durante los primeros 90 días de baja por enfermedad, ataca una de las partes más sensibles y más incontrolables: la salud. Y además lo hace sin una base estadística que acredite que los funcionarios, en su conjunto, abusen del sistema.

Cada día me encuentro a más gente que ataca a otros colectivos en un intento de focalizar su ira sobre algún culpable que no sean ellos mismos. Incluso queridos amigos que creen este tipo de patrañas, o que los inmigrantes son unos aprovechados o que las mujeres se benefician de tratos especiales o que los jóvenes, o que los ancianos o que los parados o que los que tienen trabajo fijo o los que no lo tienen…

Y es un error. Un error bien planificado por los que ostentan el poder, para deprimir a sus posibles adversarios enfrentándolos entre ellos. Ya lo decía Marx, «paz entre pueblos y guerra de clases». Alguien tuvo la sabiduría de ver que era un problema esa paz y había que conseguir un enfrentamiento permanente dentro del pueblo que le impida unirse. Sin ponerse decimonónico, lo que sí es evidente es que ese tipo de estrategias se siguen usando para desenfocar del punto de mira a causantes de crisis como la actual o para, sencillamente, poder operar sin ser visto, puesto que se atiende a otros conflictos.

Con respecto al mito de que los funcionarios no trabajan, el otro día, en una cena con unos amigos, me encontré defendiendo que eso no es más cierto que en otros sectores. Recuerdo cuando trabajaba en Rural Servicios Informáticos (bancario, privado, muy privado) y varios de los que tenían más de 50 años, más de 20 años trabajando en esa empresa, eran una panda de vagos, de tipos que se juntaban para hacer comidas de empresa que se extendían por encima de la media de una comida normal, gastando barbaridades que, por cierto, pagaba la empresa que no subía sueldos de los que sí trabajábamos, y volvían casi ebrios, con un aroma a cognac y puro caro que daba asco.

Pero no solo no se les podía echar, sino que eran los dueños (o gestores) de la empresa, con lo que ellos mismos se ponían los sueldos millonarios que hacían inviable su despido, puesto que las indemnizaciones alcanzaban cantidades que justificaban tenerlos en nómina hasta que decidieran jubilarse. Por supuesto, además, ocupaban las más altas jerarquías de la compañía y paralizaban cualquier intento de renovación porque les supondría tener que trabajar y dejar de reunirse en absurdas reuniones de sesgado corte machista, con comentarios tan desafortunados como groseros para con gran parte del personal, así como fuera de horarios laborales acordados. Al fin y al cabo, el resto del día no tenían ni siquiera que hacer acto de presencia por sus puestos de trabajo, siempre en despachos de cuero de alta gama negro, con buenas vistas…

Y eso era solo la punta de un iceberg que dominaba la filosofía de la empresa privada en cuestión. Lo viví así en todas las empresas que tuve el gusto o disgusto de conocer.

Recuerdo a mi padre, honrado donde los haya, diciendo que él ya no era un trabajador competente, que era mejor que le jubilasen, que, lógicamente, estaba cansado y no iba a proponer iniciativas (que seguro que luego era exagerado, conociéndole…), y que, en la empresa privada era necesaria la entrada de gente joven, nueva, con ganas de trabajar, de cambiar cosas…

Es natural, en la privada y en la pública (funcionarial) que ese cansancio llegue. Es normal que uno se agote de dar clase siempre o se agote de programar o se agote de hacer una determinada tarea más o menos vocacional, más o menos deseada o más o menos alienante, pero en la empresa privada, además, a esa gente cansada, cada vez con menos ganas de trabajar, se la asciende por el tiempo, se la sitúa en puestos de mayor importancia, en parte por los contactos que, con el tiempo, ha ido haciendo. Es una especie de nepotismo absolutamente asumido como natural. Así que nadie lo critica.

Pero acaban siendo trabajadores que no trabajan o, en el mejor de los casos, que no están capacitados para sus nuevas responsabilidades, que han llegado allí como sargentos chusqueros, sin más mérito que el de aguantar en un lugar sometiéndose a lo que sea necesario. Y esto no ocurre con los funcionarios.

Que hay funcionarios que se agotan de su trabajo es normal, es natural, ya lo he dicho, pero a estos no los ascienden por seguir allí, no les suben el sueldo en un grado tan alto, sino de una manera mucho más razonable, sin llegar a cobrar 30 o 40 veces su sueldo inicial… Y no se hacen dueños de un sistema que quedaría anclado en la inacción.

Pero se sigue diciendo que son vagos, que se enferman con frecuencia (no hablo de lo que ocurre entre muchos compañeros a los que conocí y que no van a trabajar por una resaca, diciendo que tienen gastroenteritis) que atienden mal, que no hacen bien su trabajo… ¡Y en la privada tampoco!

¿Qué se oculta tras esa campaña de desprestigio?

Ya anticipé que se ocultan intenciones tan perversas como enfrentar a la sociedad consigo misma, a los trabajadores contra los trabajadores, en lugar de los trabajadores contra los dueños de las empresas, o contra los mercados… sin entrar muy en detalle a juzgar a estos (hay muchos empresarios honrados y trabajadores, pero otros no lo son y nadie dice que hay que eliminar a los empresarios por ellos).

Además, sabemos que la sanidad y la educación son dos sectores que se pueden poner a subasta, se están vendiendo al mejor postor, a empresas ambiciosas que acabarán por ocupar la posición del estado en la administración de estas labores, con lo peligroso que esto pueda resultar, dejándolos fluctuar a precio de mercado, un mercado que ha demostrado su incapacidad para regularse, para regirse por criterios humanitarios, solidarios o sociales.

¿Y qué pasará cuando esto sea así?

Esas empresas harán lo que quieran, sin control, teniendo a unos profesores, por ejemplo, que también se cansarán cuando lleven años dando clases pero que habrán ido consiguiendo otros puestos de trabajo, aunque estuvieran cualificados para dar clase y no para gestionar un departamento, que les llevará asociados unos sueldos que harán difícil su sustitución, salvo por personal cada vez peor cualificado, becarios, etc, recién salidos de la universidad que podrán dar clase y que durarán unos poquitos años antes de agotarse, buscarse otro trabajo, irse a donde sean más valorados… quedando en el profesorado aquellas personas menos ambiciosas, menos cualificadas, que realizarán ese trabajo por dinero, únicamente por dinero.

Pero eso sí, los comerciales de esas empresas tendrán grandes sueldos, los directivos de esas empresas tendrán grandes sueldos, los marketing de esas empresas tendrán grandes sueldos, los jefes de personal de esas empresas tendrán grandes sueldos… y no serán despedibles, porque no compensará hacerlo, cayendo en una suerte de funcionariado de alto estanding que los alejará de los mortales que no los verán como alguien que ha conseguido una plaza mediante un examen de cualificación, sino que lo han logrado por la sumisión, la permanencia, la ambición… y un nepotismo indetectable y fuera de control.

Mientras tanto, la privatización paulatina llevará a la aparición de una separación más definitiva de las clases sociales, derivada del acceso a la educación que será, definitivamente, segregacionista, basada exclusivamente en los ingresos, de modo que, los de mayor poder adquisitivo tendrán acceso a una educación de mayor calidad y, a la postre, podrán conseguir mejores puestos de trabajo para mantener la separación que les garantice esa mejor situación: Feudalismo!

¿Por qué se acepta por todos como verdadera?

Envidia. Vemos en el funcionariado la ansiada seguridad de un puesto fijo, puesto al que podemos optar, preparándonos, porque siempre ha sido así, no es un puesto inaccesible, como ser rey, o como ser director ejecutivo de una gran empresa, sino que podemos optar a ello y no lo hacemos.

Así que nos acabamos creyendo que son unos vagos porque como tienen un puesto fijo (después, en la mayoría de los casos, de larguísimos años de espera), sin posibilidad de ser despedidos, y que no tienen porqué hacer nada en sus empleos para conservarlos. No es que lo hagan, es que creemos que lo hacen, creemos que tienen más bajas laborales, cuando no hay datos que lo confirmen, creemos que tienen menos ganas de trabajar, que se toman sus tiempos para hacer cualquier cosa… ¡pero en la empresa privada también es así! Hay trabajadores honrados en uno y otro sector, pero nunca se pone en cuestión el sector privado, el modo de contratación que garantiza que alguien, tras 3 años o 4, acabe siendo contratado con un puesto «fijo», del que le tienen que indemnizar para despedirle, sin más prueba de acceso que una entrevista de trabajo arbitraria y realizada por un criterio absolutamente particular: el de la empresa en cuestión.

Entiendo la frustración de muchos los que hablan contra los funcionarios vagos, que claro que existen, pero no entiendo porqué les molesta más que lo que ocurren con los trabajadores de la empresa privada que también los hay. Y también el otro día me aclaró algo de esta incomprensión, mi querido amigo Jens, que dijo que a los funcionarios los pagamos todos…

¡Y a los trabajadores privados también! – añadí. Al fin y al cabo, que los productos o servicios de una empresa sea menos baratos que lo que podrían ser se debe a que hay que pagar a aquellos que, en su mayoría, además, cuadros superiores, se tocan los huevos a dos manos, pero hacen creer que son los más importantes y, por ello, reciben sueldos millonarios y tienen puestos de trabajo mucho más blindados que casi cualquier funcionario.

Pero esto no lo vemos… o no queremos verlo.

Ver que esta campaña de difamación es una falacia significaría asumir que la responsabilidad de lo que ocurre es de todos y cada uno de nosotros, que no podemos seguir echando balones fuera y culpando a los funcionarios, a los inmigrantes, a los jóvenes, a los ancianos, a las mujeres, a los empresarios, a los becarios, a… otro.

Esto no es una broma